Another Year

“Life's not always kind, is it?”

Las historias de la mayor parte de las personas, no van a ser llevadas al cine, ni van a ser objeto de alguna novela, ni serán el argumento de un cuento famoso; pero no por ello dejan de ser interesantes; quizás, quedarán en el recuerdo de los hijos, o de los amigos, simplemente como anécdotas cariñosas, entretenidas, o ejemplarizantes.
Es por ello que existen películas que no son para todos los públicos; al menos no para aquellos que acuden al cine buscando evasión y entretenimiento, situaciones alejadas de la vida cotidiana, que le hagan olvidarse de sus propios problemas.
Las secuelas que en nuestra vida va dejando el paso del tiempo, lo irrecuperable al sentirse a punto de pasar a formar parte de la historia, dejando como huella, tan solo un nombre casi anónimo, como las estaciones del año:
Primavera, Verano, Otoño e Invierno; este último, demasiado duro y largo como la vida misma.
“My looks work against me”
Another Year es una comedia y drama, del año 2010, escrita y dirigida por Mike Leigh.
Protagonizada por Jim Broadbent, Lesley Manville, Ruth Sheen, Peter Wight, Oliver Maltman, Imelda Staunton, David Bradley, Karina Fernández, Martin Savage, Michele Austin, Philip Davis, Stuart McQuarrie, entre otros.
Así define el director, sus intenciones respecto a esta realización:
“La vida es fascinante.
Somos seres humanos, tenemos un poder de fascinación ilimitado, y una pasión natural que nos impulsa a observar la vida, y a celebrarla.
He trabajado con mi director de fotografía Dick Pope, desde hace más de 20 años, con esa preocupación, de mostrar la vida cotidiana.
Es casi un documental, pero en Another Year trabajamos mucho sobre el aspecto visual, para reconstruir un mundo, donde se experimenta en especial, la diferencia de las estaciones.
Cada estación, es filmada con detalle, de manera diferente, y con diferentes atmósferas”
Another Year, se estrenó en El Festival Internacional de Cine de Cannes, en competencia por La Palme d'Or, y aunque no recibió ningún premio, sí fue bien recibida, y obtuvo una nominación al Oscar, como mejor guión original.
El cine de Mike Leigh, retrata seres humanos, nada más y nada menos.
El director británico lleva años comprometido con una mirada que radiografía la humanidad con la sencillez, que destilan pequeños microcosmos:
Familias, amigos y vecinos, intercambian posiciones, estados de ánimo, y se enfrentan a los golpes que la vida asesta, una y otra vez con resignación, desesperación, decepción, y hasta patetismo.
Pero también, a veces, con el positivismo invencible de los que se empeñan en nadar a contracorriente, entre la frustración y en desencanto que parecen profesar, por defecto, el resto de sus allegados.
No son estos buenos tiempos para la esperanza, o la sonrisa, pero Mike Leigh prefiere, en esta ocasión, mostrarse moderadamente optimista y para ello se sirve del entrañable matrimonio protagonista, que en su hogar ha construido una suerte de refugio para los más desamparados:
Gerri Hepple (Ruth Sheen), es terapeuta, y su esposo, Tom Hepple (Jim Broadbent), es geólogo, y están felizmente casados, aunque algo preocupados de que su hijo Joe (Maltman), que es abogado, y permanezca soltero.
Esta preocupación, les impide darse cuenta de, cómo Mary Smith (Lesley Manville), una frágil compañera de trabajo de Gerri, ha llegado a depender de su amistad con ellos.
En el transcurso de un año, cada estación traerá consigo, la llegada de, al menos, un nuevo personaje:
Joe, el hijo único, en primavera; Ken (Peter Wight), el amigo obeso y alcohólico, en verano; Katie (Karina Fernández), la novia de Joe, en otoño; y Ronnie (David Bradley), el hermano mayor de Tom, en invierno.
Pero Mary, es un ser desgraciado y solitario.
Aunque tiene un trabajo estable, y una vivienda humilde, su insatisfacción vital la desborda, y no puede disimularla ante sus semejantes, condimentando todas sus conversaciones, con muestras evidentes de una enorme ansiedad.
Necesita hacer ver, que es una mujer atenta con los demás, saludando a todos con un cariño exagerado, aunque después, no tenga demasiado de lo que hablar, excepto anécdotas cotidianas acerca de sí misma.
Su gran frustración reside, en considerarse ya demasiado mayor, como para encontrar el amor, y vuelca esta necesidad de afecto, en el hijo de los Hepple, en el que parece no ver tanto un ser al que amar, sino un instrumento para acercarse aún más a Gerri.
Mike Leigh, convierte Another Year, en un film de personajes y situaciones, en un auténtico retrato de las bondades y debilidades humanas, sin caricaturas ni excesos, con emoción, pero sin ternurismo.
Es una pequeña obra maestra, llena de sensibilidad y sencillez, que sin ser pesimista ni deprimente, resulta triste, ya que muestra la vejez, como un problema para quienes la sufren, o la tienen cerca en familiares y amistades.
No es que los personajes ya sean viejos, pero sí es cierto que todo lo que plantean en los diálogos, versa sobre el futuro, y cómo afrontar lo que les espera, es decir, la vejez, y la madurez vista bien y/o mal llevada.
Simplemente, es una historia de contrastes, felicidad, y amargura, serenidad y miedo, fantasías, y realidades, de personas normales y corrientes, que ven pasar la vida de formas distintas.
“I'm very much a glass-half-full kind of girl.
But it's tricky, because...
I meet these older men who want somebody younger, and that's great, because I fit the bill.
But...”
A Leigh le costó media vida, ser reconocido como uno de los grandes directores británicos actuales; su cine de arraigadas tendencias teatrales, no en vano, también es director de escena, escarba en el alma del ser humano desde su cotidianidad, centrándose en la clase media, como un entomólogo que colecciona y disecciona sentimientos vitales.
Como los buenos vinos, mejora con la edad, y nos regala esta obra maestra comparable.
Frente a la soledad y la adversidad, Leigh sitúa la familia y el espíritu positivo, para crear un foco de luz que atraiga a todos, hasta aprender a tener una conversación, y dar un abrazo.
¿Qué, sino las estaciones, contribuye a romper la repetida monotonía anual?
Divida en las cuatro estaciones del año, y rodadas de manera seguida, pero utilizando 4 tipos distintos de emulsión, para simular diferentes climatologías, Another Year se construye sobre prolongadas escenas de conversaciones, en encuadres cercanos, montados en plano contra plano; y Leigh crea un universo, en el que todos podemos encontrar nuestro lugar.
Una predilección por los jardines y los huertos, a pesar de transcurrir en la ciudad, le permite oxigenar las situaciones que podrían haber resultado agobiantes en espacios cerrados.
La historia, gira en torno a un matrimonio bien avenido, y considerablemente feliz, que sirve como catalizador de una serie de seres, algo menos afortunados, que ellos, pacientes, parientes, compañeros de trabajo, amigos, y el hijo de la pareja, van pasando ratos junto a ellos, que son el báculo de quienes les rodean.
Su generosidad, y la dependencia de los otros, son lo único que puede poner en peligro su estabilidad emocional, lograda a base de sobreponerse con una sonrisa a todo lo que la vida les depara.
Y cada episodio, nos cuenta un hecho en particular:
En el primero/primavera, en el cual aparece Mary, en donde se aprecia la soledad en que se ve sumergida, pero de una manera sutil, en una búsqueda de llenar el vacío en su vida.
En el segundo/verano, tenemos a Ken, que pasa unos días con sus amigos, no pudiendo ocultar la depresión en que se encuentra.
En el tercer episodio/otoño, la aparición de Katie, que será un factor desencadenante para el desborde de un personaje.
Y en el capítulo final/invierno, nos encontramos en el funeral de la cuñada de Tom, en cual aparecen Ronnie (David Bradley) y Carl (Martin Savage), esposo e hijo, respectivamente.
La vida en pareja, de 2 que se quieren, que se atreven a explorar cada sencillo encanto, que se aceptan, que se ilusionan mutuamente, es la fuente de la felicidad y de la armonía colectivas, y se extiende más allá de las fronteras del hogar, de la casa, del jardín, y del huerto familiar.
En contraste con la vida solitaria de Mary, que no logra establecer lazos profundos, que está rodeada de aventuras superficiales, de miedos y de celos egoístas, endurece las expresiones y los gestos, rigidiza las palabras, y perturba a los que se acercan, generando complejidad en las relaciones humanas.
La amistad empática, es la respuesta cuando se acerca el sufrimiento a la vida diaria, amistad que se basa en compartir una conversación con los amigos, o con los hijos, amistad que es capaz de sentir al otro sin juzgarlo duramente cuando falle, o cuando esté triste.
Esto se puede enseñar, y se puede compartir.
La hazaña cotidiana se logra, como lo muestran Tom y Gerri, en un guiño humorístico, cuando se descifra entre 2 que se quieren, el acertijo diario, amorosamente.    
La calidez y la amistad, se dan la mano con la soledad y la muerte, en lo que viene a ser un ciclo anual, espléndidamente capturado por una fotografía de luces estacionales, a cargo de Dick Pope, y quienes han bebido la amargura del fracaso y del abandono afectivo, además de unas cuantas copas de alcohol, encuentran refugio en un par de almas grandes, capaces de ver el corazón, y ofrecerse como paño de lágrimas de sus amigos, qué bien construyen e hilvanan las conversaciones que sirven de desahogo.
Paz y armonía, comprensión ante quien la necesita, y fortaleza cuando es precisa… son actitudes heroicas en lo ordinario de esta gran familia, que siempre tiene un plato para uno más.
En un momento, una muerte en la familia, hará que Tom vuelva a su ciudad natal, a Hull, al norte de Inglaterra, un origen humilde de una grisura desalentadora, para acompañar a su hermano Ronnie, en el funeral de su esposa.
Es en ese momento, cuando entendemos que Tom logró escapar de una vida triste, con pocas perspectivas y satisfacciones, y nos explicamos, cuán agradecido está hacia Gerri, y la vida que han construido juntos.
La última parte, correspondiente al invierno, es sencillamente magistral.
No solo porque toma un giro estético de gran belleza, sino por su cambio de registro, hacia una situación de enorme angustia.
De pronto, los personajes se distancian, se silencian, y dispersan…
Desaparecen sutilmente, uno a uno, hasta el punto en que nos encontramos con una larga conversación entre 2 de las figuras más complejas de la historia.
El diálogo, es casi un monólogo, las líneas ingeniosas se tornan apenas en monosílabos; pero el juego de miradas y expresiones, posee una intensidad ciclónica, el gris golpea helado, la luz se esconde, y la tensión ensombrece.
El mayor mérito de Leigh, reside en darse cuenta, de que en la realidad, también existe el alivio cómico, e incorporarlo a sus escenas como algo completamente integrado en el comportamiento de sus personajes.
Gracias a este equilibrio perfecto, entre el humor y el drama, no solo Another Year se hace más llevadera, sino que aumenta su realidad, y su aportación de registros.
Jim Broadbent y Ruth Sheen, como la pareja principal, rebosan un optimismo que tratan de contagiar a su desquiciada amiga Mary, Lesley Manville, y al resto de sus allegados, encarnados por:
Phil Davis, Peter Wight, Oliver Maltman, Martin Savage, Michele Austin, David Bradley y Karina Fernández.
Sobre el papel de Imelda Staunton, y su aparición en el prólogo, sirve para mostrar el trabajo de Gerri, en contraste con el de su marido, cuando se nos presenta a los personajes; de ahí que la brillante dirección de actores, tiene su réplica en unas interpretaciones acertadísimas, con gestos sutiles e ingeniosos, con diálogos rápidos e inteligentes en su elegante ironía.
Cada personaje, respira frescura y espontaneidad, y una hondura que cautiva a un espectador que engancha unas veces con sus debilidades y sinsabores, y otras con sus ganas de ayudar y de salir adelante.
Que todos queramos tener amigos como el matrimonio protagonista, o que Katie resulte simpática y atractiva, no es difícil, pero que la cargante e histérica Mary, se nos haga cercana y afectuosa, eso es algo que está al alcance de pocos… y Leigh y una magistral Lesley Manville lo consiguen.
Another Year, es una ventana abierta a la vida de estas personas, sin tapujos, sin maquillaje, y Lesley Manville, construye un personaje grandioso, aterrorizado, y terrorífico, en el que todos podemos reconocer miedos y obsesiones intrínsecamente humanas, y ofrece quizás, el mejor trabajo femenino que haya visto en mucho tiempo, con una interpretación perfectamente matizada, y un convincente retrato de una mujer, al borde de la desesperación, debido a sus tantos errores, y su naturaleza emocional muy frágil.
Un registro sorprendente, que está más allá de la interpretación; inclusive ella llega a destrozar el corazón con su personaje, tan desgraciado que es demasiado.
Se come la pantalla cada vez que aparece; y parece indignante, que Manville fuera ignorada en las nominaciones al Oscar, puesto que merecía ganarlo.
Realmente, la única que tenía el derecho de quitárselo fue, precisamente, la ganadora, Melissa Leo por “The Fighter”, en otra genial actuación.
Curiosamente, Manville como Blenda Blethyn en “Secrets and Lies” (1996) la verdad es que no sabría distinguir bien, entre el personaje de Blethyn y el de Manville aquí, pues son perfectamente intercambiables e interodiables, y aquí se ve auténtica, como mujer que con su naturaleza inestable, y llena de complejos, comete errores, se rodea de relaciones truncadas, y de pequeños y continuos desastres emocionales.
No tendría que ser así, pues Mary es inteligente, divertida, y hasta atractiva; pero realmente no sabe manejar la cotidianidad, y se equivoca y se hunde cada vez más, hasta el punto de hacer que Gerri, quien trabaja como consejera emocional, y quien además es su mejor amiga, la rechace.
Pero en esta historia, la empatía es ganadora, y Tom y Gerri, con sencilla y tolerante maestría, logran abrir puertas de esperanzas, incluso para Mary.
Se nos hace sentir, como espectadores, que algo muy profundo resuena en nuestro interior:
Cuando el otro se hunde, siempre podemos extender la mano amiga, para que tenga la sensación de que hay una nueva oportunidad.
Otro personaje curioso es Ken, su reflejo masculino, un bonachón solitario, que engulle tanto como bebe.
Con ellos, la pareja es paciente, amable, cariñosa, muy lejos de juzgarlos, les ofrece consejo y ánimos.
Pero Gerri acabará encontrándose en un conflicto moral con Mary, entre el rol profesional, y el de la amistad y la confidencia.
Otros temas patentes en las otras películas de Leigh, y que se muestran aquí, son:
La vejez, la inadaptación, especialmente con el personaje de una excepcional Lesley Manville, cuyo estado anímico, va acorde a las estaciones del año.
Ella en especial, comienza en primavera, optimista, y con deseos de mejorar su vida, y a cada estación que pasa, algo empeora a su alrededor…
Para ponerle algo negativo, el principal problema, es que en realidad, en Another Year no ocurre nada; es decir, son retazos de vida normal, sin ningún tipo de interés, y aunque no hay nada que reprochar a las interpretaciones de los diferentes actores que van entrando y saliendo de escena, la calidad del texto es algo pobre, así como algunas lagunas argumentales, como:
Se omite la raíz de algún conflicto con Mary.
¿Qué pasó con el hijo del hermano?
¿Qué hizo Mary entre el otoño y el invierno, para defraudar a Gerri?
Como sea, Leigh logra captar la esencia del drama, ese momento justo, en el que el espectador siente verdaderamente, la fatal situación en la que se encuentran algunos personajes, conseguido con un silencio oportuno, unido a una imagen fija, en la que vemos la mirada perdida de los actores, justamente antes de cambiar de escena.
Es ese intervalo de tiempo, en el que el espectador se deja llevar por las sensaciones que transmiten esas caras tristes, con poca esperanza, y que piden a gritos, sin pronunciar palabra, un cambio en sus vidas, como el emocionante y formidable plano final.
Lo interesante radica, no solo en el contraste de la pareja feliz y los adultos en problemas, o en el estudio del alma, a partir de la auscultación de los gestos más sutiles del cuerpo, y el rostro, sino en esa conflictiva relación de dependencia y correspondencia, que termina logrando un piadosa armonía entre todos; una que, además, deja abierta la interrogante sobre Mary, la verdadera heroína de Leigh, sobre la que se posa la grandeza y el misterio.
A la larga, se nos dice que la vida es dura, y nos pone a prueba de manera constante, y somos nosotros mismos, quienes nos salvamos, o nos condenamos.
El poster promocional de Another Year, es elocuente, con 2 palas, la pareja; que debe sembrar una planta, la unión/familia/amistades, para que crezca como un árbol, con fuerza, para que los ampare, y de frutos.
“Young people, young people.
Everything's for young people”
Uno de los conceptos, que seguramente encontremos, en la definición de la vida que nos gustaría tener, es el equilibrio.
Quizás, el término sea un sinónimo no reconocido de la felicidad…
Es necesario haber sentido tristeza, para saber valorar en su justa medida, una alegría.
Es necesario conseguir cosas, mediante nuestro esfuerzo, para apreciar como se merece, un regalo.
Es necesario experimentar una pérdida, para sentir necesidad de los que nos rodean.
El director inglés, Mike Leigh, al igual que Woody Allen, sabe extraer veracidad de lo que ocurre en el corazón de la gente, a través del paso del tiempo, pero frecuentemente siente debilidad por la sordidez, por el retrato de lo exclusivamente sombrío.
Es tan realista, y se siente tan cómodo describiendo la infelicidad, que te distancia, en vez de interesarte; pero cuando encuentra el equilibrio entre alegrías y tristezas, cuando pilla el claroscuro, sus historias resultan tan veraces, como conmovedoras.
Por ello, Another Year es un drama inteligente, íntimo y emotivo, en el que parece que nada sucede, pero ocurre todo, una radiografía de la vida de la gente corriente, de la distribución desigual de la felicidad, de las insatisfacciones calladas.
¿Se gana la felicidad con esfuerzo merecido, o es una concesión caprichosa del azar?
Lo que ves y escuchas hace daño, logra que entiendas las razones y las circunstancias de toda esta gente, para ser como son.

“On a scale of one to ten, how happy would you say you are?”



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