白日焰火 (Black Coal, Thin Ice)

“亡靈”
(Un muerto viviente)

Algo huele a podrido en China.
Al cine negro, género por antonomasia más hollywoodense que una hamburguesa, más contemporáneo y radical, le ha salido un importante competidor:
Un puñado de cineastas de La República Popular de China, está logrando filtrar sus guiones, entre las tupidas mallas de la censura, conquistando un público local, y arrebatando los mejores premios internacionales.
A pesar de las inmensas dificultades para colar sus historias, todas consiguen denunciar, directa o indirectamente, la corrupción del país como una enfermedad, sin remedio imaginable, que se extiende como una plaga social.
Una sociedad en plena transformación, bañada en una profunda soledad, que no consigue encontrar las nuevas referencias, y transformada en propicio terreno de cultivo para una violencia feroz.
“沒有靈魂的國家是可怕的東西”
(Un país sin alma es algo aterrador)
白日焰火 (Black Coal, Thin Ice) es una película china de suspense, del año 2014, escrita y dirigida por Diao Yinan.
Protagonizada por Liao Fan, Gwei Lun-Mei, Wang Xuebing, Yu Ailei, Wang Jingchun, Ni Jingyang, entre otros.
El proyecto, partió de la idea de Diao Yinan, para filmar una historia de detectives.
Diao pasó 8 años en total, para escribir el guión, cuya versión final, fue el tercer borrador; siendo presentada como una película de cine negro.
Escribe el director:
“Quería realizar una película policiaca, que retratara La China Contemporánea.
Mi objetivo no era imaginar solamente una trama, y darle respuesta, sino restituir al máximo, lo que constituye nuestra nueva realidad”
La nueva realidad, resulta ser un páramo cortante, un yermo desolado y hueco, postrevolucionario e industrial, que va desembocando, despacio, muy despacio, igual que un hongo, o un tumor, en un capitalismo fofo y desalmado.
Desalmado porque La China retratada por Diao Yinan, es un país sin alma ni verdor.
Un país que produce escalofríos, inhóspito.
El título de la película, traducida del inglés es “Carbón Negro, Hielo Delgado”, el cual es muy diferente de su título chino, que se traduce literalmente como:
“Fuegos Artificiales a La Luz del Día”
Es una cinta poderosa y enigmática, dentro de una atmósfera que retrata La China Contemporánea, de forma magistral, a la vez que extrae el lado más oscuro de la naturaleza humana:
La desidia, el egoísmo, la venganza, o la debilidad.
La acción tiene lugar en Manchuria, la región más desapacible del norte de China.
La contaminación, la suciedad, y la soledad, donde las calles están vacías, no se sale, si no es por extrema necesidad de la pequeña ciudad, dotan a la historia de esa atmósfera de “film noir” tan necesaria.
Es 1999, el policía Zhang Zili (Liao Fan), abandona el cuerpo tras la traumática muerte de 2 de sus compañeros, durante la investigación de un asesinato, finalmente no resuelto; y 5 años después, el asesino vuelve a la carga, y Zhang, convertido ahora en un guardia de seguridad, con problemas de alcoholismo, se plantea intentar capturarlo por su cuenta.
En白日焰火 (Black Coal, Thin Ice), la vida lo ensucia todo.
Bien se reciba un balazo durante un arresto, en apariencia rutinario; bien se sobrelleve una lesión sentimental; ambas experiencias, acarrean heridas imposibles de cicatrizar.
Sin duda, 白日焰火 (Black Coal, Thin Ice) adquiere más valor, y se disfruta más, si uno simplemente se deja llevar por la atmósfera que transmite esa ciudad triste, donde la muerte de un hombre significa poco, y el mutismo es lo cotidiano.
“站在那邊超越點”
(Señale hacia allí, colóquese allá)
Dicen que los sujetos sinestésicos, pueden oír colores, ver sonidos, y embriagarse con el aroma que desprende una superficie bien pulida.
白日焰火 (Black Coal, Thin Ice), bien podría ser considerado el primer “thriller” sinestésico, alucinógeno, que ha dado el cine chino reciente.
Nada llama más la atención, que la sangre sobre la nieve.
Nada es más negro que el carbón.
Y en la cultura china, los colores blanco y negro, simbolizan muerte, mala suerte, atraso…
Sin embargo, el rojo es progreso, belleza, buena suerte...
Si seguimos con los significados culturales, también podemos hablar de las flores...
A lo largo del metraje, los cadáveres hechos pedazos, se arrojan desde lo alto de un puente, y caen como si fueran “las flores de cerezo después de la primavera”, asociadas a la belleza, y al dominio femenino.
En白日焰火 (Black Coal, Thin Ice) hay pocos diálogos, muchos silencios, muchas cosas sugeridas, y pocas mostradas explícitamente, por lo que tienes que estar muy pendiente de todos los detalles, puesto que todo lo que aparece, tiene su importancia en algún momento.
A menudo, los silencios explican más cosas que las palabras; o mejor dicho, los sentimientos están escondidos, y es el espectador quien tiene que buscarlos, porque en la pantalla no se muestran de un modo explícito.
Las relaciones entre las personas, son más duras que cordiales.
Las parejas, también se relacionan de un modo áspero.
Es como si el corazón estuviera a muchos kilómetros de distancia de lo exterior.
Visualmente espectacular, 白日焰火 (Black Coal, Thin Ice) tiene una fotografía de una belleza extraordinaria.
Todo está muerto, y no es casual, que el cineasta nos muestre reiteradas secuencias, en las que el personaje se adentre en transportes públicos, como trenes y autobuses, y no veamos ni en una sola ocasión, una simple conversación, por muy intrascendente que sea entre todos los pasajeros.
La gente de la ciudad, está muerta.
Ni siquiera se miran a los ojos entre ellos; y todos parecen caminar resignados cabizbajos entre la multitud.
¿Será cosa de la cultura china?
白日焰火 (Black Coal, Thin Ice) es dura en su estética, en colores pardos, o blancos y negros, obligados por la nieve y la suciedad que ambientan la intriga, en la que chocan ese ex policía y una “femme fatale” de manual, con apariencia de “mosquita muerta”, pero con una curiosa habilidad:
Todo hombre que se relaciona con ella, muere...
Así pues, tras un tiroteo, en el que resultan asesinados 2 policías, en acto de servicio, Zhang es destituido, para acabar ganándose la vida como guarda, en un puesto de carretera.
Y 5 años más tarde, con el alcoholismo y la desgana inherentes a todo protagonista adscrito al género, decide reabrir el caso, cuando llega a sus oídos, cierta información relacionada con la aparición de 2 cadáveres.
Ambos, con el mismo “modus operandi” que el cadáver descubierto hace años…
El mismo que condenaría su trabajo, y su matrimonio.
La razón clave para reabrir el caso es obvia, atendiendo a su sello.
Todas las víctimas, están relacionadas con una única mujer:
Wu Zhizhen (Gwei Lun-Mei):
Viuda, y dependiente de una lavandería, reservada, y discretamente atractiva, se mostrará recelosa, cuando Zhang decida hacer un primer acercamiento casual, para seguir sus pasos y costumbres.
De alguna forma, ella es la clave para entender los crímenes.
Y así, Diao centra por fin el foco:
Una ambigua relación entre sospechoso y agente, que acaba tornándose cada vez más siniestra, y peligrosa.
Zhang y Wu, conocen la amenaza y los terrores ocultos de su país; los que se ocultan bajo “las capas de carbón, y las grietas de hielo”, entre los callejones de barrios industriales, en los que sus ciudadanos apenas son considerados como mano de obra útil; entre esta dualidad, que se mueve entre lo personal y lo genérico; entre una relación sentimental, y el contexto de un país que empieza a cambiar.
Dividida en 2 bloques narrativos:
El primero en 1999, cuando se produce el primer crimen; y el segundo en 2004, cuando se suceden 2 nuevos homicidios, presumiblemente relacionados con el anterior, 白日焰火 (Black Coal, Thin Ice) aspira a ser un retrato de la nueva realidad de China:
Una realidad fría, árida, y difícil de digerir, al igual que la propia puesta en escena que nos propone su director Diao Yinan.
En sí misma, la transición entre los 2 periodos temporales, es toda una declaración de estilo, y de intenciones del realizador chino.
El giro de 360 grados, de la motocicleta a la salida del túnel, la nieve incesante, el borracho tirado en la acera, y el hurto, simbolizan y resumen de forma magistral, todas las claves de la propuesta:
El patetismo de la vida cotidiana, el humor negro inherente a este, la repetición cíclica de patrones y acciones, y la incapacidad de escapar de la propia miseria humana.
Y todo ello, para confeccionar el mapa desolado de un alma irremediablemente perdida.
Si se quiere, a través de la apretada malla que configura la piel de 白日焰火 (Black Coal, Thin Ice), es posible ver la confusión de una sociedad entera, incapaz de entender el sentido de su progreso enfebrecido.
Con una sólida trayectoria desde que firmó el guión de “洗澡” (Shower - 1999), Diao Yinan, se ha consolidado con sus 3 largometrajes:
“制服” (Uniform - 2003), “夜行列车” (Night Train - 2007), y 白日焰火 (Black Coal, Thin Ice), como uno de los directores fundamentales de La 6ª Generación de cineastas chinos, con su fuerza, reside en el trazado magistral de sus personajes, unas criaturas con vidas precarias, en busca de medios para poder defenderse de la adversidad.
El destino del personaje principal, sin embargo, nunca estará cerrado, sino que devendrá en una evolución constante.
Anclado en la narrativa asiática, que desecha los finales cerrados de la cinematografía “mainstream”, Diao Yinan parece marcar un ciclo de repeticiones infinitas, como podemos apreciar en el final, en donde el plano antiestético y feísta de la grúa ascendiendo, subraya de nuevo el humor negro, el patetismo, el cinismo, y la desesperanza vital de su protagonista.
Sobre el título, Diao aclaró aún más el significado de “Fuegos Artificiales a La Luz del Día”, como un estado del sentimiento, o un estado de condición.
Para él, los nombres chinos e ingleses, juntos ayudaron a construir la diferencia entre la realidad y la fantasía; y explicó:
“El carbón y el hielo, pertenecen tanto al reino de la realidad, pero los fuegos artificiales en la luz del día, es algo fantástico; son las 2 caras de la misma moneda”
El nombre en inglés, se refiere a las 2 pistas visuales en la película:
Carbón como “donde se encontraron las partes del cuerpo”; y el hielo, “donde el asesinato fue cometido”
Además, explicó que “cuando los 2 se combinan, la realidad de este asesinato se construye... mientras los fuegos artificiales durante el día, es una fantasía, es lo que usamos para cubrirnos desde el lado cruel de este mundo real”
Los protagonistas, son seres malheridos, moribundos, para quienes continuar viviendo, constituye la más lacerante condena a perpetuidad, cual herederos de Sísifo; individuos que se han visto obligados a luchar, y a defenderse de todo, y de todos, aunque sea lastimando a sus semejantes.
Unos protagonistas de las capas sociales más desfavorecidas, y una preferencia por la minas, actividad brutal del mundo de trabajo, que en el imaginario general recuerda la época de la industrialización del mundo occidental, y de los abusos y condiciones laborales decimonónicas.
El actor protagonista, Liao Fan, es un policía violento y alcohólico, que sólo se mantiene sobrio, cuando tiene a su lado a una mujer que le cuida, y que acaba herido durante un tiroteo, en el que pierde a sus amigos, el trabajo, y la vergüenza.
Este personaje, entra en una espiral de autodestrucción, de la que parece imposible salir, y se mueve continuamente en el filo de la navaja.
Sin embargo, gracias a un golpe de suerte, poco explicado, emprende un viaje que le ayudará a avanzar, a salir del pozo, y a escapar de un pasado en el que sigue atrapado.
Por su parte, Gwei Lun Mei, está inmensa en su papel de hierática “mosquita muerta” que encierra a despiadada mantis religiosa, vestida con parka, bufanda XXL, y pantalones pitillo; y parece fácil de romper, como una fina capa de hielo…
Y si algo tiene claro, es que en caso de morir, lo hará matando.
Mientras todo el mundo a su alrededor se vuelve loco, ella sigue trabajando en la lavandería…
Magnífica metáfora, de quien se dedica a lavar los trapos sucios de los demás diariamente, como si así limpiara también su conciencia.
Pero esa mancha no sale.
Como toda “femme fatale” de cine negro, Wu Zhizhen, oculta su letalidad bajo una inocencia que su rostro expresa, sin necesidad de palabras.
Y para ello, la contenida expresividad de la actriz, Gwei Lun-Mei, es vital.
Sin embargo, la relación entre los protagonistas, es de manual:
El detective alcohólico, que se enamora de la principal sospechosa.
Y la relación que se establece entre ellos, es muy poco convincente.
Aunque a lo largo del metraje, se traspasa muchas veces, la delgada línea que separa el deber del placer, o el placer del dolor, no me creo que se estén enamorando en el peor momento de sus vidas, ni tampoco que ambos estén fingiendo que se gustan, para ganarse la confianza del otro, y así conseguir sus objetivos:
Él, encerrar al asesino; ella, despistarle.
Y esa China provinciana, pacata, herrumbrosa, nevada, hostil, nada estilizada, diametralmente opuesta a esa imagen oficial modernísima, todopoderosa, y cosmopolita que aparece en todos los medios de comunicación, acaba asumiendo el rol de un personaje más, de un peligro ajeno, al que impone la imposibilidad de resolver el caso.
Como dato curioso, la filmación de 白日焰火 (Black Coal, Thin Ice), se realizó con 25º bajo cero, por lo que las pestañas de los actores se congelaban, a lo que llevaba a lavarles la cara cada 5 minutos.
Y al final, parece que en realidad poco importa lo que nos hayan contado.
Con lo que te quedas es con la sensación de tragedia en el aire, con los claroscuros de sus personajes, y con el tenebrismo de los bajos fondos urbanos.
Es lo que siempre han transmitido estas historias.
Lo que han destilado a través de las puñaladas, los balazos, los desengaños, y las traiciones:
La idea del ser humano, como víctima de su propia naturaleza, egoísta, pasional, y desencantada.
Un monstruo para sí mismo.
Es más, el título y motivo narrativo relacionado con los fuegos artificiales, le sirve para reflexionar sobre las distintas formas de violencia, a las que está sometido el ser humano:
La brutalidad física, la coacción de aquellos que nos pisotean desde una posición de superioridad, el castigo auto infringido, el sexo, la violencia de la incomodidad de la recreación, etc.
Así las cosas, 白日焰火 (Black Coal, Thin Ice) apuesta por mostrar la violencia de forma realista, siempre y cuando, su extrema crudeza no obligue al director, a llevarla a un descarnado y elocuente fuera de campo.
Desprovista de todo lirismo, la violencia aparece en su forma más brutal, azarosa, y cochambrosa.
El primer tiroteo, es un claro ejemplo de esta dinámica, en la que la cotidianeidad de la violencia llega sin preaviso, sin ralentizados estilizados, ni reflexiones grandilocuentes, y deja su impronta de la forma más despiadada y patética.
El patetismo es sin duda, el mejor término posible para definir 白日焰火 (Black Coal, Thin Ice), en la que se muestra la actitud lastimera del protagonista, una cotidianidad funesta y, sobre todo, la sordidez de la realidad circundante.
A medio camino entre la realidad más surrealista, y la ficción más atroz, Diao Yinan denuncia la precariedad vital y laboral en China, muestra su crudo día a día, y la imposibilidad de una escapatoria.
Cine negro más puro que Hollywood.
“如果中國是人類的未來是沒有前途的”
(Si China es el futuro, la humanidad carece de futuro)
La ficción, es el mejor recurso que tenemos para explicar la realidad.
Sin embargo, muchos directores han descuidado el potencial documental que tienen los géneros cinematográficos, cuando muestran el hábitat enrarecido de una sociedad, y sus vicios.
En China, nadie comete ese error desde hace 3 décadas; la generación post Mao, intenta burlar la censura, escondiendo en el cine negro, un género ligado al neorrealismo, una crítica severa a ese desarrollo insostenible y descarnado que está ahogando el medio ambiente.
Es el signo de los tiempos:
Deshumanización, con la frialdad de los espacios, recurrentemente nevados, y crudeza contextual de La China de principios del milenio, antesala de la presente situación político-económico-social mundial, que obligan a los personajes, a sacrificar todo, con tal de conservar la propia vida.
Son historias particulares que, no obstante, representan el sino fatídico al que la humanidad al completo, se ha visto abocada.

“如果慣性代替情感的靈魂已經死亡”
(Si la inercia sustituye a la emoción, será que el alma ha fallecido)



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