Spring Breakers

“Hi grandma.
Having so much fun here.
This place... is special”

El uso del sexo y la violencia por parte del cine, siempre ha sido objeto de debate en Hollywood.
El primero parece seguir siendo un “tabú” para toda producción con grandes aspiraciones comerciales, mientras que no hay problemas para mostrar en la gran pantalla, toda la violencia que haga falta, siempre y cuando se reduzca al mínimo, la utilización de la sangre.
Bueno, eso y que no produzca ningún escándalo, en el que los políticos o miembros de diversas asociaciones, puedan escurrir, echándole la culpa a alguna película…
Y es que cada vez son más habituales, las películas decididas a confirmar, y no a denunciar, las despreocupadas y preocupantes rutinas de una gran parte de la juventud actual mundial, que si bien no goza del beneplácito de un entorno laboral cohibido por la agresividad de la crisis económica, no mostrará verdaderos síntomas de conciencia, hasta que no le falte el plato en la mesa.
Por si fuera poco, esta chavalada, utiliza la juerga, como singular pretexto para el descanso de su protesta silenciosa.
El consumo de drogas, y la actitud rebelde, eran actos contestatarios de los jóvenes hace décadas; ahora son una vía de desconexión, o de prolongación de un pasotismo que no conoce límites.
A la fuerza, los narcóticos y la música electrónica, se han proclamado desenfadados iconos del “lifestyle” de toda una generación.
Bien lo sabe el cine, pues:
¿Acaso hay algo más caótico, que las fiestas “Spring Break”?
Todas las primaveras, hordas de jóvenes estadounidenses, atacan las playas para anonadar sus sentidos en ríos de alcohol, cortinas de humo de marihuana, sexo desenfrenado, más que orgías, simulaciones orgiásticas; y un estado mental de fiesta, que funciona como una consigna que parece decir:
“Let’s get wasted”
Desde el final de La Segunda Guerra Mundial, hasta los años 1980, Fort Lauderdale, Florida, fue un importante destino de vacaciones de primavera para Estados Unidos.
El 16 de marzo de 2006, el New York Times publicó, que la reputación de Fort Lauderdale, como destino de “Spring Break” para los estudiantes, comenzó cuando el equipo masculino de natación de Colgate University, fueron de prácticas allí, en 1935.
“Spring Break” o “Vacaciones de Primavera”, es una fiesta de una semana, de estudiantes, que da comienzo en los primeros días de primavera; y lo celebran los estudiantes de universidades y colegios de Estados Unidos, Canadá, Japón, Taiwán, Corea del Sur, y China, entre otros países más.
En Estados Unidos, las vacaciones de primavera, pueden comenzar desde finales de febrero, hasta los últimos días de abril, pero en muchos colegios, se preparan para pasar una de las semanas de marzo.
La notoriedad de las vacaciones de primavera, incluyen un incremento del alcohol y la actividad sexual.
Los residentes de Fort Lauderdale, estuvieron muy molestos ante los daños producidos por los turistas, lo que hizo que el gobierno local, declarara leyes prohibiendo las fiestas, en 1985.
Al mismo tiempo, la edad mínima para el consumo de alcohol, fue promulgada en Estados Unidos.
En Florida, la edad mínima para beber, es de 21 años, lo cual hizo que muchos estudiantes de vacaciones, se marcharan fuera de Estados Unidos, a celebrar las vacaciones de primavera.
En 1989, el número de universitarios que iban a las fiestas, cayó hasta 20,000, lejos de los 350,000 que fueron a Fort Lauderdale, en los 4 años anteriores.
Los seguidores de las fiestas, se trasladaron a otra comunidad más permisiva del área de Daytona Beach, cerca de 200,000 estudiantes, viajaron allí cada primavera para las vacaciones, pero el municipio de Daytona, tomó medidas similares.
La muchedumbre de la mitad de los años 90, y comienzos del 2000, tuvo que buscarse un sitio, donde los estudiantes siguieran con la fiesta, unos pocos estudiantes, seguían yendo, pero los oficiales, no estimaron que número de personas.
Panama City Beach, Florida, sigue siendo el destino popular para las vacaciones de primavera, debido a su proximidad con la mayoría de universidades del sur.
En Panamá City, se da la bienvenida cada año a los turistas, siendo ese, un gran factor económico para la ciudad.
South Padre Island, es otro destino popular de vacaciones de primavera, donde asisten estudiantes de las zonas centro-sur, y medio-oeste del país.
Los principales destinos fuera de Estados Unidos, incluyen:
Cancún, Cabo San Lucas, San Felipe, Playas de Mexicali; Rosarito, Acapulco, Barbados, Mazatlán, Puerto Peñasco, Puerto Vallarta, Jamaica, y Bahamas.
Las agencias de viajes, no citan cuál es la edad mínima para beber en aquellos lugares, pero también, está el hecho de que apenas se impone la edad mínima para consumir.
En México, es 18 años, respecto a los 21 en su país de origen…
Algunas compañías de viajes, fletan vuelos chárter con descuentos, inclusive.
En esa cópula, entre las vidas vividas y las vidas vistas, nace la fantasía.
El signo de la decadencia es este:
Que las películas, que los programas de TV, con sus imágenes, y sus narrativas, extensiones de nuestro flujo mental, no sólo han invadido nuestros sueños, los han reemplazado.
“God, I can't believe how many new friends we made”
Spring Breakers es un drama del año 2012, escrito y dirigido por Harmony Korine.
Protagonizado por Selena Gomez, Vanessa Hudgens, Rachel Korine, Ashley Benson, James Franco, Heather Morris, Emma Holzer, Ash Lendzion, Josh Randall, Gucci Mane, entre otros.
Si en la primera película del director, “Gummo” (1997) el “white trash” adolecía una miseria de nacimiento, en Spring Breakers se centra en una basura adquirida, producto de la publicidad, la televisión, la frivolidad, y la incomunicación.
Las “niñas bien”, devoradas por la peor cara de los Estados Unidos; 4 jóvenes en edad universitaria, que deciden robar un restaurante de comida rápida, con el fin de pagar sus vacaciones de primavera.
De acuerdo con Harmony Korine, escribió Spring Breakers para “compensar” sus propias vacaciones de primavera, ya que se dedicó por completo al “skate”, se perdió lo que él vio, como una oportunidad para “actividades hedonistas”
Para Spring Breakers, el director reunió a propósito, a un grupo de actrices jóvenes conocidas, y reconocidas como “chicas de buen ver”; y se filmó en los alrededores de St. Petersburg, Florida, EEUU; donde:
Faith (Selena Gómez), Brit (Ashley Benson), Candy (Vanessa Hudgens), y Cotty (Rachel Korine), planean reunir dinero, para su viaje de vacaciones de primavera, atacando un puesto de comida rápida.
Pero eso es solo el principio…
Durante una noche de fiesta, las chicas son arrestadas con cargos por drogas.
Con resaca, y vestidas solo con sus bikinis, comparecen ante un juez, pero son liberadas inesperadamente por Alien (James Franco), un matón local, traficante de armas y drogas, que las toma bajo su ala, y las lleva a las vacaciones más salvaje de la historia.
Duro por fuera, pero con un lado amable, Alien se gana el corazón de las chicas, y las llevará en un viaje que nunca olvidarán…
Spring Breakers, es una obra de una radical puesta en escena, de contenido provocativo, un vil retrato de una juventud, cuya pasión por el “carpe diem”, ha ido demasiado lejos.
Por un lado, el realizador pretende vanagloriar esas escapadas hedonistas, que cada primavera, los jóvenes aprovechan hasta el último momento, a la vez que presentar la vacuidad que empuja al cuarteto de chicas, a cometer una locura tras otra, con tal de disfrutar lo que ellas piensan, “es la mejor etapa de sus vidas”
Divertirse salvajemente, tendrá sus consecuencias en cada una de ellas, y poco a poco, el grupo irá percatándose de qué tan hondo están metidas en la ciénaga, que ellas mismas se crearon.
¿Discurso o panfleto generacional?
Spring Breakers no es más que el sueño perpetuo que viven todas las generaciones de jóvenes, cada una de una manera distinta, pero que se basa en la inconformidad, la rebeldía, el querer ser diferente, y vivir experiencias como las de las películas, pero que siempre acaba en decepción, ya que nunca se convierte en realidad.
Spring Breakers, es una historia criminal, que retrata la vida de una generación que se va perdiendo poco a poco, debido a la inhabilidad de aceptar un futuro, en el que las cosas no son tan fáciles como ellas se la plantean.
La vida no es un videojuego, aunque cierto personaje la plantee como tal, y el precio será diferente para todas.
“Feels as if the world is perfect.
Like it's never gonna end”
Spring Breakers, llega precedida de la controversia; y es tan solo, el nuevo intento de Harmony Korine, por retratar la decadencia de las nuevas generaciones.
Él, ya ha escrito antes películas como “Kids” (1995) o “Ken Park” (2002), en los que se acercan a personajes de este tipo, que descubren la diversión en las acciones más violentas, o que simplemente son “incorrectas” ante las convenciones morales de la sociedad.
Cuando esas películas se estrenaron, causaron que se generara un debate sobre el estado actual de los jóvenes en la sociedad urbana, y eso fue, porque se mostraba algo que la industria del cine, no había mostrado nunca antes.
Adorada y odiada casi a partes iguales, Spring Breakers quiere erigirse como la revelación absoluta, quitar vendas de los ojos, y mostrar el verdadero “Sueño Americano” del siglo XXI, la pena es que tiene que conformarse con ser el “manual teen, carente de ideas para dummies”
Spring Breakers, en una excursión hacia el lado oscuro de la diversión, o las formas de diversión, creadas por los jóvenes de este siglo, en el sentido más estricto de la palabra, a través de sus 4 descarriladas protagonistas.
Realizamos un viaje de abstracción total, a modo de cuento sin/con retorno, a las antípodas del “Sueño Americano” y sus esencias, mediante una dirección sorprendente, donde Korine olvida su etapa más experimental, que imprime a la historia, de un aroma de trascendencia, que termina pasándole algo de factura a nivel global, remarcando con hacha y machete, cada frase, y cada “momentum”, como si se tratase del fin del mundo en exclusiva... aunque viendo a todas esas víctimas de lo superfluo, de plano en plano, lanzando sus enormes sonrisas directamente a cámara de forma continua, como si fuera una enorme lengua que las llena de babas, tal vez no quisiera darse a entender otra cosa.
Volviendo al terreno argumental, el correteo de estos 4 zorrones, entre litros de alcohol, kilos de droga, y pulgadas de sexo, las llevará a conocer al “Rey del Palacio” contra todo pronóstico, un estereotipo/caricatura para ser más justos, predominante en nuestra sociedad, lo que yo llamo “White Trash”, que solo aspira a ser un “negro” malo, con ansias de maldad, pero desprovisto de bemoles frente a 2 “simples” universitarias, interpretado con un ahínco, y un carisma insultantes, por ese niño prodigio que es James Franco, y que les mostrará, cual es el precio del resultado restante de esa infinita juerga que consideran “vida”; como el hilo que todo lo maneja, para dar fruto a esos eventos, en un submundo donde las metas de más altura, se han disminuido a niveles de materia gris, dinero fresco y balas, en todo su repugnante esplendor.
De las 4 “descerebradas”, Faith, interpretada por Selena Gomez, es el personaje que sirve, en un inicio, como el conductor de la acción.
Con sus intervenciones en “voz en off”, sus dudas, y las llamadas telefónicas que realiza a su familia, el espectador entiende su conflicto interior...
Su nombre, “Fe”, no es simple casualidad, pero sus 3 amigas de la infancia, que son descalificadas sin piedad por la gente con la que ahora se relaciona Faith, son unas cabras locas, que no dudan en atracar un establecimiento, para conseguir el dinero suficiente para vivir la mayor aventura de su vida…
Aun cuando este conflicto es bastante básico, la educación religiosa y su vida regular le parecen monótonas, en contraposición a un mundo de fiestas, diversión y placeres inmediatos; para romper con la rutina, decide irse de escapada con sus amigas, y sí, los personajes de chicas irresponsables y atrevidas, funciona durante la primera media hora, pero luego termina por convertirse en un cliché... pero muy bien fotografiado.
El ferviente deseo de las 4 protagonistas, de tomar estas vacaciones, les lleva a buscar cómo hacerlo a cualquier precio.
La única importancia, es la de conseguir el dinero, sin preocuparse de las repercusiones que eso pueda tener, no existe una visión de futuro, en la forma de ver la vida.
No la existe para conseguir su propósito, divertirse; y no la existe para llevar esta diversión, a los extremos más radicales.
De hecho, no hay lugar para la conciencia, el temor, ni los remordimientos.
De hecho, cuando la única de ellas, empiece a tener estos sentimientos, debidos a una educación cristiana, lo subsanaran con la facilidad de mandarla a casa, ni la amistad parece un factor clave, cuando alguien puede aguarles la fiesta, acercando a ellas la realidad.
Con la intervención de Alien, ojo con el nombre, el personaje encarnado por James Franco, como un rapero que hace de gánster, en la vida de las chicas; Faith decide que el “spring break” no es lo suyo, y debe regresar a casa, sola.
Este es, quizá, el error:
Con “la voz principal” perdida, ninguno de los otros personajes, parece recogerla de manera adecuada, la voz se disipa, y ya no sabemos qué nos están intentando contar, o si quiera, qué se supone debemos sentir...
Tal vez, es no contar nada, y mostrar lo vacía que puede llegar a ser la vida.
Dirá igualmente el director, que la elección de las actrices protagonistas, no ha sido fruto de la casualidad, que ellas mismas representan esa degradación sociocultural, a la que hacía referencia.
Desde las actrices, los casos más evidentes, son los de las ex chicas Disney:
Vanessa Hudgens y Selena Gomez, pero Ashley Benson y Rachel Korine, en efecto, la esposa del director, podrían encajar.
Son 4 macizas, recién adultas, que se desnudan frente a la cámara, física y metafóricamente, para escarmentar a sus respectivos clubes de fans.
Como diciendo:
“Mira la mierda que están adorando.
¿Es que no les da vergüenza?
Actrices y cantantes, que llevan encima, todo el peso de la fantasía de un país, cuyas vidas no conocen lo privado, pues su vida entera es un “Reality Show”
Desde lo técnico, alabar su fenomenal estética de videoclip, con colores chillones y luces de neón, resaltando sobre la noche negra, o bien, haciendo juego con los torsos desnudos que se broncean en la playa.
El montaje de las escenas, es interesante, con constantes anticipos de lo que va a suceder a continuación, aunque pierde el efecto tras unas repeticiones innecesarias.
¿Otra metáfora sobre el sinsentido de la vida?
Hay un momento de enfoque tipo granel, que deforma lo que captura que me pareció transformador…
Spring Breakers, es un asalto sensorial, de permanente estimulación para una generación, cuyo lapso de atención, nunca es de más de 4 minutos:
Un banquete de senos y traseros en “slow motion”, bikinis fosforescentes, y gafas de sol mega hípsters, vértigo de porros y “bongs”, coreografías alcoholizadas…
La eterna fiesta que echa la casa por la ventana, con “jumpcuts” de rayas de cocaína, inhaladas de ombligos de jóvenes Princesas pop.
Un montaje de “loops” y elipsis, y frases que se repiten como mantras y conjuros enervantes, que llegan hasta el mal viaje, sugiriendo estados mentales a través de la abstracción, delirios, impasses, las repeticiones de la mente atrapada, atrapada en un nivel de videojuego…
La híper realidad de la imagen, la substitución de lo real por su representación.
Todo está filmado con una limpieza insultante, a propósito, como si se hubiera utilizado “Photoshop”, para disimular las imperfecciones de nuestros sueños, esos que aparecen en las portadas de las revistas, en forma de tetas grandes, cinturas de avispa, y rostros sin arrugas.
Llueve dinero por doquier, huele a sexo y a McDonald’s en cada rincón, y sólo importa saber, cuál será el próximo límite que nuestra retorcida mente del siglo XXI, será capaz de sobrepasar.
La ambivalencia, los contrastes, la confusión, la ambigüedad, la dispersión, todas estas características de la psique adolescente, son parte de las impresiones que deja Spring Breakers, igualmente en el público, seguramente, numerosas opiniones encontradas, como cuestionamientos sobré:
¿Qué hacen los hijos cuando se van de vacaciones?
¿Se trata Spring Breakers, de una exaltación falocrática voyerista, donde el cuerpo de las 4 “pop stars” casteadas, es el obscuro objeto del deseo, la mirada masculina que se arrellana sobre la juventud, en eterno deseo?
¿O es en realidad, una película neo feminista, donde se celebra el poder de la sexualidad desenvuelta, la inalienable comodidad corporal que muestran las chicas, coqueteando y seduciendo, empoderándose, hasta suplantar a la figura masculina, que les propina a ellas “blowjobs”, cumpliendo el arquetipo de las chicas malas que controlan su destino, liberándose al trascender los límites establecidos?
La intención de Harmony Korine, parece estar más que en hacer una crítica, o no, de lo que es el “Spring Break” y la cultura pop juvenil estadounidense, en retratar una sensación, el “look and feel”, la energía, el sonido, la textura, y los estados emocionales que suscitan estas jornadas, es el público el que, si acaso, juzga.
Me quejo de que solo tetas y culos de mujer vemos, y los típicos besos lésbicos… si bien, ver penes, culos de hombres, o besos homosexuales, están fuera de la realidad…
¿Por qué no lo permiten?
Porque Spring Breakers es 100% para hombres, que usan a las mujeres como mercancía/objeto, y no al revés.
Ni una puta erección vemos…
Atención a una secuencia de alto contenido sexual, de Alien con 2 de las actrices en el dormitorio, muy homoerótica.
En la escena final, la del tiroteo en casa del gánster, interpretado por el rapero Gucci Mane:
¿Cómo es posible, que 2 universitarias, acaben con una buena cantidad de gánsteres, caminando por campo abierto, mientras reciben fuego enemigo?
Y después de eso, sólo se les ocurre huir en el coche de la persona a la que acaban de matar... a lo mejor, Spring Breakers se desarrolla en una dimensión paralela, en la que la policía es tonta...
Y no es raro, que cuando Faith desaparece, todo aquello se convierte cada vez más, en algo irreal…
Por último señalar, que Harmony Korine lleva más de 10 años obsesionado con Britney Spears, es un gran fan suyo, seguramente su mujer tiene que estar un poco cansada, e hizo que Spears, por poco apareciera en Spring Breakers, pero al final, el asunto quedó en un homenaje:
El gran momento “Everything” de La Spears.
“Just pretend it's a video game.
Like you're in a fucking movie”
Pierre Jules Théophile Gautier, famoso poeta, dramaturgo, novelista, periodista, crítico literario, y fotógrafo francés, hablaba sobre Charles Pierre Baudelaire, y su club dedicado a la experimentación con drogas, principalmente hachís, llamado “Club des Hashischins” que:
“Amaba eso que impropiamente se llama estilo de decadencia, que no es otra cosa que el arte, cuando llega a ese punto de madurez extraña, propio, y característico de las civilizaciones que envejecen; estilo ingenioso, complicado, sabio, lleno de matices, y de refinamientos, que extiende siempre los límites de la lengua, explotando todos los vocabularios técnicos, tomando colores de todas las paletas, notas de todos los instrumentos, esforzándose por expresar el pensamiento en lo más inefable que tiene, y la forma en sus contornos más vagos y fugitivos”
Este “rito de pasaje” de las generaciones actuales, en primera instancia, en una reflexión somera, es el máximo denominador de la decadencia posmoderna:
El pop pegajoso de pésima calidad, que invoca sueños permanentemente adolescentes, el “cheesy house”, el gánster rap, con su trinidad de armas, perras, y dinero, la premura que hace porno del erotismo, sexualidad sin el asomo de la conciencia, el “grinding” o “bamboleo vaginal” incesante, como acto reflejo pavloviano de la sexualidad femenina mecanizada, o programada por MTV, para desbordarse indiferentemente, en búsqueda del culo o la cubeta de esperma o cerveza; las drogas que solo embotan, más que abrir puertas de percepción, el hedonismo “trash”, que se arroja al sol, simbolizado en una joven borracha, que bebe chorros de vodka de una manguera en forma de pene, hasta colapsar en la playa, mientras decenas de jóvenes alzan las manos al cielo, siguiendo la fiesta entre eufóricos “beats” que se repiten; y un animador alienígena, que les dice lo que deben de hacer después...
Los cuerpos torneados de los jóvenes, que prueban las raudas mieles de la promiscuidad, sin la mirada condenatoria, que se empapan de una semana de oasis, desfilan tan irresistiblemente atractivos, como decadentes.
Desde aquí, entramos en la confusión central que es Spring Breakers, pero que es también la sexualidad “teen” estadounidense:
La liberación de la moral recatada, la expresión flagrante del instinto, pero siempre de manera mediatizada, sexualidad que se vuelca hacia fuera, y libera enajenando, se encuentra en la perdición.
Dirá Harmony Korine, que no hemos sabido captar su mensaje profundo, acerca del vacío de la vida, de esa etapa adolescente, en la que te apetece mandarlo todo al carajo, del dolor que supone transformarse en adulto, y cargarse de obligaciones por siempre jamás.
Y también, de lo estúpida que parece esa rebeldía, perteneciendo a una cultura que adora los ídolos prefabricados, y las canciones horteras de la estúpida e inestable de Britney Spears.
Decía, Jean Baudrillard Reims, filósofo y sociólogo, crítico de la cultura francesa, que:
“Disneyland se presenta como imaginaria, para hacernos creer que el resto del mundo es real”
Cuando la realidad ha sido substituida por el simulacro.
Quizás algo similar ocurre aquí.
Spring Break se nos presenta, como un oasis de decadencia, para hacernos creer que esa decadencia, no es parte continua de nuestra realidad, o que su paroxismo, no es una consecuencia de una doble moral que prefiere no mirar su sombra.
Así, la fantasía puede continuar, con “pop stars” virginales hechas en Disney, con un lado salvaje secreto y ninfómano, y raperos multimillonarios, la rebeldía de lo “cool” a base de pistolas, que sustenta al sistema del cual se rebela, sin que reparemos en lo que significa, y en la vida psíquica que reprime.

“This is the fuckin' American Dream”



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