Copycat

“My life with a knife”

El efecto “copycat” es el poder de los medios de comunicación y la cultura para crear una epidemia de conductas similares.
El “copycat” es un patrón que a decir del autor, es el pequeño y sucio secreto de los medios, los cuales provocan una especie de epidemia de conductas similares a las que presentan en pantalla pero, que curiosamente, por el uso del lenguaje que adoptan, parecen poner una distancia entre los eventos y el reporte que ofrecen, para adoptar una postura que les permita decir que ellos no son parte del problema.
Hay que partir de la idea de que el psicópata no tiene porqué ser un asesino en serie, aunque el asesino en serie si puede ser un psicópata.
El psicópata tiende a violar las normas sociales porque acarrea un grave trastorno de la personalidad, hasta tal punto que en los individuos adultos no existe un tratamiento válido y eficaz para lograr su resocialización.
El psicópata es un “camaleón” y entre sus rasgos identificativos destaca por su habilidad para el camuflaje, capacidad para evitar emociones humanas, falta de preocupación por el bienestar de los demás, crueldad e insensibilidad emocional.
De hecho se define como:
“Aquél individuo que sufre un trastorno de la personalidad asociado con un estilo de vida socialmente desviado tendente a ignorar las normas sociales para satisfacer su propio déficit de estimulación”
De la propia definición podemos deducir los siguientes caracteres:
Se trata de un “trastorno de la personalidad” aunque etimológicamente signifique una enfermedad mental.
¿Por qué no se considera una enfermedad mental?
Porque el psicópata es consciente de sus actos en todo momento.
Presenta un estilo de vida “socialmente desviado” en el sentido de actos impulsivos e irresponsables.
Así, partiendo de una cultura mayoritaria que fija las normas de convivencia pueden surgir también otras subculturas que, o bien pueden aceptar sus normas, o pueden no cumplirlas, o bien chocar con ellas y delinquir, por ejemplo, pensemos en la violencia doméstica considerada en nuestra sociedad como un delito, y sin embargo, para la cultura árabe es normal pegar a sus mujeres.
El psicópata “ignora las normas sociales” y ello le llevará bien a vulnerarlas o bien a delinquir.
El psicópata tiende a “satisfacer su déficit de estimulación” y por eso viola la norma socialmente aceptada o bien omite su legalidad.
El “asesino copycat” es una persona que se caracteriza por imitar los crímenes que han cometido algunos asesinos famosos, o que han sido muy reconocidos de tiempo atrás, es decir es un asesino en serie que imita a otro.
Hay que diferenciarlo de aquella persona que asesina con el objetivo de desviar la investigación policial y así poner en libertad a un acusado de asesinato, esto no se considera “copycat”
Por lo tanto la característica del “asesino copycat” es aquella persona que desarrolla sus acciones imitando casos anteriores, asumiendo los mismos parámetros del primer autor, este imita pero pasado cierto tiempo.
En consecuencia presenta 2 características:
Hay diferencia de años entre el asesinato original y el imitado.
Y no logra realizar los actos de forma perfecta como el autor original, es decir, copia pero nunca tiene la misma destreza, por ello son detenidos fácilmente.
El éxito de crítica y público que obtuvieron en la década en 1990 los filmes “The Silence Of The Lambs” (1990) de Jonathan Demme y “Seven” (1995) de David Fincher, supuso un punto de inflexión definitivo en el desarrollo del género policíaco, y señalaron que aún era posible reconducir el género de misterio hacia perspectivas malsanas, inquietantes y enfermizas, a pesar de la ola de puritanismo que invadía, e invade, a la sociedad estadounidense.
A partir de entonces, el thriller se convirtió en un género a respetar.
Tras años de rechazo y desdén, el público y la prensa comenzaron a valorar en su justa medida las aportaciones de la producción policíaca.
Además, el éxito de taquilla de ambos filmes permitió que el thriller abandonase “la serie B” y comenzara a gozar de mayores presupuestos, actores más atractivos y campañas de publicidad más completas y ambiciosas.
Por otro lado, ambas películas inauguraron un nuevo subgénero, que podríamos denominar “thriller escabroso” o “terrorífico”, muy alejado del “slasher” que devastó el cine estadounidense durante la década de 1970 y 1980 como “The Texas Chain Saw Massacre” (1974) y “Friday The 13th” (1980)
Esta nueva corriente se caracteriza por la apropiación de elementos heredados del cine de terror:
Un exacerbado tono naturalista.
Tramas dotadas de altas dosis de sadismo, refinamiento visual y sofisticada puesta en escena, fotografía cruda y marcada por los colores fríos.
Crímenes en fuera de campo, escenarios lúgubres habitados por pérfidos y ambiguos criminales.
Tramas densas y complejas, y una gran carga de fatalismo y profundidad psicológica.
Ninguno de estos elementos era nuevo pero, tras años de asepsia en el género; además de las constantes del thriller escabroso reseñadas anteriormente, la remodelación de motivos y patrones heredados de otras obras cinematográficas, aspecto que no debe confundirse con el calco ya que, en todas ellas, los modelos no se imitan sin más, sino que se transforman concienzudamente, el tratamiento heterodoxo de la estructura policíaca clásica, las tres películas se liberan en cuanto pueden de la estructura tradicional basada en la encuesta y en la acumulación de pistas y sospechosos, la renovación de los perfiles psicológicos del “serial killer”, sin excluir la perversión y el sadismo inherentes al personaje, la obsesión por mostrar con toda su acritud, pero sin renunciar a la sutileza, el “aftermath” o descubrimiento de los cadáveres, y la adaptación de formas narrativas y visuales que huyen del academicismo, y abrazan los puntos de vista subjetivos, los cambios de tono y las ingeniosas soluciones de puesta en escena.
“Did you know, Helen, that more books have been written about Jack The Ripper than Abraham Lincoln?”
Copycat es un thriller estadounidense de 1995 dirigida por Jon Amiel.
Protagonizado por Sigourney Weaver, Holly Hunter, Dermot Mulroney, William McNamara, Harry Connick Jr., Will Patton, Bob Greene, Tony Haney, Danny Kovacs, J.E. Freeman, John Rothman y Shannon O'Hurley.
El guion está a cargo de Ann Biderman y David Madsen.
En Copycat se incorporan elementos interesantes tales como la agorafobia de la psiquiatra que ayuda a la policía, o la copia de crímenes cometidos con anterioridad sin seguir, a priori, un patrón determinado.
Copycat muestra las dos caras de la moneda:
La de los investigadores del caso y la del psicópata que se encuentra tras los asesinatos, ofreciendo un juego de pistas, que elevan el interés por el desarrollo de la trama.
Copycat es la elaboración de un catálogo de los asesinos más célebres de la historia estadounidense reciente a partir de la figura de un aprendiz de “serial killer” en Peter Foley (William McNamara) que decide imitar a sus maestros, instigado por otro maníaco encarcelado, el asesino Daryll Lee Cullum (Harry Connick Jr.) que piensa que él es un elegido que guía a sus discípulos.
Esta original concepción del asesinato entendido como una didáctica, otorga a Copycat un inesperado tono siniestro, ya que el crimen es concebido aquí como algo que se expande invariablemente y que, a la vez, se puede racionalizar, exponer y enseñar.
Además, en Copycat brillan otras dos excelentes ideas tanto de guión como de puesta en escena:
La pervertida relación que se establece entre los 2 asesinos y la psiquiatra experta en psicopatías, Helen Hudson, interpretada de manera magistral por Sigourney Weaver, y el brillante dominio del “huis clos” o espacio cerrado, que demuestra el director en gran parte del metraje.
La agorafobia es un trastorno de ansiedad que consiste en el miedo a los lugares donde no se puede recibir ayuda, por temor a sufrir una crisis de pánico.
Es un ataque de pánico o crisis de ansiedad consistente en un cuadro clínico caracterizado por el aumento de la frecuencia y presión sanguínea, la respiración agitada, sudor, sensación de ahogo, mareo, temblores y despersonalización.
La agorafobia es miedo al miedo.
Los agorafóbicos temen las situaciones que puedan generarles sensaciones de ansiedad, miedo a la propia activación fisiológica y a los pensamientos sobre las consecuencias de experimentarlas, como la idea de morir.
La doctora en psicología Helen Hudson es una experta en asesinos en serie.
Sin embargo, después de que uno de sus anteriores casos, el psicópata Daryll Lee Cullum, estuviera a punto de asesinarla, Helen padece una agorafobia que la recluye en su apartamento.
Cuando Hudson está sola, nerviosa y asustada cita por orden cronológico a los siguientes presidentes de USA:
John Adams, Thomas Jefferson, James Monroe, James Madison, John Quincy Adams, Andrew Jackson, Martin Van Buren, etc. una buena ración de figuras paternas ejemplares para paliar su atroz desvalimiento.
El pánico la infantiliza.
Susurra los nombres de los padres de su patria para ahuyentar la angustia que le invade, encomendándose a su protección y amparo.
Si la Dra. Hudson siente pánico por los espacios abiertos, el asesino quiere meterla a golpes en el espacio más pequeño.
Vemos como si la bañera libera angustia y por eso le envía la foto del asesinato en la bañera, quiere que encuentre allí todas las angustias, quiere en suma, convertir la pila en potro de torturas para castigar a la psiquiatra agorafóbica que supo descubrir sus planes.
Podemos creer que el psicópata supo entrar en el piso de la doctora para cambiarle el traje negro por el traje rojo elegido, que le recordaba su momento más traumático.
El rojo de la sangre encharcando simbólicamente la cama justo al salir de la ducha.
Quizá la Dra. Hudson hubiera muerto si hubiera salido de la bañera.
Pues, por lo que hemos visto, al asesino no le gusta la ducha.
Quiere repetir el crimen, la muerte anunciada, pero cuando sepa que la doctora usa la bañera.
Los acontecimientos explicados antes le obligan a cambiar los planes.
Surge, entonces, una nueva serie de asesinatos.
Los mismos parecen recrear escenas de crímenes cometidos tiempo atrás.
Los dos detectives encargados del caso, M.J. Monahan (Holly Hunter) y Reuben Goetz (Dermot Mulroney), quienes acudirán a la Dra. Hudson en busca de su ayuda y su experiencia para conseguir atrapar lo antes posible al asesino.
Los homicidios irán en aumento, uno de los ellos, contra el asistente personal de Helen.
El asesino, Peter Foley, conseguirá entrar en su apartamento y llevarla al lugar donde Daryll Lee Cullum estuvo a punto de matarla, allí hará todo lo posible por recrear de nuevo la misma escena.
Helen tendrá que valerse de sus conocimientos y sobre todo, de su coraje para salir con vida.
Helen es, tal y como se dice en el filme:
“La musa de los asesinos en serie”
Ella es el fetiche preferido de los criminales, la presa más codiciada, porque ella es la única que conoce la verdadera naturaleza de sus torturadas y caprichosas almas.
Además, los informes de personalidad que elabora la Dra. Hudson sobre los asesinos en serie son los que, en última instancia, los llevan a la cárcel y, por tanto, provocan el reconocimiento público de su anormalidad, algo indispensable para que un asesino pase a la posteridad.
Desde el punto de vista de los intereses del criminal, ella es tan benefactora como perjudicial y eso la hace aún más atractiva.
En la primera parte de Copycat se respira más el suspense propio de la incógnita sobre la identidad del “serial killer”, luego pasa a ganar atractivo por el “modus operandi” del mismo.
Allí es cuando se propone una película que se basa en el estudio minucioso sobre los próximos pasos del psicópata, y sus intenciones, al imitar crímenes perpetrados en el pasado por diversos asesinos seriales.
Todo ello dentro una atmósfera densa y angustiante donde se respira mucho trastorno psicológico, así se hace un acercamiento bastante aceptable sobre el trastorno de agorafobia a la que queda sometida la protagonista principal, luego de un acercamiento traumático con la muerte.
Así los estados anímicos de los investigadores van entrando en crisis al ir complicándose la captura y al enterarse que sus propias vidas corren peligro.
Pero creo interesante destacar que además de tener el típico tono comercial de las producciones con esta temática, en Copycat hay mucho de lucha con los miedos tanto internos e imaginarios como los reales que amenazan y acechan con insistencia.
Así la sensación de desprotección contagia al espectador y hace a grandes rasgos efectiva la propuesta.
Así, enfrentando el miedo, Helen Hudson se cura presenciando la agonía y muerte del peligroso psicópata.
La fobia procedía de una experiencia terrible, descrita al principio, que se ha prolongado durante los 14 meses que ha durado la captura.
Y que desaparece ahora porque Helen sabe que la muerte del que agoniza incluye tanto al asesino original como a su monstruoso heredero y usufructuario.
Curiosamente, en Copycat, Peter Foley quien se hace llamar Peter Kürten, resulta ser un asesino en serie de los años 30, más conocido como “M. El Vampiro de Dusseldorf”
El acecho al personaje de la psiquiatra es, junto a la morbosa recreación de los crímenes más célebres de psicópatas como Albert DeSalvo, The Hillside Strangler, David Berkowitz, Ted Bundy, Edmund Kemper y Jeffrey Dahmer, inclusive hace un guiño copiando el truco del asesino ficticio más popular del celuloide: Hannibal Lecter, cuando se disfraza de policía y simula que está muerto; el elemento visual más llamativo de Copycat.
Helen vive encerrada en un apartamento “high tech” trastornada por la agorafobia y la dependencia al alcohol y las pastillas, desde que fue atacada por uno de sus “admiradores”
El apartamento es su particular isla desierta pero también una cárcel de fácil acceso para el nuevo asesino “tecnológico”
La inquietante amenaza que se cierne sobre Helen es narrada de forma magistral mediante el soberbio uso de la steady cam, que recorre de forma inquietante los espacios de la casa, y el uso de una fotografía llena de contrastes, rica en luces expresivas y sombras tenues. .
El score de Copycat es de los mejores que he oído para una película de suspenso ya que su compositor Chistopher Young crea atmósferas, y cambia bruscamente de lapsos lentos a sonidos desesperantes, para emular la desesperación de Weaver al estar al acecho de un asesino.
El señor Young a mi parecer aun no ha hecho algún otro trabajo que supere éste.
La canción que el asesino Peter Foley quiere que escuche la policía es:
“Murder by Numbers” del grupo The Police.
Los auténticos asesinos imitadores, no son como aquellos que se ven en los programas de televisión, son casos extremadamente raros.
La razón de ello es porque normalmente están asociados con los agresores en serie como asesinos o violadores.
Estos agresores están asociados en un conjunto de particularidades en su “modus operandi” y rituales conductuales como requerimientos puntuales.
Un asesino imitador no va a tener las mismas necesidades psicosexuales.
Esto se debe a que el único recurso para informarse al respecto, es lo que les llega por los medios o lo que las agencias de investigación permiten difundir.
No deberían darse a conocer detalles confidenciales de los casos, pues es precisamente lo que estos ofensores necesitan para copiar.
Últimamente, la única razón para imitar al asesino sería levantar sospechas en cuando a usted, y si este fuese el caso, entones, en todo caso:
¿Por qué la policía tendría que tener sospechas de usted?
Es muy excitante en la televisión, pero en la realidad casi nunca ocurre y cuando se da, los investigadores pueden reconocer desde el principio, si este criminal es diferente del que trata de imitar.

“It's a sick world, isn't it”



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