Darling

“My impotence, my darling, makes a pair with your virginity”

El término “modelo”, deriva de moda, y se refiere a una persona que viste una prenda, ropa o accesorio, con el fin de exhibirlo a terceros.
Usualmente, se asocia la profesión, al género femenino, sin embargo, en su más amplio sentido, abarca tanto a hombres como a adolescentes y niños.
De acuerdo con el concepto moderno de “modelo”, se trata de una persona con condiciones específicas de edad, estatura, medidas, belleza, etc., para conseguir que los artículos presentados, resulten muy atractivos para el “target” a quien se dirige la publicidad, o la campaña de comunicación, los periodistas, la televisión, etc.
En el modelaje, o actividad de presentar al público ropa, es posible distinguir 2 grandes categorías:
Las modelos de pasarela, asociadas a presentar vestimentas de diseñadores de moda; y las modelos de fotografía, vinculadas a la publicidad de productos, y a las artes visuales y diseño.
Cada una de estas categorías, requiere un perfil específico.
Así, por ejemplo, la cantante Françoise Hardy, y la actriz Brigitte Bardot, fueron modelos de alta costura, y prêt-à-porter, respectivamente, pero sólo fotográficos, y no de pasarela.
Y es que han tenido que pasar un par de décadas, para averiguar que en el cénit de su carrera, Linda Evangelista, la supermodelo que no se levantaba de la cama por menos de $10,000, en realidad, vivía inmersa en la soledad, y sólo se animaba jugando “Game Boy”
También, tuvieron que pasar unos cuantos años, para que Karen Mulder, la que fuese “la rubia con clase” de las pasarelas, protagonizase un sonado escándalo, al revelar, previo ingreso en un psiquiátrico, que El Príncipe Alberto de Mónaco, y otros ejecutivos de la agencia Elite, trataron de violarla, que su padre la hipnotizaba para hacer lo propio, y que en sus años de “Top Model” habían sido poco más, que una moneda de intercambio sexual.
Aunque la holandesa pidió perdón, y trató de mantener un perfil bajo tras las declaraciones, su intento de suicidio en 2002, revivió el debate sobre el estilo de vida de las modelos, y las consecuencias psicológicas de su trabajo.
“Se han abierto mercados y fronteras, y llegan chicas de cualquier lugar remoto, deseosas de triunfar, y alcanzar la fama, a cualquier precio.
Esto ha convertido la profesión, en un circuito de rivales” dijo Christine Hart, una ex modelo profesional, en torno a su libro:
“Lo Que Las Modelos Callan”
“How savage we are tonight.
Did someone go back to their wife?”
Darling es una película de drama británica, dirigida por John Schlesinger, en el año de 1965.
Protagonizada por Julie Christie, Dirk Bogarde, Laurence Harvey, Roland Curram, Alex Scott, José Luis de Vilallonga, entre otros.
El guión es de Frederic Raphael, junto con Schlesinger y Joseph Janni; los cuales cuenta la historia de una modelo amoral, que lo intenta todo para triunfar.
Darling se rueda en escenarios reales de Inglaterra:
Londres, Bristol, Brentford, Berkshire, el aeropuerto de Heathrow... Francia en París; e Italia en Florencia y Capri; y en los platós de Shepperton Studios, en Shepperton, Inglaterra.
Darling ganó 3 Oscar:
Mejor Actriz (Julie Christie), Mejor Fotografía, y Mejor Guion Original, de 5 nominaciones en total, incluyendo mejor película, y mejor director.
Darling suma drama, romance, y crítica social.
Elabora una parábola sobre el mito de la felicidad.
Con el estilo realista y crítico del “Free Cinema”, Darling presenta un retrato de la sociedad de los famosos, en el Londres de los años 60.
La narración, hecha en “flashback” y a cargo de la protagonista, se desarrolla de modo distante, objetivo, y frío, propio del cine que se impone en aquellas fechas.
Explora las transformaciones, que en los primeros 60, afectaban a la moral, y a los usos y costumbres sociales.
Frente a la moral tradicional, plagada de prohibiciones y tabús, las nuevas concepciones, asumen como “normales, razonables y lícitos” temas demonizados hasta entonces, como:
El aborto, el divorcio, el abandono del hogar por la mujer, la infidelidad conyugal, la homosexualidad, y la promiscuidad.
Así las cosas, estamos ante el espejo, de un memorable Londres de los años 60, época dorada del pop y el rock, de The Beatles, y The Rolling Stone, capital mundial de la cultura y la moda, y el resurgimiento de la sicodelia.
Darling, como el film “Alfie” (1966) de Lewis Gilbert, tienen mucho en común.
Tanto Diana y Alfie, son caras de la misma moneda, ambos se mueven entre la necesidad de amor, del placer y la aventura.
Ambos se escurren entre la hipocresía reinante, de su entorno adinerado.
La acción dramática, tiene lugar en 1964, en Londres, París, Roma, Capri, y la campiña italiana.
Diana Scott (Julie Christie) es una hermosa joven, de 20 años, natural de Sussex, que en Londres trabaja como modelo fotográfica, y actriz de cortos publicitarios.
De apariencia fría y de espíritu libre, Diana desea llegar a lo más alto en el mundo de la fama, el dinero, y la posición social.
Casada con Tony Bridges (Trevor Bowen), Diana se relaciona con:
Robert Gold (Dirk Bogarde), periodista de la televisión; Miles Brand (Laurence Harvey), hombre de negocios, con influencias en la industria de la moda, y los círculos del “Jet Set”; Malcolm (Roland Curram), fotógrafo gay; El Príncipe Cesare della Romita (José Luis de Vilallonga), un noble italiano, viudo, padre de 7 hijos; y con muchos famosos, bohemios, y libertinos, de la alta sociedad londinense.
Diana es guapa, inteligente, fotogénica, encantadora, y ambiciosa.
Le gusta la aventura, y busca la felicidad plena.
Julie Christie, encarna a la joven Diana Scott, casada con un marido a quien valora en poco.
Su vida cambiará, al ser entrevistada casualmente, por un periodista de la BBC, en un reportaje callejero.
Al verse en pantalla, a Diana se le dispara la ambición de llegar lejos y alto; a toda costa, según se irá evidenciando en el relato, de la accidentada ascensión.
La cámara, aprovecha a fondo, la fotogenia de la actriz, que llena la pantalla, pues Christie está en todas las escenas.
Así, el director John Schlesinger, convierte magistralmente, los créditos iniciales, en un editorial:
Mientras los nombres pasan superpuestos, vemos cómo un empleado, subido a una escalera, va cambiando por partes el cartel de una gran valla publicitaria.
La imagen de unos niños africanos deformados por la desnutrición, y un rótulo pidiendo ayuda para El Tercer Mundo, van siendo sustituidos, por el gigantesco rostro de Julie Christie, muy ligero, blanco, y sonriente, anunciando la publicación, en una revista femenina, de las memorias de la modelo, y pseudo-actriz, Diana Scott, un símbolo social.
En un par de minutos, ha quedado indicado, radicalmente, el sentido de Darling:
Que las modelos fotográficas, pasen a convertirse en modelos sociales para la mujer, obedece a criticables intereses de mercadotecnia, y a no menos criticables ambiciones de escalada social.
Lo que parece sacado de un cuento de hadas, la realidad es otra, una vida desgraciada y vacía, sin ningún respeto por sí mismo.
Todo ha sido pagado, a costa de su felicidad y autoestima.
Con ello, Darling es una mezcla de drama, romance, y crítica social; y en algún sentido, elabora una parábola, sobre el mito de la felicidad.
Se destaca en Darling, la manera como critica con ironía, y en tono burlón, la hipocresía, el culto a las apariencias, y el cinismo de la alta sociedad, conformada por ricos, poderosos, y celebridades efímeras.
Lo ponen de manifiesto:
La fiesta de caridad, para recaudar fondos contra el hambre en África, el egoísmo y la codicia que presiden sus vidas, y su arbitraria división, entre moral privada, y pública.
Darling aclara muchos puntos, sobre la vanidad, la insensibilidad, y el esnobismo de los ricos, poderosos, y famosos, así como la superficialidad y el desinterés, que demuestran por los temas relacionados con el conocimiento, la información, el saber, el arte, y la cultura.
“You're just a whore baby, nothing but a whore and I don't take whores in taxi's”
John Schlesinger retrata la vida entre frívola, aburrida, y descarada, de una parte de la burguesía, que ansía salir del estrecho, sombrío, y acomodado ambiente inglés de los años 60.
A través de una voz en “off”, la de la propia protagonista, atendiendo una entrevista a los “mass-media”, se desliza por nuestra mirada, la vida, principalmente en su etapa adulta, de esta joven ambiciosa, caprichosa, e inestable, desde que conoce a un intelectual presentador de televisión, hasta que acaba casándose, segunda boda para ella, con un aristócrata italiano, de rancio abolengo.
En un elegante matiz en blanco y negro, que sincroniza la estética visual, el realizador británico, traza el alma aburrida de una joven atractiva y risueña, hambrienta de experiencias, a poder ser transgresoras.
Para el tiempo de su producción y estreno, Darling debió suponer, cierto escándalo, dado que insinuaba la libre decisión de una mujer, rompiendo tabúes, como el de la fidelidad matrimonial, la ingravidez emocional, y gélida de los niños, bien del nuevo movimiento londinense de moda:
El “Swinging”, tierra del hedonismo.
Pero también, en Darling aparece la exposición de la homosexualidad sin complejos, o las trivialidades de la aristocracia, en un permanente estado vacacional.
Etapas todas, por las que Diana se adentrará, aburriéndose finalmente en cada parada.
Tribulaciones de una mujer aburrida, hubiera sido más acertado como título.
Sin embargo, John Schlesinger escogió probablemente la fachada de Christie, por su aterciopelado carácter, lo que le da al personaje, a pesar de ciertos momentos de arritmia en el argumento, y algún que otro momento inexpresivo de la actriz, aceptamos que fueron sus primeros pasos en el cine; una dicha risueña, que no le evita caer en alguna oscura depresión.
Perteneciente a la cosecha inglesa de Schlesinger, más experimental y comprometida que la estadounidense, Darling está en la inconformista línea del “Free Cinema”
Con una cámara ágil, da continuo dinamismo a las escenas.
La fotografía, en trabajado blanco y negro, consigue un aire vanguardista, para secuencias como la de la fiesta semi-orgiástica en París, la exposición de cuadros, las encuestas callejeras, o la anciana cantando en Piccadilly, una canción napolitana.
A causa de su elegante calidad, Darling parece menos crítica, y corrosiva de lo que realmente es.
La fotografía, de Kenneth Higgins, se basa en una cámara inquieta, y diligente, que se mueve en busca de las incidencias de la acción, con el deseo de conseguir los encuadres que mejor los expliquen.
Hace uso de perspectivas generales, como la llegada a Capri por mar, numerosos planos generales, “travellings” de aproximación y alejamiento, y planos a media distancia.
Resalta tanto el rostro, como la figura completa de Julie Christie, que aparece en prácticamente todas las tomas.
Abundan las observaciones sorprendentes e imaginativas, como las de la escena final.
Ofrece escenas abocetadas, pero suficientemente claras, de:
Sexo oral, sexo múltiple, sexo interracial, bisexualidad con el camarero del bar, sexo gay, etc.
Presenta a Malcolm, como homosexual que no se siente traumatizado por el hecho de serlo, y que vive su orientación sexual, con naturalidad.
Él y Diana, mantienen una amistad sincera, como corresponde a personas corrientes.
Usa un atrevimiento, y una desenvoltura inusual hasta entonces, en el tratamiento de viejos tabúes, carentes de fundamento, marcando un precedente en cine, que servirá de ejemplo, para obras posteriores.
Por ejemplo, es de notar en Darling, las antiguas concepciones sobre códigos sociales de conducta, que se ejemplifican en la persona del Príncipe Cesare, y su entorno familiar y patrimonial, anclados en el paternalismo y el servilismo, y aferrados a un mundo de hombres, en el que la mujer cumple sólo funciones de acompañamiento, objeto decorativo, o trofeo del éxito masculino.
El Príncipe, habla de una manera artificiosa y anticuada, y emplea un léxico en desuso.
Viste al margen de la moda, y a la manera de lo que no es, un Lord inglés.
Su palacio de verano, ubicado en la campiña, no sirve para los usos modernos, está amueblado con elementos del pasado, y es atendido por una corte anacrónica de sirvientes y criados.
Con ello, Darling tiene un interesante valor documental, e histórico de la época.
En lo que respecta al apartado interpretativo, a Julie Christie la premiaron, casi al inicio de su carrera, por una película que no ha resistido bien el paso del tiempo, y que hoy incluso, se ve como algo superficial y misógino.
Es magnífica la interpretación de Julie Christie, con sólo 25 años; pero le da réplica, unos inspirados Dirk Bogarde y Laurence Harvey; y un ajustado y correcto José Luis de Vilallonga.
Y es que La Christie, es una criatura cinematográfica, un ángel extraordinario, aura carismática que ha mantenido hasta su madurez.
Da igual lo que haya interpretado, siempre se la recuerda en el bando positivo del Hollywood estrellado.
Como decía, hoy día, la actriz sigue proyectado una elegancia única.
Cineastas como David Lean, la bautizaron como “Sunflower” por su hermosa personalidad, y es bien conocido que Al Pacino, la nombró “la más poética de las actrices”
Nacida en la exótica India, Julie trabajó por 2ª vez para Schlesinger, interpretando a la frívola Diana Scott en Darling, una aburrida y superficial modelo, que se desliza en el despertar del “Swinging” londinense.
Primer trabajo, y único Oscar en su carrera, a pesar de haber sido nominada 3 veces más.
Su química con Dirk Bogarde es perfecta, y no tanto con José Luis de Villalonga o Laurence Harvey.
Bogarde, sabe explotar y mantener, ese aura misterioso y distinguido que le llevaría a ser elegido para “Death In Venice” (1971) de Luchino Visconti, o “Il Portiere di Notte” (1974) de Liliana Cavani.
La ambivalencia de este actor, que ocultó su homosexualidad, y una larga relación con su manager, Anthony Forwood, fue bien explotada en Darling, en una época en que se necesitaba demasiado coraje, para que una estrella admitiera sus preferencias sexuales.
Por otro lado, Laurence Harvey, un verdadero “British Movie Star” a pesar de su origen lituano, su papel en Darling, está exquisitamente punteado de sombras y cinismo, retrato perfecto de un hombre liberal, sin prejuicios, que huye de cualquier responsabilidad, y se alimenta de fiestas de larga noche.
Perfecto personaje, para un actor que daba siempre, una réplica distante, fría, dotado de cierta frigidez, muy “british”
Por último, la banda sonora de John Dankworth, ofrece composiciones melancólicas, de viento y metal, que subrayan el sentido irónico, y triste del relato.
Añade fragmentos ajenos, como una canción popular napolitana, que acompaña a Diana y Malcolm, desde el bar a la casa de campo; el canto de “Santa Lucía” en Capri y Piccadilly; la celebración de la llegada a Paris, al ritmo de un vals, interpretado al acordeón; y un fragmento del solo de un violín, de aires mozartianos.
“It was said of her great-grandmother that the only members of the cabinet who weren't her lovers were the ones who had reason to believe they might be her father”
La “Nouvelle Vague” y su estética, que explotaba la bohemia, y el nuevo estilo de actrices como Anna Karina y Chantal Goya, o actores como Jean Paul Belmondo y Jean-Claude Brialy, influenció al director John Schlesinger, a lo largo de su trabajo, pero es en Darling, donde se expone de manera más particular.
Filmada en Londres y Capri, Darling muestra, el trasfondo social de la época, más que el nocturno a lo “Blow Up” (1966), y al mismo tiempo, dejaba de lado las marcas, para centrarse en diseños originales de Julie Harris.
Los pañuelos en la cabeza, los grandes anteojos, los “trench” a lo Burberry, aparecieron en la figura de Christie.
“Tiene más impacto lo que lleva la actriz, que 10 mejor vestidas del mundo juntas”, afirmaba Time Magazine en 1967.
La actriz, cuyo romance con Terence Stamp, inspiró la canción “Waterloo Sunset” de The Kinks, es el reflejo perfecto de belleza y talento, y por algo, la actriz ganadora del Oscar, se convirtió en la musa de Christian Lacroix, quien la vistió desde la década del 70, reafirmando su condición de ícono, gracias a Darling.
Y es que desde el comienzo, Darling muestra un mundo lleno de moda, pero no por eso, superficial.
El éxito de Twiggy y Jane Asher, en las revistas juveniles, influenció a cada joven que vivió la época dorada de la moda inglesa, y que se contagió con el frenesí de las noches bohemias, y de las salidas glamorosas.
Aunque Darling fue filmada en blanco y negro, Julie Harris ganó un Oscar, también por su trabajo en la historia, cuya estética y sobre todo, protagonismo de Julie Christie, influenció a diseñadores actuales como Roland Mouret, quien ha dedicado colecciones completas, a la figura de Darling.
Casi como una “Cenicienta”, la actriz Julie Christie, comenzaba usando ropas típicas de una chica de Chelsea, hasta llegar a la alta costura, propia de las noches de fiesta londinenses; y tal como Diane Keaton en “Annie Hall” (1971), fue el propio estilo de Julie Christie, el que se llevó a la gran pantalla con gran éxito.
Pero no se dejen engañar por el título “Darling”
Ya que no es una historia de amor, y está claro desde las primeras escenas.
Más bien, Darling trata de un estudio frío y brutal, de “la gente bonita”, la que se esfuerza por que todo sea perfecto, y de buen gusto, pero que está atascada en la hipocresía, y en su propia vanidad.
El que la heroína sea una mujer fatua, manipuladora, y finalmente patética, da un cariz totalmente distinto, a lo que uno esperaría fuera una película ordinaria de su momento histórico, recomendable.

“Your idea of fidelity is not having more than one man in bed at the same time”



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