The Four Horsemen Of The Apocalypse

“In a world old in hatred and bloodshed, where nation is crowded against nation and creed against creed, centuries of wars have sewn their bitter seed, and the fires of resentment smoldering beneath the crust of civilization but await the breaking of the Seven Seals of Prophesy to start a mighty conflagration”

El cine no sólo aprendió a narrar copiando las leyes de la novela y del teatro, sino que absorbió también muchos de sus temas, argumentos, arquetipos y personajes.
De Victor Hugo, Alejandro Dumas, Goethe, Dickens o Benito Pérez Galdós, han surgido argumentos y personajes que han sido fagocitados por el cine, inclusive de La Biblia:
“Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis” son los 4 caballeros que se describen en la primera parte del capítulo sexto del Apocalipsis.
El capítulo habla de un pergamino en la mano derecha de Dios, que está sellado con 7 sellos; en ese escenario, Jesús abre los primeros 4 sellos de los 7, liberando a estos jinetes que montan en caballos blanco, rojo, negro y uno bayo.
Según la exégesis, representan y son alegorías de la victoria o conquista o peste, la guerra, el hambre y la muerte, respectivamente, aunque solo a este último se le designa por este nombre, y se encuentra en Apocalipsis 6:1-8
Aunque los jinetes aparecen brevemente en el libro, su importancia radica en la cantidad de representaciones artísticas, y generalmente en la influencia que tuvieron sobre la cultura occidental.
“Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, es también una novela del escritor Vicente Blasco Ibáñez, publicada por primera vez en 1916.
La obra, como en la mayoría de las historias de la literatura española, hechas en España, se califica por sus características generales como perteneciente al naturalismo literario; donde también se pueden observar, en su primera fase, algunos elementos costumbristas y regionalistas.
Se trata de una novela ambientada en 1914, en Francia, y narra las vicisitudes de La Primera Guerra Mundial.
El narrador, en 3ª persona, relata las vicisitudes 2 familias argentinas provenientes de un tronco común:
Los Desnoyers y los Von Hartrott, que se enfrentan.
Tras la muerte del patriarca, Julio Madariaga; los Hartrott se marchan a Alemania, y los Desnoyers a Francia; y ambas familias terminan combatiendo en bandos opuestos en La Primera Guerra Mundial.
La novela transcurre en Argentina, y en los escenarios bélicos de Europa; en donde el autor apoya la causa de La Triple Entente frente a las Potencias Centrales, y en especial Alemania que ha deseado la guerra; sobre cuyos desolados campos de batalla, el gran vitalista que fue Blasco, hace latir finalmente, salvaje e invencible, el deseo de vivir.
Y es que Blasco Ibáñez se autodefinió como “un soldado de la pluma” al servicio de la causa aliada, y afirmaba que el propio Presidente Poincare, le había encargado ir al frente para contar lo que pasaba, no como un periodista, sino como un novelista.
Por ello su obra muestra un maniqueísmo muy simple, característico de las obras de propaganda en que los alemanes son seres malvados que encarnan el militarismo y la barbarie; mientras los franceses, la civilización y la cultura.
El propio escritor confiesa en la introducción de su novela, que los personajes alemanes son copias exactas del natural...
“Los oí hablar con entusiasmo de la guerra preventiva y celebrar, con una copa de champaña en la mano, la posibilidad, cada vez más cierta, de que Alemania declarase la guerra, sin reparar en pretextos”
En Europa, la novela pasó desapercibida, desplazada por “All Quiet In The Western Front” de Erich María Remarque; pero en Estados Unidos obtuvo un enorme éxito, con más de 200 mil ejemplares vendidos en sólo un año.
Pero también, en ese tiempo, imperaba el fenómeno semejante al “merchandising” actual, pues se vendían ceniceros, corbatas, pisapapeles, con motivos alusivos a la novela, y todo el mundo quería conocer al autor.
Traducida al inglés por Charlotte Brewster Jordan, y publicada en 1919, resistió varias ediciones, y fue el libro más vendido del año en los EEUU, según Publishers Weekly, venta que le dio al autor, gran celebridad en el país; así como en los países vencedores de La Primera Guerra Mundial.
Según algunos críticos, se la consideró como la obra más leída después de La Biblia.
Evidentemente, Blasco Ibáñez alcanzó fama mundial y fortuna; y ganó unos $200 mil adicionales cuando su obra fue llevada a la gran pantalla.
De hecho, en Hollywood firmó contrato para las 2 versiones cinematográficas de obras suyas, una “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, la otra “Sangre y Arena”, ambas protagonizadas por el entonces “desconocido”, Rudolph Valentino.
Pero de la primera obra se han realizado ya varias adaptaciones de la novela:
La primera tuvo gran éxito, es la realizada en 1921; mientras que la otra, de igual nombre del año 1962, fue un sonoro fracaso de taquilla.
¿Será por la falta de Valentino?
“You are a man, you could never understand a woman's desire for atonement!”
The Four Horsemen Of The Apocalypse es un drama bélico del año 1921, dirigido por Rex Ingram.
Protagonizado por Pomeroy Cannon, Josef Swickard, Bridgetta Clark, Rudolph Valentino, Virginia Warwick, Alan Hale, Mabel Van Buren, Stuart Holmes, Wallace Beery, entre otros.
El guión es de June Mathis, basada en la novela homónima de Vicente Blasco Ibáñez.
Era el año 1921; y aunque a algunos les parezca mentira, ya existía el cine de gran producción, y además dejaba sus beneficios.
Claro que había que ser osado y jugársela, como así hizo June Mathis, guionista y “alma mater” de un proyecto en el que pocos confiaban, por las dificultades que entrañaba llevar a la pantalla grande, una obra tan épica, como la del escritor levantino.
Por tanto, June convenció a La Metro, para que negociase la compra de los derechos de la novela, con un adelanto de $20 mil, y el 10% de las regalías, lo que hizo rico de por vida a Blasco Ibáñez; y ella misma adaptó el guión.
Además, la autorizó a contratar al casi principiante Rex Ingram para dirigirla, y para el papel central, a Rudolph Valentino, un actor en ese momento “del montón”
El resultado fue un gran éxito de público y crítica, y lanzó a ella, junto con Ingram y Valentino, al estrellato.
Y la cosa salió tan bien, Mathis, de quien se rumoreó una relaciones tanto con Ingram como con Valentino, acabó convirtiéndose en una de las mujeres con más influencia en el Hollywood de su tiempo, a la par que primera mujer ejecutiva de la productora.
Como guionista y productora, ayudó a establecer la primacía del libreto en el cine mudo estadounidense, destacándose por la meticulosa preparación de los guiones, y su claridad en la línea narrativa.
El notable éxito de sus libretos, le acarreó gran respeto en Hollywood, y le aseguró no sólo un salario muy alto, sino también considerable licencia en los libretos, producción y edición.
En 1920, cuando empezó a elaborar la producción de The Four Horsemen Of The Apocalypse, una película que puede considerarse como la primera totalmente suya, ya que adaptó la novela, escribió el libreto, encaró la producción, armó el reparto, y seleccionó el equipo técnico; Mathis, que siempre incluyó personajes míticos en sus libretos, visionó “Los Cuatro Jinetes” del Libro de Las Revelaciones, la guerra, el hambre, las pestes, y la muerte galopando sobre los campos desolados por la contienda bélica.
Con ese detalle, la película tuvo un enorme impacto cultural, y fue la más taquillera de 1921, superando a “The Kid”, de Charlie Chaplin, y fue la 6ª película muda más exitosa en taquilla de todos los tiempos.
Mientras que Rudolph Valentino, hasta entonces poco conocido, se convirtió en una súper estrella, asociado con la imagen de “latin lover”, tanto que cuando falleció, The Four Horsemen Of The Apocalypse tuvo una reposición con honores de estreno; y se convirtió en la película de cine mudo con mayor número de espectadores de la historia.
No obstante, haber sido dirigida con lentitud narrativa por Rex Ingram, The Four Horsemen Of The Apocalypse está considerada como el mejor trabajo de su carrera.
Y si bien fue elogiada por Blasco Ibáñez, muchos críticos le achacaron los puntos débiles del film, a su novela.
A pesar de esto, el crítico de Life, Robert E. Sherwood, manifestó en su edición del 24 de marzo de 1921, que The Four Horsemen Of The Apocalypse es una viva, revitalizante respuesta, para aquellos que aún se niegan a considerar al cine seriamente; puesto que su producción, lleva el silencioso drama a un plano artístico nunca antes alcanzado; siendo considerada como el precedente y modelo del clásico “Gone With The Wind” (1939)
A su vez, The Four Horsemen Of The Apocalypse tuvo gran impacto en Argentina, ya que el astro de origen italiano, se convirtió en un estereotipo argentino que perduró a lo largo de los años.
Las reacciones fueron inicialmente de rechazo; pero luego, intelectuales locales como Bioy Casares, Eduardo Archetti, y Sergio Pujol, analizaron la relación recíproca entre ambas representaciones, e incluso la influencia que tuvo la estética del filme en los espectáculos argentinos de la década siguiente.
Así las cosas, The Four Horsemen Of The Apocalypse narra la historia de Madariaga, “The Centaur” (Pomeroy Cannon), un español emigrado a Argentina, que negociando con ovejas, acaba convertido en el hombre más rico del país.
A su muerte, sus yernos, uno francés y otro alemán, optan por retornar junto a sus familias a sus países de procedencia.
En vísperas de La Primera Guerra Mundial, las 2 ramas de la acomodada familia argentina, se dividen en 2 bandos:
Los Desnoyers, oriundos de Francia; y los von Hartrott, de origen alemán.
Su nieto, Julio Desnoyers (Rudolph Valentino), es un joven irresponsable y bohemio; que tiene un romance con Marguerite Laurier (Alice Terry), una mujer casada.
Pero cuando estalla la guerra, el esposo de Marguerite se va al frente.
Poco después, una serie de circunstancias hacen que Julio cambie radicalmente, y decida trabajar para La Resistencia.
Allí verán cómo se destruyen sus naciones y su familia, enfrentada en el campo de batalla.
El gran activo de The Four Horsemen Of The Apocalypse, está en la forma como el guión capta a la perfección, una historia de realidades duras como la vida misma, con sus amores y desamores, sus encuentros y desengaños, sus luces y sus sombras, sus miedos y sus cobardías…
Una serie de circunstancias que se concatenan, y que estallan a la par que una Gran Guerra que acaba por poner a cada uno en el sitio que le es propio.
“Peace has come, but the Four Horsemen will still ravage humanity, stirring unrest in the world, until all hatred is dead and only love reigns in the heart of mankind”
Pocas carreras en cine, son tan misteriosamente románticas como la de Rex Ingram.
Independiente e imaginativo, sus escasas películas que sobreviven, sugieren que fue un importante director con un estilo visual exultante; que contó siempre con un grupo estable de actores y técnicos para sus películas:
Valentino, Novarro, Alice Terry, el iluminador John F. Seitz, el editor Grant Whytock, etc.
Este irlandés, una de las figuras más insólitas generadas en el cine del Hollywood de la década de los años 20, y a quien Erich von Stroheim no dudó en calificar como “el mejor director de cine de su tiempo”; finalizó su vida curiosamente abrazando la religión musulmana, abandonando Hollywood, y dejando atrás una filmografía cercana a la treintena de largometrajes.
The Four Horsemen Of The Apocalypse comenzada a filmarse el 20 de julio de 1920, siendo estrenada el 6 de marzo del año siguiente, una producción que llevó más de 6 meses; que siendo “muda”, sin acompañamiento musical, lleva un ritmo y una claridad narrativa lograda mediante una ajustada edición de situaciones, exteriores, interiores, vastos panoramas, e intimidad de salones.
Durante la filmación, los costos crecieron, y se tuvo que esperar la aprobación de un nuevo presupuesto para una película, que muchos esperaban fuese un fracaso.
Lograda la autorización para continuar, La Metro se lanzó a una exagerada campaña publicitaria, elogiando los recursos con que se habían contado para realizarla.
Entre ellos se hizo hincapié en los 12.500 hombres y mujeres que había participado en el rodaje, ya sea ante las 14 cámaras, o como extras en las escenas de conjunto; nada se había escatimado.
Para su comercialización, La Metro apoyó la película en todo momento, pero en el fondo, muchos ejecutivos estaban renuentes.
Se pensaba que si bien la novela de Blasco Ibáñez podría atraer a sus propios lectores, sus estrellas eran menores y desconocidas; su director casi un principiante, los espectadores regulares, probablemente no eran lectores de novelas de ficción, y para colmo, “traducida”, la gente común nunca oyó hablar de la novela; el título no lucía como gran cosa, en fin, todo negativo.
Para colmo, el comediante Fatty Arbuckle, le comentó a Los Angeles Times, que el espectador de la calle, probablemente pensaría que “los cuatro jinetes” eran:
Tom Mix, Bill Russell, Bill Hart y Harry Carey, todos populares cowboys de la pantalla.
Finalmente, las exhibiciones fueron planeadas para reflejar la magnificencia de la película, con un prólogo hablado, y una obertura orquestal.
Estrenada en New York, en el Lyric Theatre, el 6 de marzo de 1921, fue seguida poco después en Los Ángeles.
Para la exhibición, el compositor Louis Gottschalk, que se había presentado en la Argentina, y compuesto varios tangos, compuso un tema original en colaboración con Mathis e Ingram.
Resumiendo, The Four Horsemen Of The Apocalypse fue un suceso de público que sobrepasó todo lo previsto en cuanto lugar fue exhibida.
La crítica alabó la cinematografía, la composición, y su fluidez narrativa.
Fue, concluyó el New York Times, “una adaptación de una novela excepcionalmente bien hecha, y una película extraordinaria”
Para el crítico de Los Angeles Times Edwin Schallert, las escenas de la Argentina y París “llevan positivamente al espectador a esos lugares”
Y es que The Four Horsemen Of The Apocalypse no sólo fue un éxito rotundo de crítica, sino que representó un ingreso financiero masivo para La Metro, siendo considerada como una de las películas más costosas de su tiempo, en la que intervinieron en la producción, más de 12.500 personas, se filmaron más de 500.000 pies de film, y se emplearon 14 camarógrafos para las escenas de batallas, más 14 asistentes de dirección.
No cabe duda que es uno de los grandes títulos de su tiempo.
Una auténtica epopeya, basada en una novela tan en boga que en aquellos años en Hollywood, que partiendo de ecos del cine de Griffith, adelanta en algunas de sus más terribles imágenes la obra posterior del ya citado von Stroheim; de ahí quizá esa nada velada admiración, e incluso la puesta en marcha de títulos de clara adscripción antibélica, que se hacen notorios en los cambios de ambiente o las transiciones día/noche con los filtros de color.
Por otro lado, cabe destacar las actuaciones, que a base de una suerte de mímica, dan a entender todo lo que pasa, ya que los diálogos están reducidos al mínimo.
Y como detalle, el inventor y fotógrafo, John F. Seitz logró un gran suceso con la iluminación, que destacó por sus innovaciones con una iluminación discreta, que ayudó a mejorar y definir el llamado cine negro, siendo muy apreciado por el director Billy Wilder, con el que Seitz trabajó en los clásicos:
“Double Indemnity” (1944), “The Lost Weekend” (1945) y “Sunset Boulevard” (1950), recibiendo nominaciones de La Academia por las 3 películas; recibiendo 7 premios Oscar, a La Mejor Fotografía.
Así de curioso es ese cúmulo de circunstancias, destacando asimismo, que pese a ello, The Four Horsemen Of The Apocalypse nunca se debilita en su personalidad propia, ni el dilatado metraje de casi 2 horas y cuarto, deja de resultar apasionante.
Por el contrario, existe una cohesión interna en su conjunto, estructurado en base a bloques narrativos perfectamente ensamblados, que permite dotarla de una admirable progresión interna, logrando incorporar un crescendo narrativo, como pocos títulos del cine de su tiempo.
El tema central es la tragedia de la guerra, que fue trasladado intacto del libreto original; y también lo fue el personaje principal, el padre de Julio Desnoyers; pero durante la filmación, al ver el magnetismo que emanaba Valentino, determinaron a June Mathis, la libretista, a readaptar la historia:
Por lo que Julio pasó a ser el principal personaje, y la acción moldeada alrededor de la personalidad del actor.
La historia, realmente se centra en Julio Desnoyers y su historia de amor.
Veremos cómo Julio, llega de ser un hombre vividor y mujeriego, a ser un hombre comprometido, querido y respetado.
Dejando al margen la figura de Valentino, The Four Horsemen Of The Apocalypse también nos narra la historia de la familia Madariaga, cuyo patriarca es el argentino del mismo nombre, cuyas 2 hijas se casaron con sendos maridos:
Uno de ellos francés, y otro de ellos alemán.
Madariaga, fue un hombre que dedicó su vida al cultivo de grandes superficies de tierra, enriqueciéndose con el ganado, y explotando sus tierras con una mezcla de dureza y paternalismo.
Entre las 2 ramas de la familia, la primacía a la hora de tener un primogénito hombre por parte de la rama alemana, la que encabeza Karl von Hartrott (Alan Hale), les permitirá alcanzar la herencia a la muerte del patriarca.
Pasarán los años, y la rama francesa, encabezada por Marcelo Desnoyers (Josef Swickard), se trasladará hasta Paris, al igual que la parte de la familia opuesta lo hará a Alemania, separando la falsa unidad que hasta el momento habían escenificado hasta la muerte de Madariaga.
Pasarán los años, y los Desnoyers acumularán una considerable riqueza, mientras su hijo Julio, dedicará su tiempo como diletante amante de mujeres, en un estudio dedicado a pintar composiciones femeninas, o bailando el tango en un local en donde es bien conocido y deseado por las féminas.
Sin embargo, nunca dejará de estar presente en su figura, un ser dotado de nobles sentimientos, que no ha terminado de encontrar su lugar en la vida, es ese, uno de los grandes aciertos del film.
Por su parte, los hijos de Hartrott se dedicarán a la vida militar, haciendo patente un peligroso sentido del patriotismo, que no supondrá más que la piedra de toque de la sucesión de desgracias que se producirán a partir del asesinato del Emperador de Austria, dando como fruto, la enorme tragedia de La Primera Guerra Mundial, que en la película supondrá la lucha entre las 2 ramas de la misma familia.
Siguiendo el argumento de la obra de Blasco Ibáñez, aunque tamizado y simplificado por el guión de June Mathis, el film de Ingram resalta en primer lugar, por su magnífica descripción de los diferentes ambientes en que se desarrolla su acción.
Lo plasma igualmente en la definición de sus personajes, en donde se acentúan por lo general, los rasgos inherentes a la codicia:
Desnoyers padre, empeñado en acumular tesoros y objetos definitorios de la riqueza; en vez de desarrollar una sincera estabilidad familiar.
El ultranacionalismo germano que ponen en práctica von Hartrott y sus hijos.
Por el contrario, Ingram sabe desarrollar esa sensibilidad sin definir de Julio, pese a su vida diletante, y a sus constantes conquistas amorosas, que exteriorizará en el destartalado estudio que posee, encima del cual, reside un extraño y mesiánico personaje...
Lo que no podrá evitar el joven muchacho, es que inesperadamente, el amor verdadero se introduzca en su vida, en la persona de la joven Marguerite Laurier.
Con ella parece que otro mundo se abre en él, siendo correspondido por la recién conocida, que encuentra en Julio, aquello que siempre ha anhelado.
Lamentablemente, Marguerite se encuentra casada, en una boda orquestada por su padre, con Etienne Laurier (John St. Polis), un hombre que retará a duelo a Julio, pero que finalmente se rendirá a la evidencia, y aceptará el divorcio de una esposa que nunca lo ha podido amar.
Todo ello mostrado en 1921, tremenda controversia para los estándares de la época.
Es en esos instantes, cuando la cadencia de Ingram sabe modular esos cambios en los pensamientos de sus personajes, y hacerlos verosímiles y creíbles.
Sin embargo, lo que parecía un terreno despejado para los 2 amantes, pronto se nublará con la llegada de la guerra, a partir del asesinato del Emperador austriaco.
El extraño ser que habita en el piso superior, anunciará a Julio y a su fiel ayudante, la hecatombe que se avecina, en un fragmento dominado por un aura fantástica, con esos jinetes de ascendencia simbólica sobrenatural, que auguran la destrucción y la muerte; del mismo modo, una bestia que aparece de la nada, con inspiración demoníaca.
Toda esa eclosión de destrucción, irá adquiriendo una catarsis, en un film caracterizado en todo momento por su ascendencia pictórica, donde la presencia episódica de animales, aparece como sutil metáfora del comportamiento de sus personajes, en la que podremos contemplar incluso un plano en color, inserto dentro de la parte final, dominada por la eclosión bélica; y en la que su última media hora, puede considerarse por completo admirable:
Cuando Julio, finalmente decide incorporarse a una guerra.
Será un paso adelante, que le convertirá de manera definitiva en un ser bondadoso, respetado y querido por todos.
Por su parte, Marguerite se ha convertido en enfermera, decidiendo cuidar a su antiguo esposo, que se ha quedado ciego, sin que su amor por Julio pueda ser olvidado.
Pero será en los últimos minutos, donde la película adquirirá un rasgo supremo:
Las orgías de los alemanes en el castillo de Desnoyers, o de manera muy especial, el estremecedor encuentro de Julio en pleno combate con su primo, en un instante que iluminará una bomba, antes de la inmediata muerte de ambos, que advertirá de manera sobrenatural Marguerite, con la inesperada aparición del espectro de su amado.
La guerra pasará con todo su inmenso caudal de destrucción; y la cámara nos acercará a un inmenso valle atestado de cruces con las víctimas de los franceses, entre las cuales se encuentra la de Julio.
Allí, su padre, un hombre hasta entonces dominado por su materialismo, besará amorosamente la misma, en una secuencia conmovedora.
Nada podrá con ello para remediar las atrocidades vividas, y una personalidad dominada por la codicia, pero sí al menos, el recuerdo de su hijo le permitirá vivir el resto de su vida, desde un nuevo prisma presidido quizá por vez primera en su vida, por auténticos sentimientos humanos.
En líneas generales, la película dirigida por Rex Ingram, es bastante fiel a la obra de Blasco.
Hay que resaltar que la novela fue escrita en 1916, en pleno conflicto bélico, mientras que la película fue realizada en 1920, y estrenada en 1921, 3 años escasos después del fin del conflicto.
Así, la conclusión del manuscrito es algo más sombría que la de la cinta, probablemente reflejando la incertidumbre sobre lo que deparaba el futuro.
Como diferencias con la novela, podemos encontrar por ejemplo:
Cuando Marcelo Desnoyers está frente a la tumba de Julio, podemos leer en los últimos párrafos:
“No le inspiraba curiosidad el final de esta guerra que tanto le había preocupado.
Fuese cual fuese su terminación, acabaría mal”
Mientras en la película, sin embargo, el padre de Julio pregunta a Tchernoff si le conocía, y éste emula a Jesucristo, al abrir sus brazos sobre la infinidad de tumbas, y exclamar:
“¡Los conocía a todos!”
Posteriormente vemos retirarse a “Los Cuatro Jinetes”, mientras Tchernoff proclama que los jinetes volverán, hasta que la humanidad acabe con el odio, y sólo reine el amor.
Hay otras diferencias; como por ejemplo, la familia alemana tiene 2 hijos, pero en el film son 3; pero en ambas cumplen el estereotipo del “cabeza cuadrada” alemán.
Aunque quizás, la diferencia más famosa entre ambas obras, es la escena del tango, de la que se dice, que los movimientos de Valentino eran tan exóticos como los de una pantera.
En ella, Rudolph se nos marca un tango, que si bien no figuraba en la historia original de Vicente Blasco Ibáñez, le queda a la película como anillo al dedo, y se convierte, por méritos propios, en uno de los instantes memorables de la historia de un cine, que recién salido del horno, ya dejaba momentos para el recuerdo y el disfrute de unas y otras generaciones.
En la película, la figura de Valentino, con sus penetrantes ojos, su oscura piel mediterránea, y bailando un exótico y sensual tango, cruzó la pantalla en una escena cargada de tensión dramática.
Anticipada con un cartón donde se leía:
“En Buenos Aires, el puerto del famoso barrio de La Boca era el último refugio”, la imagen de Valentino se recortaba en el rincón de un oscura cantina.
Fumando un fino cigarrillo, mira con ojos escudriñadores a una hermosa mujer que baila con otro hombre.
Sin titubear, avanza con pasos felinos hacia la pareja, y le indica al hombre que su turno ha terminado.
Ahora le toca bailar a él.
El hombre se resiste.
Valentino, con un golpe de rebenque, lo deja de lado.
La orquesta del salón entra a tocar una melodía, los músicos de la sala, que en esa época del cine mudo tocaban una habanera y no un tango; Valentino abraza a la mujer por la cintura, y comienza a bailar el tango que lo hizo famoso.
Vestido con un falso atuendo gaucho y sombrero andaluz, hace girar a su compañera pasionalmente entre sus brazos, mientras ella, con un largo mantón de Manila, y un clavel enredado en los cabellos, se deja llevar lánguidamente.
Curiosamente,  esa apariencia de gaucho devorador de mujeres que esgrime dicho breve, pero conocido episodio, en realidad no tiene su correspondencia en el resto del film, donde él es uno de los personajes de un film coral, descrito ante todo por una considerable sensibilidad.
Sinceramente, cada día hay que despojar lo que de superficial pudiera emanar de un supuesto mito caduco como fue Valentino, y reconocer en él, a un intérprete capaz de aportar no solo ese magnetismo que le caracterizado en su recuerdo, sino la de un actor sensible, que en The Four Horsemen Of The Apocalypse, y ayudado por las capacidades de Ingram como director de actores, adquiere no solo una enorme credibilidad, sino incluso estaría definido en una modernidad interpretativa.
Por otro lado, la joven danzante, interpretada por Beatrice Domínguez, se muestra complacida por su nueva pareja, pero no así su compañero que tiene que ser empujado fuera para que Valentino pueda bailar.
Ese pequeño papel, haría que su nombre fuese recordado hasta la fecha, a pesar de no ser mencionada en los títulos; y porque  poco después, ella sufrió una ruptura del apéndice; llevada de urgencia al Clara Barton Hospital de Los Angeles, falleció por una complicación en la operación, el 27 de febrero de 1921, a los 24 años.
Lamentablemente no vivió para ser testigo de su éxito; pues una semana más tarde, The Four Horsemen Of The Apocalypse se estrenaba en New York, y la crítica convertía a Valentino en una estrella, en parte debido a la escena del tango bailado con ella.
Así, Beatrice Domínguez fue en una de las primeras actrices hispanas en recibir crédito por una famosa escena, y ser mencionada por la prensa.
Otro dato es que mientras bailan en medio del humo del cigarrillo que cubre la escena, la cámara corta a primeros planos de Valentino, sus botas, sus espuelas, y su látigo.
Termina la danza, Valentino besa a su compañera, la retorna a su mesa sentándola en su falda, y levanta su copa en señal de triunfo.
En la versión final, esta secuencia fue coloreada, al igual que muchas otras.
Sin embargo, este baile que hizo sensación alrededor del mundo, dejó deslucido el que secuencias más adelante, Valentino baila con la actriz Alice Terry en un salón elegante de Paris.
El motivo de la existencia del famoso tango, es que Rex Ingram quiso añadir algo “exótico” y con “sabor argentino” que explicase la posterior fama de Julio como bailarín de tango en París.
Lo que no podían imaginar, es que dicha escena se convertiría en la más recordada y celebrada de la película, haciendo estrella a Rudolph Valentino, para entonces, un perfecto desconocido.
Fue a partir de este debut, que Rudolph Valentino se convirtió de actor casual a gigoló nocturno, en reconocido bailarín de tango y estrella cinematográfica de primera magnitud.
Los periódicos ensalzaron sin medida al nuevo actor, que surgía interpretando al solitario, bien plantado, y soñadoramente romántico argentino bailarín de tango.
Porque Rudolph siempre será el gran amante, el atractivo en la forma de moverse y fotogénico; que miraba de una forma “especial”, aunque se decía que era causa de su miopía.
El baile, entendido en tanto como imagen movimiento, tiene una connotación importante, y en la configuración del “star-system”
De hecho, el actor Wallace Beery, que interpreta al personaje secundario, El Coronel von Richthoffen, nada que ver con el famoso piloto alemán, ganaba mucho más que Valentino.
Pero ahí no acaba la cosa:
El vestuario que La Metro puso a disposición de Valentino, se reducía a 2 trajes:
El de gaucho, y el de soldado francés.
Todos los otros trajes que utiliza Rudolph Valentino en la película, unos 25, los tuvo que pagar de su propio bolsillo; y los encargó a un sastre de New York, y tardó un año en abonarlos.
Por esta actuación, que inesperadamente le redituó a La Metro $5 millones, de los que Valentino recibió $350 dólares semanales durante 2 meses.
Por su parte, Valentino sostenía que Ingram no le dejaba hacer lo que él quería, y que estaba más preocupado por la iluminación, que por los actores.
Ingram manifestó haber preferido un actor más fuerte, y más francés que Valentino, por lo que director y actor, nunca se llevaron bien.
La actriz, Alice Terry, es probablemente más conocida en referencia a los actores con quienes trabajó con más frecuencia:
Rudolph Valentino y Ramón Novarro; y por su marido Rex Ingram, que la dirigió en casi una docena de sus películas, que por su trabajo de actriz.
A pesar de su éxito repentino en The Four Horsemen Of The Apocalypse, ella siguió siendo una actriz no muy ambiciosa, que trabajaba en cine solo para mantener a su familia, en lugar de convertirse en una verdadera actriz; tanto es así, que intentó trabajar detrás de las cámaras, como guionista y editora.
Por otro lado, existen algunos aspectos polémicos en The Four Horsemen Of The Apocalypse que fueron rectificados por la oficina de censura de cine estadounidense; como por ejemplo, en el intertítulo, al revisar el asunto entre Julio y Marguerite, se dice que ella es “la novia” de Esteban Laurier, en lugar de su esposa; pero se dejan los desnudos “artísticos” en el estudio de Julio...
En el aspecto histórico, el principal evento que nos muestra, es la famosa Batalla del Marne, que sucedió entre el 5 y el 9 de septiembre de 1914; en donde el ejército alemán seguía una variante del llamado “Plan Schlieffen” diseñado en 1906, que se suponía que debían de avanzar por el flanco derecho a través de Bélgica, cruzar el río Somme y el Sena, y después atacar París desde el sur.
Sin embargo, El Jefe del Estado Mayor, El General von Moltke, decidió que el avance fuera también en el flanco izquierdo, para evitar que los franceses invadieran Alemania.
Eso provocó que el ataque alemán no fuera tan intenso, por lo que los franceses pudieron, aunque con muchas dificultades, pararlo a las mismas puertas de Paris.
Así se considera que The Four Horsemen Of The Apocalypse, una obra antibelicista; una obra que denuncia el militarismo alemán, pero al ser una obra de propaganda, anima a luchar contra él; y lo que propone es que esa lucha sea con las armas.
De hecho, la postura pacifista está representada por Marcelo Desnoyers, que debe de abandonar Francia, al negarse a luchar en La Guerra Franco-Prusiana de 1870.
Al final, se siente culpable de no haber luchado en dicho conflicto, y se alegra cuando Julio se alista, pues siente que la vergüenza que portaba, será lavada por el comportamiento de su hijo.
Como dice uno de los personajes:
“Nos batiremos por el porvenir; moriremos para que nuestros nietos no conozcan estas calamidades.
Si triunfasen los enemigos, triunfaría la continuación de la guerra y la conquista como único medio de engrandecerse”
Como dato, Winston Churchill habría rubricado ese discurso en 1939, cuando Europa se iba a ver envuelta en la lucha contra los fascismos.
Para el propio Julio, el hecho de alistarse, es también un forma de pagar por su pasado como un “niño rico” y mujeriego.
En el frente, Julio es uno más de los muchos que luchan contra el militarismo alemán; pues la guerra no distingue entre ricos y pobres, iguala a todos los hombres, aunque sea con una cruz sobre una tumba.
Y como en muchas otras obras, se nos mostrará que los seres humanos somos capaces de lo peor, el comportamiento de los parientes alemanes hacia su tío Marcelo, y de lo mejor:
Julio no es el único que debe de expiar sus “pecados burgueses”
El personaje de Marguerite Laurier, interpretado por Alice Terry, debe de permanecer al lado de su inválido esposo, tras ser advertido por el espectro de Julio.
Y “Los Jinetes del Apocalipsis” aparecen solo a forma de metáfora, para dar a entender lo terrible que puede ser la guerra, y aparecen un par de veces, en lo que debieron ser los tremendos efectos especiales para la época, subliminal efecto cuando salían en pantalla.
Como curiosidad para los buscadores de estrellas, vale decir que Ramón Novarro aparece como extra en la escena del salón, donde Valentino baila con Alice Terry.
Y como dato ilustrativo, cabe agregar que el decorado del castillo del padre de Julio en Francia, fue construido en el Griffith Park, al pie de las colinas de Hollywood, mientras que las escenas de la estancia en la pampa y el cafetín de La Boca, donde Valentino baila el tango, fueron filmadas en el aún existente Gilmore Ranch.
Enclavado en el actual The Grove Mall del Farmer's Market, el rancho es una gran casona de estilo colonial español, en la que actualmente vive la familia de A.P. Gilmore, un magnate petrolero.
Para concluir, no es de extrañar, que una película que fue un éxito en la época del cine mudo, tuviera su remake sonoro.
Hay que recordar, que La Metro tuvo un sonoro éxito en 1959, con el remake de “Ben-Hur”
Así que en 1962, intentó repetir la jugada con la obra de Blasco Ibáñez; siendo Vincente Minnelli, el encargado de dicho rodaje; pero ambientó la trama en La Segunda Guerra Mundial; y aunque contó con actores de primera fila como Glenn Ford o Paul Henreid, la producción fue un fracaso en taquilla, perdiendo $6 millones; pues la importancia dramática de la película de 1921, es el mensaje apocalíptico interiorizado; la versión de Minnelli, adquiere una apariencia más exteriorizada.
A The Four Horsemen Of The Apocalypse se le puede achacar que se pudieron ahorrar la primera media hora, indicando de alguna otra forma el origen y el parentesco de Julio, porque la sensación temporal del metraje en general, es como del doble del tiempo, que realmente transcurre mientras la ves, y se hace lenta y poco digerible.
También, vería la forma de hacer un poco más dinámica la música, porque tengo la impresión de que es lo que genera sueño.
La restauración es buena, con los añadidos de color, sin embargo, hay que trabajar más en la nitidez.
“Is it not enough to lead my son into wild ways without teaching my daughter the tango?”
No cabe duda que uno de los grandes mitos del cine, y el “latin lover” por excelencia fue Rudolph Valentino, que se convirtió en el objeto de deseo de millones de mujeres, y de hombres, de todo el mundo que soñaban en participar junto al engominado actor en sus aventureras y románticas películas.
Se dice que las mujeres se desmayaban cuando veían sus películas...
Y es que las mujeres de EEUU de principios de los años 20, comenzaban a experimentar los primeros deseos de libertad, y Valentino vino a inspirar sus fantasías más ocultas.
Se puede decir que llegó a ser el primer mito erótico de la historia del cine.
El éxito descomunal de la película The Four Horsemen Of The Apocalypse, y el “sex-appeal” de Valentino, hicieron del actor, una estrella adorada por mujeres anónimas y famosas, la mayoría de las actrices se morían de ganas por actuar a su lado.
De la mano de los más habilidosos representantes, pronto Rudolph Valentino levantó las pasiones de millones de admiradoras, y se convirtió en la figura romántica masculina por antonomasia.
Su figura, enjuta y apasionada, destilaba todas las esencias propias del “latin lover”
El exotismo de sus personajes, no tardó en contagiarse a su vida personal, y sus apariciones públicas estuvieron pronto imbuidas de un aparatoso misticismo orquestado por los estudios, y fomentado por él mismo.
Se cuenta que fue muy aficionado a las artes ocultas y al espiritismo, era gran amante del lujo, y fue acusado por muchos críticos de afeminado, cosa que él siempre rebatió, incluso llegando a retar a un cronista del Chicago Tribune a un duelo, o a un combate de boxeo público, para demostrar su hombría, proposiciones que el crítico rechazó.
Ain embargo, el 15 de agosto de 1926, Valentino fue hospitalizado en New York y operado a causa de una úlcera perforada.
Justo cuando empezaba a recuperarse, la peritonitis empezó a extenderse por su cuerpo; y murió 8 días después, a la edad de 31 años.
Rudolph Valentino, realizó 7 películas solamente, entre 1921 y 1926.
No tuvo hijos.
Alrededor de 100.000 personas acudieron al velatorio de Valentino, el histerismo era tal, que aquello se convirtió en un tremendo descontrol, tuvieron que enviar a más de 100 agentes de policía para controlar a la gente.
Su repentino fallecimiento, provocó entre sus numerosos seguidores un tremendo duelo, que provocó centenares de suicidios en todas partes del planeta; pues era la primera vez, que un ídolo de tal magnitud perdía la vida a una edad tan temprana, no había precedentes de algo similar en la época.
Tras su muerte, el llamado “Gran Amante”, continuó manteniendo la figura de culto que había adquirido en vida.

“Valentino's greatest romantic success”



Comentarios

Entradas populares