Limelight

“There's something about working the streets I like.
It's the tramp in me I suppose”

Anteriormente al cine sonoro ya existía el sonido en el cine.
Los cineastas y proyectistas se habían preocupado de ello, pues el cine nace con voluntad sonora.
En las primeras filmaciones cortas en que aparecen actores y actrices bailando, el espectador no oye la música, pero puede observar sus movimientos.
Por otra parte, rara vez se exhibían las películas en silencio.
Los hermanos Lumiére, en 1897, contrataron un cuarteto de saxofones para que acompañase a sus sesiones de cinematógrafo en su local de París y hubo compositores de valía, como Camille Saint-Saëns que compusieron partituras para acompañar la proyección de una película.
Músicos y compositores tenían en el negocio del cine mudo una fuente de ingresos.
No sólo la música, también los ruidos y acompañamiento tenían cabida en el cine mudo, por lo que algunos exhibidores disponían de máquinas especiales para producir sonidos, tempestades o trinar de pájaros.
Cierto es que este sistema era solamente posible en grandes salas, en ciudades o lugares de público pudiente, y escasamente podía apreciarse en pueblos o lugares alejados.
Todos los instrumentos eran válidos para hacer música en el cinematógrafo aunque el piano, y la pianola, era normalmente el más apetecido.
Las nuevas técnicas, el espíritu creativo y emprendedor de los cineastas y la búsqueda del más difícil todavía, hizo que se impusiera el cine sonoro, acabando, no sin dificultades y dejando a mucha gente en el camino, con el cine mudo.
Cuando el cine sonoro demostró su rentabilidad, las películas mudas, a pesar de su arte, quedaron condenadas a pasar a la historia.
El cine mudo había durado 35 años.
En el mundo de los actores se produjo el pánico, ya que temieron, y con razón, que sus voces no fueran adecuadas a los cambios, y todos fueron obligados a “pruebas de voz”
A pesar de que la mayoría de los actores superaban las pruebas, actores significativos, aunque no por causa de la voz, quedaron en el camino como: John Gilbert, Buster Keaton...
Cabe recordar que durante la época dorada de Hollywood, Estados Unidos recibía oleadas de inmigrantes que debían integrarse en aquella cultura que les acogía pero que, por otro lado, acabaron influyendo con sus propios valores.
Es más, la propia industria cinematográfica no sólo debía satisfacer a un público diverso, sino que estaba compuesta por profesionales de muy distinta procedencia.
Acontecimientos como la Segunda Guerra Mundial o, simplemente, la posibilidad de desarrollar una brillante carrera en Hollywood atraía a actores, directores y productores de todo el mundo, que dejaban su impronta personal en aquella industria.
Por tanto, el cine norteamericano está concebido para un público heterogéneo, dispar.
Presenta historias fácilmente entendibles por la mayoría, pero a su vez cuidadas y atractivas, lo que constituye un estimulante producto para todo espectador.
Por otro lado, el cine de Hollywood ha conseguido instalarse en la cultura de todo el mundo debido a razones también políticas y económicas.
El afán de Estados Unidos de exportar su “American Way Of Life” y su modelo de hacer política, también ha llegado a influenciar al cine.
“My home is the theater”
Limelight es un film que produjo, dirigió y escribió Charles Chaplin en 1952.
Protagonizado por Charles Chaplin, Claire Bloom, Nigel Bruce, Sydney Chaplin, Norman Lloyd, Buster Keaton, Melissa Hayden, entre otros.
Limelight es la última película que produjo Chaplin en Estados Unidos, es para algunos, por su sensibilidad y originalidad, su mejor película, aunque es, hasta el día de hoy, uno de sus filmes menos conocidos, debido a la censura impuesta en los EEUU por su anterior trabajo, “Monsieur Verdoux” (1947)
Esta dramática situación, que lo llevó a que se refugiara en Europa, le motivó a realizar Limelight.
Con marcados tintes autobiográficos, mucho simbolismo, un guion perfectamente redactado y una magistral partitura original, Limelight destaca por la mixtura entre comedia y drama a lo largo del metraje.
Curiosamente, Limelight fue la primera película, desde 1928, en la que Charles Chaplin no llevaba bigote, para acercarse más a la realidad de su mensaje.
Limelight presenta una sosegada reflexión sobre la vejez, las relaciones de ésta con la juventud y el relevo generacional.
Explica la filosofía de la vida del realizador:
Apuesta por el amor verdadero, la alegría de vivir, la ayuda de los mayores a los jóvenes, la aceptación del declive físico y profesional asociado a la edad, etc.
Critica las modas pasajeras en cine.
Rinde un sentido homenaje a una época pasada de la vida, del cine y de los actores.
Los breves planos que Chaplin comparte con Buster Keaton tienen una fuerza que va más allá de las mágenes.
No prescinde del todo de Charlot, el pequeño vagabundo que le dio fama y reconocimiento, ya que el modo de vestir de Calvero es una variante del de Charlot.
En Limelight intervienen 5 de sus hijos: Geraldine, Sydney, Josephine, Charles Jr. y Michael, un hermanastro y su esposa Oona O'Neill como extra.
Limelight sitúa la acción en 1914, el año en que inició su carrera profesional.
La historia de Terry, con una hermana dedicada a la prostitución, recuerda la de su madre.
La relación de un hombre maduro con una mujer joven se relaciona con su matrimonio con Oona y otras relaciones de pareja anteriores.
El alcoholismo de Calvero coincide con el de su padre.
Las opiniones que expone tienen mucho que ver con las propias.
Los sentimientos del protagonista coinciden en gran medida con los del autor durante la producción.
Son escenas destacadas el salto de la pulga, tomada de un film anterior de Chaplin, el ejercicio de la mendicidad, el último baile y otras.
Limelight está llena de sentimientos, nostalgia, tristeza y a la vez alegría de parte de Chaplin desencadenando en él su mejor, y más grandioso trabajo, en el que retrata de forma formidable la vida de las personas a través de sus variantes de edad, lo cambiante del mundo y el valor de la vida.
La melancolía es una de las esencias de Limelight, que acompaña a todas las profundas reflexiones acerca de la vida, el amor, la frustración personal, la juventud, la compasión y la interminable lista de cuestiones que atañen al hombre y espectador.
Hay algo encantador en esa sincera tristeza que deja traslucir Chaplin.
Es una despedida muy conmovedora y entrañable.
Sin embargo cargada de elegancia en las mejores dotes cinematográficas.
Con una puesta en escena y fotografía excelente, un guión exquisito repleto de frases inolvidables.
También Limelight demuestra cómo, a veces, la sociedad permisiva acorrala a las personas, por su edad, por su condición, o por otra sinrazón, y hace que se deba recurrir a “elementos”, en este caso el alcohol, para sobrellevar la carga de angustias que las circunstancias imponen.
Eso hace que las adicciones sean un estigma que cuesta desprenderse y que solamente uno sale, si se abre ante sí, el mundo de una nueva oportunidad.
Limelight se sitúa en Londres durante la Primera Guerra Mundial.
Un veterano cómico llamado Calvero (Charles Chaplin), en plena decadencia y alcohólico, acoge en su casa a una joven atormentada a la que salva cuando ésta se va a suicidar, intoxicada con gas.
Tras el accidente la muchacha sufre un trastorno psicológico que la hace creer estar paralítica.
El cómico intentará que la joven Thereza (Claire Bloom) vuelva a caminar y recupere su afición por la danza.
Juntos consiguen que Terry, como la llaman los pocos allegados que le quedan, triunfe en el ballet unos pocos años después, pero Calvero siente que su tiempo ya ha pasado, como queda patente al ser rechazado por el público en su regreso a los escenarios.
Aunque Thereza profesa un gran amor por Calvero, él la rechazará por estar consciente de que una mujer joven no puede estar con alguien como él.
Esta situación se agravará con la llegada del Capitán Neville (Sydney Earle Chaplin), el joven pretendiente de Thereza.
Chaplin probablemente no actúa en la mayoría de Limelight pues es prácticamente él, un hombre que ama la vida, aunque esta le haya jugado malas pasadas.
Claire Bloom además de ser una más de las bellas protagonistas femeninas de las cintas de Chaplin le imprime, más que ninguna, una gran honestidad y química con el personaje de Calvero.
Tan solo el título “Limelight”, ya rescata los orígenes artísticos de Chaplin en el teatro, a finales del siglo XIX.
La relación entre Calvero y Thereza es una clara referencia al amor entre Chaplin y Oona, que escandalizó a la sociedad por sus casi 4 décadas de diferencia.
Limelight, situado en Londres, en 1914, refleja la añoranza de Chaplin por su ciudad natal, justo antes de abandonarla por la Primera Guerra Mundial.
Limelight podría considerarse, además, una despedida de 2 grandes genios del cine mudo, Chaplin y Keaton, dioses del pasado que ceden resignados el relevo a las nuevas generaciones.
Su intervención se trata de una larga escena de más de 7 minutos en la que ambos monstruos de la pantalla se meten en la piel de un violinista y un pianista, respectivamente, para realizar una parodia sobre la música dodecafónica de Igor Stravinsky, que en ese momento comenzaba a cambiar el paradigma de la música clásica.
El mítico Buster Keaton comentó sobre Chaplin después de rodar Limelight:
“Nunca podremos admirar lo suficiente su conocimiento del detalle, la exacta precisión que cada una de sus películas representa, y que es quizás la esencia de su genio:
Un elemento incluso más importante que su arte cómico”
Limelight tiene por tanto un tinte autobiográfico, reflejado magistralmente cuando Thereza es contratada y Calvero queda solo en un escenario en el que se apagan una a una las luces.
La banda sonora de Limelight, compuesta por el propio Chaplin, contiene uno de los más grandes y bellos temas musicales de la historia del cine.
Por esta composición, Chaplin ganó el Óscar a la Mejor Música Original, pero se lo entregaron en 1972, 20 años después del estreno de la película.
La razón no fue otra que la censura, que impidió la exhibición del filme en Los Ángeles en 1952, que fue la fecha de su estreno.
¿El motivo?
Pues lo cierto es que el pobre Chaplin no estaba muy bien visto en Hollywood, dado que sus ideas políticas le convertían en sospechoso de comunismo.
Curiosamente, 2 años más tarde, en 1954 a este antiamericano le fue entregado el Premio Internacional de la Paz, por el Consejo Mundial reunido en Berlín, Chaplin fue nombrado en 1971 Comandante de la Legión de Honor Francesa y en 1975 recibió de manos de la Reina Elizabeth de Inglaterra el título de Sir. Chaplin.
Sólo volvió una vez a los EEUU, en 1972, para recoger un Oscar “Especial”, en medio del entusiasmo general, por la totalidad de su obra y su contribución al arte cinematográfico, y convertirlo en el "Arte del Siglo XX", lo cual muchos interpretaron como un intento de reparación de todos los daños que le habían causado.
Limelight es un homenaje hacia la lucha de los artistas por permanecer vigentes, ávidos de la retribución de su público, condición necesaria para mantenerlos activos por perdurar y evitar la despedida frustrada.
Sensible es la búsqueda de la permanencia, y en el peor de los casos del retiro airoso del escenario, evitando a cualquier costa la desazón de sentirse acabado.
Limelight está llena de momentos inolvidables, a veces por su dureza a veces por su ternura.
Uno de los momentos más tristes es cuando él sueña con su época pasada y observa que no hay público ni aplausos, esa cara de dolor es muy profunda.
Otro momento de increíble dolor es cuando vuelve a los escenarios después de mucho tiempo, y la gente ni le escucha y acaban saliendo, ese momento es durísimo, momento en el que vuelve al camerino, se quita su maquillaje y se refleja en su rostro una cara de dolor, son momentos que no se pueden explicar con palabras, el rostro de Chaplin no solamente trasmite dolor en la escena sino un dolor muy personal.
Los momentos más bellos de Limelight son los diálogos del comienzo, de un intento por ayudar a la joven bailarina, son diálogos llenos de sabiduría.
Un momento triste y lleno de dolor es la muerte de él, en su último espectáculo al mismo tiempo que Terry baila en el escenario, un momento lleno de puro drama pero bello al ver su éxito entre el público.
“There's greatness in everyone”
Limelight es una película terrible, porque en ella hay un pozo de infinita desesperanza.
Limelight es también una película hermosa porque lo valores que contiene sin duda lo son:
El elogio del esfuerzo, la lucha por conseguir objetivos en la vida, la sencillez de las miradas claras y los comportamientos nobles.
Limelight es, finalmente, una película humana porque nos habla de lo que nos ocurre a los humanos:
El paso del tiempo, cruel e inexorable, la búsqueda permanente del amor, esa ingratitud de fondo que casi todas las vidas poseen y un largo etcétera de pequeños milagros y de calamidades.
Limelight es no solo lecciones de optimismo y amor por la vida, recorre el ocaso de un artista, el miedo, el orgullo, la muerte, el arte, la vida, el amor y la danza.
Y más aún composiciones hermosas, un ballet bellamente ejecutado.
Un encuentro entre los dos mejor exponentes del cine mudo, Buster Keaton y el mismo Chaplin, una despedida que nos hace reír y llorar.
Pasamos de la melancolía, a la risa, de la risa a al llanto.
Nos conmovemos con las actuaciones y creemos en los personajes.
Pero Charlot desaparece en el horizonte…
Hay mucha tristeza, mucha melancolía, mucha desesperación en Limelight.
Y también mucha soledad.
Probablemente la soledad de quien se siente admirado, incluso querido, por haber creado un personaje eterno y haberse sentido solo tantas veces debajo de él, y de su éxito, atrapado bajo un antifaz que ocultaba eficazmente sus lágrimas.

“Time is the best author.
It always writes the perfect ending”



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