The Towering Inferno

“The tallest building in the world is on fire.
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...There's no way down.
There's no way out”

La década de los años 70, será recordada, entre otras cosas, por ser la etapa de mayor repercusión del denominado género cinematográfico “cine de catástrofes”; pero no fue un género absolutamente nuevo.
Desde principios de siglo pasado, han existido esporádicos filmes sobre desastres, sin contar a los de los monstruos radiactivos e invasiones marcianas, que en realidad, se han transformado en un género por sí mismo.
Encontramos pues a “The Last Days Of Pompeii” (1935), “San Francisco” (1936) o “A Night to Remember” (1958), son algunos exponentes del género que trataban, respectivamente, la explosión del Vesubio a principios de La Era Cristiana, el terremoto de San Francisco de 1906, o el hundimiento del Titanic.
Y como género, el cine catástrofe es uno de los más despreciados.
No es difícil comprender el por qué; se trata de un género que se basa en los efectos especiales, y mientras tarda en llegar la gran secuencia de ellos, hay un enorme y largo relleno de drama de stock, protagonizado por estereotipos.
Esto es, desastre que se aproxima por causas naturales o de negligencia de las autoridades o responsables; un montón de parejas que aportan pequeñas historias dramáticas, y que sólo sirven para plantear el interrogante de quién quedará vivo; el héroe, que lidera el rescate, y se las conoce todas; un montón de personajes de stock, creados simplemente para generar impacto cuando mueren sorpresivamente; largas secuencias de supervivencia, que llamaríamos las maratones del cine catástrofes, donde numerosos personajes deben sortear un obstáculo hasta que alguien se muere, la misma escena, repetida de modo interminable con cada actor; y un rescate milagroso, donde el malo o negligente, recibe el castigo que se merece.
El viejo desafío del ser humano, intentando tocar el cielo con una torre de acero, cemento y cristal, se convierte en una trampa mortal para la envidia y la ambición.
Solo unos pocos hombres valerosos, se atreverán a plantar cara al gigante que escupe fuego por sus ventanas, como consecuencia de ese accidente que siempre se ignora al llevar a cabo los grandes retos.
Un arquitecto que se dará cuenta de que la superación no puede llevarse a cabo a costa de la seguridad.
Un constructor que desea que la obra que ha llevado a término, sea un símbolo de admiración, y del imposible elevado a la categoría de realidad.
Un viejo timador que, llevando con elegancia un viejo smoking alquilado, resulta cautivado por algo muy parecido al amor…
Una señora que ha encontrado muchas razones en su vida para seguir adelante.
Un ayudante que fue campeón de atletismo en sus días de universidad, y que cae derrotado por esa bestia salvaje que quema y arrasa.
Una mujer que quiere vivir al lado de su amor, y que sabe ver todo el talento que hay encerrado en el hombre que ama.
Un tipo decepcionado, porque se halla a las puertas del fracaso en su matrimonio, y que sabe que su suegro admira más a otros que a él.
Un jefe de seguridad que trata desesperadamente de prestar ayuda.
Y, sobre todos ellos, un bombero que intenta hacer su trabajo con la mayor profesionalidad posible, aunque sabe que la lucha contra el monstruo nunca será una victoria total.
Esas bien podrían ser historias para una película de cine de catástrofes.
“I thought we were building something that... where people could work and live and be safe!
If you had to cut costs, why didn't you cut floors instead of corners?”
The Towering Inferno es una película de aventura, acción y drama, del año 1974, dirigida por John Guillermin.
Protagonizada por Steve McQueen, Paul Newman, William Holden, Faye Dunaway, Susan Blakely, Fred Astaire, Jennifer Jones, Richard Chamberlain, O.J. Simpson, Robert Vaughn, Sheila Allen, Robert Wagner, Susan Flannery, Don Gordon, Gregory Sierra, entre otros.
El guión es de Stirling Silliphant, basado en 2 novelas:
1. “The Tower” (1973) de Richard Martin Stern:
La historia se refiere a los acontecimientos en el ático de un restaurante, durante la gran celebración de apertura de un nuevo edificio alto, en la ciudad de New York, después de que un terrorista suicida detona un explosivo de fabricación casera en el sótano, sala de control del edificio.
La explosión, provoca un incendio en la construcción, y deja atrapada a la gente en el edificio.
No se puede escapar a través de escaleras, se hacen intentos para que puedan escapar con ayuda de un cable al cercano World Trade Center.
El uso de este sistema, sólo tiene un éxito parcial, y al final, la mayoría de las personas mueren atrapadas en la torre, a causa de los efectos de los incendios.
Stern escribió el libro, debido a la construcción del World Trade Center.
2. “The Glass Inferno” (1974) de Thomas N. Scortia y Frank M. Robinson.
La historia se refiere a los acontecimientos durante la ceremonia de inauguración de un nuevo edificio alto, de 66 pisos de altura, en una ciudad sin nombre en los Estados Unidos.
Una combinación de un rascacielos construido al mínimo el cumplimiento de las reglas de seguridad, con el recorte de gastos en el sistema eléctrico para ahorrar dinero en la construcción, conduce a un desastre.
Finalmente, un número de personas que terminan en el restaurante del ático del edificio, donde están atrapados, y no podían bajar, son finalmente rescatados con éxito por un helicóptero.
El fuego se acabó por la voladura de los tanques de agua por debajo del techo del edificio, lo que provoca que el agua caiga a través del edificio, ahogando el fuego.
El guionista, tomó 7 figuras principales de cada novela, y las incorporó al guión, así como al clímax principal de cada novela:
El rescate salvavidas a una azotea adyacente de “The Tower”, y los tanques de agua explotando de “The Glass Inferno”
Ambas novelas, se inspiraron en la construcción del World Trade Center a principios de los años 70, y lo que podría suceder en un incendio en un rascacielos.
Las 3 palabras de las novelas combinadas, que componen los títulos, se combinaron para dar el nombre de la película, y el nombre del edificio que está en llamas, “The Glass Tower”
Después del éxito de “The Poseidon Adventure” (1972), el desastre era una característica latente en el cine, y Warner Brothers compró los derechos para filmar “The Tower” por $390.000; y 8 semanas más tarde, Irwin Allen, de 20th Century Fox, descubrió “The Glass Inferno”, y compró los derechos por $400.000.
Para evitar producir 2 películas similares, compitiendo en la taquilla, los 2 estudios unieron fuerzas, y juntaron sus recursos, pagando cada uno la mitad de los costes de producción.
A cambio, 20th Century Fox consiguió los recibos de taquilla de Estados Unidos, y Warner los recibos del resto del mundo.
Fue una la primera gran coproducción entre 2 grandes estudios.
Según se dice, 20th Century Fox,  se negó a permitir que Irwin Allen dirigiera toda la película; por lo que Allen dirigió todas las secuencias de acción, y John Guillermin fue contratado sólo para dirigir  las escenas con los actores y sus diálogos, en las secuencias que no implicaban momentos de riesgo.
De todas formas, John Guillermin sale acreditado como el realizador de la película.
Lo que haría Irwin Allen es tomar esas bases del cine de catástrofes, y convertirlo en una fórmula que terminaría por erigirse como el estándar del género; y dirigió todas las secuencias de acción de la película, incluyendo las explosiones finales climáticas para apagar el fuego; donde hubo un total de 4 unidades rodando al mismo tiempo, todo un récord en el momento.
La primera filmaría todas las escenas centradas en los actores; la segunda se haría cargo de las imágenes aéreas; la tercera filmaría todos los planos de efectos visuales; y la cuarta las escenas de acción; así, los equipos fueron designados con la captura de diferentes aspectos de las escenas:
Personajes, acción, efectos especiales y disparos aéreos.
Si bien la acción de la película transcurre en San Francisco , el grueso del rodaje tuvo lugar en los 57 decorados erigidos al efecto en los estudios Fox de Los Angeles, entre ellos una reproducción a escala real de 5 plantas del imaginario rascacielos, y todo el decorado de la planta superior donde se celebra la fiesta de inauguración del edificio, un extraordinario plató, rodeado a su vez por un espectacular cyclorama de más de 100 metros de largo, que reproducía fielmente una panorámica nocturna de San Francisco.
Como extras, 1.000 bomberos reales fueron contratados a lo largo de toda la producción; y requirió del trabajo de numerosos especialistas que doblarían a los actores en las escenas de riesgo.
El equipo de 60 especialistas, coordinado por Paul Stader, llego a realizar más de 200 acciones peligrosas.
El rodaje, requirió innumerables explosiones e incendios controlados.
La actividad de expertos en maquillajes especiales, como LaVigne y el concurso de maquetas de acabado milimétrico, integradas en la acción mediante efectos de mate y rotoscopio, dotaron de impecable verosimilitud a esta producción.
Como dato, The Towering Inferno fue estrenado el mismo año que el desastroso incendio de Joelma en São Paulo, Brasil; el 1 de febrero de 1974, en el que fallecieron 191 personas, y causado por las mismas razones que se ven en la película.
Fue la película, The Towering Inferno, cuando un incendio destripó el teatro El Rey en Manteca, California, el 6 de agosto de 1975.
Muy curiosamente, el cartel de la película sobrevivió el incendio, y permanece en exhibición en el Museo Manteca.
En una extraña coincidencia que vincula The Towering Inferno con el ataque terrorista del 9/11 en la ciudad de New York, el último día de producción fue el 9/11/74; no es de extrañar que The Towering Inferno esté dedicada a Los Departamentos de Bomberos.
La película fue un éxito de crítica, y una de las películas con las mayores recaudaciones de 1974, con un coste de $14 millones, recaudó $116 millones; siendo ganadora de 3 Premios Oscar:
Mejor Fotografía, Mejor Montaje y Mejor Canción “We May Never Love Like This Again”; y 5 nominaciones:
Mejor Película, actor de reparto (Fred Astaire), dirección de arte, banda sonora (John Williams) y sonido.
Aunque famoso por sus películas de danza y comedia musical, Fred Astaire recibió su única nominación al Oscar por esta película; y The Towering Inferno es célebre, porque el reparto incluye a 4 ganadores del Oscar:
Paul Newman, William Holden, Faye Dunaway, y Jennifer Jones; y 3 nominados:
Fred Astaire, Robert Vaughn, y Steve McQueen.
La acción toma como escenario a The Glass Tower de San Francisco, que tiene 138 pisos.
Este desafío a la gravedad, se debe a la pericia del arquitecto, Doug Roberts (Paul Newman), y al entusiasmo empresarial de su promotor, el constructor James “Jim” Duncan (William Holden)
Las condiciones de seguridad parecen las óptimas, pero nadie sabe que Roger Simmons (Richard Chamberlain), el yerno de Duncan, ha variado los presupuestos de construcción para ahorrar dinero con determinados materiales.
El día de la inauguración, lo que tenía que suceder sucede, y La Torre se transforma en una chimenea de fuego en la que quedan atrapados los invitados que subieron a los pisos más altos.
Así, una falla en la instalación eléctrica provoca un incendio, y los asistentes a la velada, se ven acorralados por el fuego, por lo que tienen pocas probabilidades de sobrevivir, ya que al estar a una altura tan elevada, a los bomberos les resulta imposible controlar el infierno.
Pero, el arquitecto del rascacielos, contacta con El Jefe de Bomberos, Michael “Mike” O’Halloran (Steve McQueen), y le plantea una solución.
The Towering Inferno fue una película grande en todos los aspectos, y su duración no fue la excepción:
165 minutos de tensión y aventura.
Si The Towering Inferno está considerada la obra maestra de su género, es porque combina a la perfección el cine puramente entendido, como entretenimiento y el drama.
Los efectos visuales, están siempre al servicio de la historia, mientras que los actores tienen suficientes momentos de lucimiento para que sus personajes no caigan en la parodia.
El impecable acabado técnico, dota al filme de una credibilidad de la que otros títulos similares no pueden presumir; y muy en el fondo, es una velada crítica a los constructores de rascacielos y su falta de previsión a la hora de prever una evacuación rápida y segura, ante cualquier problema en edificios de estas características.
Una historia para reflexionar:
¿Realmente merece la pena ahorrar unos millones de dólares a cambio de jugarse la seguridad de cientos de personas?
The Towering Inferno es el reflejo de la filosofía del “¿Qué puede pasar en un gran edificio con los medios actuales?”, que lleva a algunos constructores a mirar solo por el ahorro de costes, por encima de la seguridad humana.
En definitiva, si las películas de desastres fueron una lucrativa moda pasajera dentro del cine comercial, The Towering Inferno tiene el mérito de haber trascendido en su género, convirtiéndose en una de las montañas rusas más emocionantes de los 70; una película coral, que reúne diferentes puntos de vista y caracteres muy bien marcados, cada uno en su posición en la historia.
No faltan tampoco los detalles sentimentales, las historias contadas en primera persona que siempre acercan mejor la tragedia al espectador, haciéndosela sentir más real y más cercana.
Una película que mantiene intacto su poder de fascinación, más de 40 años después de su estreno.
Y eso solo lo logran las grandes obras.
“That's 135 floors”
El esquema básico a partir del cual se desarrolla la trama de todas y cada una de las producciones que se englobaron en el subgénero de catástrofes, parte de un concepto según el cual, frente al desastre, sólo puede imponerse un héroe.
Esta idea, tan cercana a la novela de caballerías y a las epopeyas, tuvo casi siempre mediocres, cuando no espantosos ejemplos en el cine.
The Towering Inferno, es una excepción.
Está plagada de tópicos, cierto, pero es tan espectacular y dinámica, que atrapa al espectador con la promesa circense de un “más difícil todavía”
El éxito de Irwin Allen, se basaba en la fascinación del público por la idea que él vendía, pero con el tiempo, ni los ratings ni los ejecutivos de los canales terminaban por soportar los bajos niveles de calidad de sus productos.
Decidido a dar el gran paso, Allen regresaría al cine; casualmente el éxito de “Airport” (1970) le daría la señal de que el público gustaba del cine catástrofe, y se lanzaría con “The Poseidon Adventure” (1972) en el género.
Con el tiempo, Irwin Allen sería “el Dios del rubro”, título que duraría todo el resto de la década hasta la terrible “When The Time Ran Out” (1980)
The Towering Inferno, sería la 2ª incursión de Allen en el género; y posiblemente sea la mejor de las películas de desastres de los 70.
La génesis del proyecto, fue algo curiosa; con el cine catástrofe en boga, la Warner adquirió los derechos de la novela “The Tower”, para descubrir que 8 semanas después, Allen había comprado para la Fox, la opción sobre el libro “The Glass Inferno”
Como las tramas eran parecidas, la Warner y la Fox se aliaron, y pusieron a Allen a cargo del proyecto.
Allen trajo al guionista Stirling Silliphant, premiado por La Academia por el libreto de “In The Heat of The Night” (1967), que se puso a mezclar historias y personajes de las 2 novelas, amén de aportar ideas originales.
Los libros, en realidad, intentaban reflejar algo de la paranoia de los 70, con los desastres en rascacielos.
La construcción de Las Torres Gemelas, data de esa época, justo cuando se suceden catástrofes con el incendio de 2 edificios en San Pablo, Brasil, 1972 y 1974, con enorme número de víctimas.
Así, la hipótesis de un siniestro en un rascacielos, y que este se convirtiera en una trampa mortal, no resultaba tan disparatada...
The Towering Inferno no tarda demasiado en ir al grano, directamente, presenta brevemente a los personajes, y poco después, ya los mete de lleno en el incendio y en el pánico que los rodea.
El arquitecto, Doug Roberts, regresa a San Francisco para la inauguración de “The Glass Tower”, un edificio diseñado por él, que se ha convertido en el más alto del mundo.
Roberts cree, que el constructor, James Duncan, se está precipitando con la inauguración, ya que no está terminada del todo, y sus peores presagios se confirman, cuando un cortocircuito provoca un pequeño incendio.
Al revisar la instalación, comprueba que Roger Simmons, el jefe de obra y yerno de Duncan, no ha hecho caso de sus especificaciones sobre los materiales, y la instalación eléctrica no cumple con las medidas de seguridad.
Roberts, empieza a revisar el edificio, cuando le informan de otro incendio en el piso 81, que ya no pueden controlar, y no les queda más remedio que avisar a los bomberos.
Mientras, en la azotea, Duncan recibe a sus invitados, y se niega a cancelar la fiesta donde hay unas 300 personas, entre las que se encuentra Susan Franklin (Faye Dunaway), la novia de Roberts.
El fuego se propaga rápidamente dejando aislados en el último piso a los invitados de la fiesta.
Así, el jefe de bomberos, con la ayuda de Roberts, intentarán poner a salvo al mayor número de personas, aún a riesgo de poner en peligro su propia vida; corriendo una carrera contra el tiempo, O’Halloran y Roberts intentarán improvisar soluciones de rescate desde sus respectivos lados; pero ellos en ningún momento parecen los típicos héroes, sino hombres que se ven obligados a tomar una actitud heroica, uno por su sentimiento de culpa, y otro porque le obliga su trabajo.
Resulta curioso e inquietante, como más de 40 años después, está historia sigue igual de vigente, y cómo la codicia humana, la especulación financiera, y los empresarios que recortan en medidas de seguridad a cambio de jugosas comisiones, pueden convertir un moderno edificio con la más avanzada tecnología en una ratonera, como muy bien nos advierte O’Halloran al final.
Y es que esta historia, además de emocionarnos e ir aumentando la tensión progresivamente, no deja de lado las cuestiones morales.
Otra de las características del cine de desastres de los años 70, es un reparto plagado de estrellas, y es aquí donde The Towering Inferno gana a todas por goleada.
Cuando esta película se estrenó, en su día, se llegó a decir que contenía el reparto soñado por cualquier director.
Pero si bien las interpretaciones son magistrales, a pesar de la sobreactuación de algunos, y los personajes están en general muy bien construidos, quizás sean demasiados en los que poner el foco.
Peor acierta, al menos, en una duración, más de 2 horas y media, que permita desarrollarlos a todos lo suficiente, como para empatizar con ellos, con un primer tercio en que se nos van presentado a todos con calma, antes de que empiece el verdadero conflicto.
La gran baza que juega, es el suspense; y lo consigue presentando situaciones dramáticas muy logradas que quizás pequen de efectismo, pero que logran transmitir a la perfección, la preocupación por unos personajes cuyo destino en ningún momento conoces, porque más de uno de ellos muere en el incendio, en otro gran punto por no convertirlo en algo de heroísmo pasteloso y poco creíble.
También resulta muy curiosa, casi tétrica, la credibilidad de la cinta:
Los métodos de rescate utilizados son reales, como lo es la forma en que se propaga el incendio, y la misma posibilidad de éste en una torre.
De hecho, son muchas las semejanzas con episodios reales, como el incendio del Windsor en Madrid, o el trágico atentado del 9/11, en más de una ocasión, se pueden ver en la cinta, imágenes que recuerdan al famoso “falling man” del WTC.
Por una tétrica casualidad, de hecho, la frase final de la cinta, resultó ser un triste presagio.
Así las cosas, aparte de la espectacularidad de algunas escenas y el suspense que provocó al espectador, el filme brindó la oportunidad de ver juntos a 2 de las más grandes estrellas de Hollywood como Paul Newman y Steve McQueen, además de “viejas estrellas” como:
Fred Astaire, Jennifer Jones o William Holden, quien hizo en ésta película, una de sus últimas apariciones en el cine.
Según el actor y doble de riesgo, Ernie F. Orsatti, Faye Dunaway a menudo llegaba tarde al set, o no aparecía en absoluto.
Esto hizo que algunas escenas fueran imposibles de filmar, y causó que otros actores como William Holden y Jennifer Jones se molestaran mucho.
Holden, supuestamente empujó a Dunaway contra la pared un día, y la amenazó.
Para el mes siguiente, ella tenía un registro de asistencia perfecto.
Durante la filmación de un incendio real, estalló en uno de los sets, y Steve McQueen se encontró brevemente ayudando a los bomberos reales.
Uno de los bomberos, sin reconocer a McQueen, dijo al actor:
“Mi esposa no va a creer esto”, a lo que McQueen respondió:
“Ni la mía”
McQueen se devora la pantalla, actúa de modo lógico y coherente, es arriesgado e ingenioso.
Pero los nombres de Paul Newman y Steve McQueen en los créditos, están escalonados al inicio y al cierre, y en los carteles; de modo que, dependiendo de la forma en que lo lea, de arriba a abajo o de izquierda a derecha, ambos parecen obtener la facturación superior.
Esta estrategia, se estaba trabajando en cuando Newman y McQueen casi coprotagonizaron juntos “Butch Cassidy and The Sundance Kid” (1969), pero McQueen eventualmente abandonó el proyecto, y fue reemplazado por el menos conocido Robert Redford.
Hubo mucha consternación en el set, por parte de Steve McQueen, cuando se descubrió que Paul Newman tenía 12 líneas de diálogo más que él…
Paul Newman más tarde lamentó su decisión de coprotagonizar con Steve McQueen, debido a la rivalidad entre los 2, creada por Steve.
Como resultado, el papel de bombero domina al arquitecto de Newman.
Pero son 3 factores que lo contribuyen:
Ambos caracteres tienen el mismo número de líneas, a instancias de McQueen; el personaje de McQueen, no aparece hasta los 43 minutos de la película, como resultado, Newman había usado casi la mitad de sus líneas antes de que McQueen entre; y el jefe de bomberos, es el héroe autoritario que supera y capta el escenario central sobre todos los demás personajes.
Paul Newman y Steve McQueen, recibieron el mismo salario:
$1 millón y 7,5% de taquilla cada uno; aproximadamente $12 millones.
Paul Newman hizo la mayoría de sus propias acrobacias, incluyendo subir y bajar por la barandilla doblada de la escalera; al igual que McQueen en las escenas de riesgo propias.
William Holden se quejó de su parte porque “Paso todo el tiempo hablando por teléfono”, y exigió la primera facturación en los créditos.
Sin embargo, su carrera había disminuido tanto, que su único éxito en los últimos años fue “The Wild Bunch” (1969), que era un proyecto coral.
Por tanto, se le facturó después de Steve McQueen y Paul Newman.
The Towering Inferno fue la única película coprotagonizada por padre e hijo, Paul y Scott Newman, que murió años después a los 28 años por sobredosis de drogas.
Mientras tanto William Holden como Faye Dunaway, se reunirían 2 años después en “Network” (1976)
Por otra parte, los rumores de la industria circularon que la diva Jennifer Jones, recibió el papel de Lisolette, una vez que Olivia de Havilland lo había rechazado, debido a la influencia del marido de Jones, Norton Simon.
Simon, era un multimillonario, y tenía una gran cantidad de acciones en 20th Century Fox; y él también prestó varias pinturas impagables de Pablo Picasso a la producción para la decoración del conjunto; siendo esta la película final de la carrera de Jennifer Jones.
Como curiosidad, añadir que La Asociación de Especialistas, galardono por su valentía y habilidad al prescindir de doble en una secuencia de gran riesgo, a Robert Wagner.
El motivo su valerosa interpretación, al enfrentarse a la escena en la que corre con una toalla húmeda en la cabeza, huyendo de las llamas y acaba cayendo pasto de ellas tras una barandilla.
Esa toma la realizo a la primera, y sin hacerse ningún tipo de herida.
Por ahora, Wagner es el único actor beneficiado con semejante galardón.
Muchos actores en “The Poseidon Adventure” (1972) también aparecen en esta película como:
John Crawford, Erik Nelson, Elizabeth Rogers, Ernie Orsatti, y Sheila Matthews
Como encargado de los efectos especiales de fotografía, el maestro L.B. Abbott colaboró estrechamente con Dougras Trumbull, y con los encargados de los efectos especiales mecánicos:
A.D. Flowers y Logan Frazee.
Ambos se empeñaron en dar verosimilitud al incendio, y para ello tomaron en cuenta los trabajos de Harold Nye, quien a mediados de los 40, desarrolló en el departamento de efectos especiales de Warner Bros., un sistema de control electrónico del fuego, que sólo sería superado décadas después.
El edificio utilizado en la película, fue una serie de miniaturas y pinturas mate.
Sólo se construyeron secciones del edificio para que los actores y los actores de riesgos hicieran sus escenas.
Las tomas interiores del edificio, eran del Hyatt Regency de San Francisco.
Mientras para los exteriores, utilizaron el edificio Bank of America, en 555 California St., con 50 pisos adicionales de pinturas mate añadidas.
El ascensor panorámico, es en realidad uno de los 2 en el Hyatt Regency Hotel en San Francisco.
De los 57 conjuntos construidos para la producción, sólo 8 permanecieron de pie cuando terminó la filmación.
Una flota de bomberos de Los Angeles, formada por 30 hombres, estuvo presente en el plató durante el rodaje de todas las escenas de fuego.
El conjunto más grande construido para la película, era la cubierta del Promenade, el sitio de la fiesta en la 135ª planta, y costó $300.000.
La computadora “blinkenlights” que maneja “The Glass Tower”, es una computadora real, La Central de Combate de IBM AN / FSQ-7, construida en 1954 para proteger a los EEUU del ataque de los bombarderos soviéticos.
Cerca de una docena de ellos, fueron instalados alrededor de los EEUU.
Basado en la tecnología de tubos de vacío, el Q-7 en acción tomó todo el primer piso de un “blockhouse” de hormigón a prueba de bombas, y generó tanto calor crudo, como 5 casas unifamiliares.
Todo el sistema se volvió obsoleto, cuando los misiles reemplazaron a los bombarderos tripulados como la principal amenaza.
Los componentes de los sistemas desmantelados, fueron vendidos como chatarra y comprados por compañías de producción de películas y televisión, que quisieron computadoras futuristas en sus proyectos, a pesar de que fueron construidas en los años 50.
Otro apartado que se cuidó especialmente, fue el maquillaje.
No en vano, había que simular quemaduras en diverso grado.
Durante el rodaje de The Towering Inferno, Emile LaVigne utilizó pequeñas piezas de cristal para modelar sobre ellas, con plastilina, vaselina y pasta, todas esas heridas y desfiguraciones.
Pero también hubo algunos errores, varios anacronismos:
En un edificio del tamaño de “The Glass Tower”, parece inconcebible que sólo tuviera 2 ascensores regulares, y uno escénico, considerando el número de personas y negocios que se espera que exista en él.
Por otra parte, esto también podría ser otro defecto de diseño, donde alguien “corta las esquinas para mantenerse dentro del presupuesto”
El fuego comienza en el piso 81, y mágicamente salta al 65 sin explicación.
Mientras tanto, 14 pisos arriba, los bomberos se instalan, con llamas por encima y por debajo de ellos.
Saltos similares de llamas por encima del 81, no se explican realmente…
El jefe, Mike O'Halloran, tendría que ser el jefe de bomberos más incompetente, pues le dice a Duncan, que hay un incendio en el edificio, y en lugar de ordenar la evacuación completa, que es lo correcto; le dice a Duncan que puede seguir teniendo la fiesta… algo que un Jefe de Bomberos nunca haría.
Mike le pregunta a Doug, si había algo peligroso en el piso 81, donde comenzó el fuego, eso empeoraría el fuego.
Doug, el arquitecto, se olvidó inconcebiblemente de los galones de pintura inflamables, y decenas de latas de pintura en aerosol, impunemente colocadas en esa sala eléctrica…
Incluso, en el peor escenario de diseño, es inconcebible que alguien haya puesto galones de pintura inflamable y decenas de latas de pintura en aerosol tan cerca de un panel eléctrico, como se muestra al principio, cuando el fuego comenzó.
La película afirma, que un rescate por helicóptero era imposible.
Pero más tarde muestran un helicóptero fácilmente dejando caer al jefe O'Halloran en el techo.
Si las condiciones meteorológicas eran lo suficientemente malas para aterrizar, pero lo suficientemente buenas para dejar caer a un hombre, entonces un helicóptero habría podido llevar escaleras, redes o cunas para levantar a la gente.
Haciendo el soplado ridículo de los tanques de agua, completamente innecesario.
Un helicóptero baja a O'Halloran en el ascensor panorámico dañado, con el fin de colocarlo directa y verticalmente en la cabina del ascensor, que no se movía…
Las palas del helicóptero, tendrían que ser de no más de un pie de ancho para acercarse a la construcción, o el cable tendría que llegar a la parte superior del edificio para dar cabida a la anchura de las palas del helicóptero, lo que sería imposible.
Cuando los invitados son evacuados con la boya, la línea hacia el edificio Peerless, es relativamente recta.
Dado que “The Glass Tower” es el edificio más alto del mundo, y el Peerless es un número de pisos más corto, la línea desde el Promenade hasta el techo del Peerless debía ir en ángulo notablemente descendente.
Al final de la película, la torre parece estar bien iluminada a pesar del apagón causado por el incendio.
El único principio básico de la extinción de un incendio, es inexcusablemente ignorado por El Departamento de Bomberos, y es apuntar el agua o supresor en la base del fuego, no por encima de él.
Un galón de agua, pesa aproximadamente 8 libras.
Un tanque con un millón de galones de agua, habría derrumbado todo o parte del edificio por su peso.
Esa es la cantidad total para los 6 tanques, con un promedio de aproximadamente 167.000 por tanque; por lo que el ingeniero del vestíbulo que dice que los tanques tienen un millón de galones, está dando un número aproximado al Jefe O'Halloran.
A pesar de estar a pocos metros de varias explosiones creadas por el uso de plastique, nadie le dice a nadie, que se cubra sus oídos...
Las explosiones pueden ser tan fuertes como 180dB, más fuertes que los disparos, y no proteger su audición, podría conducir a una pérdida auditiva instantánea.
De acuerdo con los códigos de construcción en vigor, incluso en el momento de la producción de la película, había normas que no se cumplían.
Por tanto, el edificio no habría podido ser ocupado por los inquilinos por El Departamento de Bomberos, el cual dice:
“Todo edificio de gran altura, deberá estar protegido con un sistema de detección automática de incendios aprobado, controlado eléctricamente, con detectores que respondan a productos de combustión visibles o invisibles con en cada sala de equipos mecánicos.
Además, cada edificio de gran altura, deberá estar provisto de un sistema automático de rociadores contra incendios.
Se proveerán válvulas de cierre y dispositivos de flujo de agua para cada piso.
Además de accionar una alarma local en el suelo sobre el cual se detecta el flujo de agua, el funcionamiento de tales válvulas, transmitirá una alarma a una estación central receptora certificada, y al centro de control de incendios”
El cuerpo de bomberos, permite que demasiadas personas permanezcan dentro o cerca del edificio.
Harry Jernigan (O.J. Simpson) y su personal de seguridad, no son bomberos entrenados, y serían escoltados del edificio para prevenir su lesión o muerte, o interferencia con su personal.
Además, el departamento de policía juega un papel bastante menor, casi inexistente en el asunto.
Las calles debajo del edificio, tendrían que estar despejadas, no sólo para permitir la entrada o salida de los vehículos de emergencia, sino para evitar que los transeúntes se lesionen por la caída de escombros o personas.
La prensa se muestra en áreas que están directamente afuera del edificio, y donde podrían resultar heridas o muertas.
Con sus incoherencias y disparates, The Towering Inferno es una película de catástrofes que se deja ver, y resulta entretenida.
Al menos dispara secuencias a cada momento, de modo de sí una resulta absurda, no pasa mucho antes que venga otra escena que puede estar mejor.
Pero al menos depara algunas sorpresas, con lo cual, el interés nunca termina por decaer demasiado.
Hay por ahí teorías acerca de la grandeza y el poder reflejadas inconscientemente con el tamaño del falo, no tengo precisa la referencia, donde los objetos representan a través de sus características físicas y cualitativas, tamaño y ostentosidad respectivamente, el poder que se posee entre los individuos.
Con lo anterior, se dice que se alardea de contar con un gran pene, y estar en competencia constante por demostrar quién es el mejor y vencer.
Sin duda, esta concepción aplica a nivel disciplinario y alcanza al colectivo, como país vale reiterar, en el cual los estadounidenses desde hace mucho tiempo se jactan por ser los mejores en muchos aspectos, y la arquitectura no sería un caso ajeno a esta necesidad por reafirmar el poderío de su nación.
Sin embargo, con grandes edificios, se conlleva a riesgos inmensurables a estos niveles, hablando literal y metafóricamente, con consecuencias caóticas cuándo las medidas de seguridad no se han llevado al pie de la letra.
The Towering Inferno también es crítica hacia estos proyectos con etiqueta de seguros, pero que pueden significar la tumba para miles de sus ocupantes, ya lo vimos en el caso del World Trade Center, el 11 de septiembre de 2001, donde el peligro no sólo radica por catástrofes naturales o descuidos humanos, sino por atentados en contra de los símbolos que hoy estás estructuras adquieren.
Por último decir que Fred Astaire presionó para escribir una canción para la película, pero su esfuerzo se consideró demasiado anticuado, haciendo el camino para Joel Hirschhorn y Al Kasha, ganador del Oscar por “We May Never Love Like This Again”; y una banda sonora a cargo de John Williams.
“Is not just The Story Of The World's Tallest Building In Flames, it's The Story Of People...”
Curiosamente, The Towering Inferno lanzaron mensajes que ha demostrado ser ciertos:
¿Cómo se garantiza en los rascacielos la seguridad de las personas?
¿Qué posibilidades tienen de sobrevivir las personas que se quedan atrapadas a cientos de metros de altitud?
¿Cómo pueden actuar los servicios de emergencia ante tales altitudes?
Es un tema que, aún hoy día, no se ha resuelto, como ya tristemente sabemos.
Por ello, The Towering Inferno plantea una cuestión siempre actual y nada desdeñable, y que sobre todo, no debería quedarse en el plano de la ficción.
Y, por supuesto, también se denuncia el hecho de que no se invierta lo suficiente en seguridad, que las empresas se ahorren dinero ilegalmente restándolo de las medidas necesarias de seguridad, algo de lo que muchos se vienen aprovechando clandestinamente, poniendo en riesgo las vidas de muchas personas.
Esa también es una cuestión de plena actualidad.
Se sabe que Aon Center, es un rascacielos de 62 plantas y 262 metros, unos 858 pies, en Los Angeles, Estados Unidos; y es el 3° edificio más alto de Los Angeles, el 3° más alto en California, y el 32° más alto de Estados Unidos; el cual fue originalmente llamado United California Bank Building de su finalización en 1973 hasta 1981, cuando se convirtió en First Interstate Tower.
Fue el edificio más alto al oeste del río Mississippi cuando se construyó, hasta 1982 cuando fue superado por La Torre de Comercio de Texas en Houston.
Tras su finalización en 1973, el edificio fue el más alto del mundo, fuera de New York y Chicago; y seguía siendo el edificio más alto de Los Angeles hasta 1989, cuando se completó la Torre Library, ahora U.S. Bank Tower.
The First Interstate Tower en el centro de Los Angeles, fue terminado el mismo año que The Towering Inferno fue estrenado, en 1974; y 14 años más tarde, el 4 de mayo de 1988, un fuego comenzó en el piso 12, justo después de 22:00; y se quemó durante unas 4 horas.
El incendio se produjo cuando sólo unas pocas personas estaban en el edificio, y ninguna multitud, tráfico u otras demandas de agua, obstaculizaron a los bomberos.
El fuego destruyó 5 pisos, lesionó a 40 personas, y dejó un trabajador de mantenimiento muerto.
El fuego fue tan grave, porque el edificio no estaba equipado con un sistema de riego, que no fue requerido para torres de oficinas en el momento de su construcción.
Un sistema de rociadores, fue instalado en el momento del fuego; sin embargo, el sistema era inoperante, en espera de la instalación de alarmas de flujo de agua.
El fuego fue finalmente contenido a las 2:19am, y causó $50 millones en daños.
Los trabajos de reparación tardaron 4 meses; y debido al fuego, los códigos de construcción en Los Angeles, fueron modificados, exigiendo que todos los edificios altos, estén equipados con aspersores contra incendios.
El Los Angeles Herald-Examiner, publicó fotos del fuego real, y el fuego de esta película en su primera página al día siguiente.
La historia del fuego real, es contada en la película de televisión “Fire: Trapped on The 37th Floor” (1991)
Mientras el incendio del Edificio Joelma, fue un siniestro ocurrido la mañana del viernes 1° de febrero de 1974, en un edificio de oficinas de la Avenida 9 de Julio, en la ciudad brasileña de São Paulo, en Brasil.
El hecho produjo la muerte de 191 personas, 40 de ellas producto de que se lanzaron hacia la calle; y dejó a 280 heridos; siendo el peor incendio ocurrido en aquella ciudad, y una de las tragedias más mortíferas del país.
El edificio Joelma, fue construido entre 1969 y 1972; y la mañana del viernes 1° de febrero de 1974, unos 756 trabajadores iniciaban sus actividades en la imponente estructura de 25 pisos, los 10 primeros eran estacionamientos, y los restantes 15 de oficinas; ubicada en el 225 de la Avenida 9 de Julio, en el centro de la ciudad de São Paulo.
Gran parte del edificio, estaba ocupado por las instalaciones del Banco Crefisul.
Curiosamente, 2 años antes, el jueves 24 de febrero de 1972, un incendio afectó al Edificio Andraus, en el cual murieron 17 personas, y 336 resultaron heridas.
El fuego del Joelma, se originó en el piso 12, por una sobrecarga eléctrica en el sistema de aire acondicionado.
Esta unidad requería un tipo especial de interruptor, el cual no se encontraba disponible en el momento en que se instaló.
Alrededor de las 8:50 horas de la mañana, se oyó un gran estruendo en el piso 12, rompiendo los vidrios.
A las 9:10, llegaron las primeras unidades de bomberos, complicadas por el gran tráfico que tenía y sigue teniendo la ciudad a esas horas.
El fuego se extendió rápidamente, producto de las alfombras, el forrado interior de plástico y las cortinas de madera.
El edificio, no contaba con luces de emergencia, ni alarma contra incendios, sistemas de rociadores contra incendios, y lo fundamental:
Salidas de emergencia.
Al interior del edificio, las llamas se propagaron hasta el piso 15, a través de las escaleras, las cuales se convirtieron en un pozo de humo y de calor, por lo que se hicieron intransitables.
Los bomberos trataron de entrar al edificio usando esta escalera, pero no pudieron subir más arriba del piso 11.
170 personas, se dirigieron a la azotea de la estructura durante el siniestro, con la esperanza de ser rescatados por un helicóptero.
Sin embargo, el lugar no era suficientemente grande para que aterrizaran, y eso sumado a que el ambiente, era sumamente caluroso y había un denso humo alrededor.
Aproximadamente, 80 personas, que se escondieron bajo el techo del edificio, fueron encontrados con vida.
Aproximadamente unas 300 personas fueron evacuadas usando los ascensores, una práctica no recomendada por los bomberos.
Los 4 elevadores, sólo fueron capaces de hacer unos cuantos viajes, ya que las condiciones dentro del edificio, hicieron imposible continuar.
Algunos pocos fueron capaces de bajar de un piso a otro, y luego bajar a través de las escaleras aéreas de bomberos.
El fuego, fue finalmente extinguido alrededor de las 13:30 horas.
Se utilizaron helicópteros de La Cámara Municipal de São Paulo, que se encuentra a unos metros del lugar, los cuales pudieron rescatar a varias personas que se encontraban en la azotea del edificio.
Después del desastre, el edificio permaneció cerrado durante 4 años, siendo totalmente restaurado, pero conservando la misma estructura.
Fue renombrado como Edificio Praça da Bandeira; y representa la peor tragedia a nivel mundial en edificios de altura, exceptuando Los Atentados del 11 de septiembre de 2001.
Y estos son apenas 2 ejemplos, pero las negligencias y las tragedias continúan…

“You know, we were lucky tonight.
Body count's less than 200.
You know, one of these days, you're gonna kill 10,000 in one of these firetraps, and I'm gonna keep eating smoke and bringing out bodies until somebody asks us... how to build them”



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