かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya)

“姫の罪と罰”
(Crimen y castigo a una Princesa)

El folclore japonés, es muy poco conocido en Occidente, pero las tradiciones y creencias japonesas, son bastante bellas y curiosas; y van más allá de los samuráis, los ninjas, los kimonos y las geishas.
Su cultura es rica en mitos y leyendas, mismas que aún se conservan y respetan igual que los ritos.
La mitología japonesa, es un sistema extremadamente complejo de creencias.
El panteón Shinto por sí solo se compone de una colección de más de 8 millones de 神 (kami) es decir dioses o espíritus.
A pesar de la influencia de la civilización china antigua, una parte muy importante de la religión y mitología japonesa, son únicas; y contiene tradiciones Shinto y budistas, así como creencias populares agrícolas.
Por otra parte, a diferencia de la mitología griega, nórdica y egipcia, es relativamente difícil distinguir, cuál es verdaderamente un “mito” para los japoneses.
Los mitos japoneses convencionales, se basan en el 古事記 (Kojiki), en el 日本書紀(Nihonshoki), y algunos libros complementarios.
El Kojiki que literalmente significa “registro de cosas antiguas”, es el libro más viejo reconocido sobre mitos, leyendas, y la historia de Japón; y el Nihonshoki es el segundo más antiguo.
El 神道集 (Shintōshū) explica orígenes de deidades japonesas desde una perspectiva budista, mientras que el 秀真伝 (Hotsuma Tsutae), registra una versión diferente sobre la mitología.
Un resultado notable de la mitología japonesa, es que explica el origen de La Familia Imperial, y les representa como descendencia Divina.
La palabra japonesa para Emperador en Japón, “天皇”, significa “El Soberano Celestial” tanto que el carácter “天” significa “cielo”
En particular, “竹取物語” (El Cuento del Cortador de Bambú), conocido también como “El Cuento de La Princesa Kaguya”, está considerado el texto japonés más antiguo que existe; y está considerado como el primer trabajo de ficción escrito en letras silábicas nacionales, y no en caracteres chinos; siendo la primera obra de ficción en prosa en la tradición literaria japonesa, cuya fecha original de escritura es alrededor del siglo X.
En el rollo, hay flores dibujadas sobre el papel del texto principal; y la historia principal gira en torno a La Princesa Kaguya, que fue descubierta cuando era una pequeña bebé por un anciano cortador de bambú, dentro de un tallo de bambú que brillaba misteriosamente.
El anciano y su esposa la crían como su hija, y La Princesa Kaguya rápidamente se convierte en una hermosa joven, una brillante Princesa; pero está destinada a regresar a La Luna, su verdadero hogar, por lo que La Princesa Kaguya intenta desalentar a sus 5 pretendientes principescos, exigiéndoles tareas imposibles.
Todos fracasan, y El Emperador de Japón también se convierte en un pretendiente a su mano, enamorado, y finalmente rechazado.
Cuando una embajada de seres celestiales llega en un carro a recogerla, ella se pone un traje de plumas, y la llevan de vuelta a casa para recuperar su legítimo lugar como un ser inmortal.
Su historia es un cuento que se tiene como el arquetipo y padre de todas las obras de ficción japonesas; siendo la obra que inaugurará la larga tradición de ficción de la literatura japonesa, una tradición que llegó de la mano de mujeres que escribían en kana, el silabario japonés, en un momento en que en muchos países todavía no había literatura escrita.
“El Cuento del Cortador de Bambú”, es una maravilla de lectura, un cuento al más puro estilo monogatari, que te traslada a un mundo de ensueño, donde todo es posible, con un lenguaje fácil, casi fresco, a pesar de haber sido escrito hace siglos.
Algunos de los personajes del folclore japonés, también en general, son muy recurrentes en la cultura japonesa actual, como en el manga y anime, la literatura, el cine, etc., en donde las criaturas que pueden transformarse en humanos; y a pesar de esa transformación, permanecen rasgos de su auténtico ser, por ejemplo, en los ojos o carácter.
“天国に一番近い場所はどの山ですか?”
(¿Cuál es la montaña más cercana al cielo?)
かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya) es una película animada japonesa del año 2013, dirigida por Isao Takahata.
Protagonizada por Atsuko Takahata, Takaya Kamikawa, Hikaru Ijūin, Ryudo Uzaki,
Aki Asakura, Kengo Kora, Takeo Chii, Nobuko Miyamoto, y Nakamura Shichinosuke II, entre otros.
El guión es de Isao Takahata y Riko Sakaguchi; siendo la 5ª película escrita y dirigida por Isao Takahata, después de “火垂るの墓” (Grave of the Fireflies - 1998), “おもひでぽろぽろ” (Only Yesterday - 1991), “平成狸合戦ぽんぽこ” (Pom Poko - 1994), y “ホーホケキョとなりの山田くん” (My Neighbors The Yamadas - 1999); dentro de スタジオジブリ (Studio Ghibli), el famoso estudio japonés de animación, considerado por la crítica especializada, y muchos cinéfilos como uno de los mejores estudios de animación del mundo en la actualidad; y es la 8ª de su filmografía.
Se trata también del 21° largometraje producido por Ghibli, esta vez basada en el cuento popular japonés “竹取物語” (El Cuento del Cortador de Bambú), conocido también como “El Cuento de La Princesa Kaguya)”, que está considerado el texto japonés más antiguo que existe, sobre una pareja de ancianos que ya no pueden tener hijos, hasta que el viejo encontró una niña dentro de un tallo de bambú que provenía de La Luna.
Hoy en día, la historia también ha sido utilizada en varios animes, en donde intervienen en la leyenda; además hablamos de una película que ha estado en desarrollo durante 8 años, al querer conseguir un estilo animado único, basado en las acuarelas y el dibujo al cartón; con un presupuesto de $49 millones, siendo estrenada a finales de 2013 en Japón, donde fue un fracaso al recaudar unos $22 millones aproximadamente; pero lo más importante es que estamos ante una película simplemente brillante, hipnótica, e increíblemente evocativa; tanto que estuvo nominada a los Premios Oscar en la categoría de Mejor Película de Animación; siendo exhibida en El Festival Internacional de Cine de Cannes en la sección Quinzaine des Réalisateurs, donde compitió en La Selección Oficial; siendo una de las pocas películas de animación japonesa, junto con “茄子 アンダルシアの夏” (Nasu: Summer in Andalusia - 2003) y “イノセンス” (Ghost in The Shell 2: Innocence – 2004), es pasar por dicho Festival.
La historia de かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya) comienza cuando un anciano campesino (Takeo Chii) encuentra a una niña diminuta dentro de una planta de bambú, a la que inicialmente llaman “Princesa” (Aki Asakura); y junto a su esposa (Nobuko Miyamoto), deciden adoptarla como si fuera su hija a la que llaman “Takenoko” o “Little Bamboo” por su rápido crecimiento.
Convertida rápidamente en una hermosa mujer, es llamada “Princesa Kaguya” literalmente “Luz Brillante”, un personaje bondadoso, de sabiduría casi divina y, sobre todo, muy humano, que se ve fuertemente influenciado por los intereses de sus allegados, y no por los de ella misma, haciendo que su rápido crecimiento, tanto físico como mental, se vean muy influenciados por decisiones que ella misma no ha decidido seguir.
Ella crecerá como lo que es, una criatura misteriosa y divina, hasta convertirse en una hermosa joven que cautivará el corazón de todos los hombres que oyen hablar de ella, dispuestos a sacrificar incluso su vida para convertirla en su esposa, incluido El Emperador de Japón.
A pesar de estar fuertemente arraigada al campo y a la vida sencilla en comunión con la naturaleza, sus padres adoptivos tratarán de hacer de ella una Princesa refinada en la gran ciudad.
En estos códigos, tradición artificiosa frente a pureza, ostentación frente a sencillez, convenciones sociales frente a impulso vital; Kaguya también es una heroína terrenal; su fuerza e independencia, la harán enfrentarse a las costumbres que convierten a la mujer inhumanamente bella, en un objeto comparable a las joyas o las reliquias religiosas.
Por lo que su determinación es una alabanza a la felicidad de las pequeñas cosas, en la conexión del ser humano con la naturaleza, en el atractivo de un utópico mundo rural, donde el alma aún es pura, y no se corrompe por los lujos y pretensiones de la civilización.
Sin embargo, su inicial júbilo se ve reducido a tristeza, pues asegura que vendrán por ella las personas de La Luna, lugar del que es originaria; y se entristece al pensar que no volverá a La Tierra, y perderá sus recuerdos de ella.
かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya) es un gran relato lleno de metáforas, humanidad y sentimiento:
Lo artificial frente a lo natural, lo material frente a lo espiritual, la sumisión frente a la libertad, además de la admiración, la querencia y el respeto por unos orígenes, por unas raíces de las que, desafortunadamente, uno se siente cada vez más desenganchado por circunstancias vitales; no exenta de brutalidad.
Pero también poseedora de una técnica de producción atrevida y acorde con el espíritu de un cuento, de una historia universal.
Su director nos cuenta su gran relato a través de uno de los personajes más empatizables del cine animado, no solo japonés, sino mundial:
La Princesa Kaguya, un canto a quien sabe apreciar el cine, no solo de animación, pueda escuchar su poderoso mensaje, y así mismo compartirlo.
Llena de valores, debería ser el cine que los niños de hoy vean, pero somos ciegos y sordos a lo mejor de este mundo, o tal vez sea, que los que de verdad apreciemos las bellezas de la vida, no seamos del todo, de este mundo.
“火を引っ張ったとしても、それは本当に非常に薄い皮膚の毛であるしかし、ラットの火が燃えていません。試してみましょう”
(Realmente es una piel muy fina.
Pero el pelo de la rata de fuego no arde, aun cuando se tira al fuego.
Probémoslo)
Qué hermosa es la carrera profesional de Isao Takahata vista en perspectiva:
Tantos años avanzando por el camino de la excelencia, para acabar realizando la película perfecta, apostando por “la imperfección”
Él, junto a Riko Sakaguchi, construye un evidente y sentido homenaje a la narrativa tradicional japonesa, que todos sabemos se basa esencialmente en historias agridulces y altamente melancólicas, con ciertas dosis de lo que podríamos llamar “realismo mágico” y otros elementos claramente minimalistas, en donde se destaca, sin duda, la relación del hombre con la naturaleza, pero también las problemáticas asociadas al componente social, entiéndase reglas sociales en contraposición con la propia naturaleza libre del hombre.
かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya) narra la historia de una pequeña niña que, hallada dentro de un brillante tallo de bambú, es adoptada por un campesino y su esposa, y se convierte rápidamente en una joven y hermosa dama que, desde el campo a la gran ciudad, cautivará a todos los que la conocen, entre ellos, 5 nobles pretendientes, y El Emperador de Japón, pero cuyo destino está mucho más lejos de ser una Princesa.
Combinando elementos trágicos y cómicos, la historia nos muestra a una niña que crece, algo más rápido de lo normal, en un entorno natural bellísimo, y acompañada de los amigos que conviven con ella en el campo, ajena a su destino, hasta que su padre adoptivo decide que tiene el deber de convertirla en Princesa, y se la lleva a la capital, donde será educada como una noble, para casarla con algún personaje de “alta cuna”
Poco dispuesta a someterse al nuevo estilo de vida que se le propone, Kaguya nos recuerda en cierto modo a la Penélope de “La Odisea”, cuando promete casarse sólo con aquél que consiga traerle una prueba de amor verdadero, lo que lleva a algunas de las secuencias más divertidas del largometraje.
En ese tiempo, sin embargo, La Princesa se verá confrontada a menudo a la cuestión de su identidad, o de quién quiere ser, en los tramos más emotivos y trágicos.
かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya), se convierte así en una reflexión sobre la temporalidad y la importancia de disfrutar del mundo en el que vivimos, mientras decidimos quién queremos ser.
No es una cuestión fácil, pues a menudo son otros los que quieren decirle uno quién debe ser, sean sus padres, que movidos por su amor quieren lo mejor, aunque a veces ello les impida ver lo que realmente desea el corazón de su hijo; o nuestros tutores, como la obstinada Lady Sagami (Atsuko Takahata); e incluso puede ser que si no nos damos cuenta a tiempo, y sea el destino quien decida.
Y es que el relato protagonizado por una Princesa nacida de un tallo de bambú, y criada en el seno de una familia de campesinos que un día decide convertirla en una dama de la aristocracia, le sirve a Takahata para reivindicar la tradición oral de su país, el realismo mágico, y para construir el que quizás sea el personaje femenino más potente visto nunca en un filme de la productora Ghibli:
Esa Princesa Kaguya a ratos vencida por la angustia adolescente, pero capaz de rebelarse parcialmente contra el destino, y evitar a sus pretendientes con ingenio.
かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya), también recuerda que uno no debe avergonzarse de sus orígenes humildes, y además presenta una subtrama cercana al melodrama clásico:
La historia de amor entre Kaguya y el joven Sutemaru (Kengo Kora)
かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya) es una hermosa historia, poética, llena de sentimiento de pertenencia y ecología, marca de la casa.
La presencia del relato en la cultura popular japonesa, es enormemente significativa; y es por ello que Takahata, aun con variaciones, no cae en la relectura o la modernización, sino que homenajea la esencia nostálgica de una historia que remite a la más pura tradición del contador de cuentos.
Y la desarrolla con sencillez, evocando esa sensación de ir pasando páginas, y encontrarse en cada una de ellas, una obra de arte de carboncillo y acuarela.
No hay apenas tensión, todo fluye con la dulzura de un acorde de koto o de la seda al envolver un cuerpo.
El sentido lírico de la obra, prevalece por encima de cualquier otro elemento, lo que la acerca más a ese contrapunto místico dado por los elementos fantásticos.
Así como de tradición, y una gran crítica brutal a las imposiciones sociales, especialmente monárquicas; donde lo más llamativo es el dibujo, en apariencia hecho a mano, a base de pinceladas, a veces parece crayola o carboncillo, en otras hermosas acuarelas; es sorprendentemente vanguardista, nunca antes vista en animación; y se opta por una animación más abstracta, y hasta cierto punto impresionista, como si el espectador estuviese contemplando acuarelas de colores tenues y bordes claros de un libro antiguo.
No es exagerado decir, que constituye todo un trabajo artesanal realmente notable, en especial, en tiempos en que la tendencia en la animación es más bien por gráficos generados por CGI.
El encanto de la animación japonesa, reside en sus concepciones de la pintura y de la caligrafía como arte, enseñadas ambas cosas por el pueblo chino.
La línea, flexible, ondulante y bien marcada como protagonista, y en segundo plano, el color aplicado de forma suave y homogénea para no crear falsas perspectivas, hace de かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya) una película blanca, pues las formas y colores surgen del blanco, un blanco que podría enfrentarse al negro cinematográfico, de colores tenues y trazos simples que evidencian su carácter dibujado.
Desde los títulos de crédito iniciales, percibimos esta naturaleza pictórica y contemplativa de la obra.
Estamos ante una película/lienzo, cuya delicada estética a base de trazos leves y acuarelas, se erige como medio privilegiado para abordar una historia fantástica, de resonancias míticas, desde la más pasmosa organicidad:
Lo sobrenatural no rompe la cotidianeidad del sencillo mundo dibujado por Takahata.
Una técnica de trazos que apabulla la nueva y saturada animación en tercera dimensión, es el corazón y el alma en cada cuadro, en cada hoja que se van paseando una tras otra a gran velocidad, lo que crea en lo personal, la mejor película de animación jamás antes vista.
Su historia aún más bella y encantadora, hace elevar por encima de todo el producto final, creando así, lo mejor que he visto en animación; sin llegar a estar tan caricaturizado, pues el dibujo y los personajes tienen un diseño sencillo, a veces sin rostro, puesto al servicio de la historia y de la viveza de la animación, y mostrando en todo momento, el pálpito vivo del trazo.
Cada trazo es perfecto, el uso de la luz y las sombras, es incomparable.
La forma en la que la iluminación, e incluso el trazado cambian de acuerdo con las exigencias del guión, principalmente para enfatizar las emociones de los personajes, es sencillamente brillante, y añade una fuerza visual al conjunto sobrecogedor.
Ahora bien, por lo mismo, además de su ritmo pausado, el espectador tendrá que concebir かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya) desde una perspectiva abierta, ya que La Filosofía Oriental, definitivamente es distinta a La Occidental, y bien puede cuestionarse porqué el personaje femenino protagónico, y se le agradece nuevamente a los Estudios Ghibli que insista en personajes femeninos para narrar sus historias, logra vencer la angustia adolescente para rebelarse contra su destino “mundano”, para ceder irremediablemente al “divino”, que también la subyuga a una fuerza masculina, en este caso divina, al fin de cuentas, dada su naturaleza.
Y este elemento se reforzará cuando Kaguya sufra una y otra vez por su platónico amor con el joven Sutemaru.
Los personajes todos entrañables, se dan a querer rápidamente, donde muchos destacan y tienen tiempo para brillar.
La pequeña Princesa y sus fantásticos movimientos como bebé, todo un logro de la técnica de animación; no es en absoluto un personaje plano, y presenta varias contradicciones en su interior, mientras que evoluciona y observa su entorno; o la estricta Sagami, y la pequeña acompañante; o los pretendientes.
El segundo prisma desde el que podemos analizar かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya), es el punto de vista del padre de Kaguya, incluso también su madre, ambos no tienen nombre propio; aunque en menor medida la madre, es el padre que funciona más de apoyo entre personajes que como entidad propia.
Un hombre que recibe una niña por gracia divina, una hija que de forma biológica no podría haber tenido, una mujer que pasa a ser el eje de su existencia, haciendo que todas sus decisiones y acciones pasen a un supuesto beneficio de ella, aunque él mismo, ignorante, cometa el error de dejarse llevar por ese sistema vacío que es la nobleza, centrándose en la idea de que lo más importante en la vida, y el secreto de la verdadera felicidad, está en la riqueza o en casar a su hija con un hombre, cuanto más importante mejor.
Hay cosas que el dinero no puedo comprar, como los nobles y El Emperador, que por mucho que lo intentan, no pueden hacerse, a pesar de todo su poder y dinero, con los sentimientos puros de La Princesa.
Porque para Kaguya, ser feliz es poder volar como un pájaro de la mano de sus amigos; y su padre solo quiere lo mejor para ella, pero sus buenas intenciones terminan siendo una cárcel.
La sociedad dictamina que es lo mejor, y nos hace olvidar que es lo que realmente nos hace felices.
Un cuento que nos retrata la sociedad japonesa de la época, sus costumbres y protocolos, que ocultaban tras el maquillaje la tristeza de los rostros.
Una familia de campesinos pobres, que acepta lo que la sociedad dice que es mejor, lo más alto de la pirámide, olvidándose de sus propios sentimientos y de los de su hija.
El cuento es largo, pero vale cada minuto de metraje; con un mensaje muy fino sobre el desapego a las personas que amamos, más cuando el destino está escrito.
Una película adulta de animación, con ratos hermosos de comedia, de vivir la vida y las cosas simples de alrededor que cautiva el corazón.
Todo lo anterior, puede sonar bastante existencialista e incluso pretencioso, pero no sólo es la esencia de la narrativa nipona, sino también “la bandera” de lucha de los filmes de Ghibli, influenciados altamente por el concepto de “melancolía”, a pesar de que no siempre recrea animación de historias propiamente japonesas, sino más bien influenciada por otros elementos narrativos, más bien occidentales.
En segundas lecturas, aparte de hablarnos del absurdo de las normas y situaciones que se llegaron a vivir en el Japón antiguo, es extrapolable a nuestra realidad sin mucha dificultad.
A partir de un conflicto interno intimista, se explora toda una parábola sobre el vacío de las posesiones terrenales, y el poder inmortal del amor.
No afirmaré que se trata de un film en clave feminista, pero sí que no deja en muy buen lugar al patriarcado.
El deseo de posesión masculino, reduce a la inquieta Princesa a una indeseada reclusión.
Su inteligencia le sirve para mantener una cierta independencia, pero pagando por ello un alto y doloroso precio.
El cortador de bambú, en su bienintencionado papel de padre adoptivo, se muestra como figura castrante, interrumpiendo cada momento de íntima felicidad de su prohijada.
Momentos que se producen en la humildad de lo sencillo, en la actividad artesanal y el contacto con la naturaleza.
El goce de lo ordinario, es el anhelo de la protagonista, en dolorosa paradoja con esa extraordinaria naturaleza que le otorga capacidades sólo soñadas por el individuo ordinario.
Los breves momentos felices de La Princesa, son continuamente abortados por la irrupción de la realidad, frustrando cada sueño.
Momentos de ilusión que se entretejen con sus correspondientes decepciones, como los hilos en el humilde telar al que La Princesa dedica sus momentos vacíos, conformando trazo a trazo, un relato de la imposibilidad de alcanzar los sueños.
Se le puede achacar la duración excesiva, casi 2 horas y media, siendo la película más larga de Ghibli, lo que repercute en el resultado final, que no es más que un chicle estirado hasta que casi quiebra.
En Ghibli, son muy propensos a experimentar, y les gusta hacer muchos malabares con la animación que impregna todo el metraje:
Colores apagados, trazos torpes, música ambiental casi todo el tiempo...
En realidad, esto no se convierte en un problema, ya que ayuda a sobrellevar la película, y constantemente pueden observarse detalles curiosos que ayudan a redondear un poco más la esencia final del filme.
Y da la impresión de que かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya) es una película llevada a cabo con muchas prisas, y que fuerza un mensaje filosófico que no encaja en el resultado final, y que en una historia como esta suena impostado.
Pero sobre todo, sirvió para iniciar el desarrollo de una estética de la imperfección, sólo en apariencia contradictoria con el sello forjado por Ghibli, confirmando al veterano animador la gran libertad creativa de que podía gozar.
Esa libertad que, paradójicamente, tanto ansía y persigue su Princesa Kaguya, y que Takahata ejerce volviendo a prescindir de lo accesorio, para recrearse en los placeres visuales del trazo y la sugerencia.
Recreándose en un dibujo que parece inacabado, con esos segundos y terceros planos apenas delineados, el apagado color aplicado a veces con aparente descuido, y esos fondos que contrastan con el detallismo habitual en los productos de su estudio, nos ofrece una animación de una belleza arrebatadora.
Por último, el compositor Joe Hisaichi, se muestra mucho más reflexivo en términos musicales, y probablemente más melancólico que nunca.
La partitura privilegia los acordes de piano, y parece estar escrita respetando el crecimiento de Kaguya, en los que también obviamente tenemos violines alegres que reflejan la frescura de la adolescencia.
Y la hermosa canción que vertebra en gran parte del metraje, con un emocionante cambio de tono, al cambiar a la estrofa que canta la protagonista.
Precisamente, la canción muestra una dualidad que es reflejo de la propia Princesa, que puede presentarse indistintamente radiante como una clara mañana invernal, o melancólica como los nubarrones de una tormenta.
“確かに神は私の娘になるために私のためにここに入れている、とさせていただきます”
(Sin duda, los dioses la han puesto aquí para que yo la convierta en mi hija, y así lo haré)
¿Qué es el tiempo; lo aprovechamos?
¿Que es una bendición; la aceptamos; la sabemos ver?
Y si llegamos a verla:
¿La sabremos conservar, la sabremos cuidar?
¿Qué es el destino; y cuándo nos une a otra persona, lo aceptaremos, nos arrepentiremos si le dejamos ir?
son preguntas que hacen sentir かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya), y eso representa la pasión con la que fue hecha.
Digna de ganar contra cualquier rival por más técnicas modernas que el contrincante use; no hay peleador que se pueda oponer a este cuento hecho a cuadro por cuadro, y carboncillo.
Porque las películas del Studio Ghibli, se erigen como un oasis atípico en el panorama de la animación industrial contemporánea, lanzada con ahínco hacia posiciones estéticas muy definidas:
Desde el fotorealismo y la imagen sintética de Pixar, hasta el anime japonés, de formas más simples y distanciadas, pasando por industrias emergentes, algunas con estimulantes propuestas formales, como la surcoreana o la francesa.
Frente a ello, Ghibli, principalmente en algunas de sus últimas producciones, aboga por una estética más consciente de su propio soporte:
Desde la acuarela hasta el dibujo animado limpio, sencillo pero profundamente expresivo, enriquecido por toda una tradición estética japonesa que bebe de fuentes como la caligrafía tradicional, el ukiyo-e, el sumi-e o el wabi-sabi, término tan sugerente como difícil de definir, relativo a una belleza de lo intrascendente, de lo efímero y lo sutil, de lo modesto, y casi imperceptible frente a lo exuberante.
Su obra dignifica el cine animado como un arte tan maduro como el de cualquier clásico de carne y hueso, y su parte menos realista, conecta en el fondo con el imaginario mitológico y legendario común a toda una cultura.
Lo cual no elimina en かぐや姫の物語 (The Tale Of The Princess Kaguya) el recuerdo infantil, sino que lo hace crecer como crecen las personas:
El espectador la afronta con su mentalidad adulta, y la visión de un niño que, con su inocencia, y su capacidad de asombro intacta, se deja deslumbrar con historias de Princesas y criaturas mágicas, sin caer por ello en la simplificación o la falta de profundidad.
Una maravilla.
“昼と夜は、長年にわたって、私は森の中で働いているので、偉大な不思議を発見したことがありませんでした”
(Día y noche durante muchos años he estado trabajando en este bosque y jamás había encontrado tamaña maravilla)



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