Number 17

“It's like the pictures, isn't it?”

El director británico, Alfred Hitchcock, sabe en los años 20’s, que sus últimas películas no están a la altura de las esperanzas dejadas por “The Lodger: A Story Of The London Fog” (1927)
A pesar de un gran dominio técnico, a las ideas les falta genialidad…
En 1929, el director rueda su 10° largometraje:
“Blackmail”, que adapta de una obra de Charles Bennett, que se convertirá desde “The Man Who Knew Too Much” (1934) hasta “Foreign Correspondent” (1940), en uno de los guionistas habituales de Hitchcock, y que tendrá una influencia determinante sobre la orientación de la obra “hitchcockiana”
Aunque la película no está aún terminada, La British International Pictures (BIP), entusiasmada por la idea de utilizar la revolución técnica que constituye entonces, la llegada del cine sonoro, decide hacer de “Blackmail” (1929) una de las primeras películas sonoras, nunca producidas en Gran Bretaña.
Hitchcock, se sirve del sonido, como de un elemento particular de la película, sobre todo en una escena donde se pone en evidencia la palabra “knife” o “cuchillo”, en una conversación a la que asiste la heroína.
En aquella época, Hitchcock funda, con Baker, un agregado de prensa, la Hitchcock-Baker Ltd., una pequeña estructura consagrada a su autopromoción.
Y también en esa época, Hitchcock dirige igualmente secuencias de “Elstree Calling” (1930), una revista musical filmada, producida por La BIP, así como un cortometraje:
“An Elastic Affair” (1930)
Hitchcock, también habría participado, modestamente, en otra revista musical de La BIP, “Harmony Heaven” (1929), aunque su nombre no aparezca en los créditos.
A continuación, dirige “Juno and The Paycock” (1930), adaptado sin gran brillo, sin duda demasiado fielmente, de una obra del irlandés Sean O'Casey; y se trata verosímilmente, de un reflejo de la voluntad de explotar la novedad de la llegada del sonoro.
Rueda después “Murder!” (1930), del cual realizará también una versión con actores alemanes, distribuida con el título “Mary - The Skin Game” (1931), así también por esa época filma “Rich and Strange” (1931),y “Number 17” (1932)
“Will you see me safely home, guv'nor, if I gives you a nice wedding present, eh?”
Number 17 es una película de suspense, del año 1932, dirigida por Alfred Hitchcock.
Protagonizada por Leon M. Lion, Anne Grey, John Stuart, Donald Calthrop, Barry Jones, Garry Marsh, Ann Casson, Hugh Caine, entre otros.
El guión es de Alfred Hitchcock, Alma Reville y Rodney Ackland; basados en la obra “N° 17” (1926) de Joseph Jefferson Farjeon.
Como dato, la primera película que, alguna vez intentara realizar Alfred Hitchcock, llevaba por título “Number 13”, llamada así porque era la 13° película en la que él participaba de alguna manera; que por razones, posiblemente de tipo presupuestal, la producción no fue más allá de los 2 primeros rollos, pero Hitchcock quedó con la idea en la cabeza… y no es difícil suponer que, sumada a “Mary – The Skin Game” (1931), Number 17 aludía entonces a la cifra de filmes completada como director.
Para entonces, Hitchcock volvió a Inglaterra de un viaje al Caribe, con una nueva idea para una película.
Él le dijo a John Maxwell al respecto, pero Maxwell dijo que Walter C. Mycroft, tenía una película diferente para él, una versión filmada de la obra de Joseph Farjeon, “N° 17”
Hitchcock no estaba contento con esto, ya que consideraba que la historia estaba demasiado llena de clichés, y que quería hacer una versión de “London Wall” de John Van Druten.
Curiosamente, el director que finalmente tiene que hacer “London Wall” en ese momento, quería dirigir “N° 17”
Así las cosas, a Hitchcock le fue asignado el escritor Rodney Ackland, para la película, y decidió hacer de ella, una película de suspenso, orientada a la comedia; haciendo un amplio uso de decorados en miniatura, incluyendo un modelo de tren, autobús y ferry.
Aunque los créditos iniciales confirman el título del cuadro, como “Number Seventeen”, gran parte del material promocional, según el gráfico promocional inclusive, y muchas bases de datos se refieren a ella como Number 17; siendo a la vez, la última película de Alfred Hitchcock como director de British International Pictures, aunque hizo una película más para ellos, como productor:
“Lord Camber's Ladies” (1932), dirigida por Benn W. Levy.
Number 17 sigue a extraños que se reúnen aparentemente por casualidad, personajes en peligro que se salvan de modo inexplicable, informaciones vitales pegadas en lugares improbables, todo esto y más, se da cita en esta historia.
Barton (John Stuart), ingresa en un edificio en venta, el N° 17, donde acudirán una serie de delincuentes que cometieron un robo de joyas, que andan interesados en un preciado collar de diamantes que, al parecer, se encuentra escondido.
Ambos grupos se enredan en el juego del gato y el ratón, hasta que los contrabandistas logran tomar el tren.
Finalmente, son detenidos por uno de los extraños, Barton, que resulta ser un detective que estaba detrás de la banda.
La película, al estar basada en una obra de teatro, lo cual se observa claramente en toda la primera parte de la misma, desarrollándose entre el rellano y la escalera de una casa de varios pisos, con entradas y salidas por las puertas laterales, como si estuviéramos asistiendo a una representación en un clásico teatro.
Al final, la acción se vuelve frenética, y se produce esa persecución en la que prácticamente, todos los trenes, las estaciones, etc., que aparecen en pantalla, son maquetas, pero muy bien conseguidas para la época en la que se rodó.
Number 17 es una película muy corta, de tan solo 65 minutos, y es otra de esas obras, de las que Hitchcock no está orgulloso, pero que a mí por lo menos me ha entretenido bastante.
Como el papel del vagabundo, sobre todo, que le da un toque más cómico y divertido, pero solo por ver esa persecución de maqueta, es asombrosa.
Como película, Number 17 no está mal, como parte de la historia del cine y para ver la evolución del director, es realmente interesante, por lo que merece la pena.
“Too much for my liking”
Dentro de la filmografía del director británico, Alfred Hitchcock, Number 17 no goza de gran popularidad; pues constituye un gran trabajo dentro de lo que los puristas llaman “obras menores”
Y es que Hitchcock no quiso hacer esta película.
Había querido dirigir una producción de prestigio de la obra de John Van Druten, “London Wall”, pero para castigar a Hitchcock por el fracaso financiero de su película anterior, “East of Shanghai” (1931), John Maxwell le quitó “London Wall”
Y lo puso en esta película en su lugar.
Hitchcock se ha referido a ella como “un filme terrible... un melodrama muy barato”
En el libro, “Hitchcock / Truffaut” (1967), el director llamó a la película:
“Un desastre”
Como otras películas del director, la historia provenía de una obra de teatro, y La BIP, compró los derechos, y le hizo el encargo a Hitchcock, pero al director no le hacía nada de ilusión el proyecto, porque decía que era una historia llena de clichés, y no le ofrecía ningún reto, y como venganza por el encomendare el film, el director lo rodó de forma para intentar ridiculizarlo, pero la venganza no le salió bien, pues se rodó y montó muy deprisa todo, y al final, no entendía nada sobre la historia, por lo que se tuvo que hacer un nuevo montaje para intentar arreglarlo.
Este intenso “thriller”, comienza como un ejercicio de suspense, para derivar en un policial investigativo, y posteriormente terminar en un frenético filme de acción.
Todo ello, sin olvidarnos de que está salpicado con algunos toques humorísticos para demostrar que Alfred Hitchcock podía manejar varios géneros al mismo tiempo, aunque indudablemente lo que predomina aquí, es la intriga.
La trama va de una casa abandonada, que comienza a recibir la visita de misteriosos personajes, los cuales son los que mantienen el suspense de la cinta, ya que ninguno de ellos es diáfano en sus verdaderas intenciones.
Por ello, estamos en presencia de una película repleta de dobles, de falsas identidades, de traiciones, y de choques de intereses solapados.
Una joven ladrona de joyas, se enamora del detective que persigue a sus socios.
A punto de ser asesinado, ella no duda en salvarle...
La banda entonces, decide vengarse.
La muchacha y el detective, se ven obligados a huir de sus enemigos, y se refugian en el número 17 de una calle en los suburbios de Londres.
Los ladrones saben, que en esta casa está escondido un collar muy valioso, del cual, finalmente se apoderan.
Para no ser descubiertos, intentan escapar a Francia, obligando a la joven a huir con ellos.
La primera parte de la película, transcurre en la casa abandonada, ubicada en el N° 17 de una calle cercana a las vías del tren, y desde el mismísimo comienzo, los espectadores quedamos desconcertados:
¿Por qué este personaje, identificado como Forsythe (John Stuart), entra en una casa desierta, en plena noche, sólo para ver quién se pasea en su interior a la luz de una vela?
¿Quién es, cuál es su motivación?
Una vez adentro, se encuentra con Ben (Leon M. Lion), un vagabundo de cambiante personalidad, quien por momentos se muestra sumiso y atemorizado, en otros, intenta dominar la situación, y ocasionalmente olvida por completo el peligro, y se dedica a beber…
Ambos descubren el cadáver de Mr. Ackroyd (Henry Caine), y enseguida Miss Ackroyd (Ann Casson), una joven, cae a través de una claraboya.
Esta joven, parece confiar completamente en Forsythe, y le da la mayor información que tendremos en toda la película:
Su padre desapareció en los últimos minutos, dejando una misteriosa tarjeta de visita, que anuncia que:
“En el N° 17, algo pasará a las 12:30 de la noche”, y un telegrama remitido por un “Detective Barton”, quien explica que siguió la pista de un collar robado hasta esa casa.
Enseguida llega una pareja de extraños:
Nora (Anne Grey) y Brant (Donald Calthrop), seguidos por un supuesto sobrino, Henry Doyle (Barry Jones), cuyo pretexto es visitar la casa, con intención de comprarla.
En el ínterin, el cadáver desaparece, los visitantes se revelan como delincuentes, y el falso cadáver parece ser uno de ellos.
Ben es encerrado en el baño, y Miss Ackroyd y Forsythe, son maniatados a la baranda de la escalera.
En un segmento emocionante, la baranda se desmorona, y ambos personajes quedan colgados por las muñecas, en una pose que recuerda a aquella de Ivor Novello esposado en “The Lodger: A Story Of The London Fog” (1927), aunque enseguida son rescatados por Nora, quien dicho sea de paso, por alguna extraña razón, simula ser sordomuda.
A pesar de que se encontraban a 2 pisos de altura, logran hacer pie, y ponerse a salvo.
Mientras tanto, Ben roba el collar de diamantes al hombre que lo había encerrado en el baño, que resulta ser Sheldrake (Garry Marsh), el contrabandista que reunió a los demás en la casa N° 17.
El falso cadáver, por su parte, simuló ser Sheldrake por un momento, pero luego descubrimos que es el padre de Miss Ackroyd.
Finalmente, Sheldrake, los falsos, tío y sobrino, y la falsa sordomuda, toman el tren, y son perseguidos por Ben y Forsythe, aunque este último no logra subirse, y debe secuestrar un autobús, para intentar interceptar al tren.
Perseguidos por Forsythe, los contrabandistas llegan al ferry, pero al no poder detener el tren, ocasionan su descarrilamiento espectacular.
Su perseguidor los alcanza, rescata a Nora, y ambos terminan junto con Ben y Doyle, el falso sobrino, en una oficina portuaria.
Éste sostiene que él es El Detective Barton, aunque Forsythe se expone como el verdadero detective, y súbitamente corteja a Nora, al mismo tiempo que Ben revela que se ha quedado con el collar en su poder, dando término a la película.
En el film, vemos como una serie de personas se reúnen en una casa, en el número 17.
Entre estas personas hay un vagabundo, una ladrona, unos gánsteres, y un policía, todos ellos van detrás de un collar de diamantes, bueno, todos menos el vagabundo, que está allí por casualidad; por lo que lo podemos dividir en 2 partes:
En la primera, todos los protagonistas están en la casa número 17.
Ahí, todos los personajes van buscando el collar, que todos sospechan que está escondido ahí, y van desconfiando unos de otros.
La segunda parte es cuando todos salen de la casa, ya con el collar encontrado.
En esta parte se puede ver una larga persecución, entre un tren y un autobús, así dicho es algo absurdo, pero piensen en lo que dije al principio, “de ridiculizar la película”, pero lo cierto es que la persecución es muy buena, y todo por el hecho de estar realizado con maquetas, que queda muy bien.
Por tanto, el diseño de producción en ambas partes, está bastante bien, realmente podemos llegar a pensar, que la película se filmó en una casa abandonada, o en un tren en movimiento.
Y en cuanto a los diálogos, Ben tiene las mejores líneas, algunas de las cuales, son verdaderamente ingeniosas.
Estéticamente hablando, este título resulta bastante original; el bajo presupuesto no supuso, al parecer, un gran problema para Hitchcock, quien intenta compensar los malos medios, con una vistosa puesta en escena.
El ritmo, ya mencionado anteriormente, condiciona la técnica usada por el director; mientras que en los primeros minutos de metraje, se emplean planos largos, sensación de sosiego; en la segunda fase, marcada por la aparición de la banda de ladrones, la técnica pasa a un uso mucho más ágil de planos, de gran tensión dramática, llegando incluso a cambiar la velocidad de fotogramas, denotándose todavía la influencia de La Era Muda.
La fotografía de Jack E. Cox y Bryan Langley, también merece ser desglosada:
Por una parte, encontramos la buena utilización de sombras, teñida en algún que otro boceto expresionista, junto con el sabio empleo del factor climático, mucho viento y cielo nubloso, para lograr un inquietante ambiente; y por otra parte, hayamos el pobre color, dirigido al tono más claro, por encima de las zonas más oscuras.
Sin dudas, lo mejor de la película, desde el punto de vista estético, es la segunda parte:
La persecución del tren que emprende El Detective Barton en un autobús, está muy bien lograda, mediante el uso de miniaturas; siendo la primera vez que Hitchcock utiliza este recurso, que abundará en los años posteriores, y aquí lo presenta en una forma bastante atractiva y verosímil para su época.
Otro recurso que aparece por primera vez, es el utilizado por Hitchcock para filmar determinadas secuencias de acción, tales como peleas y persecuciones.
Este recurso consiste en fragmentar la escena en breves tomas, y luego acelerar su velocidad, aumentando la emoción.
Si bien, en su período mudo ya habíamos visto este tipo de escenas, lo cierto es que a partir de Number 17, esta técnica se hace más notoria, debido probablemente a 2 motivos:
Uno técnico, y otro subjetivo.
Por un lado, en el cine primitivo, aún no se filmaba la cantidad de 24 fotogramas por segundo, sino una menor, haciendo que al momento de la reproducción, la velocidad de la acción durante toda la película fuera mayor, para lograr la fluidez del movimiento; es por ello que las películas muy antiguas, se ven “aceleradas”
Por otro lado, la eliminación de los intertítulos, hace que a nuestros ojos, la acción parezca ininterrumpida, aun existiendo distintos planos, por lo cual, la inserción de secuencias reproducidas a mayor velocidad, implica una perturbación que sí advertimos.
En esta época, Hitchcock ya marcaba el estilo que tendría unos 10 años después, hasta su retiro por los 70.
Pero sinceramente evolucionó mucho en esos 10 años; y hay que darse cuenta, que Number 17 es del año 1932.
Desde ya se le notaba por donde iba a ir el gusto del director, por lo que Number 17 mantiene la atmosfera de suspense al principio, y luego, cuando se empieza a desvelar el asunto, es una película de gánsteres.
En definitiva, un ensayo artesanal, deslavazado e imperfecto de “thriller” en clave de comedia, perteneciente a la incipiente carrera exitosa del joven Hitchcock en Inglaterra.
El maestro lo desestimaba, alegando que adolecía de numerosos defectos, entre ellos, su desastrosa construcción, de hecho, pocos autores han sido tan severos con su obra como Hitchcock.
Aunque se atisban algunas constantes de su futuro estilo personal, donde podemos apreciar que las cosas no son lo que parecen, el pretexto o “macguffin”, en este caso, un collar de diamantes; el humor socarrón, el misterio y las sombras amenazantes heredadas del expresionismo alemán, etc.
El hecho de que los personajes permanezcan innominados durante largos minutos, luego de haber aparecido en escena, no ayuda a clarificar la acción; lo que la hace completamente confusa, llena de personajes, que no sabes cuál es cuál, ya que se te mezclan; por lo que entenderla, es prácticamente imposible.
Sumado a que está llena de errores de continuidad; desde saltos en la imagen, hasta cosas que cambian de lugar mágicamente.
Como errores visibles, Hitchcock utiliza modelos bastante buenos para la secuencia del autobús y el tren, dada la edad de la película.
Sin embargo, como el tren modelo se acerca al ferry, se ve que tiene alrededor de 8 vagones…
Cuando Doyle está siendo perseguido a través de los carruajes, se puede ver que hay muchos más de 8 vagones, por lo menos 5 detrás del carro medio, donde están Ben y Nora; y por lo menos 5 delante de este carro medio.
Otro detalle es que las manos de Barton y Nora, están atadas a la barandilla, detrás de ellas; pero después de que caen hacia atrás, a través de ellas, están colgando con las manos delante…
¿Cómo es posible que no se quebraran los brazos?
Como dato curioso, el telegrama, está dirigido a Ackland; Rodney Ackland es uno de los escritores del guión.
En Number 17, todo pasa demasiado rápido.
De repente, un hombre desconocido llega a una casa abandonada, se encuentra con un mendigo y un cadáver, y los acontecimientos se precipitan; y empieza a aparecer más gente por todos los lados...
Se nota que Hitchcock quiso contener un poco la narración, introduciendo planos cortos expresivos.
Pero la pausa no es suficiente, y la película es, como admitiera su director, “un desastre”
Pero, aun siendo una obra “mal construida”, posee bastante interés, como la falta de prejuicios con la que El Maestro realizó esta sencilla obra de compromiso, hace más 80 años, pone en evidencia la falta de necesidad de ser narrada.
Gracias a ese extraño tono conseguido, inspirado principalmente por el hecho de que las sombras de los actores parecían interesarle más que los personajes, los gestos y sus miradas, más que sus palabras; puede verse también, como un mundo absurdo, en el que un hombre, persiguiendo su sombrero arrastrado por el viento, entra en una casa donde también se ha entronado lo absurdo:
Un cadáver que aparece y desaparece, una sordomuda que se expresa correctamente, un bandido que se finge policía, y resulta ser un bandido distinto al que simulaba; un paseante que es policía, malvados con fino bigote, y un vagabundo gracioso.
Con divertidísimas persecuciones entre gloriosas maquetas, con sentido del ritmo y una cierta distancia irónica; el resultado es bueno, ni tan despreciable como se ha dicho.
Aunque Number 17 fue un fracaso de taquilla en 1932, más tarde tuvo admiradores.
Uno de ellos, fue el historiador de la película, William K. Everson; que en una entrevista de “Everson / Alfred Hitchcock” en 1972, mostró su admiración por esta película, y también elogió la escena de la persecución del autobús y del tren.
Por su parte, Hitchcock estaba encantado con el entusiasmo de Everson, y continuó explicando, cómo se rodó una de las secuencias, en esa escena de persecución.
A favor del desarrollo, tengo que recalcar el maravilloso final, toda una sorpresa, y la magnífica combinación de humor e intriga tan característica del director británico.
La historia, no da cabida a un rotundo protagonista dentro del reparto, si bien Leon M. Lion y Anne Grey son los más explotados durante los momentos clave.
Entre los secundarios, podríamos recalcar a:
John Stuart y Donald Calthrop.
Por último, la banda sonora, bajo la batuta de Adolph Hallis, hace acto de presencia en el transcurso de los minutos iniciales, con unas exaltadas composiciones que subrayan el sentimiento de angustia y confusión.
“Ya don't have to do nothin' in this 'ere house, ya stand still and things happen!”
El director británico, Alfred Hitchcock, definía “el suspense” en una entrevista para televisión:
“Supóngase usted, le decía al entrevistador, que los espectadores han visto, antes de que usted y yo nos sentáramos, que un terrorista ha colocado una bomba debajo de esta mesa.
Mientras nosotros hablamos tranquilamente de fútbol, ellos estarán solamente pensando:
¿Cuándo explorará la bomba?
El suspende, es la sensación que tiene el espectador, de que está en posesión de una información que el actor desconoce, de que algo va a pasar, y está esperando que pase”
Se dice con frecuencia, que más que dirigir películas, Hitchcock, dirigía a los propios espectadores.
Decía que el público era un gigantesco instrumento que el cineasta podía tocar a su antojo; por lo que daba una gran importancia al subconsciente de los espectadores, y al empleo de efectos subliminales.
Para ello, el genio creativo de Hitchcock, se expresa a través de una serie de efectos visuales o auditivos, de trucos sorprendentes destinados a hacer que el público quede sobrecogido, o se ría nerviosamente.
Hitchcock fue un creador de efectos, criticados furiosamente por sus críticos, porque le acusaban, aunque fuera exagerada la apreciación, de dedicar más tiempo, esfuerzo, medios y dinero a sus efectos, que a la película.
De hecho, en los años 40, hubo muchos críticos que se quejaron de que recurría tanto a los trucos, para ocultar su falta de inspiración.
El Maestro del Suspense empleó medios no utilizados hasta su tiempo, o de manera tan creativa, que se pueden considerar a casi todas sus películas como “experimentales”
Porque mediante otro tipo de efectos, provocaba la complicidad del espectador, que quedaba preso en las redes de su montaje.
Y es que durante toda su vida como director, experimentó recursos escénicos con el fin de envolver al espectador en la trama que él tejía minuciosamente, ya fuera incluyendo en un diálogo confuso reiteradamente, y de forma clara.
El público, se introduce entonces en la atmósfera que crea Hitchcock en sus películas, su rara facultad de envolverlo gracias a sus extraordinarias habilidades técnicas, cuando le entretiene con sus bromas macabras, o con sus apariciones rápidas en casi todas las películas, o contando historias interesantes, llenas de efectos espectaculares.
Conocedor de las claves de la percepción, Hitchcock tenía en cuenta, que el espectador sabe que la heroína, y más si es la estrella de la película, va a ser salvada en el último segundo de las vías del tren en la que está atada, como por ejemplo, en “Number 17” (1932)

“What have you got in your pockets?”



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