Children Underground

“Părinții mei m-au bătut”
(Mis padres me golpeaban)

“Niños en situación de calle”, es el término usado para llamar a los niños que viven en las calles de una ciudad, privados de atención familiar, y protección de un adulto.
Los niños de la calle, viven en edificios abandonados, cajas de cartón, apartamentos, estaciones en desuso, o en cualquier rincón donde puedan dormir sin ser agredidos ni descubiertos por la policía.
Es difícil encontrar una definición precisa que pueda definir la enorme variedad de circunstancias en las que estos niños de la calle viven día a día.
Sus condiciones son muy heterogéneas, desde niños que pasan todo el día en la calle y duermen en casa, con unos padres poco capacitados para atenderle adecuadamente; a jóvenes totalmente independientes, que establecen sus propios grupos sociales, o comunidades de drogadictos dedicados al robo.
Hay niños así, en muchas de las grandes ciudades del mundo, y especialmente en países en vías de desarrollo, y son víctimas de abusos, negligencia, y explotación.
En un intento de aumentar la mano de obra rumana, el ex dictador comunista, Nicolae Ceauşescu, que gobernó La República Socialista de Rumania, desde 1967 hasta su ejecución en 1989; prohibió los abortos y los métodos anticonceptivos, causando muchos nacimientos en familias que no tenían los medios suficientes para cuidar de sus hijos, y los abandonaban o acababan en orfanatos públicos, en los que vivían en terribles condiciones.
Además, para pagar la deuda externa acumulada, producto de la industrialización acelerada en la década de 1970, Nicolae Ceauşescu ordenó la exportación de gran parte de la producción agrícola e industrial del país.
El resultado fue la escasez de comida, energía y medicamentos, que provocó que la vida diaria de muchos rumanos fuera una lucha por la supervivencia.
Estas familias afectadas por la escasez, lejos de disfrutar de sus derechos fundamentales, tienen pocas esperanzas de cambiar.
Así, los niños de estas familias, viven en condiciones difíciles en las que el acceso a la sanidad, educación, etc., están comprometidos.
Con la caída del comunismo, muchos de esos niños pasaron a vivir en la calle, muchos de ellos provenientes de los orfanatos, mientras otros pertenecían a familias que se habían empobrecido.
Curiosamente, tras 30 años de su ejecución, se ha visto un crecimiento de la popularidad de Ceaușescu entre los campesinos, desempleados, y minorías étnicas.
Aunque la presencia de niños de la calle era un problema en Bucarest, en la década de 1990, su número ha disminuido en los últimos años, y ahora está por debajo de la media de las principales capitales europeas.
Hoy en día, hay 1000 niños viviendo en la calle, debido a que los recursos para darles un techo, son muy limitados; algunos de los cuales se dedican a la pequeña delincuencia, y la mendicidad.
“Pumnul este tot ceea ce contează”
(El puño es todo lo que importa)
Children Underground es un documental del año 2001, dirigido por Edet Belzberg.
Protagonizado por Cristina Ionescu, Mihai Alexandre Tudose, Valentina Rosu, Ana Turturica, Marian Turturica, entre otros.
El guión es de Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne; y obtuvo una nominación al Oscar como mejor documental.
Filmado en Bucarest durante un periodo de 4 años, la directora Edet Belzberg, logró ir donde la sociedad no suele ir, al mostrar a los espectadores, dolorosamente las vidas crueles de estos niños pequeños; y aborda una variedad de temas que van desde el derecho al aborto, hasta el nivel de conciencia y responsabilidad de los adultos hacia los niños sin hogar.
Children Underground, narra la historia de 5 niños de la calle que tienen entre 8 y 16 años, y que viven en una estación de metro de Bucarest, Rumania; siendo la décima ciudad más poblada de La Unión Europea, con 1,977.985 habitantes, según datos del censo de 2011.
Estos niños, son vistos a diario por adultos que les ignoran, mientras ellos se mueren de hambre, timan, roban, y buscan desesperadamente alguna lata de pintura para drogarse; ellos son:
Cristina Ionescu:
De 16 años, pasó parte de su infancia en un orfanato, en el que abusaron de ella física y sexualmente.
Abandonó el orfanato a los 11 años, para irse a vivir a la calle, cuando intentaron internarla en un centro de salud mental.
Cristina empezó a vestirse como un chico para parecer más dura, puesto que las chicas de la calle tienen que enfrentarse a situaciones muy complicadas.
Ella es la líder de los niños que viven en el metro.
La rudeza de la calle, la ha hecho perder todo rasgo de femineidad.
Mihai Alexandre Tudose:
De 11 años, se escapó de casa cuando tenía 8.
Sus padres eran alcohólicos, y su padre abusaba de él; al cual tiene un gran desprecio.
Echa de menos a su hermana y a su madre, y se siente culpable por haberles abandonado; sin embargo desea llegar a algo en la vida, tener una casa, e ir a la escuela.
Se niega a mendigar como el resto de los niños y, por eso, ayuda a los reponedores de las tiendas, a cambio de algo de dinero.
No obstante, la calle lo ha perturbado y se corta los brazos cuando la vida se hace insoportable; y es notable cuando los niños van a un parque, y una de las chicas tiene una pataleta, y la paga con él; y se le ve sufriendo emocionalmente.
Violeta “Macarena” Rosu:
De 14 años, vivía en el mismo orfanato que Cristina.
Cristina la protege, porque Macarena es callada y sumisa.
De todos los niños, ella es la que más enganchada está al Aurolac, un tipo de pintura metálica, prefiriendo esnifar antes que comer.
Macarena no conoce ni su nombre real, ni a sus padres, y tampoco sabe cuándo es su cumpleaños.
El apodo “Macarena” viene de la canción del mismo nombre, que es su favorita, y que le encanta bailar.
Ana Turturica:
De 10 años, se escapó de sus deplorables condiciones en una casa sin luz, comida ni ropa.
Se niega a hablar de la situación en su casa, y se empecina en decir que su familia la quiere, y que ella les quiere mucho; pero que es mejor vivir así, en la calle.
Tras escaparse, acaba volviendo a casa, para traerse a su hermano Marian, para que viva en la calle con ella.
Ana tiene muchos problemas, evidentemente mentales o psiquiátricos, y su padrastro intenta, sin éxito, llevarla 2 veces de vuelta a casa.
Marian Turturica:
De 8 años, es el hermano pequeño de Ana.
Aunque no le gusta la vida en la calle, se mantiene muy unido a su hermana.
Estos niños, junto a otros más son vistos a diario por adultos que les ignoran.
Children Underground explora las vidas de estos niños que aparecen peleándose, abusando los unos de los otros, y enganchándose al inhalar el colorante usado para cromados, llamado Aurolac.
Los productores, acompañaron a Mihai a casa de sus padres en la ciudad de Constanza.
Así como aparecen escenas similares con Ana y Marian, que visitaron a sus familias en las afueras de Bucarest.
Pero los niños en el subterráneo, tienen formadas mini-sociedades, en las que cada uno de ellos cumple su papel en el grupo.
Y claro está, se drogan como una forma para desconectarse de la realidad, de su situación trágica y grotesca.
Sin embargo, esto parece ser una manera bastante eficiente para controlar a los niños de la resistencia, debido a que los niños no parecen ser capaces de darse cuenta exactamente de lo horrible de la situación en que se está.
También, Children Underground se centra mucho en la responsabilidad de los peatones que pasan a su alrededor.
¿Estas personas tienen alguna responsabilidad moral hacia ellos?
Children Underground proporciona la respuesta; como uno de los trabajos cinematográficos más asombrosos y atrapantes de la pasada década, un drama profundamente íntimo y desgarrador.
“Oamenii mi-a da bani pentru mâncare, dar am cumpăra vopsea, pentru că dacă am obține o sticlă nu mai e foame.
E ca-n paradis!
Tu visezi că tu mănânci, și eu nu pot renunța la ea”
(La gente me da dinero para la comida, pero yo compro pintura, porque si consigo una botella, ya no tengo hambre.
¡Es como el paraíso!
Sueñas que comes, y no puedes renunciar a ello)
En Children Underground, somos testigos de las consecuencias derivadas de la caída del régimen comunista en Rumania.
La crisis económica galopante, dio origen a un crecimiento exponencial de la pobreza, creando a su vez, una oleada de niños desamparados que buscaron, y buscan en las calles, el sustento y la intoxicación diarias, para evadir la cruel realidad circundante.
El documental, rodado en clave muy íntima sobre niños sin hogar en la Rumania post comunista, donde la caída del régimen llevó a que más de 20.000 pequeños crecieran en las calles; presos de la soledad y la desesperación, todos ellos vagan por un país roto, y sin un ápice de esperanza.
Y es que aunque algunos de estos niños consiguen regresar a su hogar, el verdadero problema está en la flagrante falta de recursos gubernamentales para apoyarles, y la ausencia de un plan para enderezar sus vidas por parte de un estado que parece olvidarse de ellos.
La directora, enfoca en primer plano la vida de 5 de estos chicos, dolorosamente inconscientes de los horrores de su terrible realidad, y que luchan diariamente para sobrevivir.
En un estilo que combina profundos, brutales y terribles sentimientos humanos, la realizadora, Edet Belzberg, nos transporta a las calles de Bucarest en Rumania, para introducirnos a una “familia” de niños que vagan por las calles, y viven en túneles subterráneos, adictos a las drogas, y dolorosamente inconscientes de los horrores de sus existencias.
Una de las jóvenes, a las que la directora Belzberg sigue, es Cristina Ionescu, quien a primera vista puede parecer un hombre joven, pero posteriormente explica que las chicas tienen que volverse más duras, y más masculinas para poder sobrevivir.
Lo mismo ocurre con otra chica, Violeta “Macarena” Rosu; y otros niños más, mucho menores son entrevistados:
Mihai Tudose, y los hermanos Ana y Marian.
Belzberg y su camarógrafo, Wolfgang Held, se mantienen distantes viendo a los niños mendigar, pelearse, y durmiendo en cajas de cartón, en estaciones de tren, o en parques públicos, mientras inhalan Aurolac, una pintura basada en aluminio que contiene fluidos tóxicos, dentro de bolsas de plástico.
La directora, nos presenta la vida cotidiana sin pontificar, argumentar, o explicar lo que sucede, manteniéndose al margen de lo que transcurre delante de su cámara, y al mismo tiempo, demostrando que a pesar de la violencia, las drogas, el hambre y el frío; los niños no han perdido sus capacidad de jugar, de divertirse, y sobre todo, aún tienen lo que los adultos han perdido desde hace mucho tiempo:
Sienten compasión por su prójimo.
y es de agradecer, que Belzberg se aleje de las polémicas relacionadas con la descontrolada explotación sexual de la que sufren; así como del hecho de que uno de los mayores peligros a los que se exponen, son las enfermedades de transmisión sexual, incluyendo El SIDA, porque el infierno urbano que presenta ya es suficiente.
Otro aspecto, que no se ve el alto grado de delincuencia que abunda en esta sociedad paria, así como el abuso de drogas fuertes; todo ello también existe, pero no es mostrado.
Los niños de Metro, ofrecen una exploración alucinante de la relación entre la pobreza y la responsabilidad moral; y el documental lo logra de una manera que es totalmente convincente.
Ya sea que uno se suscriba a la vista emotiva, que todas las afirmaciones morales son simplemente expresiones emocionales; hay que admitir que en el estudio de la ética, en especial la ética aplicada, las apelaciones emocionales desempeñan un papel tan influyente, que su presencia es a menudo la bienvenida, o al menos tolerada.
Como tal, Children Underground revuelca el corazón de la audiencia, ganando mucha simpatía en el proceso.
Aunque muchos podrían decir que los ricos tienen ninguna responsabilidad moral para con aquellos, que son los menos afortunados y “no quieren ser ayudados”, hay varios casos en el documental, en la que sus temas son retratados por ser exactamente eso; sin embargo, sería bastante sorprendente encontrar a alguien que niegue que estos niños no son dignos de apoyo.
También, se plantea una cuestión interesante para los documentalistas:
¿En qué momento, el equipo de una película debe interferir en nombre del bienestar de lo presentado?
Children Underground en particular, plantea la cuestión de una manera única, ya que para responder a esta pregunta, hay que sopesar el sufrimiento actual de los sujetos con el potencial buen futuro causado por el nivel elevado de conciencia que se propaga.
Por ejemplo, a pesar de todos los sujetos de Children Underground sufren rutinariamente en la pantalla, uno fue adoptado por una pareja acomodada como resultado directo de la exhibición de la película.
Esto hace que, para un uso interesante y difícil, sea de cálculo utilitario.
Otra idea también, es mostrar lo que no se quiere ver, aun a costo de un grave mayor, es la realidad y el transcurso de los hechos que se viven a diario.
Naturalmente, es polémico, y descansa en la reflexión del espectador, sobre qué hacer cuando se presenta ante sus ojos, una situación de esta naturaleza tan violenta.
Como observaciones, tenemos entonces que los peatones pasan por delante de los niños sin hogar, que están oliendo pintura, y no se ven afectados por ello.
Cabe preguntarse:
¿Cuál es el nivel de responsabilidad de los peatones?
Sobre la violencia, en una escena, un trabajador en el metro, comienza a pegarle a Macarena que está tendida en el suelo, inofensivamente, tratando de conseguir que se vaya.
En otra, Cristina golpea con un palo a una mujer trastornada y sin hogar, tratando de conseguir que también se vaya.
En otra, Ana de 10 años, inhala los vapores de pintura...
Nadie de los que observan, hacen nada.
Por otro lado, parte de la producción se dedicó a investigar sobre quienes atienden a estos niños, y encontraron varias organizaciones de bienestar social, que han dado ayuda, como la clínica The Heart to Hand, de las que se presenta una de las 2 que hay en Bucarest; que proporciona atención médica básica a niños de la calle, pero no vivienda.
Otra organización, es un refugio pero que tiene sólo 10  camas, y requiere que los niños se tomen en serio, que deben ser capaces de rehabilitación.
Uno de los trabajadores, dice que los niños deben ser retirados de la calle en cuestión de semanas o meses, de lo contrario “regresan a la calle”
En el epílogo, Belzberg y su equipo, regresan 1 año después para descubrir que la policía ha desalojado a los niños de la estación, y que algunos han acabado en casas de acogida, mientras otros se han trasladado a zonas de la ciudad con obras abandonadas, un símbolo irónico de un futuro prometedor que nunca llegó.
Porque en Europa del Este, se tiene el índice más alto de trabajo infantil en Europa; y en Rumania, trabajan más de 70 mil niños.
La desintegración de La Unión Soviética, y el derrumbe del comunismo, dejaron pobreza y desempleo; por ello, el trabajo infantil en Rumania, está concentrado en los sectores pobremente pagados, como la agricultura y la construcción.
La fabricación de ladrillos, es realizada con frecuencia por miembros de la minoría gitana.
Así pues, los niños sufren la discriminación, por edad, lo que les dificulta encontrar un trabajo decente.
Al mismo tiempo, existe la tradición de alentar a los niños para que se ganen la vida, en lugar de estudiar.
“De ce ai plecat acasă?”
(¿Por qué te fuiste de casa?)
La mendicidad, ya es algo familiar para muchos de los habitantes de las ciudades más ricas del mundo, pero rara vez, la situación se presenta tan difícil, y con unas víctimas tan desesperadas.
Calcular el número de niños de la calle, presenta muchas dificultades.
En 1989, La UNICEF estimó que alrededor de 100 millones de niños crecían en áreas urbanas de todo el mundo.
Y 14 años más tarde, la misma institución refería que “las últimas estimaciones, cifran el total de estos niños, en un máximo de 100 millones” en 2005.
Más recientemente, “el número exacto de niños en estas condiciones, es imposible de cuantificar, pero las estadísticas hacen pensar en decenas de millones alrededor del mundo.
Es probable que estas cifras estén aumentando”, en un informe de 2008.
Por tanto, aunque la cifra de 100 millones se sigue utilizando, no tiene una base concreta.
Del mismo modo, es discutible si el número de niños de la calle ha aumentado globalmente, o es la conciencia de su existencia en las sociedades, la que ha crecido...
El Consejo de Europa, estima que hay aproximadamente, unos 1.000 niños viviendo en las calles de Bucarest, en Rumania.
Se ha sugerido, que estos niños sin hogar, son consecuencia de las políticas demográficas del antiguo dirigente rumano de Nicolae Ceauşescu, quien prohibió las medidas de contracepción, con la esperanza de gobernar algún día a una importante población; que tanto él, como sus hipotéticos sucesores, consideraban más importante que el bienestar socioeconómico.
De cualquier modo, muchos de estos niños han huido simplemente de sus hogares, porque sus familias carecían de los medios necesarios para mantenerlos, o por la violencia intrafamiliar y el abuso de todo tipo; por lo que muchos de estos niños, terminan en algunas calles de la capital rumana, que se han convertido en el destino de un importante turismo sexual, proveniente en su mayoría de países de Europa Occidental.
Sobre todo, los niños de la calle rumanos, pueden ser vistos inhalando Aurolac, una droga que pueden obtener con sus limitados medios económicos.
Pero Rumania ha experimentado un cierto crecimiento económico, que está reduciendo ligeramente la suma total de niños que viven en esas condiciones, y si el crecimiento continúa como se espera, el número de niños de la calle, podría reducirse paralelamente.
¿Cómo?
No se sabe…
Desde organizaciones, hasta escuadrones de la muerte, o tráfico internacional…
Después de realizado el documental, Children Underground, cabe preguntarse a día de hoy:
¿Dónde están ahora?
La edición en DVD, incluye un material extra con información adicional acerca de los niños, tiempo después del estreno del documental.
Algunos ingresaron a casas financiadas por El Estado, mientras que otros simplemente se trasladaron a una de las muchas obras de construcción abandonados que salpican la ciudad.
Y otros con sus familias, o lo que queda de ellas.
Por ejemplo, Cristina, que ahora tiene 19 años, es adicta a la heroína, y estaba embarazada de 3 meses.
Se muestra poco esperanzada a la hora de dejar las drogas, y su bebé fue entregado a una ONG de adopciones.
Sigue viviendo en las calles, con el único dinero que le trae su amiga que se dedica a la prostitución.
Mihai, que ahora es un hombre joven, vivió en Bélgica con un hombre que pasó 6 meses buscándole en Bucarest.
Durante un tiempo, recibió educación general y clases de francés, antes de regresar a Bucarest para vivir con un trabajador social.
Marian, ahora tiene 12 años, y fue trasladado a un hogar infantil, en el que todavía reside, tras una redada policial en Piața Victoriei, el lugar donde todos vivieron.
Ana, que ya tiene 14 años, ha estado viviendo con sus padres después de que la policía les amenazara con denunciarlos por abandono.
Vivió un tiempo ahí, y fue denunciada por haberse prostituido, antes de que la policía la detuviera.
Violeta “Macarena”, sigue viviendo en las calles, sola, y lejos de Cristina, porque los chicos mayores le pegaban en las obras abandonadas.
Sigue adicta al Aurolac, y se dice que también es adicta a la heroína.
Cualquier actualización verificable, fuentes añadidas, sería de contribución bienvenida a la conciencia de este problema social.
Puesto que ningún niño debe ser olvidado.
No obstante, una actualización de 2016, no dice que Mihai, Ana llamada “Anamaria”, así como Marian, se les puede contactar a través de la red social Facebook, donde se aprecian fotos de ellos, y que todos ellos están tratando de llevar la bien de buena manera., según lo que parece.
Ellos no están viviendo en las calles, y son todos amigos en Facebook.
También, hay un blog sobre Cristina, con los cambios en su vida.
Ella aún vive en las calles, por desgracia, y han tenido 3 hijos, de los cuales se los ha dado a gente que pude permitirse el lujo de darles un hogar.
Así las cosas, los niños de la calle en Rumania, es una vergüenza para los adultos, en cualquier parte del mundo, un reflejo de la indiferencia, de la pobreza y de la falta de amor.

“Toți copiii obține o bătaie!
Am bătut copiii mei, să știi.
A trebuit să plece din cauza asta?”
(¡Todos los niños reciben una paliza!
Yo lo hago con mis hijos también, ya sabes.
¿Habría que dejar eso?)



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