Русский Ковчег (Russian Ark)

“Эта картина, и я; у нас есть секрет”
(Esta pintura y yo; tenemos un secreto)

Tal y como dijo Fiodor Ivanovich Tiuchev:
“Rusia no puede ser comprendida con la razón”
Rusia es una experiencia única, que debe vivirse y sentirse en primera persona.
Sin embargo, para comprender verdaderamente la esencia de este gran país, es necesario también conocer los antecedentes que han marcado su presente.
Sólo a través de la historia, es realmente posible llegar a conocer una nación, de forma auténtica y sin prejuicios.
Эрмитаж o Museo del Hermitage, proveniente del francés “ermita”, o “Refugio del Ermitaño” es un museo de San Petersburgo, Rusia; y representa una de las mayores pinacotecas y museos de antigüedades del mundo.
La historia del Hermitage, está muy relacionada con la del Palacio de Invierno.
Cuando La Emperatriz Catalina La Grande llegó al poder mediante un golpe de Estado en Rusia, una de las primeras cosas que hizo, fue establecer su residencia en el recién construido Palacio de Invierno; y en el año 1764, compró una colección de 225 cuadros de pintura holandesa y flamenca en Berlín, a Johann Ernest Gotzkowski; fue entonces cuando comenzó a decorar El Palacio con todo tipo de obras de arte que iba adquiriendo provenientes de Europa Occidental.
Sólo el comedor, estaba adornado con 92 cuadros.
Los diplomáticos rusos en Europa, estaban encargados de comprar todo tipo de objetos, cuadros, joyas, libros, documentos, para llevar al Palacio de Invierno.
En 1769, compró su colección al Conde Heinrich von Brühl, con obras de Rubens y Rembrandt; y en 1772 compró la del Barón Pierre Crozat.
Esta incluía obras de Rafael, Rubens o van Dyck entre otros.
Y en 1779 adquirió la colección de Robert Walpole, considerado como el primer Primer Ministro del Reino Unido, que comprendía obras de Murillo, Rembrandt, Rubens o van Dyck; 2 años después, compra la colección del Conde de Baudouin, que abarcaba 119 obras de artistas flamencos, holandeses y franceses.
En 1787, la colección de escultura de John Lyde-Brown, director del Banco del Reino Unido, que contenía 300 esculturas, entre las que se encontraban varias esculturas romanas, una griega y esculturas renacentistas.
Además, Catalina se interesó por las antigüedades, y encargó diversas obras para que se las trajeran desde Roma.
Fue en esta época, cuando se compraron las mayores colecciones en la historia del museo.
Todas estas obras, eran la colección privada de Catalina; y en ningún caso puede considerársele Museo, ya que no estaba abierto al público; consiguiéndose así, la mayor colección privada de Europa.
Por su parte, cuando El Zar Aleksandr I de Rusia entró con sus tropas en el año 1815 en París, hizo una de las mayores compras para la colección del Hermitage:
La colección privada de La Emperatriz Josefina de Beauharnais, que contenía pinturas y esculturas.
A su muerte, Aleksandr compró a sus herederos, 38 cuadros más, algunos de Rubens y Rembrandt, y 4 esculturas de Antonio Canova.
En 1837, hubo un gran incendio en El Palacio de Invierno que destrozó gran parte de sus interiores, y para evitar que el fuego se extendiera al Pequeño Hermitage, se desmontaron todas las conexiones entre los 2 Palacios.
El Emperador Nikolai I de Rusia, por su parte, decidió en el año 1852, convertir al Hermitage en un Museo Imperial, al ver que en Europa empezaba a afianzarse el sistema de museos estatales, y mandó construir una entrada para el público, ordenando la decoración del museo para que pudiera ser abierto al público, incluyendo la construcción de nuevas estancias para poder depositar los objetos y cuadros, decoración, e interiores que se han mantenido intactos hasta la actualidad.
La inauguración fue el 5 de febrero de 1852, con lo que se abría El Palacio para las clases altas, sobre todo.
Y es que la colección del museo ocupa un complejo formado por 6 edificios situados a la orilla del río Neva, siendo el más importante de estos, El Palacio de Invierno, como el principal edificio del museo.
Construido entre los años 1754 y 1762 por orden de La Emperatriz Isabel; el diseño fue obra del arquitecto italiano Francesco Bartolomeo Rastrelli; y terminó de construirse después de la muerte de Isabel.
Fue la residencia oficial de los zares de Rusia, hasta la caída de la monarquía tras La Revolución rusa, en el año 1917, y en su interior, sucedieron algunos de los acontecimientos más importantes de la historia de Rusia.
El resto del complejo arquitectónico lo forman 5 edificios, entre los que se encuentran El Palacio Menshikov, el Edificio del Estado Mayor, y un recinto para almacenamiento abierto.
El museo se formó con la colección privada que fueron adquiriendo los zares durante varios siglos, y no fue hasta el año 1917, cuando fue declarado Museo Estatal.
Como dato, el gobierno ruso ha prohibido por ley la devolución de las obras en caso de que se demuestre que los dueños financiaron económicamente al régimen nazi.
La colección del museo abarca muchos temas distintos:
Allí se custodian decenas de miles de objetos prehistóricos, que abarcan desde El Paleolítico Inferior, hasta el segundo o primer milenio antes de Cristo, poseyendo el museo, gran parte de los objetos encontrados en yacimientos rusos y en países de la antigua Unión Soviética.
Contiene 106 mil objetos de Grecia y Roma, y de las excavaciones arqueológicas que tuvieron lugar durante los siglos XIX y XX en el litoral del Mar Negro, donde se encontraban las ciudades de Ninfea, Panticapea, Quersoneso y Teodosia.
Van desde el siglo XV a.C. hasta el siglo IV d.C.
Su colección contiene, entre otras cosas, 15 mil vasijas griegas y romanas, sarcófagos, joyas de oro, gemas talladas, y más de 200 bustos de mármol de la época romana.
Posee una de las mayores colecciones de pintura del mundo, pues contiene pintura italiana desde el siglo XIII al siglo XIX, con obras de Tiziano, Leonardo da Vinci, Rafael, o Caravaggio.
Otro fuerte de la colección pictórica, es la pintura española, una de las colecciones más importantes fuera de España, con autores como El Greco, Zurbarán, José de Ribera, Juan Bautista Maino o Murillo.
Posee más de 500 obras de pintura flamenca, entre las que se encuentran 30 cuadros de Rubens y obras de Anthony van Dyck o Frans Snyders.
También contiene 25 obras de Rembrandt, una de las mayores colecciones a nivel mundial, y de otros pintores holandeses, como Jacob Ruysdael, Frans Hals, Jan Steen o Pieter de Hooch.
Tiene una gran colección de pintura alemana, de pintores como Lucas Cranach, Ambrosius Holbein o Anton Raphael Mengs.
El Hermitage, cuenta también con una colección de 450 cuadros de pintura inglesa, siendo bastante raro que se exhiba pintura inglesa fuera de los museos británicos; y contiene además, una importante colección de pintura francesa de entre los siglos XV y XVIII, siendo la segunda mayor del mundo después de la del Museo del Louvre en París, con autores como Claude Lorrain, Nikolai Poussin o Antoine Watteau.
Contiene una colección de pintura impresionista y expresionista, sobre todo francesa y alemana, de más de 1000 obras.
Incluye 7 obras de Monet, 6 de Renoir, 2 de Camille Pissarro, y varios dibujos de Degas.
Tiene decenas de obras mayores de Cézanne, Paul Gauguin y van Gogh, 32 cuadros de Matisse, y 31 de Picasso.
Además, muestra una muy importante colección de cuadros de los simbolistas franceses, y muchos cuadros de las escuelas alemanas de Múnich, Berlín y Düsseldorf, así como de pintores rusos, de entre los que sobresale Kandinsky.
La colección de escultura, es una de las más importantes de Europa; incluye obras de Escultura Italiana, entre la que destacan 15 obras de Antonio Canova, escultor de los siglos XVIII y XIX.
El museo, conserva una amplísima colección de arte mueble, desde objetos en metal, joyería, cristalería, muebles, porcelana, tapices o vajillas, relicarios, pomos de puertas o incensarios en metal.
La colección de porcelana es muy importante, con más de 20 mil piezas, procedentes sobre todo de La Familia Real rusa, y de la aristocracia de San Petersburgo.
La mayoría, son manufacturas francesas, inglesas y alemanas, pero también hay piezas españolas, italianas o suecas.
Incluye una colección de piezas de art déco…
Dentro de los muebles, se encuentran más de 1000 piezas realizadas en Italia, Francia y Alemania, sobre todo destacan los vestidores, armarios, sillones, tronos o baúles, de épocas que varían entre los siglos XV al XIX, muchos de ellos originales del Palacio de Invierno, y otros requisados de los Palacios de la ciudad.
Contiene el museo además, una colección de tapices que abarca 5 siglos, desde el XV hasta el XX; y tiene una colección de más de 6 mil trajes, sobre todo vestidos eclesiásticos, y más de 1500 encajes.
La colección de joyas es bastante extensa, incluyéndose collares y pendientes, botellitas de perfume, relojes, diademas, pulseras, anillos y objetos de art nouveau.
Se incluyen 15 mil piezas de armas y armaduras de Europa Occidental y de Rusia, desde La Edad Media hasta el siglo XX.
La colección de armas y armaduras rusas, proviene de la colección personal del Emperador Nikolai I de Rusia.
Las de Europa Occidental, vienen de países como España, Francia, Alemania o Reino Unido.
También tiene una extensa colección de armas orientales, provenientes de Irán, India o Turquía.
Entre las armas, se pueden encontrar armas de fuego, espadas, lanzas, escudos, cuchillos, y un largo etcétera.
Contiene el museo más de 190 mil objetos provenientes de Oriente, de Egipto, Mesopotamia, China, Irán, India o Turquía.
Los objetos son muy variados; y tiene una extensa colección de petroglifos y tablillas mesopotámicas, desde el Tercer milenio antes de Cristo.
Tiene objetos de todas las épocas del Antiguo Egipto, como estelas, esculturas, vasijas, papiros, relieves o joyas; y contiene 120 mil objetos del Imperio bizantino, la segunda mayor colección del mundo, que incluye todo tipo de iconografía, monedas, mosaicos, vasijas, dípticos y trípticos.
Se pueden encontrar todo tipo de objetos y obras de arte desde la época de Aleksandr I, hasta el final de la época de los zares, con Nikolai II.
En Numismática es la mayor colección del museo, y una de las colecciones más importantes del mundo.
En definitiva, su pinacoteca está considerada una de las más completas del mundo.
Porque no hay mejor manera de conocer la historia de un país, sino es a través de sus museos.
” Давайте действовать с осторожностью.
Эти сумасшедшие люди могли съесть нас”
(Vamos a proceder con precaución.
Estos locos nos podrían comer)
Русский Ковчег (Russian Ark) es una película rusa de fantasía del año 2002, dirigido por Aleksandr Sokurov.
Protagonizado por Sergei Dreiden, Mariya Kuznetsova, Leonid Mozgovoy, David Giorgobiani, Aleksandr Chaban, Marksim Sergeyev, entre otros.
El guión es de Aleksandr Sokurov, Boris Khaimsky, Anatoli Nikiforov, y Svetlana Proskurina.
Русский Ковчег (Russian Ark) participó en La Selección Oficial del Festival Internacional de Cine de Cannes de 2002; y destaca por ser la primera película en formato de alta definición sin comprimir, y la primera película comercial sin editar, pues consiste en una sola toma con Steadicam de 90 minutos.
Su virtuosismo, su complejidad y su originalidad, consiguieron el unánime aplauso de la crítica, que la alabaron con unas críticas tan impresionantes, como el alarde de la propuesta.
Rodada en 2001, en el Museo del Hermitage, sobresale el hecho de estar corriendo contra el tiempo, ya que el Hermitage fue concedido solo por 1 día para la filmación, y por ser invierno, el equipo tenía menos horas de luz para completar su trabajo.
La acción sigue al Marqués de Custine, Sergei Dontsov (Sergei Dreiden), un diplomático francés del siglo XVIII, con una relación de amor/odio hacia Rusia, el cual se encuentra en un viaje en el tiempo en El Palacio de Invierno de San Petersburgo, desde los tiempos de Pedro El Grande (Marksim Sergeyev) hasta nuestros días.
Con él, un invisible realizador ruso, y narrador “en off” (Alexander Sokurov), que está confuso sobre la posición de Rusia en Europa.
Русский Ковчег (Russian Ark) es un viaje al interior del museo, a su historia y a su contenido, rodada en una sola toma de hora y media de duración, sin cortes, en un solo plano secuencia; siendo un verdadero ejercicio cinematográfico, técnico y estético, que gracias a su perfecta realización, se convierte en una verdadera obra de arte; un monumento a la esencia de Rusia, transformando al Museo del Hermitage en una especie de arca, que navega en el tiempo transportando los valores de una nación que aún hoy continúa buscando su destino.
“они не могут понять, что?”
(¿No pueden entender eso?)
El film del director ruso Aleksandr Sokurov, es un drama de corte histórico, filmado por completo en las instalaciones del Museo del Hermitage de la ciudad de San Petersburgo, Rusia, específicamente en El Palacio de Invierno.
“2,000 actores, 300 años de historia rusa, 33 salones del Museo del Hermitage, 3 orquestas en vivo, y 1 sola toma continua”
Ese fue el slogan publicitario que se utilizó para promocionarla, y que resumía de manera más que acertada el contenido del filme.
Pero fueron más de 4.500 personas las que participaron en la realización de la película, tanto delante como detrás de las escenas; y esto incluye extras, costureras, mordazas, orquestas, y el mismo personal del Hermitage.
El realizador, Aleksandr Sokurov, planificó y ejecutó una gesta de gran envergadura:
Hizo ensayar durante meses a cientos de figurantes, encargó los vestuarios para cada uno de los actores y extras, y llevó a cabo unos preparativos a gran escala, para que todos supieran exactamente dónde debían estar, qué habían de hacer, cómo moverse, y qué decir.
Pero Русский Ковчег (Russian Ark) es mucho más que eso.
Es una experiencia cinematográfica absolutamente diferente.
Un viaje didáctico sobre la historia rusa reciente, que no se enfoca en datos y fechas, sino en situaciones y elementos que dan forma a la historia de un pueblo, y que se reflejan en el arte que en él se produce, así como en la idiosincrasia de sus habitantes.
Fue el 23 de diciembre de 2001, aprovechando el día de cierre del Museo, que el director ruso, Alexander Sokurov, junto a Tilman Büttner, director de fotografía, conectaron una cámara digital, y no la apagaron hasta una hora y media después.
Una vez terminada, Sokurov había hecho realidad en sueño de muchos cineastas, Alfred Hitchcock entre ellos, que era rodar una película en una sola toma continua, y evitando el proceso de edición posterior.
Русский Ковчег (Russian Ark) fue grabada en video de alta definición, usando una Sony HDW-F900; había una cámara específicamente diseñada para la película, cuya información fue grabada directamente en un disco duro, el cual podía conservar 100 minutos de información, pero no podía ser regrabado.
Se realizaron 4 intentos para completar la toma larga; las primeras 3 tuvieron que detenerse por errores cometidos, pero el 4° intento fue completamente exitoso.
La toma fue ejecutada por el operador de Steadicam, Tilman Büttner; mientras la iluminación de la cámara fue labor de Bernd Fischer, y Anatoli Radionov, no acreditado.
Русский Ковчег (Russian Ark) en sí, hace uso de una técnica llamada “formalismo”, que permite que la película se vea abstracta en naturaleza.
Debido a que era necesario cerrar el museo para filmar la película, se dispuso de 1 solo día; y uno de los problemas más singulares en el rodaje, fue el idioma, pues Sokurov solo habla ruso, y Büttner solo habla alemán; de modo que un traductor estaba pendiente de ambos, junto a los 7 técnicos de Büttner.
Así, Русский Ковчег (Russian Ark) muestra 33 habitaciones del museo, en las que están alrededor de 800 actores.
Para concretar su proyecto, Sokurov convocó a 3 orquestas, y más de mil actores y extras que ensayaron durante varios meses con la colaboración de 22 asistentes de dirección, quienes marcaban a cada paso la entrada y salida de los actores.
Porque Русский Ковчег (Russian Ark) es todo un espectáculo; un recorrido por la historia rusa en un museo, donde los tiempos pueden adquirir el carácter de ideológicos.
Sokurov mismo dice que él no experimentó con el tiempo; solo se dedicó al tiempo real, es decir, al de la película.
Pero para esta teoría de ideologías de tiempo, podemos situar al gran pasado que, por qué no, las pinturas podrían representarlo, y va mucho más allá de Rusia, pero obviamente el país desencadena de muchas de las obras del museo; así también el pasado que representa el tiempo real del film, y esto como todo, es algo muy subjetivo, que puede trabajar en muchos niveles, y se aplica quizá a una visión, pero a otra no; el presente representado por los personajes principales de la película.
Sería aquel extraño, y ese ojo que nos guía, lo que sería la Steadicam, que a veces habla, confundido.
Y el futuro...
¿Hay futuro?
Nos encontramos con diferentes personajes, ficticios y reales, a lo largo de 300 años de la historia de Rusia, en una superposición de “flashbacks” sin precedentes.
Así, el narrador pone en nuestro conocimiento, que murió en un accidente, y es acompañado por otro personaje:
El Marqués de Custine, un viajero francés del siglo XIX, que le guía por el lugar, y que también ha sido llamado del mundo de los muertos.
“Abro los ojos y no veo nada”
Con esta frase, Sokurov empieza a narrar la historia de Rusia, y a dialogar con el diplomático francés, tras él, la cámara va centrándose en otros personajes que aparecen en escena, siempre de persona en persona, y con el objetivo de ir mostrándonos las riquezas del Palacio de Invierno;
Todo comienza en un día de invierno, con la llegada de una carroza con caballos de varias parejas para una pequeña fiesta, ingresando por una entrada menor del Palacio de Invierno.
Un narrador anónimo e invisible para el público, con la voz del director, va caminando por El Palacio de Invierno, ahora Museo del Hermitage de Rusia en San Petersburgo.
El narrador nos dice que ya está muerto, y que es un fantasma que va errante por El Palacio.
En cada cuarto se encuentra con varios personajes reales y ficticios de diversos periodos de los 3 siglos de historia del Palacio; y está acompañado por un compañero, “el Europeo” que representa a un viajero del siglo XIX, visible para el público.
La cuarta pared es constantemente quebrada y reconstruida; a veces el narrador-director y su acompañante, interactúan libremente con otros personajes, y en otras ocasiones andan completamente inadvertidos.
En cada cuarto que ingresa, nos encontramos en un periodo diferente de la historia de Rusia, no en orden cronológico.
Ese paseo ensoñado, no es un ejercicio autocomplaciente de añoranza melancólica, al contrario, se sumerge en el pasado para constatar la pérdida irrecuperable de todo un paisaje cultural, sobre el que no se emite ningún juicio moral.
El diplomático francés, alaba la riqueza artística del Palacio, comparando la riqueza con la de los Palacios vaticanos, y enfatizando en la excelencia de la copia rusa de modelos italianos, y la ausencia de ideas propias.
La película muestra, entre otros hechos:
En primer lugar, el tratamiento que se hace de la figura de Pedro El Grande.
Del diálogo entre los 2 protagonistas, parece desprenderse la idea de que Rusia abandonó su camino natural en el momento que subió al trono este zar.
Éste es acusado de ser un tirano, a pesar de haber sido un modernizador, y de haber introducido los valores occidentales en La Corte.
Él fue quien rompió con el destino histórico de Rusia, visto desde una perspectiva hegeliana, al trasladar la capital del interior de Rusia, Moscú, a una nueva ciudad nacida de la racionalidad, San Petersburgo.
Vemos también la espectacular puesta en escena de óperas y obras teatrales en La Era de Catalina II de Rusia (Mariya Kuznetsova)
Después de estos breves encuentros, el diplomático vuelve al pasado, y muestra una ceremonia protocolar en la que Nikolai I de Rusia recibe una disculpa formal de parte del Sah de Irán, por la muerte del escritor y embajador Aleksandr Griboyedov.
Una escena que refleja muy bien el lujo y la ostentación de los antiguos zares.
Tras presenciar algunos minutos la ceremonia, un guardia de seguridad le invita a abandonar la sala.
El diplomático sale, y se adentra en la sala donde se celebrará posteriormente un coctel, hecho que permite a Sokurov recrearse en la riqueza de las vajillas y porcelanas rusas.
De nuevo, las personas que están organizando el coctel, le invitan a salir para terminar de organizar los preparativos.
Vemos además, la idílica vida familiar de los hijos de Nikolai II de Rusia (Vladimir Baranov); y el cambio de Guardia del Palacio.
El diplomático recorre algunas estancias más del Palacio, donde destaca especialmente el encuentro que tiene con Anastasia Romanov y sus amigas; y como corre con ellas por una de las galerías del Palacio.
De hecho, tras conversar con El Zar Nikolai I, El Marqués de Custine lo censura por montar una red de espionaje sobre la totalidad de su pueblo, y por reprimir a Polonia, pero concluye que posiblemente El Zar actúa tan autocráticamente, sólo porque el propio Zar siente que tal conducta es su deber, afirmando Custine:
“Si El Zar no tiene más piedad en su corazón que la mostrada en su política, lo lamento por Rusia, pero si los reales sentimientos del Zar son superiores a sus actos, entonces lo lamento por El Zar”
Al terminar el viaje, Custine afirma que sintió el aire más respirable y ligero al cruzar de nuevo la frontera con Prusia.
En otro de los pasajes, vemos al director del museo susurrando la necesidad de hacer reparaciones durante el gobierno de Iosif Stalin; y a un desesperado ciudadano de Leningrado, fabricándose su propio ataúd durante el asedio de 900 días de la ciudad en La Segunda Guerra Mundial.
Al mismo tiempo, el francés se va a ver sorprendido por el nivel que alcanzaron las guerras y la política en el siglo XX.
Respecto al cerco de Leningrado por los alemanes que costó un millón de vidas afirmará:
“Demasiado caro...”, a lo cual el ruso responderá que “en Rusia la libertad no tiene precio”
Los rusos tuvieron el orgullo de conservar la posibilidad de ser libres, lo cual no quita para que el siglo XX sea presentado como un momento gris, y sembrado de cadáveres, cuerpos, ataúdes y muerte.
De hecho, las últimas encuestas de popularidad en Rusia que no dejan mal parado a Stalin, cuando el francés afirma que “en Asia adoran a los tiranos, cuanto más malvados más recordados”
Y al mismo tiempo exclama:
“Rusia es teatro, ¡qué actores!”
Con ello pretende criticar la imitación de todo lo que procedía de Europa por parte de la aristocracia y La Corte, la desconfianza en los artistas propios, y el desenvolvimiento de sus vidas en una realidad completamente paralela a la que vive el pueblo ruso.
Y el final, contiene uno de los más bellos y profundos viajes del cine:
La aristocracia rusa era la encarnación de los valores ilustrados, del sentido común y el equilibrio, el garante de la paz y la estabilidad.
Sin embargo “parece que todo esto fuera un sueño”
Pues un mundo entero se vino abajo en 1917.
No obstante, “estamos destinados a navegar por siempre, a vivir por siempre”, porque pase lo que pase, por mal que vaya las cosas, Rusia siempre vivirá y saldrá adelante.
Al final, el museo aparece rodeado por el mar, a modo de una gigantesca isla.
Un reflejo del aislamiento, de la peculiaridad y de la preservación de la cultura rusa frente a la adversidad.
Con antecedentes semejantes, no extraña que Sokurov despida Русский Ковчег (Russian Ark) con un adiós a la aristocracia zarista que sale del museo, y al entristecido diplomático europeo que, sacudiendo la cabeza, se niega a avanzar hacia el incierto futuro, y prefiere seguir soñando con viejas glorias:
Rusia debe seguir otro camino, el suyo propio, al margen de una Europa cansada, caduca y desengañada de sus propios ideales.
¿Arrogancia de parte del ruso?
Lógico, han tenido a los mejores maestros en ese arte.
El guía del narrador, llamado “el Europeo”, está basado en Astolphe-Louis-Léonor, Marqués de Custine, que visitó Rusia en 1839, y escribió un libro bastante leído sobre su visita llamado “La Russie de 1839”
Esta obra, no solo relata el viaje de Custine, sino también presenta aspectos de la economía, organización social, costumbres, y modo de vivir imperantes en Rusia durante el reinado de Nikolai I; después de una agitada vida, en la que su abuelo y padre fueron guillotinados durante el terror, a pesar de haber sido simpatizantes de La Revolución Francesa, destino al que su madre escapó por poco.
Tan curiosa como acertada la elección del acompañante; y muy curiosamente, cuando él escribió, apenas comenzaban a vivir Tolstoi, Tchaikovsky, Goncharov o Dostoievski, por citar algunos.
Este francés, escribió unos escandalosos papeles sobre la Rusia Zarista que le proporcionaban el trasfondo necesario para dicha tarea; y Русский Ковчег (Russian Ark) se sirve de la actitud de este personaje, para mostrarnos cuan desconocida es la cultura rusa para gran parte de los europeos.
El Marqués, por ejemplo, explica como los rusos dejaron a un lado las grandes tradiciones culturales europeas, para encerrarse en sí mismos, y crear su propia cultura, aislados de quienes les rodeaban; y se observa su rechazo y la desconfianza hacia todo lo que de allí provenga como producto del prejuicio.
Europa, no es capaz de entender a Rusia, porque la nota distante, diferente y eso le desconcierta, y le produce ese rechazo.
Occidente considera a Rusia incapaz de ser sensible y original, lo vemos cuando discuten por el origen de los músicos de la orquesta, o de una pieza de música clásica; el francés opina que todos los compositores son alemanes, y que los músicos deben ser italianos; aquí queda la crítica de Sokurov, a una Europa que se ha pasado la vida mirándose el ombligo.
Y es que Custine creía que la población rusa “colaboraba con su propia opresión”, considerando la autocracia zarista como un ejemplo extremo e indeseable de sumisión popular al monarca, sosteniendo que:
“En Francia la tiranía y el despotismo son una breve situación de transición; en Rusia la tiranía y el despotismo son situaciones permanentes”
Un tema particularmente relevante de su relato, es el análisis que Custine hace sobre la influencia real de la cultura occidental en Rusia, pues El Marqués se burlaba de las pretensiones de la élite rusa por imitar a sus pares del resto de Europa en aspectos superficiales.
Las mayores censuras de Custine, se reservan para los aristócratas rusos, a los cuales trata de “bárbaros y salvajes”, que aceptan la cultura europea, sólo en sus rasgos externos, afirmando que “tienen sólo el barniz de civilización europea suficiente para ser salvajes astutos, pero no hombres cultivados”
Y acusa nuevamente a las reformas de Pedro El Grande, por contentarse sólo con imponer al pueblo ruso las imitaciones externas de la civilización europea, dejando sin alteración la barbarie que, según Custine, Rusia había heredado intacta de las invasiones mongolas, y que había incorporado a sus costumbres y sistema político.
Tanto el francés del siglo XIX, como el ruso del siglo XXI, provienen de un pasado traumático, dominado por la violencia, la represión y el miedo, de modo que es natural que de un modo u otro sus caminos confluyan.
Y aunque las opiniones de Custine puedan parecer las de un eslavofilista ruso, aderezado con toques de liberal conservador francés, este fue el modo en que el francés se expresó en su famoso libro “La Russie en 1839”
Otros elementos biográficos de la vida de Custine, se muestran en Русский Ковчег (Russian Ark), como la madre del Marqués, fue amiga del escultor italiano Canova, y él mismo fue bastante religioso.
A lo largo del famoso libro, Custine se burla de la civilización rusa por su débil apariencia europea en su espíritu asiático; en Русский Ковчег (Russian Ark), esta es la razón por la que “el Europeo” hace comentarios acerca de que Rusia es un teatro, y que la gente con que se encuentra son actores.
La familia del Marqués, hizo fortuna con el trabajo en porcelana, por ello el interés del europeo en la porcelana de Sèvres, al esperar en la recepción diplomática.
No es hasta el final, que describe el último baile imperial en 1913, “el Europeo” termina aceptando a Rusia como una nación europea.
Como dato curioso sobre el libro “La Russie en 1839”, tuvo hasta 6 ediciones en vida de Custine, y fue muy leída en Gran Bretaña, Francia y Alemania, pero censurada en Rusia, prohibiéndose allí su circulación.
De todas maneras, las ediciones en idiomas extranjeros, llegaron a conocerse en Rusia, y causaron impacto entre su aristocracia; pese a la censura zarista.
No obstante, Sokurov se sirve hábilmente de su cicerone particular, para entablar una lucha dialéctica que ahonda en 300 años de historia rusa, buscando respuestas a multitud de interrogantes:
El carácter peculiar de Rusia respecto a Europa, las contradicciones existentes entre sus clases dirigentes, la relación de Rusia con Europa, el salto cuantitativo y cualitativo que se da del siglo XIX al XX en sentido político-militar, etc.
El salto de épocas en Русский Ковчег (Russian Ark) dificulta seguir el hilo conductor, pero sorprende al espectador, y esto se ejemplifica con la escena donde el diplomático abandona una galería lateral, y se adentra en una sala del museo con diversos turistas del siglo XXI.
Tras conversar con 2 hombres en una galería de esculturas, se encuentra con una mujer ciega, y con ella visita varias estancias de pinturas, hasta que ella desaparece, y el diplomático francés vuelve a recorrer en solitario el museo.
La siguiente persona con la que dialoga, es un joven que está observando un lienzo con San Pedro y San Pablo, y cuestiona su conocimiento religioso, tanto que acaba exaltando el olor de algunas pinturas.
Tras él, el diplomático tiene un encuentro con una mujer que afirma estar hablando con las obras, y juntos acaban danzando ante un lienzo.
Son escenas poéticas que dan segundas lecturas, a interpretación del espectador.
El clímax, es un gran baile realizado en 1913, el último realizado en El Gran Salón durante el Imperio ruso hasta hoy, con cientos de participantes vestidos espectacularmente a la moda de la época, y con una gran orquesta sinfónica dirigida por Valeri Gérgiev, seguido por una prolongada salida con la multitud bajando la gran escalera del Palacio.
Sokurov muestra la riqueza de los trajes y vestidos de los invitados, tras el baile, los invitados van saliendo por la gran escalera muy lentamente, incrementando así la sensación de multitud asistente al baile, y la magnificencia de la escalera.
El narrador, entonces, abandona el edificio por una entrada simple y, en una secuencia realizada digitalmente, vemos que El Palacio no es sino un arca que conserva la cultura rusa, y que va flotando en el océano de la eternidad.
Sin dudas, el final tiene una tendencia hacia el futuro.
Llega un punto que parece todo terminar, al fin y al cabo, dice “se acaba”
Y todos van hacia delante, pero esta vez, el narrador parece ser el que en vez de adelante, se retrasa hacia ese camino.
Sokurov es un gran director, y maneja el tiempo a la perfección, preparando la ejecución de numerosos eventos que tienen lugar en El Palacio, a modo de una producción teatral, una recepción diplomática, una orquesta, o cientos de extras esperando el preciso momento en que Büttner llegue con su Steadicam.
Con la belleza como contenido, y el director como personaje protagónico, Русский Ковчег (Russian Ark) no es otra cosa que una visita guiada al Hermitage, y por ello trasciende, brilla y se perpetúa como un tesoro más de la artes Petersburguesas.
Una propuesta admirable, insólita desde el punto de vista del lenguaje, una de las más radicales de toda la historia del cine, como un desafío inmenso, sólo al alcance de unos pocos cineastas.
En cuanto al sustrato del discurso, y aunque lo pueda parecer, no hay en absoluto nostalgia de los zares en Sokurov, o mejor dicho, su nostalgia no supone una apología:
La despedida final del diplomático, lo deja bien claro.
Русский Ковчег (Russian Ark) explora la relación de fascinación y amor/odio que Europa ha ejercido sobre buena parte de la historia de Rusia, y la prueba es que en el repaso destacan los zares “europeizadores” sobre los demás, Pedro El Grande, Catalina, los Romanov-Oldenburg…
Y es que El Zarismo, a partir del siglo XVIII, fue un intento de crear una isla de occidentalización en medio de un mar de miseria, mar que quedó excluido de los frutos de ese empeño, y que acabaría por vengarse del agravio con La Revolución de 1917; no en vano, la acción transcurre en San Petersburgo, edificada según los modelos occidentales, sobre un pantano; pero también la ciudad donde con más fuerza prendió La Revolución.
Se puede achacar que Русский Ковчег (Russian Ark) resulta algo confusa si no se conoce la historia de Rusia, hecho que se potencia dado que la historia pasa a un segundo plano ante la maestría técnica; por ello cuesta seguir el recorrido, por la variedad de personajes, y la aparente locura que parece imperar en algunas escenas.
Además, no hay un orden cronológico en la narración de los hechos.
Él quiso crear una obra autosuficiente y auto satisfactoria; quizás en vez de retratarse la historia del pueblo ruso, se retrata el ego de Sokurov:
En lo majestuoso que siempre quiere ser; y se fabricó una película para él mismo, pero una buena película, que sin duda analizarán con entusiasmo los estudiantes de arte y cinematografía, y algunos amantes de cuanto detalle tenga que ver con la cultura, las artes, imágenes y formas rusas, o más bien del Zarismo, porque del arte de La Era Soviética poco se habla.
A este respecto, al Periodo Soviético, el ruso le dirá al francés que “Nuestra Convención duró 80 años”
Y la comparación entre La Convención y La Revolución Rusa, no podría ser más acertada.
Tanto el terror ruso como el francés, encuentran una buena explicación en la presión de las potencias internacionales, y en la amenaza interna contrarrevolucionaria.
Fueron 80 años dominados por una represión permanente, en la reunión que mantienen los 3 conservadores del Hermitage, uno de ellos dirá:
“Quieren que haya bellotas sin robles”, refiriéndose a las trabas impuestas a la creación artística durante El Periodo Soviético, con agudos episodios de terror desencadenado por El Estado.
Después, el francés le preguntará a su interlocutor acerca del sistema político actual en Rusia, a lo cual le contestará:
“No lo sé”, reflejando las incertidumbres respecto al presente en el gigante del este.
Es un hecho que Русский Ковчег (Russian Ark) es como el arca de Noé:
Noé tuvo que subir en una nave, a ejemplares de todas las especies para salvarlas durante el diluvio.
El Hermitage era El Palacio de los zares, es decir, su casa, pero también un museo construido en medio de un pantano, y una obra de arte arquitectónica por sí misma.
Al final, se ve que es también una nave en el océano del tiempo...
Otros datos a observar, es que pese a resultar por momentos, quizás inevitablemente, algo tediosa, presenta algunas escenas de una fuerza expresiva inusitada, singularmente bellas y desconcertantes a un mismo tiempo.
Creo además, que no es nada arriesgado ni alarde de inventiva decir sintéticamente que se trata de una historia onírica de La Rusia Imperial.
Un carácter visualmente acompañado por la técnica cinematográfica utilizada, el plano-secuencia único, y una de las razones, o curiosidades, por las que el film se ha hecho conocido.
También, es una película acerca del encuentro de un europeo y un ruso.
Quizás también de Rusia y Europa, luego de La Segunda Guerra Mundial; y sí que el “luego de” es confuso.
Porque, acaso esto no sucede después de la guerra…
Además se evidencia el choque ingenuo entre los 2 personajes, con algunos comentarios semidespectivos del europeo hacia “lo ruso”; pero al fin y al cabo, es medio amable también, o quizá frío, tan frío como parece Rusia y los rusos.
Así comprobamos, como casi al principio, el extraño dice algo como:
“¿Estoy hablando ruso?, jamás había hablado este idioma”
Y no sé si eso da que pensar, o es indicio de algo, o es puro expresionismo de ideas y sensaciones; como lo onírico, que plasmado en un gran vestuario, los burgueses a veces parecen no ver a esos “espectros, fantasmas” que recorren todo.
Los puntos negativos entonces, podría ser que Русский Ковчег (Russian Ark) parece lenta y aburrida al no tener “nada que contar”
Pero en definitiva, es un pequeño recorrido por El Hermitage, ese museo, segundo del mundo en número de obras.
Y al tener tantas obras, el arte en consumo masivo, pierde fuerza, y esplendor.
Aglomerados en inagotables habitaciones, pasillos, rodeados de gente; Sokurov capta el sufrimiento de los cuadros por no poder mostrarse en condiciones, y dota a la película de la calma necesaria, la que tiene un peterburgués que puede pasearse por allí días enteros, en la calma necesaria para pararse ante un cuadro cualquiera y, simplemente, observarlo.
Fijarse en los detalles, preguntarse acerca de ellos, y conseguir reflexionar a partir de ese punto.
Sokurov mezcla un punto de vista contemplativo y pasivo con un no-argumento carente de dramaturgia, que requiere de un grado tan amplio de conocimiento como el país mismo al que intenta reivindicar.
Se concluye que Русский Ковчег (Russian Ark) está realizada para aquellas personas que gustan del arte, la historia, y por supuesto de los experimentos cinematográficos.
En lo político, en última instancia, Sokurov sugiere una reformulación de Europa, planteando una reflexión sobre la situación actual de la Eurozona, en donde se han alcanzado altos niveles de fraternalismo y pertenencia debido, principalmente, al rechazo de las políticas estadounidenses, tanto de Europa, como de Rusia.
Y en lo cinematográfico, Русский Ковчег (Russian Ark) se presenta transgresora tanto en forma como en contenido.
Por último, Sergei Yevtushenko es el responsable de la banda sonora que acompaña las sobrecogedoras imágenes.
Yevtushenko, quien es director de La Orquesta de San Petesburgo, compuso e hizo los arreglos de cada una de las piezas musicales que escuchamos, y como si fuera poco, son interpretadas en vivo por la propia Orquesta de San Petesburgo.
“Они не заинтересованы в знании, как воспитывать дерево культуры, но это будет их гибель, если дерево падает”
(Ellos no están interesados en saber cómo nutrir el árbol de la cultura, pero será su destino si el árbol cae.)
Русский Ковчег (Russian Ark) es un pequeño recorrido por la historia de Rusia, y hace que lo comprendamos, que comprendamos la gran desgracia que supone contemplar en lo que se ha ido convirtiendo ese gigante descabezado, o peor aún, un gigante con una cabeza, que siempre ha avanzado en contra de hacia donde parece correcto que avancen los pies.
Es, por tanto, un homenaje más al pueblo ruso que a Rusia en sí, un canto a su idiosincrasia por encima de las élites gobernantes que siempre les han maltratado.
Ese “adiós, Europa” con el que Sokurov despide al ya decrépito diplomático europeo, no significa sino eso, una encrucijada en donde Rusia ha de tomar las riendas de su destino, más allá de Europa, porque no son Europa, ni deben serlo.
Y es por ello que quiere alejar sus viejos valores continentales, e ir hacia adelante, porque todavía hay mucho mar donde poder reafirmar su nuevo objetivo, donde poder navegar hacia nuevos horizontes.
Esa mirada hacia atrás, llena de tristeza en un principio, concede cierta esperanza de cara al futuro, al menos concede la posibilidad de una esperanza, que ya es algo.

“мы обречены плыть вечно, чтобы жить вечно”
(Estamos destinados a navegar para siempre, a vivir para siempre)



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