The Trip to Bountiful

“I guess when you've lived longer than your house and your family, then you've lived long enough”

Los momentos de añoranza, son los momentos en los que recordamos algo que ya no tenemos, alguien que no está, vivencias pasadas, sentires y días de antaño que no volverán.
Es cierto que no podemos y no debemos quedarnos anclados en el pasado, en lo sucedido, en el ayer, pero el ser humano es un baúl de recuerdos, un puñado de deseos, un manojo de anhelos, una aglomeración de pensamientos, y después de todo, las experiencias son lo que nos define.
El hombre es un todo complejo, un fajo de vivencias y sentimientos, un ente complicado y desconocido, en el cual, los días se suceden barajando todo ese caudal de “posesiones” que nos forma, que nos constituye, y en este ahora, en este instante presente, surge lo imprevisto, quizá lo buscado, o posiblemente lo deseado de algo que ya pasó.
Peor idealizar el pasado tiene un peligro:
Cuando vuelves a él, compruebas que nada es igual, que esa idea que recuerdas, ha desaparecido.
Por tanto, reencontrarnos con el pasado, puede ser revelador.
Tendemos a idealizarlo, no podemos evitarlo, pero no siempre el ideal concuerda con lo real.
En el transcurso del tiempo, vamos entramando escenas, imágenes, momentos, todos conforme a cómo nos hubiera gustado que fueran, y no como realmente fueron.
El ideal de la madre, por ejemplo, no es el mismo del de su hijo; más terrenal, más aferrado al presente...
No obstante, como ella, nosotros también añoraremos sus ideales cuando alcancemos su misma edad.
Es cuestión de tiempo.
“I don't know of anything prettier, than a scissortail flyin' through the sky!”
The Trip to Bountiful es un drama del año 1985, dirigido por Peter Masterson.
Protagonizado por Geraldine Page, John Heard, Carlin Glynn, Richard Bradford, Rebecca De Mornay, Kevin Cooney, Norman Bennett, Harvey Lewis, Kirk Sisco, Dave Tanner, Gil Glasgow, Mary Kay Mars, entre otros.
El guión es de Horton Foote, basado en su propia obra de teatro, “The Trip to Bountiful” (1953) en la que se oponen los mitos de unos EEUU idílicos, con la pura realidad.
Albert Horton Foote, Jr., fue un dramaturgo y guionista estadounidense, mejor conocido por sus guiones para la película de 1962, “To Kill a Mockingbird”, y “Tender Mercies” (1983), y su notables series de televisión en directo durante La Edad de Oro de la TV; siendo uno de los mejores escritores estadounidenses del siglo XX, ganador del Premio Pulitzer, y de 2 Premios Oscar, entre otros importantes galardones.
Foote, presentó en 1953, en televisión y en directo, su obra “The Trip To Bountiful”
El éxito del programa dramático, continuó con su estreno ese mismo año en el teatro, donde Lillian Gish volvía a encarnar al personaje principal.
Y en 1985, Peter Masterson realizó una nueva adaptación, esta vez para la gran pantalla, donde Foote se encargaba de nuevo del guión, y Geraldine Page asumía la responsabilidad de tener que sustituir a la gran Lillian Gish.
The Trip to Bountiful obtuvo 2 nominaciones al Oscar, uno en la categoría de mejor guión adaptado, sin conseguir el galardón; siendo la actriz Geraldine Page, previamente nominada 3 veces a la categoría de Mejor Actriz, y 4 a la categoría de Mejor Actriz de Reparto, sin haber ganado nunca; quien se levanta para recibir dicho galardón.
El presentador del premio, F. Murray Abraham, la aclamó como “La mejor actriz de habla inglesa”
Muy curiosamente, en los Independent Spirit Award, Page ganó el premio a La Mejor Actriz, siendo la primera actriz en obtenerlo.
Pero Geraldine Page murió sólo 1 año y medio después de ganar su Oscar por esta película.
La ciudad ficticia de Harrison, Texas; se basó en Wharton, Texas, la ciudad natal del dramaturgo Horton Foote; mientras Bountiful, que significa “abundancia”, es una ciudad ficticia de Texas.
Aunque la película tiene lugar en Houston; fue filmada en Dallas, Texas.
La acción toma lugar en los años 1940, cuando Mrs. Carrie Watts (Geraldine Page), está harta de su rutinaria y aburrida vida.
Ella comparte departamento con su hijo, Ludie (John Heard), y su nuera, Jessie Mae (Carlin Glynn)
Pero un día decide salir sin darles aviso, y emprende un viaje a su pueblo natal, Bountiful, en Texas, muy cerca del Golfo de México.
En Bountiful, ella había conocido al hombre de su vida, se casó, y tuvo hijos...
Y durante el viaje, conoce a Thelma (Rebecca De Mornay), una muchacha que se interesa con su vida, muy contraria a Jessie Mae, con quien emprenderá una nueva amistad.
The Trip to Bountiful se convierte en una “road movie” crepuscular, cuando Carrie decide escaparse, y emprender ese viaje a la nostalgia, al pasado que no volverá, a la añoranza.
Un viaje cargado de hondo sentimiento, sensibilidad y lúcida reflexión.
Un regreso al interior de nosotros mismos, y de esa infancia y juventud que nos marca tan definitivamente.
La melancolía y cierta tristeza, bañan inevitablemente sus imágenes, pero el drama resulta en todo momento muy agradable, conmovedor en el mejor sentido del término y placentero, gracias al buen quehacer del director, los actores y el guionista.
“Dying all alone?
There's worse things!”
The Trip to Bountiful es la sensible y cálida crónica de una mujer que, poco antes de morir, quiere regresar a su tierra natal.
La historia está realizada a partir de una obra de Horton Foote con mucha ternura, y en ningún momento cae al ternurismo; por lo que su estructura no se aleja casi nada de las tablas.
Sus 4 actos se presentan demasiado definidos, en escenarios muy limitados que constriñen la trama, y con un predominio de los primeros planos que hacen recordar su pase televisivo.
Es la fotografía, la que nos recuerda que estamos ante una producción cinematográfica:
Su hermosa luz tacaña, apaga los colores, y acompaña a Carrie en su recorrido existencial a través de anodinas estaciones de autobuses, hasta llegar al campo, donde hubo “abundancia”
La historia nos lleva a Estados Unidos en los años 40.
Mrs. Watts, vive en Houston en un pequeño apartamento de 2 habitaciones con su hijo Ludie, y su nuera Jessie Mae.
Ya han pasado 20 años desde que Mrs. Watts dejó su amado pueblo, y se escapa para poder volver a quedarse en la casa donde vio pasar su vida, la de sus padres y la de sus hijos, ya que 2 de ellos se quedaron allí por enfermedades durante la infancia, y no regresaron más.
Mrs. Watts, había intentado escaparse más veces, pero siempre la cogían…
Y en esta ocasión, es el destino el que hace que encuentre a una chica, una joven que será su compañera de viaje:
Thelma.
Esta vez, como dice la propia Mrs. Watts:
“Dios parece que nos ayuda, y las cosas salen todo bien; otras veces no, quizá sea para disfrutar de los buenos momentos”
Durante el viaje, Mrs. Watts le va contando a su nueva amiga, todas las penurias de su vida.
Cuando llegan a la parada de su pueblo, en la estación, la joven decide quedarse…
Para sorpresa de Mrs. Watts, la amiga que tenía que haber ido a buscarla, con quien se carteaba, y de quien era amiga desde la infancia, acababa de morir.
Ya no le quedaba nadie allí...
Sin embargo, Mrs. Watts, sabía que hay peores sitios donde acabar, y su única ilusión era volver a ver su tierra, sus árboles, su casa… para que al igual que sus recuerdos, poder morir en paz.
Ésta es la historia de una de esas tormentosas relaciones.
En realidad, no se sabe muy bien, quién es más insoportable:
Si la nuera o la suegra.
En la película, y supongo que también en la obra de teatro; el autor toma clarísimo partido por Mrs. Watts, pero lo cierto es que ella es bastante irritante, y tiene la terrible costumbre de cantar himnos religiosos para entretenerse... que afectan “la paz” de la nuera.
La nuera, por su parte, es pintada como una auténtica bruja.
Para empezar, fuma y bebe Coca Cola sin parar…
Además, para más INRI, quiere ir un par de veces por semana con su marido al cine, y por si todo esto fuera poco, no quiere tener hijos...
Además que la situación económica no está para lujos, ella lo reclama a su marido.
Y ya para remate, no le gusta el campo, es urbanita de pura cepa.
En fin, un auténtico horror de nuera intolerante.
La suegra, por contra, es dicharachera, rural y ni fuma ni bebe, ni es aficionada al cine…
Es de cosas simple, ama los grandes espacios, muy diferente al piso donde vive con la nuera.
Ella es ese tipo de mujer que se sienta a tu lado en el tren, o el autobús, y que te habla de toda la vida.
Mientras el hijo, es un hombre tan educado, que se deja mandar y controlar por su esposa, para colmo de males, irritando a su madre…
Pero The Trip to Bountiful resulta entrañable, sobre todo por la brillante actuación de Geraldine Page.
La veterana actriz, se encuentra muy bien secundada por Rebecca De Mornay en el segundo acto, casi anecdótico; y ambas, refugiadas en unos diálogos sencillos, austeros, pero contundentes, nos muestran las luces y las sombras del relato.
Por último, la banda sonora de J.A.C. Redford, contiene una canción llamada “Softly and Tenderly Jesus Is Calling”, que en cierta manera evoca esa profunda llamada, ese retorno a lo espiritual, a los orígenes, protagonizado por Geraldine Page, que la lleva a “La América Profunda”, tanto física, como espiritualmente.
“Gotta get back and smell that salt air and work that dirt...
I haven't had my hands in dirt in 20 years”
Que maravilloso sería, saber mantener en nuestro momento, de ahora, lo agradable, lo bello y lo posible de este instante que es nuestro presente.
Pero la realidad no es así, sentimos la añoranza de aquello que ya pasó, de aquello que ya vivimos, de aquello que un día sentimos, y que quisiéramos mantener en una especie de “eterno presente”
Por eso surge y aparece la añoranza; y no siempre se viste de tristeza o de pesadumbre, sino que rescatamos y hacemos presente, lo que en este presente ya no está.
Cualquier definición de diccionario nos dice aproximadamente, que la añoranza es:
“Nostalgia o sentimiento de pena que produce la ausencia, privación o pérdida de una persona o cosa muy querida”
Y es válida esa definición, pero creo que podría ampliarse, extenderse en un sentido también más positivo, más desarrollado, más dilatado.
Añoranza, no siempre debe tener ese tono nostálgico sufriente, o sentimiento de pena de algo que se perdió, o de lo que estemos privados, también podríamos interpretarlo como una sensación de gratitud, de plenitud, porque aunque añoremos algo del pasado, podemos añorarlo con alegría, con ternura, por su pletórica vivencia, algo que vivimos, y que nos llenó de ventura el simple hecho de haberlo vivido, de haberlo tenido; quizás tuvimos una infancia alegre y feliz, fuimos queridos, amados y aceptados en nuestro entorno, y evocamos aquella vivencia con hermosa añoranza, pero es más un recordar lo vivido, un sentirnos agradecidos por lo vivido, que no una necesidad o una triste privación.
Quizás el haber tenido una amistad o haber vivido un amor, algo hermoso cuando se vivió, cuando se sintió, pero que ahora quizás no tendría cabida en nuestro presente, o no tendría sentido.
Porque añoramos aquellas sensaciones, aquellas vivencias, pero con afecto, con agrado, con cierta paz y alegría por haberlas sentido y vivido.
Rememoramos y revivimos.
La añoranza, por tanto no es un sentimiento que deba ser siempre de pena; porque es una parte de nuestro ser de ahora, algo o alguien que fue presente, que se manifestó en un pasado más o menos lejano, quizás fue simplemente ayer, pero agrandó nuestras miras, amplió nuestra experiencia de vida, ensanchó nuestra capacidad de sentir, de comprender, de entender, de vivir la hermosa presencia de la misma vida.
Cuando la añoranza se viste de presencia, en el ahora, no siempre debería ser con triste nostalgia o penar.
La añoranza puede ser, el revivir de otros momentos felices y gratos que nos asisten en este instante, porque no podemos borrar lo que habita dentro de nosotros, no podemos obviar lo que hemos vivido, simplemente hemos de intentar, que nada de lo que tenemos en nuestro interior, ocupe más espacio del que le corresponde o suplante otros infinitos integrantes que son los que nos forman, y ahora son presente.

“Goodbye, Bountiful.
Bye”



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