Match Point

“There are no little secrets”

¿Hasta qué punto un hombre puede sacrificar su alma o el amor por conservar un sitio preferencial y cómodo en la vida?
Esa es la idea de un mundo sin Dios o sin justicia.
Si no hay Dios todo está permitido, dicen por ahí.
Piensa en lo que ocurre cuando algo o alguien, o uno mismo, matan la fe y el amor de una persona.
Ahí ya podrías estar listo para vender tu alma.
Lo escalofriante es que la inhumanidad es humana, una posibilidad humana real.
El problema del mal…
Hay varias maneras de verlo:
Como una decisión libre, consciente, sentirse bien haciendo el mal.
Así el mal se siente como “bien”
El mal como un misterio, como algo inexplicable, un “así es”
El mal como la nada, el vacío, la ausencia de bien, el hoyo negro.
El mal como una enfermedad, como algo que no funciona bien, en este caso, hay esperanzas de cura, o tratamiento.
El mundo “visto desde el mal” no tiene salida.
Y llorar, justamente, es la forma más pura, creo, de la conciencia del mal.
El ser más puro que hay en nosotros se pregunta entonces:
¿Cómo es que el mundo, o una persona, puede ser así?
La suerte puede desviar el curso en la vida.
Aquel que dijo:
“Más vale tener suerte que talento”, conocía la esencia de la vida.
La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte.
Asusta pensar cuántas cosas se escapan a nuestro control.
Cuántas veces he pensado lo diferente que sería mi vida si hubiese nacido en otro entorno, y no me hace falta pensar en un entorno muy lejano al mío, precisamente.
También he pensado, aunque de manera más impersonal, en cómo afecta cada detalle a nuestras vidas.
No sólo influyen nuestras propias decisiones, como muchísima gente quiere creer, sino que también nos afectan las de los demás, o incluso cosas que se escapan al control de la especie humana.
Ese es el llamado “Efecto Mariposa”, que aunque produzca una cadena de acontecimientos con cierta lógica y base científica, para el ser humano no es más que aquello que llamamos “suerte” o “azar”
Y es que la suerte existe, pero no como algo abstracto, no como el concepto que se tienen de la suerte, aquellos que no creen en ella.
Existe y es algo muy concreto.
Suerte…
¿Siempre les sonreirá a los mismos?
“There are moments in a match when the ball hits the top of the net, and for a split second, it can either go forward or fall back.
With a little luck, it goes forward, and you win.
Or maybe it doesn't, and you lose”
Match Point es una película dramática de suspense escrita y dirigida por Woody Allen en 2005, y es la primera de tres, que el cineasta realizó fuera de Nueva York, en Gran Bretaña.
Protagonizada por Jonathan Rhys-Meyers, Scarlett Johansson, Emily Mortimer, Matthew Goode, Brian Cox, Penelope Wilton, Alexander Armstrong, Ewen Bremner, James Nesbitt, John Fortune, Rupert Penry-Jones, entre otros.
Match Point estuvo nominada al Oscar como mejor guión, el cual es impecable; una historia fantásticamente estructurada que evoca a “Crimen Y Castigo” de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky, en la cual un joven pobre de San Petersburgo, Raskolnikov, decide aniquilar a una anciana únicamente por razones humanitarias.
Trasmite la filosofía de que si aniquilar a una sola persona puede producir el bien para muchas otras, esto no será un pecado si no un acto correcto, el cual se debe cometer sin pudor alguno.
Match Point es una historia brillantemente narrada, con momentos de suspense que recuerdan a Sir Alfred Hitchcock, de hecho Allen resucitó al mejor Hitchcock y le dio un toque de magia con unos actores ESPECTACULARES.
En Match Point cuesta a veces creer que Allen detrás de las cámaras, el humor es escaso, y el que hay es muy negro, la banda sonora es muy trágica, y no alegre, y el escenario es Londres y no su amada New York.
Aún así su trabajo inmenso de dirección y en el magistral guión, se deja ver; porque ya resultaba triste ver cómo repite sus antiguos chistes y argumentos hasta convertirlos en cartón piedra.
Desgraciada y, platónicamente hablando, no más copia o sombra de sí mismo.
Pero la cosa esta cambiando.
Match Point es la película menos cómica de Woody Allen en mucho tiempo.
Y, de un modo saludablemente perverso, una de las más tensas, entretenidas y envolventes.
¡Por fin!
El trabajo de Allen como director suele ser bastante eclipsado en favor de su excelente faceta como guionista, ya que sus guiones son mucho más vistosos que sus dotes como director, pero aquí vuelve a demostrarnos que es sin duda uno de los mejores realizadores de las últimas décadas.
Sin piruetas técnicas y sin alardes que le permitan destacarse, Allen prefiere una realización sobria pero muy cuidada.
Match Point está considerado por el propio Allen como su mejor película, no solo no está su clásico personaje judío obsesionado con el sexo y la muerte, sino que ni siquiera está ambientada en su amada Nueva York.
Y no es que fuera, ni mucho menos, la primera vez que Woody Allen se enfrentaba al drama y se salía de los tópicos relacionados con él.
Match Point es cine en mayúsculas, dos horas sintetizan un tratado de filosofía existencial.
¿Hay amor si hay interés?
El apetito comedido, las reglas sociales, la mentira tolerable, el instinto domesticado…
¿Hay más erotismo en el poder y el lujo?
La tranquilidad, el sosiego, la inmunidad...
¿Son bálsamos efectivos?
Esta ascensión social y sus consecuencias, a un mundo que el director conoce muy bien, le sirven para reflexionar sobre parte de sus temas habituales:
La pareja, la infidelidad, la muerte o el sentimiento de culpa.
Match Point nos remite directamente por su solidez, estilo y poder reflexivo a las tragedias isabelinas, con claras referencias a “Otelo” y “Macbeth”, desde un punto de vista literario, teatral y operístico.
Match Point contiene varios de los elementos de esa tragedia:
El relato clásico, la ópera cumpliendo la función de los coros, la mujer fatal, que si bien es propia del film noir era la culpable de llevar a la perdición al protagonista masculino, etc.
Match Point describe con delicadeza el universo de la alta cultura:
La ópera, el té, restaurantes y museos son las actividades en las que se desenvuelven los personajes.
La situación dramática que plantea Woody Allen en Match Point posee como trasfondo filosófico explícito las reflexiones de Raskolnikov en “Crimen Y Castigo” de Dostoyevsky:
¿Es legítimo el asesinato si de ese modo obtenemos un bien mayor?
¿Pueden los hombres superiores vivir por encima del remordimiento y la culpa que atenazan a los inferiores y cobardes?
Woody Allen se mantiene fiel a los temas que ha tratado a lo largo de su extensa filmografía y en los que ha alcanzado una maestría inigualable, que se demuestra en la sencillez y sutileza con la que traduce en imágenes los sentimientos ocultos que recorren una pareja:
Inseguridad, culpa, dudas, sospechas, sobrentendidos...
Match Point es un film que plantea dos grandes temas:
Los designios del azar y la desmitificación del hombre hecho a sí mismo.
Aunque el primero es quizás el que está presente de forma más explícita, me parece que el segundo también es muy interesante.
Es sabido de sobras que la figura del hombre humilde que llega a triunfar en la vida con su esfuerzo personal es una de las predilectas del cine de Hollywood y que ha dado pie a numerosos films de superación personal y lucha contra la adversidad.
Woody Allen es consciente de ello y lo aprovecha muy inteligentemente.
“The innocent are sometimes slain to make way for grander schemes.
You were collateral damage”
La trama de Match Point gira en torno a Chris Wilton (Jonathan Rhys-Meyers) un joven tenista profesional retirado de origen irlandés, que encuentra trabajo como profesor de tenis en un club frecuentado por familias adineradas.
Se nos recuerda en diversos momentos sus orígenes humildes y cómo logró triunfar con su esfuerzo personal hasta que decidió retirarse; recordemos que no es nada casual que sea deportista, ya que en ese ámbito es donde han tenido lugar decenas de historias de superación personal.
Allí conoce a un tenista aficionado de similar edad, Tom Hewett (Matthew Goode), con quien traba amistad.
Tom Hewett introduce a Chris en la vida de los millonarios de Londres, y así el ambicioso Chris conoce a Chloe Hewett (Emily Mortimer) la hermana de Tom.
Igualmente conoce a la bella Nola Rice (Scarlett Johansson) una actriz estadounidense que había estado saliendo con Tom, que le reta desafiante a una partida de ping pong.
Chris enseguida se nota que siente un interés sexual por ella, y tras derrotarla rápidamente se justifica diciendo que es un hombre muy competitivo, desmintiendo lo que él dijo sobre sí mismo al inicio.
Chris logra ganar la confianza de la familia Hewett y se hace novio de Chloe, lo cual le permite integrarse por completo en el ambiente de riqueza y lujo que por mucho tiempo ha ansiado poseer.
No obstante, Chris y Nola Rice, quien carece del dinero e influencias de Chloe Hewett, inician simultáneamente un furtivo romance.
Resulta innegable pues que Chris es un maldito hipócrita sin escrúpulos.
Match Point se basará en el hecho de que ese hombre tan supuestamente honesto y agradable hecho a sí mismo, no es más que un desgraciado que ha visto la oportunidad de su vida y se ha aferrado a ella para sacar el máximo provecho de cada uno.
La moraleja es tan simple como que si quieres llegar a ser un hombre de provecho y progresar, necesitas ser un bastardo sin escrúpulos y tener suerte, aquí vuelve a incidir el tema del azar.
El azar, la ambición, el sexo y la pasión guiarán las acciones de Chris Wilton.
El contraste de la relación del protagonista con Nola y con Chloe no podría ser más marcado.
Cuando Chris y Chloe están casados, prácticamente evita el sexo con ella aún teniendo en cuenta que están intentando tener un hijo, mientras que con Nola se muestra carnalmente apasionado, efusivo e insaciable.
Su mujer le pide durante un desayuno probar otro intento de dejarla embarazada, pero él se niega argumentando que no quiere llegar tarde al trabajo, mientras que con Nola no tiene problema en retrasarse en la oficina para prolongar sus intensos encuentros sexuales.
Chris es en definitiva la viva imagen de la falsedad y la hipocresía.
En el tramo final sucede lo inevitable:
La doble vida de Chris estalla al tener la mala suerte, de nuevo este concepto, de dejar embarazada a Nola.
No deja de ser cruelmente irónico que tras meses intentando en vano dejar embarazada a su mujer, haya dejado preñada a su amante, pero ésta le argumenta que el motivo es que su hijo es fruto de unas relaciones basadas en la pasión pura, no como las que tiene con su esposa.
Sea como sea, por fin debe tomar una decisión y debe renunciar a una de sus dos vidas aunque, como él mismo reconoce, es incapaz de renunciar a ninguna de ellas, por pura cobardía y comodidad.
El desenlace de este conflicto nos proporciona otra sorpresa al conducir Allen momentáneamente su film hacia otro terreno insólito en él:
El suspense.
Todas las escenas relacionadas con la planificación y el desarrollo del asesinato de Nola son excelentes y muestran un gran dominio del director neoyorkino de la tensión cinematográfica sabiendo mantener todos los puntos de suspense:
Esa bala que se le cae a Chris en la cocina ante los ojos de su mujer, a la que tiene que distraer su atención.
La bolsa con la escopeta que en todo momento corre el riesgo de que sea abierta...
Al tomar la sabia decisión de acompañar todo el proceso del asesinato con un tema de ópera, se aumenta el dramatismo de la situación y le da hasta un aire de tragedia.
En los últimos minutos de Match Point en que irrumpe la investigación policial, vuelve a surgir el tema de la suerte en 2 puntos.
En primer lugar, los policías y la familia política de Chris no deja de decir al respecto que Nola tuvo muy mala suerte al llegar en el momento menos oportuno a su casa, ya que creen que murió accidentalmente.
Pero el más importante es cuando Chris lanza al Támesis lo que robó en la casa de la vecina de Nola, a la que mató para hacer creer que el motivo de los asesinatos fue un robo de drogas y joyas, y vemos como uno de los anillos choca con la valla y acaba cayendo al suelo.
Esto nos devuelve a la metáfora que iniciaba Match Point cuando el protagonista nos habla de esos momentos en que la suerte es decisiva, cuando en un partido tenis la pelota choca con la red y depende de en qué lado caiga, sales ganador o no.
Es exactamente la misma imagen, y esta vez la suerte no está de su parte.
Como buen manejador del suspense, Woody Allen nos da a conocer este hecho que el protagonista desconoce, e incluso nos muestra como en un sueño el inspector de policía encargado del caso ha tenido una revelación sobre cómo cometió Chris el crimen exactamente.
Todo parece indicar que está sentenciado.
Chris, al que suponemos ya a punto de ser detenido, no parece preocupado por eso, e incluso dice que desearía en cierto modo que le atraparan para poder creer que en este mundo hay justicia.
Y ciertamente es lo que todos los espectadores esperamos, porque es el tipo de final al que se nos tiene acostumbrado:
O que sea atrapado o que de alguna manera pase por un arrepentimiento y/o redención.
Pero no hay nada de eso.
El azar vuelve a estar de su parte y atrapan a un drogadicto que había cogido el anillo que no había caído al Támesis y que se corresponde exactamente con el tipo de criminal que la policía buscaba.
Sin que haya hecho absolutamente nada para merecerlo, Chris ha cometido un crimen perfecto que nunca se resolverá.
No hay esperanza ni para él ni para el espectador sobre la justicia en el mundo, Woody Allen nos estampa en la cara uno de los mensajes más terriblemente pesimistas de su carrera, y lo hace a su manera, con naturalidad y sin dramatismos, de forma seca y contundente.
Mientras 3 inocentes han muerto por culpa de un pecado suyo, Chris ha tenido por fin el hijo que ansiaba su mujer, un empleo bien remunerado y un estilo de vida lujoso asegurado.
Es un triunfador y todos le quieren…
¿Por qué no iban a hacerlo?
La última escena de Match Point nos muestra a Chris mirando ausente la ventana, sin hacer caso a su propio hijo y seguramente reflexionando sobre cómo ha conseguido esa posición, irónicamente de fondo oímos al resto de la familia brindando para que ese niño tenga tanta suerte como su padre.
Con este final Woody Allen no solo nos recuerda que la suerte no siempre está ligada con la justicia, sino que la tan alabada figura del hombre hecho a sí mismo a menudo basa su éxito en engaños, falsedad y crímenes.
Teniendo en cuenta que esta es una de las figuras idealizadas por excelencia en nuestra sociedad actual, este alegato de Allen, aunque pueda parecer simple, resulta de lo más descorazonador y devastador.
“Sophocles said, that to never have been born may be the greatest boon of all”
El trabajo de Chris es seguir el curso de una vida ejemplar, que, de pronto, traiciona los principios que exigen ese orgulloso y pulcro orden social.
Nuestro antihéroe se topará con una situación sin salida, y tendrá que elegir entre dos mujeres, vivir una vida o la otra, pero no las dos.
Se encontrará con la posibilidad extrema de su propia frialdad.
Y de nuevo contemplaremos, asombrados, al hombre “supuestamente” moral, sofisticado y degustador de la belleza.
Veremos cómo Chris se rehusará a perder y se enfrentará a lo aparentemente imposible:
Al crimen más horrendo.
Para este personaje, quien finalmente se convierte en un oscuro enigma, en un monstruo solitario, este es el mismo mundo sin Dios que Dostoyevsky vislumbró para el hombre de hoy.
Por eso, el azar decidirá si hay justicia o no.
Ya ni siquiera nuestros fantasmas, esos espectros que Bergman, todavía una gran influencia de Allen, inventó para interpelarnos y hacernos despertar, tienen posibilidad de ganar la partida en el mundo cruel, y tan verosímil, de Match Point.
El leitmotiv de Match Point es el siguiente:
Si en el transcurso de un partido de tenis la pelota toca la red, puede caer aleatoriamente en nuestro campo o en el contrario.
Si sucede lo primero perdemos el punto.
Se puede decir que hemos tenido mala suerte.
Esta explicación ingenua del azar, cuando se traslada a la vida, adquiere un peso y unas consecuencias inesperadas.
La tesis subterránea de Match Point es que el azar no existe, que un golpe de suerte termina siendo, sin que nos demos cuenta, la mayor de las desgracias.
No es este el único elemento espinoso que aborda Match Point, temas como la impunidad del crimen o la arbitrariedad de la justicia aparecen bajo una nueva luz.
Un mundo sin dioses ni moral, donde sólo el azar determina de qué lado de la red caerá la pelota.
Sus protagonistas:
Scarlett Johansson, de un plano a otro, aparece, se apodera de la escena, y no hay nada más que uno pueda hacer o desear:
Todo es inútil, excepto seguir viéndola…
Al principio uno juraría que es el ave de rapiña, la femme fatal que nadie podría resistir.
Pero luego de un inicio rutilante y de un desarrollo prometedor, el personaje irá desdibujándose y perdiendo peso e importancia, hasta verse convertido en una mera pieza del mecanismo y de la moraleja envenenada.
La manera en que se presenta a Nola Brice (Johansson) me pareció impresionante realmente me apabulló su voz, su físico, al escuchar el ir y venir de esa pelota de tenis de mesa junto con esa pregunta dirigida a Chris Wilton (Rhys Meyers):
¿Serás tú mi próxima víctima?
¿Con quién me topé, yo?
Rhys Meyers es convincente como un ser sensible partido en dos, incapaz de escoger, hasta el momento crucial, y a la vez, competitivo, dispuesto a cambiar su suerte como obsesivo, imperativo, irrenunciable, objetivo vital.
Match Point sabe ser sobria, condensada, intensa y sombría, detrás del brillo de actores y escenarios; y choca por su mirada implacable abriéndose paso entre el confort y el esplendor.
Sin perder su aire de fragilidad, llegado el momento, Chris se revela como una persona que es capaz de hacer cualquier cosa por mantener su posición, pese a sus remordimientos.
Y por esas casualidades fortuitas de la vida lo que parecía un crimen claramente inculpatorio, se convierte en una afortunada bola de partido “gracias a un anillo que no entró...”
Un anillo que choca con una barandilla y no cae al río puede condenarte para siempre, condenarte en la peor cárcel:
La de la libertad del cuerpo y la cárcel del alma.
La felicidad en apariencia del dinero, esconde el mayor dolor de un alma atormentada y condenada que amó y murió sin dejar de respirar...
Vive, pero nunca vivirá mientras aquellas lágrimas recorren su rostro por siempre jamás...
Y pues, debemos decirlo, al instructor de tenis, ex-jugador profesional y talentoso Mr. Wilton le fue en esta existencia bastante bien, le salieron las cosas cómo él jamás lo hubiese imaginado, se casó con la niña rica, ascendió económicamente, laboralmente y tuvo el romance de su vida, insuperable, con la mujer de sus sueños y diosa perpetua de cualquier mortal.
El hombre supo mover bien sus fichas sin saber jugar ajedrez, ni cartas, y digo esto ya que su personaje está tan bien caracterizado que no se le llega a odiar, en lo personal…
Sin embargo, Chris Wilton cimentó la profecía del falso redentor, del infeliz suertudo proclamador de buena fe, que al final es capaz de degollar a cualquiera con tal de salir con vida y permanecer en su estúpido paraíso por más tiempo.
No obstante, considero que Match Point ha sido concebida para confrontar especialmente al género masculino menoscabando su inherente hipocresía y mostrando las fatídicas consecuencias de su orgullo, falta de principios y sus incontrolables ansias de poder y poseer.
Sé que el mensaje de Match Point y las contingencias de los personajes pueden interpretarse más claramente desde la panorámica del azar; lo cual se puede considerar también como un error:
En virtud de que tal cosa, no existe, e igualmente señalo bastante peligrosa esa invitación abierta a cobijarse en la susodicha suerte o probabilidad para salir airoso de situaciones de culpabilidad, proponiendo de paso; el desmoronamiento de la justicia en favor de la proverbial casualidad.
Pero los fuertes cuestionamientos éticos que se plantean de fondo embonan el desarrollo de una trama; si bien convencional, bastante distanciada de otras de tema similar gracias a las acertadas actuaciones de todo el elenco; destacando principalmente a Rhys-Meyers balanceándose entre un inescrupuloso depredador, en más de un sentido, y un angustiado y zozobroso arribista.
E igualmente Alec (Brian Cox) representando con aplomo la arrogancia y serenidad de un típico suegro Británico.
Por otro lado, es obligatorio hacer mención especial al uso de la música como magnífico contrapunto a la tensión dramática, sobretodo en la escena cumbre donde Rhys Meyers entra en el edificio de Nola Rice transmutado en “Ángel Exterminador”
Aunque Allen cambia el jazz por la ópera, sigue utilizando la música con sabiduría.
La banda sonora de Match Point se compone básicamente de arias de ópera cantadas por Enrico Caruso como “Una furtiva lagrima”, de Gaetano Donizetti, y hace algunas referencias a obras como “Macbeth”, “La Traviata”, “Il Trovatore”, “Rigoletto”, “L'elisir D'amore”, “Les Pêcheurs De Perles” y “Salvator Rosa”
Allen suministra extractos de ópera (Rossini, Donizetti, Verdi, Bizet, Gomes) para esos momentos pasionales.
Esa música señala que detrás del impostor hay un hombre que sufre por amor, hay un auténtico sentimiento que lo reivindica frente a nosotros, y que nos hace cómplices de él.
El comentario irónico que está detrás de ese recurso es que esa música nos habla de un amor antiguo, como ya no lo hay, de un héroe trágico que en Chris, a fin de cuentas, no es ni será.
En un mensaje velado, fugaz pero afilado, a la actual situación política en su país, Allen parece tener poca esperanza en ese sentido:
Muchas personas cargan con sus delitos y faltas, y, con el tiempo, las van asumiendo e incluso olvidando.
En ese caso:
¿Sería usted capaz de decidirse, para salir de una situación económica apurada o para hacer un servicio a la humanidad, a dar el paso, en fin, a matar para robar?
Eso es lo que pregunta el juez a Raskolnikov para obligarle a confesar.
Por ejemplo, si para que alguien pudiese parir por fin una solución contra el SIDA fuese necesario el sacrificio de cien inocentes…
¿No sería adecuado ofrecerlos a cambio?
Evidentemente el protagonista de Match Point no comete el asesinato persiguiendo un fin tan elevado como el progreso científico o la vida de miles o millones, sino sólo para proteger su cómodo estilo de vida.
En cualquier caso, el razonamiento es el mismo.
Planteada la cuestión, se resuelve de un modo diferente en la novela de Dostoyevsky que en Match Point.
El novelista ruso obliga a Raskolnikov a renunciar a sus ideas nihilistas y a buscar la redención a través del verdadero amor, la confesión y el arrepentimiento.
El protagonista de Match Point reconoce que le hubiese gustado que la policía lo hubiese detenido porque eso sería fundamento suficiente para confiar en que el mundo tiene sentido, que el Bien y la Justicia dirigen, al fin y al cabo, la ridícula tragedia humana.
Sin embargo, la suerte le es favorable y la policía pierde su pista.
En lugar de confesar, como ocurre en “Crimen Y Castigo”, no le resulta demasiado difícil esconder su conciencia moral debajo de la alfombra y seguir viviendo feliz tras cometer el crimen.
En mi opinión, el mejor momento de Match Point ocurre cuando el protagonista dialoga con los fantasmas de sus víctimas:
Nola:
“Chris”
Chris:
“Nola, no fue fácil.
Pero al llegar el momento, pude apretar el gatillo.
No conoces a tu prójimo hasta que hay una crisis.
Uno aprende a esconder la conciencia bajo la alfombra.
Tienes que hacerlo.
Si no, aquello te supera”
Mrs. Eastby:
“Y yo, ¿qué?
¿Qué hay de la vecina de enfrente?
Yo no tenía nada que ver en este horrible asunto.
¿No hay problema en que yo muera, siendo inocente?”
Chris:
“Los inocentes son sacrificados a veces, por un orden mayor.
Usted fue un daño colateral”
Mrs. Eastby:
“También lo fue su hijo”
Chris:
“Sófocles dijo:
No haber nacido nunca, puede ser el mayor de los favores”
Nola:
“Prepárate a pagar el precio, Chris.
Tus actos fueron torpes.
Llenos de fallos.
Como de alguien que suplica ser descubierto”
Chris:
“Lo correcto sería ser descubierto y castigado.
Al menos habría una mínima señal de justicia.
Una mínima cantidad de esperanza en un posible sentido”
Así, sin maquillajes llamativos ni una puesta en escena que llame la atención.
La simple realización abundante de primeros planos y silencios en ese clima nocturno hace que ese momento esté lleno de tensión.
Este problema filosófico ya había sido planteado por Platón tanto en “Gorgias” como en el libro I de “República”
Sócrates defendía que era preferible “padecer injusticia antes que cometerla”
Ese es un fantasma moral.
En el escenario de su conciencia Chris conversa con sus víctimas, se explica y confiesa, razona y se justifica, la frase de Sófocles sobre la mayor dicha, la de nunca haber nacido, es de un nihilismo feroz.
Se trata de una escena arriesgada, que casi fuerza la verosimilitud, saliéndose del marco de una narración “realista”, pero funciona.
Además es necesaria para cerrar de manera lógica y lúgubre la parábola.
La imagen del éxito a toda costa y a cualquier precio contemplada con especial energía y amargura.
La ambigüedad, impensada, se mantiene.
Ha ganado y ha perdido al mismo tiempo.
El absoluto de ese éxito.
El vacío absoluto de ese éxito.
Quien comete injusticia puede que obtenga riquezas y poder, pero pierde su posesión más valiosa, el alma.
Aunque el diálogo en “República” es más conocido por contener la exposición de las ideas políticas de Platón, en realidad el hilo conductor es resolver la cuestión:
¿Puede alguien cometer injusticias, por ejemplo, un tirano, y tener una vida plena y feliz?
Demostrar que esto es imposible es esencial dentro de la metafísica platónica donde todo el Universo gira en torno a la “Idea del Bien” que reina junto a “la Belleza y la Justicia” sobre el mundo visible.
Pero…
¿Y si no fuese así?
La filosofía de finales del siglo XIX puso punto final a las esperanzas platónicas.
Como demostró Schopenhauer y recordaba Nietzsche:
“El viejo sol del Bien platónico ya no guía más los pasos de la humanidad”
No era más que el instrumento de los débiles para contener las ansias de poder de los fuertes.
Pero estos, propone Nietzsche, han de extirparse la venenosa conciencia moral que Platón y el cristianismo imprimieron a la humanidad si quieren convertirse en superhombres, y un modelo algo dubitativo de superhombre es el que propone Woody Allen en Match Point.
La cuestión es que Match Point no sólo transmite este mensaje, sino también uno melancólico y deprimente acerca del sinsentido del mundo:
La falta de justicia y de una estructura moral natural, ya que la naturaleza es en realidad bastante macabra.
De hecho, uno de los diálogos es directamente acerca de esto, y también acerca del desconocimiento que en realidad tenemos todos acerca de las personas que nos rodean y creemos conocer, así como de la crueldad humana.
¿Hasta dónde sería capaz de llegar para conservar mi estatus social?

“You can learn to push the guilt under the rug and go on.
Otherwise, it overwhelms you”



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