The Remains Of The Day

“I'm very busy.
I am surprised that you have nothing better to do than stand around all day...”

A estas alturas, y de esto tiene mucha culpa el gusto de nuestro tiempo por lo ecléctico, por un incoherente neoromanticismo, y todos los “neo-ismos”, se han rodado innumerables películas sobre amores imposibles, y pasiones frustradas, y el recurso a esos reiterados esquemas, han resurgido a menudo en el panorama cinematográfico de las últimas décadas, por ser muy del gusto de un sector del público.
Desconozco si la psiquiatría, o la psicología, tienen catalogada la categoría de los autistas emocionales, pues el cine ha dado unos cuantos, y no necesariamente, sociópatas ni misántropos.
Hay autistas emocionales, incapaces de decir lo que sienten; los hay incapaces de sentir nada; los hay que sienten, pero sólo pueden expresarlo por escrito, los que sienten, y lo cuentan a personas distintas de aquéllas, a quienes tienen que decírselo; los que creen que nadie espera una palabra de ellos; y los que convencidos de que son esperados, sólo desean que la otra persona de el paso.
Este tipo de personas, son potencialmente sufridores, depresivos, melancólicos, soñadores, y románticos, también, suelen ser enamoradizos, y les encanta revivir historias de amor de los demás, en las páginas de un libro, en la letra de una canción, o en las imágenes de una película.
Condenados entonces a vivir por la vida de otros, aumentando su frustración y su inseguridad, obligados por su naturaleza, al fracaso personal.
¿A qué profundidad, se puede enterrar un sentimiento para mantener un discurso interno coherente con el paso del tiempo?
¿Años?
¿Décadas?
¿Toda una vida?
Experimentar el desasosiego de descubrir que se han tomado las decisiones equivocadas, encarar esa terrible pérdida, reencontrarte con ese sufrimiento…
¿Qué ocurre cuando el “lenguaje” aprendido, no está habilitado para expresar sentimientos?
¿Cómo se cuenta una historia de amor, a través de personajes que sólo conocen ese “lenguaje”?
“This is my private time.
You're invading it”
The Remains Of The Day es una película dramática del año 1993, dirigida por James Ivory.
Protagonizada por Anthony Hopkins, Emma Thompson, James Fox, Christopher Reeve, Peter Vaughan, Hugh Grant, Michael Lonsdale, Tim Pigott-Smith, Paula Jacobs, Ben Chaplin, Wolf Kahler, Patrick Godfrey, Caroline Hunt, Peter Cellier, Peter Eyre, Lena Headey, Pip Torrens, entre otros.
El guion, escrito por Ruth Prawer Jhabvala, es una adaptación de la novela homónima de Kazuo Ishiguro.
Las novelas de Ishiguro, se caracterizan por una psicología de angustia y recuerdo del pasado, con escasos personajes, y un hilo argumental débil, muy al modo oriental.
El Japón de la posguerra, el nazismo, y los periodos anteriores a La Segunda Guerra Mundial, son los temas más tratados en sus obras.
La modélica adaptación de trama y personajes del Japón medieval a la Inglaterra de entreguerras, es uno de los grandes logros de The Remains Of The Day.
La novela, dedicada “A la memoria de mistress Leonore Marshall”, se divide en un prólogo, y 6 capítulos, que corresponden a 6 días del presente, en los cuales, el mayordomo hace un viaje para encontrarse con una ex compañera de labores.
Ishiguro narra el recorrido en tiempo presente, mientras el mayordomo recuerda los episodios de épocas pasadas:
The Remains Of The Day lo conforma:
Prólogo: julio de 1956 • Darlington Hall.
Primer día por la noche • Salisbury.
Segundo día por la mañana • Salisbury.
Segundo día por la tarde • Mortimer's Pond, Dorset.
Tercer día por la mañana • Taunton, Somerset.
Tercer día por la tarde • Moscombe, cerca de Tavistock, Devon.
Cuarto día por la tarde • Little Compton, Cornualles.
Sexto día por la tarde • Weymouth.
Esta estructura, es perfectamente plasmable en “flashbacks” cinematográficos, por lo que ayuda mucho a la construcción del guión.
The Remains Of The Day obtuvo 8 nominaciones al Oscar:
Mejor película, director, actor (Anthony Hopkins), actriz (Emma Thompson), guión adaptado, dirección artística, vestuario, y banda sonora.
La historia se sitúa en Inglaterra, entre los 1930 y los 1950, y es un profundo drama, acerca de un insensible camarero, que sirve a un diplomático inglés, y se niega al amor.
Al mismo tiempo, la historia es una hermosa parábola, sobre el papel que jugó Inglaterra, en La Segunda Guerra Mundial.
La estructura narrativa, dividida en 2 líneas temporales distintas, muestra la época en la que los 2 personajes principales se conocen, en los años anteriores a La Segunda Guerra Mundial, y su posterior reencuentro, 20 años después.
Mr. James Stevens (Anthony Hopkins), es el primer mayordomo de la mansión Darlington Hall, que está regentada por un aristócrata inglés Lord Darlington (James Fox), que pretendió hacer un tratado de paz, entre el gobierno nazi de Alemania, y la Gran Bretaña, antes de La Segunda Guerra Mundial.
Mrs. Sarah “Sally” Kenton (Emma Thompson) entra a trabajar como ama de llaves.
Ella es una sencilla, pero atractiva mujer, muy responsable, y trabajadora.
Llega a ser el brazo derecho de Stevens.
Stevens se enamora de ella en silencio, aunque nunca se atreve a dar el primer paso, pues su papel de mayordomo, está por encima de sus sentimientos.
Mrs. Kenton, también se enamora de Mr. Stevens, e incluso llega a insinuarse, pero él la esquiva en un momento de intimidad.
El padre de Stevens, William (Peter Vaughan) del mismo oficio, también trabaja en la mansión, con toda una vida dedicada a servir una mesa, tal como él lo señala.
La vejez, apenas le permite cumplir sus funciones en la mansión Darlington, y fallece el día en que Lord Darlington da la cena final a las influyentes personalidades que le visitaban.
Stevens, aun así, no abandona sus funciones para ver a su padre moribundo.
Finalmente, Stevens pierde la oportunidad de amar a la señorita Kenton, quien se retira para casarse con otra persona.
The Remains Of The Day es ante todo, la crónica de un doble fracaso, de un ser que ha comprendido, que ha dedicado su vida leal y diligentemente, a un señor imperturbable, casi un “rey en un microcosmos”, y que al mismo tiempo él, Mr. Stevens, ha perdido la oportunidad de vivir una historia de amor, por su necesidad de mantener ante todo momento la calma, la impasibilidad, intentando mantener todas las cosas en orden.
Mrs. Kenton no duda en ir acercando su persona a la de Mr. Stevens, y aunque nunca abandonen el trato de usted, no se toquen, aparenten demasiada profesionalidad en el trato diario, no tengo, ni tenemos creo, ninguna duda de que ambos se sienten atraídos, el uno por el otro.
En esa imposibilidad del mayordomo, de contar lo que siente, de decir lo que se espera de él, de hacer lo que corresponde en el  momento adecuado, ambos salen perdiendo, uno por no arriesgarse, y otra por arriesgarse, y exponerse demasiado, viéndose obligada después, a actuar por despecho, para terminar de convertir su vida, en una rutina monótona hasta el fin de los días, pero lejos de ser la persona tan autodestructiva como Mr. Stevens.
En el curso de las más de 2 horas la historia “nobiliaria” actúa como relleno de empaque, para comprobar que nos encontramos ante un verdadero profesional, dedicado 24 horas al día, a conseguir la perfección en su trabajo, da lo mismo que muera el padre, o su ama de llaves se derrumbe ante su indiferencia, finalizada la jornada de trabajo, la vida no existe, cuando el día llega a su fin, apenas si uno sirve para descansar, y seguramente, sólo descansará el cuerpo, que no la mente, porque esa vida muerta y sin emociones, supone un desgaste interior mucho más agotador, que el de cualquier esfuerzo físico prolongado.
En definitiva, Stevens es una persona destinada a vivir entre los muros de una mansión, y cerrado entre cristales, a diferencia de la paloma de la última escena, él no tiene escapatoria, y no podría vivir en libertad, necesita mantener sus prisiones interiores para sobrevivir.
El tema de The Remains Of The Day, sin duda, es que por escaso tiempo propio del que dispongamos, por muchos errores que se cometan, hay que hacer algo en el presente, antes de que se convierta en pasado.
“You know what I am doing, Miss Kenton?
I am placing my thoughts elsewhere while you chatter away”
The Remains Of The Day gira como un enorme “flashback” mientras el mayordomo sale en busca de la ama de llaves, 20 años después del “naufragio” intentando reclutarla otra vez como ama de llaves, para el nuevo Darlington Hall, es un camino de vana esperanza para intentar, por una sola vez en su vida, recuperar a la persona por la que es consciente, que ha sentido y siente emociones profundas, un intento dramático, de recuperar lo que se perdió por su propia idiotez, cuando una sola palabra, hubiera anclado definitivamente a Mrs. Kenton en Darlington, en vez de expulsarla, en busca de una penúltima oportunidad de vida real.
La novela “The Remains Of The Day” está contada en primera persona por el personaje de Stevens, pero es un acierto que, en la película, las únicas voces en “off” que aparecen, son las del principio, de ella y de él, al leer el contenido de las cartas que se envían.
La narración, está dividida en 2 partes:
El presente, en el que Stevens viaja al oeste para encontrarse con Mrs. Kenton, y el pasado, en el que se cuenta la evolución de la relación de ambos, y todo lo referido a los asuntos políticos que se debatieron en la casa.
Pero tanto una parte como la otra, están dirigidas de forma impecable por James Ivory.
Durante The Remains Of The Day, elige los planos idóneos para resaltar cualquier situación fundamental, y consigue una gran puesta en escena, en ocasiones, llevada a cabo con movimientos de cámara ejecutados brillantemente, logrando algunos “travellings” dignos de mención, y ayudado en muchos momentos, con los buenos temas compuestos por Richard Robbins.
Durante los, aproximadamente, 30 años que transcurre The Remains Of The Day, el personaje de Stevens, ve las profundas transformaciones que sacuden al mundo que conoce, un mundo basado en la tradición, el deber, y el honor, y al que poco a poco verá resquebrajarse desde sus cimientos.
¿Permanecer fiel a la tradición, o escapar de la tiranía de la casa, y conseguirse una vida por sí mismo?
Hasta las escenas finales, no conoceremos cuál es la decisión final de Stevens, plasmada en ese emotivo encuentro con Mrs. Kenton, y rubricada por la metáfora que cierra The Remains Of The Day.
Puede ser el ambiente victoriano, lo que hace que estos 2 grandes intérpretes, pasen el uno al lado del otro, durante toda su vida en su trabajo, completamente arrebatados por el amor, y sin embargo, nunca se haga explícito.
Esa tensión mantenida durante toda The Remains Of The Day, la sensación de unas vidas que se perdieron, la pasión que entre ellos pudo haber sido efectiva, crea una impotencia en el espectador, que le anima a que tal cosa no suceda en su vida.
Porque aunque esta historia de amor frustrado, o latente, fuera más propicia en épocas victorianas:
¿Quién nos dice, que no pueda suceder hoy, en día en cualquier oficina de cualquier ciudad, de cualquier país?
James Ivory, se vuelve un artista excepcional, narrando esos rescoldos, esos despojos, o “restos del día”, en los que los trabajadores tienen ocasión de ocuparse de su vida privada, de conocerse un poco, siquiera de hablar, o de fumar un cigarro.
Pasa el tiempo, y no ocurre nada, y no se puede recuperar ese tiempo.
De la larga y desigual carrera de Anthony Hopkins, el papel del mayordomo Mr. James Stevens, es fácilmente, uno de sus 3 o 4 más perfectos, y sobrecogedores.
Creo que muy pocos actores en el mundo, hubieran podido dar vida, a un personaje tan reprimido, tan impasible, y sin embargo, tan atormentado en su interior.
No es que Hopkins haga sospechar al espectador de los verdaderos sentimientos de Stevens, de manera sutil, con una mirada, o un tenue gesto.
Es que Stevens, en todo el segmento del pasado, los enormes “flashbacks” que constituyen el eje de la historia, no deja traslucir absolutamente nada.
Es un sujeto pétreo.
Pero de ahí se deducen su soledad, su admiración por el ama de llaves, su frustración.
Comportarse de manera inconmovible, es su forma de ser, y mostrarse como una roca, hasta en la tragedia de su padre, o ante las lágrimas de Mrs. Kenton, acontecimientos ante los que cualquiera reaccionaría, demuestran por omisión, y con ella, de una forma más nítida y dolorosa, su angustia anímica.
Su recreación, es casi perfecta, por los gestos que hace, y la manera de comportarse, y de contener sus emociones ante sucesos tan importantes y duros para él, como la muerte de su padre, que también había entrado a trabajar a la vez que Mrs. Kenton.
A su lado, Emma Thompson está en el papel de su vida.
Esta magnífica mujer y actriz, no es que esté perfecta como Mrs. Kenton.
Es que es Mrs. Sarah Kenton, de los pies a la cabeza, y hay momentos fugaces que hacen estremecer, instantes inimaginables, en los que acompaña a Hopkins:
Como ese primer encuentro entre ambos, la excepcional secuencia del libro en que ella lo acorrala contra la pared, la despedida, la secuencia con ella llorando detrás de la puerta, la escena final bajo la lluvia…
La abdicación sentimental del protagonista, en pos del deber, engarza con la renuncia a la defensa de una ética individual en el terreno político del que es testigo directo.
Una auto negación en ambas esferas, que con la perspectiva del tiempo, termina por hacer mella en su conciencia.
A lo largo de The Remains Of The Day, queda patente la idea de que, arrastramos nuestras decisiones durante toda la vida, que no hay posibilidad de desandar lo andado, y que sólo queda reconciliarse con uno mismo, o padecer.
La madurez, y el paso del tiempo, le ofrecen al protagonista, la posibilidad de aceptar los propios errores y absorberlos.
Lo más amargo del drama, y también lo más digno, es agachar la cabeza, reconocer aquello que no supo hacerse, y seguir adelante.
“Lo que queda de vida” se puede caminar con ese halo de integridad que te proporciona el autoconocimiento, pues la constatación de una intuición larvada, es siempre un desahogo.
Desde entonces, ninguno de los 2 grandes actores, Hopkins/Thompson alcanzó esta magnitud de creatividad, basada en lo más granado de la escuela teatral británica:
Máxima riqueza interpretativa, con mínima energía expositiva.
Por otra parte, Lord Darlington (James Fox) es un ser patético, entrañable, y trágico, que se hunde en la miseria, por apoyar a los nazis antes de La Segunda Guerra Mundial, pero que a pesar de todo, contará con la lealtad inquebrantable, indestructible, de Mr. Stevens.
Y por esa lealtad, en la sublime forma del sacrificio, quizás, Stevens pierde la oportunidad de ser feliz por primera vez en su vida.
En su sometimiento voluntario a Darlington, a la mansión y al amo, Stevens se muestra de mayor altura moral, de igual manera que en su silencio inflexible con Mrs. Kenton, se muestra más digno y más valiente que ella, autoproclamada como una cobarde.
El plano que encuadra del Sr. Stevens refugiado en una parada de autobús bajo la lluvia, tras visitar a Mrs. Kenton, cuyo matrimonio está a punto de deshacerse, expresa el vacío, la soledad de una vida en la que, irónicamente, siempre ha actuado con un comportamiento intachable.
Algunas escenas como en la que Mrs. Kenton arrebata al Mr. Stevens un libro, en el despacho de Darlington Hall, dan una medida exacta de aquellas cosas que el protagonista rechazó vivir.
Mientras otras películas se centran en el amor desenfrenado y desatado, entre personas casadas, que les lleva al asesinato para hacer efectiva su tremenda pasión, aquí sucede lo contrario:
Las emociones reprimidas por parte de los 2 solteros involucrados, hacen que el amor no pueda llevarse a cabo de manera efectiva, haciendo de la pasión, una historia tensa, a consecuencia de su latencia, pero nunca efectiva a consecuencia de su represión.
La pasión así entendida, no deja de serlo, y eso es lo que nos muestra Ivory magistralmente.
Hay una escena que vale, en ocasiones, por toda The Remains Of The Day, la escena del cuarto de Mr. Stevens cuando la ama de llaves le lleva unas flores, a modo de un ritual diario de amor no declarado; y le encuentra adormecido con un libro en las manos, y ella se empeña en conocer el título, colocando al mayordomo, en una situación de incomodidad y alejamiento forzado, para terminar descubriendo que, el hierático y aparentemente inconmovible mayordomo, está leyendo una novela romántica, interpretando Mrs. Kenton que, realmente, lo que ocurre es que el mayordomo es incapaz de vivir por sí mismo, y sólo puede hacerlo, a través de las historias de los demás, el ejemplo clásico del autista emocional.
No obstante, las mejores escenas de The Remains Of The Day se dan cuando se encuentran ambos actores juntos en pantalla.
Todas tienen una especial tensión entre ellos, destacando especialmente, esa escena del libro, que él lo protege, como si le estuvieran arrancando el corazón.
Por otra parte, una intriga política, sirve de trasfondo a la relación de romance incompleto, entre Hopkins y Thompson, coincidiendo los puntos álgidos de esta intriga, con momentos claves en la vida de Stevens, y en los que se plantea el dilema de la elección, entre el deber y la realización personal, la lealtad al señor o el amor a los seres queridos y, en definitiva, la alternativa entre la esclavitud y la libertad.
The Remains Of The Day habla de muchas más cosas:
De la dignidad, en el aspecto más importante de la vida de Stevens, su dignidad como un mayordomo Inglés.
Estos aspectos de la dignidad refinada, especialmente cuando se aplica en situaciones de estrés, son para Stevens, lo que define a un “gran mayordomo”
Como tal, Stevens mantiene constantemente, un sentido de dignidad hacia adentro, y hacia afuera, para preservar su propia identidad.
Estas filosofías de dignidad, sin embargo, afectan en gran medida su vida, en gran medida, con respecto a las restricciones sociales, la lealtad y la política, y el amor y las relaciones.
Al preservar la dignidad, a expensas de esas emociones, Stevens pierde su sentido de la humanidad, con respecto a su propio ser personal.
La lucha principal de Stevens, dentro de la novela “The Remains Of The Day” es como su dignidad se relaciona con sus propias experiencias, así como el papel que juega su dignidad en el pasado, presente, y futuro.
Las normas sociales de la época, eran sin duda, una de las principales limitaciones.
Como vemos, en The Remains Of The Day, los funcionarios que deseen casarse y tener hijos, se encontrarán inmediatamente sin trabajo, ya que la vida matrimonial se considera incompatible con la dedicación total.
Un verdadero “gran mayordomo” no abandona su profesión, y, como tal, Stevens se siente que estas elecciones son tontas, en lo que se refiere a la vida de un mayordomo.
Stevens, no es capaz de reconocer la complejidad de los sentimientos que posee para Mrs. Kenton, insistiendo sólo que compartían una “relación profesional excelente”
No se trata sólo de las limitaciones de su situación social, sino también su propia madurez emocional, o inmadurez, que lo detiene.
Durante su tiempo de estancia en Darlington Hall, Stevens decidió mantener un sentido de la distancia, que nace de su comprensión personal de la dignidad, en lugar de buscar y descubrir los sentimientos que existían entre él, y Mrs. Kenton.
Es sólo dentro de su encuentro final, que Stevens trágicamente, se da cuenta del potencial perdido de su vida con Mrs. Kenton.
Y como nos embriaga el miedo a tomar decisiones importantes, de cómo ese miedo va conduciendo nuestra vida, a un estanque de tranquilidad falsa, falsa por tensa, y por poco constructiva.
También, The Remains Of The Day nos intenta decir que, cuando las cosas se van acercando al final, se intentan remendar los errores, pero que para entonces, las circunstancias de la vida, pueden pesar como una losa, e impedir corregir nada de nada.
Como dato, el tema de la decadencia de la aristocracia británica, se puede vincular a La Ley del Parlamento de 1911, lo que redujo su poder, y para aumentos de impuestos sucesorios, impuestas tras La Primera Guerra Mundial, lo que obligó a la desintegración de muchas fincas que habían sido pasadas de generación en generación.
La postura pro-alemán de Lord Darlington, tiene paralelos en las cálidas relaciones con Alemania, favorecidos por algunos aristócratas británicos en la década de 1930, como Lord Londonderry.
Realmente, había algunos simpatizantes, si bien, la imagen del régimen de Hitler que tenían, era más que superflua, la inmensa mayoría apoyaba el apaciguamiento.
En realidad, muy pocos en las sociedades inglesa, francesa, o estadounidense, estaban por una línea belicista contra el nazismo, y si por la contemporización, por el miedo, o directamente por la indiferencia, y los que eran más críticos, se situaban más bien a la derecha del espectro político.
Si no, recuérdese El Pacto de Stalin con Hitler, en 1939.
En esta línea, que el mayor detractor del nazismo sea el senador Trent Lewis (Christopher Reeve), no es más que un intento de los EEUU, que es permanente, de querer quedar bien, a costa de los demás.
Las escenas maestras:
Cuando le comunican la muerte de Mr. Stevens senior; cuando Thompson quiere saber qué libro lee Hopkins; qué momento, no hay desnudos, no hay actitud ni lenguaje sexual, pero es una de las mejores escenas eróticas que he visto en mi vida.
Todas las escenas en que Emma Thompson le provoca verbalmente, intentando que se enfade, que reaccione, pero nada, Hopkins como si tal cosa, aunque la procesión vaya por dentro.
Y el final, donde parece que todo va a acabar de una forma orgásmica, con un abrazo, un beso... cualquier cosa romántica...
¡Y no sucede!
“Dinner will be served at the usual time, my lord.
And I am pleased to say there will be no discernible traces left of the recent occurence by that time”
¿Por qué no expresar su amor?
Es una pregunta que muchos en la vida real se habrán preguntado.
The Remains Of The Day es probablemente, la película de las que he visto, que mejor refleja lo que es, no atreverse a amar, el tener miedo a entregarse, el aferrarse a la rutina, y al trabajo.
Aquello que podía haber sido, y nunca fue...
Llama la atención, que el pueblo británico posea una incapacidad emocional tal, que el sometimiento de ésta al trabajo, y a lo más banal del día a día, y por extensión de la vida en general, sea lo primordial.
The Remains Of The Day nos habla de muchas cosas, pero la principal es, la incapacidad de algunas personas, para dar importancia al amor, para dedicarle parte de sus vidas, para dejar que entre dentro de ellas, y les alegre un poco el triste devenir que nos acompaña a todos casi siempre.
Aquello  de “lo primero es el trabajo, lo segundo, ganar dinero, lo tercero consumir como un loco, para llegar al nivel de lujo que los medios de comunicación les meten en la cabeza a las masas, y lo cuarto, tener una vida ideal, sea lo que sea lo que eso signifique.
Todo lo demás, es decir, lo más importante de la vida, queda en un segundo o tercer, o cuarto plano” es de tomar atención, porque las decisiones del corazón son irreversibles.
Lo que no saben, es que se tuerce, porque no saben/no les importa, que la cosa funcione o no.
Si no funciona con uno, funcionará con el siguiente, lo importante es el dinero, la casa, el coche, y las vacaciones.
Hay que vivir experiencias que nos proporcionen herramientas para afrontar lo que nos queda de vida, de una manera, si no óptima, sí más fiable.

“If two members of staff have to fall in love and decide to get married, there's nothing one can say.
But what I do find a major irritation are those persons who are simply going from post to post looking for romance”



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