Kubo and The Two Strings

“Be bold.
Be brave.
Be epic”

El año 2016 está siendo un año tan prolífico para el cine de animación, como preocupante a nivel de creatividad, especialmente “Made in Hollywood”, ya que la mayoría de las grandes productoras han preferido jugar sobre seguro, y recurrir a secuelas de sus buques insignia más exitosos.
Así, Pixar, Dreamworks y Fox, estrenaron “Finding Dory”, “Kung Fu Panda 3” e “Ice Age: The Great Egg-Scapade”, con las que continuaron rentabilizando unas fórmulas que en algunos casos ya comienzan a manifestar evidentes síntomas de agotamiento artístico, a pesar de los buenos dividendos obtenidos en taquilla.
Por dicha tenemos el estudio de animación Laika, uno de los más libres y personales que se encuentran a día de hoy, produciendo cine en el seno de Hollywood, y con sólo 4 películas a su haber, han conseguido no sólo labrarse un nombre, sino abrir nuevas vías en un medio que cada vez se encuentra en mejor forma a nivel comercial, sin que esto encuentre réplica en lo cualitativo.
Por esto, se agradece que unos estudios más modestos como Laika, esos que tantas satisfacciones han dado al género con tan pocas pero excelentes películas como “Coraline” (2009), “ParaNorman” (2012) y “The Boxtrolls” (2014), se arriesguen con una propuesta tan original, adulta y fascinante como es la producción a base de la técnica “stop-motion”
“If you must blink, do it now”
Kubo and The Two Strings  es una película animada del año 2016, dirigida por Travis Knight.
Protagonizada por Art Parkinson, Charlize Theron, Matthew McConaughey, Ralph Fiennes, Rooney Mara, George Takei, Brenda Vaccaro, Cary-Hiroyuki Tagawa, Minae Noji, entre otros.
El guión es de Marc Haimes y Chris Butler, sobre una historia de Shannon Tindle y Marc Haimes; y rinde tributo al inconmensurable poder que posee el milenario arte de contar historias para transformar a aquellos dispuestos a escucharlas.
Según el guionista Chris Butler:
“Sí parece que algo no puede hacerse, es entonces cuando mostramos interés en ello”
Y señala que “Uno de los temas centrales de Kubo and The Two Strings, es el poder de redención de contar cuentos, no solo para ganar dinero y poder vivir, sino para que las historias sigan vivas”
Travis Knight afirma, que su interés por Japón le viene de pequeño:
“Mi padre era un emprendedor que viajaba por todo el mundo, y a veces de niño me llevaba con él.
Nunca olvidaré la primera vez que fuimos a Japón, hace ya más de 30 años, porque me di cuenta de lo diferente que era la vida ahí, de la que teníamos en Oregon, EEUU.
Y también, incluso a esa temprana edad, me impactó mucho la belleza y la estética de sus expresiones artísticas.
Por tanto, su cultura siempre ha sido una parte importante de mi vida, y Kubo and The Two Strings, me ha dado la oportunidad de contar una historia épica en cuanto a la escala, pero íntima en su naturaleza, mientras también rendíamos homenaje al arte japonés”
Y afirma que los directores japoneses Akira Kurosawa y Hayao Miyazaki fueron las 2 grandes influencias de Kubo and The Two Strings; que representa el 4º largometraje del estudio Laika bajo la técnica de “stop-motion”, trasladándonos a un Japón lleno de tradiciones, color, y mucha magia; un trabajo que les ha llevado 5 años producir, con una media de rodaje de 3,31 segundos a la semana, es decir, unos 15,9 fotogramas diarios.
Y es que nunca conformes con simplemente deslumbrar a la audiencia, Laika pone su maestría visual al servicio de un argumento inspirado en ideas mayormente orientales, con respecto a la muerte, y cómo la inmortalidad se alcanza a través de las acciones.
Su norte, es un tratamiento más maduro al visto en el entretenimiento infantil convencional, tocando temas serios y de profundidad emocional que conectan en una odisea que divierte, a la vez que fomenta la discusión una vez concluida la proyección.
“Con cada película que hacemos, queremos hacer algo único, algo original, para contar historias que no se cuentan normalmente en animación”, afirmó el director Travis Knight; que tras su estreno, se convirtió en la película de animación más larga de la historia, superando a “Coraline” (2009) por tan solo 1 minuto.
Y no resultará extraño, que esta sea la 4ª nominación al Oscar de una película de Laika, y espero que esta vez, merecidamente se lleve el gran premio.
La acción de Kubo and The Two Strings toma lugar en un Japón fantástico, en el que Kubo (Art Parkinson), un pequeño niño travieso y desaliñado, tan inteligente como bondadoso, sobrevive asombrando a los habitantes de un pequeño pueblo de pescadores, entre los que se encuentran:
Hosato (George Takei), Hashi (Cary-Hiroyuki Tagawa) y Kameyo (Brenda Vaccaro), contándoles cuentos maravillosos con su don para realizar figuras de origami, y su shamisen mágico, un instrumento musical japonés de 3 cuerdas.
El shamisen, es un instrumento musical japonés, que deriva del sānxián chino; y se toca con un plectro que recibe el nombre de “bachi”, y tiene 3 cuerdas, que en su origen eran de seda.
Y es que la vida de Kubo estuvo marcada desde su nacimiento, pero eso no lo desanima; pues ahora se dedica a contar historias fantásticas sobre un famoso guerrero samurái, mientras cuida a su madre Sariatu (Charlize Theron), y comparte sus pocos momentos de lucidez.
Todo ello ve interrumpido, cuando un espíritu del pasado regresa para vengarse...
La única oportunidad de Kubo, reside en encontrar una armadura mágica que una vez fue propiedad de su padre, Hanzo (Matthew McConaughey):
“El samurái más grande que el mundo ha conocido”; y no está solo en esta aventura, ya que una mona parlante (Charlize Theron), anterior amuleto que cobró vida y se transformó en su sobreprotector; y hombre escarabajo (Matthew McConaughey) que piensa fue un guerrero bajo las órdenes de Hanzo, que fue hechizado por las hermanas de la madre de Kubo, y perdió gran parte de sus recuerdos; lo ayudarán a enfrentarse al inevitable peligro de su empresa.
Además, con la ayuda de su shamisen, su instrumento mágico, Kubo se enfrentará a dioses y a monstruos como el vengativo Rey Luna “Raiden” (Ralph Fiennes), y las malévolas gemelas (Rooney Mara) para descubrir el secreto de su herencia, reunirse con su familia, y cumplir el heroico destino que le está reservado.
La odisea expone a los protagonistas a una serie de pruebas, que muestran al espectador increíbles y elaboradas creaciones animadas que roban el aliento con su imaginación.
Kubo and The Two Strings tiene un mensaje alegre y optimista, pero trata temas como la enfermedad, la perdida de seres queridos y la familia.
Ofrece una metáfora poderosa acerca de cómo guardamos en nuestro interior la memoria de quienes nos han abandonado.
Y en lo técnico, una auténtica obra maestra de orfebrería visual, refinadísima y de una minuciosidad casi inabarcable.
“I have a question.
If I'm Beetle and you're Monkey, why isn't he called Boy?”
Travis Knight, conocido como animador y productor por de los filmes del Estudio Laika, del cual es fundador y presidente, debuta como director por todo lo alto en éste fantástico filme lleno de aventura, magia, acción, personajes memorables, y mucha emoción.
Un trabajo absolutamente portentoso, que lo convierte en un nuevo ejemplo de la habilidad del Estudio para seguir dando muestras de excelencia, sin repetir en ningún momento claves estéticas, ni patrones narrativos.
De entrada podemos decir que Kubo and The Two Strings es una película de acción y aventuras, con un Japón mágico de telón de fondo, con una historia bien conocida como lo es “El camino del Héroe”, con una dirección asombrosa por la técnica empleada, hace muy entrañable la propuesta, y sobre todo, cautiva la gran “humanización” dada a los personajes, tanto que parece que ellos son los que nos cuentan la historia mirando directamente a la cámara.
De hecho, para mostrar las reacciones faciales de Kubo, se crearon más de 48 millones de caras que se iban cambiando para animar el personaje; así se nos muestra un contraste de sentimientos mediante distintos contextos a lo largo del metraje, desde imágenes que transmiten alegría, vida y pasión, hasta situaciones sombrías de dolor y tristeza; todo con la intención de presentar los valores humanos, como algo absolutamente fundamental y necesario; así como la importancia del pasado, las historias de los ancestros, los valores de la unión familiar, y los simbolismos típicos del folclor japonés como el origami, la sapiencia del simio, y el honor del samurái; y lo mejor de todo, la juventud, en cuyos hombros reposarán nuestros valores y virtudes.
Un breve prólogo y unas primeras secuencias, nos sitúan en la historia, y además, cuenta con uno de los mejores momentos que se hayan podido ver en el cine, no solo de animación, de los últimos tiempos, cuando Kubo, guitarra en mano, narra la historia de su padre al pueblo, mientras literalmente por arte de magia, la música y su voz, van creando un origami animado, que en cierto sentido deviene la metáfora del trabajo visual de Kubo and The Two Strings, y de su forma de concebir la animación.
Como dato, el 折り紙/origami es un arte de origen japonés, que consiste en el plegado de papel sin usar tijeras ni pegamento para obtener figuras de formas variadas, muchas de las cuales, podrían considerarse como “esculturas de papel”
Según El Diccionario de La Real Academia Española, este arte se denomina “papiroflexia” o “cocotología”; y se ha comprobado que su desarrollo ayuda a los problemas psíquicos y psicológicos de las personas, que el estar concentrado realizando una actividad manual como el origami, ayuda al desahogo, estimula los procesos mentales, cuya finalidad es alejar al paciente de sus obsesiones y temores.
La papiroflexia utilizada como herramienta, y como terapia en una sesión, se comparten sentimientos y conocimientos, ayuda a resolver los problemas, se experimenta una comunicación no verbal, un escenario de metas u objetivos, una oportunidad de un acercamiento no amenazante, un apoyo psicológico, como llevar al sentimiento de la aceptación cuando se toma tiempo para demostrar lo positivo; una oportunidad para disfrutar y relajar un futuro pasatiempo, entre otras experiencias que se viven cuando se aplica el origami para la rehabilitación del paciente.
Así las cosas, a partir del prólogo e introducción de los personajes, vemos y conocemos el mundo de Kubo, que posee la apariencia de lo real, pero en el que anida lo fantástico con total naturalidad.
Por ello, Kubo and The Two Strings elabora un relato abierto a muchas ideas que van surgiendo del interior de la acción, sin necesidad de enfatizarlas.
Por mucha magia que parezca estar presente, por muchas historias que cuente, la vida de Kubo carecerá de un padre, porque es apenas un recuerdo que se afana por tomar forma en los ojos de su madre, sin nunca llegar a hacerlo.
Y la falta de un recuerdo, propicia un olvido, que es más difícil de calmar cuando se ve que cada habitante de la aldea cuenta con un ser querido al que dar gracias, al que recordar y honrar, por sus errores y aciertos que les han precedido.
Se podría decir que Kubo casi no existe, porque nadie le ha contado su propia historia; por eso se anima a salir en busca de las 3 piezas que componen la armadura de su padre, bajo las cuales, El Rey Luna nunca le podrá tocar.
Y se topa con la mona y el escarabajo, seres sin pasado ni objetivo, que adquieren uno cuando pasan a formar parte de la búsqueda, como si hasta ese momento hubieran estado esperando una narración que continuara las suyas propias.
Ambos personajes de representación animal/insecto, sutilmente pero alto y claro, parecen decirnos que si olvidamos nuestras historias, solo somos tristes seres vacíos, infinitos, condenados a repetirlas sin saber nada más allá de ellas.
No será casualidad que ellos mismos vivan en la putrefacta carcasa de un animal, y en un desierto de ídolos derrumbados respectivamente, perfecta metáfora de su condición espiritual.
No es casual que Kubo and The Two Strings nos hable el espíritu como una cualidad esquiva, que sin embargo se recupera en momentos de mayor necesidad, cuando las fuerzas nos fallan, y recordamos que vivimos por alguien, morimos por alguien, continuamos por ese alguien.
Es la voluntad que nos guía a través de las historias que nos contamos, y nos hace defender lo más importante que tenemos, como las personas que nos quieren.
El antagonista, El Rey Luna carece de eso, y concibe la existencia humana como un sufrimiento, siempre pendientes de otros, haciéndose difícil rebatirle cuando a lo largo de la propia epopeya de Kubo, somos testigos de renuncias y errores, sin mencionar las ilusiones que se pierden; por no hablar de la sombra misma de la muerte que brilla en los perversos ganchos de sus tías.
Pero también somos testigos de algo más, como es la amistad incipiente con la mona y el escarabajo, que se revela como el primer contacto realmente “humano” que ha sentido Kubo.
Y no por casualidad, en el título original se habla de “strings”, es decir, cuerdas espirituales o enganches, o más bien ataduras a 2 personas/animales con los que ha experimentado algo muy parecido a un cariño que nunca se tuvo.
Esas son las historias junto a los seres que queremos las que merecen la pena; las que te enseñan, las que recuerdas, y las que cuentas para poder hacerlas mejores.
Las que te protegen cuando estás en peligro; y las que crean una memoria que difícilmente se borrará.
Kubo encuentra su fuerza en ellas, pero no solo eso, sino que también aprende a controlarlas, para dirigirlas a un final feliz, como lo que es, un arquitecto de su destino a través de la construcción del origami.
Literalmente, todo el mundo puede dirigir sus historias, pero se necesita valor para contar una que nos haga ser mejores, que nos limpie todo gramo de soberbia y arrogancia que nos queda.
Y eso, valga la ironía, es lo que nos hace humanos.
Nuestra capacidad para aceptar el fallo, lavarlo y cuidarlo, para que se convierta en algo mejor.
Superficialmente, el guión y su mecánica narrativa son bastante simples, pero los subtextos que posee, y los temas que trata son bastante complejos.
No me quejo de que esto esté mal.
Es perfecto para poder mostrar a los espectadores de todas las edades, conceptos como lo importante que son los cuentos, las historias y las leyendas que nos fascinan a los seres humanos, que nos definen como especie, de una manera poética y bastante antropológica en un filme concebido para todos los públicos.
O bien, ideas como el valor de empatizar, el porqué del ojo de Kubo; o el Alzheimer, en el drama del personaje de la madre, que pierde cada día su historia, y como Kubo la cuida, etc.
Todo esto se explora a través de una historia bastante simple, inclusive nada original, y muy probablemente ya conocida, que básicamente consiste en que Kubo recoja esos 3 elementos de la armadura que necesita para poder enfrentarse al enemigo final; y no se rige por la lógica.
Toma muchísimos elementos del Japón antiguo, su iconografía y sus costumbres, y los mezcla con un abanico de posibilidades infinitas y fantásticas.
Hay rituales, hay peleas con katana y mucho origami, un recurso que le cabe a la perfección a esta aventura en “stop-motion”,  con papelitos doblados formando figuras no dejan de maravillar, aunque es la historia y sus protagonistas, lo que le otorgan el alma a este relato que habla de lo que vamos forjando paso a paso.
A través de la animación, el director construye un mundo que si bien resulta reconocible a partir de nuestra idea de la realidad, también persigue el romper todo conato con ella, para situar al espectador en un lugar diferente, cuyos contornos mágicos y fantásticos sirven para hablar de un niño que busca no solo sobrevivir, sino también encontrar su identidad en un mundo que, en ocasiones, él mismo dibuja.
Técnicamente, Kubo and The Two Strings es asombrosa, como es habitual en el estudio, mezcla técnicas de “stop-motion” con CGI.
“Nosotros en Laika reverenciamos la tradición, que a su vez combinamos con nuestra pasión por los últimos avances tecnológicos.
Aunque reconozco que combinar artesanía con tecnología tiene sus complicaciones.
La técnica del “stop-motion”, en su esencia no ha cambiado mucho desde los tiempos en que Georges Méliès estaba mandando cohetes a La Luna en sus películas.
Así que tenemos artistas que trabajan todo el día creando cosas con sus propias manos, junto a cerebros ideando nuevas tecnologías y soluciones”, ha explicado Travis Knight.
Y se comprueba con el resultado:
Un filme bello, lleno de colores y texturas que hipnotizan la vista; “stop-motion” en su más alto nivel, con escenas de acción que son mejores que la mayoría de los filmes de acción vistos con la técnica, y eso deja mucho que decir sobre Kubo and The Two Strings.
Fuera de uno que otro toque digital para crear detalles como humo o nevadas, todo lo que se observa en pantalla fue hecho a mano, incluso aquellas cosas que no lo parecen, como las embravecidas olas de una tormenta en altamar.
Steve Emerson, que lidera el equipo de efectos visuales, ha reconocido que crear el agua ha sido complicado:
“El elemento líquido, siempre ha sido un problema para la animación “stop-motion”
¡Y nosotros tuvimos que crear un océano!
Así que trabajamos codo con codo, junto a los demás departamentos del estudio, hasta finalmente dar con el “look” que perseguíamos”
En un acto de buen gusto y elegancia, el director Travis Knight opta por priorizar los pasajes dedicados a la poesía y la lírica, como en la escena de la ofrenda de los faroles a los difuntos; el vuelo de los pájaros de papel, sobre los más épicos, a pesar de que secuencias como el enfrentamiento con el esqueleto gigante, todo un homenaje al “stop-motion” más primitivo; o la aterradora inmersión en el mar de ojos, y el combate final contra el monstruo…
Todo ello resulta espectacular, lo que se espera de un producto de espada y brujería de estas características.
El nivel de destreza artística plasmado en cada escena, es genuinamente sobrecogedor, más cuando se toma en cuenta que todo esto fue animado con mucha paciencia durante largos meses, haciendo minúsculos movimientos en las marionetas, y tomando 24 fotos por cada ínfimo segundo de “rollo de película”
Verlos en movimiento, construyendo una fascinante y conmovedora historia ante los ojos del espectador, no puede ser descrito de ninguna otra forma que como un verdadero acto de magia, la misma que emplea Kubo para cautivar a su público con sus papeles de origami.
Otro detalle a destacar, es que el director tiene buena mano para equilibrar los elementos más oscuros y espeluznantes de la narración, como los monstruos que se encuentran por el camino, las hermanas con sus máscaras kabuki… con otra parte más divertida con bromas entre los personajes, ágiles diálogos, y mucho sentido del humor.
Y es que el pobre Kubo tiene muchos miedos, es un niño que siente la pérdida de sus padres, pero es capaz de alzar el perdón como la gran paradoja de la historia.
Una actitud muy madura para un niño que experimentó la experiencia con seres que le ayudaron a crecer, como el mono y el escarabajo, que fuera de ser un puente para la comedia, son los personajes que aportan mucha diversión a la trama.
No son los 2 típicos compañeros de viaje que están allí para hacer bromas, pelear y añadir diversidad.
Ambos son puntos vitales en el desarrollo, y en muchas ocasiones, se roban el show.
Por otro lado, los personajes antagonistas cumplen con su rol determinado bastante bien; 2 de ellas se sienten como una amenaza real, y siendo honesto, asustan un poco.
Mientras que el antagonista principal, cumple con ser más que solo el malo malísimo.
Todo lo contrario, su personaje tiene una razón de ser, que construye de forma perfecta al antes mencionado “viaje del protagonista” en este animado a lo “road movie”
Como se puede apreciar, la historia cuenta con unos ingredientes bastante tenebrosos para el público más infantil, algo que se ha convertido en sello de identidad de la casa Laika.
Las espectrales apariciones en escena de las 2 tías de Kubo, están plasmadas a través de una escenografía más propia del cine de terror oriental, el de una historia china de fantasmas, que de un filme de animación para todos los públicos al uso, así como la maldad que desprenden sus acciones, sorprenden por su crudeza y falta de sentimiento; pero el guión sabe muy bien dosificar las partes de terror con el humor, con la aventura y el desarrollo de los personajes; y lo mejor, con un final precioso, un mensaje de humanidad.
No podían faltar segundas lecturas:
Al infantil, el héroe y la aventura trepidante; para la familia, la maternidad y paternidad coraje; para la sociedad, el valor de la humanidad, de lo trascendente del ser humano, de la esencia de las relaciones humanas.
Para todo aquel que haya perdido algo, alguien querido, una visión positiva y esperanzadora.
Para el amante de lo técnico, un desarrollo y una animación espectaculares.
Pero en el fono estamos ante una tragedia familiar con raíces shakesperianas, repleta de odios ancestrales, venganzas no resueltas, y profecías por cumplirse.
Un viaje iniciático y de descubrimiento del joven protagonista, obligado a buscar las diferentes piezas de una armadura mágica que perteneció a su padre.
Sus compañeros de aventura, son un pequeño muñeco de papel que le sirve de guía, una protectora mona; y un escarabajo con pocas luces que, al mismo tiempo que sirven de contrapunto humorístico, gracias sobre todo a la tensión romántica que nace entre ellos.
A la solemnidad del relato, no reducen sus aportaciones a las de meros secundarios cómicos, como ya se citó, sino que esconden una personalidad mucho más compleja y, a larga, nos regalan los momentos más emotivos.
Y podríamos achacarle las motivaciones, por las se actúa, a veces pueden no parecer de suficiente peso en un primer momento, y la historia no resuelve este problema a medida que pasan los minutos.
Además, la resolución de algunas situaciones de peligro parecen demasiado sencillas, y eso hace que resulten predecibles.
El abuelo, no era tan malo como parecía, sino que estaba poseído por fuerzas malignas, y por tanto anula el dramatismo inicial de tener que pelear contra tu propia sangre.
Y aquí viene lo torcido de Kubo and The Two Strings:
La historia va de que el abuelo de Kubo ha matado a su padre, y no ha acabado también con su madre, porque ella se ha escondido con su hijo, al cual además quiere arrancarle el ojo que le queda sano, el otro ya se lo sacó.
¿Cuál es el motivo?
Para ello, manda a sus hijas, las tías de Kubo, para que maten a la madre y al hijo. ¿Esto es cine familiar?
Con la magia que le quedaba a la madre de Kubo, convierte el muñeco del mono en ella misma, sin decirle al niño que es su madre, aún más cuando ésta puede hablar, no lo hace… hasta casi el final de la aventura.
Y quedan dudas como si la madre, al principio estaba enferma, y no se acordaba de las cosas:
¿Por qué después como mona, posee una memoria prodigiosa?
Siguiendo con la tragedia familiar:
Matan a la madre delante de su hijo, y en cuanto sabemos que el escarabajo es el padre, la tía le clava una espada por la espalda, y se lo carga delante del hijo y de la esposa muerta en sus brazos.
Y ese final, con el abuelo perdiendo contra Kubo, y no se acuerda de nada; y en la aldea que tanto daño ha hecho, lo reciben mejor que al rico del pueblo…
Vale que no se acuerde de todo lo que hizo, pero tampoco para darle palmitas en la espalda.
Al final, no hay castigo, solo para las hermanas, y redención al padre malo y manipulador sin memoria…
Y claro está, se recomienda no abandonar la proyección antes de tiempo, porque después de una primera tanda de los animados títulos de crédito, nos regalan una maravillosa escena, donde podemos ver el “making of” de la escena del “Salón de Los Huesos” y ese enorme esqueleto de casi 5 metros de altura.
Un trabajo artesanal tan laborioso, preciso y concienzudo, que no me extraña nada que hayan tardado tanto en terminarla.
Por último, la exquisita banda sonora de Dario Marianelli, atrapa de forma contundente desde su impactante prólogo, que se abre con las palabras:
“Si han de parpadear, háganlo ahora”, avisando de que hay que mantener los ojos bien abiertos para no perder el hilo de una historia sólida, y cargada de metáforas.
“Your magic is growing stronger.
You need to learn control.
But when we grow stronger the world grows more dangerous”
Nuestro mundo es 90% dependiente de cómo lo percibimos.
Los sentimientos y las emociones, son una parte integral de la existencia humana.
Siendo estas, manifestaciones que dan forma a nuestra actitud hacia ciertas cosas, acontecimientos y fenómenos.
Así como también somos la suma de las vivencias que guardamos y recordamos durante nuestra vida con la familia, amigos y conocidos.
Esto, que parece una reflexión obvia, no lo parece tanto en una época en la que nos interesa más posar frente a los demás, asegurar que siempre somos de una determinada manera, y que nunca cambiaremos por nuestras circunstancias, parecería que ser de otra manera nos hace débiles.
Esto, parece casi un mito desde que las redes sociales o la aceptación popular han instaurado la dictadura del ahora, del solo disfrutar el momento, ocultando los errores pasados por no enmendarlos, o incluso fingir que nunca existieron aunque nuestro propio ser nos pida compartirlos.
Todo ello también es nuestra historia, una que debemos conocer, aceptar, vivir y compartir, e inexorablemente, también terminar.
Por eso, Kubo and The Two Strings funciona a las mil maravillas, tanto como magnífica fantasía heroica, como en la hermosísima historia de amor que tiene como trasfondo, convirtiéndose en un clásico instantáneo destinado a sentar cátedra, emocionante, oscuro y personalísimo, así como un triunfo de su director sobre cualquier tipo de convencionalismo o aspiración comercial.
Es el homenaje particular de Laika a las historias, a su creación, a su desarrollo y a su continuación, entendiéndolas como experiencia humana o como ficción desbocada.
Ellos también, como Kubo en el este siglo, le han dado forma para contarla a una audiencia que somos todos nosotros.
Para no olvidarla.

“The End”



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