Las Elegidas

“Tienes que terapearla más cabrón.
Trátala como nadie la ha tratado”

La trata de personas en México, es el comercio ilegal de personas con propósitos de explotación sexual, trabajos forzados, retirada de órganos, servidumbre, o cualquier forma moderna de esclavitud; es un delito internacional de lesa humanidad, y viola los derechos humanos; y está considerado una forma moderna de esclavitud; siendo ubicado 3° a nivel mundial, en un ranking de delitos luego del tráfico de armas, y el de drogas.
Se estima que en el mundo existen 21 millones de personas esclavizadas por la trata de personas, y que el negocio mueve $32 mil millones en todo el mundo.
Específicamente, México firmó y ratificó en 2003, el protocolo de Las Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar La Trata de Personas, Especialmente Mujeres y Niños que obliga a los países firmantes, a generar políticas y medidas de combate a este delito, garantizando también la protección de las víctimas, y colaborar con otros países para combatir la trata.
Y es que México es un país de origen, tránsito y destino de la trata de personas, y este delito se da a través del Norte y Centroamérica, con fines de explotación sexual y trabajo forzado.
Los grupos más vulnerables del delito en México, incluyen a mujeres y niños, migrantes indocumentados, personas indígenas, campesinos, obreros, trabajadores informales, jóvenes, y personas analfabetas o con bajos niveles educativos.
En México, la trata es el 2° delito en importancia económica, luego del tráfico de drogas según El Presidente de La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF)
Dado que la trata es un delito penal, las organizaciones que lo llevan a cabo, siempre trabajan en la clandestinidad, por lo que no se cuenta en México, con datos estadísticos sobre las personas afectadas por este flagelo.
Asimismo, México es un país que provee de víctimas de trata a Estados Unidos, siendo el 2º proveedor, luego de Tailandia.
Esto ocurre de tal manera que las rutas de migración hacia Estados Unidos, coinciden con las de mayor concentración de trata en México; siendo la explotación sexual, el principal motivo de trata, seguido por el trabajo esclavo.
Recientes investigaciones, y el documental “Pimp City: A Journey To The Center Of The Sex Slave Trade” demuestran que uno de los mayores sitios de enganche de mujeres y niñas para la explotación sexual en México, se da en la ciudad de Tenancingo, en el estado de Tlaxcala.
Y es que desde mediados de los años 1970, Tenancingo se ha convertido en el centro de prostitución y trata de personas mediante proxenetas que engañan a mujeres indígenas del sur de México, para después trasladarlas a Tenancingo, de donde son llevadas a La Ciudad de México, o la frontera con los Estados Unidos para ser explotadas sexualmente.
El tema se ha denunciado en diversos medios de comunicación con nulos resultados de las autoridades.
Recientes investigaciones, y el documental citado, emitido en 2014, informan que esta pequeña ciudad de 10 mil habitantes en el estado de Tlaxcala, fue identificada por El Departamento de Justicia de Estados Unidos, como el mayor proveedor de esclavas sexuales en todo Estados Unidos de todo el mundo.
Una vez en Estados Unidos, a veces las mujeres son obligadas a tener sexo con 60 hombres al día, además son transportadas por todo Estados Unidos, y llevadas por los proxenetas a granjas, fábricas y ciudades, para ser obligadas a tener sexo sistemáticamente.
En la ciudad de Tenancingo, todo el pueblo está en complicidad con los tratantes, parte de la policía y la política es funcional a los tratantes, según la productora del documental.
Una estimación de una ONG mexicana, estima que en esta pequeña ciudad, al menos mil personas son tratantes.
En la entrada de su municipio, se suceden mansiones ostentosas y horteras, junto a casitas humildes acabadas con retales.
Los adolescentes del pueblo saben que las primeras construcciones pertenecen a los proxenetas, los mismos que llenan cada año de dólares el manto del arcángel San Miguel cuando sale en procesión.
Las segundas, son propiedades de campesinos, unos don nadie a ojos de los jóvenes.
El oficio de tratante de personas en este lugar, es hereditario; familiar, pues pasa de padres a hijos, de generación en generación.
Porque 4 de cada 5 estudiantes del pueblo, dicen querer dedicarse a la trata de mujeres en una encuesta reciente.
Los hombres de este municipio del Estado de Tlaxcala, en el centro de México, suelen casarse por primera vez a los 14 o 15 años, y a lo largo de su vida van acumulando noviazgos y matrimonios con mujeres a las que poco a poco introducen en la prostitución.
El núcleo familiar, sea padres, madres, abuelos, tíos, se encargan de la empresa y cuidan de los niños que van naciendo, para convertirlos en padrotes en potencia.
Oriundos de este lugar y los alrededores, controlan La Merced, el mayor centro de prostitución de La Ciudad de México.
Entre las calles y hoteles de la zona, se cuentan miles de prostitutas.
Y uno de los trabajos más arduos de La Fiscalía, consiste en convencer a las chicas de que están siendo explotadas sexualmente:
“Muchas siguen enamoradas, y no es fácil hacerles ver, que eso no está bien, que eso no es querer a nadie”, ahonda La Fiscal en su despacho.
Los últimos proxenetas encarcelados, han recibido sentencias de 60 años sin posibilidad de reducción de pena; y considera un logro, que en la última reforma de la ley, se considere un agravante el parentesco en el delito de explotación.
Porque “el amor”, es uno de las artimañas que utilizan los explotadores para mantenerlas indefinidamente en el negocio.
Los proxenetas llegan a tener más de media docena de esposas, concubinas o novias, como se las quiera llamar, trabajando en el mundo de la prostitución.
Con sus coches de gran cilindrada, ropa y joyas caras, impresionan a niñas que provienen de un entorno marginal.
Los hombres se han ganado la fama de seductores.
“Usan el verbo, te enamoran”, sostiene una vecina que repudia la fama que se ha ganado su pueblo.
Una joven guapa del sur de México, creyó encontrar en ese muchacho que la pretendía, el amor que nunca tuvo en su casa, abandonada por el padre y malquerida por la madre.
El chico parecía un exitoso comerciante de ropa, que viajaba por todo el país colocando mercancía.
Se conocieron en un parque, y estuvieron viéndose a escondidas, hasta que él fue a pedir la mano a los padres de ella.
La pareja se mudó a Tenancingo, y se hospedó en casa de la familia del muchacho.
La primera propuesta extraña que recibió la joven, fue la de trabajar como “chica de compañía” en un “table”, unos locales nocturnos donde las mujeres bailan en un escenario, y donde se ejerce la prostitución, aunque de eso no se hable abiertamente.
En ese momento era menor de edad:
“Me dijo que necesitábamos dinero para pagar nuestra boda”, recuerda.
Se negó, y la tensión con su familia política fue en aumento.
La pareja se mudó al DF, y ahí directamente fue enviada a trabajar como prostituta en un hotel de La Merced.
Su cuñada fue quien la inició en el negocio.
La encerró en una habitación de un hotel de mala muerte, El Universia, y le enseñó a poner un preservativo, a masturbar a un hombre, a maquillarse y vestirse para atraer clientes.
Mientras trabajaba, su novio y el hermano iban al cine, y comían en restaurantes del centro...
Al finalizar la jornada, pasaban por la recaudación.
El encierro de la joven muchacha solo duró 6 días.
Al 7° día, la policía entró en el edificio, y detuvo a todos los proxenetas que andaban por allí.
“Gánate su confianza.
Y cuando la tengas, sácala de ahí, y comiénzala a rebajar”
Las Elegidas es un drama mexicano del año 2015, dirigido por David Pablos.
Protagonizado por Nancy Talamantes, Óscar Torres, Leidi Gutiérrez, José Santillán Cabuto, Edward Coward, Alicia Quiñonez, Raquel Presa, entre otros.
El guión es de David Pablos, sobre una idea de Jorge Volpi.
Todo nació con un pequeño guión, que el laureado escritor mexicano Jorge Volpi esbozó.
El tema de dicho relato, que después habría de engendrar una ópera titulada “Cuatro Corridos”, y una novela escrita en verso, Volpi “haciendo un Homero” en todos los sentidos referenciales posibles, se centraba en las relaciones de poder existentes dentro de una vasta red de prostitución ubicada en Tenancingo, Tlaxcala.
La organización criminal, implantada en la más verificable realidad, fue descubierta en el año 2001, y se fijó de lleno en el imaginario colectivo de la zona de donde es originaria la mujer de Volpi; de ahí el punto de partida de ese guión que el cineasta mexicano David Pablos reescribiría a partir de su visión artística, para luego convencer a NETFLIX de la valía de su proyecto, y estrenarlo con bombo y platillo en la célebre plataforma digital.
Producida por Diego Luna y Gael García Bernal, detrás de Canana, la productora que ha catapultado a varios jóvenes talentos cinematográficos mexicanos; Las Elegidas es el drama que representará a México en Los Premios Goya; y debo decir que desconozco las razones del por qué no hizo lo propio para Los Oscar 2017, pues lo merece con Matrícula de Honor; porque esta es una de las historias más crudas, fuertes, y de realidad, sobre la trata de blancas en menores de edad y denuncia el secuestro de menores para la prostitución en México y Latinoamérica.
Basada a su vez en una investigación periodística sobre Tenancingo, un pequeño pueblo rural del centro del país, donde los niños no sueñan con convertirse en futbolista ni en astronautas; mucho menos en campesinos pobres; de mayores quieren ser proxenetas, padrotes del pueblo.
De ahí, David Pablos reescribió por completo el guión durante 2 años de trabajo documental con víctimas, asociaciones y periodistas especializados en trata, con la aportación de sus conversaciones con las jóvenes víctimas de estas redes de depredadores, que las someten con amenazas de matar a sus familias.
“El carácter de denuncia es inherente a la historia”, dijo el realizador que mantuvo el título y el germen de la historia; una maquinaria cultural y económica que empuja a niños a seducir, manipular y anular a otras niñas, hasta esclavizarlas en el mundo de la prostitución.
“La trata de blancas ocurre en todo el mundo, pero lo que sí es bastante específico de México, es que existan familias que se dedican a extorsionar y esclavizar mujeres, trasmitiendo ese negocio como una tradición que pasa de padres a hijos”, explica David Pablos.
Rodada en su Tijuana natal, Las Elegidas nos transporta a los bajos fondos de un negocio sin escrúpulos, donde las menores sólo sirven como mercancía en manos de usuarios inertes; y el director se centra en las víctimas de rostro languidecido, de expresiones desaparecidas, de carmín y máscara de pestañas, de inocencia interrumpida, de hieratismo gélido; y para ello se vale de la sutileza, arma indispensable a la hora de relatar el infierno de estas niñas obligadas a jugar en un mundo de adultos, los mismos que la utilizan como juguetes rotos para satisfacer su ansia, su sed, y su poder.
Allí vemos a Ulises (Óscar Torres) de 15 años, y Sofía (Nancy Talamantes) de 14, que son 2 adolescentes enamorados, que caen en las manos de Marcos (Edward Coward), el padre de Ulises, quien obliga a su hijo a prostituir a chicas jóvenes, haciendo que Sofía sea una de las víctimas que más quiso Ulises.
Él se encarga de traer a sus redes, a jóvenes adolescentes que terminan enamorándose de sus atenciones, su caballerosidad, y sus mensajes de texto siempre halagadores, a veces escritos por Héctor (José Santillán Cabuto), su hermano mayor, y 2° en “el organigrama empresarial”
Se trata de un clan familiar que acoge como propios a los hijos de las mismas prostitutas; inclusive se advierte que hasta podrían ser propios.
Así, Ulises termina por entrar al mundo que negó:
El negocio de tráfico de mujeres que existe en su familia.
Una realidad atroz y brutal, que el gran público no siempre quiere ver en la pantalla grande, pero cuya existencia es sumamente necesaria.
De las pocas del cine independiente mexicano con la oportunidad de exhibirse mundialmente por NETFLIX, que bien merece su visitando con detenimiento para concebir el otro cine del país azteca, el alejado de las marquesinas a falta de inversores y publicidad.
“Tienes que meterle más presión, tienes que verte bien verga”
Las Elegidas, plantea una visión recalcitrante de un tema que los más afortunados verán solo en las noticias, mientras que los menos, se los toparán en el diario andar de sus actividades.
Sin embargo, hay gente todavía menos afortunada, y esas son las elegidas.
Y desde allí, entonces comienza la pérdida de dignidad y derechos de las jovencitas de cualquier condición en la que haya sido elegida.
Las Elegidas, aborda entonces uno de los rincones más tenebrosos de México, un rincón impenetrable a la luz.
El contraste entre el acertado desenlace y las primeras escenas, lo dice todo.
Un filme que se construye desde un núcleo muy primario de “misery porn” en el que David Pablos no pierde tiempo, y de inmediato plantea la historia de Sofía, una niña infeliz, descuidada por su familia, y necesitada de cariño que cae en las garras de Ulises, un chico joven cuya misión es enamorar y reclutar chicas que sirvan al harén familiar.
Sofía es la primera misión de Ulises, y este cae irremediablemente enamorado, abriéndose un dilema moral en el que las lealtades familiares compiten contra el amor, y contra el remordimiento del criminal novato.
Cuando la palabra “elección” es usada como la capacidad de poder elegir en función de una preferencia, sobre una persona que ha perdido misma capacidad de elegir sobre su fin, hay un contraste que ensordece en el tema de la trata de blancas; es donde la película toma fuerza; y se encuentra con la historia de una joven que es forzada por la familia de su novio a prostituirse; de la muchacha que el joven enamora para que reemplace a su novia; de la amiga de la primera joven, que se encuentra atada al negocio porque los patrones tienen a su bebé como rehén; y de los planes de escape de la chica original…
La dirección es casi documental e intimista, emparejada con la estética sombría de Pablos, se siente muy real, tanto que agita los sentidos, y en conjunto impresiona por su impacto.
El director mueve a sus personajes por algunos de los lugares comunes del cine mexicano, aquellos que narran miseria, desigualdad, dolor, injusticia, y un largo etc., pero tiene bonitos escenarios naturales, como símbolo de la libertad; así como se muestra la precariedad, la pobreza, y la miseria de la situación.
Los diálogos, con frases textuales que Pablos sacó de su documentación, podrían valer como un manual de instrucciones del perfecto padrote.
Esa es la perversa educación sentimental que recibe Ulises, un adolescente que se debate entre la culpa y el amor hacia su primera víctima; y la obediencia y el miedo a su familia.
Pablos, que ha pasado parte de su vida en Tijuana, recrea la trata de jóvenes que llegan engañadas a la prostitución, y que al final son incapaces de salir de este submundo de explotación y violencia, porque sus carceleros les “quitan la voluntad.
La mayoría de este tipo de negocios, son familiares”, según el cineasta,
Todos los personajes están diseñados para ser odiados unos, y amados otros.
Los actores principales, los 3 jóvenes son muy buenos demostrando mucha naturalidad que los hace cercanos, y se hacen sentir; y muy curiosamente, la mayoría en su primera incursión en el medio.
“Los protagonistas no son actores profesionales, son adolescentes de Tijuana al límite de la mayoría de edad.
Hicimos un casting de 4 meses por escuelas y por barrios.
Yo buscaba rostros que por sí mismos contaran una historia”, explica el director, que cinceló a su gusto a sus pupilos en talleres actorales a golpe de método:
“Si tenían que llorar desoladas, debían recordar la muerte de su tía en un accidente.
Para las escenas románticas durante el engatusamiento del proxeneta, aprovechaban las experiencias con sus novios.
Lo más importante era protegerles.
Ellos no vieron ni asistieron a ninguna escena fuerte”, advierte Pablos con cautela.
Las Elegidas, de todos modos apenas contiene imágenes de sexo o violencia explícitas.
“Era fundamental que los actores principales, sobre todo los adolescentes, aprendieran a conocerse, a tenerse confianza, y a colaborar.
Asistieron a un taller de 1 mes sobre el tema, para aprender a convertirse en actores, y a acercarse.
Y afortunadamente eso fue lo que sucedió; se formó una verdadera familia, y pudieron asumir las escenas violentas y sensibles”, dijo el realizador.
Nancy Talamantes, da vida a esta Sofía en un alarde de contención.
Su labor es dura, y su papel comprometido, pero ella permanece estática, desafiante, y sobre todo fría, como alejada de esa realidad que le ha tocado interpretar.
Lo que nos llega de ella, es esa incomodidad que intenta sortear de la mejor forma que sabe.
Su dulzura e inocencia, se las han robado, pero su fuerza y su espíritu parecen seguir todo el rato con ella, aunque escondidos para que no se los quiten.
Talamantes, de 14 años, los mismos de su personaje Sofía, explica que ésta no logra escapar de la trampa en la que cae cuando Ulises y ella se enamoran.
Y aclaran que la trata de blancas “no es sólo un problema de México, sino mundial”
Oriunda de Rosarito, Baja California, recomienda a las jóvenes de su edad que “tengan cuidado y razonen”
Por su parte, Leidi Gutiérrez que interpreta a Marta, de 17 años, explica que su personaje desconoce también lo que la espera cuando un día tiene la mala suerte de cruzarse en el camino de Ulises, a quien su padre ha prometido que liberará a Sofía cuando encuentre una reemplazante para ella en el prostíbulo.
“Todo el mundo sabe que están pasando cosas, pero desconocemos en qué situaciones están las personas.
Quizá Las Elegidas nos despierte un poco”, reconoce Gutiérrez, oriunda de Tijuana, ciudad tristemente conocida por la desaparición de cientos de mujeres, situada en la frontera con Estados Unidos.
Aun con la sordidez y crudeza del tema que trata, tiene una gran virtud.
David Pablos prescinde por completo de secuencias gráficas o de sexo explícito; y se distancia del morbo, y el amarillismo aun para una película de temática.
Sobre las escenas de sexo en Las elegidas, vemos a una joven prostituta meneándose desnuda encima de un cliente.
Pablos la filma de espaldas, y delimita la imagen para esclarecer que se trata del punto de vista de alguien que mira por la hendija de la puerta.
Pablos después nos muestra que es Sofía quien está mirando la escena.
Sofía es despojada de su identidad, tanto que sus captores la llaman “Andrea”, y el paso siguiente y último en su proceso de deshumanización, será complacer a un cliente mientras ella actúe como un objeto.
La idea de una mujer con un nombre falso que experimenta un placer falso, le causa horror a Sofía por todas sus implicaciones:
La vergüenza de intimar con un extraño, cuando apenas acaba de perder la virginidad; la desilusión de lo que demostró ser en realidad su relación con Ulises, y el terror de sentirse amenazada en caso de no hacerlo bien.
Talamantes expresa todo ello en una mueca, y define los temas de la trama.
Y es que hay un par de escenas en las que me llevé las manos a la cabeza, y las lágrimas corrieron por la mejilla, y son:
Los clientes de Andrea:
El sexo sucede casi en su totalidad fuera de la pantalla, energéticamente transmitido a través de sonidos, y con la angustia de Sofía escrita por toda su cara, mientras ecos ensordecedores de cuerpos golpeándose uno contra el otro, y fuertes gemidos reverberan en toda la banda sonora.
Así, por un lado vemos la representación de las relaciones sexuales que están obligadas a tener las chicas; y nos encontramos con primeros planos de los consumidores de sexo, combinados con primeros planos de la protagonista en los que ni siquiera pestañea, y con sonidos de las violaciones sistemáticas.
El silencio denso y sucio en el que viven las chicas explotadas, se convierte en un grito.
Otra escena es “el desapego de Ulises, matando el sentimiento” con Marta a punto de fajazos.
Ambas son escenas hechas con una delicadeza y sutileza tan poderosa como horrorosa, de un pavor que el solo imaginarlas causa terror, por lo que se agradece el uso de la elipsis; y claro está, un final tan ambiguo, que genera tanto reflexiones como segundas lecturas.
Logró Sofía escapar, o su huida fue frustrada.
Parece que no escapó…
Esta radiografía del dolor ajeno, logra cautivar el sentimiento arrojado por el terror de lo que sugiere imaginar hechos y acciones que no se muestran al espectador, pero que violentan al personaje que retratan, y la psique del que pretende obviar lo que sucede fuera de cuadro.
El poder indiscutible del tema que se está tocando, y es que en un país como México, en el que toda clase de mafias campan a sus anchas solapadas por las instituciones gubernamentales, pareciera que como ciudadanos no estamos dispuestos a hacerle frente a lo que haga falta con tal de que a nosotros no se nos moleste, vaya, no vamos mover un dedo por las causas que atañen a los otros, como si en lo individual, o en nuestro circulo directo de seres queridos no viviéramos en un riesgo constante de ser víctimas de cualquier tipo de violación.
Otro dato es que Ulises le recuerda a Sofía, que no sirve de nada llamar a la policía “porque trabajan para nosotros”
“No es mi intención denunciar que todas las autoridades son corruptas”, admite el director.
En Las Elegidas, vemos el modo de operar de un grupo dedicado a la trata de blancas, que si bien se nos presenta a través de una historia cursi y telenovelera, puede servir como alerta para conocer el modo en el que estas personas se mueven.
Doy como punto a favor, el hecho de que, a pesar de rozar el melodrama constantemente, se mantiene como un filme crudo y violento, enfocado en la repercusión emocional de las víctimas de dichos delitos.
Algunos comentarios sobre la película, abordaron el tema de la educación en casa, y cómo el machismo se volvía un factor nodal en estas condiciones de violencia.
A pesar de los señalamientos que condenaban a las niñas “tontas” que se enamoraban fácilmente de sus proxenetas, hubo quienes salieron en su defensa, argumentando que la idea del amor, se alimentaba socialmente con “el romanticismo”, el cual es mucho más complejo.
En Las Elegidas, el amor es sobre todo un espejismo, o un juego, hábilmente construido por Ulises y su padre y hermano, con el fin de lavarles el cerebro a las mujeres para que trabajen para ellos.
Una vez que se ve aplicarse la misma estafa en otra chica, a mitad del metraje, se siente realmente temor sobre la interacción en las relaciones, específicamente la del amor joven.
Otra cara de la historia se desarrolla aquí, y es extremadamente espeluznante.
Porque en la superficie, Las elegidas se centra en la trata de personas; pero su centro real, es el desengaño.
Lo que rescata la humanidad de los personajes, son los instantes en que los vemos ilusionados por el futuro, siempre inasible e incierto, pero más en la circunstancia en que se encuentran.
En su mundo sórdido, sus esperanzas son siempre romances dolorosos que culminan en el desastre, o la tragedia.
Esto no quiere decir que David Pablos culpe a las jóvenes por dejarse engañar; más bien representa la melancolía de vivir en un mundo donde el artificio y el engaño se aprovechan de la inocencia, una y otra vez.
Por ello hay un par de escenas en que las 2 jóvenes enamoradas por Ulises conocen a su familia.
En ambas, el padre cumple 54 años, y el hermano de Ulises les pregunta a las jovencitas, por qué se fijaron en el muchacho.
Son escenas exactamente iguales; en donde Pablos está reforzando la idea del engaño, y de la recurrencia en un entorno de impunidad y sadismo.
De alguna manera, Pablos revierte aquella idea de Karl Marx, de que “la historia se manifiesta primero como tragedia, y luego se repite como farsa”
En Las Elegidas, primero se da la farsa en el sentido de engaño; y después se repite como tragedia.
En definitiva, el mensaje que el director quiere dar, es pedir atención a las víctimas de una situación tan detestable como antigua como es la trata de blancas.
La falta de cultura, dinero y oportunidades, hace que se den este tipo de situaciones.
El que Ulises quiera salvar a Sofía de su suerte, no alcanza para que Sofía deje de ser un objeto, ya que en eso se ha convertido, y nunca podrá regresar a ser lo que era antes.
¿Se puede cambiar esta realidad?
¿Cómo poder hacer algo?
O lo único que nos queda es impedir que gente querida y cercana caiga en esto…
“Siempre te enamoras de todas”
Las Elegidas es cine de alta calidad, que espero sea de obligatorio visionado, pues retrata la situación social de latinoamericana, siendo un golpe al estómago para todo aquel que sabe, conocer y contribuye al negocio de la prostitución.
El juego de los sentimientos es poderoso, y se refleja en las miradas de sus protagonistas que gritan por dentro.
Con Las Elegidas, la realidad siempre supera a la ficción, y si una puesta en escena así resulta escalofriante de contemplar, pensar en lo que está sucediendo allá afuera, en el mundo real, resulta una tarea desgarradoramente necesaria.
Hay algo que bajo la podredumbre que consume al país, huele mal, y lo hace con ganas.
Y lo que huele mal, cala hondo en los huesos porque se siente, porque la realidad es un atisbo cotidiano, ahí frente a las narices que nuevamente huelen cosas que la mano no señala.
De eso se trata quedarse callado, y como sociedad, ante la barbarie del crimen y los sucesos delictivos diarios, quedarse callado, se convierte ya en opción.
¡Qué peligroso!
La trata de personas pone en evidencia, que en México y el mundo sigue existiendo esclavitud, y explotación a seres humanos.
La deshumanización esta tan televisada, que nos ha convertido en insensibles.

“Dile:
Yo te amo y haría lo que fuera por ti.
¿Y tú?”



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