Agora

“Ever since Plato, all of them, Aristarchus, Hipparchus, Ptolemy, they have all, all, all tried to reconcile their observations with circular orbits.
But what if another shape is hiding in the heavens?”

Egipto, era sede de una de las comunidades cristianas más importantes del Imperio, y El Patriarca de Alejandría, gozaba del máximo prestigio e influencia, junto a sus colegas de Jerusalén, Antioquía, Constantinopla, y Roma.
Sin embargo, la teórica primacía de Roma, no se traducía en autoridad suprema.
Durante los siglos IV y V, los conflictos doctrinales, y las luchas de poder entre los patriarcados, en especial entre Alejandría y Constantinopla, fueron constantes.
Y en ese mundo vivió Hypatía, una filósofa y maestra neoplatónica griega, natural de Egipto, que se destacó en los campos de las matemáticas y la astronomía, miembro y cabeza de la Escuela neoplatónica de Alejandría a comienzos del siglo V; fue seguidora de Plotinus, cultivó los estudios lógicos y las ciencias exactas, llevando una vida ascética.
Educó a una selecta escuela de aristócratas cristianos y paganos, que ocuparon altos cargos, entre los que sobresalen:
El Obispo Synesius de Cirene, que mantuvo una importante correspondencia con ella, Hesychius de Alejandría, y Orestes, Prefecto de Egipto en el momento de su muerte.
Hija y discípula del astrónomo Theon, Hypatía es la primera mujer matemática de la que se tiene conocimiento razonablemente, seguro, y detallado.
Theon, fue el último director, o conservador de la denominada Segunda Biblioteca de Alejandría, edificio que estaba dentro del Museo de Alejandría, y fue calificado en la Suda, como el hombre del Mouseion.
Dio a su hija, una educación completa en matemáticas, astronomía, filosofía e, incluso, educación física.
Padre e hija, colaboraron juntos en el comentario Almagesto.
Hypatía escribió sobre geometría, álgebra, y astronomía, mejoró el diseño de los primitivos astrolabios, instrumentos para determinar las posiciones de las estrellas sobre la bóveda celeste, e inventó un densímetro.
Hypatía nació en Alejandría, capital de la diócesis romana de Egipto, a mediados del siglo IV, en 370, según algunas referencias, y en 355, al decir de otras.
Pero dado que su discípulo Synesius de Cirene, nació en torno a 375, esta última fecha parece la más correcta.
Su padre, Theon de Alejandría, un célebre matemático y astrónomo, muy apreciado por sus contemporáneos, que probablemente debió trabajar, y dar clases en La Biblioteca del Serapeo, sucesora de La Legendaria Gran Biblioteca Ptolemaica.
La Biblioteca Real de Alejandría, o Antigua Biblioteca de Alejandría, fue en su época, la más grande del mundo.
Situada en la ciudad egipcia de Alejandría, se estima que fue fundada a comienzos del siglo III a. C. por Ptolemy I, y ampliada por su hijo Ptolemy II, llegando a albergar, hasta 900.000 manuscritos.
Hypatía, por su parte, se educó en un ambiente académico y culto, dominado por la escuela neoplatónica alejandrina, y aprendió matemáticas y astronomía de su padre, quien además, le transmitió su pasión por la búsqueda de lo desconocido.
Hypatía aprendió también, sobre la historia de las diferentes religiones que se conocían en aquel entonces, sobre oratoria, sobre el pensamiento de los filósofos, y sobre los principios de la enseñanza.
Viajó a Atenas y a Roma, siempre con el mismo afán, de aprender y de enseñar.
Damascius afirmaba que “además de conseguir el grado más alto de la virtud práctica en el arte de enseñar, era justa y sabia, y se mantuvo toda la vida virgen”, dato confirmado por la Suda, una enciclopedia bizantina del siglo XI, que sin embargo, añade que fue “esposa de Isidoro el Filósofo”
El mismo Damascius refiere una anécdota, que ilustra la actitud de Hypatía ante el sexo:
“Cuando un discípulo le confesó que estaba enamorado de ella, la filósofa le arrojó un paño manchado con su sangre menstrual, espetándole:
De esto estás enamorado, y no tiene nada de hermoso”
En torno al año 400, la filósofa se había convertido en líder de los neoplatónicos alejandrinos, y, de acuerdo a la Suda, se dedicó a la enseñanza, centrándose en las obras de Platón y Aristóteles.
La casa de Hypatía se convirtió en un centro de instrucción, donde acudían estudiantes de todas partes del mundo romano, atraídos por su fama.
Entre sus alumnos había cristianos, como por ejemplo su alumno predilecto, Synesius de Cirene, con posterioridad, Obispo de Ptolemaida entre 409 y 413, perteneciente a una familia rica y poderosa, que mantuvo una gran amistad con su maestra.
Este personaje, dejó escrita mucha información sobre Hypatía, y gracias a él, conocemos sus obras, aunque ninguna se haya conservado.
En todo caso, cabe indicar que sus alumnos fueron un grupo muy unido de aristócratas paganos y cristianos, algunos de los cuales, desempeñaron altos cargos.
Dominus Noster Flavius Theodosius Augustus, había convertido el llamado catolicismo en religión de Estado, por el Edicto de Tesalónica de 380, imponiendo la ortodoxia nicena.
Ello provocó la reacción, tanto de los paganos como de las distintas interpretaciones del cristianismo, ahora oficialmente convertidas en herejías a perseguir y erradicar.
A lo largo de las décadas siguientes, tuvieron lugar grandes controversias y disputas entre las distintas facciones de cristianos, que llegaron en ocasiones a la violencia.
Los filósofos neoplatónicos como Hypatía, pronto fueron objeto de fuertes presiones.
Algunos, se convirtieron al cristianismo, pero Hypatía no consintió en ello, a pesar de los consejos de sus amigos, como Orestes, Prefecto augustal, y alumno suyo, que se había bautizado en Constantinopla, antes de ir a desempeñar su cargo en Egipto.
A pesar de su paganismo, Hypatía contó con la estima y protección de estas élites intelectuales cristianas, e incluso, 120 años después de su muerte, el historiador Sócrates Escolástico, muy valorado por su imparcialidad, la consideraba, a pesar de su religión, un “modelo de virtud”
Orestes se dejaba aconsejar por Hypatía, en los asuntos políticos y municipales, y la Suda confirma, que Hypatía fue popular como consejera de las más altas magistraturas de Alejandría:
“Vestida con el manto de los filósofos, abriéndose paso en medio de la ciudad, explicaba públicamente los escritos de Platón, o de Aristóteles, o de cualquier filósofo, a todos los que quisieran escuchar...
Los magistrados solían consultarla en primer lugar, para su administración de los asuntos de la ciudad...”
Por entonces, el enérgico patriarca de Alejandría, era el copto Theophilus, que según su amigo, Synesius de Cirene, tenía tanta influencia entre las clases altas de Alejandría, como la propia Hypatía.
Gozaba de un inmenso poder, y en 391, obtuvo del Emperador Dominus Noster Flavius Theodosius Augustus, una orden para demoler los templos paganos de su ciudad, entre ellos, el Mitreo y el Serapeo, lo que provocó sangrientos disturbios entre paganos y cristianos.
Se supone, que fue entonces, cuando fue saqueada, o al menos vaciada, la biblioteca de este último, sucesora de La Gran Biblioteca de Alejandría.
En 416, el teólogo e historiador hispanorromano, Paulus Orosius, vio con mucha tristeza sus restos, afirmando que “sus armarios vacíos de libros, fueron saqueados por hombres de nuestro tiempo”
Durante los motines anti judíos que tuvieron lugar en esos años, azuzados por Cyril, Orestes trató de proteger a los hijos de Israel, pero tras una serie de incidentes de gran violencia, Cyril logró expulsarlos, y permitió que sus bienes fueran robados por la multitud.
En general, imperaba por entonces, en Oriente Próximo, un odio visceral entre las 2 confesiones religiosas, produciéndose agresiones en ambos sentidos.
Orestes informó al Emperador de las acciones del Patriarca, y a juzgar por el relato de Sócrates Escolástico, debió solicitar la deposición y destierro de Cyril, el cual buscó entonces la reconciliación con El Prefecto Imperial, a lo que éste se negó.
Llegaron entonces, 500 monjes procedentes del Desierto de Nitria, para proteger a su Patriarca, y provocaron una sedición.
Al ver al prefecto, que circulaba en un carro, se abalanzaron sobre él, llamándole adorador de ídolos y pagano, e insultándole.
El Prefecto gritó que era cristiano, y que le había bautizado el propio Patriarca de Constantinopla.
Uno de los monjes, llamado Amonio, hirió a Orestes de una pedrada en la cabeza, por lo que fue detenido, torturado, y muerto.
Cyril enterró su cadáver en una iglesia, y le tributó honores de mártir, con lo que la ruptura entre el Patriarca, y el representante imperial, fue total.
“Synesius, you don't question what you believe, or cannot.
I must”
Empezó entonces a correr entre los cristianos de Alejandría, el rumor de que la causante de la discordia entre Cyril y Orestes, era la influyente Hypatía, amiga y consejera de su ex alumno y, presumiblemente, opuesta a los abusos del poder religioso.
En plena Cuaresma, un grupo de fanáticos dirigidos por un lector de nombre Pedro, se abalanzó sobre la filósofa, mientras regresaba en carruaje a su casa, la golpearon, y la arrastraron por toda la ciudad, hasta llegar al Cesáreo, magno templo edificado por Augustus, tras su victoria sobre Marcus Antonius, y convertido en catedral de Alejandría.
Allí, tras desnudarla, la golpearon con piedras y tejas, hasta descuartizarla, y sus restos fueron paseados en triunfo por la ciudad, hasta llegar a un lugar denominado el Cinareo, por su nombre, se supone que es un crematorio, donde los incineraron.
Hypatía murió a una edad avanzada, 45 o 60 años, dependiendo de cuál sea su fecha correcta de nacimiento, linchada por una turba de cristianos.
La motivación de los asesinos, y su vinculación o no con la autoridad eclesiástica, ha sido objeto de muchos debates.
El asesinato, se produjo en el marco de la hostilidad cristiana contra el declinante paganismo, y las luchas políticas entre las distintas facciones de la Iglesia, el patriarcado alejandrino, y el poder imperial, representado en Egipto, por El Prefecto Orestes, ex alumno de la filósofa.
Sócrates Escolástico, el historiador más cercano a los hechos, afirma que la muerte de Hypatía fue causa de “no poco oprobio” para el patriarca Cyril, y la iglesia de Alejandría, y fuentes posteriores, tanto paganas como cristianas, le achacan directamente el crimen, por lo que muchos historiadores consideran probada o muy probable, la implicación de Cyril, si bien el debate al respecto, sigue abierto.
Finalmente, la entrada referente a Hypatía, en la monumental enciclopedia bizantina del siglo XI, conocida como la Suda, siguiendo a Damascius, atribuye también la responsabilidad del crimen, a la envidia de Cyril, y al carácter levantisco de los alejandrinos, pero da una clave adicional para comprender la triste muerte de la filósofa, al equipararla a los crueles asesinatos de 2 obispos impuestos a los alejandrinos por La Corte Imperial de Constantinopla:
El arriano Jorge de Capadocia, y el calcedoniano Proterio.
El primero fue atado a un camello, despedazado, y sus restos quemados; y el segundo, arrastrado por las calles, y arrojado al fuego, asesinatos muy similares al de la propia Hypatía.
Sobre la motivación que Cyril podría haber tenido para ordenar, o inducir la muerte de la filósofa, los historiadores han concluido la confluencia de al menos, 5 móviles:
La propia intolerancia del obispo hacia el paganismo, y el neoplatonismo, que tanto había influido en el arrianismo.
La amistad e influencia de la filósofa, sobre El Prefecto Imperial Orestes, y las clases altas de Alejandría.
Los deseos de vengar la muerte del monje Amonio, ordenada por Orestes, quizá aconsejado por su ex-maestra.
La hostilidad de Hypatía hacia Theophilus, y su sobrino, por la destrucción del Serapeo, y el saqueo de su biblioteca en 391, que posiblemente la llevara a azuzar el enfrentamiento entre El Prefecto Imperial y El Patriarca.
O el deseo de lanzar una seria advertencia a Orestes, mediante la muerte de alguien tan cercano como Hypatía.
Convertido en uno de los personajes más influyentes de la Iglesia, a la muerte de Cyril, en 444, fue declarado santo, y es considerado, uno de los Doctores de la Iglesia, debido a su extensa obra doctrinal.
No hubo más actos violentos contra los filósofos paganos de Alejandría, posteriormente a la muerte de Hypatía; cuya Escuela siguió activa hasta el siglo VII, sin que su actividad se viera interrumpida siquiera, por el cierre de La Academia de Atenas, en tiempos de Flavius Petrus Sabbatius Iustinianus.
Su carácter singular de mujer entregada al pensamiento y la enseñanza, en plena tardoantigüedad, su fidelidad al paganismo en el momento de auge del catolicismo teodosiano, como nueva religión del Estado romano, y su muerte a manos de cristianos, le han conferido gran fama.
La figura de Hypatía, se ha convertido en un verdadero mito:
Desde la época de la Ilustración, se la presenta como a una “mártir de la ciencia” y símbolo del fin del pensamiento clásico, ante el avance del Cristianismo.
No obstante, en la actualidad se destaca que su asesinato fue un caso excepcional y que, de hecho, la escuela neoplatónica alejandrina, progresivamente cristianizada, floreció hasta pleno siglo VII.
Por su parte, los movimientos feministas, la han reivindicado como paradigma de mujer liberada, incluso sexualmente, aunque, según la Suda, estuvo casada, y se mantuvo virgen.
También, se la ha asociado con la Biblioteca de Alejandría, si bien no hay ninguna referencia que vincule a ambas:
Se cree que La Gran Biblioteca ptolemaica, desapareció en un momento incierto del siglo III, o quizá del IV, y su sucesora, La Biblioteca del Serapeo, fue expoliada en 391.
Según las fuentes, Hypatía enseñaba a sus discípulos en su propia casa; y consiguió tal grado de cultura, que superó de largo, a todos los filósofos contemporáneos.
Heredera de la escuela neoplatónica de Plotinus, explicaba todas las ciencias filosóficas a quien lo deseara.
Con este motivo, quien quería pensar filosóficamente, iba desde cualquier lugar hasta donde ella se encontraba.
Ninguna de sus obras se ha conservado, pero se conocen gracias a sus discípulos, como Synesius de Cirene o Hesychius de Alejandría, El Hebreo.
Y es que su figura ejerce especial seducción desde varios puntos de vista:
Como precursora de las mujeres científicas; como heroína que se mantuvo firme frente al fundamentalismo; y como símbolo del esplendor clásico, y la cultura helenística, postergada después por muchos siglos.
“If I could just unravel this just a little bit more, and just get a little closer to the answer, then...
Then I would go to my grave a happy woman”
Agora es una película de drama española, dirigida por Alejandro Amenábar, en el año 2009.
Protagonizada por Rachel Weisz, Max Minghella, Ashraf Barhom, Oscar Isaac, Michael Lonsdale, Rupert Evans, Homayoun Ershadi, Richard Durden, Sami Samir, Manuel Cauchi, Homayoun Ershadi, Oshri Cohen, entre otros.
Agora, es la 5ª película de Amenábar, y la 2ª rodada íntegramente en inglés, después de “The Others” (2001)
Agora es un drama histórico, que se desarrolla en la ciudad de Alejandría, Egipto, a partir del año 391 d. C.
El Ágora, era la plaza pública, lugar de encuentro cultural, comercial, y político de las ciudades, polis griegas, y Alejandría era entonces, una ciudad griega.
Alrededor del Ágora, estaban los edificios principales, y convergían las principales vías de la ciudad.
Etimológicamente, Ágora es un término por el que se designaba en la Antigua Grecia, a la plaza de las ciudades-estado griegas, polis.
Era un espacio abierto, centro del comercio, mercado, de la cultura, y la política de la vida social de los griegos.
Estaba normalmente rodeada por los edificios privados y públicos, más importantes, como las stoas, o pórticos columnados, pritaneos u oficinas administrativas, Bouleterión o edificio para las reuniones de la boulé, y balaneia, o baños...
La elaboración del guión, que comenzó en 2005, ha corrido a cargo del mismo Amenábar y Mateo Gil, con la colaboración del productor ejecutivo, Fernando Bovaira, y ha supuesto, en palabras del director “perderse entre libros de Historia y Astronomía, acabando atrapados en el Egipto de hace 1600 años”
Fue Carl Sagan, en su serie “Cosmos: A Personal Voyage” y en el libro “Cosmos”, ambos de 1980, quien redescubrió para el público contemporáneo, el personaje de Hypatía, que aparece mencionado en los antiguos textos de sus discípulos:
Synesius de Cirene y Hesychius de Alejandría, así como de su contemporáneo, Sócrates Escolástico, entre otros.
Carl Sagan, en el capítulo 13 de su serie “Cosmos: A Personal Voyage”, trataba la muerte de Hypatía, y la destrucción de la Biblioteca de Alejandría.
Según Sagan:
“En el año 415, cuando iba a trabajar, cayó en manos de una turba fanática de feligreses de Cyril.
La arrancaron del carruaje, rompieron sus vestidos y, armados con conchas marinas, la desollaron arrancándole la carne de los huesos.
Sus restos fueron quemados, sus obras destruidas, su nombre olvidado”
También aparece en la Suda, enciclopedia bizantina del siglo X.
Amenábar, después de leer “Cosmos”, estudió figuras históricas de la astronomía como:
Ptolemy, Nicolaus Copernicus, Johannes Kepler, y Galileo Galilei, pero se encontró muy interesado en la historia de Hypatía, una astrónoma griega del siglo IV, cuya historia, sentía, estaba siendo relevante en el siglo XXI:
“Nos dimos cuenta que, este momento en particular en el mundo, tuvo muchas conexiones con nuestra realidad contemporánea.
Luego, el proyecto se convirtió realmente intrigante, porque nos dimos cuenta de que podríamos hacer una película sobre el pasado, mientras que en realidad, hacemos una película sobre el presente.
Es una película que desafía a la audiencia en términos de razonamiento, y tratando de entrar en la historia.
Yo decía:
Agora trata sobre astronomía, y quería expresar conceptos que se estudian en la escuela, como ciencias, y matemáticas, que se muestran fascinantes, no de la manera de cómo se imparten en la educación moderna.
Quería traducir la fascinación del hombre por la búsqueda del conocimiento.
Quería mostrar la astronomía, y los estudiosos de la manera más atractiva.
Esos son los verdaderos héroes de Agora” dijo el director.
En la elaboración del guion, y la película, participaron como asesores:
Antonio Mampaso Recio, doctor en ciencias físicas, astrofísico, e investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias.
Javier Ordóñez Rodríguez, catedrático de Historia de la ciencia, en la Universidad Autónoma de Madrid; licenciado en Ciencias Físicas, y doctor en Filosofía.
Carlos García Gual, catedrático de filología griega, en la Universidad Complutense de Madrid, y especialista en la antigüedad clásica.
Elisa M. Garrido González, profesora de Historia Antigua de la Universidad Autónoma de Madrid, y especialista en historia de la mujer en la Antigüedad clásica.
Justin Pollard, historiador, productor de televisión, escritor, y guionista.
Coautor, con Howard Reid, del libro “The Rise and Fall Of Alexandria: Birthplace Of The Modern World”
Agora, fue rodada en la isla de Malta.
Los principales escenarios de esta producción, se encuentran en el Fuerte Ricasoli; otras localizaciones están en:
Medina, La Valeta, y Marsaxlokk.
Como dato, en algunos de estos lugares, también se rodó la película “Gladiator” (2000)
“Agora, es la historia de una mujer, de una ciudad, de una civilización, y de un planeta.
El Ágora es el planeta, donde tenemos que convivir todos.
Hemos intentado mostrar la realidad humana, en contexto con todas las especies de La Tierra, y a La Tierra en el contexto del Universo.
Mirar a los seres humanos como hormigas, y a La Tierra como una pelotita más que va flotando en un océano de estrellas.
Y para eso hemos jugado con el cambio de perspectiva” dijo el director.
Agora es una película para personas a las que les gusta las razones, y la convivencia pacífica, y que son escépticas de las religiones, especialmente de las que están cercanas a la política, y a la búsqueda del poder.
“The majority of us here... have accepted Christ.
Why not the rest of you?
It's only a matter of time and you know it”
Hypatía de Alejandría, entró en la historia rodeada de leyendas, muchas de ellas, relacionadas con su vida personal.
Admirada por su inteligencia, respetada por su destacado lugar en la jerarquía social de la ciudad, las fuentes la dibujan como una mujer de gran belleza que despertaba pasiones.
La historia de Agora, se desarrolla en un mundo casi legendario, prácticamente olvidado por el mundo del cine, una época, y un lugar único:
Alejandría, Egipto, 391 d.C., durante El Bajo Imperio romano, crisol de las antiguas culturas egipcia, griega ,y romana.
La ciudad fundada por Mégas Aléxandros, contaba con el Museo de Alejandría, templo de las Musas dentro del que se encontraba el Serapeum, con su biblioteca o Segunda Biblioteca de Alejandría, y con la Columna de Pompeyo, el Cesareum, la Vía Canópica, vía que atravesaba Alejandría, permitiendo la comunicación desde el Ágora con el puerto, en la antigua ciudad de Canopus, y El Faro de Alejandría, una de Las Siete Maravillas del Mundo.
Un mundo que, según algunos autores, iba a quedar sepultado, ante el ascenso del cristianismo como religión hegemónica, frente a las otras religiones existentes:
La griega, romana, greco-egipcia, y el judaísmo.
En el siglo IV, Egipto era una provincia del Imperio Romano.
La ciudad más importante, Alejandría, se había convertido en el último baluarte de la cultura, frente a un mundo en crisis, dominado por la confusión, y la violencia.
En el año 391, hordas de fanáticos se ensañaron con la legendaria biblioteca de Alejandría.
Atrapada tras sus muros, la brillante astrónoma Hypatía (Rachel Weisz), filósofa y atea, lucha por salvar la sabiduría del mundo antiguo, sin percibir que su joven esclavo Davus (Max Minghella), se debate entre el amor que le profesa en secreto, y la libertad que podría alcanzar, uniéndose al imparable ascenso del Cristianismo.
Alejandro Amenábar, no solamente nos muestra la pasión de los personajes, y la lucha por el poder en Agora, también nos ilustra sobre muchas facetas de la cultura y de la existencia del ser humano:
Historia, filosofía, astronomía, matemáticas, física, sociología…
De manera sutil y hermosa, aparecen algunos de los hitos de la historia de la matemática, y de la historia de la astronomía.
A lo largo de Agora, el personaje de Hypatía, se emociona ante los textos de los Elementos de Eukleides, el cono de Apollonius, el sistema geocéntrico de Claudio Ptolemy, y el heliocéntrico de Aristarkhos de Samos, y se apasiona y empeña en resolver, el enigma astronómico que plantean los planetas errantes, vislumbrando en la elipse, la solución que hallarán más de mil años después, en el siglo XVI, Nicolaus Copernicus, y Johannes Kepler, en su reformulación, hoy vigente, de la Teoría heliocéntrica de órbitas elípticas.
Toda la tradición espiritual, cultural, filosófica, y científica de la Cuenca del Mediterráneo, se decanta en una mujer que habitó en tiempos convulsos, en la ciudad de Alejandría.
Una mujer encomendada en cuerpo y alma, al cultivo de la sabiduría, y que murió virgen, porque pensaba que el cuerpo, ataba al espíritu.
“Hypatía murió virgen.
Sabemos por las cartas de algunos de sus estudiantes que inspiraba una tremenda devoción entre sus pupilos.
Y que algunos pudieron o no, haberse enamorado de ella, pero que nunca cruzaron el límite profesor/alumno.
La lealtad que inspiraba entre el alumnado era casi feroz.
Que una mujer diera clases, era algo atípico, quizá parte de su relevancia sea fruto del momento específico en el que vivió, y de la ciudad en la que nació”, comenta Rachel Weisz.
En Agora, 2 hombres la ambicionan:
Su esclavo Davus, y Orestes (Oscar Isaac), un alumno que llegaría a Prefecto de Alejandría.
“Davus es un personaje inventado”, explica Alejandro Amenábar, “pero es un personaje clave, que nos permite conocer, cómo funcionaba la ciudad, el entorno de Hypatía, la sociedad grecorromana, y el Mundo Antiguo en general; cómo se entendía la esclavitud en el siglo IV.
Davus duda si convertirse en cristiano.
A través de él, conocemos el cristianismo en sus primeros años.
Cómo pasó de ser una religión perseguida, a ser una religión dominante.
Davus se convierte en parabolano, que era una facción religiosa, muy característica de la época, un grupo de monjes que empezó siendo una orden de ayuda a los más necesitados, y acabó convirtiéndose, en un brazo armado de la Iglesia”
“It is just a matter of time?
As far as I am aware, your God has not yet proved himself to be more just or more merciful than his predecessors”
Agora refleja bastante fiel, las luchas religiosas, y el ambiente de fanatismo e intolerancia, que precedió al establecimiento del cristianismo, como religión oficial dominante en el mundo civilizado de entonces.
El diseño de producción, la música, la fotografía, el montaje… todo roza la perfección técnica.
Pero el director no usa esos grandes medios, buscando el colosalismo, ese cine histórico que tantas veces hemos visto, espectacular aunque vacío.
Los pone al servicio de una idea, tan necesaria en el tiempo de Hypatía, como en el actual:
La defensa de la razón, y la duda frente a quienes creen detentar verdades absolutas, y están dispuestos a imponerlas a los demás por la fuerza.
Según Amenábar:
“Agora es, en muchos sentidos, una historia del pasado, sobre lo que está pasando ahora, un espejo para que el público mire y observe desde la distancia del tiempo y del espacio, y descubra, sorprendentemente, que el mundo no ha cambiado tanto, y se sigue lapidando a la gente.
Las mujeres han mejorado sus condiciones, aunque hay sitios donde las tratan como en el siglo IV” dijo el director.
Sin concesiones que le distraigan de las ideas principales que quiere expresar, Amenábar se aleja del sexo, y de la violencia.
Lo primero era más fácil, sabiendo que Hypatía fue virgen por decisión propia.
Lo segundo era más complicado en una historia turbulenta.
Cuando llegan los hechos sangrientos, la cámara sobrevuela la acción, sin recrearse en detalles, sobre las hordas violentas que, a cámara rápida, parecen un activo hormiguero.
Aunque intelectualmente Agora es muy básica, tiene en su inicio, opciones para mostrar una equilibrada alegoría, sobre el grave peligro de los extremismos en todo tipo de ámbitos:
Políticos, religiosos, culturales… y más si tales extremos radicales, llegan a ocupar el poder, pero esta visión se desbarata, y pierde la gravedad pretendida por una tendenciosa reducción a buenos-malos, listos-tontos, fanáticos-tolerantes, vestidos de blanco-vestidos de negro, y la siempre evitable instrumentalización de aspectos históricos, basados en la fabulación sesgada, o en el tratamiento infantil, con sensibilidades presentes de costumbres, políticas, y pensamientos pasados.
Agora opta por algunas licencias históricas:
Hypatía murió entre los 45 y 60 años, mientras que Agora muestra a una joven Rachel Weisz.
Los hechos narrados en Agora, transcurren, según cronologías, con Hypatía en el intervalo de edad 21, 45 ó 36, 61.
Rachel Weisz rodó Agora con 38 años.
Así que la crítica puntillista sobre falta de correspondencia entre dichas edades, sólo es admisible en el sentido de que, tal vez Hypatía no envejece lo suficiente en Agora.
Parece un asunto menor.
Con los datos históricos con los que contamos hoy en día, no existe la certeza de que fuera el obispo Cyril, quien estuviera tras el asesinato.
No hay datos que aseveren que Hypatía descubriera la órbita elíptica de los planetas.
La casa de Hypatía, presenta frescos y mosaicos que se han encontrado en Pompeya y Herculano, no en Alejandría.
El palacio de Orestes, contiene una copia de La Loba Capitolina, pese a ser ésta, una escultura medieval, a la que se añadieron las imágenes de Rómulo y Remo en El Renacimiento.
Alejandría, fue una ciudad de nueva fundación de Mégas Aléxandros y, por consiguiente, griega.
Tanto la ciudad, como el propio Serapeo, eran de arquitectura clásica, y no egipcia, máxime en la época en la que transcurre Agora, en pleno dominio romano.
El obispo, Synesius de Cirene, murió antes que Hypatía, por lo que no pudo estar presente en Alejandría, en la época de la muerte de ella, ni mucho menos, consentir, o alentar su asesinato, tal como se narra en Agora.
Synesius fue alumno de Hypatía, como se muestra en Agora, y ambos mantuvieron una relación epistolar, que es una de las principales fuentes que tenemos sobre Hypatía, y que muestra el respeto que él le profesaba.
Las únicas licencias no documentadas de relevancia, son estas 2:
La fascinación amorosa de Orestes y de Davus por Hypatía.
Permite construir un guión más compacto, uniendo en unos mismos personajes, varias anécdotas conocidas; y el descubrimiento por Hypatía de las órbitas elípticas, 11 siglos antes de Johannes Kepler.
No se sabe, pero era posible.
Conocía todos los elementos que se combinan, para llegar a dicha conclusión:
Posiciones de los planetas, tesis heliocéntrica, y propiedades de las cónicas.
Puede parecer un atrevimiento, pero se formula con objeto de recrear y ensalzar el razonamiento científico, en una escena memorable.
Por otra parte, El Observatorio Antidifamación Religiosa, protestó contra Agora por “promover el odio a los cristianos, y el refuerzo de falsos tópicos sobre la Iglesia Católica”
Agora, en un principio, tuvo problemas para encontrar distribuidores en Estados Unidos y en Italia, posiblemente por la crítica que señala en relación a la Iglesia Católica, aunque finalmente encontró distribuidores en ambos países.
Agora ha sido censurada en Egipto por “insultar a la religión”
Y es que se nos muestran las barbaridades de la religión, donde no importa matar a un ser humano de diferente fe, solo por conservar la propia, por encima de las demás.
Hay quienes descalifican Agora, por su intención ideológica, y supuestamente manipuladora, dicen, de los hechos.
Insisten para ello, en presentar la muerte de Hypatía, como un episodio más de la pugna entre Cyril y Orestes, queriendo quitarle la carga simbólica que ha alcanzado con el paso de los siglos.
Pero esa pugna, no era una enemistad personal y anecdótica, sino plasmación del permanente intento del poder religioso, por controlar al poder civil.
Los administradores de la verdad única y revelada, no consintieron que el gobernador tuviera oídos para el pensamiento libre de una mujer…
Personaje muy complejo que Rachel Weisz, interpreta maravillosamente.
A su lado, un bellísimo y muy talentoso Max Minghella, compone al hermoso y bravío esclavo:
Su imposible historia de amor, atraviesa las escenas de masas, la violencia extrema, y el amor del Prefecto por la misma mujer, así como su impotencia para salvarla de la ira de los feroces machistas cristianos.
Pero Hypatía y su esclavo, no conforman una historia lineal, sino hecha de retales, de escenas sueltas, que conforman una historia paralela, que consolida la historia general.
El amor del esclavo por su sabia ama, se ve a través de momentos.
Cuando no está no se echa de menos, pero cuando reaparece, y más aún cuando se les vuelve a ver juntos... la palpitante narración, adquiere el color de las más vibrantes tragedias:
Sobrecogedora la escena en que posa su mano sobre uno de sus pies desnudos mientras duerme...
Los detalles destacables, cómo no, se van hacia lo que ha costado la mayor parte del presupuesto de Agora:
La reconstrucción histórica del Ágora de Alejandría.
Simplemente espectacular, la ambientación, los ropajes, inclusive la música, acompaña perfectamente a lo que estamos viendo, y es algo de agradecer.
Lo del “Google Earth” no me ha desagradado, haciéndonos ver la historia de una mujer, que es la historia de una ciudad, que es la historia de una civilización, que es la historia de la humanidad, y lo insignificantes que somos los humanos, en cuanto a lo que la ciencia abarca.
A modo de decir, que son otros, los extraterrestres, quienes nos miran como hormigas, y con horror, al ver lo que se ha deconstruído a base de un fe que nunca fue.
Hay un aspecto de Agora, del que no se habla, y que a mí me ha parecido genial, ya que es raro que se enfoque de esa manera.
Me refiero al tema del amor.
La escena final, en la que Davus asfixia a Hypatía, a quien ha amado siempre, para que no sufra, y en donde pasan por su mente, todas las imágenes y recuerdos, es impresionante y maravillosa.
El problema del fanatismo, no es sólo que asesina y mata, es también que destruye el amor entre las personas; y eso queda personificado en Davus.
Algo de lo que a veces, ni las religiones que predican amor, han podido librarse.
Ya que la gente mala, acude adonde huele poder y riqueza fácil.
No entiendo, la gente que se ofende por ser católica.
Eso sí, hay bofetadas para todos, creo que no sale ni una religión bien, hasta si cerramos un poquito los ojos, y prestamos atención, se pueden interpretar críticas al ateísmo.
También, creo que hasta los cristianos pueden tener cierta razón al sentirse ofendidos.
Y no tanto por como los retratan, y lo que hicieron, que hasta donde yo alcanzo, es bastante real, como por lo que ocurre con Davus.
Davus pasa de ser un esclavo bueno e inteligente, a un psicópata, en cuanto se vuelve cristiano.
El paganismo clásico, trató mal a las mujeres, los cristianos no lo hicieron mejor, y el cine actual, parece que ni siquiera se da cuenta, de que sigue la estela.
Pues tenemos la historia de una mujer brillante, en medio de una enorme misoginia, y el cine decide contar su historia, a través de un hombre…
Lo que le ocurre a la protagonista por culpa de sus teorías científicas, con demostraciones, y filosóficas, es parecido a lo que le ocurrirá siglos más tarde a Galileo Galilei, por demostrar que el sol es el centro del universo, y no La Tierra, como decía La Biblia, y proclamaba la iglesia.
Galileo Galilei, tuvo un juicio de la iglesia contra él, a pesar de que él se proclamaba cristiano.
La verdad es que, ya era hora de que alguien tuviera el valor suficiente, para hacer una película sobre esa época, y que pusiera a los cristianos en su sitio, que siempre los ponían de buenos y santos, y no eran ni tan buenos, ni tan santos, cualquiera que haya leído algo de historia, sabrá que las cosas fueron así, que el cristianismo entro más por la fuerza, que por la razón.
“Is it really just a matter of time before I accept your faith?”
Agora fue una superproducción, estrenada en 470 salas de toda España, la cual concede protagonismo principal, a la pasión por el conocimiento, al razonamiento astronómico y geométrico, a la honestidad científica, y al fulgor del descubrimiento.
Es algo del todo inusual, entre tanta trivialidad mediática, algo digno de ser celebrado.
Pero la religiosidad no cristiana, no expira con Hypatía, como tampoco lo hacen ni las matemáticas, ni la filosofía griegas.
Hypatía de Alejandría, matemática, astrónoma, filósofa neoplatónica, y símbolo de la sabiduría, era considerada una figura del paganismo por los patriarcas de Alejandría, como El Emperador Romano Dominus Noster Flavius Theodosius Augustus, en principio tolerante con el paganismo, fue después muy severo en su erradicación.
Según algunos autores, la muerte de Hypatía tuvo que ver con la lucha entre el poder imperial, y el poder episcopal, a la que se sumaba la envidia del patriarca Cyril, inductor del asesinato, las acusaciones de brujería y hechicería sobre Hypatía, y, finalmente, la posible acción de cristianos fanáticos, de una turba de cristianos, del populacho, o los cristianos ortodoxos del círculo de Cyril.
El crimen quedó sin castigo.
Para el historiador José María Blázquez Martínez, citando a Damascius:
“El asesinato de Hypatía, es uno de los más repugnantes crímenes cometidos por la Iglesia de la Tarda Antigüedad”
El historiador más cercano a los hechos, Sócrates Escolástico, muy valorado por su ecuanimidad, vincula a Cyril con el asesinato de Hypatía, al manifestar que “este suceso acarreó no escaso oprobio, tanto a Cyril como a la iglesia de los alejandrinos”
Por otro lado, aunque Gonzalo Fernández, en su estudio, no muestra simpatías por Cyril de Alejandría, a quien califica de “tirano”, reconoce que “ninguna de las fuentes sobre el linchamiento de Hypatía, alude a la presencia de parabolani entre sus asesinos.
En mi opinión, esa turba de cristianos, que estaba dirigida por el lector Pedro, se hallaba constituida primordialmente, por marineros del puerto de Alejandría”
Los parabolani, cabe decir, eran los miembros de una hermandad de monjes, alistados voluntariamente para el servicio, principalmente entre los enfermos, que respondían a Cyril.
Hay otras fuentes de la época, que disputan la versión histórica de Agora, como son el arriano Philostorgius, y el sirio, Juan de Éfeso, y más recientes, como los jansenistas, entre otros.
Se ha argumentado, que resulta poco verosímil, que un político tan avezado como Cyril, llevara a cabo una acción tan contraproducente, y que se demostró perniciosa para los intereses del poderoso patriarcado alejandrino.
Christopher Haas, de la Universidad Johns Hopkins, concluye que, con las fuentes de las que actualmente disponemos, “jamás sabremos, si el propio Cyril orquestó el ataque, o si, al igual que en la agresión contra Orestes, ciertos partidarios se decidieron unilateralmente, a luchar en favor del patriarcado”
María Dzielska apunta, sin embargo, que, incluso si el crimen sucedió a sus espaldas, Cyril debe ser considerado responsable en gran medida, por ser el instigador de la campaña contra la filósofa, como medio de combatir al Prefecto Imperial, y su facción política, contraria a los excesos del Patriarcado.
La muerte de Hypatía fue el histerismo de los necios, empeñados en destruir todo aquello que no comprenden, esa locura institucionalizada y amparada por los clásicos oportunistas ávidos por medrar, siempre en pos del enriquecimiento personal.
“Why should this assembly accept the council of someone who admittedly believes in absolutely nothing?”
¿Agora intenta reflejar la lucha entre culturas y religiones, hacernos mirar al Cristianismo, y reflexionar sobre radicalismos religiosos?
¿Agora intenta hacernos ver la evolución del Cristianismo?
¿Es Agora una película anti-cristiana?
Agora trata de los obstáculos que tiene la evolución de la inteligencia, del poder corrupto, la intolerancia religiosa, y la obstinación ciega.
Alejandro Amenábar cuenta una historia del pasado, que parece una historia del presente.
Esas turbas que entran en La Biblioteca de Alejandría, destruyendo el saber de siglos de luz, podrían verse reflejados en otros dementes de la historia actual, y del pasado siglo.
Vándalos de todos los colores, y de ideologías distintas, cuyo nexo común es la intolerancia, y la ceguera intelectual.
El año 391 de nuestra era, fue nefasto para el mundo de la cultura.
Fue el inicio de la entrada en La Era Oscura de La Edad Media, del feudalismo más ruin y descarnado, los siglos de la brutalidad, y la infamia.
Un feudalismo que a veces parece que quiere resucitar, a pesar de la gran evolución tecnológica que vivimos, pero que no ha ido acompañada de una evolución intelectual.
Agora trata sobre la lucha entre la razón y la sinrazón, desde un punto de vista absolutamente ateo.
No hay conflicto de religiones, no hay auténticos argumentos religiosos en toda Agora.
Sólo hay fanáticos y políticos.
Y unos y otros, utilizan las religiones para conseguir el único fin que persiguen:
El poder.
El único personaje con el que Amenábar deja que te identifiques, es con Hypatía, y a través de ella, se nos muestra una historia que no trata sobre Alejandría, ni sobre amor no correspondido, ni siquiera, sobre teorías de astronomía.
Agora nos muestra, y aquí sí, brillantemente, cómo el ser humano se destruye a sí mismo.
Cómo en multitud de ocasiones en su historia, ha aplastado sus propios avances, su propia brillantez, bajo la pesada bota de la ignorancia, y de la intolerancia.
Y lo hace recreando un momento dramático de la historia:
El fin del Imperio Romano, y el inicio de La Edad Media, que dejaría a la humanidad, sumida en sombras durante más de 10 siglos.
Cuánto tiempo perdido, cuántos conocimientos olvidados, cuántas bibliotecas destruidas, cuántas personas ardiendo en la hoguera por pensar, por cuestionar, por descubrir…
Ese es el verdadero drama que representa Agora, el que te hace reflexionar sobre la condición como “ser humano”
La filosofa Hypatía, es entonces, un atisbo de razón, poco antes del advenimiento del Cristianismo, y al Oscurantismo de La Edad Media, en el que el libre pensamiento, se cercenó de tal modo, que hubo un retroceso y estancamiento científico.
Cuánto daño hizo la fe ciega y la ignorancia, y cuanto daño sigue haciendo.

“I believe in philosophy”



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