Le Notti di Cabiria

“Immagino ci sia una certa giustizia nel mondo.
Si soffre, si passa attraverso l'inferno.
Poi la felicità arriva o tutti”
(Supongo que hay algo de justicia en el mundo.
Si sufres, vas al infierno.
Entonces la felicidad llega a todo el mundo)

El cine, eso que desde sus más remotos principios pretendió ser, y lo consiguió, la más grandiosa fábrica de sueños al servicio del entretenimiento, y disfrute de la humanidad del siglo XX, nos regala, a veces, muy contadas, a saber si afortunada o desgraciadamente... no sólo tales sueños, sino también algo más:
Magia, pura y simplemente, magia.
Ese corazón pleno de un amor, que casi nadie sabe valorar, del que casi todos se aprovechan, es algo que mueve este cruel y loco mundo.
Me hace descubrir que, en medio de tantas penurias, existe el milagro.
“Che tipo di lavoro fate?”
(¿Qué tipo de trabajo hace usted?)
Le Notti di Cabiria es un drama con tintes de comedia italiana, del año 1957, dirigido por Federico Fellini.
Protagonizado por Giulietta Masina, François Périer, Amedeo Nazzari, Aldo Silvani, Franca Marzi, Ennio Girolami, Mario Passante, entre otros.
El guión es de Federico Fellini, Ennio Flaiano y Tullio Pinelli; cabe señalar que en el guión, intervino el mismísimo Pier Paolo Pasolini; papel que el propio Fellini había jugado una década antes para Roberto Rossellini; otro especialista en individuos cándidos, y algo asilvestrados, que 4 años después, debutaría en la dirección con “Accattone”, el revés masculino de Cabiria.
Fellini, tomó prestado el nombre de Cabiria, de la película homónima, y de estilo “péplum” de 1914, del director, guionista, y productor italiano, Giovanni Pastrone, más conocido como Piero Fosco, y se basó para la deconstrucción del personaje, en otro film anterior, surgido de una breve escena en la ópera prima de Fellini:
“Lo Sceicco Bianco” (1951)
Según Fellini:
“El tema de la soledad, y la observación de la persona aislada, siempre me ha interesado.
Ya de niño, no podía ayudar, pero notaba quién no encajaba en algún lugar, por una razón u otra, incluyéndome a mí.
En la vida, y para mis películas, siempre he estado interesado en los “fuera de lugar”
Curiosamente, por lo general, son aquellos que son demasiado inteligentes, o son demasiado estúpidos, los que se quedan fuera.
La diferencia es que los más inteligentes, suelen aislarse ellos mismos, mientras que los menos inteligentes, suelen ser aislados por los demás.
En Le Notti di Cabiria, exploro el orgullo de una de esos que han sido excluidos”
Le Notti di Cabiria obtuvo el premio a La Mejor Actriz para Giulietta Masina en El Festival Internacional de Cine de Cannes, y El Oscar a La Mejor Película de Habla No Inglesa.
Le Notti di Cabiria es el 5º proyecto de Fellini, el cual sigue siendo un fiel exponente de su etapa iniciática y neorrealista, y supuso además, la 3ª colaboración consecutiva con su esposa, la fantástica e irrepetible, Giulietta Masina.
Le Notti di Cabiria se rueda en exteriores de Roma:
Acilia, Castel Gandolfo, Santuario Virgen del Amor Divino, Via Apia, etc., y en Cinecittà Studios.
Es un film dedicado a la ilusión, pues nunca una mirada fue tan expresiva como acá.
La acción tiene lugar en Roma, en el año de 1956.
Maria “Cabiria” Ceccarelli (Giulietta Masina), es una prostituta que ejerce como tal, en uno de los barrios más pobres de Roma.
Sueña, sin embargo, con encontrar el amor verdadero, un hombre que la aparte de la calle, y a quien pueda entregarse en cuerpo y alma, pero lo que en realidad encuentra, son desengaños amorosos.
Su bondad, y una cierta ingenuidad, la convierten en víctima de sucesivos vividores que se aprovechan de ella, le roban, y golpean.
A pesar de ello, Cabiria se encuentra con un hombre que le promete un futuro respetable pero, a ello, le siguen una serie de episodios humillantes, donde se pone a prueba la bondad de Cabiria.
A pesar de sus fracasos, ella recobra la esperanza, una y otra vez.
Cabiria nos conmueve, y nos empatiza de una forma casi trágica, y nos recuerda lo injusto de una vida, guiada por el azar…
En el caso de Cabiria, de un azar de lo más desdichado; pues Cabiria sólo deseaba una vida nueva, que le permitiera salir de su ruinosa existencia como prostituta en las afuera de Roma, en el kilómetro 18 de la carretera a Ostia, en un barrio periférico de la Roma indiferente de posguerra, donde convivía con su única amiga y compañera de profesión, Wanda (Franca Marzi), antes de largarse a “hacer la calle” a la Via Veneto de Roma.
Ella soñaba con que un golpe de fortuna, en forma de “Príncipe Azul”, un hombre honrado, y por supuesto, sin prejuicios, que le sacara de aquella pesadumbrosa existencia.
Todo lo que viene luego, es la más grande prueba de resistencia que le da la vida a Cabiria:
Ser capaz de dar amor, recibir sufrimiento, salir viva, y seguir apostando por el amor.
Lo que la convierte en un drama humano, un retrato desgarrador de la maldad de algunos seres humanos, pero a la vez, muestra que actitud y fe, son las palabras claves para seguir luchando en la vida. ”Naturalmente, la mia casa è nulla di tutto questo.
Ma mi piace”
(Por supuesto, mi casa no es nada como esto.
Pero me gusta)
Federico Fellini, tenía su propia manera de expresar el pensamiento neorrealista que sentía de Italia, a través de sus personajes, que de una manera u otra, tenían objetos llamativos, actividades inusuales, o manierismos que los caracterizaban dentro de un entorno urbano marginado; vemos esto radicalmente en Le Notti di Cabiria, al observar que el mundo que se presenta, es el bajo-mundo de las prostitutas, en el vecindario de Ostia en Roma.
Quizás, estemos ante la última película de Fellini, de las que podríamos calificar como “crítica social”, herederas de magistral neorrealismo.
Le Notti di Cabiria inicia con una escena, en la que se muestra a Cabiria desilusionada, tras ver como su supuesto novio, un vividor de tercera, abusa de ella, le roba su dinero, y la lanza a un río; a pesar de eso, tiene suerte de ser rescatada, y vuelve al barrio en donde vive, para encontrarse a Wanda, su mejor amiga, y también una prostituta.
Es desde esa escena en adelante, donde la cámara de Fellini se encarga de mostrar el nivel social marginado de estos personajes, donde la pobreza se nota al solo ver la pequeña “casa” de Cabiria, dentro de un vecindario, totalmente desolado.
Ahorradora, católica, pobre, pero inmensamente digna, con su casa, sus amigas, su barrio... y su esquina.
Casi le da a uno por creer que se puede ser feliz ejerciendo una profesión así, acudiendo de romería con su proxeneta, y compañeras de trabajo, respetando los días de asueto de la clientela, etc.
Pero durante las noches, Cabiria es maltratada verbalmente por sus otras amigas prostitutas, que también se aprovechan de ella, y es porque su nivel de ingenuidad es bastante alto, aunque a pesar de ello, su orgullo la mantiene en pie, para seguir buscando las respuestas que la lleven a encontrar la verdadera redención espiritual, antes de experimentar una serie de episodios humillantes, que pondrán a prueba su bondad, mientras se pasea por las calles en su vida nocturna.
“Las noches de Cabiria” no son las noches que esperamos de una prostituta.
Son 3 noches, o 3 fábulas, a cual más sorprendente:
Primero, la improbable velada con un actor famoso, Alberto Lazzari (Amedeo Nazzari)
Segundo, la visita a los infiernos con el buen samaritano, “el hombre del saco” (Leo Cattozzo) en este caso, la noche desemboca en el amanecer.
Tercero, el espectáculo de magia e hipnotismo, en un local llamado Lux, antesala de un idilio novelero.
Y son 3 noches con 3 hombres:
El primero es la frivolidad, el lujo hortera, y las burbujas.
El segundo es todo compasión, comparte sin buscar publicidad ni reconocimiento, consciente de que sus acciones, no son más que una gotita de piedad en un caudal inmenso de pobreza.
Y el tercero, Oscar D'Onofrio (François Périer), es la promesa de felicidad...
Nosotros sentimos la conexión con “Las noches de Cabiria” gracias a la poderosa interpretación de Giulietta Masina como Cabiria
Ella parece una “Chaplin Femenina” con rasgos de caricatura, porque su personalidad cómica, que queda representada con una serie de características únicas, que hace que este personaje, sea tan especial.
Ella es una prostituta orgullosa, ingenua, y espiritual, que trata de encontrar su lugar en el mundo, pero lo único que encuentra es tristeza y egocentrismo a su alrededor.
Una impresionante Giulietta Masina, menuda, dulce, y encantadora, nos muestra la inocencia de una prostituta barata, católica, ingenua, y romántica.
Nos habla de sus fracasos, de los abusos de quienes confía sin malicia.
Una y otra vez, será despreciada, agredida, engañada, o robada, y a pesar de esto, será capaz de la superación, del perdón, y de la esperanza en la vida, al fin y al cabo, solo le han robado cosas materiales.
Su inmensa humanidad sigue intacta, dispuesta a olvidar, y a seguir soñando en una vida digna, en una persona honesta, incluso, en un Dios justo.
En Le Notti di Cabiria, aparecen en ciernes, algunas de las constantes del autor, que adquieren en la etapa siguiente mayor desarrollo, como:
Las figuras fantasmagóricas, en la procesión de penitentes que se pierde en la oscuridad; y las matronas gruesas como Wanda.
Se observan algunos trazos surrealistas, como la vieja prostituta que sale del subsuelo, en la escena del samaritano, eliminada por la censura por cierto.
No cabe duda, de que el simbolismo religioso de Fellini, sigue en pie en Le Notti di Cabiria, como en la escena que Cabiria y sus amigas, se van a un culto religioso, para alabar a La Madonna, donde se hace mención a los altares religiosos, y el deseo de iluminar el alma.
Otras de las escenas que refleja el misticismo del director, es cuando Cabiria, en una de sus aventuras, se adentra en un espectáculo de hipnotismo, y queda completamente hipnotizada, revelando inconscientemente, parte de su vida; es ahí donde Fellini vuelve a mostrar su extraña obsesión hacia lo místico, y lo artístico con gran precisión escénica.
Curiosamente, para el estreno general, Le Notti di Cabiria necesitaba un certificado de la censura italiana.
Que éste no se emitiera de inmediato, no fue una sorpresa.
Incluso antes de que el rodaje hubiera terminado, las autoridades ya habían expresado sus dudas, y exigieron en vano, que Fellini acordara por escrito, alterar cualquier cosa que pudieran encontrar ofensiva.
Aparentemente, el problema era el tema de la prostitución…
Fellini argumentó, con razón, que las referencias directas al trabajo, son insignificantes, y que tampoco hay sexo, o desnudez.
Al final, se hizo evidente que el verdadero problema, era La Iglesia Católica.
Los sacerdotes en Le Notti di Cabiria, se muestran, bien como codiciosos, como los mercaderes de curaciones falsas en el santuario, bien como santos locos, como el hermano Giovanni…
Le Notti di Cabiria se salvó, gracias a la ayuda del jesuita, Angelo Arpa.
Según Fellini:
“La censura había prohibido Le Notti di Cabiria, y yo no quería que quemaran los negativos.
Así, acepté el consejo que me dio padre Arpa, un amigo jesuita inteligente y, tal vez, sin prejuicios.
Fui a Génova a ver a un cardenal famoso, considerado uno de los más papables, y tal vez por esto también, muy poderoso, para pedirle que viera la película.
En una minúscula sala de proyección, ubicada justo detrás del puerto, había hecho instalar en el centro un sillón, que había comprado el día antes, en una tienda de antigüedades.
Era una especie de trono, con un gran cojín rojo, y flecos dorados…
El cardenal llegó a las 12:30 de la noche, en su Mercedes negro.
A mí no me permitieron que me quedara en la sala, y no sé si el alto prelado vio de verdad toda la película, o se quedó dormido…
A lo mejor, el padre Arpa lo despertaba en los momentos más oportunos, cuando había procesiones, o imágenes sagradas…
Sea como fuere, al final dijo:
“Pobre Cabiria.
¡Tenemos que hacer algo por ella!”
Tras una simple llamada telefónica, todas las objeciones, seculares y religiosas, se evaporaron; todas excepto una”
Se le pidió a Fellini, que eliminara al “hombre del saco”
Opina Fellini:
“Hubo quienes en La Iglesia Católica se opusieron, diciendo que era el papel de La Iglesia, alimentar a las personas sin hogar y hambrientas, y que hacía parecer que La Iglesia no estaba haciendo un buen trabajo, con la que era su responsabilidad.
Podría haber respondido que, “el hombre del saco” era un católico, un muy buen ejemplo de un católico, que estaba asumiendo su responsabilidad individual, pero no sabía a quién debía decírselo”
Esta escena, que en el momento de su estreno, sólo se vio en la proyección de Cannes, se ha añadido al metraje, en recientes restauraciones.
Y sí, los últimos minutos de Le Notti di Cabiria, me parecen antológicos:
Desde que Cabiria deja su casa, y se encuentra con su novio Oscar, para casarse con él, Fellini deja pistas evidentes, para que todos los espectadores sepamos, qué va a pasar.
Todos, claro, menos Cabiria.
Es el único ser inocente, incapaz de prever un final abrupto.
Con ello, la angustia que se genera en el espectador, es creciente.
Después, junto al río, el círculo de la historia se cierra, llega el clímax, y el destino de Cabiria se hace patente.
Llegados a ese punto, es ella la que, consciente de su propia condición de desamparada entre los desamparados, entrega su bolso a su traidor acompañante.
Y éste, inmovilizado por la culpa y el remordimiento, pero vencido por el egoísmo, coge el botín, y sale huyendo.
A Cabiria no le quitan el dinero, es ella la que lo entrega, cuando se da cuenta de que todo es un engaño.
Quizá Oscar no habría sido capaz de hacerle daño a Cabiria, quizá ella habría podido salvar su pírrica fortuna...
Pero:
¿Qué más daba?
Ya ha perdido…
Sin embargo, cuando se levanta sola, perdida, sin nada, una simple melodía le hace sentir el optimismo de su existencia, y experimenta de nuevo, las ganas de ilusionarse por la vida otra vez.
Y nos mira, a la cámara, con una sonrisa cómplice, con la que nos transmite su espíritu de incansable lucha.
Una mirada para un final demoledor.
Por último, una bellísima creación en la que la música juega un importante papel, en relación con el personaje central.
El compositor Nino Rota, escribió un tema alegre y bailable, que retrata el idílico pero falso mundo en que vive la joven Cabiria, y lo contrastó con otro mucho más pausado y lánguido, que muestra lo que ella no sabe ver, es el caso de la secuencia en que ha vendido su humilde casa, porque cree, equivocadamente, que va a casarse con un hombre honesto.
La partitura funciona como contraste:
En la secuencia final, cuando Cabiria está comiendo en un restaurante, con su falso “Príncipe Azul”, un músico callejero les canta una triste canción, que en nada concuerda con la radiante felicidad de la pobre Cabiria.
Minutos después de que le hayan vuelto a robar y que, desesperada, no haya conseguido convencer al ladrón, de que también la mate, Cabiria camina con lágrimas en los ojos, por una solitaria carretera, en una patética procesión de pena.
Y aparecen unos jóvenes, que interpretan la misma canción del restaurante, pero de forma alegre y festiva, que hace que ella esboce una esperanzadora sonrisa.
Son 2 piezas que muestras las 2 caras de la moneda, las 2 caras de la vida, y Cabiria escoge una.
“Madonna, Madonna, aiutami a cambiare la mia vita”
(Virgen María, Virgen María, ayúdame a cambiar mi vida)
Le Notti di Cabiria es una maravillosa oda a la superación del hundimiento, a la resurrección del enterramiento, a encarar la vida con la sonrisa, de la filosofía más poderosa:
El sentido del humor.
Porque a fin de cuentas, todas las calamidades y dramatismos que padecemos, también pueden contemplarse con la habilidad, la superioridad, y nuestro potencial mental de comprensión positiva, consistente en contemplar el juego de la existencia, precisamente como “juego” con sus ganancias y sus pérdidas, siempre relativas, lo cual es más saludable y poderoso, que la habitual tendencia a tomarnos todos los desencantos, con excesiva seriedad e importancia.
Sin duda, en esos minutos finales, donde en el rostro abatido de Giulietta Masina va surgiendo una sonrisa, y la luz de la reacción positiva, en el sentido filosófico que recomendaba el antiguo sabio cordobés, establecido en Roma, el universal Séneca:
“Más apropiado es reírse de la vida, que lamentarse de ella”

“Dai, Cabiria, facciamo una bella risata”
(Vamos, Cabiria, vamos a tener una buena risa)



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