The Babadook

“If you touch my son again, I'll fucking kill you!”

Ya se ha dicho, que el cine de terror viene recorriendo el mismo camino, hace ya varios años; “como el hombre que tropieza varias veces con la misma piedra”, no hace falta más de una mano, para contar los temas en los que el género viene incurriendo:
Posesiones, horror, “gore” o espíritus con asuntos pendientes, han sido revisitados con más regularidad.
La figura mítica y tradicional del “Boogeyman”, ese monstruo que se oculta debajo de la cama, o dentro de un armario, y que es temido, sobre todo por los niños, representa el terror infantil por antonomasia, el que se suele materializar cuando anochece, y se cierne el silencio, como el miedo primario.
En la intimidad del hogar, más concretamente en el dormitorio, y mientras la víctima descansa, despierta o dormida en la cama, cubierta por la manta como escudo protector, como el lugar más seguro de la casa, ese ente se revela en un lento proceder, siempre entre la vigilia y el sueño, a base de sombras, ruidos, objetos desplazados, o puertas entreabiertas, y quizás, confundiéndose con la pesadilla, es decir, con lo irreal.
¿Qué nos aterroriza hoy?
Si comparásemos las versiones antiguas de los conocidos “cuentos de hadas” con las actuales, podríamos notar el modo en que estos cuentos han sido despojados de “su horror y crueldad original”
Paradójicamente, hoy no se nos ocurre relacionar a esas “historias fantásticas” con los cuentos de horror…
Evidentemente, es más fácil fabricar una historia, en la que el mal tiene una explicación metafísica, o se trata de algo meramente irracional.
Hay mayor horror, si se medita, en el mal que tiene una motivación, así sea bastante retorcida.
No digo nada nuevo al afirmar, que las criaturas sobrenaturales, fueron creadas para soportar el horror del crimen, y de actos que juzgamos como “horribles”
Por ejemplo:
Ser una madre, puede devenir en una aterradora pesadilla, en la que la criatura que nació de tus entrañas, se revela como un “monstruo” que te convierte en cautiva, que intenta gritar, pero no puede, o se contiene.
Y rizando más el rizo, que pasa si es el hijo, tu único punto fuerte de defensa contra ti misma; porque eres un monstruo creado por tus miedos.
“I have moved on.
I don't mention him.
I don't talk about him”
The Babadook es una película de terror australiana, del año 2014, escrita y dirigida por Jennifer Kent.
Protagonizada por Essie Davis, Noah Wiseman, Daniel Henshall, Hayley McElhinney, Barbara West, Ben Winspear, Tiffany Lyndall-Knight, Tim Purcell, Benjamin Winspear, Cathy Adamek, Carmel Johnson, Adam Morgan, Craig Behenna, Michael Gilmour, Michelle Nightingale, Stephen Sheehan, entre otros.
The Babadook representa el debut de Jennifer Kent, que funciona como un cruce de película de acoso doméstico, y de monstruos; basada en su cortometraje llamado “Monster” (2005), en el cual, una madre tiene que enfrentarse al miedo de su hijo, que cree que hay un monstruo acechando en el armario; pero pronto descubre una siniestra presencia alrededor de ella...
“Veo muchas películas de terror, a pesar de la constante desilusión.
No creo que muchos de los directores haciendo terror, hoy sepan cuánto vale, o se den cuenta del potencial del género.
No porque sea una película de miedo, significa que no puede tener profundidad” dijo Kent.
Así las cosas, 6 años después de la violenta muerte de Oskar (Benjamin Winspear) el marido de Amelia (Essie Davis), no se ha recuperado todavía por la pérdida, pero tiene que educar a Samuel (Noah Wiseman), su hijo de 6 años, que vive aterrorizado por un monstruo que se le aparece en sueños, y amenaza con matarlos.
Cuando un inquietante libro de cuentos llamado “Mister Babadook” aparece en su casa, Samuel llega al convencimiento, de que el “Babadook”, es la criatura con la que ha estado soñando.
Entonces, sus alucinaciones se hacen incontrolables, y su conducta, impredecible y violenta.
Amelia, cada vez más asustada, se ve forzada a medicarle; pero de repente, empieza a sentir a su alrededor, una presencia siniestra, que la lleva a pensar que los temores de su hijo, podrían ser reales.
Como en pocas cintas de horror actuales, un género prolífico, “Rey de La Taquilla”, y favorito de las audiencias, los personajes no son caricaturas, y el terror se mezcla con el dolor de la pérdida, y el lado oscuro y difícil de la maternidad.
Hay que subrayar también, que The Babadook es tanto un drama aterrador, como una suerte de terapia de reconciliación.
Esta “fábula”, tiene también fe, en que incluso podríamos cohabitar con esos monstruos, a la usanza de los viejos “cuentos de hadas”, y no niega el mundo irracional que nos rodea, sino que lo utiliza para crear un relato sublime y atemorizante.
“Ba-ba-ba... dook!
Dook!
Doooook!”
Es muy probable, que el género del terror, nos haya anestesiado a la hora de ver un filme como el de Jennifer Kent.
Estamos más pendientes del efecto instantáneo, que de la significación que implica el relato.
El ambiente que consigue crear Kent, es asfixiante:
La casa se presenta tétrica y deprimente; los rincones son oscuros, y generan bastante inquietud; pese a su escaso presupuesto de $2,5 millones; The Babadook se mueve lejos de lo efectos especiales, y los ruidos repentinos, y el exceso de sangre, pues aquí reina la simpleza, como su mejor aliado.
Por ello, Jennifer Kent elabora una pequeña, modesta, y sencilla historia de efecto contundente y repulsivo, con materiales de estampa clásica, planos cortos de encuadre punzante y meticuloso, colores inertes y escenificación neutra y apagada, un mortífero acercamiento a vivir el pánico y horror, que funciona en su provocación y éxtasis compulsiva conforme avanza, y se atreve a penetrar del todo, y con consistencia, en el alma del “diablo” que enloquece, atrapa, y se expresa a través de esa madre desesperada/viuda dolorosa, que arrastra su pena en doliente silencio, cual sonámbula sin esencia, con muchos dilemas por resolver.
Así Amelia Vanek, vive con su hijo Samuel, en un deprimente aburrimiento...
Samuel, es un niño difícil, con carácter obsesivo compulsivo que lo hace repelente.
Amelia, es una mujer que vive consumida por el dolor de la pérdida de su esposo Oskar.
Precisamente, Oskar murió, cuando llevaba a Amelia para que diera a luz a Samuel.
De ahí que la relación entre madre e hijo, nunca ha sido sencilla.
Prácticamente solos, han tenido que conformarse con vivir, el uno con el otro.
La cuestión se complica, cuando de la nada, surge el libro “Mister Babadook”, un aterrador “libro infantil”, que promete la llegada de un monstruo, que acabará con todas sus ansias de vivir.
Los días se transformarán en la insufrible e insatisfactoria vida diurna, y en el insomnio, lleno de monstruos de la noche.
Amelia, se irá deteriorando, y la sobrenatural presencia del “Babadook”, se irá haciendo visible, para que dé pie a crímenes.
En The Babadook, conocemos a una familia dividida por la tragedia:
Ella ha tenido que criarlo sola, después de que un accidente dejara sin vida a quien se suponía, la acompañaría para siempre…
El chico, típicamente afectado por la ausencia de una figura paternal, se refugia en la fascinación por la magia, y el uso de aparatos caseros, para luchar contra “monstruos imaginarios”
La madre, debe lidiar con los problemas que esto conlleva.
Todo suena como un juego de niños, hasta que eventos sobrenaturales, empiezan a afectar al chico, y su madre nota que no todo viene del poder increíble de la imaginación...
La directora, ancla esta fábula pavorosamente tétrica, a 2 miedos recurrentes:
Uno, el eterno miedo a las criaturas del más allá, que desde las páginas de los cuentos, crecen hasta lo inasumible en la febril imaginación de los más pequeños; y otro contemporáneo y, si cabe, más feroz:
El de la conciliación laboral en una familia monoparental, con problemas emocionales de parte del único progenitor.
Parte del interés que reside en la historia, es la forma en que la amenaza del monstruo, no es lo único contra lo que la protagonista debe luchar, ya que sus noches de terror, se intercalan con días desesperados, al intentar lidiar con una severa depresión tras la muerte del marido, la inestabilidad laboral, y los constantes cuidados que requiere un niño, con serios problemas de comportamiento.
Este punto, que normalmente es el lado débil de este tipo de cintas de terror con niños, aquí por el contrario, es una de sus mayores fortalezas, y es precisamente lo que consigue trasladar la historia, al terreno del que sin duda es uno de los mayores miedos del adulto:
El fracaso absoluto, ante una paternidad que te supera, y la frustración que ello produce.
Esta última idea, es además, la que otorga cierto carácter ambiguo a una película, en la que el “Babadook” es real, y a la vez irreal, pues tiene presencia corpórea, pero es producto de la situación personal de una protagonista que, en el fondo, lo ha creado.
El dolor, es el “verdadero monstruo” en The Babadook, y la historia es acerca de las consecuencias de la muerte, de cómo sus restos destruyen mucho después de que el cadáver ha sido enterrado, o quemado.
A lo largo del metraje, vemos que la madre insiste que nadie diga el nombre de su marido… además que no celebra el cumpleaños de su hijo, pues se lo recuerda…
Ella, básicamente vive en la negación.
Amelia ha reprimido dolor por años, negándose a rendirse a él; y The Babadook deja bastante claro, de dónde viene realmente la criatura, al lanzar pistas muy obvias, acerca de la pasada ocupación de la protagonista, y del hecho importantísimo de que el libro está incompleto, dejando entrever el carácter indefinido de la amenaza.
Todos estamos ya bastante familiarizados con el escenario:
Un niño con una imaginación hiperactiva, que se aterroriza del monstruo que habita bajo su cama.
Ese miedo, le está haciendo perder el sueño, causándole problemas en el colegio, y algo fabuloso, la creación de su propio, y siniestro armamento de objetos domésticos, con los que pretende defenderse, y defender a la madre de sí misma.
El hijo, que aparenta ser el personaje problemático, sin embargo es el más centrado, a lo largo de su desarrollo del problema, de su origen, y de su solución, tan consciente, como que sabe cuál es el problema real de su relación con su madre; pues cada año, el cumpleaños del hijo, coincide con el aniversario de la muerte del padre, lo que reverdece la depresión de la madre, y la tensión hacia el hijo, al punto de no haber celebrado nunca su cumpleaños…
El hijo, que ha crecido lleno de miedos e inseguridades por todo ello, descubre un día, en el sótano de la casa, un cuento de estética infantil, pero con historia de terror, en torno a un personaje siniestro, llamado “Babadook”, que probablemente escribió su madre años atrás, tras el accidente, y lastrada por su trauma, aunque eso ni el chiquillo lo sepa, ni ella lo recuerde…
Simplemente ahí está, y ahí quedó, por ello, es cuando el niño, que tiene prohibido ir al sótano, descubre el libro, y comienzan los problemas.
Al jugar en el ámbito del cine de género, es muy probable que el espectador medio, quede absorbido por la historia de terror, y no avance mucho más en la trama psiquiátrica que rodea a madre e hijo, como mito freudiano por excelencia:
Ese hijo, ha usurpado hasta el derecho de sexualidad de la madre, poco a poco, ese odio irracional, hace crecer ese peligro derivado de un ente imaginario, que reside en la mente de los ocupantes de la vivienda.
Ese hijo, está preparado para defenderse antes, incluso de que el “Babadook” se manifieste.
Esa pista, es una evidencia más, de que el problema no es el “Babadook”, sino que el “Babadook”, se encuentra dentro de la mente, el corazón y las emociones, desde hace ya mucho tiempo.
Tan solo cuando la madre sea capaz de romper con el pasado, “matar al marido muerto”, dejarlo ir, asumir el mundo real, y cerrar con llave ese sótano, será capaz de diferenciar la dimensión real de la imaginaria.
Y al final, para controlar al “Babadook”, Amelia deberá alimentar al monstruo, una terapia ocupacional como la de cualquier enfermo psiquiátrico, domada la bestia, siempre hay el peligro de que te muerda, y te haga daño, o se escape, y ataque lo más cercano que encuentre, será un riesgo para el futuro, pero al menos, esta familia aparentará cierta normalidad, a partir de ahora, y evitará a los servicios sociales.
Lo que compone a The Babadook, que le permite ser una de las grandes del género, es su perfecta explotación de personajes sometidos a una fuerza inexplicable, mientras deben lidiar con la tragedia.
Estupendas interpretaciones de la madre y el niño, están fantásticos, ambos asfixiados, desesperados, infelices, sin una luz al final del túnel.
Y es que el nombre “Babadook” proviene del hindú, si no me equivoco, y significa:
“Baba” o “padre” y “Dook” o “pena”, por tanto, el monstruo es una representación de esa pérdida, y del miedo infantil a la muerte:
“Babadook” habita el mismo lugar oscuro y aterrador, en el que se encuentra el padre fallecido de Sam.
Tampoco es casualidad, que esta trágica muerte, esté directamente relacionada con el nacimiento del hijo.
El “Babadook”, también es el sentimiento de culpa, de madre e hijo.
Uno de los puntos fuertes, es las múltiples lecturas que ofrece:
El monstruo, no es más que un “leitmotiv”, para hablar de algo tan mundano y cotidiano, como el dolor de la pérdida, y lo difícil que es ser madre soltera, cuando el pasado no para de perseguirte.
No es más que una metáfora del trauma, y el estrés postraumático, y Kent logra ponerte los pelos de punta, con una historia en apariencia sobrenatural.
Aquí no hay monstruo.
El libro lo escribe Amelia, por eso no se explica de dónde viene, y la primera vez que lo lee, faltan hojas que más tarde aparecen…
El libro lo escribe la protagonista, ya que en la fiesta de cumpleaños de la sobrina, se explica que antes del accidente que acabó con la vida de su marido, ella era ilustradora/escritora de libros infantiles…
Cuando va a la comisaría, puede verse que tiene las manos manchadas de tinta, y se niega a terminar con el parte policial, y huye.
La “canción” del “Babadook”:
“Si es en una palabra, o en una mirada, no puedes librarte del Babadook”, hace referencia a cuando la gente la mira con pena, o le comenta algo de su marido, algo que a ella le molesta mucho, y hace que ese “monstruo” se haga más grande.
Y el final, cuando el monstruo es encerrado en el sótano, y ella le lleva comida, simboliza lo que hacen las personas que tienen depresión y angustia:
No pueden deshacerse de ella, pero pueden aprender a vivir con ella, si la “guardan” en un sitio que no moleste mucho.
Otro acierto, es que el monstruo aparece muy poco, y está inspirado en las películas de terror del cine silente, como deja en evidencia que se cuele en los films que Amelia ve en la televisión, durante horas que le provocan sonambulismo o pérdida de la conciencia, de ahí los viajes extra corpóreos que sufre, esa disociación que le provocó crear el libro, muy probablemente.
Las referencias al cine silente, son sobre todo expresionistas:
Desde “Das Cabinet des Dr. Caligari” (1920) hasta “Nosferatu, eine Symphonie des Grauens” (1922), y lleva implícito un diálogo con la propia historia del cine, cuando esa figura fantasmagórica, “Babadook”, remite directamente al expresionismo alemán, con el uso de las sombras, o se incorpora lo mágico y el sentido de lo extraordinario del cine de Georges Méliès, como una entidad alucinatoria, la misma que sufre la madre cuando va perdiendo la cordura.
Pero hay además, guiños a terrores infantiles, como el lobo feroz; el monstruo que se esconde bajo la cama, o en el armario; o ese perchero que en la oscuridad parece una figura humana.
Hay otro miedo infantil, muy perverso, que The Babadook explota en su tramo final:
El mayor terror que puede tener un niño, es que la persona que debe protegerle, se vuelva en su contra.
Incluso la protagonista pierde un diente, como símbolo de cordura, en alusión a la muela del juicio, o a los molares de leche del niño, que tiene que destruir y que le afecta y le acosa con dolor constante.
Lo mejor de The Babadook, es que funciona igual de bien, si queréis creer que una mujer se ha vuelto loca, por no poder con la carga de un hijo problemático, pero también si son de los que piensan, que las sombras esconden monstruos...
En esta vida, hay traumas que se superan, y traumas que no.
Por ello “Babadook” no es el monstruo externo, que intenta dominar a la madre, es el monstruo que siempre estuvo ahí, sólo que bajo dominio, y al que ahora “se le permite entrar” o emerger; y es el amor, lo que le da fuerza para combatir ese trauma.
Un amor que ella no siente por su hijo, al que de alguna manera lo relaciona con la muerte de su marido, pero que todo cambia, al darse cuenta de que su hijo, pase lo que pase, siempre querrá a su madre, de ahí que la caricia de él, en la mejilla de ella, sea motivo de tranquilidad y relación amorosa, que funciona como sedante...
Es así como consigue hacer frente al “Babadook” a base de amor.
Cuando el niño le dice a la madre, que él la ama, aunque se sepa no amado, algo se quiebra dentro de ella, que le permite darse cuenta, de que no puede seguir de esa manera, y “expulsa al monstruo”, lo vomita en una suerte de “petróleo negro” luctuoso, y el monstruo cuando quiere volver, ella le grita, y le enseña quien manda:
Ella.
De esa manera, va al sótano, donde seguirá viviendo, alimentado de cierta manera por ella, ya que cada uno de nosotros, alimentamos nuestros monstruos para siempre, pero también los dominamos, y los tenemos escondidos, al oscuro, de donde esperamos, nunca puedan salir; si bien no consigue superar el trauma, a veces, no es necesario superarlo, simplemente basta con aprender a vivir con ello.
Una de las escenas más desconcertantes, es la de Amelia masturbándose bajo la sabana, consolándose a sí misma, como única manera de poder lidiar con las emociones y faltas de su esposo…
En definitiva, The Babadook es un cuento de terror, sobre esos monstruos del pasado, que no nos dejan vivir en paz, siempre atormentándonos, y los cuales se hacen más fuertes si los alimentas; pero solo tú decides si los vences, o ellos te vencerán a ti.
“If it's in a word.
Or it's in a look.
You can't get rid of... The Babadook”
The Babadook entrelaza el mundo real e imaginario de los personajes, nos muestra los diferentes rostros de la razón, o de su ausencia.
Es también, un viaje hace la autodestrucción humana, hacia las tendencias suicidas, si se quiere; y pretende mostrar, la dura encrucijada en que puede convertirse la vida, después de un hecho dramático, y los posibles llamamientos a abandonarla, a no aceptar todo lo que conlleva vivirla.
Los monstruos que creamos, están en nuestro interior.
Para aquellos que piensan que la vida es una simple vida, y que la debemos coger de la forma que nos plazca...
Para todos los que critican, envidian, vagos, ineptos, mediocres, y miedosos, que piensan que la vida es así, y que ellos no tienen derecho de tener un mejor estilo de vida, por tanto, lo único que hacen, es amargar la vida de los demás, sin darse cuenta, que ellos son los principales perjudicados en esto.
Y nunca han pensado, que por cada mal pensamiento que tengamos, creamos monstruos, que según nuestro temor, se van formando, y que llegan a formar parte de nuestro interior mental.
Hay casos en que se forma esta especie de personaje, sólo de los miedos que se llega a tener, que en la mayoría lo disfrazamos como una actitud defensiva.
Por eso, todas aquellas narraciones, en las que surge lo sobrenatural como invasión del ámbito familiar, llevan implícita una lectura de lo real, cuando éste es contaminado por el lado oscuro de nuestro inconsciente.
La utilización de lo imaginario, suele implicar una forma de traducir lo insoportable, a partir de los recursos apaciguadores de la metáfora, la alegoría, y el simbolismo.
Lo habitual en el género, es que la emergencia de lo reprimido, siempre sea fraguada en términos de ficción.
Lo que no resulta tan frecuente, es que la ficción sea un campo de batalla visible y continua entre 2 interpretaciones, la fantástica y la racional.
Los monstruos los creamos, que no quepa duda, y si tenemos miedo a ellos, se vuelven más fuertes.
The Babadook, es una metáfora, de cómo las personas afrontamos traumas, y cómo estos no superados, se pueden se volver crónicos, y pueden romper del todo, el equilibrio emocional, y la paz emocional interior.

“Don't Let It In!”



Comentarios

  1. Esta película es mas de lo que esperaba, el trasfondo claramente lo indicas en tu crítica, gracias por aclararme algunas escenas que tienen trasfondo psicológico, saludos

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  2. Gracias Kry por el comentario. Los hechos son tan cercanos, que asustan de verdad, pero no hay que permitir que los temores nos dominen; hay que conocerlos, controlarlos, y saber vivir con ellos, pues forman parte de nosotros. Saludos :-*

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  3. Laura Espinoza no comenta desde Facebook, cito textual:
    Al inicio, juzgue la película por su "portada", error, resultó ser más profunda que la simple idea de "otra historia de fantasmas".
    ¿Cómo no reconocer que los fantasmas existen? Viven entre y con nosotros cada día, se alimentan de nuestras inseguridades, de miedos y carencias no resueltas.
    Babadook es claro ejemplo que pueden hacernos, no solo a nivel individual, sino en la relación con los demás (por ejemplo la angustia casi psicótica que el niño tiene transmitida a través de su madre), el poco apoyo del núcleo familiar, la respuesta poco asertiva de la escuela; en fin, ya casi todo lo ha expuesto con su crítica.
    Al desenlace le di la misma lectura que usted describe.
    Algo que no me agradó fue el papel de los actores secundarios, débiles para mi gusto.

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  4. Muchas Gracias Laura.
    Me gustó lo que apuntó. Hay ciertas tramas que se dejan de lado, como la vida conyugal de la pareja, que se sabe muy poco, y que me da la impresión, que fue el primer amor/hombre de la protagonista... no se dice, pero se intuye, entre otros detalles.

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  5. Laura Espinoza no comenta desde Facebook, cito textual:
    Ella se nota que fue y es como muy reprimida en muchas áreas, no dudo que fuera el único en su vida.
    Aparte se me olvidó apuntar el peso que cae sobre El Niño desde su nacimiento, prácticamente nació y creció con una madre gris... Así la veo yo.
    Ella sumida en su duelo, que si analizamos bien, nunca fue resuelto, sino perpetuado.
    Recuerdas cuando ella le dice a la gente que El Niño tiene la costumbre de expresar lo que piensa, sin filtro? Pero si ESO es lo que falta, hablarlo!!!

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