Peyton Place

“Every Hunger...
Every Emotion...
Every Shame...
Every Fear!”

“Pueblo pequeño, infierno grande”, advierte la sabiduría popular, y Grace Metalious, la malograda autora de “Peyton Place”, hizo suya esa máxima.
Nacida como Marie Grace DeRepentigny, fue una escritora estadounidense, reconocida por su controversial novela “Peyton Place”, la cual permaneció en la lista de “best sellers” del periódico The New York Times por 59 semanas; y el libro vendió 20 millones de copias en tapa dura, y otros 12 millones en su edición de bolsillo.
A los 30 años, Grace empezó a redactar un manuscrito en el que se contaban los secretos íntimos de una pequeña comunidad de Nueva Inglaterra; la cual inicialmente tituló “The Tree and The Blossom”
Y para 1955, había terminado un primer borrador; sin embargo, decidieron que el título era inapropiado, y lo cambiaron a “Peyton Place”
Encontró un agente, M. Jacques Chambrun, quien envió el manuscrito a 3 grandes editoriales antes de ser aceptado por la pequeña editorial Julian Messner Inc., operada por Kathryn G. Messner.
En el momento de su publicación, la novela se convirtió en un fenómeno internacional en ventas.
La historia de las desventuras de un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra, cautivó a los lectores de una forma impensada, y ayudó a Grace a mejorar sustancialmente sus ingresos.
“Peyton Place” es por tanto un libro visionario en muchos aspectos.
Capaz de darle una constante al realismo sucio estadounidense, preludia el mismo y permite unificar y concentrar en unos pocos personajes, una única ciudad y un único decorado, la tienda de modas de Constante, todas las vertientes de la posguerra estadounidense de provincias, sin moverse del sitio; con los rasgos más perniciosos y malévolos de la vida de una pequeña comunidad, cobran vida en Peyton Place; la cual narra parte de las existencias de algunos de sus vecinos, pero no es realmente una novela coral, porque tiene unas protagonistas bien definidas:
Constance MacKenzie, su hija Allison, y la amiga de ésta y empleada en la tienda de Constance, Selena Cross.
La voz y los ojos que nos guían a través de la historia, son principalmente los de Allison, que es el personaje que más cambia a lo largo de la historia; por tanto, es ella la protagonista principal.
Pero hay muchos otros personajes, cuyos trasuntos en los pueblos pequeños del mundo real, seguramente serán fáciles de identificar para cualquiera:
El médico, bondadoso y casi reverenciado; los hombres ancianos desocupados, cotilleando contra todo lo que se mueve; la mujer excéntrica y gratuitamente colocada en una especie de lista negra; el gran señor local que hace notar su influencia en todas aquellas causas que le interesa ganarse…
Aderécese todo esto con la dosis justa de sucesos escandalosos, y nárrese todo con un estilo muy agradable, y un considerable talento, que hace que nada de lo escandaloso parezca barato, y que la vulgaridad no parezca ramplona, sino instructiva; por cuanto constituye reflejo de la naturaleza humana, o de parte de ella, al menos.
Con todo, hay cierta luz en Peyton Place.
Nos reconforta identificarnos con las 3 figuras principales, esas 3 mujeres que, cada una a su manera, luchan por ser más fuertes que su entorno y, en cierta manera, por escapar a él.
Las 3 luchan por su individualidad y su libertad personal, en un ambiente que no favorece el fomento de esos valores, sobre todo si se es mujer.
Y está también la paradoja encarnada por la joven Allison, muchacha de talento y de espíritu buscador:
Ella busca la realización personal a través de la literatura, busca el amor romántico, busca la relación sexual idealizada, busca la amistad femenina perfecta, que está destinada a chocar con Peyton Place, pero que en última instancia, ama el lugar donde nació.
Quizás porque Peyton Place es también una declaración de amor a esos pueblos, a esas pequeñas ciudades que son demasiado pequeñas para contener a algunos de sus individuos, pero que también son el crisol imprescindible para que éstos brillen.
Peyton Place apunta hacia la futura sociedad de EEUU de los años 70, señalando cuáles serán sus vicios y sus virtudes, como si hubiera tenido una bola de cristal para verla.
Prácticamente todo el mundo hallará “su libro” en Peyton Place, desde quien busca una obra melodramática, hasta quien desea literatura social, pasando por el amante de la narrativa británica del XIX, cuyos ecos percibimos claramente en sus descripciones.
Libro por tanto para todos, ya cada uno lo adaptará a sus gustos, encajando precisamente en los mismos como una llave en la cerradura, y siendo capaz de hacer girar el mecanismo de nuestra imaginación, abriéndonos un mundo que existió, y sigue existiendo en muchos lugares del mundo.
Entre las otras novelas publicadas por Grace, se vendieron bien, pero no pudieron equiparar el éxito que representó “Peyton Place” tanto que escribió una segunda parte llamada “Return to Peyton Place” (1959)
Pero con el primer libro, la vida de Grace Metalious, acabó siendo algo mucho más tormentoso que la de sus propios personajes:
Convertida en una mujer rica, abandonó a su familia para alternar con las estrellas de Hollywood en El Hotel Plaza de New York, y se dio a la bebida; desgraciadamente, sufriendo de cirrosis por el exceso en el consumo de alcohol, Grace murió a los 39 años, a tan solo 8 años después de escribir la novela; sola y arruinada.
“Peyton Place” fue el primer ejemplo de “best seller” tal y como hoy lo conocemos, un libro que fue mirado con desdén por editores, y despreciado por la crítica, pero conquistó al público más perseguido por la industria editorial, aquel capaz de convertir algo en oro.
Y es que con la publicación de “Peyton Place”, se borró la distinción entre alta y baja cultura, cuando confundir ambas cosas aún no estaba de moda.
En opinión de muchos, sin este libro no habrían existido “Melrose Place” y “Twin Peaks”, o algunos culebrones o telenovelas famosas.
Algunos paladines de la utilidad, incluso estiman que “Peyton Place” dio empuje al movimiento feminista estadounidense, y revisa la hipocresía moral de la época.
Los lectores que no parecían dispuestos a leer en una novela aquello que ponían en práctica, permitían o sufrían en su vida cotidiana, desde el natural despertar de la sexualidad, hasta el odio racial y de clase, el incesto, el aborto o la corrupción del poder religioso.
Claro que esos mismos lectores habían estado esperando “Peyton Place” sin saberlo.
Y la leyeron millones, algunos incluso a escondidas, mientras en muchos países la prohibían, y algún bibliotecario colgaba incluso un cartel en el que se leía:
“No tenemos ningún ejemplar de Peyton Place.
Si quieren este libro, vayan a Salem”
Símbolo e hija de los tiempos que todavía se viven.
“Small town America will never be the same again”
Peyton Place es un drama del año 1957, dirigido por Mark Robson.
Protagonizado por Lana Turner, Lee Philips, Lloyd Nolan, Arthur Kennedy, Russ Tamblyn, Terry Moore, Hope Lange, Diane Varsi, David Nelson, Barry Coe, Betty Field, Mildred Dunnock, Leon Ames, Lorne Greene, Robert H. Harris, Tami Conner, entre otros.
El guión es de John Michael Hayes, basado en el “best seller” homónimo de Grace Metalious, sobre una joven, su relación con su madre, vecinos y amigos; un libro que se mantuvo durante más de un año en las listas del New York Times como best seller del año 1956, con record de ventas, es evidente que contribuyó a la lucha por los derechos de las mujeres, que comenzaba a reforzarse por aquellos años, y también demostró la gran falacia y el choque generacional que se padecía por la estrechez de miras de los mayores.
En estos aspectos, “Peyton Place” fue una obra revolucionaria, y su gran éxito demostraría que su autora, Grace Metalious, había dado en todo el centro de la diana.
Como era de esperarse, la obra armó revuelo, muchos se persignaron, y hasta se atizó el fuego con avisos retrógrados, provocando la censura.
Y a menos de un mes después de la liberación de la novela, en 1956, el productor Jerry Wald, compró los derechos a la autora por $250.000; y la contrató como consultora; aunque no tenía intención de permitirle contribuir a la producción.
Su presencia en Hollywood, aseguró la publicidad adicional del proyecto, pero Metalious pronto se sintió fuera de lugar.
Horrorizada por la adaptación desinfectada de su libro por el guionista John Michael Hayes, que se vio obligado a lidiar con El Código Hays, y el rechazo a su sugerencia de que Pat Boone fuera elegido como Norman Page; por lo que regresó a su casa en Gilmanton, New Hampshire.
Odió la película, pero finalmente obtuvo un total de $400,000 en ganancias de taquilla.
En el guión, surgen la mayor parte de los problemas que 50 años después no han variado en nuestra sociedad:
Mantener hijos adolescentes en el buen camino, violencia de género, hijos fuera del matrimonio, aborto, personaje alcoholizado, incorporación a filas, muerte de seres queridos, asesinato, habladurías y calumnias de la sociedad bien.
Eran tiempos en que las historias comunes llegaban a la gran pantalla, mostrando la verdad oculta tras las hermosas apariencias:
Envidia, celos, mentiras, secretos, la religión, la conciencia, la independencia personal… el sexo, el amor, la familia, la amistad… temas de toda una vida, mostrados sin tapujos ante una sociedad hipócrita y conservadora.
Una crítica potente y eficaz a la doble moral de la sociedad biempensante, que resulta perfectamente retratada en Peyton Place, que fue la 2ª película de mayor recaudación de fondos de 1958, aunque en los primeros meses de su lanzamiento, no le fue bien en la taquilla, hasta que una tragedia de la vida real le dio un impulso inesperado:
El 4 de abril de 1958, la hija de Lana Turner, Cheryl, mató al abusivo amante de su madre, el mafioso Johnny Stompanato, y fue presa en Juvenile Hall.
La cobertura de prensa de la investigación posterior, aumentó las ventas de boletos en un 32%, y la película finalmente recaudó $25.600.000 en los EEUU.
La investigación de un forense, determinó el asesinato, homicidio justificable, y el fiscal de distrito decidió no acusar a Cheryl con el crimen; y la puso bajo la custodia de su abuela.
Por su parte, Turner temió que la publicidad negativa pusiera fin a su carrera, pero llevó al productor Ross Hunter, a lanzarla en la película de 1959, “Imitation of Life”
Según se dice, del escándalo, Peyton Place ganó $10.1 millones en 4.185 teatros; y posteriormente generó la serie de televisión “Peyton Place”, que se transmitió del 15 de septiembre de 1964, al 2 de junio de 1969; y una secuela para la gran pantalla, “Return to Peyton Place” (1961), que a su vez generó otra serie de televisión, “Return to Peyton Place”, que se transmitió desde el 3 de abril de 1972, al 4 de enero de 1974.
Peyton Place obtuvo 9 nominaciones al Premio Oscar:
Mejor película, director, actriz (Lana Turner), actriz de reparto (Diane Varsi), actriz de reparto (Hope Lange), actor de reparto (Arthur Kennedy), actor de reparto (Russ Tamblyn), guión adaptado, y fotografía; y no obtuvo premio, pero si el reconocimiento de haber sido un filme donde sus actores fueron nominados, empatando un récord establecido 3 años antes por “On The Waterfront” (1954)
Este registro, sería acompañado más tarde por “Tom Jones” (1963), y “The Godfather: Part II” (1974)
Las 9 nominaciones al Oscar, sin una victoria, también ataron un récord de La Academia con “The Little Foxes” (1941); este record fue superado más tarde por “The Turning Point” en 1977, y “The Color Purple” en 1985, ambos de los cuales obtuvieron cero de 11 nominaciones.
La acción toma lugar en el período de preguerra de La Segunda Guerra Mundial, en un hermoso y tranquilo pueblo situado en Nueva Inglaterra, llamado Peyton Place, donde la vida transcurre en forma apacible, pero en la vida privada de sus habitantes, las cosas se dan de otra forma:
Constance MacKenzie (Lana Turner), es dueña de una tienda, y procura ocultar su pasado, en el cual, su hija Allison (Diane Varsi), había nacido, siendo ella madre soltera, ya que el padre, un empresario de New York, era un hombre casado.
A su hija, Constance le ha contado que ambas habían regresado a Peyton Place, después de la muerte de su ficticio padre…
Para sostener las apariencias, ella mantiene una actitud casta e inhibida hacia lo sexual.
Mientras Allison es una muchacha inquieta, con aspiraciones de convertirse en escritora, que trata de imitar a la chica más liberal del pueblo, Betty Anderson (Terry Moore), que a su vez busca por todos los medios, conseguir al adinerado joven, Rodney Harrington (Barry Coe) como marido.
Por lo que Allison se enamora de Norman Page (Russ Tamblyn), un muchacho confundido y consentido.
Pero su madre, Constance, a pesar de sí misma, no puede evitar sentirse atraída por el recién llegado profesor y director del colegio, Michael Rossi (Lee Philips)
Por otra parte, la mejor amiga de Allison, Selena Cross (Hope Lange), es una muchacha pobre, que sufre los abusos de su alcoholizado padrastro, Lucas (Arthur Kennedy)
Un crimen se comete, y en el juicio, el fiscal de distrito (Lorne Greene) y el médico Matthew Swain (Lloyd Nolan), sacan a la superficie, el submundo oculto de escándalo, asesinato, suicidio, incesto y doble moral de Peyton Place.
La película, es digna de los conflictivos melodramas de los años 50, llenos de secretos, crímenes vergonzosos, y personajes con dobles caras, que 60 años después sigue siendo tema de noticias.
“I kissed you.
You kissed me.
That's affection, not carnality.
That's affection, not lust.
You ought to know the difference”
El año de 1957, es el mismo en que la periodista francesa, Françoise Giroud, acuñaba el término “Nouvelle Vague”, y se estrenaban películas como:
“The Bridge On The River Kwai”, “3:10 to Yuma”, “An Affair to Remember”, “Gunfight at the O.K. Corral”, “Witness for the Prosecutiony”, entre otras muchas otras, y junto a Peyton Place, son ejemplos, todas ellas, del radicalismo en los códigos de cine de género hollywoodiense.
Los vientos “nouvellevaguistas”, neorrealistas o “bergmanianos” quitaron el polvo, sin lugar a dudas, a todo el mobiliario decimonónico y tiránico de los grandes estudios, pero es de justicia reconocer, que el cine de Hollywood de los años 50, tuvo que morir por el mismo motivo por el que apuñalaron a Julio César:
Ya no era posible superar la perfección técnica que había alcanzado toda esa maravillosa pléyade de asalariados hollywoodienses.
Muchos dicen que Peyton Place es el pistoletazo de salida del culebrón, tal y como lo entendemos hoy, decano del género televisivo; basada en el “best seller” homónimo de 1956, cuya trama se puede resumir con una frase que luego ha resultado ser el “leitmotiv” de muchas películas posteriores:
“Nada es lo que parece en una pequeña ciudad de provincias”
O de cómo el intento de guardar las apariencias a toda costa, le puede amargar la vida al más castizo.
Además, Peyton Place es una película muy feminista, y muy bien dirigida, con un millón de planos americanos, como Dios/Hollywood mandaba; un reparto excelente, así como el guión y argumento, que la Fox produjo a modo de un auténtico drama romántico, y que arrasó en las taquillas, pues tiene todos los ingredientes de un serial de TV, cercano al folletín, pero con una calidad más que estimable en todos los aspectos.
La historia comienza, aparentemente, como una ñoña descripción de los usos y costumbres de los educados adolescentes estadounidenses de los años 40, en vísperas del bombardeo de Pearl Harbor, y pronto nos vamos dando cuenta de que estamos ante un melodrama de tomo y lomo, en el que, bajo la superficie pulida de la pequeña localidad que da nombre al film, se esconden un manjar incontrolable de celos y deseos reprimidos, alcohol, hijos extramatrimoniales, e incluso incesto y violación.
Pese a su acartonado planteamiento moral, y a que la película comienza con una panorámica e idílica, como si fuera el mismo Dios que ve a sus criaturas;  aterrizamos en Peyton Place.
La vida transcurre en forma apacible, pero en la vida privada de sus habitantes, las cosas se dan de otra forma.
El director, Mark Robson, presenta una localidad idílica que se inserta en un espacio natural maravilloso, donde todo parece que se rige bajo la calma y la buena moral, pero sólo hay que escarbar un poco para que surja una doble cara de los personajes, una doble moral, y se desaten los odios, los celos, las pasiones, la violencia… todo subyace en un espacio que no lo sugiere.
Así es Peyton Place, la localidad donde transcurren esas “vidas borrascosas”
Un lugar idílico, donde sus gentes se dejan llevar por una forma de vida establecida en los 50 de moral intachable, protocolos, apariencias y demás.
Pero también hallarán cosas hermosas bajo la luz de la ciencia y la cultura, que es la única luz capaz de proyectar claridad sobre esos oscuros rincones del alma humana que se oscurecen, todavía más, en los rincones de nuestras naciones, ya saben:
Pueblerinos, provincianos, nacionalistas, y demás endogamias sociales.
Por lo que Peyton Place bascula entre el mundo adulto y el mundo adolescente.
Los hechos que transcurren, ponen a prueba a cada uno de los personajes, y el resultado merece la pena.
Me parece interesante la lectura que se hace durante toda la película de la sexualidad, tema tabú, sobre todo en esa década:
El deseo, el sexo, la represión, el desconocimiento… o la ignorancia.
Así como, también es interesante, las distintas visiones que se muestran para encarar la educación de los adolescentes en un instituto.
La historia transcurre según van pasando las estaciones del año, así la fotografía y el tiempo tiene mucho que ver con los sentimientos que van surgiendo.
No falta nada en este idílico lugar:
Las diferencias de clase, la “lolita”, la inocente, la artista, el tímido, el niño rico rebelde, el amor adulto, el amor adolescente, la putilla, el suicidio, el asesinato, el juicio, la fiesta, el encuentro, el desencuentro, la relación entre madre e hija, el profesor comprensivo, el doctor como voz de conciencia, el sensato, las mentiras, el cotilleo, las apariencias…
No todo es lo que parece, y sumergirse en Peyton Place es subirse al tobogán de las emociones.
Técnicamente, no es un prodigio, pero tiene una hermosa fotografía en escenarios naturales y urbanísticos, muestra la realidad de la vida sin contemplaciones, en un metraje de 2 horas y 30 minutos que se pasan volando; donde se mezclan con la voz ingenua de la narradora, Allison, a la que la vida, y la guerra de trasfondo, obligan a cambiar.
Fotografiada muy bien en Cinemascope, cuando la Fox todavía tenía la patente de este nuevo sistema panorámico que revolucionó el cine, lo cual se nota por sus encuadres y rodaje en general; es un film que se ve con mucho interés a pesar del tiempo transcurrido, ya que hay secuencias que después de tantos años, se podían trasladar al mundo de hoy, pero otras pesan por los cambios existentes en la sociedad de hoy día, desde que se rodó esta película.
El director canadiense, consigue integrar inteligentemente los diferentes escenarios dentro del pueblo, en una puesta en escena trasparente, aunque sin estilo, pero totalmente al servicio de la narración, como hacían los grandes artesanos de Hollywood y, de paso, nos ofrece el retrato de un grupo de adolescentes, de sus miedos, deseos y represiones en los aislados EEUU de la preguerra, así como del clasismo y la hipocresía de sus habitantes, denunciada por el doctor, gran papel para Lloyd Nolan; sentimientos y situaciones todos ellos, que la realidad de la guerra barrerá por completo.
No era ajeno Mark Robson a los retratos de juventudes tempestuosas, pese a que aquí muestre más una juventud poco rebelde y domesticada, por no hablar del planteamiento, digamos moral, que tanto nos chirría hoy.
Del reparto, muy buenos actores, de gran calidad dramática, que cumplen muy bien su papel:
A unos se les toma un gran cariño, tanto que no queremos que les pase algo malo; mientras otros nos llenan de un tremendo odio.
Lana Turner, fascinante como siempre, jugando a la madre que, habiendo cerrado las puertas al amor, no logra adaptarse a los jóvenes de hoy.
Arthur Kennedy, el triste ejemplar del padre irresponsable, que tan sólo llena de sombras la existencia, un ser repelente.
Hope Lange, Diane Varsi, Russ Tamblyn, Terry Moore y Barry Coe, los jóvenes que luchan contra una generación que aún no entiende el derecho a la libre autodeterminación, y que, en el peor de los casos, lo único que pretende es hacerles daño; y que son carne de cañón para una guerra lejos de casa, que ni siquiera comprenden.
Se trata, ahora, de “enseñar la verdad hasta su límite máximo, y enseñar un mínimo de hechos, y un máximo de ideas”, dijo el nuevo rector del colegio, un impagable Le Philips.
En estos principios del nuevo director de la secundaria, estamos plenamente de acuerdo; así como el inicio de la telenovela.
Como dato, Peyton Place representó el debut cinematográfico de Diane Varsi y Lee Philips; y marcó la primera vez que David Nelson aparecía sin su familia:
Ozzie, Harriet y el famoso Ricky Nelson.
Por último añadir la hermosa, magnífica partitura musical de Franz Waxman.
“We were just playing a game called Photography.
You turn off the lights and see what develops”
Peyton Place ha quedado en el imaginario estadounidense, como sinónimo de escándalo social, y no es difícil comprender por qué.
En Peyton Place, hay sexo fuera del matrimonio y escenas muy atrevidas para la época, algo que puede provocarnos hoy una sonrisa indulgente…
¿Se escandalizaban por esto?
Y podemos sentirnos tentados a preguntarnos… pero también hay malos tratos, alcoholismo destroza-hogares, xenofobia, caciquismo y corrupción, hipocresía… cosas que deberían escandalizarnos siempre, y sin embargo, lo provocativo de Peyton Place, es que todos estos males se narran desde la sabiduría y desde la resignación y, por tanto, desde cierta indiferencia que nos da a entender que la autora da todas esas lacras por consustanciales a la vida de cualquier comunidad pequeña y cerrada.
Quizás es eso lo que aún tiene capacidad de levantar ampollas:
Que no es una obra explícitamente de denuncia, no es un libro colmado de indignación, sino más bien una constatación de unos hechos y una forma de ser desgraciadamente universales.
Porque cada pueblo pareciera ordenado para contener la misma suerte de personajes que encuentras en cualquiera otro, por cercano o lejano que se encuentre.
Las diferencias de clase, la variedad de caracteres, los distintos niveles emocionales de unos y otros… y demás características socio-económicas de sus moradores, suelen darse aquí, allá y en cualquier otra tierra, y son estas diferencias las que permiten que exista el conflicto con el que se prueba el compromiso social:
Solidaridad, participación, obras para el progreso… y con el que se abre espacio a muy diversos empleos:
Hospitales, seguridad, fabricación de instrumentos de protección…
Cada falta o delito, abre también el camino para elegir entre el castigo o el perdón, entre el aislamiento o la resocialización… y cada diferencia en las ideas o en la manera de ver el mundo, nos brinda la ocasión de aplicar respuestas abruptas y/o agresivas, o ejercer con altura el respeto y la tolerancia.
Un mundo plural, donde las desigualdades no sean extremas, es lo que muchos esperaríamos, y una sociedad con amplio acceso a la cultura y a la educación de calidad, es lo que garantizaría un más alto nivel de entendimiento y de convivencia pacífica.
Peyton Place, es un pueblo muy parecido a muchos otros pueblos.
También aquí están las personas cultas que propenden por el mejor ser y estar de sus habitantes...
Encuentras a los padres y amas de casa que se esmeran en la atención y el cuidado de su pareja y/o de sus hijos...
Vemos allí a los jóvenes que luchan por adaptarse a un sentir adulto que con frecuencia no los entiende… y también está la señora dedicada a la maledicencia y a fomentar las desavenencias; el padrastro borracho e irresponsable interesado indebidamente en su propia hijastra; el padre que quiere decidir por su hijo llevado por los prejuicios; la madre que sigue juzgando a su hija, y a los chicos en general, con los criterios de una anclada generación… y por supuesto, la intervención abrupta y necia del Estado y la religión, para separar a las familias llevando a sus hijos a una guerra, en término amplio, que bien pudo evitarse.
Así, Peyton Place, se va llenando de aquellos conflictos que distancian la paz, y traen a los pueblos toda suerte de desgracias.
Pero, como también suele ocurrir, la crisis permitirá que algunos salgan reforzados y encuentren la forma de reorientar sus vidas positivamente.
Peyton Place, está más cerca de lo que crees, es el vecindario y el pueblo en donde todos hemos crecido, solo hace falta ser un poco más empático.

“A person doesn't always get what she deserves.
Remember it.
If there's anything in life you want, go and get it.
Don't wait for anybody to give it to you”



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