7th Heaven

“For those who will climb it, there is a ladder leading from the depths to the heights, from the sewer to the stars, the ladder of Courage”

Uno de los amigos y colaboradores de John Ford, era Dan Borzage, quien amenizaba con su acordeón los rodajes y los momentos de pausa o festivos, que fueron muchos; y hermano del masónico cineasta, Frank Borzage, quién habría  de prestar también sus servicios, desde 1925, en la Fox Film Corporation.
Allí, Frank llegaría a dirigir 18 películas hasta 1932, y no se imaginaba que dentro de estos estudios en pleno desarrollo, alcanzaría la cima de su carrera.
William Fox, naturalmente tampoco se imaginaba la importancia del recién llegado para el futuro de la sociedad, y no es casual que la estrecha y larga colaboración de Borzage con la Fox, se inicie en 1925; precisamente ese año, la Fox procede a la emisión de nuevas acciones por valor de $6 millones, una ampliación de capital que le permite hinchar el presupuesto de sus películas, y desarrollar la lucrativa producción de noticieros...
No obstante, la baza comercial decisiva, estaba en la nueva filial, Fox Theatres, un circuito de salas de estreno, que abarca todo el país y que abre las puertas a las aventuras cinematográficas más osadas; tanto que para llenar estas salas, la empresa tendrá que picar alto, y aportar programas especialmente atractivos.
La adquisición del mayor cine del mundo, el Roxy Theatre, situado en pleno Times Square en Manhattan, anuncia el nuevo rumbo.
Por lo que William Fox se dedica a invertir también en la búsqueda de un sistema de sonido óptico, la inscripción fotográfica del sonido en el margen de la película; que se convertirá en Movietone.
Así, los talleres de la Western Avenue, donde se encuentra el centro administrativo, sufren distintas transformaciones, y simultáneamente se procede a la compra de un solar de 125 hectáreas en Westwood, West Los Ángeles, entre Hollywood y Santa Monica Beach, destinado a los exteriores para westerns, secuencias con gran número de figurantes, aldeas exóticas y decorados al aire libre de gran envergadura.
Este complejo gigantesco, recibirá el nombre de Fox Hills Studio, antes de convertirse en la sede principal de la sociedad con el nombre de Fox Movietone City, con la llegada del sonoro.
Así veremos regularmente a Frank Borzage en el cine mudo que ya nos daba a conocer su sensibilidad exquisita, y su fino sentido poético.
Un director de talla, en un momento en que los directores alemanes se imponían en Hollywood.
Allí se desarrolló, en plena lucha personal de fantasmas e inhibiciones, pues Borzage fue toda su vida un alma cándida con especial ternura y sensibilidad liberal, cuya pasión inmediata por el teatro y el cine, le hicieron cobrar con prontitud la conciencia de lo que suponía trabajar bajo el yugo de una industria emergente y capitalista de alto copete, esclavizando y acogotando ambiciones.
No sería notable hasta que, con la mayor responsabilidad, realizó su primer filme, realmente ambicioso.
“I'm not used to being happy... it's funny... it hurts!”
7th Heaven es una película bélica dramática, del año 1927, dirigida por Frank Borzage.
Protagonizada por Janet Gaynor, Charles Farrell, Gladys Brockwell, David Butler, Ben Bard, Albert Gran, Marie Mosquini, entre otros.
El guión es de Benjamin Glazer, que adapta la obra de teatro “Seventh Caldwell” (1922), de Austin Strong; con un argumento tan sencillo como sus personajes:
Una adolescente maltratada por una hermana adicta a la absenta, encuentra a su héroe surgido de las alcantarillas de París; un hombre bueno y noble, que la enseña a valorarse a sí misma, y a enfrentarse al mundo en tiempos de conflicto bélico, una historia del amor más fuerte que la guerra y la muerte entre 2 personas de la calle.
Con 7th Heaven, Borzage creó una pareja cinematográfica, Charles Farrell y Janet Gaynor; e imágenes apasionantes como el soldado ciego que sube 7 pisos, como si se tratara de los 9 círculos del infierno, para reunirse con su amada.
7th Heaven tuvo tanto éxito, que fue objeto de un “remake” en 1937, dirigido por Henry King, con Simone Simon, James Stewart, Jean Hersholt, y Gregory Ratoff.
La obra de 1927, es una película épica, perteneciente a La Era del Cine Mudo, que recibió el mayor número de nominaciones de cualquier película, en la primera ceremonia de los premios Oscar, con 5; y ganadora de 3:
Mejor Director, Mejor Actriz (Janet Gaynor), y Mejor Guión Adaptado; siendo nominada a mejor película y dirección artística.
Todo un logro si consideramos que las categorías por aquellos años eran muchas, menos que en la actualidad, y que los galardones tanto de película como de director, se dividían en 2 grupos; por lo que el director, Frank Borzage, se convirtió en la única persona en recibir un Oscar a La Mejor Dirección de una película dramática con 7th Heaven.
Era el primer año de la ceremonia de premios de La Academia, y en dirección se reconocían 2 categorías separadas para reconocer los logros, tanto en la comedia y como en el drama; no fue hasta el año siguiente en que se integrará en una sola categoría.
Por su parte, la actriz Janet Gaynor consiguió el Oscar por las interpretaciones, en el mismo año de 3 filmes, algo nunca pensado, por:
7th Heaven; “Sunrise: A Song Of Two Humans” de Murnau; y “Street Angel”, también dirigida por Frank Borzage; un filme que volvió a reunirle con Charles Farrell, con el que repetiría en un buen número de films debido al éxito obtenido con 7th Heaven; por lo que Janet Gaynor tenía el récord de ser la mujer más joven en ganar el Oscar a La Mejor Actriz en un periodo de casi 6 décadas.
Su registro se rompería por Marlee Matlin, por su actuación ganadora de un Oscar en “Children Of A Lesser God” (1986)
Puestos en claro, 7th Heaven es una historia romántica sobre 2 perdedores en los albores de La Primera Guerra Mundial.
La acción tiene lugar en París, y en El Frente Occidental, entre 1913 y 1918; y narra la historia de Diane (Janet Gaynor), de 17 años, sincera y angelical, es maltratada por su hermana mayor, Nana (Gladys Brockwell), que es salvada de los azotes de Nana en la calle por Chico Robas (Charles Farrell), un limpiador de alcantarillas, que desea ascender a barrendero; y para evitar la detención de Diane por la policía, acusada de vagabunda por su hermana, Chico declara que está casado con ella.
Él vive, literalmente, en un rincón cerca del cielo, pues su humilde vivienda está en el techo del 7° piso de un viejo local de apartamentos de Montmartre; así, poco a poco, ambos se van adaptando, y para cuando llegan a investigar los de la policía, ya ellos no desean separarse.
Pero el estallido de La Gran Guerra trunca su felicidad:
Chico debe pelear; y recién casados, sin haber disfrutado de su luna de miel, él parte al frente.
Ahora a ella sólo le queda esperar...
Sin embargo, el amor que ambos sienten va mucho más allá de la vida, lo que se refleja con el retorno de Chico a casa.
Afirmar que 7th Heaven representa una de las cimas del melodrama en la pantalla, sería un pleonasmo, pero no solamente es un monumento dentro de ese género tan concreto, sino que lo trasciende en muchos aspectos; en la visión intimista de la pareja, alterna armoniosamente con una reflexión sobre el drama colectivo de la guerra, y la expresiva descripción de los desheredados.
Obra maestra que a sus décadas, mantiene muy bien su esencia.
“It's wonderful the things I feel... sometimes I could reach out and touch a star!”
La historia de amor retratada en 7th Heaven, es una de esas historias cargadas de inocencia sobre el amor puro y verdadero, ése que nos creemos que existe, y luego hacemos tonterías en la vida real.
Sin embargo, la fuerza dramática de Frank Borzage, llena de un lirismo arrebatador, y la convicción con la que está narrada, hacen que la historia sea totalmente creíble.
El universo creado por el director, es de una coherencia estremecedora, por cuanto Borzage mezcla con inusitada pericia, esa que pocas veces se ha vuelto a repetir en un realizador, realismo, lirismo, y unas gotas de épica, dando como resultado lo que podemos llamar “el estilo Borzage”
Un director que de puesta en escena sabía un rato largo, y aunque las malas lenguas lo comparaban de forma peyorativa con Murnau, probablemente por coincidencias temáticas, lo cierto es que dicha comparación está cogida por los pelos.
Y resulta delirante aceptar que sus 114 películas como director, no le han impedido ser uno de los directores más infravalorados, maltratados del cine mudo, y en la transición sonora que se recuerdan; pues Borzage debía competir de forma descarnada contra aquellos que bien podría considerar sus colegas de profesión, para alcanzar el puesto más alto en el escalafón mediático y crítico, mejorando contratos, y asegurándose libertad creativa.
Su desgaste y desilusión frecuente, le hizo repudiar en adelante los grandes estudios, anticipando un severo desfase en su carrera.
Pero creo que por encima de todos estos elementos, incluyendo los Oscar que la película logró en la primera edición de los premios de La Academia de Hollywood, hay que destacar la obra de Borzage, más allá de sus propias y enormes cualidades, por introducir y sobre todo consolidar una vertiente melodramática en la pantalla que el propio realizador iría prolongando en prácticamente toda su trayectoria; el director iría configurando un estilo personalísimo, intenso, cercano en algún momento con el “fantastique”, y al mismo tiempo valorando la fuerza del amor como elemento primordial en el desarrollo del individuo por encima de cualquier otro condicionante social o institucional.
7th Heaven es uno de los grandes dramas románticos del Hollywood más temprano, que tiene la dicha de estar muy, pero muy bien montada:
Técnicamente la fotografía ofrece “travellings” brillantes, planos contrapicados y picados, ojo de la escalera de 7 pisos y en espiral, “close ups” emotivos, escenas de vértigo, y composiciones de muy buen dibujo.
El apartado técnico de 7th Heaven es muy alto, y en su momento, altamente innovador, con algunos encuadres impresionantes, como la agónica subida de Chico por las escaleras, un tipo de plano que años después tuvo su resonancia en grandes aportaciones de cineastas como Alfred Hitchcock.
También se utilizaron “travellings” muy elaborados y creativos en su época, como la primera vez que los 2 personajes suben hasta la guardilla donde vive Chico, la cámara los acompaña sin corte alguno, creando un efecto muy llamativo.
También, destacar la iluminación, el uso de luces y sombras, la reminiscencia a la hora de utilizar la luz como elemento expresivo, mucho más allá de connotaciones religiosas, para resaltar la intensidad del amor, hasta altas cotas expresivas fuera de cualquier justificación meramente poética.
Toda la película está cargada de grandes frases y conceptos con una fuerte carga emocional, por lo mismo también ofrece el contrapunto al dramatismo con escenas cómicas muy elaboradas, especialmente a cargo de personajes secundarios como el taxista.
Para Chico y Diane, ese ascenso dramático al loft, que da título a 7th Heaven, era un elevador de andamio de 3 pisos, el cual fue construido de manera que sería capaz de seguir desde el nivel del suelo, hasta la puerta del apartamento en la planta superior.
Las plataformas rodantes de la cámara sobre una plataforma elevadora hacia adelante, y luego se elevaba a través de un sistema de cuerdas y poleas, a través del conjunto vertical, se llegaba a la visualización de los actores Janet Gaynor y Charles Farrell, y daba la impresión que se subía la escalera de caracol, como si el espectador pasa a través de cada piso en el ascenso; de hecho, la acción se pone en escena con actores al fondo en varios pisos, para dar la impresión de que el conjunto es un edificio habitacional de la vida real; y un efecto de iluminación se utiliza, donde Farrell enciende un fósforo en un rincón oscuro, para enmascarar un corte, con el fin de dar a la audiencia, la experiencia de un fluido y continuo movimiento de la cámara hacia el cielo.
A pesar de que fue lanzada originalmente como una película muda tradicional, 7th Heaven se convirtió en una de las primeras películas con una banda sonora grabada, ya que la Fox Film Corporation volvió a publicarla con una banda sonora que utilizó la tecnología pionera de la compañía, Movietone.
Esta innovación del sonido, tenía hasta ese momento, una utilidad propia en noticiarios y cortometrajes, y daría nueva vida a los filmes, con mucho éxito.
La pista de audio sincronizada, incluía una partitura musical, como el uso de efectos de sonido, pero sin diálogo hablado.
Muchas producciones cinematográficas, antes silenciosas, fueron relanzadas con escenas de diálogo dobladas, o recién tomadas con el fin de sacar provecho de la moda de sonido de películas.
La versión de Movietone de 7th Heaven, fue lanzada el 10 de septiembre de 1927; mientras que Warner Bros., mostraba su “talkie”:
“The Jazz Singer”, la cual llegaría a los cines en octubre de ese mismo año.
Obre la historia, 7th Heaven nos muestra a Diane, una pobre muchacha en los bajos fondos de París, a las puertas de La Primera Guerra Mundial, y que vive con su tiránica hermana.
Por otro lado, conoceremos también a Chico, un pocero que sueña con ser barrendero, para estar entre la gente trabajando, y no sumido en las alcantarillas.
Muy pronto, los destinos de estos 2 desgraciados, en el buen sentido del término, se cruzarán.
Todo ello, porque Diane recibe una brutal paliza por parte de su hermana, por culpa de la honradez de esta; por lo que Chico saldrá en su defensa en plena calle, y se apiadará de la muchacha en el instante en el que la policía quiera detenerla, por dedicarse a la mala vida, valga el eufemismo.
Para ello, no se le ocurrirá otra cosa que decir que es su esposa, algo que será comprobado por los agentes a su debido tiempo...
Así, 7th Heaven pone sobre la mesa cuestiones vitales con las que enseguida conectamos.
La dirección es fantástica, crea tensión dramática y romántica, de tintes dulces y tristes, protagonizados por personajes sencillos y humildes; demostrando un buen manejo de los medios, un “in crescendo” que inicia en estudios, y se abre poco a poco al exterior, con escenas muy íntimas de “besos censurables”; y todo eso funciona asombrosamente bien, a pesar el tiempo que ha pasado desde su producción.
¿Por qué?
Porque la historia está bien contada, y tiene un gran encanto ingenuo.
Los personajes son encantadores, y su modesta búsqueda de la felicidad se gana nuestra simpatía; siendo curioso comprobar, como la producción mezcla economía y grandes medios de la manera más insospechada.
La historia empieza en un París de estudio, con 2 modestas buhardillas como principal escenario, pero al entrar en La Guerra Mundial, hay un despliegue de ejército sorprendente, y hasta cierto punto innecesario, con efectos especiales impresionantes, como el uso de las miniaturas.
Otro aspecto a destacar, son sus anticuados valores:
La relación entre Chico y Diane, se somete a las normas que regían la relación entre hombres y mujeres, y que son plenamente aceptados dentro del cuento:
Dios, la dependencia de la mujer de un hombre que la sustente, la decencia femenina, etc.; y crea una tensa situación emocional en el espectador, que entiende enseguida, que Diane está enamorada de Chico, y que es la mujer que busca, mientras él no lo advierte ni lo sospecha...
7th Heaven, supuso por un lado, un enorme éxito popular en el marco cinematográfico de los últimos compases del cine mudo, además de consagrar como una de las parejas románticas más populares de la pantalla, a la que formaban Charles Farrell y Janet Gaynor, con una química arrebatadora, tanto que a Frank Borzage, se le calificó como “el poeta de la ternura y de la intimidad amorosa” en los films interpretados por Gaynor y Farrell.
La Gaynor es tan arrebatadora, que en una escena de espaldas, dice todo lo que no puede expresar de frente… y señores, hablamos de cine mudo!!!
El plano de Janet Gaynor con su vestido blanco vaporoso al contraluz de la ventana, resulta mágico.
Su actuación es natural y convincente al máximo, nadie mejor que ella, hubiera interpretado a esa huérfana desvalida, porque es la viva imagen de la inocencia.
Lo cierto es que La Gaynor era la intérprete ideal para el tipo de historia que narra el que fue el mayor éxito de Borzage, uno de los realizadores más eminentemente románticos de toda la historia del cine.
La actriz poseía la justa mezcla de fragilidad y serenidad, para hacerse cargo de un personaje como el que aquí interpreta, una pobre mujer enamorada que encontrará la paz en un pocero metido a barrendero.
Hay que subrayar el hecho de que estamos ante una de esas historias de amor inmortal, con un punto bastante inocente, pero que gracias a la labor de Borzage, se erige como una de las obras maestras imperecederas del cine.
Y no lo parece, pues Charles Farrell es a toda regla un Actor del Método, muy adelantado a su tiempo, con la particularidad que no está maquillado como era lo usual, tanto que el actor se come la pantalla con su magnetismo y presencia.
Y si Janet Gaynor consiguió mostrar una sensibilidad y delicadeza que inunda la pantalla, la representación de la inocencia, bondad y fidelidad; Charles Farrell representando el papel de Chico, con carácter fuerte y honesto, promoviendo la autoestima y confianza en uno mismo.
Resultan modélicas las secuencias que van describiendo, cómo esa relación se establece de forma sencilla en el contraste de la entregada abnegación de Diane, y la aparente rudeza de Chico.
Es así como se plantea la secuencia del corte de pelo, que ella le realiza; o la posterior, en la que la joven lo mira temerosa, acurrucada en el camastro, mientras su protector se va desvistiendo y lavándose...
Ese proceso se irá acentuando, cuando la muchacha pierda definitivamente el miedo al caminar por la cornisa que le permitirá llegar hasta la vivienda del matrimonio amigo, que se caracteriza por una disposición arquitectónica bastante singular en líneas diagonales.
La interpretación de Gaynor y Farrell, los convirtió en la pareja mítica del momento, y tras el éxito de 7th Heaven, ambos rodaron nada más ni nada menos que otras 10 películas juntos.
La historia pasa por todos los géneros, y por eso es muy dinámica, desde la comedia, el drama, el suspenso, y mucha tensión con la parte bélica, una crítica mordaz a la religión, y a las convenciones sociales, con mucho simbolismo si se quiere.
Los principales valores que defiende 7th Heaven son el optimismo, los deseos de superación, confianza, y amor por la vida.
De la faceta religiosa, en la actualidad se puede leer una apología hacia la religión cristiana, pero el trasfondo de las situaciones y emociones, pueden suscitar una puesta en duda, pues los valores que realmente se promueven son éticos y cívicos, ajenos a los religiosos.
También, se denuncia la hipocresía de los ricos y del gobierno, siendo el amor, el leitmotiv de la historia; y resulta curioso, como la frase con la que se define a sí mismo, a Chico:
“Hay que mirar hacia arriba… soy un chico muy peculiar…”, marca continuamente el desarrollo de la acción.
Sus personajes ascienden emocionalmente, siguiendo esa declaración de intenciones:
Chico pasa del mundo de la alcantarilla, al de “la gente normal”, como él los llama, la calle, donde conoce a Diane.
Y vive en un ático, “el séptimo cielo” del título, del que Borzage filma no pocas veces, cómo los protagonistas suben a través de todo un universo de personajes, habitantes de cada piso.
Lo mismo sucede en su milagroso final, en el que Chico, volviendo ciego de la guerra, asciende por la escalera de caracol, enfocada desde arriba, y dando la sensación de que es algo peligroso, para encontrarse con su amor verdadero, simbolizando un ascenso a los cielos.
Pocas veces, la carga religiosa en un film ha sido tan efectiva, elemento por cierto que se repetiría alguna que otra vez en la filmografía de Borzage, con la extraña cualidad de no chirriar.
Pero también, 7th Heaven plantea el problema de la fe religiosa, su pérdida y recuperación, en términos que vistos con ojos actuales, resultan anacrónicos, aunque documentalmente interesantes.
El poderío físico, la rudeza y energía de Chico, se compenetra de modo delicioso con una enclenque Diane, en su delicadeza e inseguridad, se torna en ilusión y amor con la vigorosa personalidad de él; un tipo que se siente especial, y que siempre mira hacia arriba.
Ambos traspasan la pantalla en sus escenas domésticas en su idílica vivienda, es una especie de Edén, donde todo es posible, hasta que un ateo Chico pueda llegar a creer.
Se exalta el optimismo de Chico, su amor a la vida, sus deseos de superación, la confianza que tiene en sí mismo, su disposición a luchar para salir adelante, la defensa que hace de las personas maltratadas, y la ayuda que da a los desamparados.
Y aconseja a Diane que supere los miedos y temores, adquiera confianza en sí misma, cuide su autoestima, y aprenda a defenderse de las agresiones enfermizas de su hermana.
Así, ambos protagonistas se reconcilian con Dios al final.
Como dato, durante el conflicto, Diane demuestra su fortaleza en el trabajo en una fábrica de municiones, y en el rechazo del asedio amoroso del Coronel Brissac (Ben Bard)
Denuncia la hipocresía de los ricos, como la de los tíos llegados de Los Mares del Sur, que rechazan a sus sobrinas por pobres, y porque “no son buenas”
El amor de Diane hacia Chico, nace de la compasión de este hacia ella, que sin conocerla, hace lo que nadie ha hecho por ella, por protegerla.
Porque el amor de Chico hacia Diane, nace del día a día.
De esta forma, Borzage fusiona 2 elementos básicos en el amor, y lo eleva al máximo, convirtiendo el sentimiento amoroso, en algo más fuerte que la propia vida, incluso que la propia muerte, capaz de atravesar cualquier adversidad, dotándolo de un carácter místico, casi milagroso, pues los amantes se reunirán mentalmente todos los días, a las 11 de la mañana, cuando Chico esté en combate, que hará superar algo tan terrible como una guerra.
Y resulta curioso cómo Chico le dice una y otra vez a Diane, que él no tiene miedo de nada, y cuando él le declara su amor en el momento menos esperado, es Diane quien pasa a no tener miedo absolutamente de nada, apoyada en la certeza del amor correspondido.
Para completarlo, Borzage subraya el carácter ilógico del amor, en un final que escapa a todo raciocinio, devolviendo a Chico ciego, pero viendo más que nunca, al lado de su amada.
La puesta en escena en ese instante es soberbia, realzando cada encuadre para magnificar, y sin estridencias, el reencuentro.
El haz luz que baña a la pareja, tiene connotaciones religiosas nada disimuladas, pero muy coherentes:
Chico era un creyente decepcionado, pero el amor le ha devuelto la fe.
Nadie se atreve a interrumpir, y 7th Heaven sigue impresionando 89 años después de su realización; se conserva magníficamente en su intensa modulación de melodrama romántico, y en el que no faltan constantes elementos y detalles de comedia, una de las cosas que más me ha sorprendido del film.
Es esta segunda vertiente, la que servirá fundamentalmente para describir los rasgos de Chico, caracterizado por su fuerza, honestidad, y también por una alta consideración de sí mismo:
“Soy un tipo muy peculiar”, dirá en todo momento, que siempre será vista con humorística relajación por parte del realizador, e interpretada con impagable inocencia por Farrell.
Pero junto a este rasgo concreto, incluso en las secuencias de combate desarrolladas en La Primera Guerra Mundial, aparecerán detalles en esta línea, como el bombardeo del taxi del amigo de Chico, del que dirá amargamente su dueño, que “murió en defensa de la patria”
Aun con la controversia, de que Gaynor vive con su hermana, y ambas se prostituyen “'porque no les queda otra opción”
Sí, así dicen todas…
Entonces llegan sus parientes, que son aún más peores que ellas interiormente, porque vienen a llevárselas, únicamente si son “blancas y puras y jamás han sido tocadas por un hombre...”
La más lista miente, pero la más honesta dice la verdad, y ambas quedan de nuevo tiradas en el fango de la miseria.
O bien, que la pareja estaba viviendo junta, sin casarse… así como los besos tan apasionados que la pareja se da, que parece que se comen…
Cabe mencionar, que 7th Heaven evoca un hecho singular que ocurrió en París en 1914; y es la caravana de taxis y coches particulares incautados para trasladar las tropas parisinas al frente, en este excelente drama, donde sin palabras, los actores nos trasmiten todos sus sentimientos con sólo miradas y gestos; así como las escenas bélicas son magnas, resaltaría la de la de los taxis, de una espectacularidad pasmosa, pero es que Borzage en las secuencias íntimas se crece, dotándolas de una sensibilidad excelsa, como en un simple corte de pelo, o en el tierno abrazo de Chico y Diane después de haberse prometido.
Es una notable combinación entre lo épico y lo espiritual.
Obra maestra que ya está entre los filmes obligatorios para ver antes de morir.
Los momentos finales, son de no respirar, y llorar desconsoladamente, pero de alegría.
7th Heaven es Cine Mudo que trasciende, y Lección de Cine.
Por último, como se citó, para el lanzamiento 7th Heaven por medio del sonido Movietone, se añadió la canción “Diane”, que presenta la voz del soprano de ópera Zari Elmassian.
La canción fue escrita por Ernö Rapée y Lew Pollack, y pasaría a convertirse en una melodía popular en el estándar del cancionero estadounidense.
Miles Kreuger, Presidente del Institute Of The American Musical, considera que se trata de la primera canción de éxito, en ser parte de la banda sonora de una película de largometraje, más imprescindible tratándose de cine mudo.
“Run, fools!
No army in the world can beat the taxi drivers of Paris!”
En definitiva, 7th Heaven es uno de los máximos exponentes del melodrama, que hasta la actualidad se sigue perpetuando la idea, pero pocas veces se ha conseguido tanta originalidad creativa, con los destellos de genialidad que nos brinda está obra de arte.
Y es que el cine de vanguardia, había dotado a Alemania de la capacidad técnica de crear la emblemática “Metropolis” (1927) dirigida por Fritz Lang.
Eran directores y escritores expresionistas, quienes enriquecieron el diario acontecer de las imágenes en movimiento, a la vez que creaban nuevas formas de narrativa, que en algún modo lograban competir con una de las industrias cinematográficas más consolidadas, como lo era y sigue siendo Hollywood.
Ahí mismo, el extraordinario director Frank Borzage, era premiado con El Oscar al Mejor Director, con su producción 7th Heaven, entre tanto alemán en boga, que sin duda, es un testimonio del genio necesario para hacer del Cine Mudo; un espectáculo que guarda en sus imágenes, la fórmula del melodrama que desde entonces vende y hace que el público vaya a las taquillas, y pague para presenciar en las butacas, las incansables luchas por las que tiene que pasar el amor, si no en este mundo, si en los extraordinarios mundos que componen las atmósferas caracterizadas por lograr entornos casi surrealistas a los sentimientos más comunes, como lo es la pulsión de hacer locuras por el otro.
A lo largo de su carrera, Frank Borzage se especializó en el género del melodrama, del que fue considerado uno de los más consumados especialistas, y en el cual conjugaba realismo y lirismo con especial sensibilidad al abordar las relaciones amorosas con particular intimidad; y fue de hecho, uno de los realizadores más atentos a seguir y denunciar el ascenso del nazismo.
Borzage desarrolló una filmografía impresionante, que incluye varios cientos de películas, y que alcanza su máxima intensidad con el cine mudo.
Por desgracia, la mayor parte de estos filmes han desaparecido, o no se pueden visionar, pero lo que se conoce de ellos, demuestra hasta qué punto el cineasta quedará marcado por esta época, la magia visual que perdura incluso en su última película.

“You mustn't be afraid.
I'm never afraid.
Never look down.
Always look up.
I always look up.
That's why I'm a very remarkable fellow!”



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