Salon Kitty

“What frightens you, what you see or what you don't?”

Género despreciado y denostado si los hay, el “sadiconazista” como término italiano, o “nazisploitation” en inglés, tiene reservado un lugar de honor dentro de las vertientes más extremas, de la prolífica cinematografía italiana de los años 70.
Década irrepetible y maravillosa, en la cual, todos los tabúes eran derribados, y donde los límites no parecían existir, a la hora de realizar los films más políticamente incorrectos, osados, salvajes, y delirantes.
Una época en la cual, los directores italianos, tenían la absoluta libertad de filmar lo que se les viniera en gana, siempre que se restringieran a los escuetos presupuestos disponibles, y que sus films obtuvieran un mínimo de rentabilidad, que les permitiera a los productores, continuar produciendo.
Es que el género “sadiconazista”, por un lado, no apoyaba y repudiaba los actos llevados a cabo en los campos de exterminio, y la ideología nazi; y por otro lado, se regodea con las crueles situaciones que mostraba, regodeo sádico que parece compartir con muchos de los espectadores que pueden presenciar los films.
Cabe aclarar que, estos films, se estrenaban cinematográficamente en todo el mundo, en salas que no eran marginales.
Es decir, no eran productos “underground” destinados al mercado del video, ni muchos menos.
Eran comercialmente populares, y en ocasiones, masivos, y muy exitosos.
Es evidente, que los burdeles han sido utilizados a lo largo de historia, por el poder para recabar información confidencial de los clientes.
Berlín, la capital de Alemania, vivía desde los años 30, hasta 2 años antes de la derrota de Adolfo Hitler, la más relajada de las existencias del desenfreno sexual.
Por ejemplo, El Hotel Adlon, a la vera de la Unter den Linden, y cercano a La Puerta de Brandeburgo, era el centro de reunión de los diplomáticos, y los corresponsales extranjeros, así como de los más connotados líderes nazis, y personalidades financieras y políticas alemanas, e internacionales.
Allí se apersonaban chicas muy guapas que pretendían hacerse estrellas cinematográficas y que, como es sabido, hacían lo que fuera para alcanzar sus propósitos.
Las fiestas de fin de año, y el baile de los periodistas celebradas allí, “eran de antología”, tanto como en los cabarets berlineses, de los cuales había más de una decena de fama nacional, y mundial:
El Residenz-Casino, El Tingel-Tangel, y El Kabarett der Komiker, entre otros.
Pero el burdel más famoso de Berlín, era el Salón Kitty.
Este local, dedicado a la prostitución, estaba regentado por Kitty Schmidt, nacida en 1882, consiguió crear un burdel en Giesebrecht Strasse, 11 de la capital alemana.
En un principio, se llamaba “Pensión Schmidt” pero con el paso del tiempo, cambió su nombre por el de “Salón Kitty”
Con el ascenso de Hitler al poder, el éxito de su prostíbulo, aumentó considerablemente.
En otros escenarios, la esposa de Reinhard Tristan Eugen Heydrich, segundo en el mando de las SS, y Director de La Gestapo; Lina Matilde von Ostense, sentía tan identificada con su marido, que ideo un sistema para espiar a otros mandatarios nazis, sospechosos de desafección al régimen.
Reinhard Heydrich, llamado “La Bestia Rubia”, consciente de ello, utilizó estas alegres casas, para que las chicas a su servicio, recopilasen información sobre las confidencias que les realizaban sus clientes.
Heydrich, en 1939, junto a Walther Friedrich Schellenberg, General de Brigada de las SS o “Brigadeführer”, y Jefe de Información y Contraespionaje alemán, aprovechó para estos menesteres, el famoso Salón Kitty de Berlín, que ya se dedicaba a estos menesteres del sexo por dinero.
Para ello, adecuó “El Kitty”, propiedad de Kitty Schmidt, transformándolo en un lujoso burdel, reservado para diplomáticos, empresarios, periodistas extranjeros, y altos mandos del propio partido nazi, y escogiendo a bellas señoritas de la vida, para realizar el trabajo de recopilación de información sensible, para ser aprovechada por las SS.
Como dato, Schellenberg demostró ser un personaje muy hábil, inteligente, y cínico, en el manejo de intrigas y relaciones, se aprovechó de su juventud, y buena apostura, para conquistar mujeres que pudiesen entregar información a la organización.
En una de esas conquistas, ligó con Lina Heydrich, y estuvo a punto de ser asesinado, personalmente por ella.
Otra de sus conquistas, fue la afamada modista, Coco Chanel.
Schellenberg, era el típico oficial nazi de buena estampa, afable, y diestro en la conversación; poseía una personalidad muy envolvente, era muy ambicioso, pues aspiraba a ocupar el cargo de Heydrich, en las SS, llegando a competir con el mismo Ernst Kaltenbrunner, Jefe de Seguridad en la organización Gestapo, que en 1942, intentó ganar para la causa nazi, a Los Duques de Windsor, quienes estaban en Portugal, en una especie de exilio.
El burdel, famoso ya en los años 30, proporcionó buenas ganancias a su propietaria, que comenzó a transferir los beneficios a bancos británicos.
Por este motivo, ella tuvo problemas con el gobierno alemán, ya que los nazis la acusaban de ayudar a los judíos, y de transferencias ilícitas de dinero al extranjero.
Heydrich, al ver que la tenía “pillada” le hizo la propuesta de convertir el burdel, en un nido de espionaje al servicio de las SS, propuesta que Kitty Schmidt no pudo rechazar, ya que la otra alternativa era, el ingreso en un campo de concentración.
Schmidt decidió huir de Berlín, pero fue detenida, ante esta situación, no la quedo otro remedio que colaborar con el régimen nazi.
La publicidad del local, hacía hincapié en la belleza de sus mujeres, y en la relajación que podrían encontrar en sus instalaciones los clientes.
Se decidió también, cambiar a las prostitutas polacas que allí trabajaban, por bellas alemanas, simpatizantes del régimen nazi.
Muchas de ellas, fueron detenidas previamente, en diversas redadas por los barrios bajos de la capital.
Hay testimonios muy duros y crueles, sobre cómo fueron tratadas, y las humillaciones que tuvieron que sufrir...
En su interior, bellas mujeres, inteligentes, cultas, y con conocimiento de idiomas, se encargaban de engatusar a los clientes, y sonsacarlas información.
El burdel, tenía dobles paredes, y múltiples sistemas de escucha.
Entre los clientes famosos que pasaron por el Salón Kitty, destacan:
Gian Galeazzo Ciano, Conde de Cortellazzo y Buccari, yerno del dictador Benito Mussolini, quien fue Ministro de Exteriores del gobierno de Mussolini, quien rechazó las propuesta del Tercer Reich, para que Italia se uniera militarmente a Alemania, en una eventual nueva guerra europea, punto a partir del cual, empezaron sus discrepancias con los líderes del nazismo; por lo que el régimen nazi, no le tenía en gran estima.
Josef “Sepp” Dietrich, General de las Waffen-SS alemanas, y un Oberstgruppenführer de las SS, ganó reputación por su dureza y brutalidad.
De hecho, fue el “niño mimado” de Hitler, y él quien organizaba grandes orgías en el Salón.
Paul Joseph Goebbels, El Ministro de Propaganda alemán, visitó el local varias veces, requiriendo a lesbianas.
En sus salones, se capturó al espía británico, Roger Wilson.
Wilson, bajo la identidad del secretario de prensa rumano, Ljubo Kolchev, descubrió tras numerosas visitas a la misma prostituta, 3 cables sospechosos, y logró intervenir telefónicamente la instalación.
De esa forma, el servicio de inteligencia británico, escuchaba las conversaciones; y más tarde, fue descubierto y enviado a un campo de prisioneros de guerra.
Otro ejemplo fueron las listas de los ajusticiados en la famosa “Noche de Los Cuchillos Largos”, donde se purgó a los jefes de la SA, en 1934, y que según ciertas fuentes, se realizaron en este burdel.
El plan, fue abandonado en 1942, poco después de que un bombardeo aliado, acabara parcialmente con el local.
A medida que la guerra avanzaba, y los alemanes iban sumando derrotas, el número de clientes del Salón Kitty, se redujo considerablemente.
En el sótano, los técnicos grababan las conversaciones.
Esas actividades hicieron que el matrimonio Heydrich, no fue muy popular entre sus compañeros de partido; y Lina Heydrich, era consciente de su situación en Berlín.
En las paredes del salón, se instalaron micrófonos y cámaras, durante varios años, numerosos políticos de la época, frecuentaron el salón, revelando importantes secretos.
Ya para 1943, la clientela descendió, debido a los rumores existentes, y el régimen nazi abandonó el espionaje, dejando el salón a Schimdt, eso sí, bajo previa amenaza.
Desde septiembre de 1941, Hitler había nombrado a Heydrich, Protector del Reich de Bohemia y Moravia, hasta que fue asesinado por un comando checo, en Praga.
Luego de la caída del Tercer Reich, Schellenberg fue llevado ante la justicia, siendo uno de los acusados del “Caso Wilhelmstrasse” en Núremberg, donde fue condenado a 7 años de prisión, sin embargo, fue liberado poco después, retirándose a vivir a Italia, donde falleció de cáncer.
“Playground for the wildest fantasies of the SS”
Salon Kitty es una película erótica, franco-germano-italiana, dirigida en 1975, por Tinto Brass.
Protagonizada por Helmut Berger, Ingrid Thulin, Teresa Ann Savoy, Bekim Fehmiu, John Steiner, John Ireland, Tina Aumont, Sara Sperati, Maria Michi, Rosemarie Lindt, entre otros.
El guión es de Ennio de Concini, Maria Pia Fusco, y Tinto Brass, basándose en la novela homónima de Peter Norden, publicada en Alemania, en 1956, sobre Salon Kitty, burdel berlinés, utilizado durante La Segunda Guerra Mundial, por el servicio de inteligencia alemán, Sicherheitsdienst, como centro de espionaje.
Corría el año 1975, cuando el erotómano hombre de negocios milanés, Tinto Brass, abría la veda hacía un jugoso, pero sin duda desconcertante subgénero, dentro de la ya de por sí extenuada corriente “sexploitation”
Nacía entonces, el “porno con temática nazi” o “nazisploitation”
Como era de prever, lo que era un escándalo, y una aberración para algunos, aunque podríamos encontrarnos algún que otro “sorprendido”, incluso a día de hoy; para tantos otros, sólo se trataba de un sano síntoma de libertad sexual, y sobre todo, un punto de inflexión en el cine, que contrarrestaba una época sobrecargada de miedos y censuras.
Así pues, unos meses después del inicio de La Segunda Guerra Mundial, los servicios de inteligencia de las SS, se apoderan del más lujoso prostíbulo de Berlín, El Salon Kitty, para utilizarlo como centro de espionaje de confidencias de dignatarios extranjeros, hombres de negocios, y oficiales alemanes.
El arribista Helmut Wallenberg (Helmut Berger), dirige el establecimiento desde la sombra, haciendo la selección de las agentes prostitutas.
Éstas, realizan su misión sin contratiempos, hasta que una de ellas, Margherita (Teresa Ann Savoy), se enamora de un Capitán de la Luftwaffe, Hans Reiter (Bekim Fehmiu) hostil a Hitler.
Kitty Kellermann (Ingrid Thulin), la dueña del burdel, no está dispuesta a aceptar las nuevas reglas, y decide plantarle cara a los alemanes.
La Gestapo, ignorando las quejas de Kitty, seguirá adelante con su proyecto, de entrenar a las alemanas para hacerlas prostitutas profesionales.
Así pues, Tinto nos presenta en su controvertido film, un burdel alemán de alto copete, repleto de jóvenes y receptivas prostitutas, que sacian las perversiones de quién se quiera regalar a sí mismo, un rato de placer sexual sin complicaciones.
“Just because the war has started, we don't have to wear chastity belts”
El estilo de Salon Kitty, se puede enmarcar dentro del drama erótico, sacándole todo el jugo sexual y bizarro, a la temática de la Alemania Nazi, con la particularidad de que, la obra, está basada en hechos reales.
El papel de la perversión sexual, y la sugerencia explícita, a través del desnudo femenino, es en sí, la base sobre la que se sustenta el argumento.
Una película a veces incómoda, como las indecentes pruebas a las nuevas chicas del burdel; por momentos excitante, sobre todo gracias a Teresa Ann Savoy, en el papel de Margherita; y a veces musical, con esos números tan propios de la decadencia de la época, logra mantener, y mostrar suficiente personalidad y fuerza en sus imágenes.
Tal y como se espera de Salon Kitty, las escenas eróticas, que a menudo van más allá… son realmente interesantes, incluso, alguna roza la genialidad cinéfilo-gamberra, como esa proyección de imágenes de Hitler sobre la prostituta en la pared, o el delirante desfile en tono de burla en la habitación.
Mención aparte merece el desquiciado “Mad Doctor” de turno, con sus aberrantes experimentos, daría para otro film; o los inquietantes juegos de espejos, otro tanto a su favor, por sus posibles interpretaciones, más allá del componente intimista, doble moral, personalidades alienadas, etc.
Sin embargo, tras esa simple fachada, Salon Kitty tiene algo más.
Tiene cierto poso intelectual.
Hay momentos en que se muestra crítica, o reflexiva, al igual que se esfuerza en demostrarnos la decadencia de todo ese mundo absurdo, y de excesos, que rodea a los nazis, y que se basa en mentiras que sólo ellos se creen, pero que no pueden ocultar a esas sucias compañeras de cama, cuyo trabajo es no guardar esos secretos.
Salon Kitty presentó a Helmut Berger, en el papel de Walter Schellenberg, aquí, con el nombre de Walter Wallenberg, como un psicópata de alto poder, totalmente atractivo desde su locura.
Ingrid Thulin, en el papel de Kitty Schmidt, aquí como Kitty Kellermann, en un papel muy interesante como Madame, dramático y lleno de nostalgia.
Teresa Ann Savoy, en el papel de Margherita, la bella bellísima joven muchacha de familia acomodada, y de ideología nazi, que es reclutada para el proyecto de Wallenberg.
El siempre acertado John Steiner, que interpreta al superior de Wallenberg; y la cuota Hollywoodense en John Ireland.
No obstante, Salon Kitty trastocó varios elementos de la historia real, con el objetivo de desvalorizar, y vituperar el proyecto de espionaje nazi.
En Salon Kitty, las mujeres para el prostíbulo, son reclutadas entre mujeres respetables, incluso varias de ellas, entre la alta sociedad, cuando en verdad, el proyecto reclutó exclusivamente prostitutas.
El personaje encarnado por Helmut Berger, traiciona a sus superiores, con el fin de obtener información, de los robos, traiciones, perversiones, y secretos de los habitués del burdel; que le permita ascender en el poder, por medio del chantaje.
Margherita y Kitty, complotan contra él:
Margherita lo denuncia, siendo así asesinado por las SS.
Nada de esto ocurrió en la vida real.
Quedan las escenas de la orgía inicial de reclutamiento, y la escena en la cual, Wallenberg recorre diversas habitaciones/celdas, observando las “pruebas” a las que se somete a las futuras integrantes al Salón Kitty, con sexo con un gitano, un judío, lésbico, sadomasoquismo, etc.
El muestreo de las “perversiones”, especialmente de los altos mandos militares nazis, tales como homosexualismo oculto, sadomasoquismo, fetichismo, etc., están presentes.
Efectivamente, Salon Kitty presenta todas esas cuestiones, pero de modo no muy gráfico como se esperaba de Tinto Brass.
Ya se encargarían los posteriores films italianos, de sobredimensionar aquellas situaciones.
“I am a madam, I am above ideas”
A punto de acabar La Segunda Guerra Mundial, las SS decidieron transferir de nuevo, la titularidad del burdel a su antigua dueña, pero con la condición de que nunca rebelara los secretos y misterios que hubo durante aquellos años en el Salon Kitty, sino quería acabar muerta.
Y así lo hizo la Madame, pero fomentando las increíbles leyendas que se tejieron entre aquellas paredes.
Schmidt contó en 1940, que ella sólo tenía que mostrar un libro con los nombres de las 20 chicas, si el cliente decía la contraseña:
“Soy de Rothenburg”
Seguidamente, y tras la elección de una de las chicas, ésta era llamada, y pasaba la noche con el cliente...
Y así fue.
Kitty Schmidt murió en 1954, sin haber dicho nunca, nada de lo ocurrido en su prostíbulo.
En la actualidad, donde estaba el Salón Kitty, existe un centro de estudios para aprender a tocar la guitarra...
Curiosamente, el apartamento que estaba al lado del burdel, vivía Ernst Kaltenbrunner, uno de los máximos dirigentes de las SS, que murió ejecutado en 1946.

“The most important thing is to be on the winning side!”



Comentarios

Entradas populares