The Boxtrolls

“Heroes come in all shapes and sizes... even rectangles”

La humillación, es un tipo de conducta o condición, que constituye una buena razón, para que una persona considere, que se le ha faltado el respeto.
Avishai Margalit es un catedrático del Instituto de Estudios Avanzados de La Universidad de Princeton, y Catedrático Emérito de Filosofía de La Universidad Hebrea de Jerusalén; siendo uno de los pensadores contemporáneos, más destacados por sus reflexiones sobre la condición humana, los fundamentos morales de nuestro tiempo, y los problemas a los que se enfrentan las sociedades occidentales.
En la actualidad, la filosofía centra básicamente su atención, en el ideal de la sociedad justa, basado en el equilibrio entre libertad e igualdad.
El ideal de la sociedad justa, es sublime, pero difícil de poner en práctica.
En cambio, el de la sociedad decente, se puede materializar incluso en la vida de nuestros hijos…
En su libro de 1996, llamado “The Decent Society”, el cual muestra que una sociedad decente, es aquella cuyas instituciones no humillan a las personas, es decir, una sociedad donde el gobierno y todas las instancias que lo representan, no toman decisiones que hagan que una persona sienta que ha sido vulnerada en su condición, degradada en sus derechos, o demeritada en lo que representa su figura.
A decir de Margalit, “una sociedad civilizada, es aquella donde sus miembros no se humillan unos a otros”, donde no se maltratan entre sí, donde se reconocen como seres dignos, y no como entes de segunda clase.
Respecto a la “sociedad correcta”, Margalit nos dice, que ésta deberá propiciar las condiciones para que todos los procesos de gobierno, y autogobierno, sean los debidos, es decir, aquellos que no humillan a las personas, y a la vez, potencian su humanidad.
Y si el político es tachado por la ciudadanía de indecente, podemos dar por hecho que es poco respetable, lo cual en el esquema de Margalit equivaldría a decir:
Un gobernante que no garantiza, o protege la respetabilidad de sus ciudadanos, o en otras palabras, una “sociedad respetable”, es aquella que protege y asegura la respetabilidad de todos sus miembros.
Las sociedades humillantes, quitan autonomía a los necesitados, y los acostumbran a vivir de subsidios, empujándolos a dudar de su propia capacidad de auto sustentación, y naturalizando así su condición.
Se crea entonces, una dependencia perversa entre ellos y el gobierno.
Una sociedad es humillante, cuando dificulta la creación o mantención de puestos de trabajo, cuando crea condiciones para el aumento del empleo marginal, “en negro”, o cuando otorga trabajo como una dádiva, cuando en verdad el trabajo es un derecho.
Es más prioritario originar una sociedad decente, que una sociedad justa.
Margalit parte concretamente del contexto en el que vivimos, con todas las indignantes humillaciones que tan difícil hacen la vida en el mundo.
Eso tiene que cambiar.
“Don't do it.
You won't change who you are.
Cheese, Hats, Boxes.
They don't make you.
You make you”
The Boxtrolls es una película animada, del año 2014, dirigida por Graham Annable y Anthony Stacchi.
Protagonizada por Isaac Hempstead-Wright, Ben Kingsley, Elle Fanning, Toni Collette, Jared Harris, Simon Pegg, Nick Frost, Richard Ayoade, Tracy Morgan, Dee Bradley Baker, entre otros.
El guión es de Irena Brignull y Adam Pava, basados en la novela de Alan Snow titulada:
“Here be Monsters: An Adventure Involving Magic, Trolls, and Other Creatures”, editado en 2005, y primera entrega de una trilogía conocida como:
“The Ratbridge Chronicles”; que nos cuenta las aventuras de un niño humano, criado por trolls de la basura, en su intento de salvarlos de un exterminador de plagas.
Nominada al Oscar como mejor película animada, The Boxtrolls es una alegoría de cómo los candados en los contenedores, impiden la recogida de alimentos aún comestibles.
Protuberancias en los bancos de las marquesinas, y multas criminalizan dormir en la calle.
Triángulos amarillos en sus ropas, los denigran y señalan como a los nuevos judíos...
Los indigentes, ese espejo en el que se reflejan las desigualdades del estado del bienestar, que éste prefiere eliminar que solucionar, haciendo suya la máxima de que, “si no se ve, no existe”
La historia, retrata la fábula cómica que ocurre en Cheesebridge, un pueblo adinerado en La Época Victoriana, donde reina la codicia entre sus habitantes.
Obsesionados por la clase social, y la riqueza, su principal preocupación son sus apetitosos y exquisitos quesos…
Pero todos ellos viven pendientes del mal que habita bajo ellos, en los túneles de la ciudad, donde residen “Boxtrolls”, unos monstruos horrorosos y crueles, que se dedican a secuestrar durante la noche, sus 2 bienes más preciados:
Sus hijos, y sus quesos.
Pero están a punto de descubrir que, la leyenda que siempre creyeron, puede que no sea lo que ocurre ahí abajo en realidad...
Al menos, eso cree todo el mundo.
Pero en realidad, Los Boxtrolls son una comunidad que habita un espacio cavernoso en el subsuelo, compuesta por unos seres estrafalarios y adorables, que llevan cajas de cartón reciclado, como las tortugas llevan el caparazón.
Los Boxtrolls, han criado a un pequeño huérfano humano, desde su más tierna infancia, y le han acostumbrado a una vida dedicada a rebuscar en contenedores, para hacerse con los objetos más inútiles.
Pero cuando un malvado exterminador de plagas, decide erradicarlos, convencido de que solo así podrá formar parte de la alta sociedad de Cheesebridge; la amable y simpática panda de chatarreros, deberá pedir ayuda a su hijo adoptivo, y a una aventurera niña rica, para crear un puente entre los 2 mundos cambiantes… y con olor a queso.
“When you meet someone you must look them in the eye and shake hands”
La factoría Laika, es al “stop motion”, lo que la factoría Pixar, es a la animación digital; y con solo 3 largometrajes a su haber, el estudio Laika, se ha posicionado dentro del grupo más selecto de la animación contemporánea.
Sus películas no tienen el apabullante éxito comercial de Pixar, o Dreamworks, y debido al poco tiempo que lleva, aún no ha alcanzado el nivel de reputación artística de Studio Ghibli, pero aun así, sus trabajos han logrado destacar respecto de la competencia.
Esto también se debe, a que se trata de un estudio que se especializa en la animación, cuadro por cuadro, una técnica que todavía no ha logrado ser reemplazada por las herramientas digitales.
The Boxtrolls tiene, precisamente en sus entrañas, su mayor magia:
Su forma de realización.
La técnica del “stop motion” es, posiblemente, la forma de animación cinematográfica más artesanal y complicada; pues requiere muchísimo tiempo y dedicación, ya que consiste en, fotograma a fotograma, crear la sensación de movimiento a través de un objeto inanimado.
De esta forma, una única escena puede suponer una barbaridad de tiempo para estos equipos especializados, y eso sin tener en cuenta los meses que se tardan en realizar las maquetas y títeres a los que darán vida en la producción.
Con un presupuesto estimado de $60 millones, Laika tuvo que desarrollar para este largometraje de 96 minutos, cerca de 80 personajes, y aproximadamente 50 escenarios en miniatura, para un rodaje que se alargó durante 18 meses, sin contar preproducción, y postproducción.
El resultado:
The Boxtrolls es una fiesta visual, llena de detalles hermosos, y muy bien realizados.
Los escenarios, el pueblo donde se desarrolla esta historia, llamado “Cheesebridge”, es de un inmenso trabajo, y eso sí, muy, muy agradable.
El diseño de los personajes es impecable, y sin embargo hay uno muy ligado al malo, que raya en lo grotesco.
Prima un diseño de producción que hace de lo tétrico, de lo deforme, de lo extraño... en definitiva, de lo aparentemente feo, su principal argumento para llegar a un carisma vencedor.
Algo que es digno de destacar, es el diseño de las casas y edificios que vemos, que es tan expresivo, como el de los propios personajes.
Como si se tratara de una cinta perteneciente al expresionismo alemán, la arquitectura mostrada, posee líneas y figuras muy particulares, que buscan otorgarle a estas construcciones, un sello que hable por sí mismo.
El cuento de hadas, sigue vivo y coleando, sólo que ya no siente la necesidad de ocultar su auténtica naturaleza.
Aceptémoslo, en el interior de cada relato popular con el que hemos crecido, late el corazón de monstruo; por lo que The Boxtrolls mezcla elementos vistos en muchas historias, tanto en lo que sucede como en sus personajes y roles, lo que a ratos la hace algo tópica, pero a otros, le da un interesante aroma a clásico.
La trama, gira en torno al supuesto asesinato del científico más prestigioso de Cheesebridge, y el secuestro su hijo, Jimmy/Eggs (Isaac Hempstead-Wright), un bebé de apenas de 1 año de edad.
Lord Partley-Rind (Jared Harris), máxima autoridad de Cheesebridge, y líder de “Los Sombreros Blancos", un club elitista, entregado a toda clase de disfrutes opulentos, propios de La Época Victoriana, señaló a Los Boxtrolls, como los responsables del asesinato, y secuestro de Jimmy.
A partir de ese momento, en el imaginario de Cheesebridge, Los Boxtrolls resultaron ser unos monstruos repudiables que, dada su peligrosidad, había que exterminar.
Las criaturas, por su parte, reciben sus respectivos nombres, a partir del dibujo que tienen las cajas que usan como ropa.
Así, el niño humano que fue adoptado por ellos, es llamado “Eggs”, mientras que el “boxtroll” que actúa como su figura paterna, es “Fish” (Dee Bradley Baker)
Y es a partir de su sensibilidad moral, que Los Boxtrolls se comprometen a criar a Jimmy, el hijo del científico, quien, en el día de su supuesto asesinato, lo entrega a Los Boxtrolls, para que éstos cuidaran de él.
A partir de ese momento, la vida de Jimmy comienza a transcurrir bajo las alcantarillas, hasta alcanzar la adolescencia.
Como antagonista, Archibald Snatcher (Ben Kingsley), Jefe de “Los Sombreros Rojos”, consciente del interés de Lord Parteley, se ofrece a eliminar a Los Boxtrolls, siempre y cuando le fuera permitido ser miembro del exclusivo grupo dirigido por el Lord.
Si cumplía su compromiso, Archibald Snatcher, no sólo ganaría el derecho de acceder al salón de los quesos, y disfrutar de los sabores más exóticos, sino que podría dejar su condición de “desclasado”, y arribar a la élite Cheesebridge.
Con el fin de mantenerse a salvo de la amenaza de Snatcher, Los Boxtrolls se refugian bajo las alcantarillas de la ciudad, saliendo de ellas por las noches, para hurgar entre los basureros, y recoger fierros viejos, y todo tipo de cacharros que pudieran ser reutilizados para la construcción de artilugios, y máquinas por demás curiosas.
Conforme pasan las escenas de la vida en el inframundo de la ciudad, va quedando al descubierto la naturaleza solidaria, amorosa, y compasiva de Los Boxtrolls.
El lugar donde viven Los Boxtrolls, es bajo la ciudad de Cheesebridge; pues la vida en la superficie, no es segura para ellos, ya que se ha corrido el rumor, de que estos “trolls” son peligrosos, y son buscados por los exterminadores de Boxtrolls, en donde el villano, es el cabecilla de estos.
Todos los habitantes de la ciudad, también tienen perfecto aspecto, se adentra muy poco en ellos, pero aun así son impecables.
De la superficie, sólo conocemos a muy pocos personajes, sin embargo, son muy interesantes con sus oficios, sus costumbres, y que comparten su aversión y miedo por Los Boxtrolls.
La relación entre Fish y Eggs, nos llega emocionante.
Eggs es el protagonista, el héroe, con sus dudas, temores, crisis de identidad, pero valiente, un gran espejo para los niños.
Winnie Portley-Rind (Elle Fanning), es una chica muy simpática, y refinada, pero con un gran coraje y curiosidad, con ansias de que la quieran.
Su corte aristocrático, su posición de hija única, y la relación con su padre, que resulta ser el cabecilla de la ciudad, dan un abanico de situaciones que dan muy buen sabor a la trama.
Archibald Snatcher, es un villano pavoroso, capaz de idear un “genocidio boxtroll”, sus ansias de poder, reflejadas en el queso, que lo llevan a bordear la demencia mesiánica.
Y están los empleados del villano, que transpiran humanidad en sus metafísicos diálogos.
En el fondo, el desinterés de Lord Partley-Rind por la ciudadanía, su compromiso con los gobernados, será sustituido por su debilidad hacia la degustación obsesiva de quesos finos, así como la persecución en contra de Los Boxtrolls, hacen evidente que Cheesebridge no era una sociedad decente; y una sociedad que ha dado la espalda a la decencia, como lo hizo Cheesebridge, tampoco puede ser civilizada…
La incivilidad de los miembros de Cheesebridge, es por tanto notoria.
El amor hacia los quesos, y el desdén hacia sus gobernados, hacen de Lord Partley-Rind, el prototipo del político cortés, pero indecente desde sus responsabilidades como político.
No es difícil descubrir, cuál es el principal mensaje de The Boxtrolls, ya que es bastante evidente; pues nos habla de la tolerancia, y de no dejarse llevar por las apariencias, ya que a pesar de verse como monstruos, Los Boxtrolls son criaturas inteligentes y curiosas, que no quieren dañar a los humanos.
También, se trata el tema de la identidad, con el protagonista que es puesto en medio de una encrucijada:
¿Es un humano, un “boxtroll”, o ambos?
El personaje, era consciente de las diferencias físicas que tenía, respecto al resto de sus compañeros, pero no les daba mayor importancia…
El verdadero cuestionamiento surge, cuando Winnie le hace ver lo evidente.
El tema de la identidad, también es explorado a partir de la figura del villano, Archibald Snatcher, quien está dispuesto a hacer cualquier cosa, inclusive travestirse, para integrar el club de “Los Sombreros Blancos”, a pesar de tener un importante impedimento…
Es no tolerante, alérgico al queso.
¿Vale la pena negar nuestra propia esencia, para aspirar a ser algo que no somos?
The Boxtrolls también plantea preguntas acerca de los propios “boxtrolls”, que son criaturas asustadizas, que prefieren esconderse, en vez de enfrentar a sus enemigos.
Esta actitud, los hace presas fáciles de Archibald y sus secuaces.
Eggs, no solo es demasiado grande, como para esconderse en su caja, como el resto de las criaturas, sino que también posee un espíritu de luchador; y a diferencia de Los Boxtrolls, el protagonista prefiere hacer frente a sus perseguidores.
The Boxtrolls es inteligente, al momento de tratar este mensaje, ya que lo combina con la idea del trabajo en equipo, y cómo uno tiene más fuerza, cuando es apoyado por otros.
Los Boxtrolls viven en comunidad, trabajan juntos, inventan cosas de manera colaborativa, así que es lógico que, al momento de defenderse, lo hagan en conjunto.
En The Boxtrolls, abundan los valores a compartir como:
La defensa de la familia, en sentido amplio, el sentimiento de pertenencia a un grupo, y el no ser de gatillo fácil a la hora de juzgar al raro, al extraño, al que no es como nosotros.
Todo es una fábula, sobre la eterna búsqueda de la identidad, en el fondo.
Y para los mayores, vibra en el conjunto, un manso tono ácido, crítico con lo que hay que ser, y sedante con lo que debe ser tomado menos en consideración.
Y si bien es cierto que Los Boxtrolls son unas pequeñas bestezuelas, vestidas con cajas, sus sentimientos y acciones en favor de los demás, las hacen adquirir una dignidad eminentemente humana.
Este último rasgo, el de “cómo una bestia puede ser más humana que los humanos”, da en el clavo con uno de los principales rasgos del malestar moral de nuestra sociedad:
La incapacidad de sentir compasión, con la desgracia e infortunio ajeno, o sea la indiferencia.
La oposición entre el mundo subterráneo de estas singulares criaturas, cálido y democrático; y el mundo de la superficie, liderado por la opulenta aristocracia del queso, acaba con una previsible defensa de la familia disfuncional.
En The Boxtrolls, se ridiculiza las ocupaciones “importantes” de los adultos, que se centran en la degustación de quesos, lo que les impide dedicar tiempo a sus hijos.
No es una película muy importante para ver el tema de la adopción, o el acogimiento, pero sí puede utilizarse  con los niños pequeños, y mostrar que las familias adoptivas, por muy diferentes o diversas que sean, pueden ser mejores y más amorosas, que las posibles familias “normales”
De ese mismo modo, The Boxtrolls tiene mucho de alegoría política contra los regímenes autoritarios, y las purgas atroces que se cometieron en nombre de razas superiores.
Un relato que, pese a ese trasfondo, tenebroso y aterrador, consigue ofrecer las aventuras, el ritmo, y la diversión suficientes, para que los más pequeños disfruten con estos pequeños personajes, habitantes del cartón desechado.
De todos los personajes, incluyendo todos Los Boxtrolls, solo hay uno femenino, lo cual no está bien tampoco.
Un detalle que se queda en una nebulosa sería:
¿De dónde vienen “Los Boxtrolls”, cómo se re-producen?
Sorprende además, la presencia de un malvado personaje travestido, algo no tan visto…
The Boxtrolls es una historia con claras influencias, se nota un aura “dickensiana” en lo del niño abandonado en un mundo victoriano, incluso tintes del espíritu de Roal Dahl, Los Boxtrolls tienen muchas semejanzas con Los Minions, seres pequeños, unas manitas de la inventiva, asexuales, y que se comunican por gruñidos…
Con un cliché de que los monstruos pasan a ser los buenos, y los clásicos héroes, los villanos, como un tópico es aquello de que una etnia oprimida, sea liderada por uno de la raza hostil.
Lo bueno es que The Boxtrolls inculca valores a los más pequeños de la familia, y hace que las personas sean menos racistas, comprendiendo la situación de los diferentes, que se esconden no en armarios, sino en cajas, ojo con la metáfora, y asociándola y aplicándola en la vida real, por medio del subconsciente.
“We exterminate justice!”
Una sociedad no es decente porque es justa, señala el pensador israelí citado al inicio de la lectura, sino que es justa, porque es decente.
Su propuesta para salir de la humillación, incluye como primer paso, la recuperación del respeto de cada quien, por sí mismo.
Esto es diferente de la autoestima.
La autoestima consiste, en la apreciación que cada quien tiene de sí, independientemente de la mirada ajena.
El respeto a uno mismo es tal, cuando el individuo hace que otros, incluidos los gobernantes, y las instituciones, lo respeten como lo que es:
Una persona, como ser humano.
Esto significa que no lo manipulen, que no le mientan, que no lo desprotejan, que no restrinjan sus derechos, que no violenten su intimidad y su privacidad, que no descalifiquen sus ideas.
Es ahí donde comienza a fundarse una sociedad decente.
Mientras tanto, será una sociedad humillante…
¿Qué tipo de sUciedad somos?

“Then, let’s see you fit into your box!”



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