Иван Грозный (Ivan The Terrible)

“Я не буду видеть разрушение христианских новообращенных, которые лояльны ко мне, и до последнего вздоха я буду бороться за православную веру”
(No voy a ver la destrucción de los conversos cristianos que son leales a mí, y con mi último aliento, voy a luchar por la fe ortodoxa)

La bestialidad de la autocracia, alcanza los niveles más altos en la espeluznante y macabra vida de uno de los personajes más abusivos de la historia política, religiosa y militar de Rusia:
Иван IV Васильевич, o Iván IV Vasilievich, llamado “Iván El Terrible”, fue un zar de Rusia, el primero en llevar el título de Zar desde 1547; siendo considerado como uno de los creadores del Estado ruso.
Nieto del Gran Duque Iván Vasilievich III, El Grande; e hijo de Basilio III de Moscú y Elena Vasilievna Glinskaya, perteneciente al linaje varego de Riurik; fue coronado Gran Príncipe de Moscú a los 3 años, tras la muerte de su padre.
Sin embargo, el reino fue administrado por su madre, que fue envenenada 5 años después de la coronación, por clanes boyardos que se disputaban el poder.
Iván fue sometido a las humillaciones de los boyardos, lo que ensombreció su carácter; siendo recluido en El Palacio del Kremlin, viviendo casi como un mendigo.
Este hecho generó en Iván, un gran odio hacia los boyardos, y tuvo como consecuencia, las constantes persecuciones y matanzas que organizó contra estos clanes.
En estos primeros años, Iván sufrió desvaríos mentales, ya irreversibles; y para que se le respetara como Zar, El Arzobispo Macario determinó que Iván procedía, según un árbol genealógico, del linaje de los primeros césares romanos; y no es casualidad la alusión al título, puesto que, como tal, quiere considerarse el nuevo monarca.
Iván se casó al menos 7 veces, pero su matrimonio más importante fue el primero, con Anastasia Romanovna Zajarina, en 1547, tanto que se dice que su gobierno se vio muy influido por ella; el cual puede dividirse en 2 períodos, marcados por los cambios producidos en Iván tras la muerte de su esposa, en 1560.
Y es que después de una gira junto con Macario por monasterios e iglesias de Rusia, Iván fue nombrado Zar y Príncipe de toda Rusia, en La Catedral de La Dormición de Moscú.
Luego se casaría con Anastasia, hija del boyardo Roman Zajarin, el cual le dio nombre a la dinastía monárquica de Los Romanov, siendo escogida como esposa, mediante una selección efectuada en El Kremlin de Moscú, entre todas las jóvenes nobles en edad de casarse.
Los historiadores sostienen, que Anastasia tenía una discreta influencia para mitigar el carácter impulsivo y violento de su marido.
Este período, también se caracterizó por su gran reforma interna, y su expansión territorial; además impulsó las artes y las letras, e introdujo la imprenta en Rusia.
Sus mayores aportes a su país, fueron:
La conquista de Siberia, llevada a cabo por Yermak; la creación de un nuevo código legal, el “Sudebnik”; la descentralización del poder, en el primer Parlamento ruso de tipo feudal, “Zemski Sobor”, de 1549; la “Oprichnina”, que significa “Tierra aparte”, controlada directamente por el zar, que más tarde, Pedro I de Rusia y Iosif Stalin tomaron ejemplo de Iván El Terrible, y de su sistema para cometer sus propias purgas.
Actualmente, el término “oprichnina”, se utiliza como sinónimo de tiranía y de poder absoluto ejercido con extremo rigor y crueldad.
También se le concede la conquista de los janatos tártaros de Kazán y Astracán.
Como dato, en las batallas, Iván nunca estaba presente; y las conquistas eran celebradas en canciones y baladas.
Pero en 1560 muere su esposa, Anastasia Romanovna, e Iván se vuelve un gobernante psicópata, fanático religioso, y autoritario, del cual se dice que durante las noches, sus gritos sonaban por todo El Kremlin de Moscú.
Pasaba de la euforia a la depresión más absoluta con su facilidad.
Además, poco después murió el metropolitano Macario, lo que le produjo más pesar.
El sucesor de Macario, Afanasio, no tenía la misma afinidad con El Zar, y ello dio lugar a unas difíciles relaciones entre ambos.
Este dramático cambio en la personalidad de Iván, vino dado no sólo por la muerte de Anastasia, sino también por una enfermedad que estuvo a punto de causarle la muerte en 1553.
Durante esta época, Iván pidió a los boyardos que hicieran una alianza con su hijo mayor, para que éste gobernara a su muerte, a la cual, los boyardos se negaron, planeando un futuro Zar en la figura de su primo, Vladimir de Staritsa.
Pero El Zar se recuperó, y añadió más desconfianza si cabía hacia los boyardos por el hecho anterior, ya que cuando su esposa murió en 1560, creyó que había sido envenenada por éstos.
El resultado de estas conspiraciones, que se confirmaron, al hallar los forenses plomo y mercurio en sus huesos; fueron brutales represalias, con asesinatos de boyardos y de partidarios de estos, como El Príncipe Aleksandr Gorbaty-Shuyski, General conquistador del Janato de Kazán.
Para entonces Iván, con la espalda curvada, el ceño fruncido y la mirada sombría, el soberano de 35 años, parecía tener 50, síntoma de la locura.
La milicia policial creada por él, cumplió la orden de dividir Rusia en 2 mitades, como por un hacha:
Una para los boyardos, y la otra exclusiva para el disfrute del dictador, que comprendía algunos barrios de Moscú, 27 ciudades, 18 distritos, y las principales vías de comunicación.
Después de la traición del Príncipe Andrei Kurbski, Comandante del Ejército Occidental, Iván creó los “oprichnik”, su guardia personal y policía estatal, a la cual dio un uso represivo y de acción militar.
Los oprichnik, fueron reclutados de la pequeña nobleza de regiones nororientales de Rusia, donde escaseaban los grandes terratenientes, o boyardos.
Estas regiones, tuvieron administraciones separadas, y se llamaron “Oprichnina”
Con esta guardia, ejecutó a muchos boyardos y miembros del clero, entre 1564 y 1572, e impidió que se formara un régimen feudal en Rusia.
Uno de los líderes más odiados de la Oprichnina, fue Maliuta Skuratov.
Muchos historiadores consideran el sistema de Oprichnina, como un instrumento para la destrucción de los privilegios de la poderosa aristocracia hereditaria, para la ampliación de un estado centralizado que se encuentra en condiciones de guerra constante.
El uso arbitrario y sanguinario de los oprichnik contra los boyardos y el pueblo, causó miles de víctimas durante 8 años.
A partir de entonces, comienza a conocerse a Iván, como “El Terrible”
Tal era su locura, que por esta época, castigó con la pena de muerte a un Príncipe por acusarlo de haber participado en una orgía homosexual…
Pasado un tiempo, Iván se refugió en Inglaterra durante la invasión tártara, en donde incluso llegó a pedir matrimonio a La Reina Elizabeth I, pero ésta lo rechazó.
Cuando las matanzas tártaras se tranquilizaron, Iván volvió a Rusia para preparar un ejército que acabaría con los invasores del Kanato de Crimea, en La Batalla de Molodi, alejándolos de allí.
Ya en sus últimos años, Iván dio rienda suelta a sus perversiones:
Según los escritores no imparciales polacos; se jactaba de haber desflorado a más de 1000 vírgenes, y posteriormente haber asesinado a los hijos resultantes, mostrando así su perturbación.
Ciertos historiadores modernos, piensan que esto es una leyenda negra, creada por la propaganda polaca.
Sin embargo, existe una base real en las elecciones de la novia del Zar, para las que muchas muchachas notables llegaron a la capital.
En un acceso de cólera, el 16 de noviembre de 1580, golpeó mortalmente con su bastón a su hijo mayor, El Zarévich Iván, su preferido, que lo sumió más en la locura.
Lloró amargamente su muerte, y tuvo remordimientos hasta sus últimos días, provocando que se tirara del pelo y de la barba, o arañara las paredes.
Mató además, a varios de sus enemigos y amigos, lo que hizo que Iván se volviera aún más psicópata.
En esta locura final, llegó a refugiarse en creencias paganas y brujeriles.
Los ataques psicóticos sufridos por El Zar, podrían según los expertos, corresponder al resultado del tratamiento de la sífilis con mercurio; este tratamiento era común en la época, y provocaba daños cerebrales que derivaban en cambios constantes de humor y ataques eufóricos y coléricos, con tintes psicóticos.
Muchos historiadores piensan, que Iván fue envenenado por los boyardos, como su madre, Elena Glinskaya, pero hay referencias indicando que Iván periódicamente tomaba pequeñas cantidades de mercurio contra su sífilis.
No obstante, al Terrible se le recuerda por sus grandes reformas internas, como la reforma del ejército, y la revisión del código legal; en un reinado que duró casi 40 años, el más largo de los Zares rusos.
Iván IV, El Terrible, murió la mañana del 18 de marzo de 1584, cuando se disponía a jugar una partida de ajedrez.
Sus restos fueron enterrados en La Catedral de San Miguel Arcángel.
Lo sucedió en el trono su hijo menor, Teodoro I de Rusia, quien fue un títere en manos de los boyardos, debido a su falta de carácter, y a su escasa inteligencia.
Curiosamente, 4 siglos después, dirigía los designios de Rusia, otra especie de Vasilievich...
¡Stalin!
“Мои верные войска вокруг меня, как непроницаемую стену.
Но я одна”
(Mis fieles tropas me rodean como un muro impenetrable.
Pero estoy solo)
Иван Грозный (Ivan The Terrible) es un drama ruso, del año 1944 y 1958, escrito y dirigido por Sergei M. Eisenstein.
Protagonizado por Nikolai Cherkasov, Serafima Birman, Ludmila Tselikovskaya, Mikhail Nazvanov, Pavel Kadochnikov, Mikahil Zharov, Mikhail Kuznetsov, Vsevolod Pudovkin, entre otros.
Durante La Segunda Guerra Mundial, con El Ejército de la Alemania Nazi aproximándose a Moscú, e director Sergei Eisenstein fue uno de los muchos cineastas de la ciudad capital que fueron evacuados a Alma Ata, en la antigua República Socialista Soviética de Kazajistán, actualmente Kazajistán.
De hecho, Иван Грозный (Ivan The Terrible) fue rodada enteramente en Kazajistán, en los estudios Kazakhfilm de Alma Ata; en donde Eisenstein inicia el guión en 1940, y al año siguiente, ya tenía el boceto inicial.
No obstante, tardará 2 años más en realizar la investigación histórica, y en el análisis del personaje para iniciar un proyecto que abarcaría 3 épocas:
“Iván Grosny” o “El Terrible”; “La Conjura de Los Boyardos”; y “Las Luchas de Iván”; siendo en suma, la última película dirigida y completada por Sergei M. Eisenstein; que se convirtió en un díptico sobre la historia y la figura del Zar Iván IV de Rusia, más conocido como “El Terrible”
Era el año 1944, y a Rusia no le venía nada mal una película que exaltara los valores de patria, tierra, unidad, odio hacia el enemigo que realiza incursiones en su territorio... por lo visto, Iosif Stalin tuvo mucho que ver en la realización, puesto que todas estas cualidades, vendrían muy bien en los tiempos que corrían, y una población motivada, siempre es bueno.
La primera parte se rodó entre 1942 y 1944, y se estrenó el 30 de diciembre de 1944 en Moscú, y el 16 de enero de 1945 en todo el país.
La primera parte presentaba a Iván como un Héroe Nacional, y se ganó la aprobación de Stalin, e incluso un Premio Stalin.
La segunda parte se rodó en Mosfilm, entre 1944 y 1946; pero ésta no fue aprobada por el gobierno, porque mostraba a Iván menos como un héroe, y más como un tirano paranoico, una analogía que a Stalin no le gustó.
En consecuencia, éste censuró la película, y no se pudo estrenar hasta 1958, 5 años tras la muerte del dictador.
La tercera parte se empezó a rodar en 1946, pero no se completó debido a la desaprobación absoluta del gobierno soviético; por lo que se detuvo el rodaje, y todo el metraje fue confiscado, y la mayor parte destruido.
No obstante, en 1988, surgió un cortometraje que reunía los únicos escasos minutos de metraje sobrevivientes, filmados antes de que se detuviera el rodaje, junto a escenas detrás de cámara.
Además, Eisenstein murió antes de terminar el rodaje, en 1948.
Con la llegada de Nikita Kruschev al poder, que realizaría un proceso de “desestalinización”, propició que se pudiera estrenar Иван Грозный (Ivan The Terrible), más de una década después de su realización.
Así las cosas, la obra se divide en 2:
La primera parte:
Muestra lo terribles que fueron las luchas que Iván IV (Nikolai Cherkasov), primer Zar de Rusia, tuvo que sostener contra sus enemigos del interior y del exterior, para crear un estado fuerte y moderno.
En 1547, a los 17 años, Iván es coronado Zar, en La catedral de Moscú por El Patriarca Macario.
El apoyo de la iglesia, confirió al acto un prestigio sagrado, que sería la base de la autocracia Zarista.
En el interior, para combatir a los boyardos, la poderosa aristocracia feudal rusa, creó la Oprichnina, milicia muy fiel, gracias a la cual, los nobles fueron asesinados o deportados, y sus tierras confiscadas y distribuidas entre los miembros de esta milicia.
Nacía así, una nueva aristocracia, tanto feudal como de servicio, que sirvió ciegamente al Zar, y contribuyó a consolidar su poder.
Una vez pacificado el país, El Zar acometió una política expansionista hacia el sur, con la conquista de Kazán y Astrakán; y hacia el este, con la conquista de Siberia.
La expansión hacia el norte, cuyo objetivo era encontrar una salida al mar Báltico, fracasó…
La segunda parte:
Muestra cuando Iván vuelve a Moscú, donde los boyardos, nobles terratenientes rusos, siguen conspirando contra él, y consiguen incluso el apoyo de Efrosinia Staritskaya (Serafima Birman), la tía boyarda del Zar, que quiere ver a su hijo, Vladimir Andreievich Staritsky (Pavel Kadochnikov), un incapacitado mental; sentado en el trono, y convertido en cabeza de la iglesia rusa; la cual, mientras tanto, acusa a Iván de herejía…
Pero El Zar se adelanta al complot urdido contra él, y elimina a sus enemigos con astucia y terrible dureza.
El director, Sergei Eisenstein, pasa del héroe romántico, que se sobrepone a las conspiraciones Hamletianas donde el cineasta nos llegaba a mostrar alguna que otra batalla, donde se simbolizaba su superioridad, la suya y la del pueblo ruso, que vence con el ejército; a una concepción mucho más recluida.
Ya no nos encontramos con un líder victorioso, sino con un monarca que ve conspiraciones por todas partes, y que por miedo a ellas, ejecuta siempre el primer golpe, aunque ello suponga ejecutar sin piedad.
No es de extrañar, pues, que Stalin viera una clara alusión velada a su figura, mediante el déspota que representaba en esta segunda parte, El Monarca Iván.
Por tanto, el espectador asiste a la que quizás es la mejor representación cinematográfica de una autocracia, y por extensión, de un autócrata.
Iván sólo conoce la certeza de su propia ambición, y no admite frenos ni componendas para ejercer su poder, el cual adorna con un paternalismo eficaz, buscando la identificación directa con el pueblo.
Los boyardos, así como las autoridades eclesiásticas, son retratados como seres recelosos, traicioneros, a los que no les importa venderse a potencias extranjeras, con tal de conservar sus privilegios.
Por tanto, Eisenstein ingresa artísticamente, al laberinto de la mente tortuosa y bipolar del protagonista, resaltando pictóricamente la atmósfera ilusionista del desquiciado Zar; pero no debemos olvidar, que Иван Грозный (Ivan The Terrible) trata de una recreación histórica, no de la historia en sí misma.
Incluso la historia se interpreta de cientos de formas, y hay que mantener una actitud crítica ante cualquier interpretación, que en esta ocasión, es bastante acertada en general, al igual que la puesta en escena.
Se trata en definitiva, de una obra de arte cinematográfico con mayúsculas.
“Я борюсь за русской родины?”
(¿Combato yo por la patria rusa?)
Serguei Mijailovich Eisenstein, es considerado como uno de los padres del cine; de hecho, a él le debemos uno de los elementos más importantes en El Séptimo Arte:
El montaje.
Si bien su producción cinematográfica estuvo basada principalmente en narrar los episodios más relevantes de la historia reciente de Rusia, que él mismo había vivido; como comunista convencido, destacó la importancia de las masas, y su papel durante La Revolución Rusa.
Además del carácter innovador de su obra, podemos observar en la carrera artística de Eisenstein, una evolución política coherente:
Desde el entusiasmo por la revolución comunista, hasta la terrible decepción que supuso la tiranía monstruosa de Stalin.
El tono teatral, es sumamente importante en Иван Грозный (Ivan The Terrible)
Shakespeare se respira en prácticamente todos los fotogramas:
Las ambiciones, los personajes que juegan con dobles rasero, y las declamaciones, forman un todo que inevitablemente recuerdan el lenguaje del escritor inglés más célebre de la historia.
En realidad, Иван Грозный (Ivan The Terrible), es la demostración del tirano que acaba quedándose progresivamente sólo, después de desembarazarse de todos sus rivales.
Y el resultado es más que evidente, porque Eisenstein nos lo define con un espacio donde las conspiraciones están totalmente a la orden del día.
En la primera parte, llamada “Ivan Grosny” o “Iván El Terrible Parte I”:
Comienza en La Catedral de La Asunción del Kremlin, donde el metropolitano va a coronar a Iván como Zar de Todas Las Rusias.
En esta secuencia, el ritmo de planificación, la música, la puesta en escena… adoptan el tempo del ritual sagrado:
El metropolitano va a colocar la corona a Iván, otorgando un poder que dimana del Padre celestial.
A partir de este momento, Иван Грозный (Ivan The Terrible) se transforma en todo un despliegue de conspiraciones, masacres y traiciones, que ya se ven venir durante el discurso de su coronación:
Hay que unir las tierras que son, y que fueron rusas bajo un poder centralizado y fuerte, bajo su persona, pues la patria está mutilada, con los codos y las rodillas rotos.
El discurso pone en su contra a la nobleza boyarda, y a la Iglesia, que urden cómo derrocar al Zar.
La primera intentona, la encontramos ya en el banquete de bodas:
Efrosinia, que encarna la oposición boyarda echa encima del Zar, recién casado a turba del pueblo, pero inesperadamente, comienza la guerra contra el kanato de Kazán.
Tras la victoria, Iván vuelve enfermo, y aprovecha su enfermedad para poner a prueba las lealtades de sus próximos, descubriendo que no puede confiar en la nobleza, por lo que, cada vez más va confiando en hombres nuevos.
En su lucha contra la nobleza, su amada esposa es envenenada, e Iván se recluye en un monasterio a la espera de que el pueblo le pida que regrese.
Si en la primera parte eran los ritos lo que avanzaba la historia, ahora le tocaría al espectáculo musical.
Como si fuese una ópera, los momentos claves tendrán un momento principal, sobredimensionando las secuencias, dándole mucha mayor fuerza de la que ya tendrían las secuencias por sí sola.
La segunda parte, llamada “La Conjura de Los Boyardos” o “Iván El Terrible, Parte II”:
Comienza mostrando en sus primeros minutos, un resumen de todo lo visto en la primera parte; con la vuelta de Iván a Moscú, donde descubre que los boyardos siguen luchando contra él.
Incluso, El Príncipe Kurbski, a quién él consideraba su amigo, se ha aliado al Rey de Polonia…
Desconfiado de todo el mundo, crea la oprichnina, con hombres nuevos, leal hasta el final, pero aun así, y sabiendo que incluso su propia tía pudo haber sido quien envenenó a su esposa, sigue queriendo confiar en la familia y los amigos, por lo que nombra al Fyodor, como Metropolitano.
Pero ni su familia ni su amigo le son fieles, y se desata la venganza.
Da rienda suelta a la oprichnina, y se cometen asesinatos de boyardos por doquier.
En un último intento de la nobleza, liderada por Efrosinia y del clero, liderado por El Arzobispo, por hacerse con el poder, deciden acabar con El Zar, y poner en su lugar al hijo inepto de Efrosinia, Vladimir.
Pero la conjura es descubierta y, en un acto de astucia por El Zar, el que es asesinado por error, es Vladimir.
Иван Грозный (Ivan The Terrible) acaba con la vuelta al escenario inicial de la primera parte:
La catedral, pero en esta ocasión, ya no hay ritual ni espacio sagrado, sino todo lo contrario.
Esta parte de la película, es la única en color, con un predominio de los tonos rojos como el fuego, haciendo referencia a toda la sangre derramada.
La escena final, la preside un Iván dominado por la locura, iluminado de rojo, mientras las espadas se alzan entre los atributos sagrados, una orgía de odio y sangre.
Sin embargo, en esta segunda parte hay menos movimientos de ojos, característicos de la primera parte; y hay más espectáculo, incluyendo algo de humor negro, un “flashback” a la niñez de Iván (Erik Pyryev), y una fiesta muy alegre con danzas al estilo cosaco, para terminar con un color rosado que sorprende.
Alucinantes escenarios, pinturas, vestuario, actuaciones y música, como en una ópera.
En realidad, nos encontramos ante una obra grandiosa, que en términos de estilo visual y logros formales, resulta insuperable.
La sublime y milimétrica puesta en escena, permite a Eisenstein mostrar su portentosa capacidad expresionista, sólo comparable a la de Lang, Murnau o Welles.
La cámara apenas se mueve, en la primera parte, sólo hay 6 movimientos en más de hora y media; y la acción fluye a través de un uso genial del montaje.
Hay que señalar, que el Iván de la segunda parte, es un hombre atormentado, de espíritu shakespeariano, que nada tiene que ver con un soberano absoluto y seguro de sí mismo.
Obviamente, detrás del filme hay una clara exaltación del monarca, que no deja de simbolizar el propio Jefe de Estado; y nos muestra los orígenes de la nación rusa, y presenta el triunfo total del Rey ante sus enemigos, de la misma manera que Stalin vencía a los nazis después de una invasión que dejó millones de muertos.
Y es que Eisenstein se atrevía incluso a cuestionar las terribles purgas políticas que estaba llevando a cabo Stalin.
Por todo ello fue censurada, y Stalin, viéndose reflejado, confiscó y destruyó todo el metraje rodado de una tercera parte.
Porque Stalin quería que el pueblo lo identifique a él como el salvador de Rusia, tal como El Zar, en el film, era ensalzado por un pueblo huérfano de la fe y del poder socioeconómico.
Se llegó a publicar en “Arte Soviético”:
“La interpretación histórica de la película es falsa, y la propia película es antihistórica.
No consigue dar una imagen verídica de Iván como hombre de Estado progresista.
No da ninguna imagen del pueblo o de Rusia en aquella época.
La película no está dedicada a los esfuerzos desplegados por Iván, para aumentar el poderío de Rusia, sino a las intrigas de los nobles, y a los complots cortesanos.
Además, es evidente que la historia es utilizada como pretexto para experimentos formalistas de montaje, del juego de contrastes entre el blanco y el negro.
Mientras la segunda época de Iván, ilustra a la perfección lo que conlleva a la ausencia de sentido de la responsabilidad, una actitud que desprecia lo esencial, un tratamiento frívolo y arbitrario de los temas históricos”
Y así se escribió desde El Comité Central del Partido Comunista:
“Eisenstein ha demostrado su ignorancia de los hechos históricos, al hacer de la fuerza progresista de los oprichniki, una banda de degenerados similar al Ku Klux Klan; y al hacer de Iván, que tenía mucha voluntad y carácter, un hombre débil e indeciso, un poco al estilo de Hamlet”
Así las cosas, Иван Грозный (Ivan The Terrible) no pudo verse en la URSS, hasta 1958.
Y tiene algo de cierto, pues el director representó a los oprichniki en su primera parte, como personas saludables, y de apariencia limpia; pero en la segunda, vino a mostrarlos con una apariencia menos favorecida.
Desde lo técnico, Иван Грозный (Ivan The Terrible) está lleno de planos antológicos, destacando el uso de primeros y primerísimos planos, donde las miradas juegan un papel esencial.
Uno de los más recordados, es aquel en el que se combina un primer plano del perfil de Iván, mirando hacia abajo con un fondo en el que se observa una hilera de personas en una paisaje nevado.
Hay que destacar también, el gusto de Eisenstein por lo más mínimos detalles, como se demuestra en la secuencia inicial de la coronación, que comienza con planos de los símbolos del poder del Zar:
La corona, el cetro y el globo.
El protagonista de la trama es, a la vez, héroe y antihéroe.
Es un personaje torturado, que ha tenido una niñez difícil; se ha ido quedando solo, puesto que le han ido arrebatando una a una a la personas a las que amaba, o le han traicionado; lucha por el bien de su patria, pero nadie le entiende…
Pero también es despiadado, cruel, voluble e influenciable.
Cherkasov y Eisenstein nos muestran todos estos matices, técnicamente mediante una brillante interpretación, una magnífica puesta en escena, y un asombroso montaje.
No hay nada en el aire, todo está calculado al milímetro; y se nota que Eisenstein acaba de dar el salto al cine sonoro, y también que está muy influenciado por el teatro kabuki japonés:
Todo es muy efectista, los actores sobreactúan, sus gestos, las miradas, los planos, las sombras… todo hace que apenas se necesite el apoyo del diálogo para comprender cada una de las escenas.
No obstante, el diálogo enfatiza aún más el sentido de cada toma, de cada sombra, y de cada mirada.
Las interpretaciones pueden parecer exageradas y teatrales, sobre todo la de Nicolai Tcherkassov, algo que se debe a la influencia del teatro chino, y del kabuki japonés, en la plástica de El Greco, conceptos de ópera, y es que todo en el filme está sublimemente estilizado.
Otro de los aspectos reseñables, son los planos que Eisenstein dedica a los boyardos, como malvados y conspiradores.
Un dato interesante, es que los personajes principales, se relacionan con un animal:
Iván es retratado como un pájaro, con la túnica como si fuese sus alas, la forma en la que mueve su cabeza, y el parecido de su barba y pelo con plumas.
Aunque en la primera parte, el simbolismo del pájaro lo relaciona con la presa, en la segunda pasa a ser el predador.
Efrosinia es retratada como una serpiente, dada la tradición que la relaciona con el demonio y el pecado.
La cámara la muestra siempre como si se arrastrase por el suelo, preparada para atacar, viste de negro, y se cubre la cabeza, dando la impresión de tener la cabeza calva de una serpiente.
Aleksei, es mostrado como un perro, leal.
Su pelo está diseñado para caer similar a las orejas de un perro, la igual que sus movimientos también lo recuerdan.
También, juega la puesta en escena, que ayuda a crear esta sensación de distorsión.
Es el caso de los primeros planos, que nos muestran a los personajes en un formato totalmente antinatural, intentando resaltar determinados rasgos expresivos, como Iván mirando a la cámara como un tirano, o los príncipes conspirando contra el monarca.
Algunos símbolos se repiten constantemente, como El Ojo de La Providencia, que indica la verdad; o los numerosos iconos de La Iglesia Ortodoxa rusa.
Durante La Batalla de Kazán, Iván lleva un Sol en su armadura, mientras que su amigo Kurbsky, lleva una Luna, lo que puede indicar su igualdad.
Cuando éste se va, el equilibrio se destruye.
Иван Грозный (Ivan The Terrible) es también especialmente reconocida por su uso de las sombras, para representar visualmente las jerarquías de poder.
Esto es especialmente palpable en la escena del trono, en la que la sombra de Iván domina la estancia, y a todos los que le rodean, haciendo referencia a su poder político.
Sus juegos con las sombras, que nos recuerdan intensamente al teatro de sombras chinescas, inclusive del expresionismo alemán, están llenos de simbolismo.
A menudo se pasa de la imagen real a la sombra, donde se resaltan con mayor claridad los mensajes que Eisenstein nos quiere dar a conocer; pero no lo hace de forma explícita, sino a través de una serie de “salidas” del encuadre, para dar paso a las sombras, que muestran con mayor nitidez la realidad.
Cuando El Zar planea sus conquistas, las figuras de Iván y el globo terráqueo se recortan en la pared, haciendo que la escena se centre en las sombras, y no en los personajes de carne y hueso.
La sombra de Maliuta, que aparece antes que él mismo, también es muy significativa, así como lo es la del Zar entre sus súbditos, mucho más grande, y dándonos a entender que está por encima de todos.
Y hay muchos ejemplos más, cada uno cargado de una fuerza y un significado concretos, que nos guían en la interpretación eisensteiniana de la historia.
Prácticamente, todo el filme es en blanco y negro, la fotografía la firman los colaboradores habituales de Eisenstein, entre ellos, el genial Eduard Tisse; menos la parte del baile, en que el filme destapa una vena expresionista y colorista realmente espectacular.
Eisenstein usó colores para representar a ciertos personajes, como por ejemplo Efrosinia, que viste, de acuerdo a su naturaleza malvada, siempre completamente de negro o, ya en la segunda parte, la escena del baile, que es en color, para mostrar la transición de Iván, hasta convertirse en El Terrible, y para darle importancia.
Durante la boda de Iván y Anastasia, predominan los colores blancos, símbolo de pureza, y la comida es traída en bandejas con formas de cisnes blancos.
Como su reverso oscuro, en la cena que Iván prepara en la segunda parte para confirmar sus sospechas sobre la participación de Efrosinia en el asesinato de su esposa, la cena es servida en bandejas con forma de cisnes, pero negros esta vez.
Memorable la escena del banquete, donde Vladimir borracho, le confiesa a Ivan que quiere ser Zar; dándole la razón de una conspiración, mientras la danza y la música reinan la secuencia.
Iván, al ver las intenciones, lo llevara a su propia muerte:
Lo vestirá como Zar, y saldrá de primero, acompañado por el séquito, todos escondidos con una capa/capucha negra, hasta encontrar la muerte, como si fuesen unos espíritus mortales.
Vladimir sabrá que morirá, pero seguirá su camino, harto de ser usado por su madre, y desdichado por no poder vivir una vida normal.
En esas últimas tomas de color, Eisenstein utilizó unos rollos de película Agfa, que los rusos habían confiscado en Alemania.
No se trata de un color de textura natural, sino que predominan los tonos rojos fuertes y los amarillentos.
Sin duda, una muestra de las experimentaciones que Eisenstein podía haber llevado a cabo con el color en futuros trabajos; produciendo un efecto claramente abstracto.
De las escenas, nos queda la coronación, que es probablemente, una de las mejores de la historia del cine por su fuerza, su belleza, y su perfección formal; así como la batalla de la primera parte, y la del final, cuando el pueblo avanza en fila para acompañar al Zar a Moscú, es de quedarse sin palabras...
Es bastante significativa esta secuencia, porque nos muestra parte de la perspectiva ideológica con la que está cortada el filme.
Así como en la segunda parte, con Segismundo representado ya desde sus vestidos como un Rey occidental, totalmente opuesto a la idiosincrasia rusa, pero además, le vemos hablar sobre el apoyo de los boyardos, que el prestará para poder derrocar a Iván.
En realidad, Eisenstein recoge el sempiterno debate de la idiosincrasia del pueblo ruso, que se mueve siempre entre la aceptación de occidente, y la negación de sus valores.
Sin embargo, se le podría achacar, un acusado tono declamatorio de la interpretación gestual, que penaliza severamente el corte anticuado de la película.
Esos ojos tan abiertos, que parecen salirse de las órbitas, esos cabeceos parsimoniosos, ese hablar con silabeo, ese encorsetamiento en la hosquedad…
Se echa en falta más agilidad narrativa, pues hay muchas cosas que contar; y si no se cuentan, conviene dedicar una parte del metraje, a perfilar los personajes concediendo más importancia a la réplica/contrarréplica de los diálogos.
Mientras los acontecimientos históricos acaban diciéndolos un mensajero que entra de repente en escena, en vez de presentarlos al espectador durante el devenir del relato.
De hecho, apenas se cuentan escenas en exteriores a lo largo del metraje, a pesar de que hacer continua referencia a batallas en Kazán, Polonia, y Livonia.
Consecuencia de ello, es la impresión de teatralidad operística, y de “cine estático”
Tampoco se perfilan con precisión los personajes, sino que se ofrece de ellos una visión muy maniquea, y carente de matices; parecen seres unidimensionales:
Cada individuo vive obsesionado por una única cosa, que condiciona totalmente su comportamiento, y a ella subordina todo lo demás.
El pueblo ruso, del que se hacen continuas referencias, brilla por su ausencia en pantalla; y conste que no se esperaba escenas de masas, pero sin duda habrían dado fuerza a la historia; y la apología del absolutismo y el culto que rinde el filme a la personalidad del Zar, tampoco gozan de simpatía, en lo absoluto.
Lo que sí es un acierto, es que Иван Грозный (Ivan The Terrible) se basa en un personaje histórico, que no se representa como tal, sino en la interpretación propuesta por Eisenstein, de tal modo que no vemos solo a un Zar omnipotente, temerario, solemne, grave, épico, espléndido personaje del pasado que elevó a los hombres con la consecución de grandes empresas; sino que se muestra al ser de la realeza imperial, en sus contradicciones más íntimas de su carácter y conducta, en su debilidad, en su cotidianidad, en su falta de voluntad.
Por otra parte, en la intimidad de todo, el filme subyace un romanticismo fascinante por un héroe individual que maravilla y espanta.
Observamos el culto a la personalidad en cada rincón atrapado por la cámara.
Al mismo tiempo, Sergei Eisenstein, seguidor de Karl Marx, lo laurea de críticas contra cualquier modo de tiranía:
Tras la historia del Imperio Ruso, La Revolución Socialista.
Y es que Eisenstein veía al Zar Iván IV, como un personaje ambiguo:
Amaba a los suyos y defendía su sangre, era inteligente y un gran reformador; pero también era irascible, cruel, sanguinario y, sobre todo, egocéntrico, pues se consideraba salvador y protector del pueblo ruso, y la piedra angular de la misma Rusia.
Todo lo que estuviera en su contra, estaba en contra de la patria.
Todo gira a su alrededor.
Esa fue, pues, la imagen que el director plasmó en su obra, en especial, en la segunda parte, donde Iván, apodado “El Terrible”, influenciado por sus consejeros, ve conjuras por todos lados, hasta que rozando la paranoia, se desata el caos.
De otro lado, se trata de una tragedia, en tanto en cuanto se palpa una fe profunda por el destino, que penetra y da sentido a la vida.
Hoy día, quizás ya no tanto colectiva como individual.
Asimismo, en esta tragedia laica, los ojos y las miradas están por todas partes, insuflándonos la sensación de conjura, de conspiración, y desconfianza.
Por último, la majestuosa partitura de uno de los mejores músicos soviéticos del siglo XX, el gran Sergei Prokofiev, en la profundiza los ritmos internos de los personajes, sobredimensionando el rol protagónico del Zar, como respuesta al sufrido pueblo quien reclama un líder, mientras carga consigo imágenes religiosas para ofrendárselas al Zar, igualándolo erráticamente como si fuera una divinidad.
“Конечно, это больно.
Но они не люди.
Они хуже зверей”
(Claro que les duele.
Pero no son gente.
Son peores que bestias)
Sergei Eisenstein, es el único director de la historia, que puede hacer que una película con un objetivo panfletario, sea universal para todo el mundo.
En plena Segunda Guerra Mundial, el estado soviético necesitaba subir la moral del pueblo, y uso la historia del Zar Iván IV para sus objetivos:
Conspiraciones, guerras, discursos para la unidad, y la fortaleza de Rusia.
Todo ello podía terminar de malas maneras, pero ahí estaba el maestro ruso para crear una extraordinaria epopeya.
Por su parte, la historiografía ha retratado a este monarca como un gobernante despiadado que, a pesar de sus continuos excesos, supo convertir a Rusia en una potencia de la época.
En los siglos posteriores a la muerte de Iván, los historiadores han desarrollado distintas teorías al fin de comprender su reinado, no se puede negar que Iván El Terrible cambió la historia rusa, y su legado político y social, aún persiste en la estructura del gobierno nacional.
Podría decirse, que el legado más grande fueron los cambios políticos que promulgó sobre toda Rusia.
En palabras del historiador, Alexandr Yanov:
“Los orígenes de la estructura política rusa, provienen desde Iván El Terrible.
La revolución política de Iván, fue más allá en el progreso de alterar la estructura política de ese entonces”
La creación de la Oprichnina, algo totalmente nuevo, fue una ruptura con el antiguo régimen que sirvió para quitarle poderío a la clase boyarda, y crear un estado más centralizado, y menos oligárquico.
Parte de esa revolución, incluyó cambios políticos a nivel ciudadano.
Y a pesar de las antireformas que tuvieron lugar después de la muerte de Iván, sus cambios políticos resultaron ser duraderos a través de la historia.
El legado de Iván, también perdura en el ámbito militar.
Por el contrario, el legado económico de Iván fue desastroso, lo que llevó al fin de la dinastía Rurika, y del fin del dominio Moscovita.
Iván El Terrible, heredó un estado endeudado, y las campañas no ayudaron.
En un esfuerzo por más recaudación, Iván creó una serie de leyes impositivas que resultaron inútiles.
Además, las guerras sucesivas drenaron la nación, así como de hombres y recursos.
En la actualidad, existe un movimiento polémico, al querer otorgar a Iván IV, la santidad…
La Iglesia Ortodoxa rusa, se ha manifestado en contra.
Amén de la especulación histórica que pueda suscitar esta interpretación de Iván IV, Иван Грозный (Ivan The Terrible) es valioso en tanto testimonia 2 momentos de Rusia y del mundo, muy distantes en el tiempo, pero cuyas similitudes avienen en un mensaje que recuerda el escaso avance humano en más de 4 siglos, y he ahí lo terrible.

“Могу ли я проклят!
Я убил моего сына!
Я убил моего сына”
(¡Puede que esté condenado!
¡He matado a mi hijo!
¡He matado a mi hijo!)



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