Much Ado About Nothing

“Die to Live”

Con un poema, inicia William Shakespeare su obra “Much Ado About Nothing”, planteando desde el primer momento, que “la guerra de sexos”, y el amor que lleva implícito, constituyen los cimientos del texto.
Más aún si, justamente acabado de recitar el poema, irónicamente, se anuncia la llegada de los hombres que vuelven de la batalla, y todo se convierte en una escena, donde la alegría de vivir, brilla por encima de todo.
“Much Ado About Nothing” es una obra teatral, en forma de comedia romántica, escrita por William Shakespeare.
En esta, a diferencia de otras de sus piezas, abunda la prosa.
Data de 1599, el mismo año en que escribió:
“As You Like It” y “Twelfth Night”
De hecho, ya desde el título, el gran dramaturgo inglés, muestra la unívoca intención de fabular en clave irónica y burlesca, pues, en el lenguaje de su época, el vocablo “nothing” se pronunciaba igual que “noting” y esta última palabra, se usaba vulgarmente, para referirse eufemísticamente, a los genitales femeninos.
Los constantes enredos y desenredos, muestran la gran facilidad de Shakespeare para los diálogos punzantes, y para mostrar otras facetas del alma humana, como:
La envidia, la amargura, la tragedia, aunque finalmente, el amor y la felicidad triunfen por encima de ellas.
La trama principal, gira alrededor de la infidelidad femenina, siendo recurrentes en muchos pasajes, los apuntes a los “cuernos” que, conscientes o no, llevan muchos hombres.
En apenas 52 páginas, El Gran Bardo desgrana una historia que nos hará estallar de risa ocasionalmente, por el buen desarrollo de la trama, ocurrente, brillante, siempre deliciosa, con la magnífica escritura propia del autor.
Los nombres de los personajes, como acostumbraba Shakespeare, anuncian el contenido de su alma:
Leonato es el valiente señor de una casa de Mesina, en la Sicilia que se halla dominada por la Corona de Aragón, que recibirá la visita del Príncipe, Don Pedro, en castellano en el original, a quien acompañan varios caballeros, regresando triunfantes de una batalla, entre los que destacan:
Claudio y Benedick.
Con ellos, viene también el hermano del Príncipe, Don John, remisión al pérfido hermano del célebre Rey Arturo, quien tras haberse rebelado contra su hermano y vencido que fue, obtiene su perdón, y permanece en La Corte.
Claudio, bebe los vientos de amor por Hero, nombre mitológico de mujer que muere por amor, hija de Leonato, y prima de Beatrice, mujer de rápida mente y viva lengua, que competirá con el sarcástico Benedick, en acerados diálogos repletos de ironías, retruécanos, y dobles sentidos, en un antecedente superlativo de lo que comúnmente conocemos ahora como “guerra de sexos”, constituyendo una pareja de rivales, que irán unidos, no tan sólo por el significado etimológico de sus nombres, Beatrice, “la que bendice” y Benedick “el bendecido”, sino por el amor que entre ambos florecerá, irrigado por una confabulación de sus amigos y parientes.
Claudio conseguirá, con la intercesión del Príncipe Pedro, el amor correspondido de la bella Hero, pese al entrometimiento de Don John, que le inicia en el maldito vicio de los celos imaginarios, vencidos por la realidad.
Mientras Benedick, con su viperina lengua, intenta convencer a Claudio de su error, al dejar la soldadesca vida para convertirse en marido, y siendo a su vez vituperado.
Benedick por Beatrice, que ansía hallar marido, pero no ve a ninguno, ni a su alcance, ni a su altura.
Don John, corroído por la envidia, fabula una infamia que abocará al engaño a Claudio, con el apoyo de Don Pedro, para rechazar ante el altar casamentero, a su antes adorada Hero, que se desvanece, mortalmente, herida en su amor, y en su honor.
La infamia, la confabulación familiar, los celos infundados, causas todas ellas de tragedias posteriores, se alternan en esta magnífica comedia, una de las más representadas del repertorio shakesperiano, con las constantes burlas relativas a ambos sexos, a su unión, y sus consecuencias, con el añadido de la burla, befa, mofa, y escarnio, con que se describen los personajes de los agentes de la autoridad, representados por Dogberry y Verges, amén de sus ayudantes, con unos diálogos surrealistas, que provocarán la carcajada del respetable.
Ya en el siglo XVI, la censura era tan amplia de mangas, que permitía el solaz del público, a costa de la autoridad, tachada en el caso de analfabetos engreídos, apenas cuerdos pero vagos funcionarios de la ley, debiendo constatar que ambos personajes, Dogberry y Verges, a la postre, claves en la buena resolución de la comedia, fueron representados por los 2 más grandes cómicos de la lengua inglesa de la época:
William Kemp y Richard Cowley, que se apoyaban en un texto inenarrable, al partir el pecho de risa de sus coetáneos, sin necesidad de chistes fáciles, con un doble sentido que requiere conocimiento previo de la situación, lo que dice mucho, pero que mucho, de la cultura del público inglés de tan alejado siglo, capaz de divertirse sin la presencia de palabras soeces, y muletillas de baja estofa.
Otro tanto ocurre con la batalla dialéctica, que hasta el final, mantienen Beatrice y Benedick, en una empeñada contienda sentimental, repleta de alusiones y citas literarias, históricas, y mitológicas, en un avance de “guerra de sexos” que dejan el listón muy alto, siglos antes del advenimiento de la bombilla y el acetato, como base de distracción multitudinaria.
Los primeros textos impresos del original “Much Ado About Nothing” eran “diferentes tiempos públicamente actuado” antes de 1600, y es probable que la obra se haya estrenado en el otoño o el invierno de 1598 o 1599.
Las primeras actuaciones que se registran, son 2 presentadas ante en La Corte, en el invierno de 1612 y 1613, durante las festividades anteriores a la boda de la Princesa Elisabetta Farnese con Felipe V de Borbón, llamado “El Animoso”
“Much Ado About Nothing” se publicó en cuartilla, en 1600, por los editores Andrew Wise y Aspley William; siendo esta, la única edición antes del Primer Folio en 1623.
“I would my horse had the speed of your tongue”
Much Ado About Nothing es una película británica de comedia, del año 1993, protagonizada, producida, adaptada, y dirigida por Kenneth Branagh.
Protagonizada por Emma Thompson, Kenneth Branagh, Robert Sean Leonard, Kate Beckinsale, Michael Keaton, Denzel Washington, Keanu Reeves, Richard Briers, Phyllida Law, Imelda Staunton, Brian Blessed, Gerard Horan, Richard Clifford, Jimmy Yuill, Ben Elton, Alex Lowe, Patrick Doyle, entre otros.
Much Ado About Nothing es la adaptación de la comedia homónima de William Shakespeare, que se centra en el amor, y el daño que los malentendidos, o la traición pueden causar.
Se rodó durante 8 semanas en La Villa Vignamaggio, situada en plena Toscana italiana, en agosto de 1992, y contando con un reparto internacional.
Much Ado About Nothing conserva los diálogos originales escritos por Shakespeare, y es uno de los pocos del autor inglés, en el que participan estrellas de Hollywood, como:
Keanu Reeves, Michael Keaton y Denzel Washington.
Kenneth Branagh se fue a Italia a rodar Much Ado About Nothing y, no pudiendo ser en la misma Mesina, lo hizo en una magnífica villa del paisaje de la toscana, en busca de esa luz mediterránea que, forzosamente, alumbra las alegrías de todos aquellos que, gozosamente, viven las aventuras que someramente se han relatado, fruto de la pluma de Shakespeare.
Much Ado About Nothing viene a contarnos 2 historias de amor, que tendrán que superar distintos obstáculos, tanto externos como internos.
Shakespeare ha pasado a la historia de la Literatura, precisamente por su agudeza para describir al ser humano, y aquí nos encontramos con un espléndido crisol de personajes y comportamientos, absolutamente certeros.
El orgullo, los celos, la envidia, el dolor, la venganza...
En el siglo XV, Sicilia formaba parte de La Corona de Aragón.
El Príncipe, Don Pedro de Aragón (Denzel Washington), regresa victorioso de una batalla, acompañado de su hermano bastardo, Don John (Keanu Reeves), de Benedick (Kenneth Branagh), y del Conde Claudio (Robert Sean Leonard), un joven florentino, que ha sido colmado de honores por el gran valor mostrado en el campo de batalla.
Son recibidos con gran regocijo, por el caballero Leonato (Richard Briers), que vive con su hija Hero (Beckinsale), y su sobrina Beatrice (Emma Thompson), en una paradisíaca villa de la campiña siciliana.
Claudio, inmediatamente se enamora de Hero.
Al enterarse de ese amor, Don Pedro decide hacerse pasar por Claudio en el baile de máscaras de esa noche, para cortejar a Hero, y conseguir que se enamore de Claudio.
Pero un criado escucha la conversación entre Don Pedro y Claudio, cree que el enamorado es Don Pedro, y este error llega a los oídos de Leonato.
Mientras Don John, enterado del amor de Claudio por Hero, se dispone a desbaratar la boda para fastidiar a su hermano Don Pedro.
Por su parte, Beatrice anhela conseguir esposo, pero es muy escéptica de los hombres, y Benedick, que también es escéptico de las mujeres, gusta de Beatrice, y le gustaría que ella le corresponda a su interés.
Así, Leonato y su hija Hero, se ofrecen a ayudar a Don Pedro en un nuevo plan:
Hacer lo posible para que Benedick y Beatrice se enamoren.
Así pues, tenemos 2 parejas de enamorados, que se tendrán que enfrentar a la perfidia del hermanastro de su príncipe.
Benedick y Beatrice, tendrán que decidir si luchar con su amor, o contra su amor.
Pero la dicha que crece entre ellos, superará todos los obstáculos de maldad y envidia que rodean a la trama.
El sufrimiento de Beatrice por su prima, toca el corazón de Benedick, que luchará por conseguir restablecer de nuevo, el honor de la pobre muchacha, ultrajada por las calumnias de un mentiroso rastrero.
Lo cómico del desarrollo de las escenas, se tornan volviéndose sombrías, incluso llegas a pensar, que no se va a arreglar.
Pero gracias a la intervención de un campesino llamado Dogberry (Michael Keaton), en una actuación inolvidable, al final se conseguirá desenmascarar al cruel Don John.
Así planteadas las situaciones, el talento de William Shakespeare hace el resto.
Y como sucede con sus obras, no deja de poner en boca de sus personajes, sus opiniones ácidas, irónicas, y pesimistas, acerca del amor, y de las relaciones humanas en general.
Una narración jovial y positiva, llena de picardía y frescura en sus entusiastas situaciones.
Repleta de diálogos inteligentes y punzantes, con una rima que enamora a cualquier espectador, amante del lirismo, con una enjundiosa, y agraciada partitura, repleta de melodías que se debaten entre la suavidad de la parte inicial, y la apoteosis del desenlace, con bellísimas postales que surgen en primer lugar de los escenarios naturales, y en segundo, por la delicada fotografía que hace destacar cada uno de los colores que se perciben, con un elenco rutilante en nombres y estrellas, que se reparten muy bien el protagonismo, para dar por resultado, una cinta que no deja indiferente, y que por sobre todo, resulta una jubilosa y dicharachera oda a la felicidad, que germina del romanticismo.
Much Ado About Nothing es una historia de amistad, engaño, y desdichas, pero con un broche sorprendente de comedia, y el verdadero tónico de la salvación:
El Amor.
Nos muestra cómo 2 rivales de diferentes pensamientos, son engañados por sus mejores amigos, para declarar su amor, y cómo unidos, acaban con una batalla de artimañas y envidias, causada por un hombre corrompido, y muy villano.
Es una entretenidísima oferta cómico-romántica, que persigue en todo momento, la demostración de que la felicidad en el amor, siempre será posible, mientras haya voluntad y buenas intenciones.
“I cannot hide what I am”
A nadie se le escapa, la absoluta devoción de Kenneth Branagh por William Shakespeare, famosísimo autor del que ha adaptado numerosas obras.
Con Much Ado About Nothing, Branagh se estrenaba como director, siendo también productor y guionista, además del actor principal.
Desde el mismo comienzo, que abre con una estimable estampa pictórica de la Toscana italiana, se advierte un film memorable, ocioso, y distinguido.
Un estupendo entretenimiento.
Branagh hace una adaptación bastante fiel del texto, apenas cortando unas frases, y puliendo algunas invectivas, que reiteradamente hacen señal inequívoca a la cornamenta como adorno masculino, por lo menos, en la versión doblada, y en los subtítulos, hallándose este comentarista en la ignorancia exacta respecto al guión en inglés, aunque es de temer que coincidan, por aquello de pulir una demasía, en busca de una cierta tibieza, que se viera acompañada de más ingresos, motivo por el que cabe suponer también, la inclusión de actores estadounidenses, incluido un Príncipe de La Corona de Aragón de raza negra, pez fuera del agua, cuya otra motivación no se vislumbra.
La dirección de Branagh, es acertadísima, con un inicio festivo, alegre, que nos contagia, entre risas y prisas, a adentrarnos en una historia de amor, celos, traiciones, y mucho, mucho humor.
Pese a ser un director debutante, Branagh es un actor experimentado, por lo que muestra su buen hacer tras la cámara.
La narración es vigorosa, con un ritmo alegre que nunca decae, y unos diálogos sencillamente brillantes.
La puesta en escena, tiene su cenit en la escena final, en un alarde de ingenio; y vista muchos años después, no ha perdido un ápice de frescura y vitalidad.
El origen teatral del guión, no puede decirse que pase totalmente desapercibido, porque evidentemente, la calidad del texto se delata por sí misma; pero el guión técnico, pergeñado por Kenneth Branagh, es adecuado a cada escena, con uso de exteriores siempre que puede, unos exteriores magníficamente retratados por Roger Lanser, con quien ha colaborado en varias ocasiones ya, al igual que ocurre con el músico Patrick Doyle, que además canta sus propias canciones, muy adecuadas a la época.
Y las pocas secuencias que se realizan en interiores, son planificadas de forma que uno olvida, a los pocos minutos, el origen teatral de Much Ado About Nothing, que no es ningún lastre.
Las interpretaciones son fantásticas.
Desde el propio Branagh, que compone un arrollador Benedick; pasando por un gran debut de Kate Beckinsale, como la sufrida Hero; Denzel Washington que se adapta como pez en el agua, a una película de época, a pesar de la sorpresa de su elección; y una alucinante Emma Thompson, absolutamente en estado de gracia, en la película en la que, seguramente aparece más bella y seductora.
Curiosamente, por aquel entonces, pareja en la vida real de Branagh, algo que se refleja en la complicidad de sus interpretaciones.
Es independiente y libre, si se piensa que Denzel Washington y Keanu Reeves son los indicados para interpretar a 2 medio hermanos, lo hace, y consigue que nos olvidemos de lo más obvio, o que no nos importe;  pues éste en el original, no era negro, y sobre todo, que haya trasladado la obra, a inicios del siglo XIX, a tenor de los trajes, hasta lo prefiero.
Es curioso y me gusta más esta época que el XVI.
Sin embargo, por más teatralidad:
¿Cómo Hero puede perdonar a Claudio, después de tal humillación?
Afortunadamente, todo sale a pedir de boca.
Final feliz como no podía ser de otra forma.
“I do love nothing in the world so well as you.
Is that not strange?”
Vaya las cosas que se le ocurrían a William Shakespeare.
Se ve que le encantaba eso, de que la gente hiciese mucho, mucho teatro, y así los personajes de sus obras no paran de hacer charadas, y falsear la realidad para salirse con la suya.
Much Ado About Nothing es una comedia que ahora llaman “de enredos” donde la gente se disfraza, engaña, finge lo que no es, y monta un teatro, dentro de otro teatro, como si todos fuésemos en realidad, personajes encima de un escenario.
Y es que en el cine, Kenneth Branagh es, junto a Laurence Olivier, Orson Welles y Franco Zeffirelli, el director shakesperiano por antonomasia.
Sin olvidar otras memorables adaptaciones de la obra del Bardo Inglés, han sido los mencionados autores, los que han prestado mayor interés a las tragedias y comedias de Shakespeare, y han ofrecido al público, películas de mayor calado popular, y éxito crítico.
Fue con “Henry V” (1989) que inauguró la desigual carrera como cineasta de Branagh.
Considerado por la crítica, y seguramente por él mismo, heredero de su paisano Olivier, este brillante, megalómano, e irregular director, es capaz de firmar películas interesantes, pero también de dirigir bodrios, pero con Much Ado About Nothing alcanzó su cima creativa.
Cierto que no deja de ser una obra teatral de más de 400 años, y como tal, hay que hacer el esfuerzo de sumergirse en ese lenguaje florido, lleno de circunloquios y metáforas, pero si lo hacemos, disfrutaremos de un gran espectáculo.

“Sigh no more, ladies, sigh no more;
Men were deceivers ever;
One foot in sea and one on shore,
To one thing constant never;
Then sigh not so,
But let them go,
And be you blithe and bonny;
Converting all your sounds of woe
Into.
Hey nonny, nonny”



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