Fanny och Alexander

“Låt oss därför vara glada när vi är glada.
Låt oss vara snäll, generös, kärleksfull och god.
Det är nödvändigt och inte alls skamligt att njuta av den lilla världen”
(Por tanto, seamos felices mientras estamos felices.
Seamos amables, generosos, cariñosos y buenos.
Es necesario, y en absoluto vergonzoso, tomar placer en el pequeño mundo)

“All the world is a stage”, afirmaba William Shakespeare, y parece que solo la irrealidad del teatro, puede recomponer la realidad:
“La mentira y la realidad son una, todo puede acontecer.
Todo es sueño y verdad, el tiempo y el espacio no existen.
Y sobre la frágil base de la realidad, la imaginación teje su tela, y diseña nuevas formas, nuevos destinos”, reza el texto “Ett Drömspel” o “El Sueño” (1901), de Johan August Strindberg; el cual narra la historia de la hija de un dios, que baja entusiasta a La Tierra, para observar cómo viven los hombres, pero al vivir lo que vive el humano, enfrenta la cruda realidad.
Es una crítica hacia la forma de vivir de la sociedad, una oportunidad de ver nuestra vida desde otra perspectiva, tratando de mostrar lo ridículo e injusto que es todo.
Strindberg, fue un escritor y dramaturgo sueco; considerado como uno de los escritores más importantes de Suecia, y reconocido en el mundo, principalmente, por sus obras de teatro, pues se le considera el renovador del teatro sueco, y precursor o antecedente del “teatro de la crueldad” y “teatro del absurdo”
De personalidad esquizofrénica, durante la mayor parte de su vida, se sintió acosado y perseguido.
En sus dramas, están presentes los temas que caracterizan su obra; lo que él llamaría “la lucha de cerebros”, donde la violencia conduce al “crimen psicológico”; la lucha de sexos; la lucha entre lo viejo y lo nuevo, y su misoginia.
En una segunda época, Strindberg se adentra en el simbolismo y el expresionismo, abandona las unidades clásicas del realismo; acción, tiempo y espacio; y escribe un teatro más complejo, antecedente de las tendencias y vanguardias que dominarán el teatro del siglo XX.
“Världen är en rövarkula och natt faller.
Ondskan bryter sina bojor och går genom världen som en galen hund”
(El mundo es una cueva de ladrones, y la noche está cayendo.
El mal rompe sus cadenas, y viaja a través del mundo, como un perro rabioso)
Fanny och Alexander es un drama sueco-franco-alemán, del año 1982, escrito y dirigido por Ingmar Bergman.
Protagonizado por Bertil Guve, Pernilla Allwin, Gunn Wållgren, Ewa Fröling, Jarl Kulle, Erland Josephson, Allan Edwall, Börje Ahlstedt, Mona Malm, Gunnar Björnstrand, Jan Malmsjö, Mats Bergman, Lena Olin, Peter Stormare, entre otros.
Fanny och Alexander fue ganadora de 4 premios Oscar:
Mejor Película Extranjera, Mejor Fotografía, Mejor Diseño de Vestuario, y Mejor Dirección de Arte; y 2 nominaciones a:
Mejor director, y guion original.
Además, Fanny och Alexander recibió también, el premio Golden Globe, a Mejor Película Extranjera.
Fanny och Alexander, fue concebido originalmente, como una película de 4 partes para televisión, y editada en esa versión, con una duración de 312 minutos.
Ese corte, la sitúa entre una de las películas cinematográficas, más largas de la historia.
Posteriormente, se produjo una versión de 188 minutos, para la proyección cinematográfica, y fue la que de hecho, se estrenó primero.
Desde entonces, la versión para televisión, ha sido proyectada como una película de una sola parte; tanto la versión larga como la corta, han sido presentadas en teatros de todo el mundo.
Es una obra cargada de temáticas comunes en el director, como:
Las relaciones personales, las dificultades en las relaciones de pareja, el paso del tiempo, la llegada de la vejez, y la muerte como protagonista.
También, se recogen varios guiños a su propia autobiografía, como:
El descubrimiento de la linterna mágica, objeto precursor del cine que da nombre a uno de los libros escritos por el director.
Bergman deshace en este guión, la madeja de sus recuerdos de infancia, los reales y los imaginados, los amargos y los felices; y serán estos últimos, precisamente, los que conseguirán triunfar, y erigirse como base del mensaje de la obra.
La acción, tiene lugar en una ciudad sueca de provincias, similar a Upsala, en la 3ª década del siglo XX.
Narra los recuerdos infantiles de un año, en la vida de Alexander Ekdahl (Bertil Guve) de 10 años, vistos con ojos infantiles, que se cruzan con la mirada serena y madura del mismo, a los 60 años.
La historia se centra en la vida de una gran familia, pero principalmente, en torno a 2 niños, su madre, y su abuela paterna.
Fanny (Pernilla Allwin) y Alexander, son 2 hermanos pequeños, hijos de Oscar Ekdahl (Allan Edwall), un director de teatro, que durante el ensayo de “Hamlet”, muere.
Su mujer, Emilie (Ewa Fröling), y los niños, abandonan el ambiente tranquilo de su casa, para pasar a vivir en una rigurosa y oscura casa del obispo Edvard Vergérus (Jan Malmsjö)
Allí, se hundirán en situaciones tormentosas, intolerancias, humillaciones, y traiciones.
Luego de enfrentamientos en la residencia episcopal, la mujer con sus hijos, consiguen huir del lugar, y el ministro muere durante un incendio.
Así vuelven al hogar de los Ekdahl, donde nuevamente, reinará la armonía.
La primera parte de Fanny och Alexander, es una especie de comedia, llena de ironía, admirable en las composiciones, en la calidez de la luz, en el tono de los decorados, en las ágiles actuaciones.
Pero muy pronto, entra en acción el Bergman oscuro:
Emilie y sus 2 niños, abandonan el ambiente luminoso y tierno de la casa Ekdahl, y se van a vivir en el mundo gótico, estricto, contrastado en luces, de la casa del obispo Vergérus.
Por lo que Fanny och Alexander se convierte, en un duelo entre el oscurantismo y la iluminación, un tema “bergmaniano” desde siempre.
Fanny och Alexander, es pues un film, en el que la fantasía y la realidad se entrecruzan, un relato que es narrado desde 2 puntos de vista diferentes, una serena y madura mirada retrospectiva al pasado, y una fantasiosa visión infantil sobre la realidad.
“Om det finns en Gud, då han är en skit, och jag skulle vilja sparka honom i baken”
(Si hay un Dios, entonces es una mierda, y me gustaría darle una patada en el trasero)
Fanny och Alexander es un homenaje al cine, al teatro, a la magia, a la ilusión, y a la imaginación, a todas las cosas a las cuales Bergman ha dedicado su existencia; y lo que consigue es capar el milagro de la vida, la mirada de la infancia, la tristeza de ser adulto, lo hermoso y trágico que puede ser el amor.
Los diferentes capítulos de Fanny och Alexander, se desarrollan a lo largo de las estaciones del año, y la luz da muestra expresivamente de estas sutiles diferencias:
El radiante colorido de la felicidad navideña en casa de la abuela; el diáfano verano empañado por la lluvia, que demuestra el dolor y la desgracia de los niños y su madre; o el esperanzador otoño, estación preferida de Bergman, en la que se desarrollan muchas de sus películas, con el que la luz vuelve a iluminar las vidas de los niños, su regreso al hogar, y a la felicidad familiar.
Fanny och Alexander es un enfrentamiento del hombre con un Dios injusto; un enfrentamiento entre la calidez navideña de los tonos rojos del hogar de los Ekdahl, y el blanco impávido, severo, y gélido del palacio episcopal.
Un enfrentamiento entre la alegría de la promiscuidad socialmente aceptada, y la inversión sexual, oculta y esbozada.
Por un lado, está la familia Ekdahl, liberal e intelectual, gente de teatro muy imaginativa y democrática, que celebra La Navidad con el servicio, al que invita a comer en la mesa.
Y por otro, tenemos al intransigente obispo calvinista, Edvard Vergérus.
El óbito del patriarca, provoca un trasiego del núcleo central de la madre y sus 2 hijos, Fanny y Alexander, hacia el palacio, convirtiéndose en un auténtico descenso a los infiernos.
Todo me parecería narrativamente válido, de no ser por recurrir a una especie de solución pseudo fantástica, entrando en el terreno de la irracionalidad...
La colorista y alegre familia Ekdahl, es descrita con precisión y bonhomía, un mundo lleno de colores y optimismo, que contrasta con el severo mundo del religioso:
Un mundo oscuro, austero, cruel, e inhumano, repleto de falsedades y mentiras.
Las escenas en la casa del obispo, evocan a la obra de Dickens, la situación de la niñez humillada.
Pero para Bergman, niño y artista son equivalentes.
El mundo del arte, no tiene cabida en el círculo de intolerancia, traición, y humillación que están encarnados en la residencia episcopal.
Como se sabe, Fanny och Alexander fue concebida como un serial televisivo, y su verdadero valor, se vislumbra en el disfrute de su versión extendida, película de la que Bergman se siente realmente responsable.
Esta obra para televisión, estrenada como se ha dicho, 1 año más tarde, constaba de 4 episodios de diferente duración, siendo en total, más de cinco horas de duración.
Se trataba pues, de una gran superproducción, para la que se habían rodado más de 25 horas de material, con el que la montadora Sylvia Ingemarsson, tuvo que batallar durante la postproducción, para obtener las “escasas” 3 horas finales de la versión cinematográfica.
Esta drástica reducción del metraje, se hace inevitablemente patente en muchos momentos de la obra exhibida en cines, aunque pese a esto la versión reducida consiga mantener la grandeza y el espíritu de la extendida.
No obstante, una vez vista la obra completa, se lamenta inevitablemente la reducción de la importancia dramática de algunos personajes y situaciones, con el recorte del metraje, como:
En el caso del tío de los niños, Carl Ekdahl (Börje Ahlstedt), apenas caracterizado en la obra corta; o el de Oscar Ekdahl, padre de Fanny y de Alexander, quien protagoniza algunas escenas en los capítulos televisivos, que son una auténtica delicia; como las historias que explica a los niños, antes de que éstos se vayan a dormir…
Por otro lado, el personaje de Alexander, también se resiente de los tijeretazos del montaje, ya que sus traumáticas experiencias con las sobrenaturales visiones de muertos, son más numerosas, y reflejan mejor, el miedo que siente el niño en la versión televisiva.
A este respecto, cabe señalar la magnífica secuencia inicial, en la que Alexander se enfrenta a la soledad, y al encuentro con la misma muerte en la casa de su abuela; y la estremecedora escena de su diálogo, en el desván con las hijas muertas del obispo, fragmento de gran fuerza dramática, que lamentablemente fue sacrificado en el montaje cinematográfico...
La sombra de Dickens y de Shakespeare, más concretamente “Hamlet”, vuelve a aparecer con el tema de los fantasmas, del padrastro, etc.
La imaginación de Alexander/Ingmar es desbordante, y no sólo encuentra su representación en las tétricas visiones que sufre el niño, o en su capacidad para fantasear, inventándose relatos, o representando obras imaginadas con su teatro de marionetas, o a través de las fantasmagorías, que proyecta con su linterna mágica, otra de las alusiones del realizador, a uno de sus recuerdos de infancia más entrañables.
Esta imaginación, rebasa los límites del personaje, para introducirse como característica del mismo discurso del narrador cinematográfico, del propio Bergman, por lo que en el relato se introducen algunas situaciones, en las que la verosimilitud deja paso a la fantasía más desbordada, y que no tienen relación directa con Alexander, o con sus actos, por lo que demuestran que el relato entero, está narrado desde la subjetividad del autor.
Muestra de ello, es la conversación de la abuela Helena (Gunn Wållgren) con su hijo muerto; el inexplicable milagro con el que el judío, Isak Jacobi (Erland Josephson), engaña al obispo, cuando rescata de su casa a los niños; la fantástica tienda de antigüedades que este regenta, un lugar mágico más propio de un cuento, que de la realidad; o la introducción del enigmático personaje de Ismael Retzinsky, figura casi diabólica, de apariencia andrógina, que desencadena la resolución de la trama.
Todos los actores están brillantes, incluidos los 2 niños, de quienes Bergman consigue una interpretación mucho más que convincente, llegando a ser muy buena, en el caso del difícil papel de Alexander, para el joven Bertil Guve.
Esa mirada dura, con aplomo, pero a la vez con muchos temores internos, y enorme imaginación, le da una atmósfera onírica que hace de contrapunto a la dura realidad que se nos presenta.
Todos y cada uno de los personajes femeninos, son un ejemplo de bondad y dedicación a los demás, y por eso, el cine de Bergman está enfocado al universo femenino en el que creció.
Mientras todos y cada uno de los personajes que habitan en la mansión del obispo, son extraños e introspectivos, poseídos por el poder de él, que les tiene dominados. Como curiosidad, en todas las historias de Bergman, se mezclarán de forma constante, los nombres de los personajes:
Jacobi, Johan, Marianne, Vogler, Eva, que ejemplifican a personas reales, manifestando la correlación siempre existente, entre su vida y su obra.
Otra curiosidad, es que en Fanny och Alexander, hay 2 personajes, cuyos actores interpretan personas del sexo opuesto al de ellos:
La mujer gorda que se quema en el incendio, es realmente un hombre; y el ambiguo personaje afeminado, que seduce a Alexander en la parte final, es una mujer.
Como escenas a destacar:
La cena del principio es alucinante, me encanta como Bergman desmonta los tópicos sobre las familias ricas, y demuestra que no todo es tan bonito como parece, en ese sentido, Fanny och Alexander me ha parecido muy atrevida de principio a fin, igual que la crítica demoledora a la iglesia, que también me encantó.
Ahí es dónde veo la genialidad y la maestría de Bergman, para acojonarnos de mala manera con el obispo, y ya de paso, criticar a toda esa gentuza, que utiliza la religión y el pecado cómo excusa, para ser un hijo de puta hipócrita, y con una falsa moral; denunciando también, toda la gente que ha sido, y es así, gracias a la protección eclesiástica, y el peligro que representan.
La abuela, como jefa de familia, interpreta muy bien su papel, quizás el único pero que le pongo, es que las escenas en las que llora, son demasiado largas, aunque eso es más bien, un problema de montaje.
Hay muchas escenas de llanto, y eso me descoloca completamente.
Por cierto, el título de “Fanny och Alexander” más parece llamarse solo “Alexander”, por la participación omnipresente del niño, y no de Fanny en conjunto, al menos en la versión que vi de 188 minutos, pues siento tan pasiva y escasa la participación de la pequeña Fanny, también pudo titularse:
“La infancia de Alexander”
Otra de las cosas que sorprende, pero que nos da una idea de cómo es esa familia de artistas, es la facilidad que tienen las mujeres para perdonar las infidelidades de los hombres, de hecho, no les ponen ningún tipo de obstáculo, ni tampoco parecen tener mucha resistencia por parte de las amantes, a las que suelen seducir con gran facilidad, y aunque no parece ser lógico de la época, quizás sí lo sea más en ese gremio de los artistas, que pueden ser mucho más abiertos de mente, o que por lo menos, ven las cosas de otra manera, ya no sólo por las infidelidades en sí, sino por la forma en la que se tratan luego los miembros de la familia con las amantes, algo sorprendente.
También sorprende ver, cómo a la cena navideña familiar, se unen también los empleados de la casa, y es que son tratados como de la familia en todo momento, se preocupan por ellos, más de lo que sería normal en cualquier otro sitio.
En Fanny och Alexander, Bergman vuelve a manifestar su convicción, de que lo único que puede dar sentido a nuestras vidas, es el amor, y así lo pone de manifiesto en el discurso del tío Gustav Adolph (Jarl Kulle), en la comida familiar del final, en el que afirma orgulloso, que los Ekdahl viven la vida al máximo, sin entrar en amarguras, una filosofía existencialista opuesta totalmente a la rígida austeridad que el temor a Dios imponía en la vida del pastor luterano.
Esta descripción del lado positivo de la vida, esta otra opción que propone Bergman de olvidar, en la medida de lo posible, la cruel imposibilidad del hombre por entender su existencia, la propuso el director en un momento de su vida, en el que ésta se le hacía realmente insoportable.
El silencio de Dios, queda pues aceptado, aunque Alexander tendrá que convivir siempre con los fantasmas de su mente, espectros que vendrán a enturbiar la seguridad de su pequeño, pero feliz mundo.
Bergman nos muestra, que los muertos no se van tan fácilmente del mundo de los vivos, aún quedan los recuerdos, y el fuerte deseo de que sigan con nosotros, o todo lo contrario, y se vuelven esos fantasmas que nos asolan constantemente, así el padrastro hace saber a Alexander que lo atormentará por siempre…
Bergman le pone trabas así, a esta “joie de vivre”, dejando constancia al fin de que, por mucho que lo intente, y aunque la confianza en el amor sea una buena opción de vida, el hombre no podrá jamás, desprenderse de sus temores más profundos.
Por último, la música recoge fragmentos de 3 autores:
Benjamin Britten, Robert Schumann, y Chopin, que animan y explican el desarrollo de la acción; y forman parte de la música, las canciones que interpreta la familia.
“Du behöver inte bli av med mig så lätt!”
(¡No conseguirás deshacerse de mí tan fácilmente!)
Fanny och Alexander, es quizás, la última gran película del realizador sueco, Ingmar Bergman, una película muy personal, como no podía ser de otra manera, que es un poco el epílogo a toda su carrera.
Una película, en la que se conjunta todo el cine que ha sido una constante durante la carrera del realizador, a lo largo de los años, una especie de testimonio de su cine, un cine tan personal, e intransferible, que conforma una obra de una enorme cohesión y profundidad, en donde los temas clásicos que Bergman ha tratado a lo largo del tiempo, están presentes, y perfectamente armonizados.
Lamentablemente, cuando Ingmar Bergman llevó a Venecia, en 1983, la versión extendida de Fanny och Alexander, película que había obtenido el año anterior, 4 premios Oscar, y numerosos premios internacionales, anunció en rueda de prensa, que ésta iba a ser la obra que cerrase su trayectoria cinematográfica.
Bergman explicaría más tarde en sus memorias, que esta decisión respondía al cansancio, que el medio fílmico provocaba en su salud, derivado del elevado ritmo de trabajo, y la presión que conlleva la dedicación profesional de un director cinematográfico.
A partir de Fanny och Alexander, Bergman orientaría sus esfuerzos creativos hacia el teatro, ámbito artístico que aún constituye la otra gran dedicación del artista sueco, y también hacia el medio televisivo, el cual vendría a satisfacer de alguna manera, la voluntad de Bergman, de aprovechar las enormes potencialidades artísticas y expresivas, que le ofrece un medio audiovisual, orientado hacia un público anónimo, y mucho más numeroso que el teatral.
Para Bergman, fue importante, tras un momento en su vida especialmente difícil, indagar en sus orígenes, plasmar su infancia, los temores y vivencias que le marcaron para siempre.
Y qué mejor vehículo que el lenguaje audiovisual para lograrlo, un lenguaje que, como ningún otro, posee la inapreciable cualidad de conseguir llegar directamente al alma humana.

“Allt blir värre.
Värsta människor, sämre maskiner, värre krig... och sämre väder.
Jag är glad att jag snart vara död”
(Todo se está poniendo peor.
Peores personas, peores máquinas, peores guerras... y peor tiempo.
Me alegro de que pronto estaré muerto)



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