The Rose
“She gave and gave, until she had nothing left to give”
De no haber muerto a los 27 años en 1970, la gran Janis Lyn Joplin, también conocida como “La Bruja Cósmica”, figura de la oleada psicodélica del rock and roll y el blues en la década de los 70, caracterizada por su poderosa voz y la gran intensidad de su interpretación; tendría hoy 74 años.
La vida de Joplin, estuvo marcada por la buena música, el éxito, y también por la soledad, un factor que determinó su vida hasta el fin de sus días.
Un fantasma que la asechó durante años, pese a que miles de personas alrededor del mundo le demostraron su cariño en todo momento.
Janis, fue un símbolo femenino de la contracultura de la década de 1960, y la primera mujer en ser considerada una gran estrella del rock and roll; pero su vida privada siempre fue objeto de polémicas y amplias controversias.
Se conoce que desde su adolescencia tuvo serios problemas de personalidad y autoestima, relacionados con su aspecto físico; las cosas llegaron a tal grado, que en la universidad, en una ocasión fue nombrada “el hombre más feo” del campus.
Hay cierta tendencia generalizada a definirla como bisexual, a lo que se sumó su desenfrenado estilo de vida.
Aunque, al parecer, tuvo más parejas femeninas que masculinas, Joplin nunca se describió a sí misma como lesbiana o bisexual, sino simplemente sexual.
Estos aspectos hicieron que sus propios padres la rechazaran y rehusaran encontrarse con ella, en muchas ocasiones.
Además del alcoholismo, a Janis Joplin la marcó su adicción por la heroína, aunque en múltiples ocasiones intentó dejar sus adicciones, y cada vez que se sentía sola, volvía a recaer.
Sin embargo, ella era la reina en el escenario, podía cautivar a miles de personas con la potencia de su voz y su presencia, pero al terminar los shows, se hallaba sola nuevamente en el camerino...
No tenía muchos amigos verdaderos, y sus propios compañeros de banda la seguían considerando como “la nueva”, o le tenían algo de recelo por haberse convertido en el foco de atención, y ellos quedar como sus acompañantes…
Ella misma llegó a declarar:
“En el escenario le hago el amor a 25.000 personas diferentes.
Luego me voy sola a casa”
Janis se fue sumiendo en una espiral de alcoholismo, drogas y relaciones fallidas; sobre todo esto último la deprimía muchísimo, pues sólo quería encontrar a alguien con quien poder compartir la vida de manera significativa, pero las mismas drogas o las propias personas quienes sólo estaban interesadas en colgarse de su fama, o en relaciones casuales con hombres y mujeres, daban al traste con sus planes.
La vida de la reconocida cantante de soul & blues, se puede definir por el constante rechazo, tanto por su forma de pensar como de vestir…
Tras tener una infancia complicada, Janis viajó a Austin, Texas; para estudiar bellas artes.
Allí, influenciada por la tendencia hippie de la época, cambió su forma de ser, y su discurso se volvió feminista.
La vida de “La Dama Blanca del Blues”, ha interesado a muchos desde su trágica muerte, desde su infancia como “niña rara”, sus mejores años como compositora e intérprete, hasta el desastre que significó su vida sentimental, hasta llegar al suicidio.
“No entiendo cómo te fuiste...
Y no entiendo por qué la mitad del mundo aún está llorando, cuando la otra mitad también sigue llorando.
No lo puedo entender.
Yo digo, si tuvieras un gato por un día, pero de verdad lo quisieras tener por 365 días, ¿no?
Pero no puedes, y lo tienes sólo un día.
Pues yo te digo que más vale que ese único día sea toda tu vida.
Porque, oh bueno, puedes llorar por los otros 364 días, pero vas a perder ese único día, y eso es todo lo que tienes.
Tienes que llamar a esto amor.
Eso es lo que es.
Y si lo tienes hoy, ya no lo quieres mañana, porque ya no lo necesitas, porque, a decir verdad, y como descubrimos a lo largo de la vida, el mañana nunca sucede.
Siempre es el mismo puto día...” decía cuando cantaba la canción “Ball And Chain”, en la versión del álbum “Joplin In Concert”, donde ella hace una reflexión melancólica sobre el amor y la vida.
Ya reconocida como una de las cantantes más importantes de la época, decidió volver a Port Arthur, Texas; el pueblo donde nació y creció.
No era su interés revivir los malos momentos que pasó en su infancia, pero tras enterarse que habría una reunión de exalumnos, no dudo en regresar.
Tal vez esperaba que aquellos que se burlaron de ella, reconocieran sus triunfos, pero en medio de lo mediática que fue su visita, se le vio incómoda, en medio de las miradas de desaprobación de sus santiguos compañeros, y de los medios que cubrieron su paso la pequeña ciudad.
Autores y cineastas, la han tomado como su inspiración y tema para que nunca nadie olvide quién es la mujer que puso las reglas del blues y el rock a mediados del siglo pasado, pero lamentablemente, muchos la recuerdan por sus excesos.
“What are we ladies?
What are we?”
The Rose es un musical del año 1979, dirigido por Mark Rydell.
Protagonizado por Bette Midler, Alan Bates, Frederic Forrest, Harry Dean Stanton, Barry Primus, David Keith, Sandra McCabe, entre otros.
El guión es de Bill Kerby y Bo Goldman; inspirados en la vida de la cantante de rock, Janis Joplin, fallecida en 1970 por sobredosis, a la edad de 27 años, con una carrera artística que fue alterada, y alternada por desengaños, desamores, desilusiones, alcohol y drogas; y aunque ella fuera cantante de rock & blues, y no una estrella pop más acorde con fines de los 70's, The Rose sería su “biopic”, si la familia de la malograda Janis Joplin, hubiese dado su permiso.
The Rose fue originalmente titulada “Pearl”, que era una película biográfica basada en la vida de la cantante.
Cuando se acercó con el guión de “Pearl”, Bette Midler creyó que era demasiado pronto después de la muerte de Joplin, retratar su vida en una película.
Luego se hicieron reescrituras, con la orientación de Midler, que borró algunas partes del guión original, y embelleció otras partes de la historia.
Entonces, el guión reescrito, fue nombrado The Rose, y Midler aceptó el papel principal.
Por su parte, el director Mark Rydell, sólo estaría de acuerdo en dirigir, si pudiera colocar a Bette Midler a la cabeza.
Atado de manos, lo productores aceptaron.
Y es que hasta ese momento, Midler sólo había aparecido como reparto en varias películas, y era conocida sobre todo como cantante del club nocturno.
El resultado del riesgo fue un éxito inesperado, tanto que el film fue nominado a 4 premios Oscar:
Mejor actriz principal (Bette Midler), actor de reparto (Frederic Forrest), sonido, y montaje.
La historia se centra en su última gira y bueno, al estar algo basada en Janis Joplin, ya se sabe cómo va a acabar…
De hecho, lo primero que se escuchan son unas casi imperceptibles palabras de la cantante protagonista, por lo que podría decirse que casi todo el filme está contado como un “flashback”
Mary Rose Foster (Bette Midler), es una estrella de rock conocida como “The Rose”, cuyo éxito está estrechamente vinculado al alcohol y a las drogas, por lo que le cambia el carácter muy fácilmente, y siempre le abandona todo el mundo…
Sin embargo, con el paso del tiempo, los excesos serán la causa de su declive.
Cuando Rose, intentando salir de ese infierno, le pide a su mánager, Rudge Campbell (Alan Bates), que le permita tomarse un respiro, él se niega.
Entonces ella busca consuelo y amor en los brazos de un atractivo caradura, un chofer llamado Huston Dyer (Frederic Forrest), que no podrá seguir el ritmo frenético de su vida de excesos.
Su historia engancha desde el principio, gracias a ese maravilloso personaje que se va autodestruyendo, porque nadie es capaz de pensar en ella.
Solo piensan en las ganancias que pueden conseguir.
Porque los artistas son así, que parecen a simple vista, “inmortales”
Pues en el fondo son la gente más débil y frágil; inclusive son más inestables que la mayoría; inseguros a pesar de sus potentes y grandes dones, y necesitan del amor y del apoyo de los demás, más que nadie sobre La Tierra...
The Rose muestra muy bien las deficiencias emocionales de esta súper cantante, dueña de un escenario con toda la fuerza, y fuera de él, llena de debilidades; y con nadie a quien recurrir.
El peso de la fama, y el precio a pagar…
“Fuck this shit!
I've had enough of you, you asshole!
Pack your bags.
I'm putting on my little waitress cap and my fancy high-heeled shoes, I'm gonna go find me a real man.
A good man, a true man”
The Rose es un buen retrato de la soledad de una estrella, cuya vida carece de sentido, y busca algo a qué aferrarse.
La historia nos expone a una mujer que, en realidad es un juguete roto, ya que se encuentra dentro de un rol en el que no puede controlar su vida.
Su día a día, está dedicado a la música y, siempre tiene que estar perfecta para atender a público, prensa y críticos.
Pero ella quiere descansar, y tener tiempo para sí misma, y entregarse al amor correspondido.
Unas opciones que no son viables por su representante, y eso produce que entre en un torbellino peligroso, en el que va cayendo y cayendo, hasta una situación muy difícil de sostener.
The Rose retrata muy bien esa cara oculta de la fama en el mundo de la música, en el que no es todo oro lo que reluce.
Vemos cómo los artistas son controlados en todo momento, y no son capaces de hacer cosas libremente; además se expone con crudeza, el peligroso mundo de la droga y el alcohol, que era tan común en la década de los 70, y que hizo que muchos artistas truncaran su carrera y su vida.
Esta es la historia de una joven cantante de blues/rock, que persigue el reconocimiento y la fama, al tiempo que es también la crónica de la juventud de EEUU en los años 70, que se debate entre las últimas consecuencias de La Guerra del Vietnam, y el grito de la libertad y rebeldía ante un “establishment” conformista y corrupto.
The Rose, es una mujer impulsiva y llena de energía, asediada por el alcohol y las drogas; determinada feminista de maneras bruscas y rotundas, su corazón está sediento de amor y de compasión, pero se encuentra de frente con un machismo atroz, al que le planta cara con su sola presencia.
La amistad de un joven desertor de la guerra en el sureste asiático, será su momentánea tabla de salvación... pero que como todo en la vida, no durará.
En su calvario personal, también se entrometen desde un cantante favorito en su juventud, Billy Ray (Harry Dean Stanton), hasta un joven militar de la marina, Mal (David Keith), que la comprende desde un plano que roza entre la perplejidad y la memez; y el vividor sin oficio ni beneficio, Huston Dyer, que se convertirá en su gran amor, como esperanza de huida, no solo a una fama, sino a un pasado inevitable que empezó en los vestuarios del equipo de fútbol masculino del instituto.
Pero su salud se resiente enseguida, de tal forma que en una de sus actuaciones ocurre lo inevitable…
Rose, murió a los 27 años, sola y en el escenario, pero junto a sus miles de fanáticos que la querían, y por culpa de la heroína.
Cierto es que el retrogusto cinematográfico de The Rose nos remite inexorablemente a un compendio de sabores tópicos y superfluos, pero al fin y al cabo, un musical es un musical, y lo que debe prevalecer, es la buena música.
Así y todo, no hubiera estado mal que Rydell se hubiera preocupado un poco más a la hora de ahondar en el origen de los desequilibrios emocionales de Rose, así como qué pasó con ese amor que la sostuvo en sus últimos días, y que desapareció de pronto…
Y no me refiero a sus excesos con el bourbon, las drogas o el sexo...
Me refiero a sondear las razones por las que una estrella de rock, con el mundo rendido a sus pies, acaba tirando su vida por el retrete.
Viendo ahora The Rose, se parece mucho a la vida de la gran Amy Winehouse…
Y queda demasiado a calzador, el pretexto de la violación “consentida” por parte de todo un equipo de fútbol americano, que no me sirve...
No porque no sea lo suficientemente traumático, sino porque esa dramática experiencia, está expuesta con una torpeza narrativa descomunal para logra un final más impactante.
Del reparto, esta fue la 2ª película en Hollywood del británico y siempre correcto, Alan Bates; con Frederic Forrest que le secunda de buena manera, aunque al final, completamente borrado.
Y claro está, la extraordinaria interpretación de Bette Midler, en su debut en el cine.
La llamada “The Divine Miss M” está inmensa en la que fue su primera gran película dramática musical, además, porque siempre ha sido una comediante.
Su trabajo es brutal, y regala un personaje que emociona, y con el que uno siente una enorme ternura; ya que se es consciente que aunque derrocha fuerza y temperamento, por dentro es una joven frágil y débil, que anda perdida en el mundo, y solo desea el cariño de alguien.
Una caída en picado, que la va hundiendo cada día más, en una situación de la que es difícil salir.
Su actuación le valió la nominación al Oscar a la mejor actriz, aunque dicho premio se lo arrebató la gran Sally Field, por su papel en “Norma Rae”
Y aunque el papel de ficción de Bette Midler, tiene sorprendentes similitudes con Janis Joplin; al igual que Joplin, el personaje de Midler se desempeña bebiendo Southern Comfort; se llama “Rose” como Joplin se llama “Pearl”, y ella regresa a su pueblo para hacer alarde de su éxito, al igual que Joplin apareció en su reunión de la escuela secundaria…
Pero lo más grave de todo, es que en su peor momento en directo, la voz de Janis nunca estuvo mal, ni hizo gallos, ni perdió la fuerza en ninguno de sus arriesgados tonos altos y desgarrados; había aprendido a cantar escuchando discos de lo mejor del blues afroamericano, y siempre mantenía la entonación y la modulación, que creo que es uno de los factores que hizo de ella una fabulosa y llorada intérprete.
Nada que ver con la forma de berrear de Bette Midler, ni con sus gestos abotargados absolutamente faltos de carácter, y sí repletos de ordinariez, pero se comprende que es más para dotar la fuerza dramática, y no vocal.
Como dato de producción, al comienzo de la película, se muestra una foto de una niña pequeña... esa es una foto real de Bette Midler, de 4 a 5 años de edad, en Hawaii.
Por último, la supervisión musical corrió a cargo de Paul A. Rothchild, productor de bandas como The Doors o de la propia Janis Joplin.
Una banda sonora fantástica, llena de canciones de gran fuerza, y pegadizas, que hacen que uno disfrute con cada una de ellas.
Y Bette Midler interpreta todas las canciones, que son bastante buenas, que para eso es cantante.
Su versión de “When a Man Loves a Woman”, es de hecho, de las mejores versiones que he escuchado.
Como dato, Bette Midler realizó el álbum de la banda de sonido de la película, y la canción de título “The Rose”, fue uno de los singles de vinilo, más vendidos de 1980.
“The Rose”, es una canción pop, compuesta por Amanda McBroom, y desde 1979, ha sido versionada por muchos artistas.
El sencillo llegó al #3 en Estados Unidos en las listas de Billboard Hot 100, y al #1 en la lista Hot AC, siendo Disco de Oro tras venderse 1 millón de copias del mismo.
Con el tema, Midler ganó el premio Grammy a La Mejor Cantante Pop Femenina.
“Oh I love to be in love, don't you love to be in love?”
En pleno siglo XXI, Janis Joplin amplía su estela.
Aparece como un icono de la cultura pop, susceptible de ser desprovisto de sus propiedades genuinas, y reducido a un cliché, un envoltorio, como Andy Warhol o Che Guevara, en “Talent Shows” como American Idol y The Voice, donde acuden ahora a su figura y repertorio, de modo que su intenso estilo se ha convertido en un estándar del “entertainment”, del que toman nota jóvenes voces de medio mundo, con fortuna muy desigual.
Pero Janis Joplin no creó un género musical preciso, sino que se diría que el género era ella misma, lo cual pone las cosas difíciles a sus sucesoras:
Imitar el estilo Janis, esa actitud vocal apasionada, expresada hasta el grito, puede derivar fácilmente en la caricatura.
Pero son numerosas las cantantes que se han sentido inspiradas por su fuerte personalidad, por su modo literal, extremo, de encarnar un sueño hippy que es, a la vez, símbolo puro de libertad.
Hasta que, poco a poco, fueron aflorando las confesiones:
Admitieron su influjo, Steve Nicks de Fleetwood Mac; la misma Bette Midler, que protagonizó el filme The Rose; Chrissie Hynde de Pretenders; Bonnie Raitt, y hasta la atolondrada estrella pop, Cyndi Lauper.
Y habría que añadir a algún que otro cantante masculino:
Robert Plant, siempre quiso ser Janis, susurró una vez Jimmy Page, su compañero en Led Zeppelin, a un periodista de Rolling Stone.
A Janis le gustaba tanto vivir, que lo hizo a toda prisa, y su vida se consumió demasiado pronto, desafiando prejuicios, y desmontando estereotipos, tanto como artista y como mujer; y le abrió camino a muchas que no contaban con una voz dulce y aterciopelada; demostrando al mundo, que una mujer blanca también puede cantar blues, proyectar fuerza, potencia, y tener un papel predominante en la música, sobre todo en el rock, tan reservado a los hombres de esa época.
Por supuesto, las canciones que interpretaba, que en la mayoría de los casos eran sobre la búsqueda del amor, decepciones amorosas y la melancolía, tenían ese sentimiento único y desgarrador que sólo la experiencia propia puede imprimirles, y por tanto, volverlas auténticas.
Se cuenta que la mamá de Janis, siempre notó que ella en particular tenía necesidades más grandes de atención y afecto, que sus hermanos Michael y Laura.
Que durante toda su vida, su único deseo fue ser aceptada y amada, no importaba de qué forma.
La gente de Texas, se encargó de correrla de la escuela, de su casa, y del estado.
Los hippies de San Francisco estaban demasiado llenos de drogas y fiesta, como para prestarle mucha atención.
Entonces:
¿Dónde estaba “la familia”?
Janis Joplin tuvo que morir, para convertirse en lo que siempre quiso, una persona amada, ahora por millones que siguen vibrando con sus canciones.
Esa misma mañana en que murió, David Niehaus, el hombre que conoció en Brasil, le había enviado un telegrama, diciéndole que quería volver a acompañarla, pero ya era tarde para Janis, la soledad ya era una marca por la que sería siempre recordada.
Los 27 años suelen estar relacionados a los retornos…
Al comienzo de su último año, Janis escribió una poderosa carta a sus padres, con todos los cambios que estaba viviendo, pero su muerte prematura, la unió al Club de los 27, en el que también se encuentra:
Amy Winehouse, Jimy Hendrix, Brian Jones, Kurt Cobain, y Jim Morrison, quien murió poco antes que Joplin.
Si ella siguiera viva, probablemente hubiera madurado, y seguro su estilo seguiría siendo tan original como lo era en ese entonces.
“Where you going...?
Where's everybody going...?”
De no haber muerto a los 27 años en 1970, la gran Janis Lyn Joplin, también conocida como “La Bruja Cósmica”, figura de la oleada psicodélica del rock and roll y el blues en la década de los 70, caracterizada por su poderosa voz y la gran intensidad de su interpretación; tendría hoy 74 años.
La vida de Joplin, estuvo marcada por la buena música, el éxito, y también por la soledad, un factor que determinó su vida hasta el fin de sus días.
Un fantasma que la asechó durante años, pese a que miles de personas alrededor del mundo le demostraron su cariño en todo momento.
Janis, fue un símbolo femenino de la contracultura de la década de 1960, y la primera mujer en ser considerada una gran estrella del rock and roll; pero su vida privada siempre fue objeto de polémicas y amplias controversias.
Se conoce que desde su adolescencia tuvo serios problemas de personalidad y autoestima, relacionados con su aspecto físico; las cosas llegaron a tal grado, que en la universidad, en una ocasión fue nombrada “el hombre más feo” del campus.
Hay cierta tendencia generalizada a definirla como bisexual, a lo que se sumó su desenfrenado estilo de vida.
Aunque, al parecer, tuvo más parejas femeninas que masculinas, Joplin nunca se describió a sí misma como lesbiana o bisexual, sino simplemente sexual.
Estos aspectos hicieron que sus propios padres la rechazaran y rehusaran encontrarse con ella, en muchas ocasiones.
Además del alcoholismo, a Janis Joplin la marcó su adicción por la heroína, aunque en múltiples ocasiones intentó dejar sus adicciones, y cada vez que se sentía sola, volvía a recaer.
Sin embargo, ella era la reina en el escenario, podía cautivar a miles de personas con la potencia de su voz y su presencia, pero al terminar los shows, se hallaba sola nuevamente en el camerino...
No tenía muchos amigos verdaderos, y sus propios compañeros de banda la seguían considerando como “la nueva”, o le tenían algo de recelo por haberse convertido en el foco de atención, y ellos quedar como sus acompañantes…
Ella misma llegó a declarar:
“En el escenario le hago el amor a 25.000 personas diferentes.
Luego me voy sola a casa”
Janis se fue sumiendo en una espiral de alcoholismo, drogas y relaciones fallidas; sobre todo esto último la deprimía muchísimo, pues sólo quería encontrar a alguien con quien poder compartir la vida de manera significativa, pero las mismas drogas o las propias personas quienes sólo estaban interesadas en colgarse de su fama, o en relaciones casuales con hombres y mujeres, daban al traste con sus planes.
La vida de la reconocida cantante de soul & blues, se puede definir por el constante rechazo, tanto por su forma de pensar como de vestir…
Tras tener una infancia complicada, Janis viajó a Austin, Texas; para estudiar bellas artes.
Allí, influenciada por la tendencia hippie de la época, cambió su forma de ser, y su discurso se volvió feminista.
La vida de “La Dama Blanca del Blues”, ha interesado a muchos desde su trágica muerte, desde su infancia como “niña rara”, sus mejores años como compositora e intérprete, hasta el desastre que significó su vida sentimental, hasta llegar al suicidio.
“No entiendo cómo te fuiste...
Y no entiendo por qué la mitad del mundo aún está llorando, cuando la otra mitad también sigue llorando.
No lo puedo entender.
Yo digo, si tuvieras un gato por un día, pero de verdad lo quisieras tener por 365 días, ¿no?
Pero no puedes, y lo tienes sólo un día.
Pues yo te digo que más vale que ese único día sea toda tu vida.
Porque, oh bueno, puedes llorar por los otros 364 días, pero vas a perder ese único día, y eso es todo lo que tienes.
Tienes que llamar a esto amor.
Eso es lo que es.
Y si lo tienes hoy, ya no lo quieres mañana, porque ya no lo necesitas, porque, a decir verdad, y como descubrimos a lo largo de la vida, el mañana nunca sucede.
Siempre es el mismo puto día...” decía cuando cantaba la canción “Ball And Chain”, en la versión del álbum “Joplin In Concert”, donde ella hace una reflexión melancólica sobre el amor y la vida.
Ya reconocida como una de las cantantes más importantes de la época, decidió volver a Port Arthur, Texas; el pueblo donde nació y creció.
No era su interés revivir los malos momentos que pasó en su infancia, pero tras enterarse que habría una reunión de exalumnos, no dudo en regresar.
Tal vez esperaba que aquellos que se burlaron de ella, reconocieran sus triunfos, pero en medio de lo mediática que fue su visita, se le vio incómoda, en medio de las miradas de desaprobación de sus santiguos compañeros, y de los medios que cubrieron su paso la pequeña ciudad.
Autores y cineastas, la han tomado como su inspiración y tema para que nunca nadie olvide quién es la mujer que puso las reglas del blues y el rock a mediados del siglo pasado, pero lamentablemente, muchos la recuerdan por sus excesos.
“What are we ladies?
What are we?”
The Rose es un musical del año 1979, dirigido por Mark Rydell.
Protagonizado por Bette Midler, Alan Bates, Frederic Forrest, Harry Dean Stanton, Barry Primus, David Keith, Sandra McCabe, entre otros.
El guión es de Bill Kerby y Bo Goldman; inspirados en la vida de la cantante de rock, Janis Joplin, fallecida en 1970 por sobredosis, a la edad de 27 años, con una carrera artística que fue alterada, y alternada por desengaños, desamores, desilusiones, alcohol y drogas; y aunque ella fuera cantante de rock & blues, y no una estrella pop más acorde con fines de los 70's, The Rose sería su “biopic”, si la familia de la malograda Janis Joplin, hubiese dado su permiso.
The Rose fue originalmente titulada “Pearl”, que era una película biográfica basada en la vida de la cantante.
Cuando se acercó con el guión de “Pearl”, Bette Midler creyó que era demasiado pronto después de la muerte de Joplin, retratar su vida en una película.
Luego se hicieron reescrituras, con la orientación de Midler, que borró algunas partes del guión original, y embelleció otras partes de la historia.
Entonces, el guión reescrito, fue nombrado The Rose, y Midler aceptó el papel principal.
Por su parte, el director Mark Rydell, sólo estaría de acuerdo en dirigir, si pudiera colocar a Bette Midler a la cabeza.
Atado de manos, lo productores aceptaron.
Y es que hasta ese momento, Midler sólo había aparecido como reparto en varias películas, y era conocida sobre todo como cantante del club nocturno.
El resultado del riesgo fue un éxito inesperado, tanto que el film fue nominado a 4 premios Oscar:
Mejor actriz principal (Bette Midler), actor de reparto (Frederic Forrest), sonido, y montaje.
La historia se centra en su última gira y bueno, al estar algo basada en Janis Joplin, ya se sabe cómo va a acabar…
De hecho, lo primero que se escuchan son unas casi imperceptibles palabras de la cantante protagonista, por lo que podría decirse que casi todo el filme está contado como un “flashback”
Mary Rose Foster (Bette Midler), es una estrella de rock conocida como “The Rose”, cuyo éxito está estrechamente vinculado al alcohol y a las drogas, por lo que le cambia el carácter muy fácilmente, y siempre le abandona todo el mundo…
Sin embargo, con el paso del tiempo, los excesos serán la causa de su declive.
Cuando Rose, intentando salir de ese infierno, le pide a su mánager, Rudge Campbell (Alan Bates), que le permita tomarse un respiro, él se niega.
Entonces ella busca consuelo y amor en los brazos de un atractivo caradura, un chofer llamado Huston Dyer (Frederic Forrest), que no podrá seguir el ritmo frenético de su vida de excesos.
Su historia engancha desde el principio, gracias a ese maravilloso personaje que se va autodestruyendo, porque nadie es capaz de pensar en ella.
Solo piensan en las ganancias que pueden conseguir.
Porque los artistas son así, que parecen a simple vista, “inmortales”
Pues en el fondo son la gente más débil y frágil; inclusive son más inestables que la mayoría; inseguros a pesar de sus potentes y grandes dones, y necesitan del amor y del apoyo de los demás, más que nadie sobre La Tierra...
The Rose muestra muy bien las deficiencias emocionales de esta súper cantante, dueña de un escenario con toda la fuerza, y fuera de él, llena de debilidades; y con nadie a quien recurrir.
El peso de la fama, y el precio a pagar…
“Fuck this shit!
I've had enough of you, you asshole!
Pack your bags.
I'm putting on my little waitress cap and my fancy high-heeled shoes, I'm gonna go find me a real man.
A good man, a true man”
The Rose es un buen retrato de la soledad de una estrella, cuya vida carece de sentido, y busca algo a qué aferrarse.
La historia nos expone a una mujer que, en realidad es un juguete roto, ya que se encuentra dentro de un rol en el que no puede controlar su vida.
Su día a día, está dedicado a la música y, siempre tiene que estar perfecta para atender a público, prensa y críticos.
Pero ella quiere descansar, y tener tiempo para sí misma, y entregarse al amor correspondido.
Unas opciones que no son viables por su representante, y eso produce que entre en un torbellino peligroso, en el que va cayendo y cayendo, hasta una situación muy difícil de sostener.
The Rose retrata muy bien esa cara oculta de la fama en el mundo de la música, en el que no es todo oro lo que reluce.
Vemos cómo los artistas son controlados en todo momento, y no son capaces de hacer cosas libremente; además se expone con crudeza, el peligroso mundo de la droga y el alcohol, que era tan común en la década de los 70, y que hizo que muchos artistas truncaran su carrera y su vida.
Esta es la historia de una joven cantante de blues/rock, que persigue el reconocimiento y la fama, al tiempo que es también la crónica de la juventud de EEUU en los años 70, que se debate entre las últimas consecuencias de La Guerra del Vietnam, y el grito de la libertad y rebeldía ante un “establishment” conformista y corrupto.
The Rose, es una mujer impulsiva y llena de energía, asediada por el alcohol y las drogas; determinada feminista de maneras bruscas y rotundas, su corazón está sediento de amor y de compasión, pero se encuentra de frente con un machismo atroz, al que le planta cara con su sola presencia.
La amistad de un joven desertor de la guerra en el sureste asiático, será su momentánea tabla de salvación... pero que como todo en la vida, no durará.
En su calvario personal, también se entrometen desde un cantante favorito en su juventud, Billy Ray (Harry Dean Stanton), hasta un joven militar de la marina, Mal (David Keith), que la comprende desde un plano que roza entre la perplejidad y la memez; y el vividor sin oficio ni beneficio, Huston Dyer, que se convertirá en su gran amor, como esperanza de huida, no solo a una fama, sino a un pasado inevitable que empezó en los vestuarios del equipo de fútbol masculino del instituto.
Pero su salud se resiente enseguida, de tal forma que en una de sus actuaciones ocurre lo inevitable…
Rose, murió a los 27 años, sola y en el escenario, pero junto a sus miles de fanáticos que la querían, y por culpa de la heroína.
Cierto es que el retrogusto cinematográfico de The Rose nos remite inexorablemente a un compendio de sabores tópicos y superfluos, pero al fin y al cabo, un musical es un musical, y lo que debe prevalecer, es la buena música.
Así y todo, no hubiera estado mal que Rydell se hubiera preocupado un poco más a la hora de ahondar en el origen de los desequilibrios emocionales de Rose, así como qué pasó con ese amor que la sostuvo en sus últimos días, y que desapareció de pronto…
Y no me refiero a sus excesos con el bourbon, las drogas o el sexo...
Me refiero a sondear las razones por las que una estrella de rock, con el mundo rendido a sus pies, acaba tirando su vida por el retrete.
Viendo ahora The Rose, se parece mucho a la vida de la gran Amy Winehouse…
Y queda demasiado a calzador, el pretexto de la violación “consentida” por parte de todo un equipo de fútbol americano, que no me sirve...
No porque no sea lo suficientemente traumático, sino porque esa dramática experiencia, está expuesta con una torpeza narrativa descomunal para logra un final más impactante.
Del reparto, esta fue la 2ª película en Hollywood del británico y siempre correcto, Alan Bates; con Frederic Forrest que le secunda de buena manera, aunque al final, completamente borrado.
Y claro está, la extraordinaria interpretación de Bette Midler, en su debut en el cine.
La llamada “The Divine Miss M” está inmensa en la que fue su primera gran película dramática musical, además, porque siempre ha sido una comediante.
Su trabajo es brutal, y regala un personaje que emociona, y con el que uno siente una enorme ternura; ya que se es consciente que aunque derrocha fuerza y temperamento, por dentro es una joven frágil y débil, que anda perdida en el mundo, y solo desea el cariño de alguien.
Una caída en picado, que la va hundiendo cada día más, en una situación de la que es difícil salir.
Su actuación le valió la nominación al Oscar a la mejor actriz, aunque dicho premio se lo arrebató la gran Sally Field, por su papel en “Norma Rae”
Y aunque el papel de ficción de Bette Midler, tiene sorprendentes similitudes con Janis Joplin; al igual que Joplin, el personaje de Midler se desempeña bebiendo Southern Comfort; se llama “Rose” como Joplin se llama “Pearl”, y ella regresa a su pueblo para hacer alarde de su éxito, al igual que Joplin apareció en su reunión de la escuela secundaria…
Pero lo más grave de todo, es que en su peor momento en directo, la voz de Janis nunca estuvo mal, ni hizo gallos, ni perdió la fuerza en ninguno de sus arriesgados tonos altos y desgarrados; había aprendido a cantar escuchando discos de lo mejor del blues afroamericano, y siempre mantenía la entonación y la modulación, que creo que es uno de los factores que hizo de ella una fabulosa y llorada intérprete.
Nada que ver con la forma de berrear de Bette Midler, ni con sus gestos abotargados absolutamente faltos de carácter, y sí repletos de ordinariez, pero se comprende que es más para dotar la fuerza dramática, y no vocal.
Como dato de producción, al comienzo de la película, se muestra una foto de una niña pequeña... esa es una foto real de Bette Midler, de 4 a 5 años de edad, en Hawaii.
Por último, la supervisión musical corrió a cargo de Paul A. Rothchild, productor de bandas como The Doors o de la propia Janis Joplin.
Una banda sonora fantástica, llena de canciones de gran fuerza, y pegadizas, que hacen que uno disfrute con cada una de ellas.
Y Bette Midler interpreta todas las canciones, que son bastante buenas, que para eso es cantante.
Su versión de “When a Man Loves a Woman”, es de hecho, de las mejores versiones que he escuchado.
Como dato, Bette Midler realizó el álbum de la banda de sonido de la película, y la canción de título “The Rose”, fue uno de los singles de vinilo, más vendidos de 1980.
“The Rose”, es una canción pop, compuesta por Amanda McBroom, y desde 1979, ha sido versionada por muchos artistas.
El sencillo llegó al #3 en Estados Unidos en las listas de Billboard Hot 100, y al #1 en la lista Hot AC, siendo Disco de Oro tras venderse 1 millón de copias del mismo.
Con el tema, Midler ganó el premio Grammy a La Mejor Cantante Pop Femenina.
“Oh I love to be in love, don't you love to be in love?”
En pleno siglo XXI, Janis Joplin amplía su estela.
Aparece como un icono de la cultura pop, susceptible de ser desprovisto de sus propiedades genuinas, y reducido a un cliché, un envoltorio, como Andy Warhol o Che Guevara, en “Talent Shows” como American Idol y The Voice, donde acuden ahora a su figura y repertorio, de modo que su intenso estilo se ha convertido en un estándar del “entertainment”, del que toman nota jóvenes voces de medio mundo, con fortuna muy desigual.
Pero Janis Joplin no creó un género musical preciso, sino que se diría que el género era ella misma, lo cual pone las cosas difíciles a sus sucesoras:
Imitar el estilo Janis, esa actitud vocal apasionada, expresada hasta el grito, puede derivar fácilmente en la caricatura.
Pero son numerosas las cantantes que se han sentido inspiradas por su fuerte personalidad, por su modo literal, extremo, de encarnar un sueño hippy que es, a la vez, símbolo puro de libertad.
Hasta que, poco a poco, fueron aflorando las confesiones:
Admitieron su influjo, Steve Nicks de Fleetwood Mac; la misma Bette Midler, que protagonizó el filme The Rose; Chrissie Hynde de Pretenders; Bonnie Raitt, y hasta la atolondrada estrella pop, Cyndi Lauper.
Y habría que añadir a algún que otro cantante masculino:
Robert Plant, siempre quiso ser Janis, susurró una vez Jimmy Page, su compañero en Led Zeppelin, a un periodista de Rolling Stone.
A Janis le gustaba tanto vivir, que lo hizo a toda prisa, y su vida se consumió demasiado pronto, desafiando prejuicios, y desmontando estereotipos, tanto como artista y como mujer; y le abrió camino a muchas que no contaban con una voz dulce y aterciopelada; demostrando al mundo, que una mujer blanca también puede cantar blues, proyectar fuerza, potencia, y tener un papel predominante en la música, sobre todo en el rock, tan reservado a los hombres de esa época.
Por supuesto, las canciones que interpretaba, que en la mayoría de los casos eran sobre la búsqueda del amor, decepciones amorosas y la melancolía, tenían ese sentimiento único y desgarrador que sólo la experiencia propia puede imprimirles, y por tanto, volverlas auténticas.
Se cuenta que la mamá de Janis, siempre notó que ella en particular tenía necesidades más grandes de atención y afecto, que sus hermanos Michael y Laura.
Que durante toda su vida, su único deseo fue ser aceptada y amada, no importaba de qué forma.
La gente de Texas, se encargó de correrla de la escuela, de su casa, y del estado.
Los hippies de San Francisco estaban demasiado llenos de drogas y fiesta, como para prestarle mucha atención.
Entonces:
¿Dónde estaba “la familia”?
Janis Joplin tuvo que morir, para convertirse en lo que siempre quiso, una persona amada, ahora por millones que siguen vibrando con sus canciones.
Esa misma mañana en que murió, David Niehaus, el hombre que conoció en Brasil, le había enviado un telegrama, diciéndole que quería volver a acompañarla, pero ya era tarde para Janis, la soledad ya era una marca por la que sería siempre recordada.
Los 27 años suelen estar relacionados a los retornos…
Al comienzo de su último año, Janis escribió una poderosa carta a sus padres, con todos los cambios que estaba viviendo, pero su muerte prematura, la unió al Club de los 27, en el que también se encuentra:
Amy Winehouse, Jimy Hendrix, Brian Jones, Kurt Cobain, y Jim Morrison, quien murió poco antes que Joplin.
Si ella siguiera viva, probablemente hubiera madurado, y seguro su estilo seguiría siendo tan original como lo era en ese entonces.
“Where you going...?
Where's everybody going...?”
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