Prêt-à-Porter

“The shadow or… and the sun?”

En la década de los 50, se produjo una gran revolución en la moda, a nivel internacional.
La Alta Costura, sin llegar a desaparecer, fue poco a poco desplazada por el “prêt-à-porter”
Y se inició un periodo de “democratización” de gran repercusión, desde el punto de vista social; las prendas se empezaron a fabricar a gran escala, y la ropa de diseño, bien confeccionada, alcanzó a otros estratos sociales.
Muchos de los grandes nombres de La Alta Costura, se sumaron a esta nueva tendencia, para poder mantener sus casas, e incluso, algunos de ellos, optaron por abrir boutiques, donde se comercializase esa otra línea paralela a sus creaciones más mimadas.
El primer caso fue, el de Yves Saint Laurent; sin embargo, fue solo cuestión de tiempo, para que todos los grandes salones, se despidiesen de sus mejores clientas…
El excesivo importe de los impuestos relacionados con el lujo, y otras razones fiscales, aceleraron el cierre de la mayoría de estas casas.
“Prêt-à-porter” es una expresión francesa, que significa textualmente:
“Listo para llevar”; y se refiere a las prendas de moda, producidas en serie, con patrones que se repiten en función de la demanda; es por tanto, la moda que con diferentes calidades y precios, se ve en la calle a diario.
Aun así, hay también un “prêt-à-porter” de lujo, producido por numerosas firmas de máximo prestigio, como Yves Saint Laurent y Chanel.
Al igual, este término es para prendas específicas, que están diseñadas y fabricadas, bajo estándares de medida; a comparación de la moda “hecha a medida” o “Haute Couture”, es decir, ropa hecha de “alta costura” por grandes modistas, y con bastante frecuencia, de diseño exclusivo.
En otras palabras, “prêt-à-porter” es un punto medio, entre “alta costura” y mercado de masa; como pueden ser los jeans de Armani, y la ropa casual de marcas exclusivas; la cual no está hecha para clientes individuales, pero se toma gran cuidado en la elección, y el corte de la tela.
La ropa, está confeccionada en pequeñas cantidades, para asegurar la exclusividad, por lo cual es más bien costosa…
En la industria de la moda y diseñadores que producen “prêt-à-porter”, trabajan y diseñan, tomando como referencia, la tallas por tamaño:
Chica, mediana, y grande; o por números, 2 o 6; este proceso, es un tanto industrial, y esto a su vez, hace que facilite la producción, hacer eficientes los recursos económicos, y poder desarrollar patrones, que se pueden reutilizar en infinidad de telas y materiales.
Su principal objetivo, es llegar a las masas, a través de prendas de uso casual, o diario.
Hace algunas décadas, de hecho, las casas de diseño de “alta costura” no fabricaban sus prendas a gran escala, por tanto, se reflejaba en un mercado muy pequeño, el mercado del lujo.
Así, la creación de colecciones “prêt-à-porter” ayudó significativamente, a ampliar el mercado de estas marcas y diseñadores, ayudándolos a convertirse en empresas multimillonarias.
Insisto, que sea “prêt-à-porter” no significa que los materiales sean de baja calidad, y ni que la confección sea mala; al contrario, muchas veces, casas de diseño como Saint Laurent, Chanel, y Dior recientemente; manejan líneas “prêt-à-porter” a la par que líneas “Haute Couture”, claro que, separándolas y distinguiéndolas debidamente.
Por lo general, sus colecciones “prêt-à-porter” son presentadas durante los Fashion Week.
En la actualidad, casi todas las casas de moda, tienen su colección “prêt-à-porter”, aunque unas más sofisticadas que otras.
Por último, el papel de los medios de comunicación, también ha sido esencial en este aspecto, pues tanto los diarios como la prensa especializada y, sobre todo, la televisión, se convirtieron en el canal de difusión más inmediato.
“Some things never go out of style”
Prêt-à-Porter es una comedia del año 1994, dirigida por Robert Altman.
Protagonizada por Julia Roberts, Tim Robbins, Sophia Loren, Marcello Mastroianni, Kim Basinger, Stephen Rea, Lauren Bacall, Anouk Aimée, Lili Taylor, Rupert Everett, Forest Whitaker, Sally Kellerman, Linda Hunt, Danny Aiello, Teri Garr, Lyle Lovett, Richard E. Grant, Jean-Pierre Cassel, Chiara Mastroianni, Rossy de Palma, Tracey Ullman, Jean Rochefort, Michel Blanc, François Cluzet, Sam Robards, Harry Belafonte, Cher, Helena Christensen, Tatjana Patitz, Jean-Paul Gaultier, Paolo Bulgari, Anello Capuano, entre otros.
El guión es de Robert Altman y Barbara Shulgasser, basándose en el tras bambalinas de un show de modas “prêt-à-porter”
El director, se rodea de un enorme reparto de excepción, para hablar de moda; bueno, más bien del estrés, los líos amorosos, las envidias, las rivalidades, y las zancadillas, entre todo aquél que conforma este mundo; y tiene como escenario, la presentación en París, de las colecciones de “prêt-à-porter”
Allí, acuden diseñadores, modelos, fotógrafos, periodistas, y famosos, aunque los auténticos protagonistas, son las envidias, y las rivalidades personales.
Y esa fue precisamente la excusa que Altman tuvo para el rodaje de esta excelente comedia:
El acontecimiento más importante del mundo de la moda, es La Pasarela París.
A ella acuden todos los relacionados al mundillo; hasta que el supuesto asesinato del Jefe de La Cámara Sindical de La Moda, Olivier de la Fontaine (Jean-Pierre Cassel), centra toda la atención.
Todos son sospechosos, y es en este lugar, donde salen a relucir todos los trapos sucios:
Editoras de revistas que se venden; fotógrafos arribistas; periodistas deportivos, introducidos en este mundo de forma casual; veteranas diseñadoras de moda con hijos esquivos; fabricantes de botas tejanas; fetichistas de los disfraces femeninos...
Robert Altman, crea una serie de pequeñas historias, a modo de viñetas, muchas de las cuales sin conexión, de este mundo coral repleto de personajes, en un desfile de rostros conocidos; con una visión, aparentemente triste, de un mundo que sobresale por su superficialidad, y su falta de interés.
La trama de Prêt-à-Porter, gira alrededor de la muerte de uno de “los peces gordos” de esa industria, al que se le atraganta un bocadillo...
Y ahí es donde Altman da en el blanco, pues da la impresión, de que no ha muerto nadie, porque sus allegados siguen su vida normal, sin que les haya afectado para nada, el óbito del mismo.
“One is bigger than the other one”
El director Robert Altman, una vez más nos proporciona un auténtico fresco, lleno de hipocresías e intereses, desarrollado en esta ocasión, en una profesión llena de superficialidad y banalidad.
Y Altman se mofa de ese mundo, con un desfile de modelos, completamente desnudas, diciéndonos que así van más elegantes; o que solo falta verles el palmito para que estén “in”
A destacar sobre toda la fauna, la pareja Sophia Loren y Marcello Mastroianni, que hemos visto en muchísimas comedias italianas, algunas excelentes, y que aquí está vista con fina ironía.
Isabella de la Fontaine (Sophia Loren), le monta un striptease, a su ardoroso galán, y ex esposo, ya en el ocaso de sus vidas, pero éste se queda dormido, en un claro homenaje del striptease de la comedia italiana:
“Matrimonio all'Italiana” (1964) de Vittorio De Sica; la cual en Prêt-à-Porter, se nos muestra como una pasión de antaño que se ha apagado; así como el mismo amor.
Sin embargo, la escena más conocida de Prêt-à-Porter, es el “catwalk” de modelos, totalmente desnudas, en el desfile de Simone Lowenthal (Anouk Aimée)
Finalmente, y tras el irónico final, francamente jamás hubiera introducido en los títulos de crédito finales, esas imágenes tan forzadas, de pasarelas, pero quizás obedece a algún compromiso con sus modistos invitados, a modo de intercambio, por aparecer en Prêt-à-Porter...
El punto más débil de esta comedia, es que no hay prácticamente guión, y ese es el gran problema al afrontar una obra con reparto coral.
Por último, la banda sonora, se hizo muy famosa en los 90, con gran cantidad de artistas invitados, que van desde Prince como New Power Generation, hasta U2, Janet Jackson y The Rolling Stones, por decir algunos.
“This is fucking fruitcake time.
I mean, is that fashion, is it?
I mean is there a message out there?
I mean you got lot of naked people wandering around here”
El mundo de la moda, al igual que la aristocracia, la monarquía, la plutocracia, es de los que menos simpatías despiertan entre los creativos de cinematografía, o cualquier otro medio de expresión.
Es ese concepto falso de belleza, el que desagrada, porque no es real:
Los físicos que muestran, nada tienen que ver con los que se nos quiere vender; por otra parte, nos presentan un tipo de vestido de alto coste, sólo apto para economías privilegiadas, elitistas, pero que en realidad, muchas veces raya en lo grotesco.
En cierto modo, es así:
El mundo de la moda, es completamente absurdo, y carece de interés…
Para la mujer, es una forma de alienación, una fuente de falsas necesidades, y de mucha competencia.
Ese desfile de chicas anoréxicas, que pretenden hacernos creer que “son diosas de la belleza”, provocando complejos a quien no tiene tan insípida figura, es un mundo que no se distingue por su autenticidad.
Según Gianni Versace:
“Cuando una mujer cambia su imagen demasiado, de una temporada a otra, es porque se ha convertido en una víctima de la moda”
Las víctimas de la moda, dada su debilidad para marcarse límites, gastan grandes cantidades de dinero en productos y marcas de lujo, esperando que la imagen que proyectan, sea proporcional al coste de esas prendas.
Y es que mantenerse al día con la moda, es a menudo muy costoso.
Los vestuarios caros, indican que la persona que los lleva, posee un elevado nivel financiero, pero estos vestuarios caros, no son necesariamente “cool”, ni consiguen lo que se conoce como “estilo”
Si bien, las marcas de diseñador, forman parte importante de la identificación con la moda y estilo, y nos hemos acostumbrado a la aceptación social que supone el uso de determinados logos y etiquetas; éstas, muchas veces migran desde el interior de la prenda a su exterior, de la manera más visible posible, e identificable, convirtiendo a sus portadores, en anuncios comerciales andantes; nótese los anteojos VERSACE o D&G en ridículas letras mayúsculas...
También, es usual que se asocien a marcas de diseño, con calidad de fabricación, y precio más elevado.
Estos productos de calidad, suelen comercializarse, dando a entender que el portador, automáticamente posee características personales de calidad…
Los diseñadores, han identificado este hecho, y en algunos casos, son capaces de aprovecharlo, para pedir precios exorbitantes, desproporcionados al coste de fabricación.
Ejemplos de marcas que utilizan este fenómeno, para su bien financiero, son marcas de prestigio, tales como:
Versace, Gucci, y Burberry.
Los fabricantes de perfume como:
Chanel y Guerlain.
Y fabricantes de joyería y relojes, como:
Rolex y Bulgari.
Así las cosas, las víctimas de la moda, tienen una incapacidad para reconocer las fronteras, pueden aspirar hasta el extremo de lo que está disponible, la búsqueda de productos caros, o en el peor extremo de los casos, copias de estos productos; en la creencia de que la pantalla externa de esos artículos, les proporcionara admiración, por parte de la sociedad…
Algunas publicaciones y revistas, promueven este “concepto” de “la ropa te dará prestigio y admiración” como lo son las revistas:
Cosmopolitan, Vogue, Harper's Bazaar, entre otras.
El problema viene cuando, como dijo el fallecido Óscar de la Renta, te conviertes en un “Fashion Victim” sobrepasando los límites comunes de vestir a la moda.

“You're a shit”



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