Idioterne

“Ansvar gør dem godt”
(La responsabilidad es buena)

La provocación, es una manera de hacer pensar a la gente.
La idiotez, idiotismo, o idiocia, es en términos médicos, equivalente al retraso mental profundo, una enfermedad mental, que consiste en la ausencia casi total en una persona, de facultades psíquicas o intelectuales.
El término, empezó usándose para un ciudadano privado y egoísta, que no se preocupaba de los asuntos públicos.
En latín, la palabra “idiota” es una persona normal y corriente, precedió al término del latín tardío, que significa “persona sin educación” o “ignorante”
Su significado, y la forma moderna, data de alrededor del año 1300, del francés antiguo “idiote” es decir, sin educación, o persona ignorante.
Antiguamente, siglos atrás, ser idiota era mal visto; tan mal visto, que era razón para ser asesinado en la hoguera, o abandonarlo a su suerte, en algún terreno inhóspito.
Sea por ser entendido como un “estar poseído por el diablo”, por inferioridad e incluso, por resultar ser una carga para la sociedad.
Con el tiempo, eso fue cambiando, y hoy podemos estar orgullosos de que incluso hay una preocupación social por ellos; de poder ver por ejemplo, espacios especiales para los discapacitados:
Estacionamientos, filas preferenciales, etc.
¿Qué comodidades, no?
Además:
¿Quién se podría molestar con un deficiente mental?
No… eso no tiene nombre.
Mejor ni siquiera planteárselo.
Así están las cosas hoy por hoy.
Por tanto, el agobio del día a día, frente a la creatividad innata de todo ser humano, no hace más que “provocar situaciones”, muchas veces “absurdas”, que desenlazan en reacciones que, en el fondo, ayudan a observarnos de cerca, y conocer mejor el conjunto social del que irremediablemente formamos parte.
¿Qué haríamos, cómo nos comportaríamos, si no hubiera reglas para comportarse?
Idiotizarse sería, un ejercicio de poder.
“Hvem... er han kører?”
(¿Quién es... él conduce?)
Idioterne es un drama, escrito y dirigido por Lars von Trier, en el año 1998.
Protagonizado por Bodil Jørgensen, Jens Albinus, Troels Lyby, Nikolaj Lie Kaas, Anne Louise Hassing, Louise Mieritz, Henrik Prip, Luis Mesonero, Knud Romer Jorgensen, Trine Michelsen, Anne-Grethe Bajrup Riis, entre otros.
De entrada señalar que Idioterne, sigue las reglas del “Movimiento DOGME 95” de ahí el manifiesto/certificado que lo acredita como tal, al inicio de la obra, y que nos mete de lleno, en lo que vamos a observar en pantalla.
Así pues, Idioterne es conocida por ser la 2ª película del manifiesto cinematográfico DOGME 95, además, es la 2ª parte de la “Golden Heart Trilogy”, la que también se compone de los filmes:
“Breaking The Waves” (1996) y “Dancer In The Dark” (2000)
Idioterne nos habla sobre el individuo, su entorno inmediato, y el lugar que ocupa entre el resto de la sociedad.
De este modo, le abriremos la puerta a un mundo lleno de dudas, de acción, de miedos, y de reflexiones; muchas y diversas reflexiones.
Señalar que Idioterne, es una película “sólo para adultos” en Argentina, Australia, aunque se ha mostrado sin cortes en la televisión, con una calificación “Mature Audiences” (MA); Chile, Nueva Zelanda, Noruega, Corea del Sur, España, Taiwán, y el Reino Unido.
En Suiza y Alemania, Idioterne se transmitió sin cortes, con una calificación de 16 años en los cines, seguido de un lanzamiento en DVD, con la misma calificación, y varias transmisiones de televisión sin cortes.
Lars von Trier, asesta un golpe a la burguesía danesa, y a su hipocresía con esta obra pretenciosa, pero magnífica sobre burgueses que huyen hacia el mundo del absurdo, para escapar de su monótona vida real.
La llegada de una nueva chica al grupo, parece cambiar las cosas...
La trama de Idioterne, que es sólo el referente básico al que se han aferrado los actores para personificar sus papeles, consiste en la utopía de un hogar, en el cual, todos fingen ser deficientes mentales, para así librarse de las ataduras de la sociedad.
Con una casa de campo como base, pasan su tiempo libre, juntos, explorando los ocultos y poco apreciados valores de la idiotez.
El grupo se dedica a enfrentarse a la sociedad con sus idioteces.
Karen (Bodil Jørgensen), es una mujer solitaria y reservada, que se une al grupo después de participar involuntariamente, en una de sus actuaciones.
Es un grupo de jóvenes, que pasan el tiempo haciéndose pasar por retrasados mentales; que aprovechan esa condición, para desenvolverse sin pudor ante la sociedad.
Así, podrán comportarse mal, sin que los reten, ni los encaren.
Sin consecuencias; pero para ello, deberán sacar su idiota interior.
Ser capaces de mantenerse en el papel, todo el tiempo que les sea posible.
Así comienza la historia, con un grupo de jóvenes, que fingen ser idiotas, fingen ser retrasados mentales, para no pagar la comida consumida, por ejemplo.
Ellos conviven, y son perfectamente conscientes de lo que hacen.
Todos son relativamente iguales, sin ningún rasgo destacable.
Todos, menos Karen, ella es distinta, ella no se siente enteramente cómoda con la situación, y esto genera que los demás, estén un tanto pendientes de ella.
El objetivo del grupo, es encontrar lo que ellos llaman “su idiota interior”, timan gente, se ganan algún dinero con su falsa idiotez.
Los muchachos deben vender una casa, por la que reciben una buena oferta, y también otro negocio de comida de bebés…
Luego, uno de los cabecillas, Stoffer (Jens Albinus), tras tener un ataque de locura, propone la polémica secuencia de la orgía, la cual von Trier muestra sin tapujos, ni disimulos, lo que le ganó no pocos problemas de censura.
Luego, el padre de Josephine (Louise Mieritz), va a recogerla, y llevarla a casa, rompiendo la armonía del grupo.
Posteriormente, la distinta del grupo, Karen, se va también a casa, ella era la única que veía las cosas distinto, y la que fue plenamente feliz con el grupo.
Se lleva a su amiga Susanne (Anne Louise Hassing), quien verá su vida familiar. De regreso en casa, su idiota interior volverá a aflorar.
El problema se suscita cuando algunos comienzan a actuar como idiotas entre ellos mismos, y el juego se les escapa de las manos.
Lars von Trier, utiliza el recurso de una entrevista directa a cada personaje, hablando a la cámara, y explicando cada uno su sentir, lo cual nos permite ingresar, y explorar lo que cada uno piensa, y siente.
Para empezar, por la originalidad del tema de Idioterne, la frescura, lo políticamente incorrecto del asunto:
Unas personas normales, que se hacen pasar por minusválidos mentales.
Para seguir por la complejidad que va adquiriendo Idioterne, una vez nos adentramos en las entrañas del grupo, resulta que sí, que en realidad, todos son idiotas, todos tienen una tara, que les hace comportarse como tales:
El megalómano, el cobarde, la inestable, la ingenua... todos son idiotas, torpes en sus vidas, en sus motivaciones, vacilantes en sus deseos, escurridizos, ambiguos, y equivocados.
Muchos espectadores, incluidos auténticos cinéfilos, reniegan de Idioterne; otros lo idolatran, hasta convertirlo en un increíble objeto de culto; en cambio, para otra gente, es el reflejo instantáneo de otra faceta de ellos mismos, aunque esta suela mantenerse en la intimidad, en la oscuridad del rechazo a ella misma.
¿Es Idioterne, una denuncia de un sistema hipócrita, que segrega a una parte de la sociedad?
¿Lo diferente, nos incomoda?
¿Alejamos lo que nos molesta, aunque se trate de seres humanos?
¿Se pone de manifiesto la necesidad de las personas, de creer en algo, y buscarle sentido, aunque en realidad no lo tenga?
¿Precisamos formar parte de un grupo, y para ello se nos exige realizar ciertas pruebas?
¿Se plantea la imposibilidad de la gente, para llevar una actitud coherente con los valores que dice profesar?
Idioterne es una crítica hacia todo aquello considerado “normal”, es un pequeño homenaje a la locura, a la irracionalidad que rige nuestras vidas, igual que rige la vida de los idiotas.
“Gang bang”
(Orgía)
Idioterne muestra las grandes distancias que pretenden establecer Lars von Trier, y sus compañeros, con respecto a los objetivos del cine.
En Idioterne, la improvisación no sólo es fundamental para el trabajo de los actores, ya que no existen guiones previos, o ensayos, ni siquiera tiempos o lugares especialmente acondicionados para las locaciones; sino que además, para el trabajo de montaje, que está absolutamente prohibido con posterioridad, y debe ser resuelto en el momento, en manos del camarógrafo, quien además de velar por el resultado “in situ” debe cargar con la cámara en los hombros, como regla fundamental.
Lars von Trier, aborda con absoluto rigor, la estupidez de los hechos que se suceden y, en lugar de intentar escandalizarnos con ellos, nos ofrece la hipócrita, cuando no abiertamente ridícula reacción de las personas “normales” ante semejantes desmanes, constatando así, la desarmante simpleza de la tipología humana, producto del neo-capitalismo contemporáneo, y conquistando su obra, una dimensión política insólita, tanto en películas anteriores, como en las que siguieron configurando su filmografía.
La inmensa broma de Idioterne, consigue cobrar, al menos durante algunos tramos del metraje, un sentido moral, más no por burlarse de las convenciones cívicas, y las relaciones personales, sino porque desvela la inmensa estulticia de una civilización, empeñada en ensalzar valores que fomentan la irresponsabilidad y el empequeñecimiento espiritual de los ciudadanos.
La fingida idiotez de los protagonistas, es un medio de obtener múltiples ventajas sociales...
Ya no se trata, efectivamente, de jóvenes idealistas, con ganas de emprender cambios en el mundo, sino de ciudadanos que se desenvuelven con total descaro, en los límites impuestos por un nuevo orden caracterizado por la ordinariez.
Hacer el idiota, no tiene por qué ser sinónimo de estupidez, en su significado vulgar y peyorativo.
Del mismo modo, tampoco se debería considerar un insulto intelectual, a mi parecer, hacer partícipe a otra persona que, por medio del azar, interactúa con “los idiotas” sin saber que está formando parte de una “experiencia real” que desconoce...
La idea que se persigue, va más allá, no se trata de “tomarle el pelo a nadie”
No es otra cosa que despojarse de las ataduras sociales que “normalizan” y “adormecen” nuestro comportamiento diario, y contraatacar con otra versión de nosotros mismos, menos conocida, pero igualmente profunda, y personal.
Idioterne es una historia ambigua, decadente, escandalosa, crítica, y ácida, e incluso, sin razón, amoral, e insultante para algunos, los que se queden en la superficialidad, y piensen que en Idioterne se burlan de los retrasados mentales, que recuerden la escena en la que los falsos retrasados se topan con los verdaderos; y que sin embargo, logra con su desnuda exposición dramática, un lirismo/realismo, poco visto antes, y una carga de ternura y de crudeza, realmente impresionantes, y que logran calar en el espectador, e incluso subyugarle.
Como era de esperar, Idioterne se encontró con numerosos problemas de censuras, y prohibiciones en todo el mundo, lo que ayudó, y mucho, a forjar la fama de director polémico y extravagante, que ya nunca ha abandonado a Lars von Trier.
Y es que Idioterne, plantea en su nivel más básico, un conflicto moral:
¿Está bien engañar a los demás, jugar con la compasión de la gente, instrumentalizar el sufrimiento de quien realmente es idiota?
Pero plantea también otro problema límite:
El de la libertad.
Los “idiotas” consiguen la liberación, la expresión del idiota interior, gracias a la aceptación de unas reglas de comportamiento, en el seno de un grupo cerrado:
La liberación del dinero, y de las relaciones mercantiles, liberación de las obligaciones y compromisos familiares, liberación del cuerpo en la naturaleza, o en la sexualidad, como en la orgía.
Pero esa “liberación” se descubre como ficticia, cuando se plantean trasladar su juego a un contexto abierto, al de las relaciones habituales de cada uno de los miembros.
Todos fracasan, a excepción de Karen, la última en incorporarse al grupo, y la que nunca ha hecho el idiota.
Su situación personal es tan fuerte, que descubriremos que ha perdido a su hijo, su marido la maltrata, y su familia la oprime; que no pierde nada jugando a la idiotez.
Es ella la que salva el juego, precisamente anulando el juego; porque para ella, no es un juego, sino meramente, una opción de supervivencia.
La inclusión de ráfagas documentales, en las que los protagonistas nos hablan de su experiencia como algo acabado, permite concluir que el juego, a pesar de la hazaña de Karen, no tuvo continuidad.
Por otra parte, la técnica en las dificultades del rodaje de Idioterne, los límites de la improvisación durante el mismo, los conflictos con los actores, las humillaciones constantes a las que fueron sometidos, son síntomas no sólo de un rasgo de carácter, sino de una distancia histórica insalvable, respecto a las producciones de los 60, basadas en la actuación real.
Los actores de Lars von Trier, fueron más bien forzados hasta el límite de su resistencia, de forma no del todo previamente acordada.
A von Trier no le interesaban las personas, sino su aparición en escena; lo real de la acción, le interesaba más que la realidad de los actores; de ahí que no dudara en utilizar dobles para la escena de la orgía, o en recurrir a mongólicos reales, en una de las escenas que más molestó a algunos...
Las actividades que desarrollan “los idiotas” no constituyen rebelión alguna, no protestan contra nada, no presentan alternativas, no construyen…
No responden por tanto, a ningún acto social o contra social.
Respecto a los motivos personales, tan sólo la madre del niño muerto; la enferma que toma pastillas, y el publicista frustrado, responden a la evasión.
Por su parte, el médico recoge datos para una posible tesis, el artista experimenta y realiza bocetos; la nudista vive el libertinaje, la cuidadora… cuida…
No podemos hablar de tal o cual motivo común y conjuntos, para hacer lo que hacen…
Otra controversia surgió, sobre el contenido sexual, que fue inusualmente explícita para una película narrativa.
Idioterne contiene una escena de la ducha, en la que un miembro del grupo, en carácter de “idiota” tiene una enorme erección y, más tarde, una escena de sexo en grupo, que incluye a una pareja, que no muestra sus caras, y que tienen penetración vaginal, son relaciones sexuales, con penetración no simulada.
Ambas instancias de contenido explícito, están a la vista, tan sólo durante unos segundos, pero eso hizo que se le parara la peluca a más de uno.
En varias escenas, como mínimo 3, se puede ver el micrófono en la parte superior de la pantalla, y el operador del mismo, pero se presupone que es parte del movimiento DOGME, para aumentar el “realismo”
Como conclusión, el resultado es un documento visual, lleno de espontaneidad, donde la historia que se está contando, prima sobre la técnica, o el valor de las imágenes; porque lo importante es el “fondo” que yo creo que es algo así como las reacciones, la sorpresa casi siempre, de grupos sociales, o de personas en particular, respecto a los “idiotas”, llamémosles así, aunque sea un término políticamente incorrecto, humanamente chirriante, y demasiado amplio, como para calificar la enfermedad, o el retraso mental de las personas.
“Du har ingen blodige talent i hvert fald”
(No tienes el maldito talento en todo caso)
No cabe duda que Idioterne produce una incomodidad, y un rechazo que solo son comparables con la hipocresía con que, casi siempre, nos comportamos ante quienes padecen algún retraso mental.
Ya que nuestra primera reacción, es de la lástima.
Y la segunda reacción, es de huida.
Pues seamos sinceros, no queremos que se acerquen, siquiera mínimamente, a nuestro espacio vital.
Nos hacen sentirnos enormemente incómodos y molestos.
No sabemos qué hacer, ni cómo actuar, con unas criaturas adultas, que son incontrolables como niños:
Capaces de gritar, protestar, tocar, besar, o empujar con absoluta espontaneidad, sinceridad, instinto, y desconcierto.
Sin reglas ni normas, ante nuestra más vil ignorancia.
Por lo que Idioterne, invita a reflexionar sobre ello, y sobre la libertad.
¿Somos libres?
No, pero hasta qué punto estamos condicionados por las normas morales, y los prejuicios de la sociedad en la que vivimos, y como actuaríamos de no existir estos, o de no importarnos lo que los demás piensen de nosotros…
Tal vez Lars von Trier, ha querido averiguar:
¿Cuánto de ciegos estamos los espectadores, ante el nombre de un director, la trayectoria del mismo, y la genialidad y propuesta alternativa de DOGME?
¿Por qué se muestra ocasionalmente, un interrogatorio a los protagonistas?
Tal vez haya que pensar que, el inquisidor, quien cuestiona las acciones de estos “idiotas”, es el espectador mismo.
Como se citó, Idioterne es un film para reflexionar, y pensar que es lo que pasa con los distintos, con los seres que por su condición mental, tienen una impunidad que los “normales” no tienen, por lo que viven en su mundo, y las normas sociales no existen para ellos.

“At være en idiot med dig er en af de bedste ting, jeg nogensinde har gjort”
(Ser un idiota con usted, es una de las mejores cosas que he hecho)



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