Silkwood

“Goddamn government fucks you comin' and goin'”

Karen Silkwood, fue una activista, sindicalista, y trabajadora de una planta de preparación de combustible nuclear estadounidense, que se hizo conocida a mediados de los años 70, por denunciar graves irregularidades en temas de seguridad, por parte de la empresa para la que trabajaba.
A comienzos de esos años, Karen Silkwood comenzó a trabajar en una planta de preparación de combustible nuclear, situada cerca de Crescent, Oklahoma, EEUU; propiedad de la compañía Kerr-McGee, y se afilió al Atomic Workers Union.
Tiempo después, el sindicato le asignó la tarea de investigar cuestiones relacionadas con la seguridad de la planta, y la salud de los empleados.
Silkwood descubrió numerosas violaciones de las normas de seguridad y de protección de la salud en la planta, incluyendo la exposición de los trabajadores, a sustancias radiactivas, el almacenaje incorrecto de residuos, etc.
La compañía Kerr-McGee, fue demandada por contaminación al medio ambiente, y falta de seguridad para sus empleados.
En el verano de 1974, Silkwood le entregó a La Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos, una lista detallada de violaciones de normas de seguridad.
Declaró ante La Comisión, que ella misma había estado expuesta a la radiación, en una serie de incidentes que la compañía nunca había explicado.
Se comprobó que los guantes que había utilizado Silkwood, estaban contaminados con plutonio.
El plutonio, es un elemento químico transuránico, y radiactivo; y en humanos, es un veneno que se acumula en la médula ósea, y emite su radiación de partículas alfa, que son núcleos de átomos de helio, formados por 2 protones y 2 neutrones.
Estas partículas alfa, que salen desde el interior de las células de los organismos vivos, producen daños sobre los cromosomas de las células, dañando su ADN, y su sistema para reproducirse, con lo cual, aparecen células cancerosas, que dan lugar a cáncer de hígado, de pulmón, y los huesos.
No obstante, aunque parezca extraño, la compañía no había registrados índices de pérdidas, ni había dado ninguna explicación que respondiera a, cómo habían sido contaminados estos elementos de trabajo.
Además, se encontró plutonio en la propia casa de Silkwood, en la cocina, en el baño, y en el dormitorio.
Entre las numerosas irregularidades denunciadas, estaba también una deficiente capacitación de sus empleados, que con frecuencia, realizaban tareas para las que no estaban preparados, o que la compañía no cumplía los estándares de calidad en la producción del combustible, o que incluso, habían falsificado datos de las inspecciones.
La compañía, intentó desacreditar a Silkwood por todos los medios, y llegaron a decir que Silkwood, se había contaminado a propósito, con la intención de perjudicar a la compañía.
El 13 de noviembre de 1974, Karen Silkwood falleció en un accidente automovilístico, bajo circunstancias altamente sospechosas, mientras acudía a una reunión con su novio Drew Stephens, un reportero del New York Times, y un dirigente sindical en Oklahoma City.
Se creía que llevaba consigo documentos que probaban acusaciones por falsificaciones de controles de calidad de barras de combustible nuclear.
Ella misma había declarado con antelación, que tenía reunida numerosa documentación para apoyar las acusaciones en el juicio.
Algunas personas que la vieron antes de coger el coche para acudir a la reunión, testificaron que ella llevaba consigo una carpeta, y un paquete con documentos.
Sin embargo, nada de esto fue hallado después del accidente.
Según la versión oficial, el accidente se debió a que, simplemente se quedó dormida, y para esto, se apoyaron en algunos medicamentos que ella tomaba, y que podían producir somnolencia.
Sin embargo, para mucha gente, Karen Silkwood fue asesinada, para silenciar sus acusaciones contra la compañía.
Investigadores independientes dicen que el coche fue golpeado por detrás, haciéndole perder el control.
También dicen que, justo antes de chocar, ella preparó su cuerpo para atenuar el impacto, lo que sería imposible si estuviera dormida…
El caso Silkwood, impactó a la opinión pública de EEUU, y sirvió para alertar sobre los peligros de la energía nuclear, así como plantear dudas sobre el comportamiento irresponsable, y poco ético de las empresas de este sector.
En 1975, Kerr-McGee cerró definitivamente la planta.
Por su parte, los padres de Karen, que la sobreviven, confirman cada vez que les tocan el tema:
Pocos días antes de morir en esa autopista, los llamó, y les dijo que estaba preocupada, que su vida peligraba.
Basados en tales circunstancias, varios años después de su muerte, demandarían por varios millones a la empresa, y ganarían el pleito, en un antecedente judicial que fue una lección para muchos.
Por años, la familia de Karen Silkwood sostuvo un litigio jurídico para exigir responsabilidades a Kerr-McGee, apoyándose sobre todo, en que la autopsia de Silkwood revelaba, que estaba contaminada con plutonio.
Finalmente, en 1986, las partes llegaron a un acuerdo, y la familia recibió una indemnización de $1,380.000, pero a cambio, la compañía no reconocía ninguna culpabilidad.
Hoy, Karen Silkwood es recordada por los grupos de feministas, defensores de los derechos humanos, y ciudadanos preocupados por la amenaza constante de tales plantas, como la heroína que no tuvo miedo en denunciar todos esos atropellos, que provocaron la contaminación, y luego el cáncer, a centenares de obreros y habitantes de la región.
“Now what'd you want to take that science class for?”
Silkwood es un drama del año 1983, dirigido por Mike Nichols.
Protagonizado por Meryl Streep, Kurt Russell, Cher, Craig T. Nelson, Fred Ward, Diana Scarwid, Ron Silver, Josef Sommer, Bruce McGill, David Strathairn, Charles Hallahan, M. Emmet Walsh, James Rebhorn, Will Patton, entre otros.
El guión fue escrito por Nora Ephron y Alice Alren, y trata de la vida de Karen Silkwood, que murió en extrañas circunstancias, mientras investigaba deficiencias en la planta de combustible nuclear en la que trabajaba.
Silkwood se inscribe en la corriente del cine crítico, que floreció en los años 70 en EEUU, pues narra una historia conmovedora, evita la grandilocuencia, y gana las simpatías del espectador, hacia una mujer cabal, que se sacrificó por sus compañeros, y probablemente, fue traicionada.
Rodada en Albuquerque y Los Alamos en New Mexico; y Dallas, Howe, Texas City, y Tom Bean en Texas, EEUU; Silkwood fue nominada para 5 Premios de La Academia:
Mejor director, guión, actriz principal (Meryl Streep), actriz secundaria (Cher), y montaje.
Silkwood es un alegato antinuclear, basado en hechos reales, en “La América Profunda” de 1974.
Karen Silkwood (Meryl Streep), trabaja en una planta de preparación de combustible nuclear de la empresa Kerr-McGee, cerca de Crescent, Oklahoma, EEUU.
Ella trabaja en la preparación de barras de combustible de plutonio para reactores nucleares; y pertenece a un sindicato.
Silkwood cree que los gerentes falsifican informes de seguridad, y arriesgan el bienestar del personal.
Por lo que Karen consulta al sindicato sobre sus preocupaciones, y viaja a Washington, DC., para testificar ante La Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos.
Pero Silkwood se contamina con plutonio… y también descubre que los negativos de las radiografías con rayos X de las barras de combustible nuclear, habían sido retocados, y que los registros de las medidas de seguridad inadecuadas, han sido alterados.
Por lo que decide llevar una investigación por su cuenta.
Cuando cree que ha reunido documentación suficiente, contacta con un periodista del New York Times, y finalmente, Silkwood muere en un accidente de automóvil, mientras acudía a una reunión con su novio, el periodista, y un dirigente sindical.
Se cree que llevaba consigo documentos que probaban acusaciones por falsificación de controles de calidad de las barras de combustible nuclear.
Silkwood, es una película necesaria y valiente, sobre una mujer que llegó a dar su vida, por denunciar las irregularidades que se dieron en la planta nuclear en la que trabajaba, mano a mano con plutonio, y como sustancias altamente tóxicas, eran expuestas a los trabajadores, con el único fin de una producción mayor, y unos mayores beneficios, en lo que llaman:
Lógica Capitalista.
Esto hace que Silkwood sea una excelente denuncia, contra los peligros a los cuales están expuestos la mayoría de los trabajadores de este tipo de plantas nucleares.
“You think I contaminated myself, you think I did that?”
Bajo el logotipo de “miedo a la radioactividad”, Silkwood destacara para siempre, en las listas de mejores historias que abordaron con tacto y emoción este tema, candente hoy y siempre, y del que nuestro planeta no cesa de resentirse, a pesar de nuestras profundas mentalizaciones.
Silkwood habla también del mundo laboral y empresarial, como de centrales nucleares, y queda bien claro, quiénes son los verdaderos culpables.
Un tema tan espinoso y monótono como Silkwood, tratado por Nichols con respeto y seriedad, pero a su vez, construyó de la mano de un guión de hierro, unos conflictos, y unos personajes cinematográficos, inolvidables.
Como siempre, en las cintas de Nichols, la historia es la base de unas subtramas, que es lo que dan poder a sus películas.
La descripción de los personajes, y cómo viven en el mundo que les ha tocado, y sobre todo, como les afecta a su carácter, los problemas con los que se encuentran.
En este caso, los personajes viven en un mundo simple y gris, pero sus emociones son torrentes de matices, que un guión excepcional, verídico, adulto, detalla con precisión, a la par que pone en boca y cuerpo de unos maravillosos actores, ese suceso inhumano, y tan propio de los humanos.
Silkwood se mete de lleno en la vida cotidiana de los protagonistas, y en la progresiva toma de conciencia de Karen, así como sus continuos estados emocionales, y los de las personas más cercanas a ella.
Narra sus relaciones con sus compañeros de trabajo, con su amante Drew Stephens (Kurt Russell), con su amiga lesbiana, Dolly Pellicker (Cher), su vida como madre separada, cuyos hijos están con su ex marido.
Y es que Karen no es una heroína, sino una mujer común y corriente, una obrera rasa, que convive con un hombre, y otra mujer, en un triángulo erótico y amoroso que la película insinúa con mucha delicadeza, aunque los personajes de la vida real, los que sobrevivieron a la muerte violenta de su amiga, han sabido rechazar en todos los tonos, tales insinuaciones perversas...
Los 3 trabajan como animales, se agotan, se divierten poco, beben cerveza, miran televisión, hacen el amor, y poco a poco, como en cualquier historia de suspenso, el espectador siente que la amenaza toma cuerpo, cobra consistencia, cuando los primeros casos de contaminación con plutonio se presentan.
Porque el plutonio produce cáncer…
La planta, sus directivos, y sus expertos en seguridad, no lo informan a los operarios.
Cuando suena la alarma roja, algunos sonríen burlonamente, y hacen bromas, pero cuando Karen Silkwood, por simple terquedad, por simple impulso, comienza a investigar, a quejarse, a buscar pruebas, a descubrir que los negativos de las pruebas realizadas a los silos nucleares, están siendo adulterados, a reunirse con líderes sindicales, a aportar pruebas para una investigación más amplia; entonces, esa muchacha que es agresiva y loca, y que masca chicle, que sostiene relaciones con un hombre y otra mujer, y fuma como prostituta; se convierte en enemigo, no sólo de la planta, sino también de sus compañeros, quienes ven amenazado su empleo, aunque se estén contaminando, y muriendo sin saberlo.
El guión de Silkwood señala, en numerosa ocasiones, lo indisciplinada que era Karen, al no pasar los controles rutinarios de contaminación por plutonio.
Y va siguiendo la brutal descomposición física, anímica, y laboral de esta muchacha, quien se contamina, y es sometida a salvajes tratamientos, y vuelve a contaminarse, mientras insiste en entregar nuevas pruebas a los investigadores sindicales y federales, que averiguan sobre la falta absoluta de normas de seguridad para los operarios que manejan ese plutonio.
Y el espectador, como en las mejores historias de terror, comprende que hay una amenaza, y una víctima; y que el peligro cada vez está más cerca, y que la casa y las pertenencias escasas de ellos 3, son contaminadas criminalmente, y Karen es acusada de provocarse ella misma esa situación, con el fin de comprometer a la planta.
Karen, irá convirtiéndose en una mujer llena de miedo, que desconfía de todos, que es abandonada injustamente por su amante, que contempla, cómo su casa es destrozada, que viaja a Washington a prestar testimonio ante una Comisión de Energía Atómica, y cuando vuelve, como en los mejores cuentos de suspenso, sabe que pronto le llegará su fin...
Silkwood es una película realista, y no cae en sentimentalismo, o escenas grandilocuentes, donde la heroína se luce en cada escena, o donde hay malos malísimos.
Es una película de emoción intensa, pero reposada y tranquila.
Silkwood toma partido por la trabajadora Karen, y se decanta, e interpreta, que su muerte no fue accidental, sino posiblemente provocada, porque no convenía que Karen siguiera hablando, apoyada por el sindicato de trabajadores, relativamente, claro está, porque el tema que va descubriendo es espinoso, y va sufriendo el rechazo de sus compañeros, por miedo al paro, y las represalias.
Meryl Streep está fantástica como una Karen, con subidas y bajadas emocionales, como un tobogán, que ama, se decepciona, lucha, se hunde, se levanta, llora, ríe, se asusta, se siente sola, a veces fuerte, otras débil; pero nunca deja de luchar.
Por último, no puedo dejar de mencionar la escalofriante interpretación a capela, del himno cristiano de John Newton “Amazing Grace”, para la desalentadora pero lógica escena final.
El tema, es casi un himno oficioso de los EEUU.
“Who's gonna rape you that you ain't already fucked?”
¿Y por qué murió tan repentinamente Karen Silkwood?
Si fue un asesinato, fue por un acto de torpeza de algún oscuro personaje que quiso, impertinentemente, tapar las nubes con las manos…
Y si fue por decisión del “fatum”, es porque bien que sabe, que hay personas que se tornan más representativas, cuando son víctimas de una inesperada desaparición... porque así animarán a otros, a proseguir su camino.
Resulta que durante y después de La Segunda Guerra Mundial, se realizaron experimentos con humanos, sin consentimiento informado, que estudiaban la radiación del plutonio, y tuvieron lugar varios accidentes críticos, algunos de ellos, letales.
Los estudios en animales revelaron que, unos pocos miligramos de plutonio por kilogramo de tejido, representan una dosis letal.
En el caso de los seres humanos, dichos experimentos implicaban, inyectar soluciones que contenían, por lo general, 5 microgramos de plutonio en pacientes hospitalarios, que se creía que sufrían de una enfermedad terminal, o que tuvieran una esperanza de vida, menor a 10 años, ya sea debido a la avanzada edad, o por la condición de una enfermedad crónica.
Esta cantidad, fue reducida a un microgramo, en julio de 1945, después de que en los estudios en animales, se constatara que la forma en la que el plutonio se distribuía en los huesos, era más peligrosa que la del radio.
Muchos de estos experimentos dieron, como resultado, fuertes mutaciones.
La mayoría de los sujetos de prueba, de acuerdo a lo dicho por Eileen Welsome, eran pobres, impotentes, y enfermos.
Posteriormente, la eliminación de los residuos de plutonio de las centrales nucleares, y el desmantelamiento de las armas nucleares, construidas durante La Guerra Fría, son preocupaciones sobre la proliferación nuclear, y el medio ambiente.
Otras fuentes de plutonio en el medio ambiente, son consecuencia de las numerosas pruebas nucleares en la superficie, ahora prohibidas.
Y es que la industria nuclear, se ha caracterizado por ser opaca, y con pocos escrúpulos.
Lo demuestra la escasa información sobre su operativa cotidiana, a pesar del control que en el caso de España supuestamente ejerce El Consejo de Seguridad Nuclear, que no es precisamente un órgano independiente…
También, se ha visto cómo, en múltiples ocasiones, han intentado esconder los accidentes o fallos, en los que se ha liberado radioactividad.
Las denuncias sobre las deficiencias, y el mal funcionamiento, nunca han sido tratadas de forma ética, por parte de las corporaciones que gestionan reactores nucleares, y plantas de procesado del material radioactivo.
Un caso similar al de Silkwood, ocurrió en La Unidad de Radiofarmacia, del Servicio de Medicina Nuclear, del Hospital Son Dureta en Palma de Mallorca, España.
Durante 3 semanas, en septiembre de 2010, se omitieron los controles de calidad de fármacos radiactivos tecneciados, usados para gammagrafías.
Se puso una denuncia, y en noviembre de 2011, se realizó en dicha Unidad de Radiofarmacia, una inspección del Servicio de Seguridad Nuclear de Baleares.
No se puso ninguna sanción…
Denunciar no sirvió de nada.
Además, cabe la posibilidad de que se hayan repetido omisiones similares...
O El Accidente Nuclear, ocurrido en La Central Nuclear Fukushima I, en 11 de marzo de 2011, que comprende una serie de incidentes, tales como las explosiones en los edificios que albergan los reactores nucleares, fallos en los sistemas de refrigeración, triple fusión del núcleo, y liberación de radiación al exterior, registrados como consecuencia de los desperfectos ocasionados por el terremoto y tsunami de Japón oriental; en donde El Reactor 3, empleaba un combustible especialmente peligroso, denominado “Mixed Oxide” o “Mezcla de Óxidos” (MOX), formado por una mezcla de uranio más plutonio.
En agosto de 2012, científicos japoneses publicaron sus resultados, sobre el estudio de mutaciones genéticas en mariposas del género Zizeeria, expuestas a la radiactividad, en la zona cercana a La Central Nuclear.
Y es que Greenpeace, ya había advertido en 2001, a La Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos, que el uso del combustible MOX, facilitado por la empresa francesa AREVA, debía abandonarse por su alto riesgo, y dejar de enviarse a la central de Fukushima I, ya que los reactores convencionales, no estaban preparados para ese combustible.
Además, desde 2002, la empresa japonesa TEPCO, habría falsificado los controles de calidad.
El MOX, que producía mayor rendimiento energético, habría demostrado su inestabilidad, y por tanto, la dificultad de su control, ya que sufría 2 diferentes reacciones:
La del uranio, y la del plutonio, en un mismo reactor.
Luego de La Tragedia Nuclear en Japón, tras el terremoto en marzo de este año; La Catástrofe de La Central Nuclear de Chernóbil en Ucrania, en abril de 1986; y el accidente en marzo de 1979, en La Planta Nuclear de “Three Mile Island” en Pensilvania, EEUU., podemos concluir que, los administradores de estas plantas, ponen en peligro la vida de las comunidades, cuando sacrifican la seguridad, y luego esconden la verdad.
Así las cosas, la historia de Silkwood es muy contemporánea, y da mucha importancia al reflejo de un ser humano, que vio siempre distante, y a cuenta gotas, los momentos de felicidad, pero quien supo aprovechar la oportunidad que le dio la vida, de ser alguien con altura, y que además, logró ser consecuente con la dignidad, y con la búsqueda de la verdad, a lo que se deben de manera indefectible, los mejores entre los seres humanos.

“They all look as though they died before they were dead”



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