Riding The Bullet

“The dead travel fast”

La muerte forma parte de la vida, pero esto que resulta muy fácil de decir en la teoría, no es tan simple de asumir en la práctica, porque el corazón humano tiene una llamada hacia la existencia.
Existen temporadas en las que una persona puede obsesionarse de una forma intensa con la idea de que va a morir.
El miedo a la muerte, es un temor universal.
Son episodios existencialistas en los que la persona, a pesar de encontrarse bien físicamente, experimenta graves crisis de angustia, en donde la amenaza del fin se vive con un realismo alarmante.
La muerte se presenta como una condena que roba el sentido a cualquier momento de felicidad presente; es decir, bajo la perspectiva de quien está en esta fase, se posiciona en el rol existencialista de Jean Paul Sartre.
La vida se vive con mucha angustia desde esta posición en la que el paso del tiempo se presenta como una condena irremediable sobre la que el sujeto no tiene ningún tipo de control.
Acudir a un funeral, saber que alguien cercano ha muerto, o la simple idea de morir, incomoda a cualquiera pero cuando esa incomodidad se transforma en ataques de pánico o ansiedad, y afecta a nuestra vida, estamos hablando de “tanatofobia”, fobia a la muerte; el cual se genera por 2 motivos principales:
Se puede haber adquirido por una experiencia próxima traumática o por observación, lo que se denomina “aprendizaje vicario”
Es decir, que alguien les haya transmitido ese miedo, y el afectado lo convierta en algo negativo.
En el año 2000, Stephen King usó ese tema, inaugurando el nuevo milenio sacudiendo los cimientos de la industria editorial con un nuevo libro.
“Riding The Bullet”, es un relato de terror, publicado por primera vez en ese año, y luego en una antología de relatos de terror llamada “Everything Is Eventual: 14 Dark Tales”
Pero “Riding The Bullet” (2000) es un relato largo de terror, protagonizado por Alan Parker, un joven universitario de 21 años, cuando un buen día recibe una llamada de su vecina con malas noticias:
Su madre ha sufrido un derrame mientras trabajaba, y está hospitalizada.
Alan, sin vehículo propio, no tiene más remedio que hacer “autostop” para llegar al hospital ese mismo día.
Lo que parece un viaje inofensivo, se convertirá en una pesadilla.
Aquí comienza la historia del protagonista, que hará “autostop” hasta llegar a su destino, y por el camino, vivirá la experiencia más terrorífica de su vida, ya que los conductores que lo recogen, no son de este mundo...
Podremos ver, cómo Alan se angustia, asusta, e incluso tendrá que decidir entre su vida y la vida de su madre.
La clave de la historia, transcurre en un parque de atracciones, siendo una atracción llamada “La Bala” que da el título a la obra, y es la causante de toda la trama.
Esa montaña rusa, tiene un inexplicable poder entre la vida y la muerte; y que ha perseguido a Alan desde que era muy joven, como obstáculo para enfrentar muchas realidades.
La historia del libro puede leerse de un tirón.
No es un mal relato, pero quizá resulta un poco ajeno para cualquiera que no sea de EEUU por muchos datos propios del país; siendo lo mejor de la narración, el tratamiento que hace de la soledad.
“Riding The Bullet” se publicó directamente en Internet, sin pasar por el papel y, por tanto, prescindiendo del hasta ahora intocable triunvirato “autor-editor-lector”
Para estupefacción de todos, El Maestro del Terror, se había saltado el gran intermediario sobre el cual gira la edición de libros, tal como la entendemos desde siempre.
Su propuesta, despertó tantas expectativas, que “Riding The Bullet”, fue lanzado directamente en la página web de Simon & Schuster, la editorial que hasta ahora ha publicado las obras de King, y alcanzó los 400.000 ejemplares en menos de 24 horas; pero el exceso de demandas, bloqueó el acceso a la página, y saturó el sistema.
Además, fue la primera vez que un autor de fama mundial, como King, decide valerse de Internet y, de paso, bautizar “oficialmente” un fenómeno que algunos denominan “literatura virtual”, y otros “libro electrónico”
Como curiosidad, “Riding The Bullet” estuvo disponible para descarga a $2.50; pero unos años después, cuando el cuento ya no estuvo disponible para ser descargado, se publicó la edición impresa, el libro tradicional, y ahí acabó todo.
“Don't you wanna see me before I die?”
Riding The Bullet es una película de terror y fantasía, del año 2004, escrito y dirigido por Mick Garris.
Protagonizada por Jonathan Jackson, David Arquette, Erika Christensen, Barbara Hershey, Cliff Robertson, Peter LaCroix, Jackson Warris, entre otros.
El guión está basado en la novela “Riding The Bullet” (2000) de Stephen King.
Este trabajo marca el debut de King en Internet, al publicarlo en la red, pero luego tenías que pagar para seguir leyendo el resto, toda una buena estratagema comercial.
No obstante, la película no tuvo buen recibimiento en el lanzamiento en los cines, obteniendo un bruto de $134.711 de los $5 millones invertidos…
La pérdida de un ser querido, es una situación por la que muchas personas pasan o pasarán durante alguna época de su vida.
Superar esa pérdida, supone atravesar un proceso de duelo que puede llegar a ser muy doloroso.
El miedo a la muerte es universal, pero cuando es extremo, puede afectar a la vida cotidiana de la persona que lo padece.
Riding The Bullet narra el viaje de “autodescubrimiento” de un joven extraño y obsesionado con la muerte, llamado Alan Parker (Jonathan Jackson)
Cuando Alan recibe una alarmante llamada, su madre ha tenido un ataque y se encuentra en estado crítico en el hospital; para ir a verla, recorrerá esa misma noche, más de 100 kilómetros en “autostop”, pues no tiene carro propio.
El viaje será una auténtica odisea, que le hará conocer extraños personajes, y sufrir terribles experiencias…
En efecto, los sucesivos conductores que lo recogen, encarnan macabras fuerzas del más allá, capaces de anticipar, e incluso modificar el destino de Alan y de su madre.
La clave del pavoroso enigma, radica en un parque de atracciones, concretamente en una atracción llamada “La Bala”, similar a una montaña rusa y que, para horror del protagonista, detenta un inexplicable poder sobre la vida y la muerte…
Esa noche, Alan tendrá que tomar la decisión más drástica de su vida.
Porque toda decisión conlleva una consecuencia, y a veces esta puede pagarse con la muerte.
En su viaje, deberá enfrentarse a sus miedos y fantasmas, a su pasado y futuro.
Alan no deja ni un solo instante de reflejar sus miedos, tanto que en una sola noche, los hace reales...
Riding The Bullet es un relato en el que la cotidianidad más absoluta se convierte en escenario del espanto más innombrable.
Por otro lado, el de la literatura, constituye, además, todo un hito en la historia de la cultura, ya que fue el primer relato en estrenarse mundialmente por Internet, ensanchando así la tradicional relación entre libro y lector.
Si estas obsesionado con la muerte, como yo, ésta es sin duda tu película.
“Fun is fun.
And done is done”
Riding The Bullet es una extraña “road movie” con bastantes toques surrealistas.
A quienes esperen una película convencional de terror, les defraudará porque no es lo que ofrece este film.
Es una propuesta de terror bastante delirante en su carácter, que nos sumerge en un viaje repleto de paranoia y de obsesión mortuoria, donde los demonios y miedos internos afloran a la superficie.
Esta cinta de terror, apuesta a ser una opción con mucho trasfondo psicológico, en donde se despliega un aire a trauma y a fobia hacia lo fúnebre.
Además, hay un ambiente trastornado y surrealista que se apodera de las situaciones, para dar por resultado, un filme alocado, donde el desequilibrio psicológico, es la clave para generar la intriga; y nos zambulle en alternativas delirantes y extraviadas, donde hay lugar para toques de humor negro, ya que siempre la temática que se desarrolla, gira alrededor de la muerte.
Así tenemos en pantalla, un filme que propone una enfermiza ambigüedad entre la locura y la ficción, de asistir a fenómenos de ultratumba.
Ello hace que el filme no sea del todo claro en sus premisas, y por allí se torna demasiado alucinado, pero siempre mantiene cierto grado de atractivo, dado que hay de fondo una atmósfera surrealista que intriga, y atrapa en su trastornada impronta; con muchas secuencias de fantasía y delirio psicológico, la muerte siempre estará presente para encarnarse en personajes y sucesos misteriosos; y para desestabilizar la mente del personaje principal.
Estamos en plena Era Hippie de 1969, Alan Parker, es un joven artista que estudia en la Universidad de Maine.
Se obsesiona con la muerte, y creyendo que está perdiendo a su novia Jessica Hadley (Erika Christensen), tratando de suicidarse en su cumpleaños.
Pero sus amigos le sorprenden, y solo logra cortarse a sí mismo, lo que lo lleva al hospital.
Con el tiempo se recupera, y decide ir con sus amigos a un concierto de John Lennon... donde muchos cuestionan el futuro, con esos artistas de la época, como Janis Joplin, Jimi Hendrix y Jim Morrison, cuando serán viejos…
Atención a ese detalle, pues todos murieron a los 27 años, bajo influencias de las drogas y el alcohol, según dicen…
Así pues, antes de determinar irse para el concierto, se entera de que su madre, Jean (Barbara Hershey), está en el hospital a causa de un derrame cerebral, y está en riesgo vital.
Por lo que Alan decide irse lo más rápido posible, y acaba de noche caminando por la carretera, viendo si alguien lo lleva al hospital, antes que su único familiar muera.
En el camino, lo recoge un hippie, pero tiene un accidente relacionado con las drogas, por lo que más tarde, lo recoge un anciano (Cliff Robertson), que provoca un rechazo inexplicable en el joven, por lo que decide bajar tras recorrer un tramo en su auto, y esperar otro vehículo.
Caminando llega a un cementerio, donde llama su atención la tumba de un muchacho llamado George Staub (David Arquette), que en alemán, “Staub” significa “polvo”, y que según su lápida, había fallecido en esa misma fecha.
Al salir del cementerio, se encuentra con un joven que lo lleva, pero a los pocos minutos, Alan comprende que se trata de George, que de alguna manera se encuentra allí, vivo, a pesar que intenta disimular las heridas del choque que lo mato, y su autopsia…
Tras conversar sobre cosas irrelevantes, fingiendo que ninguno ha descubierto lo que el otro es y sabe, ambos hablan sobre “La Bala”, una aterradora montaña rusa de un parque cercano, que George, poseyendo el botón con la frase:
“Yo he montado La Bala”, que solo se les entregaba a quienes tuvieron el valor de subir al juego; había montado antes de morir, pero Alan jamás reunió el valor para ello.
Finalmente, George habla claramente, y le explica que ha sido despertado esa noche, porque “El Jefe” deseaba entretenerse a costa de Alan, y había decidido que George debía llevarse al otro mundo un alma, por lo que Alan contaba con el tiempo que tardaran en conducir hasta el hospital, para decidir si moriría él, o su madre esa noche.
Al llegar a la entrada del pueblo, Alan toma su decisión, y George lo arroja del auto, no sin antes regalarle su botón de “La Bala”
Alan descubre que está vivo, y entra al hospital convencido que su madre estará muerta, pero no es así, esta se encuentra bien, y se recupera de forma sorprendente.
Esto cambia la visión derrotista y gris que el muchacho tiene de la vida, dedicándose a partir de ese momento, a ser más abierto con su novia, y a aprovechar al máximo el tiempo con su madre.
La película termina, cuando Alan, ahora en sus 40 años, dice a la audiencia, que su madre murió de un ataque al corazón mientras veía televisión, 2 años después de sufrir el derrame.
Él se casó con su novia Jessica, pero el matrimonio no prosperó, aunque no hay amargura en él por esto, ya que piensa que era algo simplemente inevitable.
Alan se dirige al parque temático cada verano, en memoria de su madre.
En la escena final, mientras caminaba de regreso del parque, por la carretera, George Staub aparece nuevamente en su auto, y le ofrece un paseo, pero Alan se niega para molestia de George que sigue su camino.
Mientras lo ve alejarse, Alan le dice:
“Toma tu botón, y vete de aquí”
Riding The Bullet recuerda mucho a uno de esos episodios de series de televisión de misterio, en plan “en los límites de la realidad”
King, como él sabe hacer, te lleva de la mano desde una situación dramática, aunque mundana, hasta el mundo de lo sobrenatural, para dejarte al terminar con un nudo en el estómago.
Consigue conmover al espectador, hablando de la familia, la soledad y la muerte, sin caer en sentimentalismos de folletín; en un excelente recurso, de utilizar los mismos diálogos y situaciones con el protagonista, haciéndolo pasar por esquizofrénico, aunque en alguna que otra escena, el recurso se utiliza por demás.
Y es que en el viaje, la realidad y la obsesión de Alan por la muerte, toman el control, y experimenta situaciones surrealistas; al igual que la ambientación y las escenas confusas que intentan hacerte despistar de la trama, y de repente vuelven al hilo principal; porque su pasado, ha estado marcado por esa influencia tenebrosa desde la muerte de su padre, un motivo que siempre lo intrigó, pues su madre le ocultó la verdad, que su padre se había suicidado.
La historia, se desarrolla mezclando la realidad con las alucinaciones, donde los “flashbacks” profundizan en la personalidad y la vida del protagonista.
Y sus alucinaciones, son el característico humor negro en algunas ocasiones; así como también los momentos de suspense más poderosos.
Todo ello muy bien ambientando.
El viaje de Alan termina por ser una sucesión de malos encuentros y recuerdos personales, entremezclados bastante reiterativos.
Y el final, en plan nostálgico, que llega de repente.
El drama, en un principio más personal y suicida de la sociedad yanqui de finales de los 70, está humildemente conseguido, empezando con el fondo de La Guerra de Vietnam, hasta la muerte suicida de los grandes de la música de Woodstock.
El cúmulo de “flashbacks” y la importancia de lo que piensa y siente el personaje de Jonathan Jackson, tienen una gran importancia en el desarrollo de la historia.
Sin embargo, la primera media hora es un impresionante ejercicio de dirección y edición por parte de Garris, alejándola por completo de lo que se espera de un producto pensado para la televisión.
No obstante, acaba abusando de su virtud, y llega a convertirse en repetitivo, y bastante confuso, pues después de lo sucedido en el cementerio, todo lo demás parece ser producto del golpe que Alan recibió al golpearse la cabeza con un pie de lápida...
Pese a que el comienzo puede resultar bastante comedido, y bastante alejado de lo que esperamos de la mente de King, en el momento que aparece el personaje de George Staub, Riding The Bullet se convierte en un entretenidísimo capítulo de “los límites de la realidad” gracias al fantástico “tour de forcé” que ofrecen Jonathan Jackson y David Arquette.
Como curiosidades, al principio de la película, podemos ver el Playmouth 54 del filme “Christine” (1983) basado en el libro de Stephen King, en varias secuencias, siendo conducido a toda velocidad por la carretera, incluso casi es atropellado uno de los amigos de Alan.
Por cierto, ese mismo automóvil y alguna de sus modelos/variantes, también aparecen en “IT” (1990) filme basado también en un libro de King, y allí, en muchas escenas…
Cuando Alan tiene un “flashback” de su niñez, un autobús casi le atropella, y en ese momento, tras pasar el bus, delante está aparcado el mismo Playmouth.
El coche rojo viejo, con la parte superior blanca, se supone que es un Plymouth 1958, la misma marca y modelo del filme “Christine” (1983).
Pero en el libro “Riding The Bullet”, el coche de George Staub era un Ford Mustang; por lo que los realizadores decidieron usar un Plymouth rojo y blanco como un guiño cinéfilo.
Cynthia Garris, la hija del director Mick Garris, tiene un cameo, y hace de la enfermera Annie Wilkes…
Esa enfermera, que se preocupa por la señora Parker, es también el nombre del antagonista en la novela Stephen King, “Misery”
El director, guionista y productor de este filme, Mick Garris, tiene un cameo como El Dr. Higgins.
Por otro lado, llama la atención la obsesión por la muerte en Alan, y la cultura de muerte que se vivía en esa época.
La maldita historia del “Club de los 27”, que rodeó a las estrellas del rock que murieron trágicamente a los 27 años por abusos de drogas y alcohol, suicidios y extraños accidentes, fueron los responsables de la principal maldición de la música popular de nuestro tiempo.
Las muertes de Jimi Hendrix, el guitarrista más dotado del siglo XX; la cantante de rock y blues, Janis Joplin, estandarte del espíritu libertario de los años 60’; y el carismático cantante y poeta, Jim Morrison, líder de The Doors, todos curiosamente tienen la letra “J” en sus nombres o apellidos, que fueron de carácter individual y ligadas directa o indirectamente al consumo de drogas; o del mismísimo asesinato de John Lennon, fue la crónica del fatal accidente ocurrido el tercer día de febrero de 1959, que se cobró las vidas de 3 de las figuras más representativas del género de esos años, que acabaría encabezando cronológicamente la lista.
Con respecto a la simbología del número 27, en El Corán, por ejemplo, nos enteramos que aparecen citados por su nombre, 27 profetas, Jesús entre ellos.
Para El Islamismo, entonces, el 27 es un número que posee un alto simbolismo en la espiritualidad islámica, ligado a la figura profética, y al diálogo entre lo divino y lo humano.
Para la numerología, en tanto, el 27 es un número compuesto, entendiendo el primero como el dominante, y el segundo como el que apoya o acentúa al anterior, aunque no existen combinaciones negativas, ya que no existen números “malos”; sólo indican momentos de crisis, o de conflictos importantes.
El 27, en concreto, es un número altamente orientado a la espiritualidad, que combina la capacidad creativa con la imaginación, y está marcado por los misterios de la existencia.
Se relaciona también con la salud y con la medicina, con las terapias alternativas, los chamanes y los curanderos.
Y hasta hoy, persisten la duda y la controversia alrededor del “Club de los 27”:
¿Fueron solo muertes accidentales, o fueron asesinatos inducidos por el exceso del alcohol y las drogas, el suicidio, y hasta la intromisión del diablo?
Lo único claro, para algunos, es que el tristemente famoso “Club de los 27″ sigue a la espera para reclutar nuevos miembros.
La última línea de la película, “Todos brillamos”, está tomado de la canción, “Instant Karma! (We All Shine On)”, escrito por John Lennon .
Durante el comienzo del viaje de Alan, podemos escuchar la canción “Ride” del grupo de Indie/Rock Alternativo, Enation.
Dicho grupo pertenece a Jonathan Jackson, quien interpreta a Alan, y a su hermano Richard Lee.
“Well Begun, Too Soon Done”
En general, nadie quiere morir, pero eso es algo natural e inevitable, de hecho es lo más seguro que tiene el ser humano.
Todos tenemos que afrontar la muerte.
El problema es que algunas personas se obsesionan con la idea de que van a morir, tienen una existencia muy desgraciada, y desarrollan un trastorno mental.
Los individuos que presentan este problema, suelen tener personalidades obsesivas, y concentran su tiempo en pensamientos referentes a la muerte, desde cuidarse en exceso para no enfermar, hasta evitar acudir al entierro de un familiar para no tener que ver el cuerpo.
Este problema solo afecta al 2% de la población, sin embargo, es buen pretexto para recordarnos que hay que pensar en la muerte, sin llegar a obsesionarnos con ella, y sobre todo, viéndola como parte de este viaje que es la vida.
Y es que en nuestra sociedad, ha habido un cambio en las últimas décadas con respecto a la muerte.
Antes se le rendía culto en rituales de duelo.
Ahora, ha ido evolucionando hacia una negación, y una ocultación de la muerte.
Cuando muere alguien, no hay niños, no se les habla de lo que significa morir, y eso genera un efecto negativo.
Estar obsesionado con el miedo a la muerte, es un sentimiento muy humano que cualquier persona puede experimentar en algún momento de su vida.
Toda crisis tiene un principio y un final, es una oportunidad fantástica de autoconocimiento para poder evolucionar como persona, conectar con el lado interno, y poner las cosas en perspectiva.
Pero hay que tener paciencia, porque los síntomas no desaparecen en cuestión de un día, sino que es un proceso lento.
Disfruta la vida, no te adelantes a los acontecimientos, y súbete a “La Bala”

“Nothing seems to last.
But the bullet.
The bullet is constant.
The bullet is always there.
You wait in line, that's all.
And when it's your turn to ride the bullet, maybe you ride, maybe you run.
Either way it comes to the same thing.
Fun is fun.
And done is done.
Nobody lives forever, but we all shine on”



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