The Wild One

“Hey Johnny, what are you rebelling against?”

A fines de los años 40, luego del fin de La Segunda Guerra Mundial, muchos jóvenes soldados, regresaron a sus hogares, muy distintos.
Los horrores de la guerra, los cuestionamientos internos, la pérdida de seres queridos, y la reinserción a la sociedad, marcaron a esta juventud de post-guerra.
La idea de ser libres, y de no seguir los cánones de la sociedad conservadora de aquellos años, provocaron cambios profundos en la música, las artes, la conducta, y esto último, el cine lo gráfico perfectamente.
La imagen de Marlon Brando como cabecilla de una banda de moteros, vestido de cuero y con gorra de medio lado, es uno de los iconos más populares del cine y, junto al recuerdo de James Dean, la mayor contribución cinematográfica al mítico espíritu de rebeldía propio de una desorientada juventud occidental tras La Segunda Guerra Mundial, que más tarde cristalizaría en diversos movimientos de subversión y contestación social, como respuesta a los convulsos acontecimientos políticos, bélicos y económicos de las décadas de los 50 y 60.
Los carteles con la imagen de Brando, de James Dean, o en una versión más sentimental, de Humphrey Bogart como Rick en “Casablanca” (1943), película que por entonces fue recuperada del olvido por los jóvenes universitarios, gracias a la identificación del personaje de Rick, como antihéroe romántico enfrentado al totalitarismo; adornaron no pocas habitaciones juveniles de casas particulares o residencias de estudiantes de aquellos tiempos, con un grado de aceptación, identificación, popularidad, y repercusión sin precedentes en el cine, y que superaba con mucho, la dimensión artística de las propias películas:
La construcción de los personajes o la interpretación de los actores.
El caso más llamativo de este fenómeno, la realizó László Benedek en 1953.
“You're still fighting, aren't you.
You're always fighting.
Why do you hate everybody?”
The Wild One es un drama del año 1953, dirigido por László Benedek.
Protagonizado por Marlon Brando, Mary Murphy, Robert Keith, Lee Marvin, Jay C. Flippen, Peggy Maley, Hugh Sanders, Ray Teal, John Brown, Will Wright, Robert Osterloh, Robert Brice, entre otros.
El guión es de John Paxton, basado en una novela corta llamada “The Cyclists' Raid”, escrita por Frank Rooney, y publicada en la revista estadounidense, Harper's Magazine, en enero de 1951.
La historia está basada en un hecho real, sobre los acontecimientos sucedidos en el pueblo californiano de Hollister, el 21 de julio de 1947, cuando un grupo de moteros protagonizó diferentes altercados vandálicos en la zona.
Hollister, en Oakland, California; era una tranquila villa con 7 policías, donde se reunieron más de 3.000 motoristas miembros de varias bandas, provocando múltiples conflictos, con unos 50 detenidos, 60 lesionados, ninguno grave, de hecho, se hicieron más daño entre las bandas que al pueblo, pero los medios de comunicación se encargaron de maximizar el evento, elevándolo a la categoría de “El Motín de Hollister”
La revista Life, por su parte, atomizó la refriega con fotografías de “los salvajes”; y solo sirvió para envolver en glamur “underground” los hechos, haciendo efecto eco, y provocando más moteros de bandas, dando lugar al sitio, como la celebración motera anual por los acontecimientos.
En The Wild One, el pueblo ficticio donde sucede la historia se llama Wrightsville, y está basado claramente en Hollister.
De hecho, a la producción se le invitó de nuevo a Hollister, el 4 de julio de 1997, para la celebración del 50 aniversario del incidente original.
El título alternativo usado para The Wild One fue “The Cyclists' Raid and Hot Blood”; y en El Reino Unido fue censurada por la British Board of Film Censors, durante 14 años.
Finalmente, fue calificada como “X” en noviembre de 1967.
Mientras la marca británica de motocicletas, Triumph, estuvo disconforme desde el principio, con el uso de sus motocicletas en la película, debido a la mala imagen que podría percibir el público con el uso de las mismas, relacionándolas con las bandas callejeras y la delincuencia.
Sin embargo, hoy en día, la marca ve con mejores ojos esta clásica película, y asocia muchas veces su propia imagen a la misma.
También, deberían estar agradecidos, pues muchas marcas de motocicletas y fabricantes de chamarras de piel, pues su estreno impulsó las ventas de sus productos, como símbolos de la rebeldía juvenil; tanto que en el año 2010, la marca Triumph creó una gama de ropa y artículos de promoción, inspirados en la imagen de Brando en The Wild One.
También, The Wild One, proyecta el nacimiento de organizaciones criminales como “The Hells Angels”, famosa por entregar un concepto de libertad que muchos anhelan, pero que está bastante lejos de su alcance.
Realizada por un director aséptico, László Benedek, pero producida por el conocido Stanley Kramer, combativo cineasta que gustaba de exponer temas que dieran que pensar, en este caso, el sentimiento de inconformismo nihilista de muchos jóvenes estadounidenses en la postguerra, y que de algún modo habría que comprenderlo y analizarlo.
The Wild One sigue a The Black Rebels Motorcycle Club (BRMC), una banda de moteros mandada por Johnny Strabler (Marlon Brando), que llega al pueblo de Wrightsville, donde organizan una serie de altercados.
Durante su estancia allí, Johnny conoce a una chica, Kathie Bleeker (Mary Murphy) que es hija de Harry Bleeker (Robert Keith) el sheriff del pueblo.
Ellos se enamoran, pero Johnny no puede dejar la forma de vida que llevaba hasta entonces.
Además, de todas esas dificultades, Johnny deberá enfrentarse contra su enemigo acérrimo que lidera la banda The Beetles, el pendenciero Chino (Lee Marvin), que ha ido tras él para ajustar cuentas; mientras los habitantes de Wrightsville se toman la justicia por su mano para echar a los moteros del pueblo.
The Wild One es una película muy infravalorada, que tal vez casi nadie ha visto, pero que se ha convertido en mítica, gracias al icono popular en que se convirtió la foto de Marlon Brando subido en su moto, coronada por un premio robado.
Su estética de rebelde en cuero, camiseta de marinero, y gorra de plato, marcó a toda una generación de “rockers”; aun cuando ni siquiera se había inventado el rock and roll.
“I've been looking in every ditch from Fresno to here hoping you was dead”
Producida por Stanley Kramer, se trata de una película pequeña, de breve metraje, que no llega a los 80 minutos; cuya base temática radica en la confrontación generacional entre quienes han vivido épocas históricas importantes como La Gran Depresión o las 2 Guerras Mundiales; y los jóvenes que no se sienten deudores de su pasado, ni agradecidos a quienes han velado por su próspero, en lo material, presente; y hace hincapié en las claridades y en las sombras de ambos grupos:
Los habitantes del pueblo, son presuntamente adultos maduros, responsables, imbuidos del sistema de democracia y justicia; pero son capaces de reaccionar con una violencia cruel e indiscriminada, ante los desafíos constantes de un grupo de muchachos insatisfechos y desencantados con la vida que les ha tocado.
Éstos, por otra parte, no son más que matones de acera, chicos perdidos, desorientados, que buscan en la continua demostración de su hombría, la autoafirmación con que no les obsequia una vida de salarios bajos, y horizontes nublados; y cuya violencia no es más que la natural extensión adolescente de los juegos de la infancia, pero que se asustan, se ven superados, cuando la cosa se pone en serio, y palabras como “cárcel”, “muerte” o “asesinato”, se ponen sobre la mesa, y amenazan con ser una realidad tangible e inmediata.
La vida de esos chicos que se retratan, son jóvenes que se rebelan ante lo impuesto por la sociedad en su época.
Una rebelión que se vive generación tras generación, ya que es un instinto de la juventud.
En este caso, se exponen unos jóvenes que empezaban un movimiento muy importante, ya que marcó un punto de inflexión para futuras generaciones.
Esa rebelión, se demostraba con la ropa y con la música, que rompía radicalmente con lo conocido anteriormente; por lo que The Wild One retrata muy bien esa fuerza de los jóvenes, y la falta de interés por el respeto hacia una forma de vida distinta.
Una forma de vida representada en un pueblo en el que nunca pasa nada, y que vive anclado en el pasado, apartado de la evolución que arrasa como un tornado.
Así, una extraña advertencia, una especie de “based on a true story” que tanto gusta en Hollywood, es el primer plano de la historia.
Esta advertencia, está completamente distorsionada, pues The Wild One se basa en hechos que ocurrieron en un pueblo de EEUU, pero que nunca llegaron a la violencia, o a los horrores que supuestamente esta película muestra.
Técnicamente, el director maneja adecuadamente la atmósfera enrarecida, incómoda, en permanente y creciente tensión, que crea la llegada de los muchachos a un pueblo tranquilo, en el que el sheriff intenta capear el temporal con buena cara y condescendencia, sabedor de que en tan convulso ambiente, una pequeña chispa puede desatar una tormenta de violencia y venganzas crecientes.
Ello provoca que los chicos se tomen la confianza del policía, y que los vecinos menos dispuestos a aceptar las chanzas, las burlas y las imposiciones violentas de los jóvenes, deseen tomarse la justicia por su mano.
Entretanto, Johnny se interesa por Kathie, la camarera de un local de la ciudad, hija del sheriff, ante la que deja entrever, parte de su auténtica naturaleza sensible y tranquila.
Con todo, el clima de enfrentamiento inminente, cada vez más palpable se acrecienta con la llegada de otra banda de moteros encabezada por Chino.
De los personajes, Johnny es el cabecilla de una pandilla de moteros jóvenes y despreocupados, en una actitud de reto permanente, en constante demostración de su hombría y fortaleza, amantes de la juerga, bastante patanes en el fondo, y que esconden bajo su acentuada rudeza, su descarado machismo, y su pose contestataria y chulesca, una evidente falta de preparación para enfrentarse a la complejidad del mundo, muy probablemente por defectos en su educación, por ausencia de atención familiar, por falta de referentes culturales, y por haberse convertido en víctimas del consumismo, y de fáciles y falsos ideales de éxito; y una ingenuidad infantil interna, que intentan vencer con un comportamiento intimidatorio y violento, que no oculta que no son más que unos niños que no saben nada de la vida, carentes de herramientas para aprender de ella.
Como dirá Johnny más adelante, cuando las cosas se pongan feas, no son más que un grupo de chicos que sale en moto los fines de semana para olvidar las obligaciones del trabajo, o las penas de no tenerlo, para sentirse libres, poderosos, autónomos frente a la autoridad, las convenciones, las costumbres, y la tutela de sus mayores.
Pero, de momento, son un atajo de bravucones, que comprometen y extorsionan a todo el que cae en su área de acción, para demostrarse a sí mismos su falsa y estéril idea del triunfo, de reconocimiento, que no quieren saber nada de las historias de la guerra que han librado sus padres, que no se preocupan tampoco por el futuro; que viven en el presente, un aquí y ahora, al que pretenden extraerle todo el meollo alargando la mano, y cogiendo todo lo que quieren, como si fuera por derecho propio.
Todos como grupo, son fuertes; pero débiles individualmente.
Un “carpe diem” con sabor a gasolina, regado con cerveza, revestido de asfalto.
Pronto, “los salvajes” comienzan por estropear una carrera de motos que tiene lugar en una localidad de California, justo antes de presentarse en el pueblo vecino, para sembrar un caos y desconcierto, que no tardará en convertirse en terror, y caza del hombre.
The Wild One contrasta la invasión de los moteros con la reacción de los pacíficos, en apariencia, habitantes de la pequeña ciudad, cuya tranquilidad perturba la llegada de las motocicletas.
El ambiente calmoso, sencillo, provinciano de la localidad de esa “América Profunda”, se verá sacudida por la orquesta de los motores en secuencias inteligentemente desprovistas de cualquier otro sonido, incluso de música, logrando que el espectador se sienta igualmente invadido por el atronante concierto de válvulas, bujías, y combustiones.
Puestos en claro, The Wild One consolidó a Marlon Brando como estrella.
El actor venía de trabajar con Elia Kazan; y aquí le dotó a su interpretación, de una personalidad rebelde, conflictiva, en parte maldita, que no solo explotó a conciencia en el resto de su filmografía, sino que también condicionó su vida personal y profesional.
Con 28 años, Marlon Brando construye un personaje inmortal, que más allá de su realidad encuadrable, alcanzó la categoría de mito del cine; en una imagen mercadotécnica, que representa y encarna a la perfección todos los valores de consumismo, superficialidad y vacío existencial que su espíritu rebelde pretendía contradecir.
El mito convertido en mercancía, para un tenderete; y el final de todos los mitos.
Así reviste a su personaje, vulnerable, sensible, en cierto modo trágico, es el único consciente del vacío que atraviesan todos esos jóvenes, en camino a ninguna parte; de arrogancia y presunción con que tapar sus debilidades, y mostrar una integridad y una dureza de las que carece; pues presume constantemente del trofeo que según él ha conseguido en una carrera de motos, y que en realidad ha robado en la competición del pueblo vecino; resulta una vez más maltratado, humillado, golpeado, en lo que casi llega a ser una tradición en su carrera cinematográfica, pues en no pocas cintas, sus personajes resultan apaleados, pateados, cosidos a latigazos, o puñaladas.
Marlon Brando es el film, todo lo opaca con su carisma y fuerte personalidad taciturna, transmitiendo mundo interior, frustración, anhelos, nihilismo, fragilidad, sensibilidad, emociones encontradas, narcisismo, integridad, arrogancia, y dejando entrever grietas por las que se atisba un buen corazón, una actuación magnética.
Una antológica imagen sobre la moto, con su peculiar forma de beber cerveza, de sentarse en el taburete, su media sonrisa, el modo en que lleva el premio robado, le da tridimensionalidad, matices, profundidad, atractivo, con una mirada punzante, un Brando en la cúspide de su belleza, transporta laconismo y sabedor de que su vida vacía va a ningún lado, reflejo de una juventud desorientada que necesitaba de referentes y valores; donde una parte pareció encontrar respuestas en lo contestatario, en la rebeldía, sintiéndose a gusto en una “tribu”, nadie ha sabido en la historia del cine, soportar con más dignidad una paliza, colosal; como un primerísimo primer plano sin caer enamorado de la apolínea belleza.
Y sexualmente, Johnny es un Macho Alfa al que siguen jóvenes sin más preocupación de vivir el momento, de machos cabríos en permanente reto, descerebrados pendencieros que no piensan en el mañana.
Sin embargo, Marlon Brando no fue entusiasta sobre la producción.
Según informes, tomó el papel solamente por respeto a Stanley Kramer, el productor del debut de Brando, “The Men” (1950)
Y cuenta que para prepararse para su papel, Marlon Brando renovó su amor por las motocicletas, practicando su técnica de pedaleo, y la selección de su propio guardarropa, que llevaba tanto dentro como fuera del estudio.
Brando, también pasó tiempo con las bandas de motoristas de la vida real, para absorber sus gestos y el modo de hablar; mientras que su corte de pelo, ayudó a inspirar una locura por las patillas, moda que siguió James Dean y Elvis Presley, entre otros.
Presley, por su parte, también utilizó la imagen de Johnny como modelo para su papel en “Jailhouse Rock” (1957); y como personaje contradictorio, Paul Newman pudo ser su mejor discípulo; incluso la película ícono de la contracultura, “Easy Rider” (1969), le deben su existencia a esta original película clásica de motociclistas.
Según cuenta el propio Marlon Brando, supuestamente nunca se vio cara a cara con el director húngaro, László Benedek, durante el rodaje; y afirmó que los pocos aspectos positivos de hacerla, fue que liberó un poco su violencia interior y su frustración por su padre:
“Antes de The Wild One, pensé en matar a mi padre.
Después de The Wild One, decidí que no debería realmente matarlo, pero si sacarle sus córneas”
Por su parte, Lee Marvin se sale de la tabla como el granuja y vividor Chino, el líder de la banda rival, caprichoso, vulgar, zafio, maleducado como un niño, capaz del odio al adversario, y de una súbita camaradería cuando de enfrentarse al enemigo común, la autoridad, se trata.
Se cuenta que Lee Marvin estaba realmente borracho en varias de sus escenas, y su rivalidad en pantalla con Marlon Brando, siguió fuera de cámara también.
Marvin basa su personaje Chino, en el verdadero motorista Willie Forkner, “Wino Willie”
Forkner formó los “Booze Fighters Motorcycle Club”, y es considerado una leyenda entre los ciclistas.
Pero Marvin no podía montar una motocicleta en el momento de la filmación.
Y decidido a no ser superado por Marlon Brando, aprendió rápidamente.
Después, se convirtió en un competidor aficionado de la Triumph Tiger Cub 200cc, en las carreras del desierto.
Por otra parte, Robert Keith como el jefe de policía Harry Bleeker, mantiene magníficamente el astuto equilibrio del hombre inteligente que conoce los riesgos, y que también es capaz de ofrecer soluciones.
Mientras Mary Murphy incorpora con suficiencia, la muchacha dulce y sensible que a su manera intenta redimir a Brando de su vida de conflicto y lucha permanente, al ofrecerle un futuro apacible y próspero, con un oficio y una familia en un entorno de prosperidad.
Como dato, la mayor parte de los actores, incluyendo a Marlon Brando y Lee Marvin, fueron considerados demasiados viejos para sus personajes.
Mientras que en la producción, el director, aquí productor Stanley Kramer, contrató a bandas de motoristas reales, para interpretarse a sí mismos.
Se dice que cuando Kramer le preguntó a uno de ellos, por lo que se rebelaban, le contestó:
“Bueno, ¿Qué tienes?”
Dicho diálogo se incorporó en el guión, y se convirtió en una de las líneas más citadas y célebres de la película.
No obstante, debido al tema, Stanley Kramer tuvo numerosos problemas con el estudio sobre el diálogo y las específicas escenas que se consideraron inaceptables por La Oficina de La Junta de Censura, autoimpuesta de Hollywood.
Al final Brando terminó odiando The Wild One por diferentes razones, y dijo:
“Empezamos a hacer algo que valía la pena, para explicar la psicología de la última moda.
Pero en algún lugar, a lo largo de la historia, todo se salió del objetivo.
El resultado fue, que en lugar de encontrar el por qué los jóvenes tienden a agruparse en grupos que buscan su expresión, todo lo que hicimos fue mostrar violencia”
Y es que The Wild One tiene toda la apariencia de ser un western, y muy probablemente, para el rodaje, se reutilizó algún set de oeste, arrendado por Columbia, y transformado en ese pueblo de los años 50.
Además, László Benedek, utiliza de manera solvente, el contraste de ambientes:
De lo bucólico de la mañana soleada que contempla la llegada de los moteros, a la amenazante noche llena de oscuridades, sombras y rincones inquietantes en la que tendrá lugar el desenlace violento.
Así como la idea de una historia de creciente asfixia y pérdida de la esperanza en la imposición de la razón.
El tema del “trofeo”, entre la chica virginal del pueblo y el personaje de Johnny, es bastante evidente, y los diálogos donde ella resalta esta situación, el de entregársele o no a Brando, da la razón que es meramente una invitación al sexo, de la Johnny muy probablemente resulte ser también virgen y que no sepa cómo actuar, en el plano sentimental.
Nótese el contraste con la chica motera y con Kathie, las diferencias entre el sexo y el amor, entre una y la otra, respectivamente.
Por otra parte, Marlo Brando se limita a pasearse de un lado a otro con su look de motero, rompiendo corazones allí por donde pasa.
La chica, la motera, y hasta diría yo que Chino, pues no para de decirle:
“¡Johnny, te quiero!”, caen rendidos a sus pies.
Claro que el propio Johnny es tan chulo, que parece que no puede prestarles atención salvo a Kathie.
Mientras tanto, la chica que se pasa media película corriendo de un lado a otro, cosa difícil con los zapatos de tacón que lleva, tampoco se aclara mucho respecto a sus sentimientos respecto al jefe de los moteros...
Entre la pugna de Johnny, Chino y el pueblo, podemos hablar de otras lecturas “cristianas”:
La rivalidad de posiciones contrastadas, puede hacer referencia a Cristo en Johnny y a Barrabás en Chino, y al pueblo como los judíos, que busca el sacrificio ante la irrupción.
También hay otros aspectos importantes e interesantes, desde el plano sociológico:
Aquí vemos un tremendo choque generacional, por un lado, unos adultos serios, responsables, asentados, y algo sumisos; por el otro, tenemos a un grupo de jóvenes algo perdidos, sin objetivos, sin referentes, y que desprecian la disciplina.
Así pues, desde un punto de vista sociológico, estamos en la época de la generación “beat” y del “American New Life” que invadían el país desde frentes opuestos.
Y es que The Wild One, en su día causo gran polémica, por considerarse que vanagloriaba la rebeldía de una generación juvenil que se sentía perdida, basándose la fuerza de su historia, en el enfrentamiento entre 2 universos estadounidenses.
La paradoja es la relación que se establece entre Johnny y Kathie, en que ella se siente atraída por la rebeldía de él, y él siente miedo de poder amarla.
No obstante, el guión adolece de desequilibrio, pudiendo dar la impresión que todo los porfían en glorificar a Marlon Brando, con un romance bastante débilmente trabajado, con secundarios que aportan poco, moviéndose en muchos casos de modo incoherente, apareciendo y desapareciendo sin mucho sentido,  como por ejemplo, Chino da la sensación que va a tener importancia, y se evapora sin ton ni son, para no tener peso alguno en la trama; por no hablar del tramo nocturno, en que los vecinos convertidos en alimañas, persiguen a Johnny en masa…
¿Dónde se han metido las decenas de motoristas que había en el día?
Un absurdo que resulta un artificio forzado.
Por otro lado, The Wild One posee muchos errores, entre los más evidentes es el doble de Johnny, cuando él y Chino están luchando, se notan los cambios en el color del pelo, que cambia de rubio a negro, de corto a más largo.
Y muy curiosamente, The Wild One fue la primera película en la que el logotipo del fabricante de motocicletas, estaba descubierto:
Johnson Motors, importó motocicletas Triumph a los EEUU, pero como resultado de la producción, se manifestaron contra Marlon Brando y sus rebeldes, por vincularlos a la violencia, pero con el transcurrir del tiempo, la asociación les sirvieron de mucho.
De las motos, decir que Marlon Brando, y la mayor parte de los rebeldes, usan motos Triumph, y otras motocicletas británicas; mientras que Lee Marvin y sus muchachos, montan Harley-Davidson.
La motocicleta, 650cc Triumph Thunderbird, que monta Marlon Brando en la película, realmente era su moto personal.
Quedan para el recuerdo, la llegada de la jauría motorista a Wrightsville, con su circo de ruido de motores; el enfrentamiento de Johnny con Chino en medio de la calle, entre las motos; la persecución a que es sometido Johnny en la noche por ciudadanos convertidos en zombis; o su lírico final, en que queda expuesta la personalidad tortuosa de Johnny, que se presenta en el bar, pide un café a Kathie, no dice palabra, paga, y se va…
Al momento vuelve y deja el trofeo, es su forma de decir gracias sin hablar, y se marcha en silencio.
Curioso es el apartado musical, en el que el rock and roll estaba mal visto todavía en aquella época, en unas cuantas pistas que se dejaban escuchar; por lo que optaron por un swing, género que pudo tener tanta energía como el rock; y creo que lo consiguieron.
“My old man used to hit harder than that”
La Historia del Cine, está formada por muchos iconos de escenas o momentos imborrables:
Vivien Leigh levantando el brazo jurando que nunca volverá a pasar hambre en “Gone With The Wind” (1939) o Humphrey Bogart fumando un cigarro con chaqueta en “Casablanca” (1943), etc.
Hablar de The Wild One, es hablar de una moto, un traje de cuero, unas botas de motorista, una gorra estratégicamente inclinada, una gafas de sol, un cuerpo que anda con firmeza, y a la vez con desgana; una mirada penetrante, y unos labios que derrochan sensualidad.
En resumen, es hablar del Mito, Marlon Brando en persona y en esencia; que equivale a una imagen de innegable belleza física, a una forma de seducir, a un modo de beber cerveza, y a una forma de sentarse y de moverse; todo ello convertido en un icono con todo mérito, y no hay más.
Pero es junto con la película “Rebel Without a Cause” (1955), una gran aportación de los EEUU de los años 50, al poner de manifiesto el problema que surgía de la sociedad del bienestar, la insatisfacción de su juventud; siendo considerada la película del fuera de la ley, del motorista original, que primero examina la violencia de las pandillas.
Y es que cuando la sociedad parece que puede sentirse orgullosa de sus adelantos, de sus logros; su juventud está perdida, no sabe que quiere, donde va, se rebela.
Y seguimos sin saber por qué.

“I don't get you.
I don't get your act at all, and I don't think you do either.
I don't think you know what you're trying to do or how to go about it.
I think you're stupid.
Real stupid and real lucky.
Last night you scraped by, just barely; but a man's dead on account of something you let get started even though you didn't start it”



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