El Secreto de sus Ojos

“¿Como hizo para aprender a vivir sin ella?”

En los años 70, la justicia no era tal en Argentina, y los victimarios solían pasarse de un bando al otro con la facilidad que da el poder, el abuso, y la prepotencia.
El terrorismo de Estado en Argentina, durante las décadas de 1970 y 1980, fue un período de terrorismo de Estado, llevado a cabo durante la última dictadura cívico-militar, autodenominada:
“Proceso de Reorganización Nacional”, que gobernó la Argentina, desde 1976, hasta la restauración de la democracia, en 1983.
Durante este tiempo, la dictadura realizó un régimen de represión ilegal, violencia indiscriminada, persecuciones, tortura sistematizada, desaparición forzada de personas, manipulación de la información, y demás formas de terrorismo de Estado.
Se estima que durante ese período, las fuerzas represoras del gobierno de facto, hicieron desaparecer a aproximadamente, 13,000 personas, cifra oficial discutida…
La denominación, también utilizada de “guerra sucia” alude al carácter informal e irreglamentado, del enfrentamiento entre el poder militar, desligado de la autoridad civil; contra la misma población civil, y las organizaciones guerrilleras, que no obtuvo en ningún momento, la consideración explícita de “guerra civil”
El uso sistemático de la violencia, y su extensión contra objetivos civiles en el marco de la toma del poder político y burocrático por Las Fuerzas Armadas, determinó la inmediata suspensión de los derechos y garantías constitucionales, y propició la aplicación de tácticas y procedimientos bélicos irregulares, a toda la población.
La denominación “guerra” es objetada por organizaciones políticas y de derechos humanos, quienes sostienen que se trata de un argumento esgrimido originariamente por la dictadura militar, para justificar la represión indiscriminada…
El antecedente inmediato del Estado Terrorista, implantado por la última dictadura militar, fue la denominada:
“Alianza Anticomunista Argentina” también llamada “Triple A”
¿Podemos hacer algo para luchar contra eso?
¿Actuamos igual que los corruptos, para hacer justicia por nuestra cuenta?
¿El fin justifica los medios?
¿Es justicia hacerlo fuera del sistema?
¿Qué hacemos ante tanta arbitrariedad que existe en nuestro mundo?
¿Hasta dónde podemos aguantar?
“Hay que negar todo, Benjamín”
El Secreto de sus Ojos es un drama de suspenso, hispano-argentina, del año 2009, dirigido por Juan José Campanella.
Protagonizada por Ricardo Darín, Soledad Villamil, Guillermo Francella, Pablo Rago, Javier Godino, José Luis Gioia, Mario Alarcón, Mariano Argento, Kiko Cerone, David Di Nápoli, entre otros.
El guión es de Juan José Campanella y Eduardo Sacheri, basados en la novela “La Pregunta de sus Ojos” (2005) de Eduardo Sacheri; siendo la primera novela que realizó.
Dice el autor:
“El germen de la historia, es un viejo expediente en el juzgado donde yo trabajaba.
Mi jefe me comentó un día, pidiendo la causa del archivo, que uno de los condenados, había salido libre en La Amnistía del 25 de mayo de 1973, una amnistía que incluía exclusivamente, a presos políticos, sin embargo, este tipo había salido de la cárcel, sin tener absolutamente nada que ver con la resistencia frente al régimen militar de Juan Carlos Onganía, ni nada por el estilo.
A mí me quedó esa noción de la impunidad, el tipo estaba preso por el delito de robo con arma, la idea de cómo puede clausurarse por motivos ajenos a los involucrados la noción de justicia, aún la imperfectísima justicia de los hombres; la novela es una reflexión sobre el castigo, es una indagación sobre las fallas en el sistema jurídico argentino, desde antes de la dictadura de Jorge Rafael Videla, y que se repitieron durante el neoliberalismo impuesto por Carlos Saúl Menem”
Y Juan José Campanella, logró plasmar en El Secreto de sus Ojos, con tintes de “thriller” y románticos, un claro retrato de los difíciles tiempos que vivía La República Argentina en la década de los 70:
El atropello del Estado sobre la ciudadanía, los crímenes sin resolver, y las desapariciones, fueron los costos que pago la sociedad argentina, por manejos totalitarios del Poder Ejecutivo.
Sacheri define la novela “La Pregunta de sus Ojos” dentro del género literario de “Novela Judicial”:
“Porque es la historia de un crimen, vista desde el sistema jurídico, no es una novela policial”
El Secreto de sus Ojos es una coproducción realizada con capital local, y de España, que logró ser la película argentina de mayor éxito del año 2009, y una de las más taquilleras de la historia del cine argentino, con más de 2 millones y medio de espectadores.
En el 2010, se convirtió en la 2ª película argentina, en ganar el premio Oscar a La Mejor Película Extranjera, después de “La Historia Oficial” (1985)
El Secreto de sus Ojos transcurre en el año 1999, y se remonta a los años 70, con los “flashbacks” que magistralmente nos muestra Campanella, de esta forma logramos entender bien el contexto de la historia, y percibimos que siente cada personaje, logrando que el espectador se sienta identificado, y que lo que vemos en pantalla, realmente nos llegué al corazón.
La acción tiene lugar durante el fallido gobierno de Isabel Martínez de Perón, sucesora de su marido en la presidencia.
En esa época, Argentina es una sociedad convulsa, desarticulada políticamente, donde los recelos e intereses personales de los políticos, han llegado hasta al poder judicial, y se añaden a la tradicional ineficacia, e indolencia de la justicia suramericana.
Benjamín Espósito (Ricardo Darín), es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires, recién retirado, ya en el año 1999.
Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido 25 años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista.
Reviviendo el pasado, viene también a su memoria, el recuerdo de una mujer, Irene Menéndez-Hastings (Soledad Villamil), a quien ha amado en silencio, durante todos esos años.
El oficial del juzgado, es un referente de cómo lo justo y lo moral, puede pervivir en la persona, a pesar de respirar el ambiente de corrupción sofocante de un juzgado.
Descubrirá sorprendentes consecuencias del delito, cuando da a leer el borrador de su novela, a Ricardo Morales (Pablo Rago), viudo de la mujer asesinada, Liliana Colotto de Morales (Carla Quevedo), y a su antigua jefa del juzgado, Irene.
Su novela, también le confirmará sus propios sentimientos negados durante toda una vida.
El Secreto de sus Ojos es muy estimable:
Las interpretaciones son de primer nivel; los diálogos son ágiles, dentro de un texto trabajado, y meramente porteño argentino; y las relaciones de los personajes, se manifiestan con respeto y mesura, sin evadir situaciones de fuerte alcance emocional.
No faltan rasgos de comedia, ni virajes en la intriga, que avivan lo que en ocasiones puede caer en la rutina, o el artificio, y se abordan apuntes sin matraquear, sobre convivencia doméstica, alcoholismo, frustración, diferencia de clases, corruptelas procesales…
Es una historia de amor, sobre las ocasiones perdidas, sobre las palabras no dichas en su momento, que te remuerden la conciencia durante el resto de tu vida; sobre amargas despedidas en la estación, y sobre máquinas de escribir, a las que les faltan letras…
Una historia sobre grandes pasiones, segundas oportunidades, y correcciones a mano en los manuscritos del pasado…
Una historia de terror, sobre las injusticias de los poderosos, la impunidad de personas mediocres, amparadas por el poder ciego, y la tiranía burocrática.
Una historia sobre terribles venganzas, y obsesivas búsquedas de justicia…
Una historia que todos deberían ver, porque a todos nos falta alguna letra…
“¿Cómo se hace para vivir una vida vacía?
¿Cómo se hace para vivir una vida llena de nada?”
Bastante bien dirigida, muy bien ambientada, y muy bien interpretada, El Secreto de sus Ojos mantiene el interés, no únicamente por conocer el desenlace de la trama, sino porque a lo largo de ésta, se van poniendo de manifiesto una serie de detalles sentimentales, psicológicos, morales, sociales, políticos, etc., de carácter universal, que invitan a la reflexión.
De modo que se trenzan, de manera magistral, una historia romántica, y una historia criminal, que se alimentan y se repudian mutuamente, y el director se mueve entre ambos tonos “como pez en el agua”, sin perder jamás, el control de la historia, capaz de armar la atmósfera precisa a cada momento, y dando muestras de un nervio narrativo inusitado.
Sin descuidar su estética, pues juega con la ironía, los símbolos, los índices, y la literatura; permite múltiples miradas, y satisface los más heterogéneos gustos.
Al que goza del género negro, en su variante latinoamericana, le brinda una historia sorprendente, en la que se entrecruzan la corrupción, la política, y el vano descubrimiento de una verdad, frente a poderes a los que poco importa la aplicación del código jurídico.
A los que prefieren las historias de amor, le otorga una llena de poesía, y libre de melodramas.
Del mismo modo, El Secreto de sus Ojos ofrece una oda a la amistad, desde la relación entre el agente judicial y su ebrio compañero.
A quienes les gusta que el cine narre las contracaras de la historia, le otorga un fresco crítico del miedo, las persecuciones, y abusos de autoridad en la Argentina de los años 70.
El Secreto de sus Ojos es una película que desde lo local, llega a lo universal, por la calidad de su historia, y la forma como se funda la psiquis del hombre y la mujer en sus turbaciones, anhelos, y ajustes de cuentas con el pasado.
Tienen los argentinos, una tremenda facilidad para el discurso, y las réplicas ágiles, y eso lo aprovecha Campanella, para descargar el peso de la historia sobre el diálogo.
Si el comienzo es muy visual y cinematográfico, con un uso de la fotografía que borra los contornos para centrarse en la pareja, a medida que la historia avanza… El Secreto de sus Ojos se hace cada vez más narrativa, con un montaje y planificación, que derivan hacia lo televisivo, todo hay que decirlo; y que se apoyan en la carga de suspense propia del “thriller”, para terminar, demasiado metraje, “cerrando puertas” con complacencia, y un plus de romanticismo.
Al final, este “thriller policíaco” puede verse como el proceso de maduración de un idealista, que confía ciegamente en la justicia, hasta que la realidad le enseña otra cosa:
Un joven enamorado, que no se decide por miedo o incertidumbre, y que necesita encontrarse con la verdad que esconden esos ojos, para poder escribir la letra “A”
Los personajes mutan a lo largo del metraje:
Son complejos, y se ven sometidos a circunstancias que los llevan a trasgredir sus códigos éticos, con relación a sus propósitos.
Desde el mismo asesino, hasta sus investigadores.
La mirada del espectador cambia frente a ellos:
Al que se ve como culpable, se termina compadeciendo; al que lucía como tonto enamorado, se le descubre genial, por la forma como cumple sus promesas; el que parecía un simple pensionado, condenado a la soledad y la escritura, se le otorga la admiración, por encarar el amor en la vejez; al que se le podría reprochar que como ayudante del juez, se escapara para emborracharse, mientras se estudiaban los casos, se termina amando, porque descubre el sentido de las pistas, justo en las tabernas, siendo capaz de los actos más leales de amistad, en los momentos crudos, cuando el crimen pacta con el Estado, para acabar a sus propios jueces.
Como simbolismo:
Las puertas, en el lenguaje visual sugieren lo laberintico del sistema judicial de tantos países, que al final, en la última toma, queda el esclarecimiento de los 2 implicados en esa historia, cerrando la puerta, pero igual cada persona, cada pareja, cada par de ojos, tiene su puerta, que en algún momento tendrá que cerrar, para determinar lo que paso.
La mujer violada, Liliana Colotto de Morales, caso central de la historia policial, no es más que la patria Argentina, la nación, o la democracia, muy bien representada, o simbolizada con una bella chica, a la cual, todavía es un enigma para muchos reconocer quien es el responsable de tremenda vejación, si autor o consentidor, si el que no la cuido, o el verdugo que ejecuto la orden…
Después, El Secreto de sus Ojos deja entrever un importante tinte político, y con marcada sutileza, plantea su alegato contra la incompetencia de los estrados.
Y, aunque su historia se ubica en 1974, no es ajena a la realidad actual, pues los desmanes, y la inoperancia de la vergonzosamente llamada “justicia”, sigue siendo un horror de cada día, en casi todo el paisaje Latinoamericano.
“what if…”:
El asesino de la mujer fue su propio esposo, él sabía que le era infiel, pero no sabía con quién, hasta que Esposito, mirando unas fotos, le dio a conocer el amante, por la mirada, ese es “el secreto de sus ojos”
Y él cayó en cuenta, y se propuso a intentar atraparlo con ayuda de la ley, o sin ella…
Por eso, él se paseaba por el tren, esperando al tipo, pues ya lo conocía, y no era tan bobo de esperar a alguien que no conocía.
Así las cosas, el esposo también mando a matar a Esposito:
Miren el detalle cuando Esposito, después de 25 años va a buscarlo…
El esposo queda sorprendido, pues lo pensaba muerto; ya que lo mandó a matar por medio de unos sicarios que sabían dónde vivía Esposito, pero no conocían su identidad, no sabían cómo era él.
Al final, él se venga de la esposa, y de su amante.
Por otro lado, no se trata de saber quién es el asesino, se trata de analizar las consecuencias de las decisiones que tomamos, y en algunos casos, la posibilidad de redimir aquellas que tuvieron consecuencias desafortunadas.
El espectador, intuye que el origen del interés de Benjamín por el caso, se basa en el intenso amor que observó en Morales por su esposa, cuando le relató lo que venía haciendo en la estación de ferrocarril...
Benjamín, en un propósito de emulación, transpone esa observación a su propio amor particular.
Aun así, eso es todo lo que más explicaría su interés por el amor que demuestra Morales, pero no su interés por el caso.
Y el motivo por el que accede a su propio sacrificio, el borrachín de Pablo Sandoval (Guillermo Francella), adivinamos que, porque se siente un hombre acabado:
Es alcohólico, detestado por su mujer, etc., pero tampoco el personaje se expresa previamente en ese sentido.
Sin embargo, respecto al marco histórico en que se desenvuelve, El Secreto de sus Ojos no se destaca en este hecho.
La política no interviene en ningún momento, sólo se sufren sus consecuencias, el deterioro de la administración de justicia, lo sufre el pueblo en sus quehaceres diarios.
No se vive aún, el clima de violencia y abusos de la posterior dictadura regentada por Las Juntas Militares, con sus miles de desaparecidos, pero hay un tenso malestar.
La escena de la persecución en un increíble plano secuencia en el estadio de Huracán, en un partido de Racing es notable.
Las escenas románticas entre los protagonistas, donde se puede ver una de las químicas más naturales y mágicas en la historia del Séptimo Arte.
La tristeza y el sentimiento desgarrador de Ricardo Morales, después de perder al amor de su vida.
Nada más cómico, que la manera en que contesta el teléfono, Pablo Sandoval en el despacho judicial...
Otro acierto, es la forma de filmar muchas secuencias:
No grabando al personaje claramente, sino agazapando la cámara detrás de una puerta, o de otra persona, o de una pila de papeles, pretendiendo que el espectador, no vea directamente la escena, sino que la espíe… que se mantenga al acecho… que la escudriñe...
Es otra forma de filmar, muy interesante.
Del “Temo” al “Te Amo” y ese final con la letal:
“Usted dijo perpetua”
Por último, el significado de la “A”:
Emocional (amor)
Afectiva (amistad)
Delictiva (asesinato)
Geográfica (Argentina)
Histórica (La Triple A), etc.
“Y ya no sé si es un recuerdo, o el recuerdo de un recuerdo lo que me va quedando.
¿Se da cuenta?”
Resulta pues, que La Alianza Anticomunista Argentina (AAA), conocida como “Triple A”, fue un grupo paramilitar y terrorista de extrema derecha peronista de la Argentina, que asesinó a artistas, intelectuales, políticos de izquierda, estudiantes, historiadores, y sindicalistas.
Además de utilizar como métodos las amenazas, las ejecuciones sumarias, y la desaparición forzada de personas, durante la década de 1970.
Fue responsable de la desaparición y muerte, de casi 700 personas; y sus acciones fueron catalogadas como “delitos de lesa humanidad” por el juez federal, Norberto Oyarbide, en 2006.
Antes del inicio del “Proceso de Reorganización Nacional”, la más sangrienta dictadura argentina, la “Triple A” ya había sido desmantelada, y las acciones represivas fueron llevadas a cabo, en lo sucesivo, por los militares.
Aunque algunos investigadores, como el periodista Juan José Salinas sostienen que varios de sus miembros, como el de caso Aníbal Gordon, continuaron trabajando para los militares, porque ya venían haciéndolo en la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE), y otros, entrenaron escuadrones de la muerte, y bandas paramilitares en Centroamérica y Colombia.
Con todo, resulta extraña la memoria humana:
Un acontecimiento que ha marcado nuestras vidas, puede estar latente, barrenando nuestro cerebro, hasta que un buen día, decidimos recuperarlo.
Cuando algo nos marca en el pasado, y queda inconcluso, siempre nos queda una especie de desazón, un regusto amargo, que hace que no podamos superar ni olvidar esos hechos.
Es un lujo poder volver a redescubrir nuestro pasado, y tratar con viejos conocidos y amigos, sobre aquellos acontecimientos que nos marcaron, en un intento de sosegar nuestra conciencia y nuestra alma.
No todo el mundo es capaz de hacerlo, de remover nuestra propia mierda y, por mucho que nos duela, o por difícil que nos resulte, aclarar y solucionar aquello que ha ido y venido de nuestra mente, en los momentos de soledad de los últimos años.
Ya pueden pasar 25 años, o solo unos meses, pero es importante que antes o después, quedemos en paz con nosotros mismos.

“Supongo que cuando no se pueden decir las cosas, las miradas se cargan de palabras”



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