Flash Gordon

“He'll save every one of us!”

A día de hoy, parece ya indiscutible para cualquier aficionado al mundo del comic, y la serie B, la influencia de “Flash Gordon”, en toda la creación de ciencia ficción posterior, llegando a afirmarse en ocasiones, que “Flash Gordon” es “el padre de todas las historietas sobre el espacio”
“Flash Gordon” es una historieta de ciencia ficción, creada por el dibujante Alex Raymond, el 7 de enero de 1934, para el King Features Syndicate, como página dominical, o “sunday strip”, y continuada luego por diversos guionistas y dibujantes.
El comic surgió, para competir con las aventuras de “Buck Rogers” (1928) de Philip Francis Nowlan, y Dick Calkins; y rápidamente desarrolló un éxito muy superior, y más perdurable en el tiempo.
“Flash Gordon” comenzó su andadura, en 1934; los guiones eran obra de Don Moore, editor de revistas de literatura “pulp”, quien sin embargo, no aparece acreditado en la página.
Perteneciente al género conocido como “space opera”, “Flash Gordon” es una serie de acción, con un punto de partida bastante delirante:
Flash Gordon, un famoso jugador de fútbol americano de los New York Jets, y Dale Arden, futura novia del héroe; se lanzan en paracaídas, cuando un meteorito alcanza el ala del avión en que viajaban.
Caen cerca del laboratorio, donde el científico Hans Zarkov, prepara sus planes para desviar la trayectoria de un meteorito mayor, que va a chocar contra La Tierra.
El plan consiste, nada menos que en lanzar contra el meteorito un cohete, al que obliga a subir a Dale Arden y Flash Gordon, a punta de pistola.
Como resultado, y sin ninguna explicación del guionista, los 3 van a parar al planeta Mongo.
Mongo, está habitado por diversos seres, bajo el dominio del tirano Ming, “El Despiadado”, quien pretenderá conquistar La Tierra, y casarse con Dale Arden, mientras que su hija Aura, se encapricha de Flash.
Durante años, los 3 compañeros luchan contra Ming, encontrando amigos y aliados entre los pueblos oprimidos de Mongo, como El Príncipe Thun, de los hombres león.
En sus aventuras, recorren todos los distintos reinos de Mongo, como el reino de los bosques de Arboria, regido por El Príncipe Barin; la ciudad flotante de los hombres halcón, donde reina El Príncipe Vultan; el reino helado de Frigia, de La Reina Fría; el reino de la jungla de Tropica, dominado por La Reina Desira; o el reino submarino de los hombres tiburón, regido por El Rey Kala.
Posteriormente, se desplazan fuera del planeta, usando naves espaciales que van “más rápido que la luz” hacia otros sistemas planetarios, donde continúan sus aventuras, como en las guerras Skorpii.
Pero Flash y sus amigos, regresan con frecuencia a Mongo, tras haber derrocado a Ming, y donde reina El Príncipe Barin, que se ha casado con Aura, reinando la paz, excepto cuando Ming, o alguno de sus descendientes, organizan revueltas para recobrar el poder.
Las aventuras se suceden a lo largo de varios años, hasta que finalmente consiguen viajar a otros planetas, con La Tierra como estación base; y Flash se une al Consejo Mundial del Espacio, como piloto y explorador.
Durante la guerra de Skorpii, el protagonista visita otros sistemas estelares, gracias a esas naves, capaces de viajar a más velocidad que la luz.
Después de varios años de lucha, Ming será derrocado por El Príncipe Barin, que se casa con su hija la princesa Aura, estableciendo una especie de paz planetaria, que sólo se verá interrumpida por pequeñas revueltas, ideadas por el clan de Ming.
El trabajo del creador Alex Raymond en “Flash Gordon” constituye, desde el punto de vista gráfico, una de las obras clásicas del comic estadounidense.
Cuando Raymond abandonó la serie, ésta fue continuada por Austin Briggs, y Dan Barry, a partir de 1951.
Dan Barry, por su parte, haría “menos barroca, y más científica esta historieta, de acuerdo acaso con los avances de la técnica:
“Cuando Raymond inició su personaje, los viajes espaciales eran sólo una fantasía, mientras que en los años 60, ya eran una realidad” dijo Barry.
“Flash Gordon” llegaría a convertirse en uno de los más importantes iconos de la cultura popular, conociendo adaptaciones a diferentes medios, como el cine y la televisión, y posiblemente constituyó el “icono más conocido de la ciencia ficción visual, hasta la aparición de Star Wars”
Y es que es extraño, que un mito tan de los Estados Unidos, haya sido llevado a la pantalla, principalmente por británicos, e italianos.
“Flash, I love you!
But we only have fourteen hours to save the Earth!”
Flash Gordon es un comic, estadounidense y británico, del año 1980, dirigido por Mike Hodges.
Protagonizada por Sam J. Jones, Melody Anderson, Topol, Max von Sydow, Timothy Dalton, Ornella Muti, Richard O'Brien, Philip Stone, Brian Blessed, Peter Wyngarde, John Osborne, Mariangela Melato, entre otros.
El guión es de Lorenzo Semple Jr., sobre el comic “Flash Gordon” de Alex Raymond.
Raymond, cuya publicación inicial se produjo el mes de enero de 1934; más tarde originaría unos seriales de gran éxito, producidos por la Universal, y protagonizados por Buster Crabbe, entre los años 1936, y 1940.
Dentro de sus variadas adaptaciones, también se realizó una versión porno, en 1974, dirigida por Michael Benevniste, y titulada “Flesh Gordon”
La primera persona que se interesó por llevar a la gran pantalla, las aventuras de Flash Gordon, fue George Lucas, gran entusiasta de los seriales de la Universal, pero los derechos estaban en manos del inefable productor cinematográfico italiano, Dino de Laurentiis, que vio en ello, la posibilidad de competir, y de obtener beneficios frente a su rival, “Star Wars” del propio Lucas, invirtiendo en la producción, la suma de $40 millones; algo inaudito para una producción británica, que intentaba codearse con los grandes hitos de Hollywood; que finalmente no le salió nada rentable, ante el fracaso que supuso en la taquilla.
Otros directores como Federico Fellini y Nicholas Roeg, fueron las personas que aspiraron a dirigirla, siendo finalmente elegido, el británico Mike Hodges, montándola sobre una discutida estética “steampunk”
El argumento de Flash Gordon, sintetiza muy bien las primeras aventuras del personaje intergaláctico.
El Dr. Hans Zarkov (Topol), es un científico expulsado de La NASA, que viaja en un cohete espacial, con el joven jugador de rugby, Flash Gordon (Sam J. Jones), y su amiga, Dale Arden (Melody Anderson)
Los 3, intentarán salvar al planeta Tierra, de la amenaza de Ming “The Merciless” (Max von Sydow), El Emperador del lejano reino Mongo, que ha lanzado una de sus lunas para que choque contra La Tierra.
Flash Gordon, como hija de su tiempo, hay que verla desde la perspectiva del año en que se produjo, para poder disfrutarla y sacarle provecho a su visionado, en otras palabras, hay que dejarse llevar por Flash Gordon, y sus aventuras.
“Every thousand years, I test each life system in the Universe.
I visit it with mysteries, earthquakes, unpredicted eclipses, strange craters in the wilderness...”
Corría el año 80, casi nada…
Inicio de una década gloriosa, en cuanto a desfachatez, osadía, e ímpetu creativo, tanto en música, en cine, como en el arte en general.
Flash Gordon, fue considerada una superproducción, que no reparó en presupuesto, y con el que se crearon decorados fantástico, atuendos imposibles, y llenos de color para los protagonistas.
Si bien es cierto que es la historia mil veces contada, sobre un héroe moral, un valiente luchador de los valores de la libertad y la democracia, que llega a un mundo decadente y lujoso, gobernado con mano de hierro, por un tirano sin igual.
Todo ello, con el villano de turno, lanzando lapidarias sentencias, sus secuaces enmascarados, retorcidas torturas, y muerte de súbditos traidores, ejecuciones, secuestros, extrañas drogas, princesas sensuales pero perversas, extrañas criaturas, rituales que nos resultan amenazadores y desconocidos, pero que son allí, tradición... hace de Flash Gordon, el mundo del comic, de la literatura “pulp”, y de los seriales de los años 40.
Todo es demasiado naíf, pero a su vez demasiado sexualmente gore, todo es anodino pero voluntario.
Todo es irrelevante, pero entretenido.
Los logros a destacar de esta producción, son sin duda, la lograda caracterización e interpretación de Max Von Sydow, como el perverso Emperador Ming, y la presencia de Timothy Dalton como El Príncipe Barin, la sensualidad de la irrepetible Ornella Muti; el diseño de producción y vestuario barroco, detallado y lujoso de Danilo Donati, agregado a todos los escenarios recreados con exuberancia y creatividad; y la fotografía de Gilbert Taylor, hacen en su conjunto, una obra de culto, hoy por hoy.
Y es que resulta atractivo a nivel visual, dentro de una irregular producción, que aunque adaptaba en parte fielmente la gran obra de Raymond, el resultado deja en parte mucho que desear, debido a la falta de seriedad en ciertas secuencias, algunas mediocremente resueltas, como:
Cuando Flash Gordon y Dale Arden se conocen, y en un par de horas, ya están hablando de casarse, y tener hijos, resulta totalmente inverosímil...
Parte de la culpa de las irregularidades, la tuvo un “look” excesivamente fiel a las viñetas, patente ya desde los magníficos títulos de crédito iniciales, que crearon escuela.
A esto, hay que añadir la arrogancia de Sam J. Jones, le colocó en constante conflicto con el director, que llegó a utilizar la voz de otro actor, para sustituir muchas de las líneas que tenía en Flash Gordon, que como dato curioso, la identidad del actor elegido para esto, sigue siendo un completo misterio a día de hoy. Otra curiosidad, son varias escenas permitidas a los ojos de los niños:
La prueba de iniciación de los Hombre Árbol; o el momento intensamente erótico, entre La Princesa Aura y Flash Gordon, cuando escapan del palacio de Mongo, en dirección a Arbórea. Pero sobre todo, brilla por su ausencia, una escena que muestre, cómo se evita la destrucción de La Tierra.
Cómo Flash Gordon destruye el generador, o cambia la configuración de la computadora responsable de sacar a La Luna de su órbita, y lanzarla contra La Tierra, sin saber siquiera cómo accionarlos.
Por esto y otros detalles, Flash Gordon levantó ampollas entre muchos de los seguidores del personaje y, en general, fue vapuleada por la crítica, aunque es preciso señalar, que un sector de los aficionados, salió en su defensa.
Esas opiniones favorables, alababan la supuesta espontaneidad de Flash Gordon, su sentido casi circense del humor, la presunta viveza de su ritmo, su erotismo, y su estética “kitsch”
Y es que la intención de Mike Hodges, era hacer una cinta lo más fiel posible, no al comic de Raymond en particular, que también; sino a las fórmulas del Noveno Arte, en líneas generales.
Esta voluntad se traduce en todo momento, en el metraje, en unos encuadres que siempre van buscando extrañas angulaciones, como las que solemos ver en las viñetas, consiguiendo el cineasta, telegrafiar al espectador en todo momento que, lo que estamos viendo es, como el mismo comentó:
“El comic auténtico, llevado al cine”
Y lo mejor de todo, los comiqueros títulos de crédito, en los que se han inspirado ahora, para todas las películas de Marvel modernas.
Viendo hoy Flash Gordon, resulta divertido encontrar numerosas influencias de otros éxitos de la época:
Los personajes de Zarkov, y su asistente Munson, nos remiten a los Lex Luthor y Otis, en “Superman” (1978); al igual que Dale Arden, casi parece un clon de Lois Lane.
El General Klytus, que acompaña al Emperador Ming, recuerda demasiado a Darth Vader de “Star Wars”, así como la forma de descansar en la cámara de aislamiento; y a lo largo del metraje, podemos detectar aires de péplum italiano, en las escenas palaciegas, incluyendo un improvisado circo romano en la ciudad de los hombres halcón, donde tiene lugar una lucha a muerte, entre Flash Gordon y Barin.
Como dato, el sicario de Ming, Klytus, luce claramente en sus guantes, el símbolo masón del cartabón y el compás.
De hecho, el propio Ming lleva a cabo gestualizaciones masónicas…
A Hodges, tampoco le debieron pasar desapercibidas las connotaciones religiosas del guión:
Flash Gordon, se convierte en un “Mesías” que salva tanto a Mongo, como a La Tierra; muere y resucita por amor, en este caso más bien lujuria, de una mujer hermosa; e inaugura un nuevo reino de paz y felicidad; incluso, el ejército de Hombres Halcón, pueden interpretarse como “ángeles” que acuden a ayudar a Flash Gordon en el último momento, olvidando su imparcialidad, e involucrándose en La Revolución.
Y también, imperan las alusiones a la política exterior de EEUU, con la irrupción de 3 ciudadanos estadounidenses, mayormente ignorantes, que deciden intervenir alegremente en un contexto político, el de Mongo, del que no saben nada.
Mucho de lo que se vivía en su momento, queda reflejado en los trajes:
El color rojo de los comunistas de La Guerra Fría, y como comic de su tiempo, con los emblemas del nazismo, entre otras distinciones.
Y es que Flash Gordon refleja, de una forma verdaderamente efectiva, el sistema utilizado por el villano para reinar, tal y como se refleja en el comic.
El Emperador Ming, es un experto en el “divide y vencerás”
En Flash Gordon, Aura hace alusión directa a este hecho, pues su propio padre provoca constantes conflictos entre los reinos que controla, para que estos pierdan el tiempo, enfrentándose entre sí.
Ming emplea este sistema, también con sus ayudantes:
La rivalidad entre Kala y Klytus, consigue que ambos doblen sus esfuerzos para contentar a su Emperador, y ganarse su favoritismo.
Flash Gordon, es el personaje que advierte este problema, quizás debido a que su profesión como jugador de fútbol americano, le permite entender las ventajas de trabajar en equipo, y consigue unir a los reinos, contra un enemigo común. Por último, la banda sonora de Flash Gordon, fue compuesta por el grupo musical de rock, Queen, y el “score” fue obra de Howard Blake.
Como dato curioso, en un principio, Mike Hodges quiso contar con Pink Floyd, lo que dio lugar a otro de los grandes éxitos de la mítica banda británica Queen, para promocionar Flash Gordon, pero es una pena que el gran trabajo de Howard Blake, que inspirándose en los seriales de los años 30, quede un tanto ensombrecido al lado de las histriónicas y contundentes composiciones del grupo liderado por Freddie Mercury; que curiosamente, el álbum conceptual, fue editado el mismo día del asesinato de John Lennon.
“Pathetic earthlings...
Who can save you now?”
En definitiva, la influencia de este superhéroe, Flash Gordon, como “El Salvador del mundo” ha sido enorme en el diseño, y comic contemporáneos; e incluso, la radio produjo radionovelas sobre él.
Su repercusión como personaje “pulp”, aún a día de hoy, se debe en gran medida, al ser uno de los iconos del comic clásico de los EEUU.
Flash Gordon, no llegó tarde para hacerse un nombre en la fértil estética pop de los años 50, cuando ya llevaba 20 años impresos en ediciones precarias, hoy de culto, en los suplementos de los periódicos de EEUU, fue rompedor.

“You're saying... it's my fault the Earth is being destroyed?”



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