They Live

“You see them on the street.
You watch them on TV.
You might even vote for one this fall.
You think they're people just like you.
You're wrong.
Dead wrong”

La sociedad de consumo es un concepto socioeconómico, con el cual se denomina a los Estados con desarrollo industrial o productivo capitalista, en los cuales existe un consumo masivo de bienes y servicios, como consecuencia de una también masiva producción, y de que la oferta es amplia, hasta incluso superar a la demanda.
El consumismo, suele ser una de sus características principales, el cual es posible gracias a la disponibilidad de dinero efectivo, o de otros medios de adquisición.
La descomposición social como tal, alude a la ausencia de eficacia de un determinado sector de  la población, y al hablar de este problema derivado del consumismo, podemos precisar que en los últimos tiempos, este ha ido en crecimiento desmedido, a causa de la tecnología que cada vez avanza más rápido, con lo cual, se genera una gran invalidación directa a diferentes capacidades que provocan el deseo de artículos que el hombre realmente no necesita para su sano desarrollo humano.
Así se considera “publicidad subliminal” a todo aquel mensaje audiovisual, compuesto por imágenes y sonidos que se emite por debajo del umbral de percepción consciente, y que incita al consumo de un producto.
También es aplicable a aquellos mensajes visuales que contienen información que no se puede observar a simple vista, como por ejemplo, los anuncios de imagen fija en revistas ilustradas o en carteles.
En el caso de las imágenes en movimiento, el ser humano no es capaz de percibir de manera consciente cada una de las imágenes que se proyectan sobre una pantalla, a una cadencia de más de 14 imágenes por segundo.
Sin embargo, el cerebro sí que es capaz de percibirlas, de tal manera que cualquier mensaje que se inserte por este método, puede ser percibido de forma subconsciente, lo que algunos han aprovechado para afirmar, que este tipo de imágenes, influyen en la voluntad del individuo a la hora de realizar una determinada actividad, como consumir un determinado producto o marca; sentir algún tipo de sensación, placentera o repulsiva; o incitar alguna necesidad:
Sed, hambre, terror, etc.
Un mensaje subliminal, es entonces un mensaje o señal diseñada para pasar por debajo/sub, de los límites/liminal normales de percepción.
Entre los ejemplos, puede mencionarse un mensaje en una canción, inaudible para la mente consciente, pero audible para la mente inconsciente o profunda; o una imagen transmitida de un modo tan breve, como la décima parte de un segundo, que pase desapercibida por la mente consciente pero, aun así, percibida inconscientemente.
Por tanto, la persona puede no percibir el mensaje en forma consciente, pero sí de manera subconsciente.
Los mensajes subliminales, pueden ser desde simples comerciales para inducir a consumir un producto, hasta mensajes que pueden cambiar, de alguna manera, la actitud de una persona.
Cabe destacar que un consenso casi total entre psicólogos e investigadores, llegó a la conclusión de que los mensajes subliminales no producen un efecto poderoso ni duradero en el comportamiento, a no ser que estos estén presentes en la vida de las personas de forma excesiva.
El estudio de la percepción subliminal, volvió a llamar la atención del público a finales de la década de 1950.
En 1957, James Vicary, publicitario estadounidense, demostró el taquistoscopio, máquina que servía para proyectar en una pantalla, mensajes invisibles que pueden ser captados por el subconsciente.
Durante la proyección de una película, aparecían fotogramas con el siguiente mensaje:
“¿Tienes hambre?
Come palomitas.
¿Tienes sed?
Bebe Coca-Cola”
Según Vicary, el resultado fue asombroso:
Las ventas se dispararon.
Su teoría fue recogida por el escritor Vance Packard en el libro “Las formas ocultas de la propaganda”, que causó preocupación de las autoridades estadounidenses en plena Guerra Fría con la entonces Unión Soviética.
De hecho, una ley prohibió el uso de publicidad subliminal, y La CIA comenzó a estudiar su utilización contra el enemigo, en el llamado Proyecto MK ULTRA.
Puestos en claro, el dinero como fin único y, no como medio de adquirir bienestar real, individualiza las bases sociales humanas de solidaridad, generosidad y respeto mutuo.
El individuo actual, es cada vez menos parte de una sociedad, y más una pieza del sistema económico; sus valores esenciales, han mutado lentamente.
El primitivo concepto de plusvalía, ha evolucionado a tal grado, que el propio individuo es convencido subliminalmente, de que el disponer cada vez más horas de trabajo, en virtud de llenar los requisitos de pertenencia a un sector social, determinado por la cantidad o calidad de bienes que posee, vale incluso el sacrificio total de su tiempo, salud y entorno familiar.
¡Qué preocupante!
Para algunos investigadores, psicólogos y publicistas, la publicidad subliminal tiene mucho de leyenda urbana; sin embargo, las investigaciones más recientes, finalmente han demostrado que si las condiciones son las correctas, los mensajes subliminales funcionan.
“Who are they?
And what do they want?”
They Live es una película de ciencia ficción y terror, del año 1988, escrita y dirigida por John Carpenter.
Protagonizada por Roddy Piper, Keith David, Meg Foster, John Lawrence, George “Buck” Flower, Peter Jason, Raymond St. Jacques, Susan Barnes, Sy Richardson, Norman Alden, entre otros.
El guión está basado en un relato de Ray Nelson titulado “Eight O’Clock In The Morning” (1963), inicialmente publicado en The Magazine of Fantasy & Science Fiction, involucrando una invasión alienígena en la línea de películas como “Invasion Of The Body Snatchers” (1956) de Donald Siegel, y una historia titulada “Nada” del comic Alien Encounters.
El director, John Carpenter, describe la historia de Nelson como una película de los años 50 titulada “D.O.A.”, en la cual, un hombre es puesto en trance por un hipnotizador, en realidad es un actor.
Cuando se despierta, comprende que la raza humana entera ha sido hipnotizada, y que criaturas extraterrestres controlan la humanidad; y tiene sólo hasta las 8 de la mañana para solucionar el problema.
Carpenter adquirió los derechos de adaptación cinematográfica, tanto del comic como del cuento, y escribió el guión, usando la historia de Nelson como base para la estructura de la película, bajo el pseudónimo de Frank Armitage, uno de los personajes de They Live.
Con un presupuesto de $4 millones, fue un fracaso de taquilla, pero logró un éxito en el mercado doméstico, con más de $13 millones.
They Live, combina los elementos del “thriller”, con dosis de humor negro, y tiene un trasfondo social; y pone en evidencia los temores contemporáneos a una recesión económica, situación que vivían los estadounidenses en la década de 1980, dentro de una sociedad fuertemente basada en el consumismo.
Los elementos más políticos de la película, son sacados de la creciente aversión de Carpenter, acerca de la comercialización, cada vez mayor, de la cultura popular y la política de los años 80.
“Comencé a ver la TV de nuevo.
Rápidamente comprendí, que todo lo que vemos está diseñado para vendernos algo...
Es todo sobre nuestro deseo de comprar algo.
Lo único que quieren, es llevarse nuestro dinero”, dijo el director.
Al final, Carpenter pensó en las gafas de sol como el instrumento para ver la verdad, que “es vista en blanco y negro; es como si los alienígenas nos hubieran coloreado.
Esto quiere decir, desde luego, que Ted Turner es realmente un monstruo del espacio exterior”
Como dato, Turner había recibido algunas críticas de la prensa en los años 80, por colorear viejas películas en blanco y negro, a menudo consideradas clásicas, y por la emisión de las mismas en sus cadenas televisivas como TCM.
El director comentó la amenaza ajena:
“Quieren poseer todos nuestros negocios.
Un directivo de Universal Studios me preguntó:
¿Dónde está la amenaza en esto?
Todos nosotros nos agotamos cada día.
Terminé por usar aquella frase en la película”
Sin lugar a dudas, se trata de la película más personal del realizador John Carpenter, ya que deja clara su postura crítica hacia el sistema capitalista salvaje; pues aquí hay escenas clave, que delatan esa crítica vestida de ciencia ficción.
Por supuesto, la impronta se deja notar, y ofrece una salida un tanto fantasiosa, aunque no exenta de alegorías y simbolismo muy válidos, de problemas sociales de ayer y de hoy, expresados de forma convincentemente explícita:
La marginalidad social y el desempleo endémico en el capitalismo, reavivados durante sus crisis económicas, así como los mecanismos de alienación de masas, cuyo eje gravita en torno a una publicidad tan agresiva como subliminal.
El contexto histórico en que Carpenter sitúa la trama, finales de los 80, ya no es el de una confianza ciega en los valores del “Sueño Americano”
Al contrario, comenzaban a notarse los efectos de la crisis económica que tuvo lugar cuando las grandes multinacionales descubrieron esa maniobra diabólica llamada “deslocalización”
Era el preludio de la globalización, y la mirada de Carpenter no puede ser más crítica, pesimista y actual.
La acción sigue a John Nada (Roddy Piper) un trabajador que se encuentra fortuitamente unas gafas que permiten ver a las personas en su aspecto auténtico, así descubrirá que importantes personajes de la vida política y social, son en realidad extraterrestres.
Durante su particular cruzada, podrá observar cómo esta raza alienígena ha llenado el mundo de mensajes subliminales que pretenden convertir a los humanos en una especie esclava, alienada mediante el capitalismo, el consumismo y la televisión; viendo anuncios que nos esclavizan:
“Obedece”, “Cásate y ten hijos”, “Este es tu dios”/Dinero, “Haz caso a tus autoridades”, “Ve televisión”
La lucha de Nada, apenas comienza…
Existe una clara similitud entre la situación mundial actual, y la contextualización de They Live, por lo que se podría atribuir un cierto carácter visionario al autor.
Este hecho es innegable, pero no particularmente meritorio, teniendo en cuenta que los países del mundo desarrollado, están cortados por el mismo patrón, y a lo largo de los años se repiten los mismos errores, una y otra vez.
Solo que no habían sido comercialmente analizados en el cine de la forma tan particular como en They Live.
El poder fáctico de los medios de comunicación, las injusticias sociales y la indiferencia de la mayoría de la población, ante una sociedad corrupta, son problemas reales de ayer y hoy, que están plasmados aquí.
Una invaluable obra, que analiza a esos extraños, a veces, extraterrestres gobernantes, empresarios y medios de comunicación, que van por el mundo destruyendo su entorno, explotando la riqueza de un país, y luego que lo han hecho; malbaratarlo o abandonarlo a su suerte, una crónica de la manipulación social, y el doble discurso de los medios que sostienen al sistema, la propaganda y contrapropaganda.
Con pocos recursos pero noblemente utilizados, John Carpenter nos sitúa ejemplarmente en el argumento, en este caso, más bien un contexto que no difiere tanto de nuestra propia realidad.
A través de la ciencia ficción, crítica duramente nuestro sistema de vida, o al que estamos sometidos, y casi de manera visionaria, refleja la actualidad en la que nos encontramos a diario.
Una situación de creciente desigualdad y pérdida de identidad con los gobiernos, a los que nos han llevado las consecuencias de la vil gestión económica.
O algo todavía mejor, nos descubre su naturaleza.
No pueden ser humanos, tienen que ser de otro planeta.
They Live, tiene el espíritu de la mejor serie B, y desprende el gusto del “sci-fi” bien entendido, de hecho, They Live fue posiblemente, la última gran película de ciencia ficción de los 80.
“They are dismantling the sleeping middle class.
More and more people are becoming poor.
We are their cattle.
We are being bred for slavery”
Si existen películas que hablan de un posible futuro/presente, creo que They Live de John Carpenter, es de esas que rompen esquemas, y juegan con una posible realidad en plan cine B, donde Carpenter critica la doble moral de la sociedad actual, en un cuento de ciencia ficción y terror.
Carpenter, considerado uno de los grandes maestros del género fantástico, siempre se ha caracterizado por esconder tras una premisa divertida o terrorífica, un profundo espíritu crítico.
Buena muestra de ello, se da en They Live, donde además ofrece una dualidad interesante, mostrando su lado más amable, y al mismo tiempo más perturbador y suspicaz.
El guión surge de la adaptación de un relato corto de Ray Nelson, titulado “Eight O’Clock In The Morning”, que narra la aventura de un obrero nómada, pacífico y optimista, que en medio de una grave crisis económica y social, llega a un campamento de trabajadores, donde comienza a observar situaciones extrañas a su alrededor.
Pronto descubre que los líderes del campamento, que se dedican a organizar y distribuir los recursos disponibles para ofrecer amparo y comida a trabajadores y familias sin hogar, además forman un núcleo de resistencia en contra del sistema que pretende llevar a cabo una revolución.
Este grupo, se está armando clandestinamente, utilizando una iglesia como centro de operaciones, y trata de despertar de su letargo a la población, colándose en las retransmisiones de televisión, para develar la terrible verdad, causante de todo lo que está ocurriendo:
“Nosotros Dormimos, Ellos Viven”
De todo ello se deduce la idea principal:
El poder que ejerce sobre la población, la manipulación mediática inherente a cualquier sociedad desarrollada, desde la política a la prensa, televisión o publicidad.
Cómo, quienes controlan los medios de masas, pueden establecer a voluntad los principios fundamentales que rigen una sociedad, y someter a la gran mayoría de la gente que, inconscientemente, no sólo asume la faena, sino que contribuye activamente a ella, y la mantiene.
Con un satírico sentido del humor, se identifica la clase privilegiada de la sociedad, la cúpula del capitalismo, con una horda de extraterrestres sin piedad, que sólo pretenden tener a la gente controlada, para explotar los recursos del planeta, lo máximo que les sea posible.
Dichos personajes, quedan parodiados, tanto en su apariencia humana como, sobre todo, con su peculiar estética alienígena, con una marcada influencia del cine de ciencia ficción de los 50.
El grueso de la humanidad, es considerada inferior y fácil de mangonear por los poderosos, quedando equiparada a un rebaño de animales sin conciencia ni voluntad.
A lo que sí se debe reconocer su merecida importancia, es a la capacidad de Carpenter para hablar de todo esto, utilizando un equilibrio perfecto entre la adrenalina de la acción, la sobriedad de la ciencia ficción, y la sátira social, entre la denuncia y la burla, siempre con un halo divertido y esperanzador.
Toda la crítica subyacente, y el contenido serio de They Live, están envueltos por una fábula de ensueño, presentando el mundo como una excéntrica distopía, tan inquietante como divertida, en la que el bueno de Nada, no me malentiendan, es un peregrino en medio de un viaje hacia ninguna parte, tratando de encontrar su destino; se ve envuelto en una surrealista conspiración alienígena que jamás hubiese imaginado, aunque siempre estuvo ahí.
La idea recuerda a Platón, y al Mito de La Caverna, y fue desarrollada posteriormente en films como “The Matrix” (1999)
La realidad que percibes, está controlada por las clases dirigentes, que desean que seas sólo ganado dócil.
Todo lo concerniente al control de las masas mediante los medios de comunicación, o los mensajes subliminales, me parece lo más interesante.
El argumento se constituye pues, como un claro antecedente de la emblemática película de las ahora Hermanas Wachowski; aunque si bien, They Live va mucho más lejos en su denuncia social.
Y es que They Live adelanta las consecuencias de la explosión de la invasión neo-liberal que comenzó con el mandato de Ronald Reagan, de 1981 a 1989; y de Margaret Thatcher de 1979 a 1990; y que ha culminado en la actual crisis que no es más que un fracaso del sistema neoliberal en sí mismo, y que una vez más, paradójicamente, no ha servido más que para afianzar las doctrinas neoliberales, llevándolas aún más a su extremo, en cuyo único objetivo fue:
“El dinero es Dios”
Precisamente para entender el fondo de la película, hay que tener muy en cuenta que They Live está filmada durante el gobierno de Reagan, en sus últimos años como Presidente de los Estados Unidos.
Sus políticas liberales, llevaron el capitalismo al extremo, y provocaron una gran diferencia entre clases que se ve perfectamente reflejada en el film.
Unas políticas que tienen su eco en la actualidad, acuciada por la crisis económica mundial, y a la que las políticas neoliberales o tecnócratas, no solo no están poniendo fin, sino que están entregando mayor poder a los bancos y grandes empresas, a costa de la población, que comienza a sufrir sus más graves cifras de desempleo y desesperación.
Que las de mañana probablemente sean peores, tampoco lo hace más agradable.
De hecho, aun en pleno 2017, no hemos salido de la primera crisis del 1929.
Por lo que Carpenter aprovecha They Live, para despachar dardos contra la cultura conservadora de Ronald Reagan & Co., que predominaba en aquella época, que se caracterizaba por los yuppies, la timba financiera en Wall Street, la aparición de personajes siniestros, dedicados a desguazar empresas y vender sus partes como Donald Trump, terror puro pues ni se pensó que llegaría a ser Presidente de EEUU por el mismo partido de Reagan, los guerrilleros Republicanos; la proliferación de las importaciones, y una separación cada vez más profunda entre pobres y ricos, etc.
Acá, los aliens dominan las empresas, vacían los recursos del planeta, sobornan a los humanos con ascensos, y tienen una cultura consumista basada en mensajes subliminales, lo cual es un detalle cómico.
Porque según dicen, vivimos en una sociedad pos-ideológica.
Somos interpelados, es decir, dirigidos por la autoridad social, no como sujetos que deben cumplir su cometido y sacrificarse, sino como sujetos de los placeres:
“Realiza tu verdadero potencial, sé tú mismo, lleva una vida satisfactoria...”
Cuando te pones las gafas, ves la dictadura en democracia, el orden invisible que sustenta tu aparente libertad.
La realidad es así, una forma de percibir que viene determinada por nuestros propios mecanismos de percepción, y también nuestros propios mecanismos psíquicos.
En cambio, lo real es aquello que surge cuando la realidad queda despojada de los mecanismos bajo la que es percibida e interpretada.
Recordemos el ejemplo “The Matrix” (1999):
La realidad percibida a través de Matrix, y lo real de la dominación mecánico-informática para quien el ser humano no es más que una simple pila energética.
Una visión que en nada es ajena a los psicoterapeutas, psicoanalistas, etc., puesto que en el plano del individuo, ocurre algo parecido entre la ilusión de identidad del yo, y “el orden invisible” que lo soporta, y que no son más que las creencias introyectadas que gestiona nuestro superyó, y los contenidos pulsionales de nuestro inconsciente, y ante los cuales, los mecanismos de defensa que aplicamos, definen la ilusión del yo, y no sólo del yo, sino también del otro, y la de los significados sociales.
No vayamos más lejos y veamos un anuncio de McDonald’s… no lo saboreamos, pero se nos presenta tan apetitoso, que no podemos resistirnos.
Por tanto, They Live se articula en torno a un trabajador no concienciado:
John Nada, un miembro más del “lumpen-proletariado” urbano, a la deriva en un ambiente de crisis económica, un obrero de la construcción desclasado, y no organizado, que convive en un poblado chabolista; con la mochila que porta como lastre.
La toma de conciencia de Nada, acerca del verdadero “rostro” del capitalismo, se muestra en una de las escenas más logradas del cine, que comienza desde el momento en que Roddy Piper se pone las gafas, apenas media hora de metraje; y prosigue en las calles, los mercados, la policía, los bancos, todo ligado a la misma mentira; las gafas serán entonces el elemento iluminador.
Pero Nada intenta convencer a su igual, Frank Armitage (Keith David), mediante la lucha libre y mamporros, como lucha de liberación del otro.
Al final, tendremos la lucha de clases, en la última parte, cuando se produce la búsqueda de más personas al comprender que la acción individual no conduce a nada, y el posterior desenlace, lucha final, con el destape/emisión de TV, como elemento de alienación y vehículo de propagación de la voluntad de las clases dominantes.
El mundo de Nada, es un mundo de la manipulación de la realidad, donde si no estás a favor, eres un excluido social, que al revelarse en contra del gobierno, se vuelve un subversivo enemigo de la sociedad que no está dispuesta a ser liberada por cualquiera.
Es por eso que el mismo Nada, se convierte en un terrorista que termina traicionado por la humanidad que defiende, pues esos lentes que le permiten ver, cómo la realidad es verdaderamente en su crudo blanco y negro, no logran revelarle la naturaleza de quienes son explotados como él, y viven cómodamente en un sistema que defenderían con uñas y sangre.
John Carpenter hace su crítica a la cultura Pop, y el neoliberalismo a finales de los 80 del siglo pasado, a esa cultura de mensajes neutros, sin significado, cuyo único propósito es el adormilamiento de la juventud, el consumismo, y el sostenimiento de gobiernos antidemocráticos, controlados tras bambalinas por grupos de intereses extranjeros; así de claro.
No deja de ser curioso, que el protagonista sea un parado de larga duración, un sin techo, que va viajando en busca de un empleo; y muestra las miserias de La Era Reagan, esa “white trash” que se quedó sin empleo en la crisis de los años 80, y a la que Reagan recortó las ayudas.
También identifica directamente al mal con los políticos, los ricos y las fuerzas del orden.
Ahí es nada, un mensaje bastante revolucionario, la verdad, a veces parece que el guión lo hubiera escrito Fidel Castro.
La revelación que recibirá el protagonista, gracias a un objeto de consumo muy popular en los 80, como unas gafas de sol; le hará tomar conciencia del problema, aceptando que estaba dormido hasta entonces, y decidiendo pasar a la acción.
Desde lo técnico, tanto el tratamiento de las secuencias, llámese planos, puesta en escena, etc., como el montaje, es lo bastante acertado como para ofrecer una coherencia narrativa, y en particular, exhibe sus bondades en el momento de reflejar el ambiente decadente y anodino en el que transcurre buena parte del principio del metraje, al tiempo que nos ofrece una gama de detalles lo bastante ricos, como para que sea necesario más de un visionado.
Sin duda, esto se cuenta entre los puntos fuertes, y compensan en buena parte, bastantes de sus defectos.
Los efectos especiales, adolecen evidentemente de la falta de presupuesto, a la luz de su incapacidad de mostrarse mínimamente convincentes, haciendo plenamente palmaria esa sensación “casera” propia de este cine.
En cuanto a las actuaciones, se encuentran lejos de ser estelares, aunque en este caso, sí es posible aseverar que cumplen suficientemente con las necesidades del guión.
Como dato, durante la película, nunca es mencionado el nombre del personaje interpretado por Roddy Piper, solo en los créditos finales, se indica que el personaje se llama “Nada”, ni siquiera aparece el John, por el que un nombre tan común como John, puede ser cualquiera y Nada… Nadie, literalmente; aunque el protagonista del relato de Ray Nelson, se llama George Nada.
Carpenter decidió dar el papel de Nada, al luchador profesional Roddy Piper, tras ver a este en el Wrestlemania III.
Otro dato interesante, es que el único personaje dado un nombre y apellido, es Holly Thompson, interpretado por la extraña de los ojos celestes, Meg Foster.
Sin embargo, Carpenter no olvida la potencia dramática de los elementos narrativos del Mito de La Caverna de Platón.
El protagonista, de nombre “Nada”, necesita ayuda para destruir la señal que tiene hipnotizada y aturdida a la población, por lo que tiene que obligar a uno de los “prisioneros”, a ponerse las gafas para que vea la auténtica realidad.
Como bien decía Platón, el viaje al conocimiento, es un trayecto complicado, donde la primera dificultad es la negativa violenta del prisionero a ser “iluminado”
Así, aproximadamente 6 minutos de metraje, están dedicados a una brutal pelea entre el protagonista y su discípulo, para obligarle a ponerse las gafas.
El rodaje de esta escena, duró 3 semanas de las 8 que necesitó Carpenter para completar la película.
La implacable actitud de John, para que su amigo abra los ojos, y conozca el mundo que lo rodea, y la negación total de Frank hacia esta, es la representación de la actitud egoísta y lo cegada que es la gente, y lo dificultoso que suele ser, quitar ese miedo ante el cambio.
La secuencia de la pelea fue diseñada, ensayada y coreografiada en el patio trasero de la oficina de producción del director John Carpenter.
La lucha entre Nada y Frank, se suponía que sólo durará 20 segundos, pero Piper y David, decidieron pelear realmente, y sólo falsificar los golpes en la cara y en la ingle.
Por lo que Carpenter quedó tan impresionado, que mantuvo los 5 minutos y 20 segundos de la escena intacta; siendo ese, el proceso del “despertar”, lento, y la duración da el tiempo suficiente para que quede en la retina del espectador, y uno diga, “creo que esto es algo más que una pelea”, o “¿Qué nos quieren decir aquí?”
Y es que nuestra sociedad está adormecida, y creo que esta pelea lo muestra de una manera un poco larga, pero tal vez necesaria; porque es un proceso doloroso, aceptar y entender que lo que nos rodea, no es más que una simulación, una versión disfrazada de la realidad que bajo marcas, slogans, consumo y capital, nos venden la idea de una utopía, que es más similar de lo que quisiéramos, a lo creado por ejemplo por Aldous Huxley, que algo dictatorialmente Orwelliano.
¿Por qué Frank Armitage rechaza tan violentamente ponerse las gafas?
Es como si estuviera al tanto de vivir naturalmente en una mentira, que las gafas le harán ver la verdad, pero que esta verdad puede destrozar muchas de sus ilusiones.
Esta es una paradoja que tenemos que aceptar.
La extrema violencia de la liberación, debes ser forzada para ser libre.
Si confías simplemente en tu espontáneo sentido del bienestar, o lo que sea, nunca conseguirás liberarte.
Las reminiscencias platónicas, no se quedan aquí, sino que el uso continuado de las gafas produce insoportables dolores de cabeza, como aquellos “fulgores en los ojos”, que experimentaban los recién liberados.
La destreza en la lucha del sabio, y cierto toque gay y misógino, aproximan también la película al ámbito inteligible.
No deja de ser interesante, que los alienígenas de Carpenter que se encuentran tras la ilusión de la realidad, estén representados como muertos vivientes, una especie de zombies descarnados.
Ellos son inversores:
La Tierra es sólo un planeta más, su tercer mundo...
Nosotros somos sus recursos naturales, sus pilas en “The Matrix” (1999)
Quieren agotar el planeta, y después marcharse.
Quieren convertirnos en seres indiferentes.
Desean eliminarnos.
Podríamos ser animales de compañía, podríamos ser comida, pero lo que verdaderamente somos, es ganado.
Tras el sueño de realidad, hallamos un mundo simplemente en descomposición, dominado por una sociedad que se ha tornado en sí misma, pura pulsión.
Los inversores de Carpenter, son hoy los mercados, auténticos zombies implacables, pura pulsión, cuya saciedad insaciable de beneficios, consume La Tierra, y los seres humanos para quien estos no son más que simple ganado al que explotar a través de un sueño de libertad que no es más que auto-explotación, la auto-explotación por alcanzar el sueño de una libertad imposible, una libertad paradójica que se formula como una ley implacable:
“Sé libre”
Lamentablemente, They Live pierde bastante interés, cuando se convierte en una película de acción y tiros.
Supongo que el objetivo de Carpenter, era presentar una película de acción con una trama algo más trabajada que lo habitual, y no hacer una encubierta denuncia de la sociedad actual, a través de una película de acción.
Además, llama la atención  que los héroes sean unos obreros de la construcción, el proletariado al poder.
Al contrario que en la ciencia ficción de los 50, donde el enemigo era una metáfora del Comunismo que se apoderaba silenciosamente de las mentes de los ciudadanos biempensantes; el protagonista se da cuenta de que el verdadero peligro es un capitalismo basado en el consumismo desaforado o, como diría el filósofo y sociólogo judío alemán, Max Horkheimer, “un mundo totalitariamente administrado, donde todo, absolutamente todo, será regulado”
Gracias a unas gafas especiales, el héroe es capaz de distinguir la colorida apariencia de la contundente verdad en blanco y negro.
No es extraño que la película esté rodada parcialmente en negro y blanco, el cual incluyó sólo las escenas y secuencias en las que los aliens eran visibles para el público, cuando los personajes están usando las gafas de sol la mayor parte de la película; pero esta estética visual cesa hacia el final, con que los aliens se hacen visibles, y los colorizan para el acto final de la revelación al mundo.
Como curiosidad, en una parte, Carpenter satiriza a los críticos de cine, Gene Siskel y Roger Ebert, del programa Siskel & Ebert & the Movies; donde uno de ellos “Siskel”, denuncian a George A. Romero y a John Carpenter, como “demasiado violentos”
El escritor y director, ha dicho tajantemente, que esta película se trataba de una crítica al “Reaganomics”, un “vehículo para asumir Reaganismo”
Sin embargo, en los últimos años, varios grupos de supremacía neo-nazis, y blancas cooptadas, ha difundido rumores, que en realidad, They Live es una alegoría de los judíos, que quieren controlar el mundo.
Por lo que obligó a Carpenter a responder en Twitter en 2017, declarando:
“They Live trata de yuppies y el capitalismo salvaje.
No tiene nada que ver con el control judío del mundo”
Finalmente, sólo vale la pena enfatizar en el sacrificio definitivo de John Nada ante esta amenaza espacial, el cual ofrece todo, hasta su propia vida para quitar el camuflaje de estos aliens, y hacer que toda la raza humana se dé cuenta en dónde viven, y quiénes los rodean.
Pero el final, nunca es el final.
También se ha criticado bastante el final de la cinta, aunque está no varía en los esencial del relato de Ray Nelson, donde George Nada es derrotado en su carrera contra el sistema, pese haber acabado con el mismo.
Sin duda, They Live es una obra trascendental que, sigue vigente, y por supuesto, refleja nuestro presente, quizás hasta cuándo, dándonos para reflexionar en algún momento:
¿Me gusta lo que vivo?
¿Estoy realmente conforme con lo que me rodea?
La moraleja es simple, pero alentadora:
Un pequeño grupo de gente, puede hacer la revolución.
Sin saberlo, Carpenter se pone “spengleriano”, y nos empuja a dar un paso hacia adelante, y desobedecer.
Él sabía que, en la fase expansiva del capitalismo, con una clase media cada vez más empobrecida, ya no era necesario introducirse en los cuerpos de los estadounidenses, sino que directamente, el objetivo era ahora apropiarse de sus mentes, y convertir a sus habitantes en consumidores acríticos; cuando el primer objetivo de un cuerpo de policía, o de una unidad de anti-disturbios es, como en la película que nos ocupa, borrar una pintada en la pared:
“They Live, We Sleep”
Empezamos a comprender, que Carpenter se ha adelantado a su tiempo, si no veamos el uso de drones con video cámara; y ha firmado una película conspiradora, en la que el objetivo final de “John Nada”, es destruir Cable 54.
Sería fácil pensar en Orwell, pero a diferencia del británico, el neoyorquino Carpenter no desea “ideologizar” a sus protagonistas, sino ponerle cara al enemigo, y ése rostro no es otro que el del libre mercado, el capitalismo salvaje, y sobre todo, las herramientas subrepticias que tiene la élite para modelar, adormeciendo e intoxicando, la opinión pública.
El gobierno, para Carpenter, está en la sombra, y las élites, a la que acontezca el menor indicio de sedición, tendrán preparado un plan de escape privilegiado.
Muy illuminati si se quiere.
Por último, la banda sonora es del propio Carpenter, sencilla en extremo, hasta el punto de reducirse a apenas un puñado de acordes, y juega un discreto papel como ambientación de fondo.
Eso sí, cumple a la perfección a la hora de reforzar la atmósfera en los eventos a destacar, resaltando en concreto, los ambientes decadentes e inquietantes.
“We Sleep”
La actual situación de crisis que atravesamos a todos los niveles, plagada de depresión, conspiraciones y comportamientos marcianos, me recuerda They Live.
Pero el sistema de dominación neoliberal, está estructurado de una forma totalmente distinta.
El poder estabilizador del sistema, ya no es represor, sino seductor, es decir, cautivador.
Ya no es tan visible como en el régimen disciplinario.
No hay un oponente, un enemigo que oprime la libertad ante el que fuera posible la resistencia.
El neoliberalismo, convierte al trabajador oprimido en empresario, en empleador de sí mismo.
Hoy, cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa.
Cada uno es amo y esclavo en su propia persona.
También, la lucha de clases se convierte en una lucha interna, consigo mismo:
El que fracasa, se culpa a sí mismo y se avergüenza.
Uno se cuestiona a sí mismo, no a la sociedad.
Es ineficiente el poder disciplinario que con gran esfuerzo encorseta a los hombres de forma violenta con sus preceptos y condiciones.
Es esencialmente, más eficiente la técnica de poder que se preocupa de que los hombres por sí mismos se sometan al entramado de la dominación.
Su particular eficiencia reside, en que no funciona a través de la prohibición y la sustracción, sino a través del deleite y la realización.
Más peligroso aún, porque es conformismo hecho a la medida de cada uno, o hecho a sí mismo.
En lugar de generar hombres obedientes, pretende hacerlos dependientes.
Seguimos en terror.

“Who has the gold, makes the rules”



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