Det Sjunde Inseglet

“Döden är precis bakom dig.
Sin lie blinkar ovanför era huvuden”
(La muerte está justo detrás de vosotros.
Su guadaña centellea sobre vuestras cabezas)

En la vida, no hacemos otra cosa que movernos con estrategia, y con una cierta táctica para sobrevivir, y al mismo tiempo, dejarnos sorprender por el azar, con el que el destino juega con nosotros.
La Peste Negra, Peste Bubónica o Muerte Negra, se refiere a la pandemia de peste más devastadora en la historia de la humanidad, que afectó a Europa en el siglo XIV, y que alcanzó un punto máximo, entre 1347 y 1352; matando 1/3 de la población continental; aunque se estima que la mortandad superó la mitad, quizás el 60% de los europeos, o 50 de 80 millones.
Se estima que la misma, fue causa de muerte de aproximadamente 50 a 75 millones de personas, entre los primeros casos en Mongolia (1328), y los últimos, en La Rusia Europea (1353).
La peste afecto devastadoramente:
Europa, China, India, Medio Oriente, y el Norte de África.
Las consecuencias sociales de La Muerte Negra, llegaron muy lejos; rápidamente se acusó a los judíos, como los causantes de la epidemia, por medio de la intoxicación, y el envenenamiento de pozos.
En consecuencia, en muchos lugares de Europa, se iniciaron pogromos judíos, y una extinción local de comunidades judías.
Aun cuando líderes espirituales o seculares, trataron de impedir esta situación, la falta de autoridad, debido a la agitación social, que a su vez era consecuencia de la gravedad de la epidemia, generalmente, no les permitía a aquellos tener éxito.
Y es que el hombre medieval, estaba familiarizado con la idea de la muerte, y la convirtió en motivo artístico.
La representación de “La Danza de La Muerte” fue algo muy típico en el arte de los últimos siglos de La Edad Media.
En el pensamiento medieval, esta era una vida de penalidades y sufrimientos, que eran necesarios para ganarse la gloria eterna en la otra vida.
La religión lo dominaba todo:
La ideología, el estilo de vida, el arte, y la cultura, que estaba encerrada en los conventos, esperando mejores tiempos para ser divulgada.
“La Danza de La Muerte” o “Danza Macabra” es un género artístico tardo-medieval, cuya tema era la universalidad de la muerte.
Se trata de un diálogo en verso, y por tanto representable, en que una Alegoría; personificación alegórica de La Muerte, como un esqueleto humano, llama a personas de distinta posición social, o en diferentes etapas en la vida, para bailar alrededor de una tumba.
Típicamente, estas figuras eran:
El Papa, El Obispo, El Emperador, El Sacristán, El Labrador, etc.
La muerte les recuerda a ellos, que los goces mundanos tienen su fin, y que todos han de morir.
Se cree que “Las Danzas Macabras” eran de hecho bailadas, representadas teatralmente, en el siglo XIV.
Así las cosas, el avance de La Peste Negra, parece dar la razón, a aquellos que esperan el fin del mundo inminente, el terrible juicio de Dios, que ha mandado a su heraldo, La Muerte, para ir recogiendo una enorme siega de cadáveres.
Pero:
¿Dónde está Dios?
¿Será posible que su existencia sea solo un mito?
Terribles preguntas para un caballero medieval, que lo ha sacrificado todo por un fútil intento de reconquistar Tierra Santa, al igual que para muchos otros hombres que le sucedieron.
Dios no responde preguntas:
¿A dónde vamos cuando morimos?
¿Qué hay más allá de la muerte?
“Vi får inte säga vad det inte påvisar”
(No debemos afirmar, lo que no se logra demostrar)
Det Sjunde Inseglet es una fantasía sueca, del año 1957, escrita y dirigida por Ingmar Bergman.
Protagonizada por Max von Sydow, Gunnar Björnstrand, Nils Poppe, Bibi Andersson, Bengt Ekerot, Gunnel Lindblom, Maud Hansson, Ake Fridell, entre otros.
Bergman, inicialmente escribió el guión titulado “Trämålning” o “Pintura sobre Tabla” entre 1953 y 1954, para los estudiantes de actuación del Teatro de la ciudad de Malmö.
En su estreno, bajo la dirección de Bergman, fue interpretado para la radio sueca, en 1954.
Más tarde, fue puesta en escena en Malmö, en la primavera de 1955, dirigido nuevamente por Bergman; y en Estocolmo, esta vez dirigido por Bengt Ekerot, quien más tarde sería el personaje de “La Muerte” en la versión fílmica.
Inicialmente Bergman, comenzó el guión de Det Sjunde Inseglet conocido en español como “El Séptimo Sello”, en el Hospital Karolinska, mientras se recuperaba de un malestar estomacal.
Pero el proyecto fue rechazado; después del éxito de una de sus películas en El Festival Internacional de Cine de Cannes, Det Sjunde Inseglet fue financiada por la Svensk Filmindustri.
Aun así, Bergman tuvo que rescribir el guión 5 veces, se le asignó un presupuesto de $150,000; y un plazo de 35 días para acabarlo.
Bergman escribió:
“La idea de Det Sjunde Inseglet, me vino contemplando los motivos de pinturas medievales:
Los juglares, la peste, los flagelantes, la muerte que juega ajedrez, las hogueras para quemar a las brujas, y Las Cruzadas.
Es un intento de poesía moderna, que traduce las experiencias vitales de un hombre moderno, en una forma que trata muy libremente los hechos medievales.
En El Medievo, los hombres vivían en el temor de La Peste.
Hoy viven en el temor de la bomba atómica.
Det Sjunde Inseglet es una alegoría con un tema muy sencillo:
El hombre, su eterna búsqueda de Dios, y la muerte como única seguridad”, aseguró.
Det Sjunde Inseglet era la 17ª película que él dirigía; el título, hace referencia a un pasaje tomado del libro del Apocalipsis, que se utiliza tanto al principio, como al final del filme; ambientado en La Europa Medieval, durante La Peste Negra, que relata el viaje de un caballero cruzado, y de una partida de ajedrez que él juega con La Muerte, la cual ha venido a tomar su alma.
Así pues, Det Sjunde Inseglet es una reflexión sobre el camino de la fe, y el agobiante silencio de Dios, cuando La Peste Bubónica mata a miles de personas en Europa.
Bergman ubica su relato, en un contexto de tinieblas, superstición, y fanatismo religioso.
Para ello, se vale de una expresionista puesta en escena, que nos retrotrae al medievo románico, regalándonos imágenes de enorme poderío visual, y plasmando a la perfección, el temor y el desasosiego que definió a una etapa muy determinada de la historia europea.  Det Sjunde Inseglet es considerada un gran clásico del cine universal.
Ayudó a Bergman a establecerse como un director de renombre; además, contiene escenas que se han convertido en ícono, debido a que han sido parodiadas, u homenajeadas a lo largo del tiempo.
Det Sjunde Inseglet empieza con las siguientes palabras:
“Y cuando El Cordero rompió El Séptimo Sello del rollo, hubo silencio en el cielo durante una media hora”
(Apocalipsis 8:1)
Aquí, la frase “silencio en el cielo” hace alusión al “silencio de Dios”, el cual es el tema principal.
La acción tiene lugar en Suecia, a mediados del siglo XIV, a lo largo de unos pocos días, anteriores al Día de Todos Los Santos, el 01 de noviembre.
La Peste Negra asola Europa; y tras 10 años de inútiles combates en Las Cruzadas, el caballero sueco, Antonius Blovk (Max von Sydow), y su leal escudero, Jöns (Gunnar Björnstrand) regresan de Tierra Santa.
Blovk, es un hombre atormentado, y lleno de dudas…
En el camino, se encuentra con La Muerte (Bengt Ekerot) que lo reclama.
Entonces, él le propone jugar una partida de ajedrez, con la esperanza de obtener de ella, respuestas a las grandes cuestiones de la vida:
La muerte misma, y la existencia de Dios.
A través de su aventura, el caballero y su escudero, se cruzarán con diversos personajes, y vivirán multitud de experiencias, todas ellas memorables:
Desde momentos de felicidad, tintados de un lirismo rural; a tenebrosas escenas de muerte, pasando por momentos humorísticos, y livianos.
Con Det Sjunde Inseglet, podemos introducirnos en un mundo tardío-medieval, con nuevas actitudes, y comportamientos en sus personajes, como también, nuevos tópicos, y formas de percepción de la vida:
La idea de una muerte que asecha, a modo de “vanitas vanitatum” y, que amenaza con llevarse la vida de cualquiera, sin diferenciar por estamentos.
Es un retrato agónico sobre la fe, y las preguntas sin respuestas; es una exploración al alma humana, a sus miedos, y a sus temores; una alegoría con un tema muy sencillo:
El hombre, su eterna búsqueda de Dios, y la muerte misma, como única seguridad.
Como dato, la revista jesuítica, America, atribuye a Det Sjunde Inseglet, el mérito de haber iniciado “una serie de 7 filmes, que exploraron la posibilidad de la fe en la era Post-Holocausto, La Era Nuclear”
Igualmente, los historiadores del cine, Thomas W. Bohn y Richard L. Stromgren, atribuyen a Det Sjunde Inseglet, haber iniciado “su círculo de películas, que tratan con dilema, el tema de la fe religiosa”
“Kärlek är den svartaste av alla skadedjur”
(El amor es la más negra de todas las pestes)
Desde que era pequeño, Ingmar Bergman fue influenciado por la imagen de la muerte, en unas pinturas que observaba con curiosidad, en el interior de las iglesias oscuras, y decoradas con filtrados rayos de luz…
El misterio de las imágenes, se transformaba en una especie de reto entre sí mismo, y el desconocido mundo del más allá, provocándole angustia, y tremendas dudas sobre el significado de la vida, y la existencia de Dios.
El argumento de Det Sjunde Inseglet, transcurre en 2 planos:
El real, y el alegórico.
Todas las escenas, a excepción de 2, fueron filmadas dentro, y en los alrededores de los estudios Filmstaden en Solna, y en alguna ocasión, es posible vislumbrar apenas, en los filos de los fotogramas, alguna casa de la ciudad.
Las 2 escenas que no fueron filmadas en los estudios, eran:
La escena inicial, con el caballero y La Muerte jugando ajedrez en la playa; y la escena final, con “La Danza Macabra”, que fueron filmadas en la reserva natural Hovs Hallar, una rocosa y precipitada playa, en el área noreste de Escania, con técnicos y figurantes de la producción, no con los actores que los representaban.
El director sueco, sabe a la perfección, que los temas planteados en sus películas, no sólo lo afectan a él, sino a todos los seres humanos, ya que son temas universales, que nos hemos interrogado en algún momento de nuestras vidas.
Los temas principales de Det Sjunde Inseglet son 3:
1. La Muerte:
En la escena final, cada personaje toma una postura al ver la proximidad de la muerte, una postura de cómo la ven venir, de acuerdo a su experiencia de vida.
2. La Religión:
El caballero tiene una visión religiosa de la muerte; contra su visión, el escudero es escéptico; la muerte misma es considerada un mal por los religiosos, que pronto hará desatar El Juicio Final.
3. El Apocalipsis:
El título, hace referencia al último de Los Siete Sellos del Apocalipsis.
Como temas secundarios tenemos:
El amor:
El contraste entre el matrimonio del juglar, y del matrimonio herrero.
También se hacen referencias a temas habituales de La Edad Media como:
Las Cruzadas, La Peste, y La Sagrada Inquisición.
La iconografía, incluye:
Juglares, brujas, flajelantes, cruzados, frailes, pesebres, ángeles, e imágenes de la muerte.
Glosa sus obsesiones religiosas en:
La existencia de Dios, la ausencia de Dios, el más allá, el pecado, la confesión, y el perdón.
Se refiere también, a temas terrenales que le preocupan como:
El adulterio, la crueldad, y el fanatismo.
Hace uso de símbolos:
Las fresas: juventud y erotismo.
El águila en vuelo estático: la muerte.
La familia de Jof y Mia, la inocencia, unión y amor propio.
Da tangibilidad a elementos etéreos como el viento; invisibles como la muerte; íntimos como el deseo; e inmateriales como la maldad y La Peste.
Presta atención a temas que le complacen:
La feminidad, la sensualidad, la maternidad, la infancia, y el teatro.
Pero principalmente, al juego de la vida:
El ajedrez; el cual es el deporte más enigmático y misterioso de todos, porque requiere mucha estrategia.
No en vano, en Det Sjunde Inseglet, la muerte ha sido representada como hombre, que intenta dar unas últimas posibilidades a su adversario, utilizando este juego.
El fin de este deporte es, de hecho, hacer el jaque mate, cuando el rey, encontrándose bajo la amenaza de las otras piezas, no tiene la posibilidad de escaparse a estas:
Es este el momento que indica la conclusión de la partida.
La estrategia del ajedrez exige, por cierto, una visión lo más amplia posible de la posición,  y del valor de las piezas.
Por este motivo, Bergman decide de utilizar este juego como metáfora de la vida de su protagonista que, a su vez, simboliza la de la humanidad entera.
El ajedrez, metáfora de la existencia, es el dilecto del que Block se sirve para estimular su estrategia y su razonamiento, perdido en las dudas sobre su fe vacilante.
Este juego se convierte, entonces, en la partida de la muerte, donde cada regla lógico-existencial se suspende, donde el tiempo de duración de esta misma, llega a ser el “tiempo”, que pasa entre su percepción silenciosa, y su final apocalíptico.
El tiempo como margen, para jugarse sus propias posibilidades contra una muerte a la que no se puede vencer, pero sí que se puede retrasar, alejar, engañar, y jugar.
Como en todos los juegos, el tiempo los regula y los cambia, los plasma y los adapta a la acción.
El caballero sabe que perderá su partida contra la muerte, pero durante el juego, se propone realizar su investigación interior sobre la fe, y la expiación final.
El proceso del reto, de la partida, se muestra en paralelo a la introspección del caballero:
El estudio y la observación inicial de las piezas, representan la fase en la que las preguntas se quedan suspendidas, hasta que al conocer la pareja compuesta por Jof e Mia, no se da cuenta de que el amor humano, es la respuesta a sus inquietudes.
La figura del caballero que vuelve de la guerra, es justamente la representación del hombre vencido y temeroso, que ya no cree en nada, excepto que en sí mismo.
Así que, para rescatarse, lo único que necesita es el tiempo para arreglar sus pensamientos y sus sensaciones.
No obstante, la derrota, como en todos los deportes, el hombre desahoga sus inquietudes, y supera sus límites, triunfando de esta manera, en la partida más importante:
La vida.
Y es que el caballero es un personaje aislado, reticente hacia la gente por menosprecio, y por ello se siente vacío.
No quiere morir, porque aún no alberga suficiente conocimiento:
“Es tan inconcebible comprender a Dios con los sentidos”
En el fondo, Det Sjunde Inseglet tiene un carácter ateo, pero no por el dudoso comportamiento de la clase clerical, a la cual exhibe, sino por una duda más bien de tipo filosófico, que a varios de nosotros nos ha puesto a reflexionar en algún momento:
“Debemos hacer un ídolo de nuestro miedo, y llamarlo Dios”, afirma tajantemente Antonius.
Y ese enunciado hace temblar los cimientos de la religiosidad, al menos de la mayormente practicada.
La gran parte de los creyentes, lo son por miedo a lo que les pueda pasar, si no siguen un culto; son pocas las personas que se cuestionan a fondo:
¿Por qué creer en Dios?
Se amparan hacia un deseo irracional, con tal de no sentirse solos, y sí protegidos.
Y Bergman plasma esta divergencia en los diálogos del caballero, y son sus propios demonios internos, los que lo dotan de lenguaje, por ello exclama:
“¿Qué pasará con los que quieren creer, pero no pueden?”
La meta que lo guía, al interactuar tan cercanamente con La Muerte, es saber qué, o quién es Dios; sabe que es lo más cercano, y está dispuesto a pagar un precio alto:
Su propia vida.
En Det Sjunde Inseglet hay otros personajes más mundanos, menos metafísicos:
El escudero, un ser mucho más práctico, y sobre todo, la pareja de comediantes, que representan la fe, y a la alegría de vivir.
Prestar atención a los nombres de los personajes, que rememoran personajes bíblicos.
En la pareja en especial, al ser comediante, la risa siempre puede ganar alguna escaramuza al oscurantismo.
Jof, Mia, y su hijo Mikael, representan los únicos personajes, entre los que el amor está presente:
El amor entre ellos, y el amor a su hijo, también el amor a los que a ellos se acercan, y a su vocación de llevar alegría y diversión.
Jof (Nils Poppe), es el comediante y acróbata.
Llama la atención, alusión al “salto de la fe” que Jof es precisamente saltimbanqui.
Su característica más destacada, es la sencillez, y la ingenuidad:
“Soy juglar, pero insignificante”, dirá en la taberna al que le amenaza.
No se da importancia a sí mismo.
La fe es lo más natural para él, no se extraña de tener incluso, “visiones celestiales” ni se apena de que otros se burlen de él por ese motivo.
Con su fe, tan naturalmente vivida, sobrenaturaliza su vida.
La serenidad y la paz, acompañan su feliz vida de familia, en la que a pesar de la pobreza, no hay inquietudes, ni ambiciones.
Aunque su proceder moral no es siempre recto, pues comete el robo de un brazalete; su fe suple la imperfección de su vida, de acuerdo con la doctrina luterana.
Su mujer, Mia (Bibi Andersson), no es casualidad la elección del nombre de ella, ni el del hijo de ambos, le ama sinceramente, aun sin llegar a su altura.
La generosidad brota espontánea de ellos, incapaces de hacer, o desear mal alguno a nadie.
Jof desea que su hijo sea el mejor acróbata.
Aunque sufre burlas y humillaciones por parte de otros, esto no llega a perturbar su paz profunda, la cual alcanza como un soplo de frescura a Antonio, y a su escudero, que comparten su amistad sincera.
El caballero descubre, en compañía de la familia de Mia y Jof, unos momentos de paz y felicidad, pero la omnipresencia de la muerte, alusión de la máscara que les acompaña en la escena, pone punto final a la amable revelación del instante:
“Pero dura poco”, dirá Jöns…
Al final, sólo Jof y su familia, con la ayuda del caballero, consiguen escapar a la fatalidad inexorable de la muerte, en plena tormenta nocturna.
En la escena final, el hombre de fe, “ve” cómo La Muerte arrastra consigo a todos “hacia la oscuridad en una extraña danza, huyendo del amanecer”, donde él se encuentra con los suyos.
Así pues, la religión que presenta Bergman, es puro masoquismo, el triunfo del miedo y la culpa, 2 conceptos que han influido poderosamente, en la configuración de la civilización europea.
Como dato, el personaje del pintor de murales, en realidad, personifica al propio director Ingmar Bergman, ya que el mural muestra escenas que reaparecerán más adelante, como la procesión de disciplinantes.
La fuerza de Det Sjunde Inseglet reside, entonces, también en el hecho de que personajes típicos, protagonizan situaciones ricas en asociaciones interpretativas:
Block está en la búsqueda de la fe; Jöns no tiene fe; Jof es un actor, un visionario; y La Muerte está representada por un hombre de negro, al igual que en las historias medievales.
Jof y su esposa Mia, son los únicos que escapan de La Muerte, pues Jof es un visionario, y no tiene la percepción negativa propia de aquel momento histórico.
Cuando ronda La Muerte, y en la trama siempre está cerca, sólo los que la intuyen, son aquéllos a quienes se los va a llevar...
Por lo que Jof es la única excepción, porque ve a La Muerte jugar una partida de ajedrez con el caballero, y huye justo a tiempo con su esposa y su pequeño hijo.
¿Iluminación Divina?
A modo de curiosidad; en “La Linterna Mágica”, biografía de Bergman, se refiere a la penúltima toma:
“La imagen de “La Danza Macabra” bajo el cielo nublado, se logró a un ritmo frenético, ya que la mayoría de los actores, habían dado por terminado su día de labores.
Asistentes, electricistas, un encargado del maquillaje, y alrededor de 2 pasantes de verano, los cuales ni siquiera sabían de qué se trataba todo esto, tuvieron que interpretar el papel de los condenados…
Una cámara sin sonido, filmó la toma, antes de que las nubes se disiparan”
La escena de la partida de ajedrez, está inspirada en un mural del pintor medieval de iglesias, Albertus Pictor o Albert Målare, quien también aparece como personaje en Det Sjunde Inseglet.
Pictor, fue un pintor medieval sueco, muy conocido en particular, por sus numerosos murales en iglesias del sur y centro de Suecia.
Su trabajo, brinda ejemplos muy representativos del imaginario medieval, y fue muy influyente sobre otros pintores.
Las pinturas, aluden al terror que inspiraba a la gente, lo inexorable de la muerte, lo que da origen a tremendas escenas populares, como son:
Las procesiones y caravanas de flagelantes y penitentes, que recorrían las comarcas, implorando piedad para sus almas, e invitando a la mortificación corporal.
No obstante, hay que señalar que el director, tal vez por la premura con la que se hizo Det Sjunde Inseglet, cayó en varios anacronismos, entre otros:
Habría que señalar que Las Grandes Cruzadas, se dieron entre finales del siglo XI-XII; en tanto que La Peste Negra, se presentó en Europa hacia 1348, y afectó a los países del sur; y que “Las Danzas de La Muerte” son relatos literarios, posteriores a La Peste Negra; y que los flagelantes, fueron actos penitenciales de finales del siglo XIV.
Pese a estos pequeños detalles, que invalidarían una película histórica, el relato es sobrecogedor, excelente para describir el tormento de la búsqueda de Dios.
“Om allt är ofullkomligt i denna ofullkomliga värld, är kärleken den mest perfekta av allt, just på grund av sin perfekta ofullkomlighet”
(Si todo es imperfecto en este mundo imperfecto, el amor es lo más perfecto de todo, precisamente, por su perfecta imperfección)
A pesar de haber sido realizado en 1957, Det Sjunde Inseglet está en plena vigencia:
Los protagonistas son unos cruzados, que vuelven de la guerra a un mundo atacado por el terror, La Peste, la angustia permanente de la muerte…
Hoy, en pleno siglo XXI, la gente sigue sintiendo terror a las guerras, al exilio, al dolor, y también hay soldados que vuelven de las guerras, que se confunden en el anonimato, si pueden, o se quedan trastornados para siempre.
“¿Por qué la cruel imposibilidad de alcanzar a Dios con nuestros sentidos?
¿Por qué se nos esconde en una oscura nebulosa de promesas, que no hemos oído; y milagros que no hemos visto?
Si desconfiamos, una y otra vez de nosotros mismos:
¿Cómo vamos a fiarnos de los creyentes?
¿Qué va a ser de nosotros, los que queremos creer, y no podemos?
¿Por qué no logro matar a Dios en mí?
¿Por qué sigue habitando en mi ser?
¿Por qué me acompaña humilde y sufrido, a pesar de mis maldiciones que pretenden eliminarlo de mi corazón?
¿Por qué sigue siendo a pesar de todo una realidad, que se burla de mí, y de la que no me puedo liberar?”
Eso propone Det Sjunde Inseglet con su habitual estilo teatral; Bergman nos brinda una lúgubre obra plagada de filosofía, teología, y pensamiento crítico, frente al dilema existencial que supone el fin de nuestras vidas, un momento de reflexión y de análisis, frente a lo que se hizo, o no se hizo en vida, y que al final, más vale olvidar, con el fin de no sufrir de añoranza, cuando se llegue a la única seguridad que cada persona tiene en esta vida, que pronto, todos y cada uno de nosotros, hemos de morir.

“Gud är den ende som kan tillfredsställa känslan av mänsklig strävan”
(Dios es el único que puede satisfacer el sentimiento de búsqueda del ser humano)



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