The Neon Demon

“Beauty isn't everything.
It's the only thing”

El filósofo prusiano de La Ilustración, Immanuel Kant, primero y más importante representante del criticismo, y precursor del idealismo alemán, considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna, y de la filosofía universal; en su obra “La Crítica del Juicio” o de la facultad de juzgar o del discernimiento, publicada en 1790, investiga acerca de la estética y la teleología, así como en “La Metafísica de Las Costumbres” (1785) que tiene 2 partes, una centrada en la ética, la doctrina de la virtud; y la otra centrada en el “ius”, la doctrina del derecho; decía que “lo bello es aquello que causa en el espectador cierta satisfacción o aversión, sin la necesidad de tener que ir ligado a un genuino interés.
Uno no debe estar en lo más mínimo preocupado por la existencia real del objeto, sino que debe sentir completa indiferencia a este respecto, si desea servir de juez en cuestiones de gusto.
Si la belleza natural parece tener una finalidad en su forma, mediante la cual el objeto parece estar determinado, de antemano, para nuestro juicio; lo sublime, lo que en la intuición o aprehensión despierta en nosotros este sentimiento, parece contrario a un fin para nuestro juicio, inadecuado y violento para la imaginación.
Por eso, podemos llamar bello a un objeto de la naturaleza, pero no sublime.
El objeto es meramente propicio para tratar de exponer, siempre sin éxito lo sublime de una idea de la razón.
Lo bello, está conectado con una finalidad de la naturaleza, lo sublime con una finalidad moral, independiente de aquélla.
Los juicios acerca de lo sublime, son la expresión del estado del sujeto, en cuanto imaginación y razón concurren en oposición armónica, no para un conocimiento en general, sino para despertar el sentimiento de una razón pura”
“La Crítica del Juicio”, es una obra fundamental en la historia del arte, ya que en ésta, Kant desarrolla las 2 categorías que marcan una gran división:
La categoría de lo bello predomina en el paradigma clásico; la representación como forma determinada rige en la composición de la obra.
Mientras la categoría de lo sublime, quiebra con el límite impuesto por la forma, dejando que fluyan los sentimientos más profundos del ser humano.
El culto a la belleza, es una constante universal; no hay cultura que no la reverencie; y querámoslo o no, el negocio de la belleza es abrumadoramente femenino.
Las mujeres han sido, hasta hace relativamente poco, la única “diana del culto” al cuerpo.
Por tanto, el ejercicio de valorar con altanería, arrogancia y subjetividad a la mujer por su apariencia física, incurriendo en el menoscabo, la babosa adulación farisaica y la intransigencia sexista, ha sobrevivido casi como una noble disciplina deportiva, institucionalizado, reglamentado y “patriarcalizado”, a la revolución ideológica del siglo XXI; y no ya gracias a la mujer emancipada que luchó y sigue luchando por la instauración definitiva del feminismo como movimiento igualitario real, sino precisamente a pesar de ella.
Los concursos en los que se coteja el físico femenino con un canon idealizado de perfección, destinado a satisfacer las fantasías eróticas del hombre, parecían condenados a su desaparición ya en tiempos de las sufragistas y, sin embargo, aquí seguimos, asistiendo impasibles a la constante vejación pública de miles de mujeres, y enfrentados a la falacia de “la mujer real”, que las campañas publicitarias de cremas hidratantes nos quieren vender como el paradigma del progreso igualitario, y la defensa de los valores de la mujer.
Pero qué pasa si uno se gusta y se siente atractivo:
¿Tiene que pedir perdón?
Según Kant, deja subsistir libremente lo que existe fuera y, está dictado por el placer que se espera conseguir del objeto como tal, al margen de cualquier otra consideración, pues el objeto tiene su objetivo en sí mismo.
Así pues, el juicio estético tiene su base en el sentimiento, y este sentimiento encuentra su principio en el idealismo de la finalidad.
“You know what my mother used to call me?
Dangerous.
“You're a dangerous girl”
She was right.
I am dangerous”
The Neon Demon es una película de suspense, del año 2016, dirigida por Nicolas Winding Refn.
Protagonizada por Elle Fanning, Keanu Reeves, Christina Hendricks, Jena Malone, Bella Heathcote, Abbey Lee, Desmond Harrington, Charles Baker, Jamie Clayton, Alessandro Nivola, Cody Renee Cameron, Lucas Di Medio, Karl Glusman, Chris Muto, Collin Lee Ellis, entre otros.
El guión es de Nicolas Winding Refn, Mary Laws y Polly Stenham.
Anteriormente llamada “I Walk With The Dead”, The Neon Demon es la 3ª película consecutiva dirigida por Refn en competir por La Palme d’Or del Festival Internacional de Cine de Cannes, tras “Drive” (2011) y “Only God Forgives” (2013); y es su 1ª película protagonizada por una mujer.
Nicolas Winding Refn, aplasta aquí metafóricamente a la industria del modelaje de personas, traficantes y proxenetas de la carne, sin escrúpulos ni conciencia que destruyen vidas a su antojo por un capricho fetichista, reduciendo a las mujeres a la mínima expresión de inteligencia o humanismo, y dictando sentencia, como estetas de la providencia, sobre el destino de las pobres almas que caen en sus garras.
Lejos de los personajes masculinos sedientos de venganza; Nicolas Winding Refn ha centrado la intriga de The Neon Demon, en un universo femenino relacionado con la moda, para denunciar la obsesión por la apariencia física, y la necesidad de reconocimiento.
Es un tema sobre el que este cineasta venía reflexionando desde hace algún tiempo, y la belleza que describe en The Neon Demon, es una belleza cuyo poder él mismo ha presenciado en su entorno cercano, y en sus encuentros profesionales:
“La belleza es algo muy complejo.
Todos la admiramos, y tenemos una opinión sobre ella.
El origen de la historia surgió, porque admiro a mi mujer, y su belleza me llevó a preguntarme:
¿Qué es la belleza?
He creado una película de terror, que no pretende educar, hacer un discurso político, ni criticar el futuro.
Parte de The Neon Demon, es una celebración del narcisismo como cualidad; es un homenaje a la chica de 16 años que vive dentro de mí.
Porque yo me acerco a lo que me gustaría ver, como un movimiento constante en base a lo que experimento.
Me desperté una mañana, y me di cuenta de que no nací guapo.
Es natural.
Mi mujer es hermosa, y me pregunté cómo sería nacer bonito.
Pensé The Neon Demon, desde el punto de vista de una adolescente obsesionada con la belleza.
Estoy convencido de que hay una adolescente dentro de todo hombre.
Y empecé a moverme entre imágenes de mujeres.
En la vida real, siempre me gustaron las Barbie vintage, y todo lo femenino.
Todas las películas que he hecho, me han llevado hasta este punto, hasta The Neon Demon”
Así, Nicolas Winding Refn nos ofrece una sociedad moderna, en donde la belleza no solo lo es todo, sino que es la única cosa que importa.
Esta premisa, muy probablemente genere muchos tipos de sentimientos a lo largo de su duración:
Seducción, asco, perturbación, paz, tensión, miedo, fascinación, entre otras tantas, pero no nos dejará indiferente, y llamará a la reflexión enseguida.
El rodaje, se ha desarrollado en Los Angeles, ciudad en la que el director ya rodó “Drive” (2011) y de la que se declara gran admirador al apasionarle “su electricidad”
La acción sigue a Jesse (Elle Fanning), una aspirante a modelo que se muda a Los Angeles, y se instala en un motel de mala muerte regentado por Hank (Keanu Reeves)
Su belleza natural, cautiva primero a un joven fotógrafo, Dean (Karl Glusman), luego a una agente, Roberta Hoffman (Christina Hendricks), donde es fotografiada por Jack (Desmond Harrington); y finalmente, a un prestigioso diseñador de moda:
Robert Sarno (Alessandro Nivola), donde es reclutada por el magnate como su musa.
Pero al entrar en la industria del modelaje en la ciudad, se encuentra con que su vitalidad y juventud son devoradas por un grupo de mujeres obsesionadas con la belleza:
La maquilladora Ruby (Jena Malone), y las modelos:
Sarah (Abbey Lee) y Gigi (Bella Heathcote), las cuales van a utilizar cualquier medio para conseguir lo que Jesse tiene.
La historia de The Neon Demon, pone como excusa el mundo de la moda, que por lo que parece no es tan lindo como uno se podría imaginar, en donde se mezclan los celos profesionales, la falta de escrúpulos, y hasta donde estás dispuesto a llegar para conseguir tus metas.
Todo eso llevado hasta el extremo, en un transgresor y terrorífico final.
“I don't want to be like them.
They want to be like me”
El director Nicolas Winding Refn, forma parte del trío de los cineastas europeos más talentosos, junto a Lars von Trier y Thomas Vinterberg; no es extraño que su carrera esté marcada por la polémica, pues sus películas pueden provocar de todo, menos indiferencia.
Su estilo está caracterizado por cierto aire poético, y es que hay muchas maneras de explicar una historia, y la suya no deja de ser tremendamente original.
Detractores también los tiene, quizás los que le acusen de pretencioso...
La de Refn, es una obra de esas que genera enfrentamientos cainitas por diversas razones:
Por su radicalidad, por lo extremo de sus formas, y/o por su mensaje provocador.
Uno no se decanta ni por un lado ni por otro, pues cada película es un mundo, y como tal, intentamos su análisis.
The Neon Demon es magistral, tanto en su concepción como en su realización.
Tiene cierto aire de videoclip ochentero, sin que ello sea para nada peyorativo.
La fotografía, el uso de las luces, está totalmente logrado con lo que se quiere generar, destacando sobre todo en las escenas en que se representa esa estética de pesadilla, la oscuridad y la intensidad de colores, un neón vivo, enfatiza en las emociones de la protagonista, y le otorga un estilo propio y reconocible “marca Refn”, que trabajado en conjunto, con arte, forma composiciones realmente bellas, en especial las más oníricas.
La escenografía, obra de Jonathan Amico y Adam Willis, resalta aún más todo lo anterior, ayudada a su vez por la fotografía de Natasha Braier.
Quizás le falte un poco más de calidez, pero esa impuesta frialdad, la hace aún más inquietante, hecha adrede si se quiere; y se atreve a entrelazar las excelsas imágenes con un trasfondo que desnuda los más bajos instintos humanos.
The Neon Demon, además sabe rendir homenaje a los maestros surrealistas del cine, sin renunciar a un estilo propio identificable en las décadas a venir.
Con los omnipresentes neones reflejados en la oscuridad y los colores pastel que se apagan bajo la luz natural.
El puntero vestuario en contraste con los decorados más horteras.
La falsa sangre... y una protagonista como las diosas del Olimpo, flotando en un trampolín.
La visión que se extrae de la cabeza del director, es la de un mundo terrorífico y desalmado.
El eje del tema, le da rienda libre a Refn para armar sus atmósferas visuales, a las que por cierto ya nos tiene acostumbrados, y no será objeto de decepción en ésta ocasión, es más, creo que eleva su nivel como nunca antes.
Por supuesto, que las imágenes de The Neon Demon son explícitas, obvias, inmediatas.
¿Acaso podrían no serlo en el Los Angeles de 2016?
Todo es líquido, y tiende a la elusión, a la fuga.
Como un post de Snapchat, como la carrera de una modelo, el único fin es el “ya”, el “ahora” entendido en segundos.
“A los 21 ya no pintas nada en este negocio” como dice una de las protagonistas; y logra transformar los códigos del lenguaje publicitario de manera que convierte planos, poses y luces más que vistas en un universo surrealista, en la que una historia terrorífica tiene lugar.
La historia original, es del propio Nicolas Winding Refn, ayudado en el guión por Mary Laws y Polly Stenham.
Éste juega un poco al equivoco, pero no deja nada por explicar.
Introduce además, alguna que otra pincelada erótica, sin que eso sea lo principal.
Por lo que prolonga y extrema el abordaje a algunos de los temas de “Only God Forgives” (2013):
La competitividad como sino vital, en este caso entre mujeres; la violencia como territorio para la revelación y la virtud de cualquier tipo como un camino hacia la muerte.
Cuestiones a las que, en esta ocasión, se le debe sumar la belleza como valor absoluto:
Fuente de deseo, realización y aniquilación.
En The Neon Demon, todos estos temas se van perfilando en un camino que va de la inocencia a la corrupción, un tránsito protagonizado por una Elle Fanning de belleza alienígena; y para representar esta belleza, el director la eligió por su
“extraordinaria capacidad de transformación” que le sedujo de inmediato.
Y es que Jesse es una chica joven, de 16 años, con una estética depurada que alcanza su sueño de ser modelo, suscitando la envidia y el deseo de sus competidoras:
Ruby, Sarah y Gigi, obsesionadas por un ideal artificial.
Ambientada en Los Angeles, en un universo tan real como artificial, The Neon Demon se centra en personajes obsesionados por la belleza.
Ya desde su primer plano, con una Elle Fanning aparentemente degollada para una sesión de fotos, el director danés deja clara su diana:
Una sociedad que devora a los iconos, en la que todo es volátil y efímero, donde el precio del triunfo, es la propia vida.
Jesse busca del éxito, pero es ingenua, y aterriza en el despiadado mundo de la moda de California, un arquetipo cuyo despedazamiento despierta un placer sádico, como un cordero abandonado a las fieras.
Es la suya, una belleza natural que resplandece por encima del resto en un mundo plastificado, por lo que no tarda en llamar la atención de los mecenas de la carne, quienes premian con halagos y contratos sus deseables atributos físicos.
Con esta representación de lo puro y lo hermoso, evidenciada gracias a la inevitable atracción que Jesse, en su seductora sencillez, provoca en todas las personas que tienen contacto visual con ella, el realizador incide en la hipocresía de las cadenas de montaje femeninas, o centros de cirugía estética, y en el lavado de cerebro subliminal con el que la sociedad produce réplicas exactas de un mismo modelo de mujer, clones que tarde o temprano, serán denostados y devueltos al almacén del que proceden, como si pudieran reciclarse y rejuvenecerse de manera ilimitada.
Por ello, el impacto de su llegada, debido a su candidez y a su carismática belleza, hace que se remuevan los cimientos de esa oscura industria.
Sus competidoras están dispuestas a todo, con tal de capturar sus cualidades, de ser como ella, pues no cree que la virtud de la castidad, y no se ven reflejadas en Jesse siendo tan “perfecta”
De depredadores, The Neon Demon no está falta:
Tenemos al felino que saquea la habitación de motel en la que vive Jesse, pero también al gerente, aficionado también a la carne fresca recién llegada de su campiña natal para dejarse devorar.
Pero para Jesse, la auténtica amenaza es otra.
A medida que se sumerge en la ambrosía dorada de la imagen y la superficialidad, la envidia de unos, y el deseo de otros se intensifica.
La pureza de la virgen se descascarilla, pero Jesse preserva su pudor.
El director, que bien marca sus siglas en pantalla como NWR, nos ofrece además una nueva variación de las historias de no-amor, por las que parece sentir predilección.
Pensamos en la relación unidireccional del personaje del conductor en “Drive” (2011), que tiene su eco en las castas tentativas de Dean, el fotógrafo aspirante a novio, o al revés; para conquistar a su amada.
Pero Jesse rechazará igualmente las acometidas de su protectora, una lesbiana maquilladora de cadáveres, a quien terminará por mostrar su nuevo rostro, tras consumar su paso a la madurez.
Es esta destrucción y recomposición de la imagen, donde reside la potencia de The Neon Demon; porque reducirla a una trama de modelos violentas, es pecar de lo que se critica:
Superficialidad.
Decir que The Neon Demon es una crítica sangrienta a la moda, es no enterarse del asunto.
Es un hecho que muestra el mundo superficial, y con un punto obsceno; por lo que The Neon Demon destila alta costura real:
Desde el diseño de Armani que Fanning viste en la primera secuencia, un conjunto de top azul metálico sin tirantes y falda; hasta los vestidos sueltos de Ulla Johnson, o los dorados de Saint Laurent, pasando por el traje de gala diseñado exclusivamente para la película por Giles Deacon.
“Necesitábamos mostrar el mundo de la moda con pinceladas de alta costura, por eso contamos con la colaboración de grandes diseñadores y firmas”, reconoce NWR.
La moda no es más que el vehículo para que Refn nos cuente una historia de belleza y envidia.
Una luz cegadora, Jesse, detestada por todas las criaturas oscuras.
La rabia que en las almas malvadas y corruptas despiertan la pureza y la excelencia.
La diferencia entre el talento y el don; genialidad y mediocridad.
Las modelos quedan pues transformadas en el objeto de deseo, y nunca en el sujeto.
Ni tan siquiera la figura de la “Femme Fatale” consigue manifestar el menor atisbo de libre albedrío sexual, ya que ésta ha sufrido una transformación “refniana”, quedando convertida en una creación híper hostil masculina, con las mismas pautas machistas que los propios varones.
Por su parte, la representación del hombre, se sintetiza en un solo tipo:
El degenerado explotador y abusivo, que es incapaz de convivir en un mundo igualitario.
Con él queda perfectamente definida la sátira al machismo reminiscente en la sociedad, con una imagen totalitaria de difícil malinterpretación.
La desmesura con la que los hombres actúan frente a las mujeres, y la impunidad de sus acciones, nos lleva a discernir que toda forma de poder, implica violencia y por tanto, para que prevalezca el orden social, debe existir un ser superior que imponga su voluntad a la del resto.
Así, al igual que “ningún perro osaría comer antes de que lo haya hecho el macho alfa”, ninguna modelo neófita, soñaría con tener acceso a los mejores fotógrafos o diseñadores, sin antes haber pasado por un largo periodo de vejaciones sexuales e intelectuales, que le facilite la senda hacia El Olimpo de las “Top Models”
Empero, apenas sin esfuerzo, esto es lo que consigue involuntariamente Jesse, quien al deslumbrar a todos los hombres, máximo símbolo jerárquico de poder con su inusual y virginal belleza, radiante y natural, subvierte el orden establecido, y fuerza la instauración del caos, que llegará, por envidia y animosidad, en su forma más terrorífica y sangrienta.
La demonización de la mujer responde, por tanto, a uno de estos trucos irónicos con los que se quiere dar a entender la terrible amenaza que el sexo femenino, independiente y libre de acotaciones tácitas, supone para el hombre y para la los modelos de mujer masculinizados, y disfrazados de esa “Femme Fatale” de la que hablábamos.
En un mundo controlado por déspotas machistas, la mujer tiene que mantenerse fiel a la condición de objeto lúdico que le han asignado con ultrajante exención, puesto que en sus rigurosas rutinas de exhibición y sometimiento, no encontrará ni jueces ni árbitros que aboguen por su seguridad, sino desalmados jurados dispuestos a cuantificar, en una escala del 1 al 10, el valor de cada una de las partes de su cuerpo.
El retrato de los personajes en The Neon Demon es muy acertado, con 4 pinceladas, el director nos dibuja unos seres perdidos en su mundo, y podríamos decir, que casi sin alma; donde nada es más importante para ellos, que el éxito profesional.
Otra lectura, la podemos encontrar en la mitología:
El principio femenino, es a menudo representado por La Luna, donde la diosa de La Luna, es opuesta al dios Sol.
En la mitología romana, nacida poco antes que su hermano mellizo Apolo, en la isla de Ortigia, luego llamada Delos; Diana era la diosa virgen de la caza, protectora de la naturaleza y La Luna, siendo también un emblema de la castidad.
En la práctica, formaba una trinidad con otras 2 deidades romanas:
Egeria, la ninfa acuática, su sirviente y ayudante comadrona; y Virbio, el dios de los bosques.
A Diana se le dio además, como comitiva, un numeroso grupo de hermosas ninfas que debían hacer votos de castidad, y con quienes se dedicaba a la caza, su ocupación favorita.
Pero Diana era grave, severa, cruel, e incluso vengativa.
Prevalecía sin piedad contra todos los que se ganaban su resentimiento, y no vacilaba en destruir sus cosechas, devastar sus manadas, sembrar epidemias a su alrededor, humillarles, e incluso matar a sus hijos.
También, Diana fue la perdición del pastor Acteón, que la vio bañándose desnuda junto a sus ninfas; por lo que Diana lo transformó en venado, e hizo que sus propios perros de caza lo devorasen…
Y es que Diana fue considerada con gran reverencia por los ciudadanos de clase inferior y los esclavos, pudiendo éstos recibir asilo en sus templos.
Mientras que en la mitología griega, Artemisa hace lo propio como una de las deidades más ampliamente veneradas, y una de las más antiguas.
Dentro del simbolismo más abstracto, con la punta hacia arriba, el triángulo es un símbolo solar, y representa la vida, el elemento fuego de La Alquimia y el sexo masculino, la potencia genésica, el “lingam” del Hinduismo.
Es también, una de las representaciones de Cristo para el cristianismo.
Mientras el triángulo con la punta hacia abajo, es lunar, y simboliza el principio femenino, la matriz, la diosa, La Gran Madre, y corresponde al símbolo alquímico del agua y del sexo femenino, el “yoni” que significa matriz del Hinduismo.
El simbolismo del triángulo, evidentemente corresponde al del número 3; y es la figura geométrica que da origen a la pirámide, y ambos son parte de la simbología ocultista desde hace milenios.
El triángulo, es símbolo de la luz, como también el vértice de su cima representa el fuego y la virilidad; o con el vértice para abajo, se representa el agua o el sexo femenino.
El triángulo equilátero, es usado como símbolo de la divinidad, y representa los 3 atributos divinos:
Fuerza, belleza y sabiduría, y también los 3 reinos:
Mineral, vegetal y animal.
La pirámide, es también un sólido derivado del triángulo, y simboliza el hombre en busca de la divinidad, y de las energías cósmicas que supuestamente son captadas por el ápice, e irradiadas al área de la base.
La pirámide, por tanto es el símbolo de la jerarquía espiritual de “la nueva era”, y es en su ápice, es donde se encuentra “el ojo del Dios”
Para el ocultismo, los triángulos representan una fusión de los reinos espirituales y terrenales, y se consideran simbólico o “triángulos espirituales”
Más específicamente, los triángulos espirituales representan al dios trino, o dios de 3, así como identificar las pasarelas espirituales geográficas, o zonas geográficas de actividad demoníaca y su influencia en La Tierra, que se encuentran en cosas como mapas o planos catastrales.
La pirámide inacabada, entonces representa los distintos rangos de sociedad e ignorancia ante lo supraterreno.
Cuanto más arriba, más van apareciendo gobernantes, adinerados, empresas y sociedades secretas, “Illuminati”, pues en la base están las personas comunes, ignorantes, y gente que en definitiva nunca alcanzará la verdad ni la libertad.
Por otro lado, para la ciencia cuántica, la percepción juega un papel determinante al definir el resultado de observación del comportamiento de una partícula.
Es decir, la percepción define cómo se nos presenta la realidad material.
He allí el ojo en la pirámide, y de como el “ojo”, o la punta de la pirámide emite “luz” hacia la base cuadra.
Es un “ojo” y una “luz”, porque el secreto de la creación del mundo, es la percepción.
Para los cristianos, Dios es uno en 3 personas:
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Para los budistas, es La Triple Joya o Triratna:
Budha, Dharma y Sangha.
En el Egipto ancestral, el triángulo divino está formado por Isis, Osiris y Orus; en el hinduismo, la trinidad se expresa como Brahma, Vishnu y Shiva, los aspectos productor, conservador y transformador de la creación; el mantram “Aum”, frecuentemente pronunciado “Om”, los 3 estados de la manifestación, o los 3 Gunas: Sattva, Rajas y Tamas.
Los 3 Reyes Magos de Oriente, símbolos de las 3 funciones del Rey del Mundo en la figura de Cristo naciente:
Rey, Sacerdote y Profeta; y sus 3 ofrendas:
Oro, símbolo de la realeza; incienso, símbolo de la pureza del sacerdocio; y mirra, la resina más amarga… el don de la profecía.
En otras palabras, Dios crea el mundo percibiéndolo.
Existe una conciencia universal de las cosas, al igual que consciencias individuales, algunas de las cuales, somos nosotros mismos.
Así las cosas, puedes concebir la base cuadrada una pirámide, como perfectamente simbólica y resonante con el mundo material:
La vida en él, nuestro cuerpo físico, nuestros pensamientos, sentimientos e impulsos, debido a que ellos tienen lugar sobre una base material, como es el plano cuadrado.
La cima de la pirámide, es la conciencia que los precede.
La punta de la pirámide es el Cristo.
El nombre del personaje que pasó a la historia como considerado como el Cristo/ Jesús, era escrita originalmente con 4 letras, más una letra más; 4 letras “YHVH” para la base de la pirámide, simbólica de los 4 elementos, y en medio la 5ª letra “SHin", simbólica de la cima.
En La Biblia, se le refieren a Jesús como la “piedra angular que los constructores rechazaron”
La “piedra angular”, es la punta de la pirámide... los constructores son los artífices de nuestra propia civilización desde tiempos antiguos, más o menos genéricamente designados bajo el nombre de masones, los actuales masones.
No es un secreto para nadie, que nuestro modo de vida es una locura en el mejor de los casos.
Alimentamos de energía, una maquinaria de poder político y económico que nos amedrenta para mantenernos esclavos al servicio de su estructura.
La naturaleza de las pirámides, es la razón por la cual muchas montañas o “pirámides naturales” son sagradas, y tradicionalmente consideradas como hogar de los dioses, como El Olimpo, El Monte Sinaí y el Fuji, etc.
Las Montañas de Los Pirineos, fueron sitio de retiro espiritual para maestros y alquimistas, por la simple razón de que el ambiente estaba lleno de energía vital, o “fuego”, y los experimentos alquímicos de transmutación de la realidad, obtenían mejores resultados allí, que en regiones bajas.
Debemos tener en cuenta, que la oscuridad tiende a copiar todo aquello que procede de lugares luminosos; y es incapaz de crear por sí sola, pues no es fuente de luz, si no ausencia de luz.
Así pues, como decía Kant al principio:
“El que la belleza natural resulte ser la expresión directa de ideas estéticas, puede llevar a considerarla, a su vez “símbolo”, exposición indirecta o por analogía del bien moral.
El que la belleza artística sea la expresión indirecta de ideas estéticas, a través de productos realizados por el hombre, puede conducir a una división de las bellas artes, análoga a los tipos expresión humana o lenguaje, en sentido no cognoscitivo o enunciativo; articulado en las artes de la palabra; gestual en artes de la forma; y modulado en artes de la sensación.
De la naturaleza conocida según principios trascendentales, sí se puede deducir, a priori, una finalidad subjetiva o estética de la misma, en sus leyes particulares, puesto que si el proceder de representación empírica, también es posible a priori en el pensamiento, entonces puede considerarse la naturaleza como apta para éste en el disfrute de sus formas.
Sin embargo, no ocurre así con la finalidad objetiva, que ni siquiera podemos certificar en la experiencia, sin haberla introducido antes ocultamente, por ser éste un tipo especial de causalidad, cuyo fundamento es un ser inteligente, que de suyo es ajeno al mero mecanismo, y del que por otra parte, éste mecanismo tampoco precisa.
Se trata pues de un principio regulador del juicio reflexivo para investigar la naturaleza mediante el cual ésta es pensada “como si” operara en los objetos que produce, según conceptos y, consecuentemente, como “técnica” por sí misma”
Dejando la filosofía de lado, en el trabajo actoral de The Neon Demon, tenemos a una jovencísima Elle Fanning, que interpreta con gran maestría a una ingenua adolescente; con ella se basta y sobra para devorar toda la pantalla.
Fanning está increíble, es una actriz con un gran potencial, y aquí demuestra una vez más que no le queda chico ningún papel, ni se le achica a ningún director.
Ella es el motor de la película, y logra en gran medida que la película no decaiga.
Ella es esa diosa Diana/Artemisa/Jesucristo a la que vino a La Tierra/Los Angeles, y fue sacrificada.
Atención a los nombres de los personajes, no fueron dados a la ligera, todos poseen un simbolismo y significado evidente.
A su lado, Jena Malone, Bella Heathcote y Abbey Lee, como la bestia 666, que intentan poner un contrapunto algo más terrenal, y lo consiguen.
Destacar, la aparición de Keanu Reeves, en un papel algo inocuo e intranscendente, que se aparta totalmente de lo que estamos habituados; pero es una interesante aportación como el hombre sádico y oscuro, que muestra una cara, pero en realidad su naturaleza es otra.
Y los que pululan en la moda:
Los fotógrafos que no logran retener la belleza; y el gran diseñador de la ilusión, que sabe muy bien sobre “La Crítica del Juicio” kantiano.
Sobre las reacciones tras el visionado en el estreno en El Festival Internacional de Cine de Cannes, las primeras reseñas hablan de violencia exagerada, y mucha explotación, y de una fantasía “Lolita” absurda, con estética de video clips de los años 90; pero también de una sátira de terror sobre la imagen actual que existe sobre los imposibles estándares de belleza femenina, que hay que tomar más como una parábola, que como una película seria.
Además, hubo un par de reseñas con 5 estrellas.
Sin embargo, The Neon Demon fue recibida durante su estreno con insultos y abucheos, y varios de los asistentes abandonaron la sala, antes de que el film finalizara.
Uno de los detalles más mencionados sobre esta producción, es el hecho de que hay gran cantidad de escenas violentas que llegan al gore, incluyendo una de necrofilia explícita, y hasta canibalismo.
Por su parte, Nicolas Winding Refn dijo:
“No me esperaba reacción de ningún tipo.
The Neon Demon es futuro, una película proyectada hacia el futuro.
Creo que se está librando actualmente, una batalla entre la creatividad y el futuro del entretenimiento, y que se librará sobre todo en Internet.
Yo soy narcisista, y ser narcisista equivale a tener una creatividad infinita.
Me gusta ver los clásicos, y destruir todo lo clásico”
Y es que The Neon Demon tiene la complejidad de un cuento pensado para un niño de parvulario:
Su magia está en la capacidad de encumbrar a sus arquetipos:
La princesa virginal, las brujas corruptas, el cazador, hasta convertirlos en figuras monumentales, dioses de un Olimpo en el que confluyen la cinefilia, la cultura popular, y el lirismo vaporoso de la estética publicitaria.
Sobre la violencia, el director apuntó:
“No cabe duda de que la imagen violenta exorciza una parte de ti.
La estética de la violencia, se vuelve interesante cuando es erotizada:
Nos excita, y a la vez nos genera repulsión, pero empezamos a sentir algo.
Sexo y violencia, a estos 2 elementos se reduce la creatividad.
Me preguntan a menudo:
¿Por qué no pongo escenas de sexo en mi cine?
Porque el sexo lo práctico y no tengo necesidad de mostrarlo.
Con la violencia ocurre lo contrario:
Debo imaginarla”
En conclusión, la violencia en el arte puede ser disfrutada incondicionalmente, a pesar de su crueldad o explicitud, es decir, juzgada desde la estética sin atender a sus consideraciones éticas o morales.
También, en The Neon Demon veremos homenajes a realizadores surrealistas:
En un pasillo en el que un personaje sale detrás de una cortina para atacar a la protagonista, como Buñuel hizo en “Belle de Jour” (1967) con Catherine Deneuve.
Un inoportuno puma en la cama del motel, como la vaca de “L'Âge d'Or” (1979) de Buñuel.
En un desfile, los neones que iluminan la pasarela, provocan en Elle Fanning reacciones y fotogramas similares a los de Romy Schneider en la inconclusa “L'Enfer” (1964) de Georges Clouzot.
Y claro está, se destila el mínimo común múltiplo de las protagonistas de “Showgirls” (1995), “Mulholland Dr.” (2001), y “Under The Skin” (2013)
La lista de referentes a los que apela Nicolas Winding Refn, darían para una tesis doctoral sobre el vampirismo autoral:
El giallo en “Valley Of The Dolls” (1967), es buen ejemplo de ello, así como “Suspiria” (1977), o “Lolita” con la asepsia kubrickiana, el misticismo de Jodorowsky, etc.
En definitiva, la belleza y lo superficial es lo único importante, y el tiempo lo corroe todo.
La felicidad parece no existir, ni dar señas, escondido quizás bajo ese falso glamour, o quizás muerto y sin esperanza.
La envidia por lo que no se tiene, y la constante búsqueda de la perfección, no pasar desapercibido como un fantasma junto con no aceptar que la edad les llega a todos, y tan temprano, genera consecuencias que se pagan con la vida de otro y la propia, y nos muestra hasta qué punto puede una persona llegar.
Las salvajadas que puede cometer, la “vampirización” representada en ese baño de sangre, funcionan como excelentes metáforas a la que tanto hincapié hace el director.
Por último, el compositor Cliff Martínez, quien ha colaborado con el director en varias ocasiones, indica que las películas tienen estilos similares musicalmente hablando, señalando que para The Neon Demon buscaba una “puntuación electrónica escasa”; y encaja de lujo ese aura mística de sonidos electrónicos, cuyo efecto es complementario a la imagen, y en ocasiones, se lleva el protagonismo realzando la experiencia terrorífica.
Sia, por su parte compuso una canción original para la película titulada:
“Waving Goodbye” que viene muy bien.
“I can't sing, I can't dance, I can't write... no real talent.
But I'm pretty, and I can make money off pretty”
Nuestra cultura marca cada vez más la importancia de la imagen.
Muchas personas están en una constante lucha por ser consideradas exitosas, inteligentes, justas, eficientes, atractivas, y ser reconocidas por los demás.
Hoy en día, muchas personas se sienten presionadas a tener que dar lo mejor de sí a como dé lugar; y buscan tener una apariencia positiva, y de esta manera, agradar y ser queridas.
Los estándares de la belleza femenina, en particular, son establecidos por los medios de comunicación que nos indican:
Qué vestir, qué no usar, cómo cortar el cabello, la forma que debería tener el cuerpo…
Si nos ponemos a pensar, lo que somos en realidad no es más que un collage de todo lo que vemos, de la gente que nos rodea, de las modas e ideologías impuestas.
En el fondo, no somos más que la suma de todas las personas que hemos conocido, y de diversos factores externos, sin embargo, existe un sentimiento ambivalente hacia dichos factores como los medios de comunicación.
Por un lado sabemos que nos manejan, y que nos hacen daño; pero por el otro, no podemos dejar de verlos, y de consumirlos.
La moda, es una mentira en la que todo el mundo quiere creer.
Y aunque nadie nos obliga, todos estamos sujetos al deber de la moda, incluso sin saberlo y contra nuestra voluntad.
Con la obsesión del parecer, nuevos síntomas nacen y proliferan en nuestra sociedad, y las famosas “tendencias” lo justifican todo.
Veamos por ejemplo el modelaje glamuroso:
Es el modelado que hace hincapié en la sexualidad de un modelo.
Puede variar desde la lencería y trajes de baño, hasta la fotografía artística y de desnudos.
La belleza de estos modelos, suele ser calificada como “sexy”, y se demanda de ellos, poseer confianza y una personalidad muy extrovertida.
Las restricciones de altura, tienden a no aplicarse en este tipo de modelado.
Así, los modelos con el correr del tiempo, y la exaltación de la belleza la imagen, se han convertido en verdaderas celebridades que han adquirido fama mundial, tanto como los diseñadores de ropa.
El mundo de las modelos, se asocia a fama, dinero, y un estilo de vida glamuroso.
De todo esto es de lo que habla el filósofo y sociólogo francés, Gilles Litpovesky en su libro “El Imperio de Lo Efímero”, en el que nos invita a reflexionar sobre todos estos elementos que hemos incorporado de manera natural en nuestra vida cotidiana.
Según afirma el filósofo:
“Reflexionar, por ejemplo sobre la moda, requiere que se renuncie a un principio necesario y universal en el desarrollo de la civilización”
Es cierto que todo consumo, tanto de moda como de belleza, está orientado al final a hacernos sentir mejor, en principio, su objetivo no es más que ese, pero, por otro lado, también podrían hacernos sentir más inseguros, pues según explica Litpovesky:
“Los productos cosméticos en sí no son dañinos, sino el bombardeo de los estereotipos de belleza”
Además, para alcanzarlos, se usan métodos como los retoques en las fotografías, o el exceso en el uso de cosméticos.
Una gran necesidad de aprobación de los demás, y un gusto desmesurado por los dictámenes de la moda, llevan a atentar contra la salud y el bienestar, inclusive puede llegar a la muerte.
No sólo trastornos como la anorexia y la bulimia obedecen, en muchos casos, al deseo de parecerse a unos prototipos de personas que están lejos de la realidad cultural en la que vivimos, también hay otros sacrificios que se hacen por estar a la moda, y que ponen en riesgo la salud.
Desde problemas ginecológicos, hasta dermatitis o sudoración excesiva, pasando por dolores de espalda y deformaciones de los pies, son algunos de los resultados de seguir ciegamente los parámetros de moda, dejando de lado precauciones mínimas de sentido común.
Las tendencias, no sólo imponen estilos de vida, y todo lo que esto conlleva, cada vez obligan a más personas a dejar de lado la comodidad y el bienestar, por lucir bien o igual a los demás.
Es que acaso han olvidado que toda belleza es un caite.

“True beauty is the highest currency we have.
Without it, she would be nothing”



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