Cocktail

“I am the world's last barman poet!”

Cuando se es joven, la fama y la gloria, se buscan alcanzar de un día para otro, pero los sinsabores de la vida, y la falta de experiencia y madurez, nos enseñan que tenemos que pasar por situaciones difíciles, y al límite.
Se podría llegar a creer, que el mundo de la hostelería, o del ocio nocturno, es tal como lo pintan, y que el hecho de que uno sea apañado preparando cócteles, previa exhibición de malabares con las botellas, es suficiente motivo para triunfar en la vida.
Un “barman” es la persona que atiende a los clientes, en la barra de un bar, cervecería, taberna, cantina, o local de ocio.
La profesión del “barman” como medio de vida, no ha experimentado cambios sustanciales.
Su filosofía, de cómo atender a su cliente, sigue siendo la misma, aunque su actividad, puede ser muy sofisticada, hecho que requeriría conocimientos de hotelería, y gestión empresarial.
Los barman, saben combinar bebidas para elaborar cócteles, conocen los sabores de los distintos alcoholes, y sus graduaciones.
Un cóctel o coctel, del inglés “cocktail”, es una preparación a base de una mezcla de diferentes bebidas, en diferentes proporciones, que contiene por lo general, uno o más tipos de bebidas alcohólicas, junto a otros ingredientes, generalmente:
Jugos, frutas, miel, leche, o crema, especias, etc.
También, son ingredientes comunes de los cócteles, las bebidas carbónicas, o refrescos sin alcohol, la soda, y el agua tónica.
Estas bebidas, están servidas por personas llamadas “barman” del inglés “bartender”
También, ellos saben preparar distintas clases de cafés especiales, y conocen todo tipo de pormenores del funcionamiento de una barra.
Por lo general, un barman conoce y domina protocolos de comportamiento, y en locales de categoría, hace uso de modales exquisitos, en el trato al cliente.
En zonas turísticas, pueden hablar más de un idioma, o incluso varios.
Un barman, tiene al menos, un ayudante a su cargo; y dispone de un libro de coctelería, y equipamiento coctelero, en su lugar de trabajo.
En algunos establecimientos, la clientela puede “Tener una cuenta” lo que en inglés llaman “To run a tab”, encargándose el barman, de gestionar las consumiciones, para cuando el cliente desee abonarlas.
Un barman puede estar actuando, según sutiles indicaciones por parte del cliente, para con su acompañante, y actuar con credibilidad, aún si el cliente se ha ausentado por largo tiempo de las dependencias.
Dependiendo del establecimiento, el barman puede ser considerado sencillamente, el empleado que sirve las bebidas, aunque hay bares y cervecerías, en los que la figura del barman, es parte de la atracción, por la variedad de sus combinados, o incluso, por el espectáculo que organizan, llamado en inglés “flair bartending”
El “flairtending” o también conocido como “flair”, es la modalidad acrobática de la coctelería.
Muy extendido en Estados Unidos, pronto se está haciendo hueco en países como Italia, México, y España, de donde salen bármanes, cada vez más preparados y especializados en esta modalidad.
En el “flair” existen 2 modalidades fundamentales:
El “working flair” o “flair de trabajo” y el “exhibition flair” o “flair de exhibición”
El “working flair”, es un “flair” rápido, ligero, que utiliza movimientos realistas, que pueden ser realizados, sin ralentizar el servicio al cliente.
La mayor parte del “working flair” incluye vasos, una o 2 botellas, cocteleras, y frutas.
El “working flair” siempre se ejecuta, en el proceso de elaboración de un cóctel, o una bebida.
El “flair de Exhibición”, por su parte, es practicado a modo de espectáculo y entretenimiento, en bares, o en competiciones, y normalmente incluye rutinas de movimientos coreografiadas, y de mayor duración.
Generalmente, requiere una preparación especial.
Es un estilo de “flair” que no se realiza en el día a día de un bar, puesto que ralentizaría el servicio, sin embargo, hay un número creciente de bares, alrededor del mundo, que preparan espectáculos de este tipo, como parte de sus maniobras de entretenimiento.
El “flair de exhibición” incluye trucos con 2, 3, 4, y 5 botellas, nunca con más de 60 ml de líquido, para favorecer el giro, y movimientos y rutinas, que no son llevadas a cabo en el proceso de preparar bebidas.
The Flair Bartenders Association (FBA), es la asociación de bármanes, que se dedican al “flair”
Ubicada en Estados Unidos, tiene adscritos a más de 10.000 bármanes, en más de 100 países.
La FBA, durante el año, programa diversos concursos, y actos relacionados con el “flair”
“Your sexy smile isn't gonna work this time”
Cocktail es una película dramática, del año 1988, dirigida por Roger Donaldson.
Protagonizada por Tom Cruise, Elisabeth Shue, Bryan Brown, Lisa Banes, Kelly Lynch, Gina Gershon, Laurence Luckinbill, entre otros.
El guión es de Heywood Gould.
Cocktail tuvo un presupuesto de $6 millones, y generó por la venta de taquillas, la cantidad de $78 millones en EEUU solamente, y más $36 millones, por la venta de alquiler en los videoclubes.
Cocktail es un clásico, a su modo.
Plagada de escenas míticas, y con un Tom Cruise que atravesaba, posiblemente, su mejor época, fue un boom en taquilla, por su particular estilo, y a día de hoy, sigue siendo un “referente” del cine ligero.
Cocktail sigue a Brian Flanagan (Tom Cruise), un joven ambicioso, recién licenciado del ejército, que trabaja como camarero, en un local de copas de Nueva York, para costearse los estudios.
Gracias a los consejos de su jefe, Douglas Coughlin (Brian Brown), se convierte en la atracción del local por su “flair de exhibición”
Pero Brian aspira a abrir su propio local, con el nombre de “Coktails & Dreams”
Para conseguir el dinero necesario, se va a Jamaica a trabajar de camarero.
Allí conoce a Jordan Mooney (Elisabeth Shue), una ingenua joven, que está de vacaciones en la isla.
Cocktail parece la típica comedia romántica, pero qué va, fijémonos en que la ficha la cataloga como drama, y en verdad, tiene sus momentos duros, que ni se ven venir.
Sobre un joven que quiere éxito y dinero fácil, Brian Flanagan, se debatirá entre 2 formas de entender la vida:
Una del amor y la humildad; y el otro el de la ambición y el poder, representada esta última, por un barman maduro, de aparente gran frivolidad, que también tendrá que descubrirse a sí mismo, a través de su propio camino.
La tercera en discordia, es una dulce muchacha, pieza clave para la trama.
A primera vista, no esperes mucho de Cocktail, pero el carisma de sus 2 personajes principales, pronto engancha:
Brian Brown y Tom Cruise, forman una pareja mágica detrás de la barra, el primero, como barman de toda la vida; y el segundo, su aprendiz, un joven que sueña con ser un exitoso “yuppie”
La química y verosimilitud que despiertan ambos personajes, es el principal sostén de Cocktail.
Por un lado, la experiencia y picardía del maestro; y por otro, el ímpetu y la vitalidad del aprendiz.
Luchar por cumplir ilusiones, perseguir nuestros sueños, gozar del amor, y del sexo, aquí recatado eso sí; y la importancia de la verdadera amistad, la relación entre Brian y Douglas, es lo mejor de Cocktail; todo eso, son los elementos destacables, de un film estereotipado pero efectivo.
Basada en el libro homónimo de Heywood Gould, también aquí guionista Cocktail atraviesa con paso firme, todos los estados de ánimo del protagonista:
Lo veremos rezumando alegría en esas noches en el club, embriagado de ambición con los nuevos proyectos en su vida, enamorado hasta las trancas con el amor de juventud, desolado por la pérdida del amigo y maestro; o humillado por no estar a la altura de las circunstancias, en ese enfrentamiento con su futuro suegro en el hotel; incluso nos deja momentos de auténtico cinéfilo, con esa relación infructuosa, bajo el cartel de “Casablanca” (1942)
“You bitch!
Why didn't you just say a rum and Coke?!”
La historia de Cocktail es sencilla y entretenida, y si le buscamos un poco, nos encontramos con muy buenos mensajes de vida, que resultan sumamente valiosos, en un mundo donde todo pareciera girar en torno al poder económico.
Cocktail no es un ejemplo de prodigio cinematográfico, a ningún nivel; ni argumental ni conceptual, ni interpretativo, y ni tan siquiera, se puede decir que proponga algo nuevo, aunque pocas retratan el mundo de los barman, pues estaba concebida, como un convencional film, para el lucimiento exclusivo, de una emergente estrella adolescente.
Y es que durante esta época, Tom Cruise fue el niño mimado del “star system”, la figura que representaba al joven guapo, encantador, y con imán para el sexo “contrario”
Todos apostaban por él, y él se dejaba querer por la cámara, y demostraba que no era sólo una cara bonita.
Sin embargo, pese a todos estos inconvenientes, Cocktail consigue aguantar el paso del tiempo, de manera excepcional, siendo tan entretenida y magnética, como lo fue en los 80, sin signo alguno de caducidad.
Y nadie niega, lo molesto que resulta Tom Cruise, cuando se marca su sonrisa patentada, durante todo el metraje, y que odiemos a esa cámara, que se regodea en los excesivos momentos de amor, con incomprensibles planos alargados de sus filetazos, incluso, hay quién pueda sentirse insultado, por el aluvión de clichés que sacude:
Desde el niño pobre, enamorado de la niña rica; hasta el momento súper dramático, que los pone a todos en su lugar, pero tampoco sería justo pasar por alto sus logros.
Cocktail contiene escenas, hoy por hoy míticas, como los “flair shows” en pareja, del dúo de barmans, a ritmo de una excelente selección musical; de hecho, el tema central, fue motivo de múltiples galardones; o las correrías jamaiquinas del carismático Brian, en la actualidad, ese mismo puesto de bebidas, que fue utilizado para Cocktail, recibe el nombre de “Cruise Bar”, ambas partes del film, rebosantes de encanto.
Y destacar, que se vendieron más de 5 millones de copias, de la banda sonora de Cocktail, con un sin número canciones clásicas, que en su momento fueron exitosas, cuando se escucharon por primera vez, como lo fueron:
“Don't Worry, Be Happy” de Bobby McFerrin, “Kokomo” de The Beach Boys, “Rave On!” de John Cougar Mellencamp, “All Shook Up” de Ry Cooder, y “Tutti Frutti” de Little Richard, entre otras.
“Everything ends badly, otherwise, it would never end”
Resulta interesante, ver las películas de los años 80, pues aunque no nos separan muchos años, es como otro periodo, otra época, la época del “cine familiar” y del cine de las películas en VHS.
Cuando se ven estas películas, se siente sobre todo, la época de aquellos peinados, hombreras, y una moda muy interesante… era el cine de los videoclubs.
Pues alquilar una película, era todo un logro familiar, se espera a verlas, a que saliesen… todo aquello, ya es historia.
Y Cocktail, reúne en sí, todos los peores vicios del cine comercial de los '80s.
Bueno, el cine comercial, de todas las décadas, ha tenido sus miserias, no quiero decir que el de los '80s fuera peor... pero tuvo sus miserias particulares.
Y es que en los '80s, se impuso esa idea, de venderle a la gente, “cuentos de hadas” sobre chicos guapos, que llegaban a la ciudad a triunfar, y después de pasarlas feo, por cuestiones sentimentales y sociales, y que luego:
¡Triunfaban!

“You see, there are two kinds of people in this world, the workers and the hustlers.
The hustlers never work and the workers never hustle and you my friend, are a worker”



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