Vampyr - Der Traum des Allan Grey

“Menschen, die ihre Seelen an den Teufel verkaufen können einen Vampir im Leben dienen zugeordnet werden”
(Los seres humanos que venden sus almas al diablo pueden ser asignados para servir a un vampiro en la vida)

Joseph Thomas Sheridan Le Fanu, fue un escritor irlandés de cuentos y novelas de misterio; cuyas historias de fantasmas, representan uno de los primeros ejemplos del género de horror en su forma moderna, en las que no siempre triunfa la virtud, ni se ofrece una explicación sencilla de los fenómenos sobrenaturales.
“In a Glass Darkly” es una colección de 5 relatos creados por él, publicado por primera vez en 1872, justo un año antes de su muerte.
El título del libro, proviene de una cita de un versículo de La Biblia, en concreto de La Primera Epístola a Los Corintios, capítulo 13, versículo 12:
“Ahora vemos por espejo, oscuramente; más entonces veremos cara a cara.
Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido”
Las historias contenidas en el libro, que pertenecen a los géneros de narrativa gótica y misterio, son presentadas como una selección de las investigaciones póstumas del detective de lo oculto, Dr. Martin Hesselius; y la componen:
“Green Tea”, “The Familiar”, “Mr. Justice Harbottle”, “The Room In The Dragon Volant” y “Carmilla”
En éste último, la protagonista, Laura, narra cómo su vida pasa de común a desconcertante y espantosa, cuando aparece Carmilla, una hermosa joven que resulta ser un vampiro.
Al transcurrir la historia, Carmilla comienza a mostrar un comportamiento bastante romántico hacia la otra joven…
Esto es lo que lleva a pensar a muchos expertos, que se trata de uno de los primeros textos donde se dan homosexualidad y vampiros.
La obra, de la extensión de una novela corta, está ambientada en El Ducado de Estiria; y muestra muchas características del terror gótico, resalta el estereotipo popular del vampiro, y la perplejidad de los personajes frente a los sucesos sobrenaturales, y la aumenta hasta convertirse en éxtasis y terror a la vez.
También, se debe destacar que la sutil influencia de contenido erótico, que se relaciona con los vampiros, es de carácter lésbico.
Sheridan Le Fanu, tomó ese tema, un tabú para la época, pero supo cómo plantearlo de tal forma que el lector de la época se fuera acercando al mismo.
Casi todos los relatos de vampiros, tienen la estructura básica de “Carmilla”, empezando por la parte de “ataque” pasando a “muerte/resurrección” por parte del vampiro, y finalmente a la parte de “caza/destrucción”, donde la criatura es perseguida para destruirla.
Le Fanu, se basó en la legendaria historia de la hermosa Condesa Elizabeth Báthory, llamada “La Condesa Sangrienta” para crear a la bellísima “Carmilla”, Condesa Mircalla:
Detalles como la descripción física de Carmilla, el oscuro carruaje en donde pasea por la noche para seducir a sus víctimas, su tutora, madre o tía, muy parecida a Dorotoya Csentens, “Darbula”, o que Mircalla fuera la última de su dinastía maldita, ejemplos evidentes y similares entre historia real y literaria, al igual que el lesbianismo o bisexualidad de los personajes, real y ficticio, o la aparición del gato en ambos casos, ya que se decía que en El Castillo de Elizabeth Bathory, había un ejército de diabólicos gatos negros que ella conjuraba, y adquiriendo, según se cuenta, la forma de éstos para atacar, tal como hace Carmilla.
Hay que hacer hincapié, en el aspecto físico del personaje real y el literario:
Una dama perteneciente a la alta nobleza, con un elegante porte que roza la melancolía, pelo exquisitamente largo y negro, grandes y oscuros ojos felinos, llenos de misterio, boca roja sensual y menuda, y dedos como agujas.
La lectura de novelas como “Carmilla” sobre una mujer vampiro, de trama muy efectiva, influyó poderosamente en Bram Stoker para “Dracula” (1897)
“Vampire versuchen, ihre Opfer in Selbstmord zu locken, indem sie dies dauerhaft aus der himmlischen Erlösung verriegeln werden”
(Los vampiros tratan de atraer a sus víctimas a cometer suicidio, ya que hacerlo permanentemente los bloqueará de la redención celestial)
Vampyr - Der Traum des Allan Grey es una película de terror francoalemana, del año 1932, dirigida por Carl Theodor Dreyer.
Protagonizada por Julian West, Sybille Schmitz, Henriette Gérard, Jan Hieronimko, Maurice Schutz, Rena Mandel, entre otros.
El guión es de Carl Theodor Dreyer y Christen Jul, y es una adaptación libre de la novela corta de 1872, “Carmilla” incluida en “In a Glass Darkly” de Sheridan Le Fanu; a la vez que se inspiran en Murnau, Poe, y otros.
En Francia, los estudios de cine se quedaron atrás tecnológicamente con las primeras películas sonoras, pues los estudios de sonido estaban en Inglaterra.
Dreyer, por tanto, se fue a Inglaterra para estudiar cine sonoro, donde se reunió con el escritor danés, Christen Jul, que vivía en Londres en el momento.
Dreyer decidió crear una historia basada en lo sobrenatural, y leyó más de 30 historias de misterio, y se encontró una serie de elementos que representaban la importancia de puertas que se abren de manera misteriosa, y manijas de las puertas en movimiento, sin que nadie sepa por qué…
Dreyer decidió que podía hacer estas cosas también en pantalla.
Para entonces, en Londres y New York, la versión teatral de “Dracula” (1931) había sido un gran éxito; por lo que Dreyer y Jul, crearon una historia basada en vampiros, que Dreyer consideró “son cosas de la moda, del momento”
Rodada inicialmente como una película muda, se le añadieron posteriormente los escasos diálogos que contiene, tanto en alemán como en francés y en inglés; y versiones para diferentes mercados; siendo Vampyr - Der Traum des Allan Grey en definitiva, la primera película sonora dirigida por Carl Theodor Dreyer.
Si bien, la palabra ocupa un papel meramente testimonial en todo el metraje del film, sirve simplemente como un apoyo de la acción.
También, aquí se pueden ver reminiscencias del cine mudo, como las tarjetas de títulos, con las que se explicaba la historia, en ocasiones sustituidas por libros que los personajes leían, proporcionados por tomas subjetivas.
La mayoría de los actores no doblaron sus propias voces, siendo las únicas voces de los actores Sybille Schmitz y Nicolas de Gunzburg, las únicas que se mantuvieron.
Así, los sonidos de los perros, loros y otros animales en la película, eran falsos, y fueron realizados por imitadores profesionales; por lo que el realizador prefirió sacrificar este aspecto en beneficio de una interpretación más natural y libre de ataduras.
Asimismo, su gran sentido de la narración, hace que en ningún momento se eche de menos este aspecto, cuya austeridad, al fin y al cabo, acrecienta la sensación de desequilibrio en el espectador; pues al no saber qué pasa, aumenta la sensación de inquietud.
Del mismo modo, Dreyer rueda en Francia ésta personal visión del terror:
Un mundo onírico y sugerente, lleno de fantasmas y sombras que cautivan más por la fuerza de las imágenes, que por lo terrorífico del relato.
A pesar de que actualmente es considerada una obra maestra del género, en su día fue un rotundo fracaso, por lo que el director danés tardaría 12 años en volver a rodar su siguiente película:
“Vredens Dag” (1943)
Y es que Dreyer adoptó para su realización, la fórmula empleada por el estudio Universal en sus películas de horror, intentando así evitar la mostración explícita de cualquier elemento específicamente terrorífico.
No obstante, la versión original, de 83 minutos, se perdió, y sólo quedan 4 copias de 70 minutos.
Perdidos los originales, sólo se conservan 3 versiones diferentes en alemán, francés e inglés.
El transfer digital, ha generado controversias, pues al trasladar las imágenes al formato digital, si bien se elimina la suciedad, se alteran los efectos de las sobreimpresiones, esfumatos o difuminados, que llevaron a cabo Dreyer y su director de fotografía.
Con todo, Vampyr - Der Traum des Allan Grey suma fantasía y terror; expone un episodio de enfrentamiento contra las fuerzas del mal, representadas por personajes que actúan por cuenta de un ser maligno y misterioso, no identificado; y nos sumerge en un universo en el que todo es asombroso, inaudito, amenazador, sombrío, siniestro, terrorífico, fantasmagórico, pero también festivo, cautivador, sugestivo, pasmoso.
Aunque el tenor de la historia pasa por una mezcla de vampirismo, brujería y algo de castigos religiosos para las almas impuras.
Vampyr - Der Traum des Allan Grey se rueda en escenarios naturales de Courtempierre, y otras localidades francesas durante el verano de 1930, donde no se utilizaron decorados.
Toda la película se rodó en exteriores, y el “chateau” francés donde transcurre la mayor parte de la acción, fue también el alojamiento del reparto y el equipo.
El edificio se hallaba en pésimas condiciones, y tuvieron que aguantar humedades y la presencia de ratas.
La acción dramática tiene lugar en Courtempierre, Francia, durante unos pocos días de 1930.
Un joven viajero y estudiante de ciencias ocultas llamado Allan Gray (Julian West),  se aloja en un extraño castillo en la aldea de Courtempierre, cuya atmósfera densa y enrarecida, recuerda la de las pesadillas.
Pronto empieza a ver cosas extrañas, espeluznantes visiones, de las cuales la más terrible, es el descubrimiento de una mujer inconsciente, que ha sido atacada por un vampiro en forma de bruja.
Durante su estancia, el señor del castillo (Maurice Schutz) le deja un paquete que no debe abrir hasta después de su muerte…
Poco después, el viejo señor muere asesinado; mientras una de las hijas de éste, Léone (Sybille Schmitz), sufre de una extraña anemia...
Allan abre el paquete; y su contenido es un viejo y misterioso libro sobre los no-muertos, que va leyendo a lo largo de las escenas siguientes, enterándose así, de las diabólicas actividades de los vampiros.
Por último, acaba descubriendo que el vampiro es Marguerite Chopin (Henriette Gérard), una maligna anciana muerta hacía ya unos 25 años.
Esta malvada mujer, que murió en pecado mortal, fue la causante de una epidemia vampírica en la localidad, poco después de ser enterrada, como explica el misterioso libro.
Fue con la ayuda del doctor de la aldea (Jan Hieronimko), la vampira ha tenido acceso hasta la joven Léone, a la que quiere inducir al suicidio para que pierda su alma.
Afortunadamente llegan a tiempo de impedir que tome el veneno…
Pero la hermana de Léone, Gisèle (Rena Mandel), es raptada por el doctor y sus secuaces; mientras un sirviente, que también lee el libro, encuentra la tumba del vampiro, y con la ayuda de Allan, clavan una enorme estaca de hierro en el corazón del demonio.
Por fin, el doctor muere, y Allan consigue liberar a Gisèle.
El relato parece soñado por Grey… pues tiene discontinuidades, lagunas, escenas espectrales, pasajes oníricos, y hechos sobrenaturales.
Adelantada a su tiempo, Vampyr - Der Traum des Allan Grey supone un viaje a las profundidades de la psique, y a la raíz del miedo.
Un ejercicio surrealista que Dreyer solventó recurriendo a una exquisita técnica, y dando una vuelta de tuerca al cine fantástico de la época; siendo rescatado por la crítica décadas después, y hoy día ostenta la categoría de obra maestra, y película de culto.
En consecuencia, el gran mérito de Vampyr - Der Traum des Allan Grey descansa en la construcción del concepto de terror, que el director pretende hacer en la psique del espectador, apelando a la susceptibilidad del mismo, o la capacidad crítica a la que Dreyer bombardea.
Por tal razón, cuesta ver terror, porque si uno apela a la lógica, no lo encontrará, pero sí se deja abrazar por la incertidumbre de lo real, versus lo sobrenatural.
La tremenda originalidad, tanto a nivel argumental como formal de la puesta en escena, fue demasiado para la época.
“Sie darf nicht sterben... hörst du?
Sie stirbt, sie stirbt!”
(Ella no debe morir... ¿oyes?
¡Se está muriendo, se está muriendo!)
Carl T. Dreyer era un autor, y Vampyr - Der Traum des Allan Grey es una obra que se adentra de lleno en esa calificación.
Su génesis se encuentra en el anecdótico encuentro entre El Barón Nicolas de Gunzburg y el director danés en una fiesta, en la que el noble se compromete a financiar cualquier film, siempre y cuando sea él el protagonista.
A cambio, Dreyer tiene la más absoluta libertad creativa para decidir la temática y el lenguaje narrativo.
Aquí, el director escandinavo tiene claro que El Barón es un pésimo actor, pero no le preocupa porque no centrará la película y su lenguaje narrativo y visual en él, sino en un mundo onírico que anhelaba presentar al público.
De esta forma, Dreyer propone un mundo surrealista, en el que cualquier cosa puede suceder, y en el que el miedo se encuentra en realidad en la psique del espectador; y se inspira en los relatos del escritor dublinés, Joseph Sheridan Le Fanu, considerado pieza clave en el desarrollo del género de terror durante La Época Victoriana.
Uno de los principales retos de Dreyer, fue trasladar a la gran pantalla la atmósfera que impregna a los relatos de Le Fanu.
En esta empresa, fue determinante el trabajo del director de fotografía, Rudolph Maté; por lo que Dreyer nos introduce en un universo fantasmagórico por medio de imágenes expresionistas.
Dreyer y Maté, apuestan por un empleo de la luz, cuya meta final es acentuar la capacidad de sugestión del espectador; tanto que la mayor parte de las escenas, fueron rodadas durante las primeras horas del día; y el resultado es una fotografía de aspecto etéreo, que parece vista a través de un tul.
Cabe señalar, que ésta apariencia fue lograda a través del empleo de luces parásitas tamizadas con la ayuda de un velo.
En su totalidad, la película bebe del influjo del expresionismo alemán, y recurre al pictorialismo del cine impresionista.
Entre un aura de cuento de terror, preñada de elementos sobrenaturales, se desarrolla la historia de Allan Gray, un joven absorto en el estudio de la demonología y las tradiciones vampíricas.
Su interés por las ideas extravagantes de siglos pasados, le convirtió en un soñador y en un fantaseador, perdido en la frontera entre lo real y lo sobrenatural.
Un día, deambulando sin rumbo a altas horas de la noche, llega a una posada aislada cerca de un río, en la aldea de Courtempierre.
Poco a poco va descubriendo que en el pueblo se producen extraños sucesos:
Asesinatos, enfermedades repentinas e inexplicables... amén de la presencia de extrañas criaturas.
Por lo que Allan es requerido para ayudar a una de las hijas de Bernard, el dueño del castillo.
Tras una transfusión de sangre para salvar a la joven, un debilitado Allan empieza a sufrir alucinaciones, viéndose a sí mismo, siendo enterrado vivo.
Recuperado, descubre que todo es debido a la presencia en la aldea de una vieja bruja vampírica, a la cual le es clavada una estaca en el pecho cuando duerme en su tumba del cementerio.
A medida que la trama avanza, la historia acrecienta su ritmo hasta que, durante el desenlace, adquiere su mayor cota de dramatismo, con la perturbadora muerte del misterioso médico, que brinda su apoyo a la bruja vampiro.
La victoria del bien sobre el mal, supone una suerte de redención religiosa manifestada a través de la liberación del cuerpo y alma de la víctima:
Léone.
En Vampyr - Der Traum des Allan Grey, la atmósfera es densa, inquietante y opresiva; se percibe la presencia del mal; y la lucha que se entabla entre las fuerzas maléficas y las que tratan de destruirlas, es incierta y desigual.
Los medios a disposición del viejo criado, y de Gisèle, son escasos y débiles; vemos en varias ocasiones, que ambos parecen más 2 víctimas, como Léone, que 2 esforzados luchadores con posibilidades de éxito o de supervivencia.
El mal que se respira y se palpa, es siniestro, terrorífico, espantoso.
Grey, presente en todas las escenas, es el elemento que aporta ilación, y confiere una cierta unidad a un relato pretendidamente confuso, fragmentado y disperso, pero hecho adrede.
Muestra los efectos del mal y sus amenazas, mientras demora la explicación de sus causas.
Las 2 fuerzas enfrentadas, no entran en contracto directamente, sino sólo a través de sus servidores.
No exagero si digo que el espectador se convierte en un verdadero explorador o excursionista, que termina confundido, pasmado y desconcertado en un mundo de sensaciones materiales y abstractas, reales y fantásticas, en la que resulta bastante fácil sentir que se está en una pesadilla.
Lo de Dreyer, en la práctica, es una apuesta arriesgada, porque pretende que el espectador vea a través del personaje de Grey, que puede tener pesadillas estando despierto, y para ello recurre a un abundante y contundente conjunto de imágenes oníricas y simbólicas, que reconozco, son difíciles de valorar, pero que resultan a todas luces decidoras, como el campesino que carga la gigantesca guadaña al hombre, tocando la campana, y esperando a que el barquero lo traslade al otro lado; las ominosas sombras que se desplazan a placer por entre medio de los bosques, los salones y las habitaciones, y más aún, la ya legendaria imagen de Grey, contemplando su cuerpo encerrado en un ataúd, con el consiguiente estado de horror de no saber si esa espantosa imagen de su muerte es real, una pesadilla o una alucinación.
Vampyr - Der Traum des Allan Grey contiene representaciones iconográficas y emblemas de la muerte:
El mismo hombre con la guadaña, el río, la campana, la balsa, el ángel de la posada, la sombra del sepulturero, el cuadro de la habitación de Grey, los brebajes, las calaveras, los esqueletos, etc.
Son escenas singulares:
El viaje de un ataúd contemplado desde el punto de vista del cadáver que transporta, el baile de sombras fantasmales en la fábrica abandonada, la pulsión del deseo que suscita Gisèle, la muerte de un malvado en el molino de harina, el secuestro de Léone, etc.
Dreyer, educado en el protestantismo, aborda al vampirismo desde el punto de vista de una posesión que anula la voluntad de la víctima, y que la empuja al suicidio.
Esta concepción, se desmarca por completo de la ofrecida por Tod Browning, apenas un año antes, en “Dracula” (1931).
La presencia de “La Bruja Vampiro”, encarnada por Henriette Gerard, se reduce a un puñado de sutiles apariciones en las que el mal nunca llega a presentar batalla directa al bien.
Y es que, ni siquiera Allan Grey, una suerte de eterno aspirante al papel de héroe, llega a incidir de un modo determinante en el devenir de los acontecimientos.
El protagonista, se mantiene en todo momento como un espectador alucinado, que contempla atónito lo que acontece a su alrededor.
Mientras, la labor de acabar con la maldición de la bruja, recae en el mayordomo de la familia que padece las calamidades, interpretado por Albert Brass.
Todo forma parte de una maniobra orquestada por Dreyer para generar la confusión, y hacer irreconocible el umbral entre la realidad y lo sobrenatural.
La tradición de los vampiros y el rito para acabar con ellos, enlaza incluso con las leyendas judeo-cristianas; un retablo del Museo San Pío V de Valencia, narra cómo se mató a Adán, con una estaca de madera del huerto de Getsemaní…
La secuencia más espectacular, es aquella en la que Allan Grey, dormido en un banco del parque, se desdobla en 2, y mientras su cuerpo sigue inconsciente su doble, su subconsciente; sobreimpresionado en las diferentes localizaciones, descubre el lugar donde reposa el vampiro en su ataúd.
Toda la secuencia, de gran carga onírica, es un ejercicio de maestría.
Al final, todo parece haber sido un sueño del personaje, al que se presenta como un joven fantaseador, interpretación implícita en el título original “Der Traum des Allan Grey”, es decir “El Sueño de Allan Grey”
Insisto que Vampyr - Der Traum des Allan Grey es difícil de seguir, porque así lo quiso el realizador.
La narración presenta elementos característicos de confusión:
Fragmenta el espacio, y separa las partes de modo que el espacio escénico deviene un laberinto sin lógica aparente.
Las referencias de espacio y tiempo de las imágenes, no coinciden siempre con las del argumento.
Presenta montajes en paralelo de acciones simultáneas o no, que confunden y desorientan.
Los reflejos en cristales o espejos, con frecuencia no se dan acompañados de la presencia que los causa.
Las sombras son autónomas, se mueven por ellas mismas, tienen personalidad propia, y realizan acciones humanas, un gran logro técnico para la época.
Planifica el uso de la iluminación y del movimiento de cámara, con el propósito de desorientar.
Algunos pasajes, describen hechos que poco o nada tienen que ver con el argumento.
Cambia el punto de vista del narrador, sin aviso ni explicación.
Sitúa al espectador ante un relato construido con la lógica de un sueño; y se sirve de elementos dilatorios:
Llave que gira en la cerradura, puertas que se abren y se cierran solas, figuras espectrales, etc.
Muy poco apreciada en su momento, y redescubierta por la crítica más adelante, esta extraña película resulta deslumbrante desde el punto de vista visual:
Con el fin de lograr la extraña, la fotografía como un sueño, una gasa fina se pone delante de la lente como un filtro.
¿A quién se le hubiera ocurrido?
Así, Dreyer combina muy eficazmente el gusto por las sombras y los contrastes tonales del expresionismo alemán, con la iluminación vaporosa y onírica del impresionismo francés, e incluso con juegos ópticos y audacias con la cámara de corte más vanguardista.
Si a ello le unimos cierto juego con lo simbólico muy sugerente, esta especie de reverso tenebroso de “Ordet” (1955), acaba resultando, pese a la no-interpretación de su protagonista, y a una narración por momentos más dispersa que onírica, una experiencia intensa y atractiva.
Destaca el terrible final del villano, y no sólo porque el director se vería incluso obligado a acortarlo por la censura, sino porque habría de ser remedado ¿conscientemente? en un muy conocido “thriller” de los años 80.
Además, Vampyr - Der Traum des Allan Grey se rodó bastante barato, usando un proceso de experimentación sonora, aunque la calidad técnica de la banda de sonido deja mucho que desear, lamentablemente por ser hija de su tiempo.
Así, la mayoría de las versiones distribuidas en la década de 1990, incluidas las de vídeo, son compuestos de las versiones en alemán y francés, que se diferencian de los cortes realizados por los censores en cada uno de esos países.
A partir de 2004, no se conocen las impresiones de la versión inglés…
Dato interesante es que la primera mitad de la película, es casi completamente silenciosa, con sólo un puñado de líneas de diálogo; y la segunda mitad es un poco más hablada, pero todavía inusualmente silenciosa para lo que es nominalmente una película de sonido; y hay un par de razones prácticas para esto:
Por un lado, este fue el primer trabajo de Dreyer con sonido, y puede que todavía se sienta incómodo con el formato.
Por otra parte, el plan era producir 3 versiones diferentes de la película, una en alemán, una en francés, y otra en inglés, aunque la versión en inglés nunca fue completada, y no se mantienen copias.
Para facilitar esto, la película se rodó en silencio, con todos los diálogos y efectos de sonido editados durante la postproducción.
Mantener la cantidad de diálogo hablado, a un mínimo, ayudó a mantener la post-producción más simple.
Del reparto, Carl Theodor Dreyer prefiere trabajar con actores no profesionales, y la mayoría de los actores que aparecen aquí, eran aficionados, y los reunió en las calles de París, siendo los únicos actores profesionales:
Sybille Schmitz y Maurice Schutz.
Sus actores provienen de diversos orígenes nacionales y lingüísticas, por lo que en ciertas versiones, parece que algunos de ellos están hablando sus líneas fonéticamente.
Como curiosidad:
Henriette Gérard que hizo del vampiro, era una viuda francesa; Jan Hieronimko que hizo del médico del pueblo, era un periodista polaco; Rena Mandel que hizo de  Gisèle, fue modelo de un artista.
Incluso El Barón Nicolas Louis Alexandre de Gunzburg, que hizo de Allan Gray, fue miembro de la nobleza rusa de origen francés, que accedió a financiar la película a cambio del papel principal; y lo interpretó bajo el seudónimo de Julian West, para evitar posibles roces con su familia.
Más tarde, El Barón emigró a Estados Unidos, donde se convirtió en un poderoso periodista de moda, y mentor de diseñadores como Calvin Klein y Óscar de la Renta; siendo ésta su única incursión en el mundo del cine.
Allan Gray, es introducido como un erudito, aunque posiblemente era más un aficionado de lo sobrenatural, y se lleva con el estilo y los modales de la nobleza.
Él, no parece tener mucho conocimiento previo del vampirismo, y sólo parece aprender algo de él, de la lectura del libro.
Un dato interesante, debido a las versiones, Allan Gray es equivocadamente, según Dreyer, llamado “David Gray” en la versión en francés.
Este cambio se trasladó a una serie de primeras ediciones británicas y americanas de la película.
De hecho, relativamente pocos personajes son nombrados realmente en la pantalla:
Allan Gray, Gisèle, Léone, y Marguerite Chopin.
Los personajes principales como es señor del castillo, el sirviente y el médico de la ciudad, sólo son nombrados en el guión:
Bernard, Joseph y Marc, respectivamente; y otros, como la enfermera, ni siquiera son nombrados.
Es evidente que el pelo del doctor, se parece al de Albert Einstein, para crear un contraste con el peinado inmaculado de Allan Gray.
El famoso libro de vampiros, dice que “los seres humanos que venden sus almas al diablo, pueden ser asignados para servir a un vampiro en la vida”, y el vampiro en esta historia, parece tener varios sirvientes humanos, sobre todo el médico de la ciudad.
El vampiro titular, no es débil a la estaca de madera tradicional, sino a una de hierro.
Además de la forma “viral” tradicional de vampirismo, las víctimas de un vampiro se convierten en vampiros, se dice que solo “individuos particularmente crueles o impíos pueden convertirse en vampiros después de la muerte”
Un dato es que no vemos ni colmillos ni sangre.
La vampiro, Marguerite Chopin, era aparentemente una mujer desagradable en vida, y cuando ella murió, su mal, así como la negación de la iglesia de los ritos pasados, la causó levantarse como vampiro.
Aunque la presencia de las marcas de mordedura de vampiro es reveladora en el cuello de Léone, la herida en sí nunca se muestra realmente.
Puestos en claro, en su particular viaje hacia lo sobrenatural, Dreyer se sirve de todo un elenco recursos formales, que sentarían cátedra, tales como dotar de vida propia a las sombras de los personajes, la sobreimpresión o el empleo de la cámara subjetiva.
La secuencia en la que Allan Grey sueña con su propio entierro, es un ejercicio sublime que ha logrado trascender al paso del tiempo, como uno de los pasajes más angustiosos de la historia del Séptimo Arte.
Aunque la secuencia final, es un poco cuestionable:
No está claro si Léone vive o muere…
¿Y qué pasa exactamente con Allan y Gisèle, de todos modos?
Se les muestra subiendo a un bote, y perdiéndose en la niebla antes de desembarcar, y entrar en un claro iluminado, ninguno de los cuales parece seguir los acontecimientos anteriores, antes de que la película termine abruptamente.
El médico del pueblo, muere lentamente, siendo enterrado vivo en harina, en el molino de la ciudad.
También reconozco que Vampyr - Der Traum des Allan Grey es de esas películas que tal vez cada uno pueda sacar su lectura y conclusiones, pues no cierra la historia de una manera clara y concisa.
Efectivamente, lo que vemos, tiene toda la pinta de un sueño.
Sugerencias, incoherencias, saltos en el tiempo para adelante y atrás.
Parece una historia narrada por un esquizofrénico, o mejor, por el inconsciente de una persona atormentada.
Por ello, Dreyer indaga en el subconsciente de un personaje, cuya línea que separa la realidad de la ficción, se difumina inexorablemente hasta convertirse en borrosa; y constituye el drama íntimo de un personaje, cuyo temor es la propia muerte, y donde los sucesos sobrenaturales, constituyen un miedo al más allá, a lo que puede suceder después de la vida.
O tal vez, el miedo a lo sobrenatural, lo que se separa de la cotidianeidad, donde una mente dispersa se revela.
O tal vez es un adentramiento onírico en las fobias y dudas existenciales albergadas en la mente de un protagonista, que se materializan.
Es de tal ambigüedad, el propio trasfondo, que hace más delicioso el conjunto, donde las posibilidades de esclarecimiento son múltiples, y la complejidad del relato es inabarcable.
El vampirismo, entonces no es el tema central, sino el recorrido onírico del protagonista, extrínseco o intrínseco a su mente, manifestado a través de su subconsciente, y de fenómenos que ¿realmente? suceden.
Es el arte del mago, del ilusionista, donde el truco está en lo que no ves.
La esencia, está en la silueta.
Vampyr - Der Traum des Allan Grey nos deja imágenes para la historia:
Esa veleta de contornos diabólicos, ese enterrador que va hacia atrás del tiempo, ese barquero que sugiere al Caronte griego, ese pescador guadaña al hombro...
Para otros elementos visuales de la película, Dreyer conocer inspiración de las bellas artes; tanto que la actriz Rena Mandel, que interpreta a Gisèle, dijo que Dreyer mostró sus reproducciones de pinturas de Francisco Goya durante el rodaje; lo que la hace una recopilación de postales poéticas sobre la muerte, proyectadas en medio de cualquier pesadilla.
Así, quien se atreva a verla, que no espere ver algo parecido a nada que haya visto antes, porque Vampyr - Der Traum des Allan Grey es, con toda su edad a cuestas, una experiencia nueva e irrepetible.
Remarcar también que a incluso en la actualidad, aun sorprende alguna de las ideas manifiestas por el film, avanzadas a su tiempo:
La idea ya comentada, por ejemplo, de que el ser maligno causante de todos los males sea una mujer que seduce a mujeres, no deja de sorprender para una obra de 1932.
También recordar que un gran número de películas del género vampírico, en la actualidad aluden al vampirismo tratándolo como si fuera una epidemia, o una especie de virus que se propaga.
Esta idea ya aparece en la obra que nos ocupa.
Otros directores bebieron de Vampyr - Der Traum des Allan Grey para montar sus propios filmes:
Roman Polanski, se inspiró en el aspecto del doctor, para el que lucía el loco profesor cazador de vampiros, Abronsius, de su genial “The Fearless Vampire Killers” (1967)
La llegada a una posada cerca del río en la aldea de Courtempierre, nos trae a la memoria la de los 2 jóvenes creados por John Landis, en “An American Werewolf in London” (1981)
En 1990, se realizó un remake de bajo presupuesto llamada “Vampyre”
Una secuencia muy interesante desde el punto de vista simbólico, es aquella en la que un enterrador hace su trabajo pero pasada al revés; es decir, desenterrando en lugar de enterrar, símbolo del regreso de los no-muertos.
David Lynch retomó esta técnica en el baile del enano en su célebre serie “Twin Peaks”
O la sombra de un soldado moviéndose independientemente de éste, un efecto usado por Coppola para su “Bram Stoker’s Dracula”
Por último, la banda sonora de Wolfgang Seller, contribuye a la consecución de las intenciones de Dreyer:
Ir más allá de la propia obra fílmica, y dar luz a una película que pretende jugar con la percepción y los sentidos.
“Besonders grausam oder böse Individuen können Vampir nach dem Tod werden”
(Los individuos particularmente crueles o impíos pueden convertirse en vampiros después de la muerte)
Entre la sociedad que vivió el estreno de Vampyr - Der Traum des Allan Grey y la actual, no existe prácticamente ningún punto de contacto, y aquello que hoy nos horroriza, no tiene nada que ver con lo que asustaba a nuestros abuelos.
Vampyr - Der Traum des Allan Grey es un film que año tras año encuentra más fascinación, una de esas obras capitales del Séptimo Arte, y una de las pocas que elevan dicho arte a su máxima expresión; donde el terror está en la mente de cada uno.
La principal intención de Dreyer, a la hora de adentrarse en la historia, es la de demostrar en cierto modo, que el terror viene por lo que se produce en la mente del individuo, más que por los acontecimientos que tienen lugar alrededor.
Como el propio director declaró en una ocasión, “si varias personas se encuentran en una habitación, y al pasar un rato, reciben la información de que hay un cadáver detrás de la puerta, todo cambiará de repente, en el escenario nada ha cambiado, la luz sigue siendo la misma, ningún elemento ha mutado; sin embargo, la mente lo percibe todo de forma distinta, y ésta es capaz de crear un mundo distinto que es el que se sentirá”
Vampyr - Der Traum des Allan Grey, es una película que se siente en cada uno de sus fotogramas en los que Dreyer crea para nosotros un mundo fantasmagórico, onírico, enigmático, sexual, lleno de muerte, y también de vida, con la esencial característica de que no parece nuestro mundo, sino algún lugar que se encuentra entre realidad y ficción.
Dreyer, que consideraba que “el cine a diferencia del teatro, debía ser la realidad más que una representación de la misma”, aquí propone un juego de imágenes irreales, para meterse en la mente de cada uno.
A través del personaje central, que funciona como simple conductor de la historia, más que como el típico héroe de las películas de vampiros, efectivamente, supone un cierto esfuerzo para el espectador, la primera vez, quizá cause risa... aunque sólo al principio, pero la influencia que ha tenido, es enorme.
“Vampyr - Der Traum des Allan Grey es la única película que merece ser vista varias veces” decía categóricamente Alfred Hitchcock, Maestro entre Los Maestros, quien reconoció en más de una ocasión, su admiración por este filme, una de las mejores películas del director danés, Carl Theodor Dreyer; una curiosa joya de esa transición, a menudo traumática, entre el mudo y el sonoro.
 
“Sie können Ihre Hilfe befreien”
(Su ayuda puede liberarnos)



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