Pygmalion

“You can't be a good girl on the inside if you are a dirty girl on the outside”

La creación de un individuo, es propiamente ajena a otro ser humano, exceptuando los sucesos fantásticos, pues se necesita de 2 personas, un varón y una mujer que se unan sexualmente, para que se produzca el embarazo que traerá la vida.
Un ser humano, un individuo particular, no puede traer vida sin la presencia de su otra parte, dependiendo así el hombre de la mujer y viceversa.
El caso de los artistas, y particularmente de los escultores, sí permite elaborar una creación con sus propias manos, y aunque puede mediar ayuda, están en capacidad de hacerlo individualmente.
Pero el escultor crea una obra de arte, no un ser humano.
En El Mito de Pigmalión, de origen griego, que se enamora de una estatua que él mismo ha creado; gracias a fuerzas divinas, la estatua toma forma humana, y consiguen así estar juntos.
Pigmalión, es una figura legendaria de Chipre, aunque es la versión griega del nombre real fenicio “Pumayyaton”, es más familiar a partir de “Las Metamorfosis” de Ovidio, obra en la que se presenta a Pigmalión, como un escultor enamorado de una estatua que había hecho él mismo.
El Pigmalión de Ovidio, ha inspirado numerosas obras de la literatura, y la popularidad del Mito, surgió en el siglo XIX.
La historia es sobre Pigmalión, Rey de Chipre, que buscó durante muchísimo tiempo a una mujer con la cual casarse.
Pero con una condición:
Debía ser la mujer perfecta.
Frustrado en su búsqueda, decidió no casarse, y dedicar su tiempo a crear esculturas preciosas para compensar la ausencia.
Una de estas, a la que llamó Galatea, era tan bella, que Pigmalión se enamoró de la estatua.
Mediante la intervención de Afrodita, Pigmalión soñó que Galatea cobraba vida.
Al despertar, Pigmalión se encontró con Afrodita, quien, conmovida por el deseo del Rey, le dijo:
“Mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado.
Aquí tienes a la reina que has buscado.
Ámala y defiéndela del mal”
Y así fue como Galatea se convirtió en humana.
La historia de Pigmalión básica, ha sido ampliamente transmitida y representada en las artes, a través de los siglos.
En una fecha desconocida, autores posteriores dan tal nombre a la estatua de la ninfa del mar Galatea, o “Galathea”; mientras Goethe la llama “Elise”, basándose en las variantes en la historia de Dido / Elissa.
Una variante de este tema, también puede verse en la historia de “Pinocho”, en el que un muñeco de madera se transforma en un niño de verdad, aunque en este caso, el títere posee sensibilidad antes de su transformación, es el títere quien implora el milagro, y no su creador, el tallador de madera Geppetto.
En la escena final de “Cuento de Invierno” de William Shakespeare, una estatua de La Reina Hermione que cobra vida y se manifiesta como Hermione misma, lo cual lleva la obra a una conclusión de reconciliaciones.
La obra de teatro “Pygmalion”, fue publicada en 1913, por George Bernard Shaw, y está basada en el relato de Ovidio; siendo una versión moderna del mito, con un sutil toque de feminismo, pues la florista de clase baja, Eliza Doolittle, es prácticamente “revivida”  por un profesor de fonética, Henry Higgins, quien le enseña a perfeccionar su acento y conversación en situaciones sociales.
Para comprender Pygmalion, es imprescindible conocer la visión de Shaw, y detalles como su pertenencia a la Fabian Society, su afán de mejorar la sociedad mediante la razón y el intelectualismo; su rechazo a las tendencias dramáticas de la época, es decir, el sentimentalismo dramático de los personajes estereotipados, héroes contra villanos, hermosas y decorativas mujeres; o incluso sus tendencias filosóficas.
En cuanto a las formas dramáticas empleadas por el irlandés, destacan su aversión por los finales “Deus ex machina”, felices por lo general, apostando por unos finales abiertos, como en la vida misma, en la que nada es definitivo; además de otros aspectos como la importancia de las acotaciones, su empleo de prefacios, epílogos, y subtítulos; y aquel humor distorsionador de la realidad que el mismo Brecht denominó “terrorista”
Todos estos rasgos, influyeron sin duda en la creación de Shaw, y ayudaron a darle la forma con la que fue concebida en 1913.
Shaw escribió Pygmalion, en una época en que la fonética era un tema en auge; decía que el español y el alemán, eran idiomas clarísimos que los extranjeros de dichas lenguas podían comprender, pero que el inglés era tan mal hablado por ellos, que ni ellos mismos se entendían.
La obra resulta didáctica, pero sin ser aburrida; estrenándose en el Burgtheater de Viena, el 16 de octubre de 1913, en una versión en lengua alemana.
En Londres se estrenaría hasta el 11 de abril de 1914, en el Her Majesty's Theatre, con Herbert Beerbohm Tree y Patrick Campbell.
Y se convirtió una de las obras más destacadas en la literatura inglesa.
El talento de Shaw, permite apreciar una recepción productiva del mito de Pigmalión y Galatea, expuesto por Ovidio en “Las Metamorfosis”, y el texto recurre a la fuente mítica del mito, pero aborda el tema de ascensión social con variantes más actuales a la época del autor.
De esta manera, la obra aborda muchos tópicos, primariamente sociales, y destaca principalmente el tema de la identidad del ser humano, y cómo ésta puede llegar a transformarse dependiendo del contexto.
Mientras en la obra de Ovidio, el amor es protagonista; en Shaw es la vanidad y el deseo de vanagloriarse lo que predomina.
La obra se destaca y es admirada particularmente por el rescate de un mito clásico, su reelaboración adecuada a la época en la cual se escribe, y sus ideas profundas sobre el ser humano y los planos en los cuales éste se desenvuelve.
En un primer momento, la obra estuvo única y exclusivamente dedicada a una actriz con la que el dramaturgo estaba obsesionado, Stella Campbell.
El personaje de Eliza Doolittle que creó, fue ideado a la medida de esa actriz, e incluso, las reiteradas expresiones de asombro y terror de la joven florista:
“Nahow y ah-ah-ah-ow-ow-ow-ow”, respondían a las características fonéticas de la señora Campbell.
He aquí ya el primer propósito de la obra.
Consideramos fundamental conocer perfectamente las motivaciones de Shaw al escribir su original, para poder apreciar con todos sus matices las transformaciones posteriores, si no captamos esos propósitos originales.
Así pues, si en un principio el original de Bernard Shaw respondía a unas finalidades concretas, como la crítica social, el anti romanticismo, etc., las versiones posteriores privilegiaron otras, por ejemplo, el recurso al romanticismo con finalidades comerciales en las representaciones teatrales y adaptaciones al cine.
Y no son pocas las versiones cinematográficas realizadas a propósito de Pigmalión.
Las películas basadas en la obra de Shaw, consiguieron hacer dichas piezas enormemente populares.
Sin embargo, las primeras películas no proceden del Reino Unido ni de los Estados Unidos, sino de Alemania y Holanda.
Una vez más, siguieron la tónica general de finales sentimentales, de manera que Shaw se propuso participar en la producción de una versión cinematográfica de su obra, procurando preservar su finalidad.
Pero entre las obras inspiradas tenemos a:
“Metropolis” (1927), “The Song Of Songs” (1933), “The Red Shoes” (1948), “All About Eve” (1950), “Born Yesterday” (1950), y Vértigo (1958), dirigido por Alfred Hitchcock.
Allí se dice que El Mito de Pigmalión es de una relevancia y una categoría simbólica no inferiores, por ejemplo, a las de Narciso o Prometeo, con las que conforma buena parte del imaginario cultural de Occidente.
Películas memorables que han recreado de varias formas este mito son, además:
“My Fair Lady” (1964), casi calcada de la obra de Shaw, pero con escenas musicales; “The Stepford Wives” (1975), donde los creadores convierten a sus esposas vivas en complacientes esposas inanimadas y robóticas.
“Trading Places” (1983), “Mannequin” (1987), “Pretty Woman” (1990), “Mighty Aphrodite” (1995), “She's All That” (1999), “S1m0ne” (2002), donde aparece una inteligencia artificial generada por ordenador como el objeto de amor; y más recientemente, “Her” (2013), que trata este tema, pues su protagonista se enamora de su sistema operativo.
“He picked up a girl from the gutter, and changed her into a glamorous society butterfly!”
Pygmalion es una comedia del año 1938, dirigida por Anthony Asquith y Leslie Howard.
Protagonizada por Leslie Howard, Wendy Hiller, Wilfrid Lawson, Marie Lohr, Scott Sunderland, Jean Cadell, David Tree, Everley Gregg, Leueen MacGrath, Esme Percy, Violet Vanbrugh, Iris Hoey, Viola Tree, Irene Browne, Kate Cutler, Anthony Quayle, entre otros.
El guión es W.P. Grunwald y Anatole Lipscomb, a partir de la obra teatral homónima de George Bernard Shaw.
Pygmalion obtuvo éxito comercial, y fue nominada a 4 premios Oscar, de los cuales recibió el de Mejor Guión Adaptado, lo cual significó otorgar por primera vez en la historia, y única hasta la actualidad, este premio fílmico a una persona que poseía un Nobel de Literatura (1925)
Pygmalion recibió además, nominaciones en las categorías de:
Mejor película, actor (Leslie Howard), y actriz (Wendy Hiller)
Se cuenta que cuando Shaw murió en 1950, su casa en Ayot St. Lawrence, se convirtió en un museo; y uno de los artefactos en él, era su Oscar, que en un principio se había vuelto tan deslustrado, que no tenía ningún valor, pues había estado utilizando como tope de puerta; sin embargo, esa situación actualmente ya se ha corregida.
Lo curioso del caso, fue que Shaw ganara un Oscar de La Academia de Hollywood por un guión que no es íntegramente suyo, y que se opone a todo aquello por lo que él abogó en su Pygmalion.
A pesar de que expresa la indiferencia hacia el Oscar que ganó, su amiga Mary Pickford informó que George Bernard Shaw con orgullo mostraba su Oscar en su casa, y lo demostró ante sus visitantes.
Por su parte, el productor húngaro, Gabriel Pascal, había intentado convencer a Shaw para hacer de Pygmalion un musical, pero Shaw lo prohibió expresamente, habiendo ya pasado una mala experiencia con la opereta “The Chocolate Soldier”, basada en la obra de Shaw, “Arms and The Man” (1898)
Cuando Pascal falleció en 1954, no fue hasta 1956, que Pigmalión se reconvirtió en “My Fair Lady”, un remake musical dirigido por George Cukor, que primero fue hecho obra de teatro.
La acción de Pygmalion, tiene lugar en Londres, a lo largo de unos 6 meses, entre 1937 y 1938.
Es una tarde lluviosa a la salida del Covent Garden, y Henry Higgins (Leslie Howard), un prestigioso profesor de fonética, transcribe la dicción de las personas alrededor.
Eliza Doolittle (Wendy Hiller), es una florista, que avisada por otro hombre, lo acusa de ser policía, y lo deja en evidencia delante de las personas.
Al intentar entender sus notas taquigráficas, Higgins revela su trabajo como profesor fonético.
A partir de ese momento, junto al Coronel George Pickering (Scott Sunderland), decide hacer una apuesta, en la que Higgins instruirá a la florista, Eliza Doolittle, en el arte de la pronunciación para convertirla en una dama.
La historia de Pygmalion está cargada de fe en los seres humanos, y demuestra que, cuando conseguimos creer firme y sinceramente en los potenciales de una persona, la persona misma terminará creyendo en sus propias capacidades.
De esta manera, se logrará que aflore lo mejor de su propia esencia, quedando abierto el camino para que se transforme en un ser nuevo y representativo.
Siempre se puede, todo lo que hace falta es que el amor y la fe broten desde muy adentro, porque solo entonces, habrá perseverancia e inspiración.
“If you can't appreciate what you've got, you'd better get what you can appreciate”
La versión de Pygmalion de Anthony Asquith y Leslie Howard, 3ª adaptación cinematográfica, tiene a su favor un guión escrito por el mismo Shaw, en el que los diálogos corrosivos y mordaces, hacen las delicias de quien sepa degustarlos.
Producida por Gabriel Pascal, fue el primer productor cinematográfico en adaptar con éxito las obras de George Bernard Shaw al cine.
Su producción de mayor fama fue precisamente esta, gracias a la cual, Pascal fue nominado al Premio Oscar; mientras Shaw se convirtió en el guionista de la obra, pero, sin embargo, el empeño que le llevó a intervenir en la producción de la película no sirvió de mucho, ya que Pascal contrató, sin el conocimiento de Shaw, a otros guionistas para que modificaran el final, de forma que estuviera más acorde con los gustos del público.
Y se rumoreó que el dramaturgo había terminado por aceptar lo inevitable, y había accedido a adoptar tal final en la película.
Sin embargo, él siempre declaró no haber sabido nada de esta estrategia comercial hasta 2 días antes del estreno de la película.
Y es que George Bernard Shaw, había rechazado una oferta de Samuel Goldwyn por los derechos de pantalla para sus obras de teatro.
Estaba más impresionado con la integridad de Gabriel Pascal como productor, comenzando así una asociación que produjo adaptaciones como esta y otras como:
“Major Barbara” (1941), “Caesar and Cleopatra” (1945) y “Androcles and The Lion” (1952)
Por otra parte, Anthony Asquith fue un director de cine inglés de amplia producción, particularmente destacable por sus adaptaciones al celuloide de obras literarias clásicas de la literatura británica; entre ellas, Pygmalion, una de las más estimables.
Basada fielmente en el texto teatral, la película tiene un irremediable inconveniente, vista desde la perspectiva actual:
Permanecer a la sombra todopoderosa de la versión musical de 1964, dirigida por George Cukor, y protagonizada por Rex Harrison y Audrey Hepburn, y tras de sí, los 8 premios Oscar y 4 nominaciones más.
Los temas que Shaw llevó a su primer Pygmalion, y que tan necesarios son para comprender la obra fueron:
El tema de la evolución, una de las preocupaciones filosóficas de Shaw, que lleva a Eliza a una situación desesperada, ya que no puede volver a la calle, ni tampoco ha aportado nada que le ayude a conseguir la independencia económica; evolución que se rebela, ante todo, contra el estancamiento vital.
La enseñanza, básica, según los miembros de la Fabian Society, a la cual Shaw pertenecía, para el progreso de la humanidad.
El puesto de la mujer, que pasa de desempeñar el papel que el teatro de la época le atribuía, sentimental y decorativa; a ser una mujer fuerte e independiente, que crece con los primeros movimientos feministas de la época, y que es capaz de actuar movida por la razón, y no por los sentimientos.
La crítica social, algo básico en Pygmalion, llevada a la escena sobre todo por la figura de Alfred Doolittle, el “undeserving poor”, y su aguda crítica a la hipocresía de la moral victoriana, el engaño de aquéllos que sólo se preocupan por subir en la escala social, así como una velada crítica al capitalismo, y a algunas instituciones como el matrimonio por conveniencia, considerado por Shaw, como prostitución legalizada.
Y sobre todo, el anti romanticismo.
Shaw toma un mito popular, el del escultor Pigmalión y su estatua Galatea, para arrebatarle el final feliz a la historia, y pasar las relaciones humanas sentimentales por la criba de la razón.
Éste, que posiblemente sea el mayor logro de la obra, sería en versiones posteriores, el propósito menos respetado del original.
Shaw se vería obligado a luchar en el futuro contra todo romanticismo idílico, dejando claro que Higgins y Eliza no terminarían unidos.
En la primera versión de la obra de teatro de 1913, el final queda, de hecho, mucho menos definido que en versiones posteriores.
El primer propósito de Shaw, sería jugar a la ambigüedad con el desenlace de la historia.
En líneas generales, y para comprender los propósitos o “skopos” del Shaw guionista, recordemos que estamos hablando de una interpretación del original que, como siempre, está condicionada por unas necesidades de mercado, y por las limitaciones y posibilidades del medio empleado.
El cine es un medio que explota los recursos visuales, la imagen, de manera que nos encontramos con un texto que cobra menor importancia:
Diálogos apenas perfilados, que recogen tan sólo algunas de las frases más emblemáticas; mientras que los gestos y la actuación de los actores, los escenarios y la música, presentan una mayor riqueza de matices.
En este sentido, se introducen escenas panorámicas que recogen en cierta medida los detalles pormenorizados de las frecuentes acotaciones de Pygmalion.
Nos referimos, por ejemplo, a escenas como aquella en que Higgins pasa entre cientos de vendedores, o la del baile, así como las descripciones visuales de los objetos y del mobiliario del estudio de Higgins, que sustituyen a las detalladas acotaciones de los textos del Pygmalion original, descripción que por desgracia, no aparece ni mucho menos tan pormenorizada en el gabinete de su madre.
También, se puede apreciar que algunos personajes cobran menor importancia, como Clara o Pickering, mientras que las actitudes de otros quedan sumamente exageradas, mucho más que en la obra publicada, como en el caso del extremo tono pedante adoptado por Eliza al completar su educación.
De los actores, Leslie Howard era un estimable actor con fama de pusilánime, delicado y “blandito”, cuya interpretación más célebre es la de Ashley Wilkes en “Gone With The Wind” (1939)
Sin embargo, al meterse en el papel del profesor Higgins, es justo reconocer que supo sacarle carácter y fuerza, ponerle genio y figura, a un personaje de semejante… personalidad, que bascula constantemente entre el refinamiento y la rudeza.
Henry Higgins aparece en la obra en el primer acto, como un personaje que toma notas, atento a las conversaciones de las demás personas en un día lluvioso en Londres.
Higgins es un hombre en sus 40 años, muy egocéntrico y poco humilde, que vive en completa dedicación a su trabajo; que viste con aspecto de profesional, tipo científico, con tendencias violentas, interesado en todo aquello que pueda ser utilizado como un sujeto científico, y despreocupado de sí mismo o de los demás, incluidos sus sentimientos.
Precisamente lo que hacía en ese día, era apuntar notas sobre los distintos acentos que escuchaba, por eso le llamó la atención el de Eliza, al ser, según él, una persona inferior.
Higgins admite, que él nunca ha sabido cómo tratar a las mujeres, porque cree que en el momento en que un hombre acepta a una mujer en su vida, ella se convierte en celosa, sospechosa y nociva, y añade que en el momento en que un hombre se convierte en amigo de una mujer, él se convierte en egoísta y tiránico.
Él es un confirmado viejo soltero, y planea seguir como tal, además asegura al Coronel Pickering, que él en ningún momento tiene previsto aprovecharse de Eliza.
Higgins no pretende convertir a Eliza en duquesa para desposarse después con ella, ya que su objetivo era demostrar que él era capaz de convertirla en duquesa, y especialmente corregir su acento, al enseñarle a hablar adecuadamente la lengua inglesa; él idolatra “la obra” en un plano profesional; pues Eliza está basada en experimentos científicos, y que el elemento humano no está en la mente del profesor de fonética.
Como dato, Charles Laughton fue la primera elección de Shaw para jugar el profesor Henry Higgins.
Mientras Wendy Hiller fue elegida personalmente para desempeñar el papel de Eliza Doolittle, por el autor George Bernard Shaw.
Sin embargo, ella ya había aparecido en otras producciones, antes de Pygmalion, para dejar claro que en los créditos iniciales, indican que esta película fue su debut.
El personaje de Eliza posee un atractivo especial:
Es una joven mujer con carácter, sin timidez alguna, que se propone hacer un cambio en su vida, y tiene gran voluntad para hacerlo.
Una mujer muy real, como los personajes femeninos de Shaw, y con una determinación esencial.
Eliza ilustra el hecho de que las cosas se logran con mucho trabajo y dedicación.
Si bien Higgins podía ser un gran maestro, ella también era una excelente alumna.
Una mujer con una ambición por prepararse de la mejor manera en procura de obtener un mejor trabajo, y sobrepasar las dificultades en las cuales nació; se destaca como honesta, realista y con suficiente conocimiento como para reconocer a un caballero en El Coronel Pickering, y no en Higgins.
Así pues, en relación al mito, la figura de Eliza no se crea nuevamente, se transforma.
Ella participará en un proceso de cambio, que como muestra al final de la obra, permite engañar ante el resto de individuos, pero no puede engañarse a ella misma.
Eliza es una joven que siempre mantuvo viva la noción de que sería un ser humano con alma, juicio y mente, sentimientos y valores.
No permite que se le convierta totalmente en una estatua, pues ella siempre ha tenido vida.
Higgins, por su parte, es un hombre egocéntrico que se ama sólo a sí mismo, y alardea de ser un caballero, pero “la obra muestra” carece de muchos de sus rasgos, y recibe una lección de su alumna.
La frase más célebre, es cuando Eliza le dice a Higgins, que Pickering siempre la trató como una dama, y es aquí cuando Higgins se da cuenta de que él no estaba trabajando con arcilla o marfil, sino con un ser humano.
No establece con Higgins relaciones de dependencia, no acepta el servilismo, y no se deja deslumbrar ni por el dinero, ni por la posición social.
“La diferencia entre una florista y una dama, no está en cómo se comporta, sino en cómo la tratan”
El hecho de que Higgins le pida matrimonio a Eliza, obedece más al deseo de no verse alejado de su obra maestra, que a un motivo amoroso o a un cariño sincero hacia ella.
Y claro está, la belleza tiene un rol importante en la historia.
En el mito de Pigmalión se comenta, detalladamente, cómo el escultor creó una mujer muy hermosa e inclusive la adornaba con ropas, collares, y muchas prendas para resaltar aún más su belleza.
Del resto del reparto, a destacar que Wilfrid Lawson, solo tenía 38 cuando interpretó al padre de Eliza Doolittle.
Pygmalion también incluye el debut en una película, breve y sin acreditar, de Anthony Quayle, como un fabricante de pelucas italiano.
Y Moyna MacGill, es la única artista que aparecerá tanto en esta película, como una extra entre la concurrencia; y su nueva versión musical, “My Fair Lady” (1964), esta vez como Mrs. Boxington.
Ambas películas, también fueron fotografiadas por Harry Stradling Sr.; que realiza un gran esfuerzo de dinamización del relato con largos y notables “travellings”, encuadres inferiores y elevados, énfasis en escenas de movimiento colectivo como el baile; la acumulación de acciones simultáneas de los actores, como en la secuencia en Covent Garden; y el uso del collage para explicar el avance del aprendizaje de Eliza.
Muestra la llegada de La Reina mediante una imagen reflejada en un gran espejo, que realza la solemnidad de la ceremonia, y la tensión de la prueba que Eliza ha de superar.
Entre el equipo de producción, también se incluye al célebre y oscarizado David Lean, en su primer trabajo de edición importante, sino que también dirigió la secuencia de montaje de cuando Higgins enseñanza de Eliza; así como el escenógrafo Laurence Irving, y el operador de cámara, Jack Hildyard, que más tarde llevó a cabo la fotografía para los filmes de Lean:
“The Sound Barrier” (1952), “Hobson's Choice” (1954), y “The Bridge On The River Kwai” (1957)
De las escenas, a destacar cuando Eliza se traga accidentalmente una bola, mientras tiene una lección de elocución, la cual no aparece en la obra original, y fue adaptada a las obras posteriores.
Fue hecha durante los ensayos, mientras se rodaba y que quedó registrada tal cual en la edición final.
Hay una escena interesante, y sucede cuando Eliza está durmiendo:
La escena es un compendio de diferentes técnicas que realiza Higgins con Eliza.
En todas, Eliza es burlada y torturada.
Obviamente que el nivel de tortura se aliviana y solamente se nos revela de este modo en los “inserts”, donde Eliza duerme.
El fin último de la escena, es materializar toda una constancia y regularidad en el tratamiento, así como la dureza y dificultad de Eliza por lograrlo.
Al final de la escena, Higgins siente que todavía le falta mucho para mejorar a Eliza, a lo que nosotros entendemos, más ejercitación torturante.
Todo este humor, no podría tapar el carácter torturante de la secuencia.
Los últimos 30 segundos, se materializan en una concatenación de imágenes, el buda riéndose, los libros de Eliza que se multiplican, los discos de pasta que graban su voz, el fonógrafo que lo reproduce, etc.
El sentido de la pesadilla, es mostrar lo inhumano del tratamiento, a la vez de bizarro, pero principalmente lo deshumanizante del tratamiento.
Eliza se convierte en una voz con mala dicción, que debe transformarse.
Las llamas que se apagan, las piedras que come, etc., dan pauta de los objetos inanimados que combaten con Eliza.
El único lugar donde ella podría estar en paz, es en sus sueños.
Pero allí es donde Higgins quiere socavar intensamente, el tratamiento no es para aparentar, sino para dinamitar el interior del paciente, y convertirlo o hacerle creer que es otra persona.
Un tratamiento pesadillezco, donde la pesadilla habita en la realidad y en el sueño con el fin de convertirse en lo real.
Como guionista, Shaw tomó un texto clásico, y lo reelaboró variando elementos, pero manteniendo la idea central de una transformación:
La mujer que pasa de estatua a ser humano.
También se da la transformación del hombre, que pasa de estar deseoso de amor, al ser obsesionado con su profesión, y enamorado de su trabajo.
George Bernard Shaw, escribió la escena del baile, especialmente para esta Pygmalion; así como un nuevo personaje para la misma escena del baile:
El Conde húngaro, Aristid Karpathy, peor siguió el modelo de productor Gabriel Pascal.
Si bien, Pygmalion sigue con mayor o menor precisión la obra de Shaw, la intervención de los otros guionistas, se puede vislumbrar desde el momento en que Eliza se queda el anillo, como sucederá en “My Fair Lady”
Al mismo tiempo, se produce alguna incoherencia en el texto:
Éste intenta potenciar la impresión romántica de que Eliza y Higgins forman la pareja ideal, mientras que en la misma versión, Eliza es mucho más permisiva y agradable con Freddy.
Un dato curioso de Pygmalion, es que fue la primera película británica en usar la palabra “maldición/mierda” en su diálogo; esto sucedía un año antes de la famosa disputa entre el productor David O. Selznick y La Oficina Hays, sobre el permiso para que Clark Gable dijera su famosa frase en “Gone With The Wind”:
“Frankly, my dear, I don't give a damn”
En definitiva, creo que Pygmalion es muy superior a su versión musical, primeramente por cronología a “My Fair Lady”, pues cuenta la historia mejor, sin partes musicales, y en bastante menos tiempo.
Pero es imposible resistirse al poder de atracción e influencia que ha dejado en nuestra retina, y en nuestros oídos, la película a la que puso música Frederick Loewe y letra, Alan Jay Lerner, elevándola hasta el paraíso de los cinéfilos.
Las comparaciones no son odiosas, son inevitables, y llama entonces la atención, que la puesta en escena de ambas se asemejen mucho, incluida la escenografía, aunque no el vestuario, así como la planificación de muchas secuencias, y hasta la composición de bastantes planos.
Ocurre que hasta la interpretación, incluida la modulación de las voces y los acentos, tan importantes en la película, que llevan a cabo los 2 principales protagonistas, guardan un cierto aire de familia.
En cambio, el supuesto romance entre profesor y alumna, que tampoco termino de creer, resulta más convincente en Pygmalion, pues como era costumbre en las películas de Hepburn, sus parejas, Harris, Astaire, Bogart, Peck... se parecían más a un padre que a un futuro esposo, hecho que aquí no sucede, gracias a 2 intérpretes con edades más cercanas.
En realidad, no hay tal enamoramiento en sentido convencional ni en Pygmalion, ni en “My Fair Lady”
El creador se enamora de su propia obra.
No debe entonces sorprender el egoísmo de Higgins; pues el profesor está enamorado de sí mismo, y se recuerda en la letra de la maravillosa canción del musical:
“¿Por qué las mujeres no serán... como yo?”
Sin embargo, vista a día de hoy, se le podría considerar una obra insultante para la clase trabajadora, y humillante para las mujeres.
Apunta de paso que en la clase trabajadora la mujer es despreciable, aunque no lo denuncia, sólo lo acepta y lo paga; y que sin embargo, un hombre puede sobreponerse a su clase, siempre que sea a través de los adinerados, con lo que añadimos la xenofobia…
Todo muy edificante.
Así como también sigo pensando que la obra oculta el cuento de “Frankenstein”, algo de misoginia, y una velada homosexualidad de parte de los personajes masculinos, pero es igual de disfrutable.
Por último, cabe decir que no hay sorpresas con respecto al final, ya que sigue la versión romántica de la obra teatral.
El “happy end”, es que Eliza logra superarse y permite cumplir con su deseo de encontrarse a sí misma plenamente.
El final feliz, es que no termine junto a Higgins en una vida de pareja.
El mismo Shaw advierte, que no se deben esperar finales felices.
En la obra teatral, Eliza se casa con Freddy, y con él monta una tienda de flores.
En la película, el final es ambiguo y abierto; se muestra una petición de Higgins, y oculta acertadamente la reacción de Eliza.
La banda sonora corre a cargo de Arthur Honnegger, la cual es variada, avanzada temporalmente y adaptada a las resonancias de la acción.
“I washed me face and hands before I come, I did”
Pygmalion gira en torno del gran gusto con el cual se recibió la historia, al admirar particularmente el rescate de un mito clásico, su reelaboración adecuada a la época en la cual se escribe, y sus contenidos de ideas interesantes respecto al ser humano, y los planos en los cuales se desenvuelve.
Particularmente, resulta agradable el final de la obra, donde el personaje femenino se da su lugar, y no termina accediendo a una petición de matrimonio que carece de un fundamento válido para ser formulada.
Del autor de la obra contemporánea, George Bernard Shaw, siempre se preocupó por las incoherencias en la escritura de la lengua inglesa, a tal grado de que en su testamento, destinó una parte de sus bienes a la creación de un nuevo alfabeto fonético para el inglés.
Tal proyecto nunca pudo comenzar, pues los bienes monetarios que Shaw dejó no eran suficientes.
Sin embargo, las regalías obtenidas por los derechos de Pygmalion y “My Fair Lady” como obra musical basada en la obra de Shaw, fueron significativas; y los herederos desarrollaron entonces el denominado alfabeto “Shaviano”, un alfabeto diseñado por Kingsley Read para el idioma inglés; que lleva el nombre de George Bernard Shaw, quien pensaba que el uso del alfabeto latino para escribir en inglés, era una gran pérdida de tiempo, energía y papel, por lo que en su testamento estipulaba que se celebrara un concurso para crear un nuevo sistema de escritura para el inglés, con un premio de 500 libras esterlinas para el ganador.
El concurso tuvo lugar en 1958, y el sistema de Ronald Kingsley Read, fue elegido como el ganador, de entre las 467 entradas.
Pocos textos se imprimieron, y el alfabeto “shaviano”, nunca fue considerado seriamente como una alternativa para escribir en inglés.
Como producción teatral, y aquí cinematográfica, Pygmalion establece que se puede conocer el lugar de nacimiento y el grupo social de una persona por la forma de pronunciar las palabras que usa en el lenguaje hablado.
La dicción identifica el origen y el grupo social de las personas… y ahora, si bien en la actualidad la universalización de la enseñanza y la pulsación de la TV y de los medios audiovisuales han reducido las diferencias; mediante el aprendizaje, toda persona, incluso la de extracción más humilde, como una florista callejera, puede conseguir una pronunciación correcta y elevada, lo que le permite superar barreras sociales y laborales.
Y es que en Pygmalion podemos aprender muchas cosas importantes a nivel pedagógico, destacando lo que viene siendo llamado en educación como “El Efecto Pigmalión”, que consiste básicamente en cómo la creencia que una persona tiene sobre otra, puede influir en el rendimiento de esta otra persona.

“Heaven help the master who is judged by his disciples”



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