Le Monde du Silence

“À partir d'un univers inexploré, vient une expérience de beauté extraordinaire...”
(De un universo desconocido, viene una experiencia de belleza sobrenatural...)

Jacques Cousteau fue un investigador que revolucionó la forma que la humanidad tenía de entender el mar, transformó para siempre el buceo, y con sus documentales, despertó las conciencias hacia la importancia de la ecología.
Su legado es una advertencia a la humanidad, un mensaje que muy pocos han sabido recoger, y que otros han pretendido ocultar.
A Cousteau le gustaba definirse como un “técnico oceanográfico”, pero era en realidad un sofisticado director, y amante de la naturaleza.
Su trabajo le ha permitido a mucha gente explorar los recursos del “continente azul”
Jacques Cousteau, fue un oficial naval francés, explorador e investigador que estudió el mar y varias formas de vida conocidas en el agua.
Se recuerda sobre todo, por haber sido en 1943, y junto a Émile Gagnan, el coinventor de los reguladores utilizados todavía actualmente en el buceo autónomo, tanto profesional como recreativo, con independencia de cables y tubos de suministro de aire desde la superficie.
Cousteau, también era un fotógrafo y cinematógrafo subacuático, y fue el primero en popularizar las películas submarinas.
Las películas y series documentales rodadas durante sus exploraciones a bordo de su buque, el Calypso, han sido emitidas por televisión durante años en todo el mundo, haciendo de Cousteau, el más célebre de los divulgadores del mundo submarino.
Fue, además, una de las primeras personas en defender el medio ambiente marino de la contaminación, apasionado por encontrar y describir todas las especies que habitan los mares del globo terráqueo.
Su trabajo también creó una nueva forma de comunicación científica, criticada en su momento por algunos científicos.
El así llamado “divulgacionismo”, una forma simple de compartir conceptos científicos, fue luego empleado en otras disciplinas, y llegó a ser una de las características más importantes de la televisión moderna.
Cousteau montó también un equipo de filmación para rodar documentales submarinos, que no tardaron en cosechar el éxito popular.
En 1955, obtuvo el primer premio, La Palme d’Or del Festival Internacional de Cine de Cannes por “Le Monde du Silence”, y un año después, ganó el primero de sus 3 premios Oscar al Mejor Documental, iniciando con Le Monde du Silence; que es una adaptación del libro titulado:
“The Silent World: A story of undersea discovery and adventure, by the first men to swim at record depths with the freedom of fish”
Titulado en francés “Le Monde du Silence”, son 2 libros que Jacques-Yves Cousteau concibió y realizó con la colaboración de numerosas personas; y marcó el comienzo de la era moderna de buceo.
El libro contiene 48 páginas de fotos en blanco y negro de varios fotógrafos, y 16 páginas de color disponibles por National Geographic Magazine.
El libro tuvo mucho éxito; y a partir del 50 aniversario del libro, se ha traducido a unos 22 idiomas, y ha vendido más de 5 millones de ejemplares.
“À cinquante mètres de la surface, des hommes tournent un film.
Munis de scaphandres autonomes à air comprimé, ils sont délivrés de la pesanteur.
Ils évoluent librement”
(A cincuenta metros de la superficie, unos hombres realizan el rodaje de una película.
Equipados con escafandras autónomas de aire comprimido, se ven liberados de la gravedad, se desplazan libremente)
Le Monde du Silence es un documental del año 1955, dirigido por Jacques-Yves Cousteau y Louis Malle.
Protagonizado por Jacques-Yves Cousteau, Louis Malle, François Saout, Frédéric Dumas, Albert Falco, André Laban, Denis Martin-Laval, Henri Plé, Etienne Puig, Albert Raud, Emile Robert, René Robino, André Bourne-Chastel, Marcel Colomb, Simone Cousteau, Jean Delmas, Jacques Ertaud, Norbert Goldblech, Fernand Hanae, Maurice Leandri, Paul Martin y Jean-Louis Teicher.
El guión es de Jacques-Yves Cousteau, y está basado en el libro “The Silent World: A story of undersea discovery and adventure, by the first men to swim at record depths with the freedom of fish” (1953), publicado en inglés, en la Éditions de Paris.
Sus autores fueron Jacques-Yves Cousteau y Frédéric Dumas, con la colaboración de James Thomas Dugan.
El libro recorre los 15 años que precedieron su publicación, relatando las pescas submarinas de Dumas, cerca de Toulon, el puesto de enseigne de vaisseau, o alférez, atribuido a Cousteau en la base naval de Toulon; la invención y funcionamiento de la escafandra autónoma con Émile Gagnan en 1943; la compra del barco, nombrado “Calypso” por Cousteau en 1950; y la organización de las primeras misiones de exploración oceanográfica a bordo del navío.
En cuanto a James Thomas Dugan, fue un reportero de la revista estadounidense Yank; que conoció a Cousteau durante la liberación de Francia en 1944, y le ayudó a publicar sus libros, como Le Monde du Silence; y acabó por escribir sus propios libros de divulgación sobre el océano y la exploración marítima.
El documental Le Monde du Silence, obtuvo La Palme d’Or del Festival Internacional de Cine de Cannes; y es hasta 2004, fecha en la que la película “Fahrenheit 9/11” de Michael Moore recibió el mismo galardón; el único largometraje documental en recibir este galardón; así como un Premio Oscar en 1957, al Mejor Largometraje Documental, siendo el primero de los documentales de Cousteau en ganar un Premio de La Academia como Mejor Película Documental.
Le Monde du Silence tiene una duración de 1 hora y 26 minutos; como dato, Louis Malle, era un joven estudiante de cine de 23 años en aquel entonces, cuando la película fue estrenada en Francia el 26 de mayo de 1956.
El largometraje, no se inspira de los contenidos del libro de 1953, sino únicamente de las exploraciones submarinas del Calypso en 1955.
Las escenas submarinas, fueron enteramente rodadas gracias a 2 tecnologías:
Los reguladores CG45 patentados por Cousteau y Gagnan, 10 años antes; y las cámaras submarinas diseñadas por André Laban.
Gracias a las cámaras de Laban, Le Monde du Silence fue el 2º largometraje en mostrar imágenes del mundo submarino en color; y el primero en mostrar imágenes rodadas a 75 metros de profundidad.
Jacques-Yves Cousteau, y Louis Malle, descubrieron al gran público, el colorido y fascinante mundo de las profundidades marinas.
Y aquí nos zambulle, literalmente, en medio del océano, haciéndonos partícipes de una forma de vida basada en respiradores, jaulas protectoras, anti tiburones, sónares, y despresurización.
Naufraga en algunos segmentos, pero su atrevimiento mereció los premios que se llevó, así como la atención que generó.
De eso no cabe duda.
El principal proyecto de la expedición, es la cartografía del fondo oceánico, utilizando sonar avanzado, pero entre el equipo se queda ocupado explorando el océano, y ocasionalmente “interfiriendo” con los hábitos de las criaturas marinas locales.
Navegando a bordo del Calypso, el equipo consta de 12 buceadores, y rodó durante cientos de horas en El Mar Mediterráneo, El Golfo Pérsico, El Mar Rojo y El Océano Índico.
Los más de 25 kilómetros de película, fueron reducidos a 2.500 metros en el montaje final del documental.
Los actores y extras de la película, fueron los mismos marinos que constituían la tripulación del Calypso:
Jacques-Yves Cousteau, Comandante de a bordo, buceador, director y cámara; Louis Malle, asistente de dirección y cámara; François Saout, segundo de a bordo con el grado de Capitán; Frédéric Dumas y Albert Falco, buceadores y cámara; André Laban, buceador e ingeniero químico; Denis Martin-Laval, médico de a bordo; y Henri Plé, oficial de guardia.
Los otros miembros de la tripulación fueron:
Etienne Puig, Albert Raud, Emile Robert, René Robino, André Bourne-Chastel, Marcel Colomb, Simone Cousteau, Jean Delmas, Jacques Ertaud, Norbert Goldblech, Fernand Hanae, Maurice Leandri, Paul Martin y Jean-Louis Teicher.
Otro protagonista de la película, además del hermoso y asustadizo perro chihuahua, el todavía hoy en día entrañablemente recordado, Jojo, el mero.
Le Monde du Silence comienza mostrando  a los protagonistas de un filme sin precedentes:
Buzos que van a realizar una película a más de 150 metros de profundidad y que, sin embargo, como verdaderos hombres del espacio, nadan libres como los peces.
Aquí se da como hecho histórico, el que se había superado, por primera vez, la anticuada escafandra tradicional, dotando al ser humano de una libertad inusitada para la exploración debajo del agua.
Son los buceadores del buque de investigación Calypso, y siguiéndolos en su travesía, que podemos descubrir la naturaleza de formas que hoy son arcaicas, desfasadas e incluso, escandalosas.
Pero en definitiva es fascinante, ese mar, por la cantidad y diversidad de seres que lo habitan, por la relajación que transmite, y por la libertad que hace sentir, al nadar.
Ver el origen de la vida misma; y debido al éxito de la película de 1955, las palabras Le Monde du Silence, se han convertido en una manera popular de hacer referencia al mundo submarino.
“Pénétrer l'inconnu”
(Penetrando en lo desconocido)
Hace casi 60 años, el famoso Jacques-Yves Cousteau y Louis Malle, obtuvieron un reconocimiento mundial, tanto técnico, como histórico por esta película.
Al timón del famoso buque de investigación Calypso, y ambos acompañados por otros tripulantes, nos sumergiremos en un viaje al fondo marino de La Tierra.
En un primer momento, el de la introducción, el célebre Cousteau, estudioso del mundo submarino, explorador, y buceador, hará uso de una terminología, algo ininteligible, pero pronto, Jacques y su equipo, darán paso a otras formas de vida, no sólo de aquella que surge del silencio, de la búsqueda o de la investigación, sino también esa que nace del entretenimiento.
Entretenimiento, todo sea dicho, que a pocos entretendría hoy en día, o eso me gustaría pensar, pero de cuyas imágenes, a veces, uno no puede desprenderse, por su evidente atractivo, más incluso viendo la fecha en que se obtuvieron.
Dato importante para valorarlo.
Gracias, seguramente, a la mano de Louis Malle, que en la época del rodaje tenía 23 años, fue después uno de los directores de más prestigio del cine francés.
Filmó 26 películas, entre Le Monde du Silence, que fue la primera, y 1994.
Fue nominado 3 veces al Oscar, y recibió numerosos premios en festivales de cine y galas anuales.
Como fotógrafo, Malle conoció a Jacques Cousteau, y se enamoró de su proyecto, embarcándose en el Calypso, para convertirse, según palabras del propio Cousteau, “en el mejor cámara submarino que éste había tenido jamás”
Y es que en esta época, durante los años 50, se sabía muy poco sobre los arrecifes de coral, las criaturas marinas, y la profusión de vida bajo la superficie del océano.
Cousteau y su equipo, recorren un largo camino, de hecho han dedicado sus vidas a permitirnos una visión de este fascinante mundo.
Es por ello que Le Monde du Silence, es una obra de “divulgación científica”, que relata las exploraciones submarinas que realizara el investigador francés, a bordo del Calypso, un dragaminas desechado por La Marina Real Británica, que le regalaron en 1950, y convirtió en un buque de investigaciones.
El documental, aunque no fue el primero en mostrar imágenes subacuáticas en colores, pues en eso se le adelantó el filme “Sesto Continente” (1954) de Folco Quilici; sí compendia un importante número de inventos y avances para la exploración del mundo submarino; siendo una de las primeras películas que muestra imágenes de ese mundo.
Al inicio del film, una voz “en off” dice:
“A 50 metros de la superficie, unos hombres ruedan una película...
Provistos de escafandras autónomas de aire comprimido, están liberados de peso.
Caminan libremente”
Era el sueño de Jacques Cousteau, “alcanzar la libertad en el mar”
Es en el Calypso, en el que Cousteau y su grupo viajan por El Mediterráneo, El Mar Rojo y El Océano Índico y, a partir de 1951, ruedan cientos de horas de película.
Son 25,000 metros que quedan reducidos a 86 minutos en la versión cinematográfica para el público; donde veremos en este insólito lugar que es el océano, y capitaneados por Cousteau, desde delfines grabados en plena y gozosa celebración, hasta belicosos jardines de coral devoradores de peces.
Es curioso, sobre todo curioso, ponerse en el lugar de estos defensores del medio ambiente marino, en pleno 1956.
Visto así, se trata de un documento valioso, aunque pienso que hay que abstraerse bastante para no sentirse un poco contrariado, como suele ocurrir al ver otros documentales dedicados al hombre y La Tierra, por el hecho de que los humanos no interfieran en la naturaleza… salvo cuando les apetece o les conviene.
Porque da la impresión que, antes de esta, pocas películas se habrían realizado, tan a fondo, y en profundidad, en torno a las profundidades del océano y el mar, con todo lo que ello puede implicar.
Resulta fascinante desde sus primeros cuadros, que muestran a 5 buceadores que descienden a través de la extensión azul del océano.
Cada uno lleva una llamarada brillante, encendiendo un camino de la luz en las profundidades oscuras del océano, mientras que una cascada de burbujas sube a la superficie en su estela.
“Este es un estudio cinematográfico a 65 pies bajo el mar”, anuncia el narrador.
Estos son los “menfish” de Cousteau, buceadores que, gracias al “aqualung”, han ganado la motilidad de las criaturas nacidas para vivir en el mar.
Ellos bucean profundo, a más de 200 pies, y entran en lo que Cousteau llama “el mundo del rapto”
A esta profundidad, el cuerpo no puede procesar los niveles aumentados de nitrógeno en el torrente sanguíneo, y los buzos sufren de “narcosis de nitrógeno”, una intoxicación instantánea que, según Cousteau, “hace que el coral asuma formas de pesadilla”
En este sentido, llama la atención lo bien equipados que están, pues no solo se hacen a la mar, sino que cuidan médicamente muy bien a su tripulación, generando momentos algo cómicos.
Ellos se sumergen aún más, a 247 pies, y filman lo más profundo jamás capturado en ese momento por un camarógrafo.
Por otra parte, las ambiciones poéticas intermitentes de los cineastas, están justificadas cuando las cámaras exploran el naufragio de un carguero torpedeado, convirtiéndose el comentario, en una elegía para la nave perdida y su tripulación.
Son unas escenas casi dantescas, apocalípticas si se quiere, que muestra los vestigios de una civilización hundida.
Hay algunas imágenes increíbles sobre esto:
La campana de un naufragio se limpia para revelar su identidad “The Thistlegorm”
Llegan incluso a rodar en los lugares más insondables de aquél entonces.
Y no se cortan…
La investigación y sus beneficios, pero también sus atrocidades, como esa forma de hacer un censo de peces vivos, a base de matar peces usando dinamita…
Pero no nos adelantemos.
Técnicamente, la película es muy, muy buena; se nota la mano de Louis Malle.
Lo mejor es la estética retro de los buceadores, al estilo del “20.000 leguas de viaje submarino” de Jules Verne.
A destacar que la impronta creativa de un autor como Louis Malle, denota ya en la selección de los elementos estéticos que componen el filme, y en la estructura literaria del mismo, que el genio mostraría años más tarde en su filmografía.
Queda claro en este documental que, además del interés investigativo, hay una profunda preocupación estética y narrativa, que desea construir un mundo de imágenes palpitantes, vivas, y de entrañables marineros que hacen uso de los recursos naturales con la prepotencia de un conquistador.
La utilización de lámparas rojas, que proveen un excelente contraste en el fondo marino azul, y el juego con las burbujas de la secuencia inicial del filme, los puntos de vista dobles, el juego con la colorida naturaleza del arrecife, y la construcción narrativa, a través de los elementos que componen la vida de un buceador, como los problemas con el nitrógeno en sangre, muy buena escena con tono de comedia; el uso de la cámara hiperbárica, las opíparas cenas recién capturadas, el juego con los propulsores, la belleza del mundo submarino, y los seguimientos continuos y de larga secuencia son para la época impresionantes; todos elementos ideales para construir una historia sólida, y de una belleza tan deslumbrante que hace, por momentos, olvidar la crudeza de algunas imágenes, como la muerte del ballenato o el pez erizo agonizante...
También, la película mostró al público, los primeros “scooters” submarinos.
Por tanto, a Cousteau se debemos el “divulgacionismo” de conceptos científicos en la televisión actual, algo que no fue bien visto por algunos especialistas de la época.
Y es que él compartió sus conocimientos del llamado “Continente Azul” en más de 110 documentales de la serie para TV “L’Odyssée sous-marine du Commandant Cousteau”, que en América se llamó “El mundo submarino de Jacques Cousteau”
Pero El Comandante, también tiene sus detractores.
Cuando Le Monde du Silence se exhibió, la gente aún no estaba sensibilizada sobre la protección de las especies.
En la película, algunas escenas son particularmente criticables, según los criterios del público del siglo XXI, como la masacre de tiburones, la pesca con dinamita, que ellos mismos dicen es “ilegal”, y las laceraciones de cachalotes...
En particular, con el daño producido por el barco a un cachalote joven, la tripulación se ve forzada a asesinar al animal, al tiempo que llegan los tiburones…
Cousteau narra:
“Para nosotros los buceadores, los tiburones son nuestros enemigos mortales”
A medida que los tiburones desgarran el cadáver de la ballena, El Capitán continúa:
“Cada marinero odia a los tiburones, después de lo que hemos visto, los buceadores no pueden detenerse, agarran todo lo que pueden para vengar a la ballena”
Por lo que los hombres proceden a capturar brutalmente a los tiburones, rasgando sus bocas abiertas, mientras que los tiran a bordo, golpeando algunos de ellos con el extremo romo de un hacha…
Los biólogos marinos, odiarían tales actitudes y comportamiento hoy, sin embargo, como con las langostas y los peces voladores antes en la película, el francés probablemente hizo buen uso de ellos en la cocina...
Sobre la “dinamitación” del arrecife, dicen que es la única manera de numerar la población de mar, qué extraña ironía, matar criaturas para identificar a los vivos.
Hay otra escena, donde un buceador utiliza una tortuga para moverse en el agua, y ésta se nota exhausta, tanto que el buzo tuvo que abandonarla cuando estaba sin aliento, y tuvo que subir por oxigeno...
Hay varias escenas que son de una masacre en vivo, que no parecía molestar a nadie en el momento de la liberación de la película, y que incluso Cousteau lamentó más tarde.
Aquí, los llamados “ecologistas” demuestran un alto nivel de violencia, golpean, arponean, desfiguran a los tiburones, que un miembro de PETA los llamaría “Animal Nazis”, o “Apocalypso”
Por tanto, dar a Spielberg un descanso, pues con “JAWS” (1975) no comenzó toda esa tendencia contra los tiburones.
Esta es la exhibición climática de la violencia, seguida sólo por el descubrimiento de tortugas gigantes en una isla, y en ese punto de la película, ni siquiera nos sorprendemos al verlos sentados sobre ellos, y fumando cigarrillos...
Su estilo arrogante, también los ve explotar parte de un arrecife de coral, y recoger los detritos en nombre de la ciencia, es un enfoque terriblemente destructivo de la taxonomía, si se quiere…
Pero es necesario colocar la película en el contexto del descubrimiento del universo marino por el gran público de aquella época, cuya visión de la naturaleza es muy anterior a los debates ecologistas, y a la protección de las especies marinas.
Estas eran prácticamente inexistentes en 1956, y es perfectamente comprensible, que el público y las autoridades de la época, no mostraran ninguna reacción de protesta en presencia de tales escenas.
Por ello, muchos no dudan en tildar a Cousteau de “delincuente” o hasta “embaucador” por usar estos métodos poco ortodoxos.
Posteriormente, Cousteau se hizo más consciente del medio ambiente, involucrado en la conservación marina, e incluso fue llamado “el padre del movimiento ambiental” por Ted Turner.
De igual forma, es bueno aclarar que el polémico Cousteau venía del mundo militar, no era científico, que lo movía más la vocación de un explorador aventurero, y que además, no es sino hasta los años 70, cuando comienza a observarse críticamente el acercamiento del hombre a la naturaleza, y surge una preocupación por las afectaciones a la biodiversidad, debidas a la sobre explotación, la contaminación, la pérdida de hábitats, el cambio climático, etcétera.
“Vi cómo mueren los peces que yo amo.
Busqué las causas.
El hombre es culpable”, explicó Cousteau, para quien la tecnología no es la desgracia de la humanidad, sino las personas, que usan la tecnología.
Y personalmente, no era mediático, a Cousteau no le gustaba estar en primera plana, era reservado y callado.
Odiaba el mundo de las apariencias, y sólo se relacionaba con los grandes y poderosos del mundo, cuando se trataba de poner su nombre al servicio de su objetivo, y no al revés.
Por ejemplo, en La Conferencia de Las Naciones Unidas sobre El Medio Ambiente y El Desarrollo, conocida más comúnmente como “Cumbre de La Tierra”, que se celebró en la ciudad brasileña de Rio de Janeiro en 1992, Cousteau fue la única persona que no era un político, que apareció en la fotografía grupal de Los Jefes de Estado.
Criticó abiertamente al entonces Presidente de Francia, Jacques Chirac, por sus pruebas atómicas en El Pacífico sur, y descalificó al entonces Ministro de Medio Ambiente Brice Lalonde, diciendo:
“¿Lalonde?
El no representa ninguna autoridad”, indicó Cousteau.
Pero en cuanto al entretenimiento, que muy probablemente alentó a SeaWorld en su caza indiscriminada de delfines y orcas, generando un Holocausto en las especies marinas, acá vemos chicos que vagan en el barco usando bañadores, fumando cigarrillos, y no actuando como los ecologistas de corazón noble que esperamos.
Claro, son expertos en el buceo, y la película cumple su valor documental, educándonos sobre los orígenes del buceo y tal, pero estas no son las partes que más captará la generación “Capitán-Planeta”
Bien se podría juzgar, que los pseudocientíficos se dedican a matar tiburones y a ahogar tortugas, explotar con dinamita corales preciosos, y todo con la excusa de que es para la exploración y estudio “científico”, cuando lo que realmente es para el entretenimiento de unos niños con mucho dinero.
En cualquier caso, las imágenes siguen poseyendo una extraña belleza y fuerza.
Un documental necesario, en resumen, ya que el fondo marino es algo verdaderamente interesante, y que continúa siendo un misterio inexplorado.
Pero repito, la película es anterior a la protección de las especies y al movimiento ecologista; como ejemplo, se puede resaltar que el libro del mismo título, anterior en varios años a la película, no se menciona la contaminación del mar ni la desaparición de especies, excepto una cita a la extinción de la foca monje en El Mediterráneo, a causa de su cacería, iniciada en el siglo XVII, para comercializar su piel.
Pero sobre todo, Le Monde du Silence es un milagro tecnológico, y la película no hubiera sido posible sin 2 inventos principales:
Por un lado, el perfeccionamiento definitivo del regulador para la escafandra autónoma, patentado en 1943 por Emile Gagnan y Jacques-Yves Cousteau; y por otro, las cámaras submarinas de 35mm, diseñadas y fabricadas por André Laban, Claude Strada y Armand Davso.
Estos 2 elementos fueron fundamentales en el logro de un filme de una calidad visual, y un dinamismo envidiable para la época.
Visto con la luz que da el tiempo, aporta un interesante punto de vista respecto a los grandes cambios que ha habido en solo medio siglo, respecto al acercamiento a una naturaleza cada vez más expuesta y vulnerable.
Del equipo, reafirmar que Le Monde du Silence fue para Louis Malle, su primera experiencia de dirección cinematográfica, como asistente de Cousteau.
Cousteau se había dirigido a la IDHEC, una escuela de cine francesa de la época, para obtener un asistente de dirección, y de entre los estudiantes que le propuso la escuela, eligió a Malle.
Este último tuvo a partir de entonces una larga y prolífica carrera de director de películas, pero aunque buceara durante su primera experiencia cinematográfica, nunca fue un verdadero buceador, tanto que se hirió los tímpanos durante una de las inmersiones del rodaje, y no buceó nunca más.
El encuentro del Comandante Cousteau, en 1944, con James Thomas Dugan, fue lo que decidió este último a lanzarse en la divulgación de las exploraciones oceanográficas.
Ayudó al Comandante no sólo a editar sus libros, Le Monde du Silence, 2 libros diferentes que no hacen más que compartir el título:
Uno es de 1953, y el otro de 1957; pero también “El Mundo sin Sol” (1964), libro y película documental, ambos de Cousteau, que relatan los experimentos científicos:
Précontinent I y Précontinent II.
Albert Falco, uno de los 12 buceadores del Calypso, se convirtió más tarde en capitán de ese barco.
El programa de investigación, Précontinent I, fue realizado en la bahía de Marsella, frente al archipiélago de Frioul, cerca de Pomègues y del Chateau d'If, a partir del 14 de septiembre de 1962, y con el objetivo de estudiar la permanencia prolongada del ser humano en un medio confinado submarino.
En el curso de ese primer programa de investigación, Albert Falco se convirtió, junto a Claude Wesly, en uno de los 2 primeros “oceanautas” de la historia, tras haber vivido una estancia submarina de hasta 7 días.
Le Monde du Silence, termina con un encuentro más amable, con un mero apodado Jojo, pero incluso el narrador tiene una sensación de condescendencia hacia el animal, y parece que el film trata de hombres que amaban el mar, pero no trataban a sus habitantes con igualdad respeto, todavía existía esa desconfianza y el odio ancestral bombeando en sus venas machistas... y tan extraño como suena, quizás son todas estas características polémicas que hicieron del documental, una película interesante.
Sólo era un reflejo honesto y audaz de su tiempo, cuando no había ecologistas, o ecólogos, sino aventureros tan defectuosos e irrespetuosos como los cazadores de tesoros; y como curiosidad, no hay ninguna mujer en el barco…
Le Monde du Silence, es uno de los trabajos más bellos, entre los innumerables cortos, documentales y series de televisión que Cousteau realizó, según explicaba, haciendo ciencia pagada por el cine.
Sin dudas, es el pionero de este tipo de documental, al cual muchos le reprochan ser más figuración que ciencia, y del que ha sido disciplinada la mayoría de los canales televisivos dedicados a la vida salvaje y, en especial, National Geographic, que dramatiza profundamente el mundo animal, desvirtuándolo en su esencia para beneplácito de los amantes de las bellas imágenes, y los salvajismos novelescos.
Maravilloso documento de una época, no es una pieza fácil para espectadores delicados, y que alberguen en sí, con demasiada convicción, la exaltada compasión finisecular que la humanidad ha desarrollado por casi todas las especies animales, como reflejo extremo, y en negativo de las prácticas que se exponen en este “mundo sin sol” con algo se ruido y mucha acción.
Es obvio que el mundo del mar sería mejor dejar sin humanos, de hecho, las especies de peces no sufrirían mucho, por el contrario.
Así que es obvio que los hombres tuvieron un impacto en los océanos, y estamos condenados, pues ya han pasado 10 años desde que nos han informado acerca de esta “verdad incómoda”
Es cierto que tenemos suficientes documentales para mirar con ojos hipócritamente desgarradores, cómo el mar solía ser.
“Chaque fois que nous nous immergeons, nous apprenons quelque chose de nouveau”
(Cada vez que nos sumergimos, aprendemos algo nuevo)
Jacques-Yves Cousteau, defendió la preservación de los mares y la vida submarina, y luchó contra las investigaciones nucleares.
Para este científico, adelantado a su tiempo, era la propia supervivencia del hombre la que está en peligro cada vez que se atenta contra el equilibrio ecológico.
Dentro del legado que Cousteau dejó al mundo, se cuentan:
Desveló la vida submarina a través de más de 115 documentales de televisión y películas.
Aportó al conocimiento de las especies marinas, su clasificación y comportamiento, descubriendo nuevas especies marinas.
Fue el coinventor de la escafandra autónoma moderna, junto al ingeniero Émile Gagnan, convirtiéndose, por así decirlo, en el primer “hombre rana del
mundo”
Adaptó las cámaras fotográficas al medio acuático, siendo un imaginativo y genial divulgador de la ciencia, así como su contribución con la medicina submarina.
Participó en el diseño de la turbo vela, una tecnología que permite que un barco se desplace por medio de la energía eólica.
Jacques Cousteau, luchó por que La Antártida fuera consagrada a la paz y la ciencia.
Fue el inventor de numerosos ingenios de exploración submarina, y a bordo de su famosa nave, Calypso, fue capaz de llevar a los hogares, los misterios y las maravillas del mundo submarino, siendo uno de los pioneros en la defensa de las causas ecologistas.
Sus trabajos en la exploración, divulgación y conservación de las maravillas del mundo subacuático, le valieron tanto incontables galardones como el reconocimiento internacional, como lo es, ser Caballero de La Legión de Honor por sus servicios a La Resistencia.
Fue promovido a Oficial, y Comandante por sus logros científicos.
En 1973, junto con sus 3 hijos, y Frederick Hyman, creó la “Sociedad Cousteau” para la protección de la vida oceánica, que ahora tiene más de 300.000 miembros.
En 1985, se le concedió La Medalla Presidencial de la Libertad en los Estados Unidos, otorgada por Ronald Reagan.
En lo meramente personal, Jacques Cousteau contrajo matrimonio en 1937 con Simone Melchoir, con la que tuvo 2 hijos, Jan Michel y Philippe.
En 1979, murió su hijo Philippe, al estrellarse el hidroavión en el que viajaba en el estuario del Tajo, en Lisboa, Portugal.
Volvió a casarse en junio de 1991, con la hasta entonces azafata de vuelo, Francisne Triplet, con quien ya tenía 2 hijos:
Diana y Pierre-Ives.
Jacques-Yves Cousteau volvió al “Mundo del Silencio”, el miércoles 25 de Junio de 1997, a los 87 años, por problemas cardíacos causados por una infección respiratoria que padecía desde hacía varios meses.
Su funeral, al que acudió una gran muchedumbre, fue celebrado en La Catedral de Notre-Dame en París.
La Sociedad Cousteau, y su homólogo francés, el “Equipo Cousteau”, los cuales fueron fundados por él, siguen activos en la actualidad.

“Si les océans meurent de notre Terre qui est, si, en quelque sorte, la vie désappariera, tout à coup, ce serait les plus redoutables, mais aussi les plus définitives, les catastrophes de l'histoire tourmentée de l'homme et d'autres animaux partager cette planète avec lui”
(Si los océanos de nuestra Tierra murieran, esto es, si, de algún modo, la vida de pronto desapareciera, sería la más formidable, pero también la más definitiva, de las catástrofes en la historia atormentada del hombre y de los demás animales que con él comparten este planeta)



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