Wild at Heart

“This whole world's wild at heart and weird on top”

Dejó escrito Sigmund Freud que “lo siniestro causa espanto, precisamente porque nos es familiar”
Y no lejos, era Friedrich Schelling, el que se esforzaba en explicar el sentido preciso de ese mismo término, como “la manifestación de todo aquello destinado a permanecer en lo oculto, en lo secreto”
Resulta muy de agradecer, encontrarse directores tan minuciosos, detallistas, cuidadosos y amantes del arte, como el cineasta David Lynch, que extiende las fronteras de su espíritu artístico, siendo además de realizador de cine, pintor, músico, fotógrafo y diseñador de mobiliario.
Este carácter tan ligado al expresionismo prácticamente “obliga” a David Lynch, a ofrecer todos sus productos bañados con la perfección aportada por un creador y un incansable artista.
Como director único en su especie, sus obras, oníricas y extravagantes, rompen con cualquier esquema narrativo que sea mínimamente tradicional; y se apoya en sus películas, para experimentar con el cine, algo que parece sulfurar a algunos endiosados críticos del panorama nacional, que no pueden, ni quieren, ver más allá del cine clásico.
Aquí, el fabuloso, mágico, onírico y a veces desquiciante espíritu surrealista y abstracto del director, no abarca más terreno que el de la insinuación, lo indirecto o los pequeños homenajes que el realizador brinda a su propia figura.
Siempre en el límite de lo comprensible; siempre pendiente del horror al vacío que se esconde tras cada gesto cotidiano, allí donde la realidad y el sueño construyen el sentido de todo eso.
“Did I ever tell ya that this here jacket represents a symbol of my individuality, and my belief in personal freedom?”
Wild at Heart es una película de fantasía, del año 1990, escrita y dirigida por David Lynch.
Protagonizada por Nicolas Cage, Laura Dern, Diane Ladd, Willem Dafoe, Harry Dean Stanton, J.E. Freeman, Isabella Rossellini, Grace Zabriskie, William Morgan Sheppard, Jack Nance, Sherilyn Fenn, Freddie Jones, Sheryl Lee, Crispin Glover, Calvin Lockhart, Marvin Kaplan, David Patrick Kelly, entre otros.
El guión se basa en la novela “Wild at Heart: The Story of Sailor and Lula” (1990) de Barry Gifford, sobre la historia de 2 jóvenes forajidos.
Gifford es un escritor, poeta y guionista estadounidense, conocido por su distintiva mezcla de paisajes de Estados Unidos, cine negro y La Generación Beat, influenciada por la locura literaria.
Él mismo, es descrito por Patrick Beach “como si John Updike tuviera un gemelo maligno, que creció en el lado equivocado del camino, y escribió divertido...” siendo mejor conocido por sus series de novelas acerca de “Sailor & Lula”
A finales del verano de 1989, tras la post producción del episodio piloto de “Twin Peaks”, la intención de David Lynch era ponerse manos a la obra con un nuevo proyecto.
“Cuando apareció “Blue Velvet” (1986), tenía 3 guiones que no podían ser producidos:
“RonnieRocket”, “Up the Lake” y “One Saliva Bubble”
Los 3 fueron proyectos para Dino De Laurentiis, pero la productora quebró…
Fue una época lamentable, muy deprimente, aunque ahora me doy cuenta de que ninguno de aquellos 3 guiones estaba lo suficientemente madurado para ser producido.
Por casualidad, mi amigo, el productor Monty Montgomery, me pidió opinión sobre una novela de Barry Gifford, “Wild At Heart”, cuyos derechos poseía.
Al acabar de leerla, hablé con Monty, y le propuse hacer la adaptación”, recordó el realizador.
“Sailor y Lula, eran unos personajes grandiosos.
Avanzaban codo con codo en este extraño mundo, siendo ellos mismos, y sintiéndose cómodos con la otra persona, sin que ésta dejara de ser ella misma.
Así que me pareció que era una historia de amor realmente moderna, en un mundo violento, un película acerca de encontrar el amor en el infierno”, sentenció.
Sea lo que fuera lo que llevó a Lynch a adaptar el libro de Gifford, lo cierto es que supo apropiarse del relato, saliéndose de él, para impregnarlo con su estilo.
Wild at Heart es una “road movie”, pero incluye conceptos sobrenaturales y de violencia extrema, con toques de cine negro, y pinceladas surrealistas.
También incluye alusiones a “El Mago de Oz” y a las películas de Elvis Presley; de hecho, el aporte de Lynch, es que las referencias a “El Mago de Oz”, no figuraban en la novela.
Por momentos, Wild at Heart parece hecha a base ideas inconexas, que nunca acaban de cohesionarse; y el resultado es una película inclasificable, que produce por igual, fascinación y rechazo en el espectador.
Tanto que en los test previos al estreno, fueron desastrosos, algunos espectadores abandonaban la sala, debido a la extrema violencia de algunas escenas.
Lynch, decidió suavizar algunos planos especialmente desagradables o violentos, pero no recortó ninguna escena.
Por su parte, La Motion Picture Association of America (MPAA) le dio una calificación X, en EEUU.
Sin embargo, el director estaba obligado por contrato, a entregar una película de clasificación R.
El éxito de “Twin Peaks” y la canción de Chris Isaak, “Wicked Game”, contribuyeron al buen funcionamiento en taquilla de Wild at Heart, tanto que ganó La Palme d’Or del Festival Internacional de Cine de Cannes, a pesar de las encontradas opiniones que generó, lo que sirvió para consagrar definitivamente a su director.
De hecho, Wild at Heart se terminó un día antes de su estreno en El Festival; y tras la proyección, recibió “ovaciones” de la audiencia.
Cuando El Presidente del Jurado, Bernardo Bertolucci, la anunció como ganadora, los abucheos casi ahogaron los aplausos.
Barry Gifford recuerda, que había un estado de ánimo predominante, de que los medios de comunicación esperaban que Lynch fracasara... por su visión directa de violencia y sexo explícito.
La entrega del premio de Cannes, es de las más escandalosas que aún hoy en día se recuerdan.
“Estoy sorprendido.
Aterrorizado, pero sorprendido”, dijo Lynch.
En medio de un Palacio que cada vez más parecía un estadio de fútbol que no un Festival de Cine, Lynch recibió de manos de Anthony Quinn el preciado galardón.
No obstante, también Wild at Heart estuvo nominada a un Oscar a la mejor actriz de reparto para Diane Ladd.
Se rodó en los alrededores de Los Angeles, incluyendo la gran área industrial del Valle de San Fernando, y en New Orleans.
La acción tiene lugar en un viaje en coche hacia California, desde una localidad indeterminada de la frontera entre las 2 Carolinas.
Sailor Ripley (Nicholas Cage) acaba de salir del correccional de Pee Dee, y se reúne con su novia, Lula Pace Fortune (Laura Dern), contra la oposición de la madre de esta, Marieta (Diane Ladd)
La pareja, decidirá fugarse, y Marieta pondrá tras su pista, al sabueso Johnnie Farragut (Harry Dean Stanton)
Los inútiles intentos de este, por encontrar a la pareja, obligarán a la histérica madre, a recurrir a los servicios del gánster, Marcello Santos (J. E. Freeman), el cual, se pondrá en contacto con:
Bobby Peru (Willem Dafoe) y Perdita Durango (Isabella Rossellini) para que acaben con Sailor.
En realidad, la madre quiere deshacerse de él, porque el joven presenció cómo ella y su amante, asesinó a su marido.
En la huida, la pareja se verá acompañada de turbios acontecimientos y sórdidos recuerdos.
Para ambos, el viaje es algo así como la búsqueda del país de Oz...
Pero como sucedía en el relato infantil de L. Frank Baum, los magos son estafadores, y las brujas no soportan la perfección.
El viaje del dúo de enamorados, les llevará por los más pintorescos lugares, donde conocerán a los máximos exponentes de la fauna “lynchiana”:
Asesinos depravados, ancianos extravagantes, cazadores de palomas, víctimas de accidentes… hasta llegar al pueblo de Big Tuna, donde Sailor se verá envuelto en una oscura trama de robo y asesinato.
Como no podía ser de otra manera, David Lynch no dejó indiferente a nadie, con una amalgama de géneros:
Crimen, drama, romance, thriller y comedia; la narración contiene imágenes sorprendentes, personajes raros, planos desagradables, interrupciones explicativas, avances y retrocesos, “flashbacks”, y escenas impactantes, todo para crear una atmósfera inquietante, extraña, e incómoda, que envuelve a los personajes y al espectador; al tiempo que describe un mundo hostil, violento, turbio, sórdido, enloquecido y enfermo, donde tienen importancia, diversos episodios que subrayan el carácter salvaje del mundo.
Wild at Heart, es la película que significa poner la quinta marcha en cuanto a salvajismo y radicalidad, con freaks retorcidos y violentos, y también las criaturas bondadosas y llenas de luz.
Filme por tanto libérrimo, sugerente, absolutamente inclasificable, que convierte a “Blue Velvet” (1986) en una aventura ordinaria y clásica.
Un Lynch desatado, una historia de amor ultraviolenta y ultraromántica, cine de autor sin concesiones; es la confirmación del estilo depurado de un Lynch plenamente consciente de sí mismo y de sus capacidades, un Lynch en plena forma.
Llena de excesos de todo tipo, es un film transgresor, que bordea peligrosamente los límites de la locura.
Película polémica, que conviene mirar desde la distancia, con el ánimo más abierto a las emociones, que a la razón, pues contiene destellos de buen cine.
“Baby, you'd better get me back to that hotel.
You got me hotter than Georgia asphalt”
Tras tocar el cielo con “Blue Velvet” (1986), David Lynch se embarcó en la elaboración de “Twin Peaks”
Monty Montgomery, amigo de Lynch, y productor de “Twin Peaks”, le ofreció producir un guión que había elaborado sobre el libro de Barry Gifford:
Wild at Heart.
A Lynch le gustó tanto, que decidió dirigirlo él mismo.
La quiebra de Dino De Laurentiis, cuya productora fue comprada por Carolco, significó que Lynch no tenía un productor que le ofreciera total libertad creativa…
Por suerte, la compañía independiente, Propaganda Films, accedió a producir el film, con un presupuesto de $10 millones, asegurando a Lynch, que tendría el control total sobre el montaje.
Así hizo una “road movie” que discurre en una “América Profunda”, enferma y violenta, y podría describirse, como la historia de 2 adolescentes enamorados, cuyo amor se va a poner a prueba por toda serie de avatares, comenzando por la desquiciada madre de ella, Marietta, dispuesta a matarle a él, con tal de seguir utilizando a su hija para lo que le venga en gana.
Sailor, es a ratos entrañable, y tenebroso; mientras Lula es atractiva y sexy.
Ya desde la primera secuencia, se establece el tono:
Lynch no engaña a nadie, y aquí avisa muy pronto, de qué tipo de salvajismos, nunca mejor dicho, vamos a ver; y llena el film de bizarros pasajes:
Un hotel gestionado por ancianos y tullidos, el cliente del bar con voz acelerada, la terrible historia del tío Dell (Crispin Glover), la señora que baila en el salón, mientras desaparece entre la oscuridad; la chica del accidente de tráfico, que busca su bolso para maquillarse, etc.
La mente de Lynch, pervierte la típica estampa estadounidense, a base de momentos cotidianos, rotos por elementos surrealistas.
De hecho, Wild at Heart es impensable, si se mutilan algunos de sus tramos.
En efecto, tiene mucho de absurdo, como absurdos son los sueños; y como absurdo es el amor y el humor, cuando se reflexiona con frialdad sobre su naturaleza.
David Lynch, es un fino hilandero, que enhebra los sueños con aguja intuitiva y penetrante, como si fuera una Parca tejiendo el destino.
Para una imaginación soñadora y febril, siempre será más estimulante aquello que sobresalga por su rareza, que lo que discurra por los cauces de lo convencional y trillado.
Visto así, nada hay más absurdo que aceptar por bueno lo sabido, y abominar de lo desconocido, por extraño.
Una mente ávida y despierta, siempre querrá que desafíen su inteligencia, y eso es precisamente lo que hace David Lynch con Wild at Heart.
El acostumbrado enfoque “lyncheano”, donde no prima la coherencia, sino una constante aglomeración de sucesos, sentimientos y sensaciones, tanto benignos y llenos de fantasía y añoranza, como de catástrofe, ruina, desasosiego, desgracia o desesperanza, o en palabras del propio genio:
“En todas mis películas, la búsqueda del amor en el infierno, es una constante”
Toda ella, es una irregular balada de jazz, densa, impredecible y críptica.
Comienza como un sueño dorado para sus protagonistas, y poco a poco se va tornando una pesadilla alucinógena…
Lo que mucha gente no percibe, es que existen muchas secuencias del maestro Lynch que, después del visionado del filme, se quedan grabadas en la mente, sin saber exactamente el por qué…
Lynch utiliza como método en su trabajo 2 elementos clave:
El subconsciente y el surrealismo.
Y estos 2 elementos tienen en común algo:
Lo onírico, la ensoñación.
Y los sueños están lejos de ser reales, pero los sueños, sin embargo, forman parte esencial en la naturaleza del hombre.
Todo esto, aplicado a un largometraje de Lynch, se ve traducido en lo siguiente:
Secuencias y escenas que se suceden, que te muestran elementos totalmente irreales, pero que en ellas habitan una esencia natural que puede convertirse incluso en existencial para el hombre.
Por tanto, no hay que interpretar las películas de Lynch como películas, sino como ensayos, siendo la cámara, el vehículo con el que podemos bebernos lo que Lynch necesita transmitir.
Lynch plantea una historia de amor de 2 tipos traumatizados y aquejados de infancias difíciles, una historia de amor desesperado en el caso de la desubicada y ninfómana Lula, hacia el ataviado con cazadora de piel de serpiente, Sailor, rodeados de un contexto y entorno enloquecido y enloquecedor.
Sailor es un joven que no tiene oficio ni beneficio, un don nadie, impredecible y violento.
Su afición a imitar a Elvis Presley, y su chaqueta de piel de serpiente, unidos a la desatada interpretación de Nicolas Cage, configuran un personaje realmente inolvidable, a veces patético, y otras sublime.
La joven Lula, es la joven enamorada de Sailor, que está dispuesta a fugarse con él, para huir del influjo de su madre.
Ambos son una pareja vulgar, y nada sofisticada, pero su amor es puro.
Mientras el sexo será enfermizo para los villanos, para Sailor y Lula, es liberador.
La mano abierta de Lula, por ejemplo, simboliza la liberación sexual de su personaje, pero incluso eso será corrompido.
La música, será también un refugio para nuestra pareja de fugitivos.
Lynch parece añorar en su filmografía, la estética y la música de los años 50 y 60, en los que él creció, mientras la música moderna, es estridente y violenta.
La huida de los amantes por “el camino de baldosas amarillas”, empieza a convertirse en una pesadilla, a medida que la influencia negativa del mundo exterior, empieza a hacerse evidente.
En la radio del coche, por ejemplo, sólo dan noticias terribles, y un accidente de tráfico, les descubrirá que la muerte siempre está al acecho.
A partir de ese momento, todo se irá torciendo, la influencia del mal, hará mella en la pareja.
Los personajes jóvenes e inocentes que se introducen en mundos perversos, son una constante en el cine de Lynch.
Conforme pasa la acción, Lula empieza a creerse Dorothy, en un mundo de pesadilla, incluso llega a juntar los talones de sus zapatos, en un intento de huir de la realidad.
Sailor, será su acompañante en “el camino de baldosas amarillas”, la carretera, y su madre sería “La Malvada Bruja del Oeste”
Marietta Fortune, es la madre de Lula, un ser repulsivo, a la vez dominante e infantil, que no quiere perder el control sobre su hija, y está dispuesta a cualquier cosa para evitarlo.
La escena del pintalabios, nos demuestra que algo funciona realmente mal en su cabeza.
Es capaz de la mayor crueldad, y parece que arrastra algún trauma infantil que la mantiene en esa edad.
La madre es tan infantil y caprichosa, como una niña pequeña, y a la vez tiránica y cruel.
Ella es la perversa “Bruja del Oeste”, que ve con malos ojos que su hija esté enamorada con Sailor.
Y es que Sailor está involucrado en los negocios sucios de la madre, y puede irse de la lengua respecto al asesinato del padre de su amada, por encargo de su madre…
La fuga de Lula con Sailor, una vez que éste sale de la cárcel, encoleriza a su madre, quien inicia una búsqueda desesperada por recuperar a su hija, y acabar con Sailor de una vez por todas.
Todo ello configura una galería de personajes, más que peculiares, entre los que destaca:
Bobby Peru (Willem Dafoe), un imitador de Clark Gable que no está en sus casillas.
Él, junto a la madre, tiene más de una característica en común:
Su forma de vestir, y su peculiar forma de tratar a las mujeres, los convierte en los villanos por antonomasia del cine de Lynch.
Grace Zabriskie, e Isabella Rossellini,  interpretan a 2 mujeres que forman parte del grupo de asesinos que son contratados para acabar con Sailor.
Y en la pareja principal de protagonista, ya encontramos una construcción de personajes ciertamente paródica:
Nicolas Cage, interpreta a un personaje que parece sacado del film de Nicholas Ray, “Rebel Without a Cause” (1955)
Vestido siempre con su inconfundible chaqueta hecha con piel de serpiente, es sin duda, el arquetipo de joven rebelde, que hace todo lo posible por proteger a su novia, sintomática la secuencia de la discoteca, en la que defiende a su novia de los sobones…
El cliché de la juventud, queda aún más patente por su afición a la música de Elvis.
Por su parte, Laura Dern es una joven enamorada, que sólo piensa exclusivamente en su relación.
Lynch exagera aún más la pasión de los 2, mostrándonos constantes secuencias de sexo, en las que utiliza diversos filtros de color.
En realidad, la estética de Wild at Heart, recuerda a la de películas semi pornográficas, como las que habituaba a rodar Russ Meyer.
Especialmente en los interiores, y en las secuencias nocturnas, podemos comprobar la influencia del cine sucio de serie B.
técnicamente, Wild at Heart tiene una vena de saturación en gran parte de sus fotogramas, como viene siendo habitual en el director.
Los destellos de Lynch, son los que consiguen elevar a la película, por encima de la simple extrañeza.
Algunos de los personajes más monstruosos y fascinantes de Lynch, se encuentran aquí, y de todos ellos, el más grimoso y abyecto, es el Bobby Peru de Willem Dafoe, en una caracterización extrema, imposible no acordarse de sus dientes… para la misma encarnación del mal.
Pero también vemos, nada menos que a Perdita Durango, interpretada por una enigmática Isabella Rossellini, personajes muy extremos, para una galería de secundarios poco menos que siniestra.
Como curiosidad, también veremos a miembros del reparto de la serie de TV, “Twin Peaks” (1990), que la dejó temporalmente para hacer esta película:
Sherilyn Fenn, Grace Zabriskie, David Patrick Kelly, Sheryl Lee, y Jack Nance.
Como dato, el fuego será un elemento recurrente en Wild at Heart, son abundantes las imágenes de cerillas y cigarros encendiéndose.
Para Lynch, el fuego simboliza el mal, la chispa que prende, parece emparentar con la maldad.
Mientras los efectos de sonido y la música que acompaña a las imágenes, no dejan lugar a dudas, además que mantiene sus “Marcas Registradas”:
La carretera por la noche, referencias frecuentes al “Mago de Oz” en todas partes, y al cantante, John Lurie.
Como dato, David Lynch escribió la música adicional.
Wild at Heart, se diferencia del libro, en que la pareja principal no está enamorada del mismo modo que en la novela, donde responden a un idealismo de las relaciones de pareja, muy en la onda de su director, como si su romance apasionado, fuera el mismo que en las películas de rebeldes y romances de los años 50.
Marieta, en el libro, parece una madre preocupada, no una histérica que simboliza a La Bruja Mala.
Pero lo más importante, y lo que hace que la historia del libro y de la película sigan caminos diferentes, es la aparición del mafioso Marcello Santos, el cual menciona Marieta a Johnnie en la novela, pero no aparece, y sin embargo, cobra un gran protagonismo en el filme, provocando un efecto dominó, que lleva a la aparición de personajes como Perdita Durango, su hermana Juana, la pareja de asesinos Reggie, aparece un Reggie en la historia de Gifford, pero en ningún momento se nos da a entender que sea un asesino; y Dropshadow, y la joya de la corona:
“El ángel oscuro” que es Bobby Peru.
También, provoca la desaparición de otros, como Johnnie Farragut, el cual no fallece en la novela.
A pesar de que el Wild At Heart cinematográfico, poco tenga que ver con el literal, Barry Gifford y David Lynch se llevaron a la perfección.
“Fui el asesor creativo de la película”, recuerda Gifford, “estaba demasiado ocupado escribiendo el resto de novelas sobre Sailor y Lula, como para poder escribir el guión, así que fue David quien se encargó, y le dije que llamara si tenía alguna pregunta…
David tuvo listo el guión en 6 días, pero después, a la hora de rodar, iba improvisando, añadiendo o sacando cosas sobre la marcha.
Recuerdo que un día vi la que para mí era la frase más importante de la película:
“Este es un mundo salvaje por dentro, y muy extraño por fuera”
Había desaparecido del guión...
Se lo comenté a David, y me respondió:
“No te preocupes, ya la haremos caber en algún sitio”
Y así lo hizo”
Respecto al final, el escritor tiene una versión un poco distinta a la dada por el director:
“El final original de la película, tal y como estaba en el guión, era el mismo que el de la novela, que de hecho está en la película.
Pero después, David añadió las escenas de La Bruja Buena del Este, y el encuentro final…
Todo esto se hizo, porque Samuel Goldwyn Jr., que era el distribuidor de la película, odiaba aquel final, e insistía en que David hiciera un final feliz.
Así que David me llamó, y me preguntó, si Sailor y Lula volvían a encontrarse...
Yo le dije:
“Claro, si no:
¿Cómo podría continuar?”
“Bien”, dijo él, y colgó el teléfono.
Así se justificó para poner ese final.
No se trataba sin embargo de un final feliz al estilo clásico.
David lo convirtió en un final surrealista, en una cosa fantástica y absurda.
Lo que él pretendía, era mostrar el final realista.
Así contentó al distribuidor, a la vez que mantenía la integridad del libro con todo, fue Lynch el que se inventó toda esa historia sobre “El Mago de Oz”, y la fue esparciendo por toda la película”, recordó Gifford.
Por tanto, existen 2 grandes logros en el guión:
Por una parte tenemos su inteligentísima narración, y por otra, el interesante plantel de inquietantes personajes, marca de la casa.
De la narración, destacar los distintos saltos en el tiempo durante el metraje, los cuales no sólo ayudan a que la narración sea más fluida, sino que al mismo tiempo profundiza en el pasado de la pareja protagonista, sin necesidad de recurrir a aburridos discursos, ni a la sempiterna voz “en off”
Si bien, no todo en lo referente a narración y guión es tan positivo, el surrealismo y las excentricidades, hacen que la película esté siempre a punto de caer en el puro esperpento; por lo que las interpretaciones son tan delirantes y excesivas como cabría esperar con semejante materia prima.
He de reconocer, que Cage y Dern, aquí no se cortan en desplegar su arte para la sobreactuación, algo que él parece dominar, mención especial merecen sus risibles bailes.
Así tenemos una historia interesante, simple, pero de gran interés.
Una “road movie” con secretos que vamos conociendo a medida que avanza la película:
Una pareja que se ama por encima de todo, y a pesar de la oposición de la madre de ella, tiene sus motivos para ello...
La manera de contar la historia, con saltos en el tiempo, “flashbacks”, alternando el presente con el pasado, es un acierto, así como el halo de misterio que envuelve toda la película, con momentos muy conseguidos:
La imagen distorsionada de Cage en el bar, las escenas eróticas rodadas con diversas tonalidades de color, y con mucha clase, sólo se insinúa para que el espectador imagine… el baile en medio de la carretera perdida...
La excelente fotografía, y personajes, tan extraños, con esa mezcla de primitivismo e inocencia, pero también con una cierta dosis de violencia, más o menos contenida.
Los magníficos diálogos amorosos entre Cage y Dern, donde destaco el momento en que él le regala a ella un collar de caramelos comestibles, y le dice que uno, son 40, por cada razón que tiene para amarla.
Ella dice que se lo pondrá, y no se lo comerá, pero que si lo hace, será pensando en él… y las imágenes insólitas o inesperadas, o vista de las cosas desde ángulos poco habituales, etc.
El problema de Wild at Heart, es por tanto su ligereza de contenido neto, es decir, que quitando los fragmentos en los que aparece la creatividad sin razón aparente tan característica de Lynch, el film no tiene mucho interés.
Con planos o escenas muy parecidas, incluso repetidas, primeros planos de cigarrillos encendidos, o las imágenes del fuego, o las que están los 2 protagonistas.
El desfile de personajes raros, “frikis” que no tiene ningún fundamento, ni argumental ni estético, pero es una de las constantes de su cine.
La sobreactuación de casi todos los actores… y planos desagradables, como aquel primer plano del vómito, también habitual en su filmografía.
A veces, puede tener un efecto estético, o de otro tipo “válido”
No es el caso.
La última parte, es aún más disparatada y surrealista, y forma parte de ese otro enfoque, ya más próximo a la parodia.
La extravagante cazadora de piel de serpiente, da otro toque humorístico, y contrasta con la apagada tonalidad de colores en el film.
De alguna forma, representa ese espíritu soñador, en medio de tanto fatalismo.
Así las cosas, Wild at Heart funciona como revulsivo contra las empalagosas historias de amores imposibles, y contra todo cuento de hadas de indigesto mensaje.
Nadie como Lynch, para regurgitar sobre los convencionalismos bienintencionados, y llevarlos así a su terreno.
Por último, destacar la banda sonora de Angelo Badalamenti, habitual del director.
“I'd like to apologize to you gentlemen for referring to you all as homosexuals.
You taught me a valuable lesson in life”
David Lynch describe así sus obras:
“Preferiría suicidarme, a hacer una película en la que yo no tenga la última palabra sobre el resultado final.
Yo empecé como pintor, en la escuela de Bellas Artes, pero un día estaba delante de un cuadro, y me pareció ver que algo se movía en él.
Desde entonces intento combinar sonido e imágenes, de la mejor manera posible.
Hay quien dice que el público no quiere pensar, sino que prefiere que le den las cosas ya masticadas.
Eso es chorradas.
A la gente le encanta pensar.
Todos somos detectives, tenemos capacidad para prestar atención, y sacar nuestras propias conclusiones.
Y eso es francamente bueno.
Los sueños verdaderamente importantes, son los que tienes cuando estás despierto, ya que cuando duermes, no los controlas.
A mí me gusta sumergirme en un mundo onírico que yo he construido, o descubierto; un mundo que yo elijo.
A veces me enamoro de una idea, e intento convertirla en película, de la misma manera que a un pintor se le ocurren ideas que quiere plasmar en un lienzo.
Es una experiencia personal muy grata, y siempre esperas que los demás sientan lo mismo que tú.
La amnesia, se parece de alguna manera a la interpretación:
Un buen actor, renuncia a su propia identidad, y se convierte en otra persona.
Todo el mundo, incluso yo, tiene ganas de perderse y entrar en un mundo nuevo.
El cine te da esa oportunidad”
La vida de David Lynch, no es presa de las manías psicóticas de las que hacen gala sus personajes.
Con 3 matrimonios, 2 hijos y una profunda fascinación por todo lo que tenga que ver con la meca del cine, le convierten en un personaje nada polémico en el extraño universo de Hollywood.
“De hecho, creo que soy un tipo bastante aburrido.
Durante 8 años, he almorzado en el mismo sitio, un pequeño local de Los Angeles”
Es que Lynch es un director que por lo general cuenta historias dramáticas y de suspense, con un contenido extremadamente extraño, que ha tocado todo tipo de estética o subgénero a la hora de contar sus historias:
Desde el “gore”, a “road movies”, musical, erótico, etc.
La estética en este pintor-director, tiene gran importancia, pero no solo se muestra mediante los colores, sino que se hace patente al crear una atmósfera mediante la decoración, el vestuario, maquillaje, la fisonomía de los actores, e incluso la música tiene bastante de componente plástico.
Lynch, es un artista que necesita ver su obra en movimiento, pero sus películas nos esconden algo inquietante.
Ese algo, se muestra poco a poco a lo largo del film, mediante un camino que van recorriendo tanto los personajes como los espectadores.
Todo lo bello y tranquilo, son máscaras de la realidad, y David Lynch las irá desprendiendo, una a una.
No se quiere dar a entender con esto, una visión pesimista de la realidad, sino verla en su conjunto.
De este modo podremos descubrir los vicios, fobias, misterios y crueldades que contiene la sociedad, en particular la de EEUU.
Más que en ningún otro film de Lynch, Wild at Heart se ancla en una tradición muy estadounidense, la de los amantes criminales.
Y Wild at Heart prosigue y pervierte esta tradición, al mismo tiempo, jugando con la exageración, lo grotesco, cuando no la parodia, pero sin olvidar la violencia latente en este tipo de historias.
Quizás, el cineasta quiere parodiar el género con este film estimulante, desde su universo personal, presidido por la pasión, lo sórdido, dando rienda suelta a los códigos y signos del género.
El propio argumento, directamente inspirado en los códigos del cine negro, tiene una importancia limitada.
Todo ello no impide a Lynch, demostrar su virtuosismo en el manejo del relato o los símbolos.

“Don't turn away from love, Sailor”



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