Orfeu Negro

“Manhã, tão bonita manhã
Na vida, uma nova canção
Cantando só teus olhos
Teu riso, tuas mãos
Pois há de haver um dia
Em que virás
Das cordas do meu violão
Que só teu amor procurou
Vem uma voz
Falar dos beijos perdidos
Nos lábios teus
Canta o meu coração
Alegria voltou
Tão feliz a manhã
Deste amor”

La historia más conocida sobre Orfeo es la que se refiere a su esposa Euridice, una historia de amor de la mitología griega.
Orfeo “El Padre de Los Cantos” era un magnífico héroe civilizador de una sensibilidad exquisita, a la vez teólogo, reformador de la moral y las costumbres, poeta y músico célebre.
Se le supone como uno de los pioneros de la civilización, habiendo enseñado a la humanidad las artes de la medicina, la escritura y la agricultura.
Desde el siglo VI a. C. en adelante fue considerado como uno de los principales poetas y músicos de la Antigüedad, el inventor de la cítara y quien añadió 2 cuerdas a la lira: antes, la lira tenía 7 cuerdas; la lira de Orfeo, 9, en honor a las 9 musas.
Con Orfeo, aparecía finalmente, un mortal capaz de desarrollar el arte de la música, reservado hasta entonces a los dioses.
Con su música, Orfeo era capaz no sólo de calmar a las bestias salvajes, sino incluso de mover árboles y rocas, y detener el curso de los ríos.
Pues bien, los dioses, los humanos y toda la naturaleza, las fieras, los ríos, los árboles y hasta las rocas, se estremecían ante sus mágicos acordes y quedaban embelesados al oírlo cantar acompañado por sus instrumentos.
Orfeo participó en la expedición de los Argonautas en busca del vellocino de oro, marcando con sus melodías el ritmo de los remeros.
En esta expedición, su mayor hazaña fue anular el embrujo que los cantos de las Sirenas producían en los marineros.
Orfeo entonó tan dulces melodías que la tripulación no sintió deseo de acercarse a las Sirenas, evitando así estrellarse contra las rocas y ser devorados por ellas.
Pero el canto no era la única ocupación de Orfeo.
Era un personaje muy erudito y con inquietudes filosóficas, que se dedicó a viajar e investigar el mundo que lo rodeaba.
Tantos eran sus encantos y su sabiduría que muchas mujeres y ninfas le pretendían en matrimonio.
Sólo Euridice, modesta pero encantadora, llamó la atención de Orfeo.
Se casó con ella y fue tiernamente correspondido, protagonizando una de las leyendas de amor más conmovedoras de la mitología.
Su unión fue feliz pero no duró mucho.
Un día, Euridice, huyendo de Aristeo, quien la perseguía para tomarla por la fuerza, fue mordida por una serpiente, cuyo veneno le provocó la muerte súbita.
Orfeo entristeció profundamente.
Abandonó todo y se internó en el bosque con la sola compañía de su lira.
Se pasaba días y noches tocando.
Los animales, las ninfas, los sátiros, e incluso los centauros, todos lloraban al escuchar aquellas tristísimas notas.
Enormemente desconsolado, Orfeo se dirigió entonces a los infiernos entonando canciones sobre su profunda tristeza, tan bellas que ablandaron los ánimos de Hades.
El dios de los infiernos prometió devolverle a Euridice bajo una condición:
Mientras subiera hasta el mundo de la luz, no debería mirar atrás.
Con el sonido de su lira, Orfeo guiaba a la ninfa a través de la oscuridad, pero la subida era lenta, pues Euridice aún sentía la herida.
Cuando estaban a punto de llegar a la salida y ver la luz, Orfeo, lleno de ansiedad, giró la cabeza intentando abrazarla.
En ese instante, Euridice se desvaneció para siempre en el mundo de los muertos.
Así, Orfeo estuvo vagando por el desierto tocando su lira y rechazando la compañía humana.
Terminó en la región de Tracia, donde muchas mujeres intentaron casarse con él, pero sin éxito.
Durante unas fiestas en honor de Dionisios, en venganza por haber sido rechazadas, las mujeres mataron al héroe, despedazando su cuerpo en múltiples trozos y arrojando su cabeza al mar.
Según otra versión, las mujeres actuaron así movidas por los dioses del Olimpo, que no podían permitir que un humano divulgara los secretos del mundo de los muertos.
Tras su desaparición, la lira de Orfeo se transformó en la constelación Lira, que contiene la estrella Vega, la más brillante de todas las que se pueden contemplar desde el hemisferio norte.
Orfeo, cantor por antonomasia, representa el poder maravilloso del lenguaje, de la música, del canto.
En castellano, orfeón, como orfeó, designa a un grupo de personas que cantan en un coro.
La leyenda de Orfeo dio también lugar a una forma de pensamiento denominada “Teología Órfica”
El orfismo se convirtió en un modo de vivir, con ritos de purificación, pócimas mágicas y múltiples prohibiciones.
A partir del siglo XVII, el mito de Orfeo fue utilizado por la mayoría de los compositores, sobre todo barrocos, para algunas de sus obras.
De Claudio Monteverdi “La Favola d'Orfeo” (1607), es considerada una de las primeras óperas de la historia.
Otros importantes compositores recrearon el mito, entre ellos:
Christoph Willibald Gluck “Orfeo ed Euridice” y Jacques Offenbach en su paródica ópera bufa “Orphée Aux Enfers”, entre otros muchos.
Pero fue el checo Gluck con “Orfeo ed Euridice” (1762) el primero que puso a llorar al héroe sobre el escenario después de perder a su amada Euridice, llenando así de significado la expresión “drama lírico”, con que se denomina normalmente a la ópera.
En la poesía latina, Orfeo aparece en el libro 4° de “Las Geórgicas” de Virgilio y en el libro 10° de “Las Metamorfosis” de Ovidio.
El teatro y el cine aprovecharon también el mito de Orfeo.
En 1956, el brasileño Vinicius de Moraes estrenó en Río de Janeiro “Orfeu da Conceição”, donde por 1° vez en Brasil todos los actores de una obra de teatro eran negros.
La pieza fue crucial para hacer de la música de samba, un medio de expresión de la identidad nacional, situando el mito de Orfeo en unos carnavales de los suburbios de Río.
“Foi tão mágico o jeito que tomou
O nosso amor
Nosso doce amor”
Orfeu Negro es una película de 1959 del director de cine francés Marcel Camus.
Protagonizada por Breno Mello, Marpessa Dawn, Lourdes de Oliveira, Jorge dos Santos, Lea Garcia, Ademar da Silva, entre otros.
De coproducción brasileña, francesa e italiana, Orfeu Negro fue rodada en Río de Janeiro, y contribuyó a convertir en mundialmente famosa la música popular brasileña.
Con un guión de Vinicius de Moraes y Marcel Camus, Orfeu Negro está basada en la obra teatral “Orfeu da Conceição” del poeta, y también músico, Vinicius de Moraes, y constituye una adaptación del mito griego de Orfeo al ambiente del carnaval brasileño.
Orfeu Negro ganó la Palma de Oro del Festival Internacional de Cine de Cannes en 1959, y en 1960 los premios: Oscar y Globo de Oro a la Mejor Película en Lengua Extranjera.
Pero Orfeu Negro no fue recibida con entusiasmo en Brasil, ya que el público la consideró como una burla folclórica.
Al menos la banda sonora de Antonio Carlos Jobim, con canciones utilizadas en la obra de teatro, sirvió para la presentación mundial de un estilo de samba renovada que se llamaría “bossa nova”
Antonio Carlos Jobim y Luiz Bonfá son los autores respectivos de los dos temas principales de la banda sonora:
“A felicidade” y “Manhã de Carnaval”, que llegarían a ser clásicos de bossa nova y jazz.
Sin embargo, critico el exceso de baile en todos los personajes, y la falta de seriedad en afrontar algunas situaciones importantes.
Así como:
¿Quién era “la muerte”?, entre otras preguntas…
Lo que brinda a Orfeu Negro su mágica atmósfera es la fotografí­a de Jean Bourgoin.
Su sensacional fotografía captura tanto el mágico espíritu de la leyenda original como la relumbrante efervescencia de Brasil.
Los discretos contrastes entre la vibración de la luz natural y las secuencias nocturnas son sorprendentes.
Orfeu Negro es una libérrima adaptación del mito helénico, la leyenda del poeta que viajó al mismísimo infierno para rescatar a su amada, pero trasladada al universo tórrido y sensual de Río de Janeiro, en alguna medida “paraíso e infierno” en una sola tierra.
Orfeu Negro consiguió un punto medio entre la visión intelectual y la pasión visceral, y fue sumamente apreciado.
La acción de Orfeu Negro se desarrolla en el marco de los bailes, la música, los disfraces, los desfiles y los concursos, de una fiesta colectiva trepidante, multitudinaria y multicolor, que lo envuelve todo, y que se erige en el verdadero centro de atención.
El drama de amor y muerte de Orfeo constituye el pretexto, más que el objeto, de una descripción detallada del escenario abigarrado en el que tiene lugar la acción.
El director francés Marcel Camus supo captar el clima y el alma de unas fiestas populares que no tienen parangón con las de otros lugares del mundo.
Combinó con acierto el espectáculo desbordante, ingobernable y exótico de la mayor fiesta callejera de Brasil con un drama antiguo, trágico y conocido, que se presenta tratado con delicadeza y acierto.
Así, la bella Euridice (Marpessa Dawn) llega a Río de Janeiro en vísperas de su famoso carnaval, donde será acogida por una prima que vive en un arrabal de favelas de la ciudad.
Se acerca allí, entre el frenesí de la samba por las calles, en un tranvía cuyo conductor, un músico llamado Orfeu (Breno Mello), héroe popular del lugar por el poder de seducción de sus canciones, se fija en sus encantos.
Sin embargo, la relación de éste con ella se verá afectada por las sospechas de su celosa novia Mira (Lourdes de Oliveira)
La pasión los sumergirá en el trance vertiginoso del carnaval, que a su vez los arrastrará a un desenlace fatídico.
Como en el mito griego, Orfeu, aun siendo capaz de hacer levantar el sol con su música y su canto, y de embelesar a todos los que lo oyen, no consigue realizar su amor.
De resaltar escenas como la bajada al inframundo se recrean con una increíble escalera de caracol que baja hasta un rojizo sótano.
El ambiente fantasmagórico del despacho de desaparecidos de la Policía con montañas de papeles desordenados es sobrecogedor, al igual que la buena percepción para recoger escenas como ritos ocultistas, o la propia festividad del carnaval, y en estos momentos la cámara sabe moverse y enfocar, y la escenografía resulta realmente efectiva.
La música de Orfeu Negro, que está inserta en la historia, transmite tanto los momentos más melancólicos.
La banda sonora corresponde a Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes como los de festividad, samba brasileña, con el tema de Luiz Bonfá “Manhã de Carnaval”, y nos hace viajar a la mayor fiesta carnal del mundo.
Esta es la sensación que emana el carnaval, la fiesta de la pasión, el desbordamiento, la felicidad y la lujuria; y estos amantes van a dejarse llevar y nos van a contagiar de ese espíritu.
Pero, como dice la canción, “tristeza no tiene fin, felicidad sí”, la felicidad es temporal y, en seguida se puntea la maldición, tanto en el mito como en sus adaptaciones posteriores.
En 2005, coincidiendo con el año de Brasil en Francia, René Letzgus y Bernard Tournois exhibieron en el festival de Cannes su documental “À La Recherche d’Orfeu Negro” (En Busca de Orfeo Negro), que explora la repercusión social que ha tenido Orfeu Negro en Brasil hasta la actualidad, sobre todo en lo que respecta a la internacionalización del carnaval, la samba, la bossa nova, y la obra de Vinicius de Moraes.
En él, ofrecen su testimonio importantes personalidades de la música y la cultura brasileñas, como Gilberto Gil, Milton Nascimento, Carlos Diegues… y el propio Breno Mello, el actor que caracterizó a Orfeu, al que este documental rescató del olvido en que vivía pobremente en una humilde casa de Porto Alegre, y le permitió asistir por fin al Festival Internacional de Cine de Cannes, donde recibió un homenaje 46 años después de la gloriosa presentación de Orfeu Negro de Marcel Camus.
Curiosamente, el destino, desconocemos si el de los mitos griegos, determinó que los actores protagonistas de Orfeu Negro:
Breno Mello y Marpessa Dawn, fallecieron el mismo verano de 2008, si bien él el 11 de julio en Porto Alegre, ella el 25 de agosto en París; casi 50 años después de haber encarnado la relación entre Orfeo y Euridice en el cine, tal vez por esto, la vida se le antoja emular al arte.
Río de Janeiro es una ciudad que llora mientras baila.
Y eso, aún sigue perenne en Orfeu Negro.

“Tristeza não tem fim
Felicidade sim”



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