Sharknado

“Enough said!”

Hay 2 categorías de películas malas:
La primera se compone de bodrios insalvables, filmes tan aburridos, que dejan al espectador en estado de coma o, bien, le inyectan unas furiosas ganas de prenderle fuego a la pantalla; y la otra, está formada por un grupo selecto de ridiculeces cinematográficas, esperpentos que se transforman en deliciosas comedias involuntarias.
No necesariamente participan de la selección, aquellos filmes hechos con 2 céntimos, pésimos decorados, y paupérrimos efectos especiales, ya que a veces, uno se topa con películas inteligentes, carentes de presupuesto.
Por el contrario, he visto cómo producciones ultra solventes, han cometido suicidio artístico, desbarrancándose entre el escarnio, y el rechazo popular.
En general el 99% de los filmes que entran en la categoría de “malos” suelen cometer el pecado mortal de tener a un director/guionista/productor, con exageradas pretensiones artísticas.
El caso típico es Edward Wood Jr., el cual se consideraba a sí mismo, como una especie de Orson Welles del bajo presupuesto.
Así pues, lo que convierte a los filmes malos, en películas de culto, es la inapreciable cualidad de la ingenuidad:
Son filmes con aspiraciones, pero ejecutados de la forma más bizarra posible.
Sus creadores, estaban convencidos de que estaban haciendo buen cine, con lo cual, la derrota de su proyecto, se debe a su propia inoperancia.
Ciertamente, debatir la evolución de la calidad en el cine, es un tema que excede a este artículo.
Uno podría decir, que hace 50 años, Hollywood hacía producciones de altísima calidad, y había un puñado de anónimos artesanos, sobreviviendo en las series B y Z del cine, los cuales pretendían imitar a los Majors de La Meca del Cine.
Con el correr del tiempo, los papeles se invirtieron:
Los artesanos anónimos, pulieron su estilo, y se hicieron más eficientes, y Hollywood comenzó a degradar la calidad de sus productos, hasta convertirlos en filmes serie B, sobre producidos.
En toda esa evolución, siempre hubo artistas independientes, y siempre hubo gente con talento, y gente que hacía burradas.
La popularización del Super 8, primero, y de las videocámaras después, trajo la democratización del cine, un fenómeno que continúa hasta hoy, gracias a la proliferación de los medios digitales.
Mientras que antes, los únicos cineastas independientes, eran palurdos con mucha plata, o con mucha labia para convencer a ingenuos productores, y que carecían de cultura cinematográfica.
Hoy en día, la gente está empapada de cine, y aún los directores más noveles e inoperantes, saben cómo empuñar una cámara.
Digo, si hoy filmas cine, y lo haces mal, es porque no te interesa aprender, ya que los medios, y toda la información está al alcance de todos.
Por su parte, Syfy, es un canal temático internacional, dedicado mayoritariamente a la emisión de series, y películas de ciencia ficción, si bien, también dedica espacios a los géneros de fantasía, horror, y fenómenos paranormales; especializados en la serie Z, que muchos entusiastas creen haber inventado hace pocos años, pero que tiene una larga trayectoria.
Basta leer “The Psycotronic Encyclopedia of Film”, de Michael Weldon, para comprobar que el cine malo de solemnidad, es tan viejo como El Séptimo Arte.
Y si a la incompetencia le sumamos el bajo presupuesto, el cóctel molotov ya está encendido.
Así que mucho cuidado con tenerlo demasiado cerca... porque según parece, los tiburones han sido uno de los principales temas de estas películas para televisión, dando pie a aberraciones como la mutación entre pulpos y dichas criaturas, o donde un tsunami provoca el resurgir en un escualo prehistórico que se creía extinguido, el cual no tardará en empezar a sembrar el caos...
¿Qué es más peligroso que un tornado?
Un tornado con tiburones.
¿Quieres ver tiburones de todos los tipos volar, colarse por alcantarillas, carreteras, piscinas, en tu propia casa, e incluso, verle saltar y aferrarse como si de un perro se tratara?
“It’s raining sharks!”
Sharknado es una comedia del año 2013, dirigida por Anthony C. Ferrante.
Protagonizada por Ian Ziering, Tara Reid, John Heard, Cassie Scerbo, Diane Chambers, Jaason Simmons, Chuck Hittinger, Aubrey Peeples, Sumiko Braun, Julie McCullough, Alex Arleo, entre otros.
El guión es de Thunder Levin, y es la primera entrega de la serie Sharknado, que trata sobre un tornado marino, que levanta los tiburones de los océanos, y los esparce por Los Angeles.
Las secuelas de Sharknado han sido:
“Sharknado 2: The Second One” (2014), y “Sharknado 3: Oh Hell No!” (2015), donde combinan acción, terror, drama, intriga, suspense, amor, comedia, aventuras... todos estos géneros, dignos de una borrachera.
El director, Anthony C. Ferrante, antes de ser director de cine, fue escritor y colaborador de la archifamosa revista Fangoria.
Seguramente, uno de los tipos que más conocen la industria del cine de terror por dentro del mundo entero; siendo Sharknado una producción de The Asylum, la compañía que habitualmente produce copias lamentables de los grandes éxitos del momento.
Antes de que el “trending topic” fuera la medida de cualquier éxito, las series B y Z, eran un asunto comentado en la intimidad, por los habituales de los videoclubs.
Por lo general, una cinta tan deleznable como Sharknado, solía formar parte de las bromas privadas de los cinéfilos, y la máxima aspiración de sus productores era que, tras recorrer los cines de barrio, o los autocines, alguna televisión la programara en un pase de madrugada.
El fenómeno Sharknado, despegó en el verano de 2013, y la película se convirtió en la más tuiteada de la historia en EEUU, con más de 600.000 mensajes relacionados con la película.
Todo un fenómeno, que no se vio reflejado en taquilla en su estreno en el cine.
Curiosamente, un representante del Servicio Meteorológico Nacional, en tono de broma, recomendó qué hacer en caso de un “sharknado”, diciendo:
“Como con cualquier tromba marina, o un tornado, el mejor consejo es estar en una parte interior de la planta baja de un edificio sólido, y no fuera, si los tiburones están lloviendo o no”
Y organizaciones como La Cruz Roja de la ciudad de Oklahoma, también utilizó Sharknado como una oportunidad para transmitir información de seguridad contra tormentas, mientras que otros lo incorporaron a su propia publicidad.
La acción de Sharknado, comienza en El Océano Pacífico.
Campea el temporal en un pesquero, en el que un hispano mal encarado, el capitán, se enfrentan con un asiático de malas intenciones, a cuenta de varios fajos de billetes.
La bronca es breve; y un torbellino lanza varios tiburones sobre la cubierta, y éstos devoran a todos los tripulantes...
Tras una transición soleada, digna de “Baywatch”, conocemos a los protagonistas:
Un hostelero aficionado al surf, Finley “Fin” Shepard (Ian Ziering), y su amigo Baz (Jaason Simmons)
Cuando un tornado siembra de escualos hambrientos todos los rincones de Los Angeles, los 2 amigos, acompañados por la rotunda Nova Clarke (Cassie Scerbo), se lanzan al rescate de la esposa de Fin, April Wexler (Tara Reid), y de su hija Claudia (Aubrey Peeples)
Mientras se las ven con 200 mil tiburones digitales y de plástico; Fin y los demás se encuentran con otro hijo de la pareja, Matt (Chuck Hittinger), que sabe pilotar helicópteros, y resulta decisivo a la hora de enfrentarse con esa ventolera feroz.
Sin dudas, Sharknado es un título de culto, al menos los yanquis la consideraron tan descerebrada, que terminaron por convertirla en un fenómeno popular, y se suma a la larga lista de abominaciones producidas por The Asylum y/o, el canal SyFy, la cual está poblada por los tiburones asesinos más absurdos de la historia del cine.
Tras su éxito en televisión, se decidió estrenarla en cines, y confirmar que habrá secuela que solo se podrá ver, como esta, con muchas cervezas en el cuerpo.
Y es que Sharknado es mala con avaricia, ensañamiento y alevosía.
“They took my grandfather.
That's why I really hate sharks”
Hay películas que deberían ser de visión obligada en las escuelas de cine, y Sharknado debería ser una de ellas, con la aclaración del profesor que diga “Muchachos, si quieren saber lo que es el cine:
Sharknado no lo es”
Este filme atroz e incoherente, dirigido por Anthony C. Ferrante, es una fusión de tiburones, tornados, y pésimas interpretaciones.
La confianza en el futuro de la narración cinematográfica, así como nuestro entusiasmo como espectadores, pierden algo de fuerza por culpa de este engendro, cuya singularidad, solo está justificada por una creciente fama en las redes sociales; y por culpa de Quentin Tarantino, toda una generación de blogueros, se ha acostumbrado a la comida rápida, pero al carecer de referencias, ni se les ocurra preguntarles por Leo McCarey, Raoul Walsh, Fritz Lang o Michael Curtiz, sus opiniones equivalen al gusto de un consumidor de hamburguesas en un restaurante de 5 tenedores.
Es decir:
Intuyen que Sharknado es bazofia, pero la devoran con la fruición que se ha comprobado estos días.
La cinta, protagonizada por viejas glorias caídas en el más triste de los olvidos, como Ian Ziering de “Beverly 90210” en el rol de Fin Shepard; y Tara Reid de la franquicia “American Pie”, se convirtió en un éxito viral en Internet, que dio paso a una inusual estrategia:
Varias repeticiones altamente publicitadas.
Es así como de un 1,4 millones de televidentes, en el debut, pasó a 1,9 millones en su 2ª pasada en la TV, y para la 3ª, consiguió 2,1 millones.
A día de hoy, se calcula que los beneficios de Sharknado, han llegado a los $19 millones, ya que en cada repetición y pase de la película en SyFy, se incrementaban los espectadores, siendo una de las películas más rentables de todo 2013.
Y es que este género, está actualmente de moda con títulos como:
“Avalanche Sharks”, “Sharktopus” o “Snow Shark”, e infinidad de cintas que se han unido al fenómeno “Shark” o “sharkismo”, que me perdone La RAE.
“A la gente le fascinó el título y el argumento de Sharknado.
Se ha convertido en un fenómeno sin que mucha gente la haya visto”, le comentó a BBC Mundo, Michael O'Connell, periodista de la revista The Hollywood Reporter.
La actriz Tara Reid, dijo:
“Es una tontería, y hay sólo una cierta cantidad de barreras que uno puede traspasar.
No se puede tomar en serio, cuando los tiburones vuelan en el cielo.
(¿uh?)
Es tan así, que es realmente muy divertida”
Según datos de producción, “el elenco, tuvo que imaginar la presencia de los tiburones, debido al constante uso de croma para crear a los escualos, e introducirlos por ordenador”
¡No lo puedo creer!
En una entrevista con Uproxx, Ferrante resume la trama:
“Hay una inundación y una tormenta.
No te preocupes por ello.
Es una pequeña y extraña película.
Pensamos que poca gente la apreciaría, y de repente, todo el mundo se ha vuelto loco con ella.
Nunca podríamos haber anticipado que algo así sucedería”, señaló el realizador.
Y Sharknado, se vio aupada a la fama, con la misma celeridad que proliferan en las redes, esos vídeos idiotas, en los que un cretino hace el salto del ángel sobre una piscina helada, o un bruto destroza una fila de sandías a cabezazos.
En Internet, el ridículo, la fealdad, y el bochorno, siempre son más atractivos, que la calidad y el talento.
Un sociólogo, podría entretenerse con esa triste estadística, mientras escucha el “Harlem Shake” por poner un ejemplo.
Así, Sharknado nos cuenta una historia sobre la familia, en primera instancia, y la supervivencia de ésta, frente a un fenómeno extrañísimo, que hace que los tiburones se alíen con los tornados, para poner en jaque a la humanidad.
O al menos, a los habitantes de Los Angeles.
Ian Ziering que interpreta a Fin, un padre que mantiene una escasa relación con su mujer e hijos, pero que decide salvarles, cuando la amenaza de tormenta de tiburones se vuelve realidad...
Y nosotros le acompañamos en su viaje, uno en el que no faltan personajes secundarios como:
Nova, la novia que va descubriendo la realidad sentimental de Fin, el “poeta de la catchphrase” Baz; o George (John Heard) y su inseparable taburete mata escualos.
Se dice que las “road movie”, son películas que pueden extrapolarse, por su desarrollo, al avance lineal de la propia vida humana.
Aquí, más o menos sucede lo mismo, manteniendo esta estructura al paso que vamos descubriendo a nuevos iconos, como:
“Joni con í latina”, la reportera más genial del mundo mundial; o cierto cuidador de niños, con alergia a Hollywood...
Un puro espectáculo, un ejercicio de deconstrucción del lenguaje, que daría para una sesudo análisis, o para volverse adicto al crack.
Juzgar por sus valores artísticos a Sharknado, no deja de ser una completa pérdida de tiempo, ya que en su propia naturaleza está, el ser un producto “trash”, cuya existencia se basa en un puñado de escenas, en las que el espectador ha de reaccionar, y acaba desconcertado, ya sea para mal, o incluso recurriendo a los aplausos, según la cantidad de alcohol que tenga en sangre, se puede vomitar.
También, hay lugar para pequeños apuntes de humor, que no podrían ser más desacertados, como esa broma a costa de la regla y apariciones aleatorias de personas, cuya presencia está clara que es para no tener que cargarse a ninguno de los protagonistas, carne de cañón obligatoria, o al menos, no hacerlo antes de tiempo.
Sólo la política de “es tan malo que es bueno”, juega a su favor.
Lo mejor de Sharknado es la cara dura de la propuesta...
Atención a la secuencia final, que vale su peso en oro.
Lo más llamativo, es como Ian Ziering parece haber encontrado la fuente de la eterna juventud, que durante el rodaje, el actor contaba con 49 años de edad...
Y los mejores efectos especiales, residen en la alineación busto/pectoral de la actriz Tara Reid.
Como era de esperar, en Sharknado hay constantemente, errores de continuación:
Los personajes, pasan de empapados a secos al instante, y se repite durante todo el metraje.
No hay rigurosidad geográfico/espacial, la ciudad puede estar mojada, inundada, o perfectamente seca, de un plano a otro.
Igual con los personajes, aparecen y desaparecen sin solución de continuidad.
No se respetan reacciones de la física elemental, como un tiburón cayendo al agua, sin generar el más mínimo chapoteo de la misma, y tampoco se percibe una unidad argumental sostenible:
Como los tiburones simplemente no paran de caer…
Es tal el caos, que uno no puede menos que confirmar lo obvio:
Está todo calculado, para que Sharknado salga de todo cálculo.
Como el joven de la playa, que es mordido por un tiburón en la costa, siendo imposible, ya que ahí, un tiburón no podría nadar.
O al momento de bajar del puente en rapel, cuando la toma muestra la calle desde abajo, está totalmente seca, pero supuestamente están rodeados de agua y tiburones...
Un tornado, pasa por el edificio, donde se refugian los protagonistas; y vuela partes del techo, apenas logran aguantar las puertas, y una mujer es succionada por el viento, estando dentro del edificio…
Pero eso sí, justo a la entrada, hay un helicóptero perfecto, y en perfecto estado…
Vamos, que el tornado tiene la decencia de respetar los medios de transporte…
Como es posible, que el helicóptero no sea succionado por el tornado, cuando vuelan a poca distancia.
Sharknado tiene tantas ofensas a la lógica que la hacen divertida y hasta la convierte en un test para descifrar lo que es posible y lo que es descabellado.
Y qué final...
Dios mío...
¡Qué final!
¿Cuántas probabilidades hay, de que al protagonista lo devore el mismo tiburón, que momentos antes había devorado a la camarera?
¿Y por qué no la cortó con la motosierra, cuando salto a la boca del tiburón?
Todo lo cual es tan estúpido, que hay que verlo para creerlo.
La camarera del bar, que parece estar pillada por el protagonista, pero que acaba arrimándose al hijo, hasta un triángulo amoroso tiene esta maravilla… que todo quede entre familia, así se pasarán los unos a otros.
¿Habrá versión porno de Sharknado?
¡Mejor no saber!
Lo que me he preguntado durante todo el tiempo del visionado ha sido:
¿Nadie piensa en el estrés que les provoca a los pobres tiburones, salir de su medio natural, y ser vapuleados por el aire, y caer de forma violenta?
Pobres…
Si bien, Sharknado está llena de errores, hay uno que es básico en la trama, y que es la columna vertebral de la historia:
Haciendo lógica, una cantidad innumerables de tiburones, son levantados por los aires, y arrastrados varios minutos girando, y siendo centrifugados sin cesar, y sin poder respirar.
Mareados y ahogados fuera del agua, caen a tierra, y lo primero que hacen al tocar tierra es:
¿Morder?
¡¡Uf!!
Me da la sensación, de que en un momento, le compraron el modelo CGI del tiburón, a algún diseñador de Paint, y desde entonces, han estado amortizándolo durante años, modificándolo, y haciéndolo participar en una galería interminable de filmes horrendos, cada vez más ridículos, y denigrantes.
El pobre “Bruce” el tiburón mecánico que usó Steven Spielberg en su clásico “Jaws” (1975), debe estar retorciéndose de indignación en su tumba.
Que injusto que es el mundo de la elite engreída, de snobs e intelectuales.
Porque Paul Thomas Anderson, hizo una película donde llovían ranas, y decían que era:
“Un insólito retrato sobre el tormento interior y el perdón, que esconde múltiples lecturas”
Pero si Anthony C. Ferrante, hace una en la que llueven tiburones, la critican porque “en esta película llueven tiburones”
Que selectiva es la voluntad de interpretar las cosas metafóricamente, que tienen estos esnobs cinéfilos.
¿eh?
¿Qué importa que los tiburones sigan vivos, luego de pasarse horas volando en el aire fuera del agua?
¿Acaso ya no recuerdan esa perla de sabiduría qué Jeff Goldblum nos enseñó en “Jurassic Park” (1993)?:
“La vida se abre paso”
Si los dinosaurios aprendían a parir sin tener que follar:
¿Por qué los escualos no van a poder aprender a respirar directamente de la atmósfera?
Los delfines ya lo hacen, es cuestión de tiempo…
¡Y cuánta anarquía la de Sharknado!
¡Qué impetuosa rotura de las leyes científicas!
Da igual que los tiburones, inexplicablemente se mantengan vivos durante horas, flotando entre los tornados y vientos huracanados; es un giro artístico absolutamente necesario, como medio para seducirnos con secuencias tan leyendarias, como aquella que involucra a un escualo que destruye a mordiscos el techo de un coche en marcha, en medio de una carretera...
¡Grande The Asylum!
¡Grandes son nuestros bufones!
Tomen mi dinero, hagan la 2ª parte; no me importa que se rían de mí con una bazofia rodada en 4 días, y montada en 4 horas, con un 40% de material de archivo extraído de documentales del Discovery Channel, solo les pido una cosa:
Que sea tan divertida como Sharknado.
Pero la verdad es que no la veré…
Así de bipolar me puso esta joya de culto.
En definitiva, Sharknado es una película de Serie B, con unos efectos lamentables, en los que la recreación mejor del tiburón, son unas imágenes de archivo.
Una película que de tan mala que es, es hasta buena.
Lo mejor, es la cantidad de despropósitos por minuto, que no se toma en serio, y que desde luego, atreverse a hacer algo así, ya tiene su mérito.
“They control it all!
And the weather too!
I gotta hand it to em though, sharks?
I never saw that coming”
Rey o bufón.
¿Quién es el más imbécil?
Los reyes se ríen del talento del bufón, para interpretar la estupidez.
El bufón se aprovecha de la estupidez del rey, para ganarse la vida.
Dicho esto, no se puede decir que The Asylum, la productora encargada de, entre muchísimas cosas, cruzar en batallas escualos gigantes contra cocodrilos prehistóricos, o de deleitarnos con subnormales “mockbusters” a rebufo de las grandes superproducciones hollywoodienses, no nos trate como verdaderos reyes, y por ende, como verdaderos imbéciles.
¡Pero qué importa!
Ya decía Séneca, que “es agradable ser estúpido a veces”, y no seré yo, un erudito de la imbecilidad autoproclamado hace ya tiempo, quien le lleve la contraria al autor de “El Libro de Oro”
Porque en Sharknado, el intento de aplicar la lógica, puede acarrear intensas jaquecas.
Imposible analizar Sharknado, como si desmenuzáramos cualquier otra película al molde, porque Ferrante se fue del molde, y no tuvo vergüenza.
Sharknado, es una desfachatez, coherente dentro de su incoherencia.
Ha hecho del absurdo, un “leitmotiv”, y lo respeta con un cuchillo entre los dientes.
Absurdo, es una palabra que se utiliza para designar cualquier hecho, reacción, o situación que a priori viole las leyes del sentido común.
Proviene de lo más profundo de la irracionalidad, y existen técnicas muy sofisticadas para construirlo.
Y Sharknado las tiene, porque en el fondo, calificarla de estupidez no sirve, si pretendemos señalarle una característica:
Simplemente estamos sintetizando todo, dentro del juicio de valor que nosotros tenemos de ella.
En resumen, que Sharknado puede no habernos dejado algo sustancial, pero nosotros tampoco estamos diciendo nada.
¿Qué esperas de una película que trata sobre tornados, que hacen volar a unos tiburones hechos con el Paint?
Ofrece exactamente lo que promete, y superando todas las expectativas.
Porque son películas muy baratas y descuidadas.
Con el dinero que tiene The Asylum, con la fama, con la infraestructura que tienen ahora, podrían lanzarse a hacer otro tipo de cine, con más calidad, más éxito, y más independiente, sin dejar de lado el sello que les caracteriza.
Pero en fin... ese es su modelo de negocio, y me imagino que si no cambian, es porque les va bien.
Por tanto, Sharknado es la mejor película de tiburones voladores de la historia.

“My mom always told me Hollywood would kill me”



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