The Devil in Miss Jones

“I had done everything they told me not to do”

La nostalgia, sigue siendo el sentimiento que más gente arrastra en este siglo.
Bajo la idea que asegura que “todo pasado fue mejor”, cualquier imagen, sensación, moda, olor, o música que nos remite a tiempos anteriores, roba nuestra atención.
La pornografía, dicen, también tuvo un pasado mejor:
Ése en donde no era tan popular la depilación láser, las cirugías de busto no abundaban, y los directores le “echaban ganas” a la trama.
En un género como el porno, que hoy se desvanece en la abundancia y el consumismo, donde muchos circularon sin querer ser recordados, el nombre de Gerard Damiano, es uno de los pocos que es imposible olvidar.
Damiano es responsable de films, que dieron al género, su partida de nacimiento en la sociedad diurna.
Gracias a Damiano, por escasos años en Estados Unidos, ver una película pornográfica, podía ser considerado de “buen gusto”
Los intelectuales, podían comentarla sin desprestigio, los periodistas podían recomendarla sin escándalo.
El “porno chic”, como en su momento lo denominó el columnista del New York Times, Ralph Blumenthal, fue el reflejo de un periodo idealizado, en un momento de la historia, en el que el SIDA no existía, y el bajo perfil de temas como el aborto y el embarazo no deseado, entre otros, permitían que el sexo fuera disfrutado, como un placer sin preocupaciones.
“Hell is other people”
The Devil in Miss Jones es una película porno, del año 1973, escrita y dirigida por Gerard Damiano.
Protagonizado por Georgina Spelvin, John Clemens, Harry Reems, Marc Stevens, Levi Richards, Judith Hamilton, Sue Flaken, Gerard Damiano, entre otros.
Aunque parezca mentira, The Devil in Miss Jones fue escrita bajo el influjo existencialista de Jean Paul Sartre, concretamente, de la pieza teatral “No Exit” (1944), originalmente publicada en francés, bajo el título “Huis Clos”, que significa:
“A Puerta Cerrada”
La obra de Sartre, sólo presenta 4 personajes; uno de los cuales, El Mayordomo, aparece por muy poco tiempo; y un sólo escenario.
“A Puerta Cerrada” es la fuente de la, quizás, más famosa frase de Sartre:
“El infierno son los otros” en francés, “L'enfer, c'est les autres”
Eran personajes condenados al infierno, que descubren que su castigo será, permanecer en la misma habitación, soportándose mutuamente, por siempre.
De aquí la famosa frase, “el infierno son los otros”, sus miradas, y nuestra necesidad de aceptación.
Por lo que The Devil in Miss Jones, resulta peculiar, porque aparte de las escenas sexuales, tiene un argumento, y éste entronca conceptualmente con el cine fantástico.
Dijo el director:
“Por eso usé mi nombre real, “Deep Throat” (1972) la había firmado con el seudónimo Jerry Gerard, y traté The Devil in Miss Jones, como si fuera una película muy seria, porque a mí me parecía que lo era.
El único motivo por el que la mayoría de mis películas son pornográficas, es porque en aquel entonces, aquel era el único género en el que podía trabajar un director independiente.
Mis películas estaban pensadas para venderse en un mercado específico, porque no disponíamos de suficiente dinero como para dirigirnos a ningún otro mercado.
Trabajando con un presupuesto limitado, por debajo de los $25,000, no podías rodar la gran historia de amor estadounidense.
Con ese dinero, tenías que limitarte al dormitorio, y únicamente, de vez en cuando, tenías la oportunidad de expresar otra emoción, al margen del sexo”
The Devil in Miss Jones, es un filme sobre la liberación extrema de una represión, y es narrado de manera oscura, y por momentos densa, para luego huir hacia lo existencial.
Justine Jones (Georgina Spelvin), es una solterona que se acaba de suicidar a la usanza más simplona:
Se corta las venas con una hoja de afeitar, mientras se da un baño de tina.
Por suicida, el cielo le está vedado…
Para poder cumplir con las normas del purgatorio, elige la lujuria como modo de saldar sus cuentas espirituales.
En el limbo, Mr. Abaca (John Clemens) decide su vuelta a la vida terrena, a condición de que se entregue a todo tipo de placeres.
Y es así como Justine, en el reverso del personaje del Marqués de Sade, emprende la mejor de sus lecciones, en una suerte de purgatorio de placer, donde a partir de su primer conocimiento del falo, a mano de “The Teacher” (Harry Reems) comienza a empoderarse con aquello que nunca gozó.
Justine comienza su “educación sentimental”, hurgando en diversos cuerpos y posibilidades:
Oral, anal, de a 3, de a 4… siendo aún más atrevida y sinuosa.
Por último, trasladada al infierno, Justine aparece en una celda, en compañía de un hombre sin deseo sexual, interpretado por el mismo Gerard Damiano, que vive obsesionado con el sonido de las moscas, y en constante miedo.
Para la ahora lasciva Mrs. Jones, el infierno será, pasar toda eternidad, que deben ser muchos años, con un sujeto absolutamente desinteresado por el sexo.
“No puedo hacerlo por mí misma”, le grita desde la angustia y la excitación, luego de fracasar en seducirlo; mientras Justine se masturba infructuosamente en pos de un orgasmo que nunca llegará.
The Devil in Miss Jones tuvo 6 secuelas, entre los 80 y los 90, y un remake con Jenna Jameson, y un cameo de Georgina Spelvin, en 2005.
Cabe señalar que el influyente crítico de cine, Roger Ebert, celebró en su momento desde el Chicago Sun, la aparición de The Devil in Miss Jones, en una crítica donde apreciaba la interpretación de Spelvin, y la atmósfera general del film:
“Es la primera película porno que veo, que parece ser sobre su protagonista, en lugar de usarla meramente como el objeto de variaciones sexuales”
“I haven't even done that…”
Con The Devil in Miss Jones, Damiano dio al porno, su máxima manifestación; entiéndase, en términos artísticos, maximalismos más palpables que no tardarían en llegar.
A causa del gran impacto que significó “Deep Throat” (1972), su debut, Gerard Damiano fue primero solicitado por La Justicia, y después asaltado por La Mafia.
Pero mientras los delincuentes tomaban el control de la rentable “Deep Throat” (1972), su director se reponía espléndidamente en su siguiente película:
The Devil in Miss Jones.
En ella, Damiano demostraba tener inusuales ambiciones de estilo, sin que ello significara reducir la cuota de carne, que el público esperaba encontrar.
De hecho, hasta fue aumentada…
Sin embargo, la “Miss Jones” no necesitaría del escándalo que gozó la juguetona “Deep Throat” (1972) para volverse un clásico.
Sofisticada e inquietante, The Devil in Miss Jones encandiló a los críticos, con la promesa de una pornografía intelectual, con el redentor de un género que nunca creyó en vírgenes.
Y es que The Devil in Miss Jones es una película de ruptura en el género.
Para comenzar, abre con una chocante escena, el suicidio en la bañera, elemento totalmente atípico, en un género tan complaciente, y predecible.
Apostando por hacer un film consistente, y no utilizar un pretexto argumental, para hilvanar números sexuales, Damiano se toma su tiempo, tanto en la contemplación de la muerte, como en las celebraciones del placer.
Y el desenlace, nos deja una reflexión irónica, sobre lo vano que resulta tanto, ser casto o como lujurioso.
Y La Spelvin, personificó La Era del “porno chic”
Su elección en el rol principal, fue otro elemento de ruptura.
Georgina tenía 36 años, cuando interpretó a Miss Jones, y su cuerpo hoy sólo encontraría vitrina en las producciones “amateur” bien guarras, pues tiene 78 años…
Es decir, de una normalidad que el canon pornográfico prefiere evitar.
Tal vez por eso, Georgina originalmente fue contratada como cocinera; aunque con formación actoral, pero fracasada como actriz formal, Spelvin ya había debutado en producciones eróticas, empujada por el desempleo.
Pero en su paso por la naciente industria porno de los 70, rápidamente dejó de hacer los almuerzos, para convertirse en una de sus figuras más respetadas.
Cuando su amigo, el actor Harry Reems, la introdujo en el mundo del cine para adultos, conoció al director Gerard Damiano.
Allí, Michelle Graham escogió el seudónimo de Georgina Spelvin, el cual es una variación de George Spelvin, nombre tradicionalmente usado por actores de escenario.
Aunque Spelvin, es conocida por unas pocas escenas sexuales de finales de los 60, se hizo una de las figuras más conocidas del género “hardcore” por su papel protagonista en The Devil in Miss Jones de 1973.
Spelvin hizo aparición, en aproximadamente 70 películas, antes de retirarse en 1982.
Georgina hace verosímil, el cambio tan abrupto, de virgen a ninfómana.
En el trayecto, dejó para sus seguidoras, el paradigma de la puta pornográfica:
Ciega adoración al falo, y sus varoniles fluidos, predilección por el coito, y magnífica actitud para intentar otras formas de penetración.
Pero todo esto, que miles han repetido hasta el cansancio, tuvo en Spelvin, la interpretación más convincente y apasionada.
¿Qué mejor para excitar al público, que hacerles creer que toda aquella voracidad sexual, es sincera?
Y Spelvin lo logró a puro pulso.
Como dato, la actriz, hizo apariciones discretas en el cine “mainstream”, como un guiño para la audiencia pornófila, pero casi siempre, en el rol de prostituta, donde suelen encasillar a las actrices XXX, cuando intentan cruzar la frontera, en cameos de películas como:
“Police Academy” (1984), y “Police Academy 3: Back in Training” (1986)
Para muchos, Spelvin es The Devil in Miss Jones:
Su actitud, pero también su cuerpo no privilegiado, y su cara no especialmente atractiva, le daban una naturalidad, y una credibilidad, que no abundaban en el género.
Pero además, esto era porno con guión, un rubro en el que Damiano había demostrado ser un talento superior.
Quedan escenas de impacto, como la primera doble penetración en pantalla de la historia, el sexo con frutas y con una serpiente…
“Damn you, touch me please”
Gerard Damiano, renunció a un contrato en Hollywood, para mantener su independencia, siguió rodando películas porno, porque le permitían hacer cine de autor, y cayó en el olvido, cuando la industria del cine X, renunció a usar guiones, a dar importancia a la fotografía, a planificar el montaje de las escenas, y hasta a usar bandas sonoras...
“Lo más importante de Damiano, es que hacía cine, el porno de hoy en día, tal y como lo conocemos, ha perdido todos los elementos cinematográficos”, asegura el periodista Paco Gisbert.
Y es que los 80, acabaron con este concepto romántico, del cine para adultos a golpe de talonario:
La llegada del vídeo doméstico, multiplicó las ganancias, y las opciones de acceder a este tipo de películas; y facilitó la entrada de “advenedizos” que acabaron con cualquier posibilidad de ofrecer un sello distintivo y artístico, a este tipo de filmes.
Desde “Deep Throat” (1972), más allá de figuras individuales, fenómenos de la pornografía, como Rocco Siffredi, y su pene de 24 cm; o Annette Schwarz, cuyas felaciones son tan intensas, que abarcan los testículos; las películas pornográficas, reprodujeron en su esencia, la fórmula de Damiano, una y otra vez.
Si bien, los adelantos tecnológicos, hoy nos permiten el acceso a un sinfín de materiales pornográficos, a través de Internet, los atributos del porno, siguen siendo los mismos, la imaginación de los creadores para erigir novedosas estructuras eróticas, no ha pasado más que a reducir el vello púbico de los actores.
Así pues, con el reciente cambio de siglo, han surgido con mayor insistencia, excepciones que pueden ser propuestas viables, para el regreso al esplendor del cine erótico, con escenas de sexo explícito.
Aun siendo discutible, si buscan o no los mismos objetivos, tanto en la parcialidad de sus escenas, como en la totalidad de la obra, no franquean como pornografía en el sentido en el que la concebimos, quizá por la hoy triste nombradía del género.
La consolidación de la industria pornográfica, a partir de los años 80, impuso un nuevo canon, más tarde banalizado con la llegada de la silicona, y el toque neumático de Pamela Anderson, un retorno a la abundancia de la esteatopigia.
Y John Holmes hizo lo propio con los hombres, y el tamaño de sus miembros, a punto de bombas de vacío, anillos de contención, etc.
Pero la historia, no obstante, se vuelve a repetir:
La abundancia del porno “amateur” ha provocado el retorno de cuerpos más convencionales.
Y no sólo eso, la gran variedad de categorías pornográficas que se pueden encontrar hoy en día, ha provocado que todas las personas tengan su cabida en la pequeña pantalla, del ordenador, eso sí, y que cualquiera pueda disfrutar de sus 15 minutos de fama.

“If you have to go to Hell... go for a reason”



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