La Maschera del Demonio
“Più di mille anni di conflitti, odi e amori, tutti ridotti a polvere in queste tombe.
Nulla rimane dei principi antichi di Vieda, ma le ombre morte della loro ex gloria.
La storia dell'antica Moldavia è scolpita in queste pietre”
“Вий” o “El Viyi”, es un cuento de terror escrito por el autor ruso de origen ucraniano, Nikolai Vasilievich Gogol, publicado por primera vez en el primer volumen de su colección de cuentos titulada “Mirgorod” (1835)
El título, “El Viyi” se refiere al nombre de la criatura demoníaca que protagoniza la trama.
Gogol fue un escritor que cultivó varios géneros, pero fue notablemente conocido como dramaturgo, novelista y escritor de cuentos cortos.
Su obra más conocida es, probablemente, “Мёртвые души” (Almas Muertas – 1842), considerada por muchos, como la primera novela rusa moderna, la cual tiene ciertas similitudes con “El Quijote” pues el protagonista, junto con su cochero y un criado, emprenden un viaje en su troika por los amplios territorios de la vasta Rusia, deteniéndose en ciudades y aldeas, con la intención de comprar almas muertas.
Su vida y la obra literaria, muestran el debate entre las tendencias prooccidental y eslavófila en la cultura rusa.
Los reformistas liberales rusos, interpretaron en un principio sus historias, como sátiras de los aspectos negativos de la sociedad rusa.
Sin embargo, al final de su vida, estos mismos reformistas lo veían como una figura reaccionaria y patética, perdida en el fanatismo religioso.
Así, en su famosa “Carta a Gogol”, Visarion Belinski lo tachó de “predicador del látigo, y apóstol del oscurantismo”
Y es que Gogol sigue la tradición literaria de E.T.A. Hoffmann, con un uso frecuente de lo fantástico.
Además, las obras muestran un excelente sentido del humor mezclado con realismo social, elementos fantásticos, y formas de prosa no convencionales, son la clave de su popularidad.
Gogol escribió en una época de censura política.
Su uso de elementos fantásticos es, como en las fábulas de Esopo, una manera de burlar al censor.
Algunos de los mejores escritores soviéticos, también recurrieron a la fantasía por razones similares.
Gogol afirmaba que El Viyi, El Rey de Los Gnomos, era una criatura del folklore ucraniano; sin embargo se trata de un elemento puramente literario.
En realidad, el monstruo está basado en descripciones folklóricas de San Juan Casiano, y no tiene relación con el folklore eslavo precristiano, aunque unos pocos elementos de la historia, se encuentran en diversos cuentos de Europa Oriental.
Los demonios convocados a la iglesia, provienen pues de las supersticiones eslavas de “los muertos de medianoche”; y se creía que las personas malvadas se convertían automáticamente en sujetos del Diablo al morir.
La Tierra, no los sostendría para que cada noche se arrastraran fuera de sus tumbas, y atormentaran a los vivos.
En la historia de Gogol, los demonios tienen “tierra negra” aferrados a ellos, como si se arrastraran fuera de la tierra; y se describieron como hermosas y mortales, y tienen relación con la versión joven de la bruja.
La otra característica principal de la escritura de Gogol, es su visión impresionista de la realidad y de la gente.
Él vio el mundo exterior románticamente metamorfoseado, un regalo singular particularmente evidente de las transformaciones espaciales fantásticas en sus historias góticas, como “una venganza terrible” y “un lugar embrujado”
Sus cuadros de la naturaleza, son montones de extraños detalles amontonados, dando por resultado un caos inconexo de cosas.
Su gente, son caricaturas dibujadas con el método del caricaturista, que es exagerar rasgos salientes, y reducirlos a un patrón geométrico.
Pero estas caricaturas tienen una convicción, una veracidad y una inevitabilidad, que se logra por regla general, por ligeros pero definitivos trazos de realidad inesperada, que parecen mendigar el mundo visible.
Los encantamientos, el exorcismo y el círculo mágico, provienen de hecho de las creencias ucranianas de protección contra las fuerzas del mal.
Gogol, tuvo un impacto enorme y permanente en la literatura rusa; su influencia se aprecia en escritores como Yevgeni Zamiatin, Mijail Bulgakov o Andrei Siniavsky.
“Questa è la strega della vecchia leggenda!
Vedi questa maschera di bronzo?
Uno era sempre posto sul viso su una strega condannata, per cui indossava per tutta l'eternità il suo vero volto:
Il volto di Satana”
La Maschera del Demonio es una película de terror italiana, del año 1960, dirigida por Mario Bava.
Protagonizada por Barbara Steele, John Richardson, Andrea Checchi, Ivo Garrani, Arturo Dominici, Enrico Olivieri, Antonio Pierfederici, Tino Bianchi, Clara Bindi, Mario Passante, Renato Terra, Germana Dominici, entre otros.
El guión es de Ennio de Concini, Mario Serandrei y Marcello Coscia, quien no está acreditado; basados ligeramente en la historia corta de Nikolai Gogol, “El Viyi”
No obstante, el guión sólo toma los elementos más rudimentarios de la historia:
El escenario ruso y la idea de una bruja que vuelve a la vida; y tiene una narrativa completamente diferente; pues la historia muestra a una bruja que es ejecutada por su propio hermano, solo para regresar 200 años después para vengarse de sus descendientes.
Mario Bava, fue un gran admirador del cuento de Nikolai Gogol, en el que se basa la trama y los personajes de esta película; y contó que a menudo, solía leer la historia a sus hijos, y que el cuento los asustaba tanto, que insistían en dormir en la cama con su padre.
Bava admiraba tanto los elementos de terror de “El Viyi”, que cuando se le dio la oportunidad de elegir el material para una película que iba a dirigir, inmediatamente seleccionó la historia de Gogol para hacer esta película; y toma la estructura del relato, y lo transforma en una historia de terror gótico, que al menos en la superficie aparenta una composición clásica:
Antiguas ruinas, terribles maldiciones familiares, brujería, satanismo, y una locación exótica, como es el caso de Las Estepas de Moldavia.
Digo que aparenta cierto clasicismo, porque muy pronto la historia comienza a mezclar varios elementos dispares, como una insinuada historia de vampiros, y un énfasis en la sexualidad perversa que, por desgracia, se quedó censurada para gran parte del público.
La Maschera del Demonio fue el debut como director de Mario Bava, a pesar de que participó en varias películas sin recibir crédito; y aunque también realizó películas de aventuras y westerns posteriormente, Mario Bava es reconocido principalmente por ser el gran renovador del cine de terror italiano, y el iniciador del “giallo”, subgénero cuya mayor figura, será más adelante Dario Argento, y que influirá en cineastas como John Carpenter o Brian de Palma; y en ese otro subgénero que tantos ríos de tinta y de sangre sigue haciendo correr:
El “slasher”
Aquí, Bava hizo un film aún lejos del “giallo” que bebe de la tradición del terror europeo, de la brujería, el vampirismo, el romanticismo y lo gótico; siendo La Maschera del Demonio, la 3ª película de terror producida en Italia, en La Era del Sonido, desde que Mussolini prohibió el género durante su dictadura.
Y para los estándares sociales de 1960, La Maschera del Demonio fue considerada inusualmente “horrible”, y fue prohibida en El Reino Unido hasta 1968, debido a su violencia; y fue reestrenada sin censura y sin cortes, en 1992.
En los Estados Unidos, algunas de las escenas más sangrientas fueron censuradas, internamente, por el distribuidor, American International Pictures, antes de su estreno en cines del país, donde se mostró junto a “The Little Shop Of Horrors” de Roger Corman.
A pesar de la censura, La Maschera del Demonio recibió excelentes críticas, y se convirtió en un éxito mundial; lanzó las carreras del director Mario Bava, y la estrella de cine, Barbara Steele.
La producción comenzó el 28 de marzo de 1960, en los estudios de Scalera Film; y los exteriores, así como algunos interiores, fueron filmados en un castillo alquilado en Arsoli.
El último día de producción, fue el 7 de mayo de 1960.
Aunque la película se estrenó en Italia, el 11 de agosto de 1960; en 1961 se distribuye internacionalmente con el nombre en inglés cambiado por “Black Sunday”
Samuel Z. Arkoff y James H. Nicholson, del American International Pictures, vieron la proyección de la versión en italiano de la película, cuando estaban visitando Roma, en busca de películas europeas viables y económicas para sus dobles proyecciones.
Inmediatamente reconocieron en la película, como un posible éxito, y compraron los derechos para EEUU por $100.000, supuestamente más que el presupuesto de la película.
Mario Bava afirmó, que una empresa estadounidense se le acercó para hacer un remake de color; pero él se negó.
Hasta ese momento, las buenas críticas y el boca a boca se convirtieron en la película de mayor recaudación del American International, superando sus ingresos de “Goliath and The Barbarians” (1959) y “House Of Usher” (1960) de Roger Corman.
Aunque filmada en inglés, muchos de los miembros del reparto italiano, tenían acentos gruesos/muy fuertes; siendo redoblada para el estreno en EEUU.
La Maschera del Demonio fue una gran influencia en el cine fantástico italiano, cuyo aspecto recuerda a los títulos de terror de la Universal de los años 30; la historia y la atmósfera tremendamente gótica, recuerdan a los títulos de la Hammer; y todo ello mezclado con la intensidad y destreza visual, de un experto con la cámara como Bava.
La acción inicia durante La Edad Media, en Moldavia, en el año 1630.
La Inquisición rusa condena a muerte a una pareja de amantes que practican la brujería:
La hermosa bruja, Asa Vajda (Barbara Steele), e Igor Javutich (Arturo Dominici); y los ejecuta poniéndoles una máscara con púas en su interior.
El Inquisidor, Griabby (Antonio Pierfederici), hermano de La Princesa, y a su vez sacerdote, es maldecido por Asa, y obligado a llevar en su descendencia parte de sí misma, lo suficiente para asegurar su eventual regreso.
Siglos después, sus ataúdes son encontrados y abiertos por 2 viajeros:
El Dr. Thomas Kruvajan (Andrea Checchi) y su asistente, El Dr. Andre Gorobec (John Richardson)
Al retirar las máscaras de los cadáveres, los brujos vuelven a la vida, y siembran el pánico entre los habitantes del lugar.
Momentos más tarde, la bruja revive y resucita a Javutich, ordenándole que comience su venganza contra los descendientes de sus victimarios:
El padre (Ivo Garrani), y los 2 hijos:
Katia (Barbara Steele) y Constantine (Enrico Olivieri)
Katya resulta ser la viva imagen de Asa; y la bruja precisa su sangre y su alma para recuperar totalmente su cuerpo, y poder desatar la furia de su represalia sobre los pobladores de Moldavia.
La Maschera del Demonio, es una película de terror, que aún hoy mantiene gran parte de su impacto; y es uno de los títulos más célebres del fantástico europeo, considerado de culto a día de hoy, por su extraordinaria, decadente, lúgubre y estilizada imaginería gótica.
Todo un lujo que hará las delicias de los amantes del género con bosques densos y oscuros, furibundas tormentas, aullidos fantasmales, brumosos cementerios, criptas putrefactas, ocultos pasadizos, jardines marchitos, tenebrosas estancias y maldiciones familiares, plagan un relato que versa sobre la brujería y el vampirismo.
Y es un clásico sólido que para la época, no escatima en sangre y tripas a la hora de ser explícita; tiene un ritmo formidable, una villana impactante, y un clima espectacular.
Aun cuando cada una de sus piezas no sea original, tiene un enfoque fresco para el conjunto; y Barbara Steele, se erige como una criatura demoníaca, realmente memorable.
“Non hai motivo di temere i morti.
Dormono molto bene”
1960, fue un año importante para el cine de terror, pues 2 años antes, en 1958, el “Dracula” de Terence Fisher, había revitalizado los mitos clásicos que la Universal popularizó en los años 30.
También, es el año de “Psycho” de Alfred Hitchcock, película que sentó las bases del cine de terror moderno, aunque eso es otra historia…
Nos centraremos en el revival del género gótico, a raíz del estreno de “Horror Of Dracula” de la Hammer, cuyo éxito comercial propició que en otros países, como Estados Unidos, Roger Corman se diese cuenta del filón comercial, y estrenase su ciclo sobre Edgar Allan Poe, empezando con “House Of Usher”; y en Italia, unos meses después, le encargaran su opera prima, a un talentoso director de fotografía:
Mario Bava.
Hijo de Eugenio Bava, decorador y responsable de efectos especiales en clásicos silentes del cine italiano, como “Cabiria” (1914) o “Quo Vadis” (1913), Mario Bava aprendió el oficio de su padre, y además, se convirtió en uno de los directores de fotografía más solicitados del péplum.
La destreza del joven Mario Bava en tareas de trucajes, decorados y fotografía, hacia ahorrar mucho dinero a los productores, y era normal que terminase trabajos, cuando el primer director abandonaba el proyecto.
Durante 1959, Bava había asumido el puesto de director de “The Giant Of Marathon” de Jacques Tourneur, que dejó la producción antes de que la mayoría de las secuencias principales se hubieran filmado.
Bava, que había sido director de cámara de la película, completó la película rápida y eficientemente.
Esta no fue la primera vez que Bava tuvo que salvar una película problemática para la compañía productora, Galatea Film.
Durante ese mismo año, Bava había realizado un trabajo similar de rescate en “Caltiki - Il Mostro Immortale” (1959), al sustituir a Riccardo Freda como director, después de haber abandonado la filmación en medio de la producción.
Incluso antes, había asumido el papel de director de “I Vampiri” (1957), después de que el temperamental Freda, también hubiera salido del set de esa película después de sólo unos días.
Bava, no recibió crédito de pantalla del director por ninguno de sus trabajos sobre las 3 películas de Galatea.
Después de que Bava terminara “Marathon”, Nello Santi, el director de Galatea Film, posteriormente le ofreció cualquier trabajo a su elección para su primer crédito como director.
Como amante de la fantasía y el horror rusos, Bava decidió adaptar la historia de terror de 1865, de Nikolai Gogol, “El Viyi”, en un largometraje.
Sin embargo, el guion resultante de Bava, Ennio De Concini y Mario Serandrei; de hecho tenía muy poco del trabajo de Gogol, parecía ser más un homenaje a las películas de terror góticas en blanco y negro de los años 30, especialmente las producidas por Estudios Universal.
No obstante, Bava crea un clásico absoluto del terror gótico que sorprendió tanto por su libertad creativa a la hora del uso de la violencia, algo que no llevaron tan lejos Fisher y Corman; así como su perfecta y oscura ambientación.
Introduce además, a la actriz inglesa, Barbara Steele, convirtiéndola en icono del cine de terror de los 60, una mujer cuya extraña belleza y mirada, se reveló como gran aliciente en películas de género.
De hecho, la especialidad de Bava en los diseñados y los decorados, fueron realmente en monocromo, ausentes de todo color, para agregar el ambiente oscuro.
Ya desde su introducción, asistimos a una perfecta combinación de vampirismo y magia negra:
La bruja Asa, junto a su amado hermano, son condenados a morir inquisitivamente.
Asa, es condenada a morir en la hoguera, pero antes, ha de ser exorcizada, clavándole una máscara de pinchos en su rostro; vejación de la que se defiende, presa de la cólera, pronunciando una feroz execración contra los descendientes de aquellos que financian y consienten el oprobio.
Un estruendoso colofón antes de créditos, que no es sino el germen de todo lo que está por venir, en un argumento cuya intensidad se regenera al albor de la resucitación de Asa, 200 años después, gracias a la sangre y torpeza de un ingenuo viajero, El Doctor Kruvajan, cuya llegada a los dominios de Los Vadja, desencadenará el inicio de la venganza anunciada.
Después de este violento arranque, volvemos al presente:
La virginal Katia, descendiente de Asa, interpretadas ambas por Steele, vive tranquilamente en su castillo, junto a su anciano padre y su hermano.
A este llegan 2 estudiosos “van helsinianos”, un profesor y su pupilo, y en ese justo momento, Mario Bava catapulta a Barbara Steele al olimpo del cine fantástico, cuando aparece junto a las ruinas de una antigua iglesia, flanqueada por sus 2 perros, imagen de gran belleza y fuerza, que no pudo ser mejor para la presentación de la gran Bárbara.
Las maldiciones se empiezan a suceder, cuando estos 2 intrusos se adentran en la antigua cripta, y sin saberlo, hacen volver a la vida a la pareja de brujos:
Asa y Javutich.
La lluvia torrencial que se inicia tras la maldición entonada por la bruja antes de morir, impidió que los cuerpos sean consumidos por las llamas.
Es cierto que a partir de ahí, el filme se vuelve algo convencional en su desarrollo, con caracteres ciertamente impersonales, una exposición de situaciones ya vistas en el género, y una subtrama amorosa que no se adecua demasiado al resto del conjunto.
Sin embargo, su malsana atmósfera y lo conseguidas que están determinadas secuencias, como las resurrecciones de Asa y de Javutich, provocarán más de un sudor frío por la espalda del espectador; y elevan a la película a la categoría de indiscutible clásico.
Técnicamente, Bava utiliza sus conocimientos en el campo de la fotografía, para dotar a la película de un aire irreal y oscuro, incluso en las estancias más iluminadas, que no son las del castillo, sino las de unos jardines repletos de ramajes mustios, y estatuas siniestras.
La luz se resguarda de la aristocracia, pero no del pueblo ni de sus cantinas, ni de un campo abarrotado de vida y ríos, incluso cuando sobre su cauce se posa el cadáver de uno de los caballeros del castillo.
Este gusto por la acumulación de detalles, y por la densidad de la puesta en escena, se convierte en un elemento más de la narración, contribuyendo a forjar su apariencia umbrosa y turbadora.
El entretexto, oculta la descomposición de una familia aristocrática de aires ancestrales sufriente de los excesos de aquellos que posibilitaron su fortuna, viviendo amedrentados por el recuerdo de un pasado, cuya naturaleza se explicita del modo que mejor saben hacer las cintas de género:
Con fantasmas.
El Príncipe Vadja, se ve asediado pues, de visiones terribles y temores atávicos, que terminan de trastornarlo “sine die”, cuando el revivido Javutich se presenta en su dormitorio de madrugada.
El temor de la desintegración de los antiguos regímenes no se expresa con revoluciones, sino en la suciedad que se acomoda en unas estancias abandonadas a su suerte, y en el intelecto de aquellos que celebran su senectud, embriagados de cortinas negras, cuadros ancestrales, temores invencibles, y leyendas que no se olvidan.
En este sentido, el fantasma resucitado de Igor Javutich, ejerce de conciencia personificada, vomitando un exabrupto de justicia diabólica pergeñada contra aquellos que sintiéndose del lado de Dios, promovieron condenas públicas como escarmiento sufrido.
Pero Mario Bava no se conforma con la forma, dotando a la película de un contenido, cuyas vertientes se explican en términos de contraposición:
Por un lado, Bava contrasta la alegre vida del pueblo y de la hospedería, con las estancias mórbidas de un castillo agonizante.
De otro, juega con la idea del “doppelgänger”, enfrentando a Asa/vampiro contra su doble, la bella heredera Katia, cuyo rostro y apariencia virginal desea poseer a toda costa, para culminar el último de los preceptos de su venganza, esta vez, en términos de reencarnación.
El duelo está servido, y se resuelve de forma circular, con la ayuda de un émulo de Van Helsing, de profesión sacerdote, y de un joven doctor de apostura enamoradiza, incapaz de detener los encantadores efluvios de la bruja.
Bava cierra la película, como la empezó:
Con una turba antorchada, ajustando cuentas con el pasado; entremedias hemos asistido a una obra pervertida de excesos y desarreglos de guión, errores de “raccord” y de montaje, que sin embargo, conserva buena parte de su poderío visual y alcance mitómano, varias secuencias estimulantes, y una indudable capacidad para sobrevivir a su tiempo… igual que los vampiros.
De hecho, La Maschera del Demonio bien podría encajar dentro del cine de vampiros, pero tiene ciertos toques que la hacen única.
Para matar a estos seres, por ejemplo, se les ha de clavar un estaca en el ojo izquierdo, suponemos que porque por ahí se libera el alma…
Además, Asa sorbe la vida de sus víctimas, no mordiendo en el cuello, sino con un beso en los labios.
Está claro nada más ver la primera secuencia, que bebe gustosamente de la literatura considerada como gótica, e iniciada a lo largo del siglo XIX.
Y desde luego, hay en sus fotogramas, un evidente homenaje a la novela de Bram Stoker, la célebre “Dracula”, que por otra parte, tantas adaptaciones ha traído al cine.
Y es que en La Maschera del Demonio, sale a la luz el tema vampírico, pero además, encontramos otros paralelismos.
La ambientación entre novela y película, es bastante similar, no sólo por la etapa cronológica en la que se inscriben los hechos, sino especialmente por el lugar donde transcurre la película.
El pueblo alejado de la mano de Dios en el que habitaba El Conde Drácula, es casi el mismo que encontramos en La Maschera del Demonio.
El miedo de los campesinos ante su mítico Conde, se transfigura en la película en el carretero que lleva a nuestros protagonistas, advirtiéndoles que “no es aconsejable pasar por el atajo por el que pretenden, pues existe una leyenda negra”
Sí en “Dracula” nos encontrábamos con la impotente presencia del castillo donde habitaba el mal, aquí nos encontramos con una mansión familiar, ciertamente parecida.
En dicha mansión, además de una ambientación muy propia de la imaginación gótica, nos encontramos con elementos muy singulares, como los retratos de la familia, indispensable en una película de estas características; y pasadizos que ocultan tenebrosos secretos.
Un relato inquietante, que despliega una tenue dosis de romanticismo que sobrevive en frías y tétricas circunstancias, donde el odio y la cruel venganza se apoderan de la pantalla.
En el fondo, no es más que un reciclado de ideas de “Dracula”, vampiros, ambiente gótico, historias de reencarnaciones, horda pueblerina que se levanta contra el monstruo; pero el guión lo termina por disfrazar sorprendentemente bien, y el resultado final no suena a cliché remanido.
La diferencia estriba en la agilidad del relato, que tiene lugar en menos de un par de días, y en donde la figura del villano, permanece en las sombras del conocimiento público, la mayor parte del tiempo.
Por otro lado, el tema del vampirismo es tocado tangencialmente, y si bien estos personajes se alimentan de sangre y almas, son más bien figuras demoníacas:
Controlan a las personas, se mueven de manera espectral, reviven muertos...
Por lo demás, le temen al día y a las cruces.
Mientras los detalles de erotismo malsano, fueron solamente un elemento más de lo osada que fue La Maschera del Demonio para los estándares de principios de los años 60, yendo más allá de lo que en su momento habían logrado trabajos similares, y en cierta forma, cambió las reglas del juego, puesto que también la Hammer se dedicó a partir de entonces, a tensar los límites de aquello que podía hacer en pantalla.
Sin embargo, el trasfondo cultural italiano de La Maschera del Demonio, la diferencia de todos estos trabajos.
Uno de los detalles que siempre he encontrado más interesantes, no sólo de Bava sino del terror italiano en general, es su relación de amor/odio con la religión católica, ya que Bava no deja de hacer mención en todo momento a un imaginario cultural cristiano, presente no sólo en la ya antológica escena de la quema de la bruja, sino en la fijación con el cadáver de Asa, que se mantiene incorrupto y atrapado en su ataúd, únicamente por la presencia de la cruz.
La visión de ese cadáver, con las cuencas vacías llenas de gusanos, también evidencia otro aspecto muy recordado de esta película, que es su fijación con los ojos como puerta del mal, algo a lo que ciertamente ayuda la fisionomía de Barbara Steele, cuyos grandes ojos negros, parecen ser los protagonistas de la película.
Así las cosas, la característica principal del cine de Mario Bava, que es su habilidad en la estilización visual y la turbada consecución ambiental, están muy logrados, pero el interés de la trama no traspasa esa sugerencia sensorial, a pesar de la presencia de la incitante Barbara Steele en un doble papel.
La dualidad de ambas personalidades, es esgrimida por Steele gracias a un prodigio de interpretación, que marca ambas cualidades, sólo con su mirada y gestos corporales.
La narración es muy fluida, y aunque el a veces criticado guión cae en bastantes de los tópicos del cine de vampiros, contiene elementos más que de sobra para qué el espectador siga con sumo interés el desarrollo del film, cumpliendo así perfectamente con su función más básica.
En cualquier caso, es en el aspecto visual donde hay que buscar las grandes virtudes; pues crea una perturbadora atmósfera, gracias a la maravillosa fotografía en blanco y negro, obra del propio Bava; la iluminación de las escenas, o la cuidadosa elección de los encuadres.
Además, las virguerías visuales de Bava, como la utilización de agresivos picados y contrapicados, o el extravagante uso del “zoom”, todavía refuerzan más el barroquismo estético que destila toda la obra.
Pero donde funciona mejor, es en lo explícito de su horror.
Por el contrario de lo que ocurre con los filmes de la Hammer, donde todo es más teatral, e incluso intelectual, el terror aquí es visceral y crédulo.
Nadie cuestiona la existencia de estas criaturas, simplemente es aceptada.
A la hora de mostrar una mutilación, se lo hace en primer plano.
El incrustamiento de la máscara de pinchos, es particularmente sangrienta; y aun cuando el filme sea en blanco y negro, mantiene su impacto.
La apertura de la tumba de Asa, muestra a su cadáver fresco pero sin ojos, y poblado de escorpiones; el proceso de resucitación y re-encarnación de su cadáver, es efectista y sorprendente; y el instante en el clímax, en que Asa revela su cuerpo a medio formar bajo su vestido, huesos y carne putrefacta, es fabuloso.
Bava no tiene miedo en ser gráfico a la hora de mostrar la muerte, y se despacha con una serie de imágenes de gran impacto; para ser un filme de 1960, es notablemente avanzado para su época.
Lo otro que es realmente muy bueno es el clima.
La imaginería visual es muy rica, casi de comic, con criptas enormes, iglesias derruidas en donde La Luna se asoma en donde estaba el techo, hogueras ardientes listas para cremar en vida a las brujas... y todo filmado con una cámara en movimiento, que es inusual para el género del terror, donde habitualmente todo es muy estático.
Todas las escenas de la bruja en la cripta son brillantes, en especial el momento en que revive frente al profesor Kruvajan, cuando el ataúd de Asa explota, es sorprendente.
Es como si Bava empezara a disparar todo tipo de recursos efectistas a su alcance, para obtener un logrado clima sobrenatural:
Carruajes fantasmales, niebla que surge de la nada, muertos que emergen de sus tumbas; pero aquí, el relato no se entretiene con ello, como lo haría cualquier película mediocre de horror; y sigue adelante con un ritmo envidiable.
La acción nunca se detiene, y los personajes, sin ser tridimensionales, al menos no son estúpidos, y se deciden siempre a actuar.
Quizás, el único momento descolgado sea la pelea de Gorobec con Javutich, que es ilógica, considerando que es un humano luchando mano a mano con un demonio súper poderoso.
No es menor todo el tema del vestuario y el maquillaje, para dar vida a lo misterioso y paranormal, como así también es meritorio el crispante acompañamiento musical.
La escena del envejecimiento final de la bruja, se rodó en un solo plano-secuencia con maquillaje de distintos colores, puesto a aparecer paulatinamente con una sucesión de focos, también de colores diferentes.
Y es que en La Maschera del Demonio, los elementos góticos se llevan al extremo de las posibilidades, para el año que corría cuando se dirigió la película.
En el solemne prólogo, en el que se condena y sacrifica a la bruja, se puede observar claramente, con el gesto sanguinolento de la máscara que le colocan a la enviada del diablo.
La máscara, que por cierto, no tiene ningún tipo de parecido con alguna real de la época, parece más bien un anacronismo; está absolutamente recubierta de púas metálicas, y Bava, emplazándose a la tradición de la tortura medieval, nos enseña el trágico destino de la víctima.
Pero el italiano no omite ningún plano.
Difícilmente esto habría ocurrido en el cine clásico de Hollywood.
Primero nos muestra un plano detalle de la máscara por fuera, y después, demostrando el interés por el sadismo, un plano detalle de la máscara por dentro, con sus peligrosas púas; para finalmente ser clavada de forma brutal.
Podría parecer algo simplemente atrevido hasta ahí, pero es que Bava llega incluso un paso más adelante, mostrándonos la ejecución de la bruja.
Sin duda, La Maschera del Demonio abre una puerta que el propio Mario Bava acabaría atravesando en no muchos años.
Un punto y aparte, merece la sexualidad desprendida por la presencia de Barbara Steele, quien tras aparecer aquí, acabaría convirtiéndose en la musa más reclamada y deseada del gótico italiano.
Ella, es otro de los motivos principales por los que la película no ha perdido fuerza.
Su belleza oscura y sensual, especialmente sus grandes y bellos ojos, encaja perfectamente con la malvada Asa, a la que otorga una tremenda sensualidad a pesar de tener un aspecto poco erótico, y por otro lado, tiene la suficiente inocencia para interpretar también a la descendiente de Asa, la virginal Princesa Katia.
Como dato, en los créditos iniciales, el nombre de Barbara Steele está mal escrito, como Barbara Steel.
De hecho, Bava y Steel tenían una difícil relación de trabajo:
El director cuenta que contrató a Barbara Steele, después de verla en una foto en la revista Life.
No es una belleza en el sentido tradicional, pero sus enormes ojos y su apariencia cadavérica, le dan una gran presencia.
Como actriz, no es muy buena en el rol de víctima como Katya; pero como villana, destila maldad y es impactante.
Steele, nunca vio un guión completo de la película; en cambio, se le entregó simplemente las escenas que iba a filmar y su diálogo, todas las mañanas de la producción.
Según Steele:
“Nos daban las páginas día a día, no teníamos ni idea de lo que estaba pasando en esa película, tampoco teníamos ni idea del final, ni del principio”
En la versión en lengua italiana, Asa y Javutich, son hermanos que sugieren una relación incestuosa; y se da en la presentación de la familia de Katia, con ella tocando el piano, mientras la cámara avanza hacia la izquierda, para terminar enfocando al padre, con Asa al fondo derecho.
Una forma de enlazar a 2 personajes clave, que tras la muerte de uno de ellos, sucumbirá a tentaciones incestuosas, al igual que Katia y su también resucitado hermano Igor, detalle que en algunas copias se cambió en el doblaje para EEUU, por lo que esta relación no es parte de ninguna versión del idioma inglés.
Al respecto del personaje de Igor, muy inteligentemente interpretado por Arturo Dominici, sus primeras apariciones son toda una muestra de las capacidades de Bava para crear una atmósfera terrorífica con muy pocos elementos, basándose sobre todo, en el uso de la iluminación.
Así, el instante en el que Igor se aparece al padre de Asa, sólo con un excelente encuadre e iluminación, es uno de los instantes más terroríficos del Séptimo Arte en general.
La caracterización demoniaca de Steele y Dominici, originalmente llevaban colmillos de vampiros afilados, pero después de sólo unos días de filmación, los colmillos fueron desechados.
El director de producción, Armando Govoni, recordó:
“Cuando vimos las escenas, especialmente en el primer plano, parecían demasiado falsos para que el editor de la película, Mario Serandrei los cortara”
Según Bava, la actriz Barbara Steele “era un tanto irracional, temerosa de los italianos.
Un día se negó a ir al set, porque alguien le dijo que yo estaba usando un material especial que hacía que la gente parecía desnuda”
De hecho, hay una escena en la que sale un cuadro de ella desnuda, muy llamativo para la época en la que se dirigió.
Por su parte, Steele menciona:
“Solo El Señor sabe que yo era suficientemente difícil, no me gustaron mis colmillos, los cambié 3 veces; odié mi peluca, la cambié 4 veces, no podía entender el italiano.
No quise permitirles abrir mi vestido, y exponer mis pechos, así que encontraron una doble que no me gustó en absoluto, así que terminé haciéndolo yo misma, borracha, apenas de 18 años, avergonzada, y no fue muy fácil presentarme en el set”
También entre el reparto figura John Richardson, alguna vez aspirante al puesto de James Bond, que es un héroe demasiado estoico.
Por suerte se la pasa todo el tiempo consultando y corriendo, sin dar tiempo a que nos aburra con un primer plano suyo, aunque está de muy buen ver.
Como dato, la niña que se envía por la noche a buscar la leche de una vaca; es interpretada por la hija de Dominici, Germana Dominici.
Ivo Garrani, quien interpreta al anciano padre de Katia, en realidad sólo tenía 36 años en el momento de filmar.
La Maschera del Demonio La película está llena de detalles morbosos y escenas impactantes que resultan más chocantes, aun teniendo en cuenta que fueron filmadas hace más de 50 años, por ejemplo:
Cuando se descubre la tumba de Asa, y le quitan la máscara, se pueden oír unos desagradables ruidos carnosos provocados por los clavos interiores de la máscara; luego se descubre el rostro de Asa, extrañamente bien conservado, excepto por los huecos oscuros que tiene en lugar de ojos, por los que salen un montón de insectos…
La primera aparición de Katia en las ruinas del templo, sujetando a 2 fieros mastines, mientras a su espalda observamos un cielo encapotado; el cuerpo putrefacto de Asa en el ataúd, mostrando su rostro desfigurado con las cuencas de los ojos vacías; el prólogo, donde presenciamos la brutal ejecución de la bruja… todas ellas son secuencias de una belleza medusea, que se quedan grabadas en la retina del espectador.
Lo que sí es fascinante, es el papel que hace Barbara Steel, interpretando a la Bruja/vampírica Asa, y a La Princesa Katia, haciendo diferente a cada personaje y encontrándose frente a frente al final de la historia, que junto con un estupendo montaje, hace creíble y a la vez increíble, que puedan estar en el mismo lugar.
Aunque La Maschera del Demonio está rodeada de imperfecciones y de un montaje a veces brusco, no pudiéndola catalogarla por eso de obra maestra, cuenta con un poder narrativo, y sobre todo visual, consiguiendo una atmosfera inmortal, y sobreviviendo con el paso de los años, como si de un vampiro se tratara.
Lo que no es tan creíble, para achacarle algo específicamente, que bien puede resultar cómico, es la horrorosa caracterización del sacerdote de la zona, con una barba tan absurda, que parece un traje de carnaval comprado en una tienda de chinos.
Por último, la banda sonora en la versión de EEUU, publicada por American International, fue reemplazada por la original de Les Baxter.
Aunque Baxter se le da crédito único, su música en realidad contiene temas de la original de Roberto Nicolosi; que también utiliza piezas de Rossini y Wagner.
“Anche tu puoi sentire la gioia e la felicità dell'odio”
La Maschera del Demonio es toda una lección de arte y ensayo, y una excelente labor del irrepetible Mario Bava, creador del “giallo”; donde lo más destacable de este hito del cine fantástico italiano, es su peculiar atmósfera, todo un ejercicio de técnica y estilo, que acierta en desprender un terror muy hipnótico dentro de un ambiente terrorífico, irregular e incómodo de visualizar, pero magnífico en su originalidad; que desató tanto aluvión de copias en su día, que resulta difícil entender, que fue la primera de su generación, propiciando todo tipo de conceptos visuales novedosos, y con escasos medios.
De hecho, el genio Bava, era famoso por ingeniárselas para crear de la nada, impresionantes localizaciones o memorables efectos de cámara, creando e inventando con lo poco que tenía a su alcance; y propiciaría el despertar del cine gótico en algunos futuros cineastas, como:
Richard Donner, que modeló toda la escena del cementerio en “The Omen” (1976), en la escena en la que Barbara Steele aparece en el cementerio con sus perros.
Varias de las escenas, fueron recreadas específicamente para la interpretación de Francis Ford Coppola, para “Bram Stoker's Dracula” (1992), como un homenaje a la película de Bava.
Y Tim Burton, que la considera su film favorito, y que declararía fuente principal de inspiración para su “Sleepy Hollow” (1999)
La Maschera del Demonio resiste bien el paso de los años, y ya está considerada como film de culto por la mayoría de cinéfilos, siendo casi de obligado visionado para los amantes del fantástico, que verán en ella, la verdadera incitadora del género; uno que encumbró como Maestro del Horror Gótico Italiano, y que perduraría décadas más tarde, resurgiendo nombres tan destacados como:
Lucio Fulci, Antonio Margheriti, Sergio Martino, Dario Argento, o el mismo hijo de Mario, Lamberto Bava, que rodó 30 años después, una cinta llamada también “La Maschera del Demonio” llamada en inglés “Demons 5: The Devil's Veil” (1989), y que aunque parece beber de las mismas fuentes, no se considera un “remake” ni mucho menos, además de estar muy lejos de la calidad de esta.
“Non potrai mai sfuggire alla mia vendetta, oa Satana!
La mia vendetta ti cercherà e con il sangue dei tuoi figli, dei loro figli e dei loro figli, continuerò a vivere per sempre!
Mi riprenderanno nella vita che tu abbi ruba da me!”
Nulla rimane dei principi antichi di Vieda, ma le ombre morte della loro ex gloria.
La storia dell'antica Moldavia è scolpita in queste pietre”
“Вий” o “El Viyi”, es un cuento de terror escrito por el autor ruso de origen ucraniano, Nikolai Vasilievich Gogol, publicado por primera vez en el primer volumen de su colección de cuentos titulada “Mirgorod” (1835)
El título, “El Viyi” se refiere al nombre de la criatura demoníaca que protagoniza la trama.
Gogol fue un escritor que cultivó varios géneros, pero fue notablemente conocido como dramaturgo, novelista y escritor de cuentos cortos.
Su obra más conocida es, probablemente, “Мёртвые души” (Almas Muertas – 1842), considerada por muchos, como la primera novela rusa moderna, la cual tiene ciertas similitudes con “El Quijote” pues el protagonista, junto con su cochero y un criado, emprenden un viaje en su troika por los amplios territorios de la vasta Rusia, deteniéndose en ciudades y aldeas, con la intención de comprar almas muertas.
Su vida y la obra literaria, muestran el debate entre las tendencias prooccidental y eslavófila en la cultura rusa.
Los reformistas liberales rusos, interpretaron en un principio sus historias, como sátiras de los aspectos negativos de la sociedad rusa.
Sin embargo, al final de su vida, estos mismos reformistas lo veían como una figura reaccionaria y patética, perdida en el fanatismo religioso.
Así, en su famosa “Carta a Gogol”, Visarion Belinski lo tachó de “predicador del látigo, y apóstol del oscurantismo”
Y es que Gogol sigue la tradición literaria de E.T.A. Hoffmann, con un uso frecuente de lo fantástico.
Además, las obras muestran un excelente sentido del humor mezclado con realismo social, elementos fantásticos, y formas de prosa no convencionales, son la clave de su popularidad.
Gogol escribió en una época de censura política.
Su uso de elementos fantásticos es, como en las fábulas de Esopo, una manera de burlar al censor.
Algunos de los mejores escritores soviéticos, también recurrieron a la fantasía por razones similares.
Gogol afirmaba que El Viyi, El Rey de Los Gnomos, era una criatura del folklore ucraniano; sin embargo se trata de un elemento puramente literario.
En realidad, el monstruo está basado en descripciones folklóricas de San Juan Casiano, y no tiene relación con el folklore eslavo precristiano, aunque unos pocos elementos de la historia, se encuentran en diversos cuentos de Europa Oriental.
Los demonios convocados a la iglesia, provienen pues de las supersticiones eslavas de “los muertos de medianoche”; y se creía que las personas malvadas se convertían automáticamente en sujetos del Diablo al morir.
La Tierra, no los sostendría para que cada noche se arrastraran fuera de sus tumbas, y atormentaran a los vivos.
En la historia de Gogol, los demonios tienen “tierra negra” aferrados a ellos, como si se arrastraran fuera de la tierra; y se describieron como hermosas y mortales, y tienen relación con la versión joven de la bruja.
La otra característica principal de la escritura de Gogol, es su visión impresionista de la realidad y de la gente.
Él vio el mundo exterior románticamente metamorfoseado, un regalo singular particularmente evidente de las transformaciones espaciales fantásticas en sus historias góticas, como “una venganza terrible” y “un lugar embrujado”
Sus cuadros de la naturaleza, son montones de extraños detalles amontonados, dando por resultado un caos inconexo de cosas.
Su gente, son caricaturas dibujadas con el método del caricaturista, que es exagerar rasgos salientes, y reducirlos a un patrón geométrico.
Pero estas caricaturas tienen una convicción, una veracidad y una inevitabilidad, que se logra por regla general, por ligeros pero definitivos trazos de realidad inesperada, que parecen mendigar el mundo visible.
Los encantamientos, el exorcismo y el círculo mágico, provienen de hecho de las creencias ucranianas de protección contra las fuerzas del mal.
Gogol, tuvo un impacto enorme y permanente en la literatura rusa; su influencia se aprecia en escritores como Yevgeni Zamiatin, Mijail Bulgakov o Andrei Siniavsky.
“Questa è la strega della vecchia leggenda!
Vedi questa maschera di bronzo?
Uno era sempre posto sul viso su una strega condannata, per cui indossava per tutta l'eternità il suo vero volto:
Il volto di Satana”
La Maschera del Demonio es una película de terror italiana, del año 1960, dirigida por Mario Bava.
Protagonizada por Barbara Steele, John Richardson, Andrea Checchi, Ivo Garrani, Arturo Dominici, Enrico Olivieri, Antonio Pierfederici, Tino Bianchi, Clara Bindi, Mario Passante, Renato Terra, Germana Dominici, entre otros.
El guión es de Ennio de Concini, Mario Serandrei y Marcello Coscia, quien no está acreditado; basados ligeramente en la historia corta de Nikolai Gogol, “El Viyi”
No obstante, el guión sólo toma los elementos más rudimentarios de la historia:
El escenario ruso y la idea de una bruja que vuelve a la vida; y tiene una narrativa completamente diferente; pues la historia muestra a una bruja que es ejecutada por su propio hermano, solo para regresar 200 años después para vengarse de sus descendientes.
Mario Bava, fue un gran admirador del cuento de Nikolai Gogol, en el que se basa la trama y los personajes de esta película; y contó que a menudo, solía leer la historia a sus hijos, y que el cuento los asustaba tanto, que insistían en dormir en la cama con su padre.
Bava admiraba tanto los elementos de terror de “El Viyi”, que cuando se le dio la oportunidad de elegir el material para una película que iba a dirigir, inmediatamente seleccionó la historia de Gogol para hacer esta película; y toma la estructura del relato, y lo transforma en una historia de terror gótico, que al menos en la superficie aparenta una composición clásica:
Antiguas ruinas, terribles maldiciones familiares, brujería, satanismo, y una locación exótica, como es el caso de Las Estepas de Moldavia.
Digo que aparenta cierto clasicismo, porque muy pronto la historia comienza a mezclar varios elementos dispares, como una insinuada historia de vampiros, y un énfasis en la sexualidad perversa que, por desgracia, se quedó censurada para gran parte del público.
La Maschera del Demonio fue el debut como director de Mario Bava, a pesar de que participó en varias películas sin recibir crédito; y aunque también realizó películas de aventuras y westerns posteriormente, Mario Bava es reconocido principalmente por ser el gran renovador del cine de terror italiano, y el iniciador del “giallo”, subgénero cuya mayor figura, será más adelante Dario Argento, y que influirá en cineastas como John Carpenter o Brian de Palma; y en ese otro subgénero que tantos ríos de tinta y de sangre sigue haciendo correr:
El “slasher”
Aquí, Bava hizo un film aún lejos del “giallo” que bebe de la tradición del terror europeo, de la brujería, el vampirismo, el romanticismo y lo gótico; siendo La Maschera del Demonio, la 3ª película de terror producida en Italia, en La Era del Sonido, desde que Mussolini prohibió el género durante su dictadura.
Y para los estándares sociales de 1960, La Maschera del Demonio fue considerada inusualmente “horrible”, y fue prohibida en El Reino Unido hasta 1968, debido a su violencia; y fue reestrenada sin censura y sin cortes, en 1992.
En los Estados Unidos, algunas de las escenas más sangrientas fueron censuradas, internamente, por el distribuidor, American International Pictures, antes de su estreno en cines del país, donde se mostró junto a “The Little Shop Of Horrors” de Roger Corman.
A pesar de la censura, La Maschera del Demonio recibió excelentes críticas, y se convirtió en un éxito mundial; lanzó las carreras del director Mario Bava, y la estrella de cine, Barbara Steele.
La producción comenzó el 28 de marzo de 1960, en los estudios de Scalera Film; y los exteriores, así como algunos interiores, fueron filmados en un castillo alquilado en Arsoli.
El último día de producción, fue el 7 de mayo de 1960.
Aunque la película se estrenó en Italia, el 11 de agosto de 1960; en 1961 se distribuye internacionalmente con el nombre en inglés cambiado por “Black Sunday”
Samuel Z. Arkoff y James H. Nicholson, del American International Pictures, vieron la proyección de la versión en italiano de la película, cuando estaban visitando Roma, en busca de películas europeas viables y económicas para sus dobles proyecciones.
Inmediatamente reconocieron en la película, como un posible éxito, y compraron los derechos para EEUU por $100.000, supuestamente más que el presupuesto de la película.
Mario Bava afirmó, que una empresa estadounidense se le acercó para hacer un remake de color; pero él se negó.
Hasta ese momento, las buenas críticas y el boca a boca se convirtieron en la película de mayor recaudación del American International, superando sus ingresos de “Goliath and The Barbarians” (1959) y “House Of Usher” (1960) de Roger Corman.
Aunque filmada en inglés, muchos de los miembros del reparto italiano, tenían acentos gruesos/muy fuertes; siendo redoblada para el estreno en EEUU.
La Maschera del Demonio fue una gran influencia en el cine fantástico italiano, cuyo aspecto recuerda a los títulos de terror de la Universal de los años 30; la historia y la atmósfera tremendamente gótica, recuerdan a los títulos de la Hammer; y todo ello mezclado con la intensidad y destreza visual, de un experto con la cámara como Bava.
La acción inicia durante La Edad Media, en Moldavia, en el año 1630.
La Inquisición rusa condena a muerte a una pareja de amantes que practican la brujería:
La hermosa bruja, Asa Vajda (Barbara Steele), e Igor Javutich (Arturo Dominici); y los ejecuta poniéndoles una máscara con púas en su interior.
El Inquisidor, Griabby (Antonio Pierfederici), hermano de La Princesa, y a su vez sacerdote, es maldecido por Asa, y obligado a llevar en su descendencia parte de sí misma, lo suficiente para asegurar su eventual regreso.
Siglos después, sus ataúdes son encontrados y abiertos por 2 viajeros:
El Dr. Thomas Kruvajan (Andrea Checchi) y su asistente, El Dr. Andre Gorobec (John Richardson)
Al retirar las máscaras de los cadáveres, los brujos vuelven a la vida, y siembran el pánico entre los habitantes del lugar.
Momentos más tarde, la bruja revive y resucita a Javutich, ordenándole que comience su venganza contra los descendientes de sus victimarios:
El padre (Ivo Garrani), y los 2 hijos:
Katia (Barbara Steele) y Constantine (Enrico Olivieri)
Katya resulta ser la viva imagen de Asa; y la bruja precisa su sangre y su alma para recuperar totalmente su cuerpo, y poder desatar la furia de su represalia sobre los pobladores de Moldavia.
La Maschera del Demonio, es una película de terror, que aún hoy mantiene gran parte de su impacto; y es uno de los títulos más célebres del fantástico europeo, considerado de culto a día de hoy, por su extraordinaria, decadente, lúgubre y estilizada imaginería gótica.
Todo un lujo que hará las delicias de los amantes del género con bosques densos y oscuros, furibundas tormentas, aullidos fantasmales, brumosos cementerios, criptas putrefactas, ocultos pasadizos, jardines marchitos, tenebrosas estancias y maldiciones familiares, plagan un relato que versa sobre la brujería y el vampirismo.
Y es un clásico sólido que para la época, no escatima en sangre y tripas a la hora de ser explícita; tiene un ritmo formidable, una villana impactante, y un clima espectacular.
Aun cuando cada una de sus piezas no sea original, tiene un enfoque fresco para el conjunto; y Barbara Steele, se erige como una criatura demoníaca, realmente memorable.
“Non hai motivo di temere i morti.
Dormono molto bene”
1960, fue un año importante para el cine de terror, pues 2 años antes, en 1958, el “Dracula” de Terence Fisher, había revitalizado los mitos clásicos que la Universal popularizó en los años 30.
También, es el año de “Psycho” de Alfred Hitchcock, película que sentó las bases del cine de terror moderno, aunque eso es otra historia…
Nos centraremos en el revival del género gótico, a raíz del estreno de “Horror Of Dracula” de la Hammer, cuyo éxito comercial propició que en otros países, como Estados Unidos, Roger Corman se diese cuenta del filón comercial, y estrenase su ciclo sobre Edgar Allan Poe, empezando con “House Of Usher”; y en Italia, unos meses después, le encargaran su opera prima, a un talentoso director de fotografía:
Mario Bava.
Hijo de Eugenio Bava, decorador y responsable de efectos especiales en clásicos silentes del cine italiano, como “Cabiria” (1914) o “Quo Vadis” (1913), Mario Bava aprendió el oficio de su padre, y además, se convirtió en uno de los directores de fotografía más solicitados del péplum.
La destreza del joven Mario Bava en tareas de trucajes, decorados y fotografía, hacia ahorrar mucho dinero a los productores, y era normal que terminase trabajos, cuando el primer director abandonaba el proyecto.
Durante 1959, Bava había asumido el puesto de director de “The Giant Of Marathon” de Jacques Tourneur, que dejó la producción antes de que la mayoría de las secuencias principales se hubieran filmado.
Bava, que había sido director de cámara de la película, completó la película rápida y eficientemente.
Esta no fue la primera vez que Bava tuvo que salvar una película problemática para la compañía productora, Galatea Film.
Durante ese mismo año, Bava había realizado un trabajo similar de rescate en “Caltiki - Il Mostro Immortale” (1959), al sustituir a Riccardo Freda como director, después de haber abandonado la filmación en medio de la producción.
Incluso antes, había asumido el papel de director de “I Vampiri” (1957), después de que el temperamental Freda, también hubiera salido del set de esa película después de sólo unos días.
Bava, no recibió crédito de pantalla del director por ninguno de sus trabajos sobre las 3 películas de Galatea.
Después de que Bava terminara “Marathon”, Nello Santi, el director de Galatea Film, posteriormente le ofreció cualquier trabajo a su elección para su primer crédito como director.
Como amante de la fantasía y el horror rusos, Bava decidió adaptar la historia de terror de 1865, de Nikolai Gogol, “El Viyi”, en un largometraje.
Sin embargo, el guion resultante de Bava, Ennio De Concini y Mario Serandrei; de hecho tenía muy poco del trabajo de Gogol, parecía ser más un homenaje a las películas de terror góticas en blanco y negro de los años 30, especialmente las producidas por Estudios Universal.
No obstante, Bava crea un clásico absoluto del terror gótico que sorprendió tanto por su libertad creativa a la hora del uso de la violencia, algo que no llevaron tan lejos Fisher y Corman; así como su perfecta y oscura ambientación.
Introduce además, a la actriz inglesa, Barbara Steele, convirtiéndola en icono del cine de terror de los 60, una mujer cuya extraña belleza y mirada, se reveló como gran aliciente en películas de género.
De hecho, la especialidad de Bava en los diseñados y los decorados, fueron realmente en monocromo, ausentes de todo color, para agregar el ambiente oscuro.
Ya desde su introducción, asistimos a una perfecta combinación de vampirismo y magia negra:
La bruja Asa, junto a su amado hermano, son condenados a morir inquisitivamente.
Asa, es condenada a morir en la hoguera, pero antes, ha de ser exorcizada, clavándole una máscara de pinchos en su rostro; vejación de la que se defiende, presa de la cólera, pronunciando una feroz execración contra los descendientes de aquellos que financian y consienten el oprobio.
Un estruendoso colofón antes de créditos, que no es sino el germen de todo lo que está por venir, en un argumento cuya intensidad se regenera al albor de la resucitación de Asa, 200 años después, gracias a la sangre y torpeza de un ingenuo viajero, El Doctor Kruvajan, cuya llegada a los dominios de Los Vadja, desencadenará el inicio de la venganza anunciada.
Después de este violento arranque, volvemos al presente:
La virginal Katia, descendiente de Asa, interpretadas ambas por Steele, vive tranquilamente en su castillo, junto a su anciano padre y su hermano.
A este llegan 2 estudiosos “van helsinianos”, un profesor y su pupilo, y en ese justo momento, Mario Bava catapulta a Barbara Steele al olimpo del cine fantástico, cuando aparece junto a las ruinas de una antigua iglesia, flanqueada por sus 2 perros, imagen de gran belleza y fuerza, que no pudo ser mejor para la presentación de la gran Bárbara.
Las maldiciones se empiezan a suceder, cuando estos 2 intrusos se adentran en la antigua cripta, y sin saberlo, hacen volver a la vida a la pareja de brujos:
Asa y Javutich.
La lluvia torrencial que se inicia tras la maldición entonada por la bruja antes de morir, impidió que los cuerpos sean consumidos por las llamas.
Es cierto que a partir de ahí, el filme se vuelve algo convencional en su desarrollo, con caracteres ciertamente impersonales, una exposición de situaciones ya vistas en el género, y una subtrama amorosa que no se adecua demasiado al resto del conjunto.
Sin embargo, su malsana atmósfera y lo conseguidas que están determinadas secuencias, como las resurrecciones de Asa y de Javutich, provocarán más de un sudor frío por la espalda del espectador; y elevan a la película a la categoría de indiscutible clásico.
Técnicamente, Bava utiliza sus conocimientos en el campo de la fotografía, para dotar a la película de un aire irreal y oscuro, incluso en las estancias más iluminadas, que no son las del castillo, sino las de unos jardines repletos de ramajes mustios, y estatuas siniestras.
La luz se resguarda de la aristocracia, pero no del pueblo ni de sus cantinas, ni de un campo abarrotado de vida y ríos, incluso cuando sobre su cauce se posa el cadáver de uno de los caballeros del castillo.
Este gusto por la acumulación de detalles, y por la densidad de la puesta en escena, se convierte en un elemento más de la narración, contribuyendo a forjar su apariencia umbrosa y turbadora.
El entretexto, oculta la descomposición de una familia aristocrática de aires ancestrales sufriente de los excesos de aquellos que posibilitaron su fortuna, viviendo amedrentados por el recuerdo de un pasado, cuya naturaleza se explicita del modo que mejor saben hacer las cintas de género:
Con fantasmas.
El Príncipe Vadja, se ve asediado pues, de visiones terribles y temores atávicos, que terminan de trastornarlo “sine die”, cuando el revivido Javutich se presenta en su dormitorio de madrugada.
El temor de la desintegración de los antiguos regímenes no se expresa con revoluciones, sino en la suciedad que se acomoda en unas estancias abandonadas a su suerte, y en el intelecto de aquellos que celebran su senectud, embriagados de cortinas negras, cuadros ancestrales, temores invencibles, y leyendas que no se olvidan.
En este sentido, el fantasma resucitado de Igor Javutich, ejerce de conciencia personificada, vomitando un exabrupto de justicia diabólica pergeñada contra aquellos que sintiéndose del lado de Dios, promovieron condenas públicas como escarmiento sufrido.
Pero Mario Bava no se conforma con la forma, dotando a la película de un contenido, cuyas vertientes se explican en términos de contraposición:
Por un lado, Bava contrasta la alegre vida del pueblo y de la hospedería, con las estancias mórbidas de un castillo agonizante.
De otro, juega con la idea del “doppelgänger”, enfrentando a Asa/vampiro contra su doble, la bella heredera Katia, cuyo rostro y apariencia virginal desea poseer a toda costa, para culminar el último de los preceptos de su venganza, esta vez, en términos de reencarnación.
El duelo está servido, y se resuelve de forma circular, con la ayuda de un émulo de Van Helsing, de profesión sacerdote, y de un joven doctor de apostura enamoradiza, incapaz de detener los encantadores efluvios de la bruja.
Bava cierra la película, como la empezó:
Con una turba antorchada, ajustando cuentas con el pasado; entremedias hemos asistido a una obra pervertida de excesos y desarreglos de guión, errores de “raccord” y de montaje, que sin embargo, conserva buena parte de su poderío visual y alcance mitómano, varias secuencias estimulantes, y una indudable capacidad para sobrevivir a su tiempo… igual que los vampiros.
De hecho, La Maschera del Demonio bien podría encajar dentro del cine de vampiros, pero tiene ciertos toques que la hacen única.
Para matar a estos seres, por ejemplo, se les ha de clavar un estaca en el ojo izquierdo, suponemos que porque por ahí se libera el alma…
Además, Asa sorbe la vida de sus víctimas, no mordiendo en el cuello, sino con un beso en los labios.
Está claro nada más ver la primera secuencia, que bebe gustosamente de la literatura considerada como gótica, e iniciada a lo largo del siglo XIX.
Y desde luego, hay en sus fotogramas, un evidente homenaje a la novela de Bram Stoker, la célebre “Dracula”, que por otra parte, tantas adaptaciones ha traído al cine.
Y es que en La Maschera del Demonio, sale a la luz el tema vampírico, pero además, encontramos otros paralelismos.
La ambientación entre novela y película, es bastante similar, no sólo por la etapa cronológica en la que se inscriben los hechos, sino especialmente por el lugar donde transcurre la película.
El pueblo alejado de la mano de Dios en el que habitaba El Conde Drácula, es casi el mismo que encontramos en La Maschera del Demonio.
El miedo de los campesinos ante su mítico Conde, se transfigura en la película en el carretero que lleva a nuestros protagonistas, advirtiéndoles que “no es aconsejable pasar por el atajo por el que pretenden, pues existe una leyenda negra”
Sí en “Dracula” nos encontrábamos con la impotente presencia del castillo donde habitaba el mal, aquí nos encontramos con una mansión familiar, ciertamente parecida.
En dicha mansión, además de una ambientación muy propia de la imaginación gótica, nos encontramos con elementos muy singulares, como los retratos de la familia, indispensable en una película de estas características; y pasadizos que ocultan tenebrosos secretos.
Un relato inquietante, que despliega una tenue dosis de romanticismo que sobrevive en frías y tétricas circunstancias, donde el odio y la cruel venganza se apoderan de la pantalla.
En el fondo, no es más que un reciclado de ideas de “Dracula”, vampiros, ambiente gótico, historias de reencarnaciones, horda pueblerina que se levanta contra el monstruo; pero el guión lo termina por disfrazar sorprendentemente bien, y el resultado final no suena a cliché remanido.
La diferencia estriba en la agilidad del relato, que tiene lugar en menos de un par de días, y en donde la figura del villano, permanece en las sombras del conocimiento público, la mayor parte del tiempo.
Por otro lado, el tema del vampirismo es tocado tangencialmente, y si bien estos personajes se alimentan de sangre y almas, son más bien figuras demoníacas:
Controlan a las personas, se mueven de manera espectral, reviven muertos...
Por lo demás, le temen al día y a las cruces.
Mientras los detalles de erotismo malsano, fueron solamente un elemento más de lo osada que fue La Maschera del Demonio para los estándares de principios de los años 60, yendo más allá de lo que en su momento habían logrado trabajos similares, y en cierta forma, cambió las reglas del juego, puesto que también la Hammer se dedicó a partir de entonces, a tensar los límites de aquello que podía hacer en pantalla.
Sin embargo, el trasfondo cultural italiano de La Maschera del Demonio, la diferencia de todos estos trabajos.
Uno de los detalles que siempre he encontrado más interesantes, no sólo de Bava sino del terror italiano en general, es su relación de amor/odio con la religión católica, ya que Bava no deja de hacer mención en todo momento a un imaginario cultural cristiano, presente no sólo en la ya antológica escena de la quema de la bruja, sino en la fijación con el cadáver de Asa, que se mantiene incorrupto y atrapado en su ataúd, únicamente por la presencia de la cruz.
La visión de ese cadáver, con las cuencas vacías llenas de gusanos, también evidencia otro aspecto muy recordado de esta película, que es su fijación con los ojos como puerta del mal, algo a lo que ciertamente ayuda la fisionomía de Barbara Steele, cuyos grandes ojos negros, parecen ser los protagonistas de la película.
Así las cosas, la característica principal del cine de Mario Bava, que es su habilidad en la estilización visual y la turbada consecución ambiental, están muy logrados, pero el interés de la trama no traspasa esa sugerencia sensorial, a pesar de la presencia de la incitante Barbara Steele en un doble papel.
La dualidad de ambas personalidades, es esgrimida por Steele gracias a un prodigio de interpretación, que marca ambas cualidades, sólo con su mirada y gestos corporales.
La narración es muy fluida, y aunque el a veces criticado guión cae en bastantes de los tópicos del cine de vampiros, contiene elementos más que de sobra para qué el espectador siga con sumo interés el desarrollo del film, cumpliendo así perfectamente con su función más básica.
En cualquier caso, es en el aspecto visual donde hay que buscar las grandes virtudes; pues crea una perturbadora atmósfera, gracias a la maravillosa fotografía en blanco y negro, obra del propio Bava; la iluminación de las escenas, o la cuidadosa elección de los encuadres.
Además, las virguerías visuales de Bava, como la utilización de agresivos picados y contrapicados, o el extravagante uso del “zoom”, todavía refuerzan más el barroquismo estético que destila toda la obra.
Pero donde funciona mejor, es en lo explícito de su horror.
Por el contrario de lo que ocurre con los filmes de la Hammer, donde todo es más teatral, e incluso intelectual, el terror aquí es visceral y crédulo.
Nadie cuestiona la existencia de estas criaturas, simplemente es aceptada.
A la hora de mostrar una mutilación, se lo hace en primer plano.
El incrustamiento de la máscara de pinchos, es particularmente sangrienta; y aun cuando el filme sea en blanco y negro, mantiene su impacto.
La apertura de la tumba de Asa, muestra a su cadáver fresco pero sin ojos, y poblado de escorpiones; el proceso de resucitación y re-encarnación de su cadáver, es efectista y sorprendente; y el instante en el clímax, en que Asa revela su cuerpo a medio formar bajo su vestido, huesos y carne putrefacta, es fabuloso.
Bava no tiene miedo en ser gráfico a la hora de mostrar la muerte, y se despacha con una serie de imágenes de gran impacto; para ser un filme de 1960, es notablemente avanzado para su época.
Lo otro que es realmente muy bueno es el clima.
La imaginería visual es muy rica, casi de comic, con criptas enormes, iglesias derruidas en donde La Luna se asoma en donde estaba el techo, hogueras ardientes listas para cremar en vida a las brujas... y todo filmado con una cámara en movimiento, que es inusual para el género del terror, donde habitualmente todo es muy estático.
Todas las escenas de la bruja en la cripta son brillantes, en especial el momento en que revive frente al profesor Kruvajan, cuando el ataúd de Asa explota, es sorprendente.
Es como si Bava empezara a disparar todo tipo de recursos efectistas a su alcance, para obtener un logrado clima sobrenatural:
Carruajes fantasmales, niebla que surge de la nada, muertos que emergen de sus tumbas; pero aquí, el relato no se entretiene con ello, como lo haría cualquier película mediocre de horror; y sigue adelante con un ritmo envidiable.
La acción nunca se detiene, y los personajes, sin ser tridimensionales, al menos no son estúpidos, y se deciden siempre a actuar.
Quizás, el único momento descolgado sea la pelea de Gorobec con Javutich, que es ilógica, considerando que es un humano luchando mano a mano con un demonio súper poderoso.
No es menor todo el tema del vestuario y el maquillaje, para dar vida a lo misterioso y paranormal, como así también es meritorio el crispante acompañamiento musical.
La escena del envejecimiento final de la bruja, se rodó en un solo plano-secuencia con maquillaje de distintos colores, puesto a aparecer paulatinamente con una sucesión de focos, también de colores diferentes.
Y es que en La Maschera del Demonio, los elementos góticos se llevan al extremo de las posibilidades, para el año que corría cuando se dirigió la película.
En el solemne prólogo, en el que se condena y sacrifica a la bruja, se puede observar claramente, con el gesto sanguinolento de la máscara que le colocan a la enviada del diablo.
La máscara, que por cierto, no tiene ningún tipo de parecido con alguna real de la época, parece más bien un anacronismo; está absolutamente recubierta de púas metálicas, y Bava, emplazándose a la tradición de la tortura medieval, nos enseña el trágico destino de la víctima.
Pero el italiano no omite ningún plano.
Difícilmente esto habría ocurrido en el cine clásico de Hollywood.
Primero nos muestra un plano detalle de la máscara por fuera, y después, demostrando el interés por el sadismo, un plano detalle de la máscara por dentro, con sus peligrosas púas; para finalmente ser clavada de forma brutal.
Podría parecer algo simplemente atrevido hasta ahí, pero es que Bava llega incluso un paso más adelante, mostrándonos la ejecución de la bruja.
Sin duda, La Maschera del Demonio abre una puerta que el propio Mario Bava acabaría atravesando en no muchos años.
Un punto y aparte, merece la sexualidad desprendida por la presencia de Barbara Steele, quien tras aparecer aquí, acabaría convirtiéndose en la musa más reclamada y deseada del gótico italiano.
Ella, es otro de los motivos principales por los que la película no ha perdido fuerza.
Su belleza oscura y sensual, especialmente sus grandes y bellos ojos, encaja perfectamente con la malvada Asa, a la que otorga una tremenda sensualidad a pesar de tener un aspecto poco erótico, y por otro lado, tiene la suficiente inocencia para interpretar también a la descendiente de Asa, la virginal Princesa Katia.
Como dato, en los créditos iniciales, el nombre de Barbara Steele está mal escrito, como Barbara Steel.
De hecho, Bava y Steel tenían una difícil relación de trabajo:
El director cuenta que contrató a Barbara Steele, después de verla en una foto en la revista Life.
No es una belleza en el sentido tradicional, pero sus enormes ojos y su apariencia cadavérica, le dan una gran presencia.
Como actriz, no es muy buena en el rol de víctima como Katya; pero como villana, destila maldad y es impactante.
Steele, nunca vio un guión completo de la película; en cambio, se le entregó simplemente las escenas que iba a filmar y su diálogo, todas las mañanas de la producción.
Según Steele:
“Nos daban las páginas día a día, no teníamos ni idea de lo que estaba pasando en esa película, tampoco teníamos ni idea del final, ni del principio”
En la versión en lengua italiana, Asa y Javutich, son hermanos que sugieren una relación incestuosa; y se da en la presentación de la familia de Katia, con ella tocando el piano, mientras la cámara avanza hacia la izquierda, para terminar enfocando al padre, con Asa al fondo derecho.
Una forma de enlazar a 2 personajes clave, que tras la muerte de uno de ellos, sucumbirá a tentaciones incestuosas, al igual que Katia y su también resucitado hermano Igor, detalle que en algunas copias se cambió en el doblaje para EEUU, por lo que esta relación no es parte de ninguna versión del idioma inglés.
Al respecto del personaje de Igor, muy inteligentemente interpretado por Arturo Dominici, sus primeras apariciones son toda una muestra de las capacidades de Bava para crear una atmósfera terrorífica con muy pocos elementos, basándose sobre todo, en el uso de la iluminación.
Así, el instante en el que Igor se aparece al padre de Asa, sólo con un excelente encuadre e iluminación, es uno de los instantes más terroríficos del Séptimo Arte en general.
La caracterización demoniaca de Steele y Dominici, originalmente llevaban colmillos de vampiros afilados, pero después de sólo unos días de filmación, los colmillos fueron desechados.
El director de producción, Armando Govoni, recordó:
“Cuando vimos las escenas, especialmente en el primer plano, parecían demasiado falsos para que el editor de la película, Mario Serandrei los cortara”
Según Bava, la actriz Barbara Steele “era un tanto irracional, temerosa de los italianos.
Un día se negó a ir al set, porque alguien le dijo que yo estaba usando un material especial que hacía que la gente parecía desnuda”
De hecho, hay una escena en la que sale un cuadro de ella desnuda, muy llamativo para la época en la que se dirigió.
Por su parte, Steele menciona:
“Solo El Señor sabe que yo era suficientemente difícil, no me gustaron mis colmillos, los cambié 3 veces; odié mi peluca, la cambié 4 veces, no podía entender el italiano.
No quise permitirles abrir mi vestido, y exponer mis pechos, así que encontraron una doble que no me gustó en absoluto, así que terminé haciéndolo yo misma, borracha, apenas de 18 años, avergonzada, y no fue muy fácil presentarme en el set”
También entre el reparto figura John Richardson, alguna vez aspirante al puesto de James Bond, que es un héroe demasiado estoico.
Por suerte se la pasa todo el tiempo consultando y corriendo, sin dar tiempo a que nos aburra con un primer plano suyo, aunque está de muy buen ver.
Como dato, la niña que se envía por la noche a buscar la leche de una vaca; es interpretada por la hija de Dominici, Germana Dominici.
Ivo Garrani, quien interpreta al anciano padre de Katia, en realidad sólo tenía 36 años en el momento de filmar.
La Maschera del Demonio La película está llena de detalles morbosos y escenas impactantes que resultan más chocantes, aun teniendo en cuenta que fueron filmadas hace más de 50 años, por ejemplo:
Cuando se descubre la tumba de Asa, y le quitan la máscara, se pueden oír unos desagradables ruidos carnosos provocados por los clavos interiores de la máscara; luego se descubre el rostro de Asa, extrañamente bien conservado, excepto por los huecos oscuros que tiene en lugar de ojos, por los que salen un montón de insectos…
La primera aparición de Katia en las ruinas del templo, sujetando a 2 fieros mastines, mientras a su espalda observamos un cielo encapotado; el cuerpo putrefacto de Asa en el ataúd, mostrando su rostro desfigurado con las cuencas de los ojos vacías; el prólogo, donde presenciamos la brutal ejecución de la bruja… todas ellas son secuencias de una belleza medusea, que se quedan grabadas en la retina del espectador.
Lo que sí es fascinante, es el papel que hace Barbara Steel, interpretando a la Bruja/vampírica Asa, y a La Princesa Katia, haciendo diferente a cada personaje y encontrándose frente a frente al final de la historia, que junto con un estupendo montaje, hace creíble y a la vez increíble, que puedan estar en el mismo lugar.
Aunque La Maschera del Demonio está rodeada de imperfecciones y de un montaje a veces brusco, no pudiéndola catalogarla por eso de obra maestra, cuenta con un poder narrativo, y sobre todo visual, consiguiendo una atmosfera inmortal, y sobreviviendo con el paso de los años, como si de un vampiro se tratara.
Lo que no es tan creíble, para achacarle algo específicamente, que bien puede resultar cómico, es la horrorosa caracterización del sacerdote de la zona, con una barba tan absurda, que parece un traje de carnaval comprado en una tienda de chinos.
Por último, la banda sonora en la versión de EEUU, publicada por American International, fue reemplazada por la original de Les Baxter.
Aunque Baxter se le da crédito único, su música en realidad contiene temas de la original de Roberto Nicolosi; que también utiliza piezas de Rossini y Wagner.
“Anche tu puoi sentire la gioia e la felicità dell'odio”
La Maschera del Demonio es toda una lección de arte y ensayo, y una excelente labor del irrepetible Mario Bava, creador del “giallo”; donde lo más destacable de este hito del cine fantástico italiano, es su peculiar atmósfera, todo un ejercicio de técnica y estilo, que acierta en desprender un terror muy hipnótico dentro de un ambiente terrorífico, irregular e incómodo de visualizar, pero magnífico en su originalidad; que desató tanto aluvión de copias en su día, que resulta difícil entender, que fue la primera de su generación, propiciando todo tipo de conceptos visuales novedosos, y con escasos medios.
De hecho, el genio Bava, era famoso por ingeniárselas para crear de la nada, impresionantes localizaciones o memorables efectos de cámara, creando e inventando con lo poco que tenía a su alcance; y propiciaría el despertar del cine gótico en algunos futuros cineastas, como:
Richard Donner, que modeló toda la escena del cementerio en “The Omen” (1976), en la escena en la que Barbara Steele aparece en el cementerio con sus perros.
Varias de las escenas, fueron recreadas específicamente para la interpretación de Francis Ford Coppola, para “Bram Stoker's Dracula” (1992), como un homenaje a la película de Bava.
Y Tim Burton, que la considera su film favorito, y que declararía fuente principal de inspiración para su “Sleepy Hollow” (1999)
La Maschera del Demonio resiste bien el paso de los años, y ya está considerada como film de culto por la mayoría de cinéfilos, siendo casi de obligado visionado para los amantes del fantástico, que verán en ella, la verdadera incitadora del género; uno que encumbró como Maestro del Horror Gótico Italiano, y que perduraría décadas más tarde, resurgiendo nombres tan destacados como:
Lucio Fulci, Antonio Margheriti, Sergio Martino, Dario Argento, o el mismo hijo de Mario, Lamberto Bava, que rodó 30 años después, una cinta llamada también “La Maschera del Demonio” llamada en inglés “Demons 5: The Devil's Veil” (1989), y que aunque parece beber de las mismas fuentes, no se considera un “remake” ni mucho menos, además de estar muy lejos de la calidad de esta.
“Non potrai mai sfuggire alla mia vendetta, oa Satana!
La mia vendetta ti cercherà e con il sangue dei tuoi figli, dei loro figli e dei loro figli, continuerò a vivere per sempre!
Mi riprenderanno nella vita che tu abbi ruba da me!”
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