Dracula

“The story of the strangest passion the world has ever known!”

Dracula es uno de los mejores libros de la historia de la literatura de terror, si no el mejor y es pues lógico que haya inspirado tantas películas a lo largo de estos últimos 80 años.
Cuando Carl Laemmle fundó Universal Pictures en 1915, una de las primeras obras que pensó adaptar al cine mudo fue la historia de terror de Bram Stoker “Dracula”, y se tardaron 16 años en producir el filme que se convirtió en la primera película sonora de suspense sobrenatural de la historia, pero antes ya se habían llevado vampiros a la pantalla en el cine mudo, la primera vez fue una película húngara perdida titulada “La Muerte de Dracula” realizada 1921, 9 años después de la muerte de Stoker en 1912, aunque en realidad, con el argumento muy distinto a la novela, y el año siguiente, los alemanes produjeron “Nosferatu, Eine Symphonie des Grauens” una de las películas más terroríficas de la historia, pero que tuvo muchos problemas legales por no pagar los derechos de autor a la viuda del escritor, y la película tuvo que retirarse de mercado, después al fin, vino la versión de la Universal, que en un principio se pensó en Lon Chaney, el famoso actor de cine mudo conocido artísticamente como “El Hombre de Las Mil Caras” pero murió en 1930, entonces Bela Lugosi, un inmigrante húngaro que ya había interpretado al Conde en Broadway fue quien se llevo el papel.
Bela Lugosi es con toda seguridad una de las figuras más trágicas e icónicas de la historia del cine, entendido éste tanto en su totalidad como en su vertiente del género de terror.
Y es que este Dracula, sin ni siquiera enseñar los colmillos, creó una atmósfera de terror que otras versiones no pueden igualar ni con sangre a borbotones.
Lugosi se halla, sin dudas, entre las grandes figuras del género, codeándose con genios de la talla de Lon Chaney, Boris Karloff, Vincent Price, Peter Cushing y Christopher Lee; pero tiene algo de lo que todos ellos carecen.
La figura de Bela Lugosi siempre ha estado envuelta en un halo de misterio y drama, gloria y decadencia, que lo configuran como una estrella única dentro del celuloide.
Lugosi fue un gran hombre, de inmenso talento, cuya vida estuvo plagada de desgracia, sinsabores, frustración y humillación.
Saboreó las mieles del éxito, tocó el cielo con su genial e insuperable interpretación del vampiro más famoso, El Conde Dracula, pero todo fue efímero.
Consiguió hacer sus sueños realidad, pero despertó de ellos demasiado pronto y la gloria se le escapó de entre los dedos.
Como Ícaro, voló demasiado alto, y el sol derritió sus alas.
La caída fue muy dura, pero ahí es donde reside su mayor logro, ahí está lo que hace que además de un gran actor, fuera una gran persona:
Demostró una inigualable tenacidad para enfrentarse a la adversidad de su destino, nunca flaqueó, y siempre mantuvo sus esperanzas.
Su fe en su trabajo nunca se debilitó, y ahora su legado está más vivo que nunca, pues Bela Lugosi nos dejó un buen número de clásicos imprescindibles para todo cinéfilo, y entre ellos, su Dracula, con el que nos mostró al que muy posiblemente es el villano más carismático y elegante que haya alumbrado Hollywood jamás.
Béla Ferenc Dezső Blaskó nació el 20 de octubre de 1882 en Lugoj, Transilvania, región del antiguo Reino de Hungría, por aquel entonces Imperio Austro-Húngaro, que pasó a ser anexada a Rumania luego de la derrota húngara en la Primera Guerra Mundial.
Bela se involucró de lleno en el contexto histórico en que vivía su país, participó en la Primera Guerra Mundial y cuando la monarquía húngara fue derrocada se significó como uno de los principales abanderados de la izquierda, fundando el sindicato de actores.
Pero tuvo que exiliarse, debido a su actividad política primero a Alemania en 1919, y posteriormente abandonó Europa y se marchó a los Estados Unidos.
Sin dominar el inglés y con un prominente acento húngaro, Bela adoptó el apellido Lugosi en homenaje a su lugar de nacimiento y consiguió debutar en Hollywood con la película “The Silent Comand” (1923)
Fue papel de su vida, el del Conde Dracula, que interpretó primero en los teatros de Broadway en la obra “Dracula” (1927) y en diversas giras, y que posteriormente llevó a la pantalla de la mano de Tod Browning en “Dracula” de 1931.
El taquillazo de “Dracula” fue enorme, incluso pese a la proximidad del crack del 29, y las buenas críticas afloraron por doquier, aunque no con unanimidad, dado el carácter polémico de la cinta.
Lugosi fue aclamado.
Y aunque bien mereció un Oscar, no recibió ni siquiera una nominación.
Lo que sí obtuvo fue un contrato con la Universal, así como la nacionalidad americana en junio de 1931.
“Dracula” fue un éxito, pero Lugosi se encasilló en papeles de terror, y lentamente, su condición de extranjero le iba encaminando a interpretar papeles de villano.
Bela Lugosi rechazó interpretar al monstruo en Frankenstein por lo que el papel fue a parar a otro actor llamado Boris Karloff.
Bela Lugosi tuvo también un pequeño papel en la comedia clásica “Ninotchka” (1939) junto a Greta Garbo.
Muchos films, como “The Black Cat” (1941) equipararon a Lugosi con su mayor rival en el mundo del cine de terror, Boris Karloff.
La actitud de Lugosi ante Karloff es tema de muchas y muy variadas opiniones entre los expertos e historiadores de cine.
Muchos de ellos nos hablan de un Lugosi resentido por el éxito y la habilidad de Karloff de conseguir mejores papeles dentro de la escena del cine de terror, mientras que otras historias comentan que entre ambos actores, al menos durante un tiempo, existió una muy buena amistad.
Las heridas sufridas durante la guerra se habían convertido en un mal crónico para Bela Lugosi, y tras probar remedios naturales sin mitigar su dolor, el médico le recetó opiáceos.
Lentamente, y sin pretenderlo, se convirtió en un drogadicto.
Años más tarde, los papeles dejaron de llegarle y Bela Lugosi, se volvió un adicto a la morfina, sustancia que comenzó a utilizar durante su estancia en el frente de guerra para apaciguar el dolor por la herida sufrida en su pierna.
Además, su vida se desestabilizó ya que Bela asumió en la realidad la personalidad de vampiro que le había hecho famoso.
Recreó por última vez el papel de Dracula en la película “Bud Abbott And Lou Costello Meet Frankenstein” en 1948.
Ya casi al final de su vida, Bela Lugosi volvió a aparecer en películas, aunque fuesen de pésima calidad.
El histórico director Ed Wood fue desde siempre un fan de Lugosi.
Wood consigue convencer a un anciano Lugosi para que participara en un pequeño papel en su película “Glen Or Glenda” (1953)
Posteriormente, Lugosi volvería a interpretar a un científico loco en otra película de Wood, “The Bride Of The Monster” (1955)
Uno de los papeles más famosos de Lugosi fue el que interpretó en una película ya clásica que sería estrenada después de su muerte.
“Plan 9 From Outer Space” (1959) de Ed Wood contenía metraje de Lugosi intercalado con escenas de un doble suyo que no se parecía para nada a él, ya que Lugosi falleció tres años antes de que llegase la financiación total del proyecto, de la mano de la Iglesia Baptista de Beverly Hills concretamente, así que Wood contrató al quiropráctico de su esposa para doblar a Lugosi, al que podemos distinguir porque se cubre la cara con una capa en cada una de sus tomas.
Bela Lugosi falleció de un ataque al corazón a la edad de 73 años en Los Ángeles, California, mientras se encontraba sentado en una silla un 16 de agosto de 1956.
La leyenda del terror nos abandonaba interpretando también en la muerte a su personaje más querido y que más satisfacciones le dio en vida, El Conde Dracula.
Lugosi, como bien indicaba su testamento, fue incinerado llevando puesto su disfraz de vampiro.
A su entierro acudieron unas pocas personas, entre ellas, su familia y sus compañeros de profesión.
Su viejo rival Boris Karloff estuvo entre los presentes y afectuosamente pronunció unas palabras.
Sería imposible entender el género de terror sin Bela Lugosi y sin su Conde Dracula, el inmortal al que Lugosi debe que su fama sea imperecedera y que su sombra se extienda a las nuevas generaciones.
Dijo Bela Lugosi antes de morir:
“Soy el Conde Dracula, el rey de los vampiros, soy inmortal”
No era un delirio, sino la comprensión al fin, en un destello de lucidez, de que toda su amargura, todo su sufrimiento y dedicación habían servido para algo.
Habían generado un inolvidable legado.
Más bien podríamos decir que mientras que Béla Ferenc Dezső Blaskó murió en 1956, Bela Lugosi y su Conde Dracula vivirán para siempre.
“I am... Dracula.
I bid you... welcome”
Dracula es una película de terror estadounidense de 1931 dirigida por Tod Browning.
Protagonizada por Bela Lugosi, Helen Chandler, David Manners, Dwight Frye, Edward Van Sloan, Herbert Bunston, Frances Dade, Joan Standing, Charles K. Gerrard, Carla Laemmle, entre otros.
Producida por Universal Studios, Dracula puede considerarse una precuela de la historia de la novela, de hecho, Dracula salvó a la Universal Pictures de la quiebra, debido a este hecho el estudio se vio envuelto en una sucesión de producciones de terror, comenzando con “Frankenstein” (1931)
Por cerca de 30 años, Universal Pictures sería sinónimo del cine de terror.
El guión de Dracula es de Garrett Fort y Dudley Murphy, sobre la versión teatral de John L. Balderston y Hamilton Deane, basados en la novela homónima de Bram Stoker.
La pieza fue ampliamente revisada por John L. Balderston en 1927 y se trata de la primera adaptación de la novela, autorizada personalmente por la viuda de Stoker, de hecho, la obra tuvo enorme influencia en muchas de las versiones cinematográficas de la novela.
Música es de Pyotr Tchaikovski, Franz Schubert y Richard Wagner, adaptada por Maurice Pivar.
De todas las versiones de la novela de Bram Stoker, ésta es probablemente la más famosa.
A manera de curiosidad, muchos de los nombres, apellidos y relaciones entre los personajes fueron cambiados.
Asimismo, de todos los actores que han interpretado al personaje, Bela Lugosi es el más recordado, junto con Christopher Lee.
Dracula se rodó en plena transición entre el cine mudo y el sonoro, por lo que sus detractores le achacan un exceso de teatralidad.
Sin embargo, éste es uno de sus atractivos, pues Bela Lugosi es capaz de fascinar únicamente con su voz, además que Browning logró que Lugosi, que no sabía inglés, pudiera decir muy bien sus diálogos.
La forma de hablar de Lugosi, sus movimientos y expresiones son los que le hicieron el eterno Conde Dracula y la extraña pronunciación, las largas pausas, la profunda modulación, son todas decisiones creativas de Lugosi.
Los primeros planos de su rostro con los ojos iluminados y con un rictus salvaje, debieron asustar a las audiencias de la época, un Bela Lugosi atrapado por su caracterización, la inolvidable interpretación de Dwight Frye en el papel del enloquecido Renfield, y la disposición de sus hacedores para retener con elegancia el aspecto romántico, son otros puntos clave de Dracula.
Solo al inicio, y en una escena en un teatro se puede escuchar música de fondo en Dracula, esta decisión la tomo Universal por ser Dracula la primera película de terror sonora que hacían.
El diseño de los escenarios; tanto la Abadía de Carfax como especialmente el Castillo del Conde en Transilvania son impresionantes.
Todas las cosas parecen tener 3 o 4 veces el tamaño normal:
Las puertas, las sillas, las escaleras, la chimenea.
Con los efectos de niebla, la atmósfera está muy bien lograda, la aparición de las novias del Conde tiene cierta magia.
Este Dracula ha alcanzado el rango de mito, de clásico, lo que ha provocado que hoy, de forma irreflexiva y por parte de aquéllos que no la conocen bien, sea considerada la versión de referencia, y el original irreprochable del que todas las demás películas son meras copias sin alcanzar ni mucho menos su excelencia.
La gran mayoría de intérpretes posteriores del personaje, o de vampiros similares, han seguido la escuela de la actuación de Lugosi, desde su recitado de líneas hasta la estampa en frac y capa.
Sin embargo, sus principales valores son la consecución de una fascinante atmósfera, especialmente cuando la acción transcurre en Transilvania, gracias al talento fotográfico del gran Karl Freund, la capacidad expresiva de los decorados ideados por Charles D. Hall, y la estilizada narración de Tod Browning que tanto toma del gótico como del expresionismo alemán.
Se cuenta que cuando Dracula se estrenó en el Teatro Roxy de Nueva York el 12 de febrero de 1931, los periódicos informaron de que los miembros de la audiencia se desmayaron en estado de shock por el horror que estaban viendo en la pantalla.
Esta publicidad, astutamente realizada por el estudio de cine, ayudó a asegurar que la gente no vino a ver Dracula, si no por otra razón que la curiosidad.
Se dice también que Dracula tenía un epílogo, cortado a última hora, en el que su mortal enemigo, el cazador de vampiros Van Helsing, encarnado por el actor Edward van Sloane, deseaba buenas noches al público, y afirmaba luego que los vampiros existen.
Además, el guión original de Dracula poseía interesantes elementos que fueron extraídos u omitidos:
Los gritos de muerte de Renfield al caer escaleras abajo y Dracula al ser empalado por Van Helsing fueron originalmente suprimidos, aunque restaurados para posteriores ediciones en video.
El guión también incluía escenas de Lugosi con colmillos, planos de las marcas en el cuello de las víctimas, y una más descriptiva y climática masacre del “Vesta” con “close-up” del capitán gritando y atado al timón, rostros de los marinos surcados por el pavor intercalados con “close-up” de Dracula y sus colmillos y, finalmente, una “toma del Conde con los brazos en alto, la capa ondeando al viento, a punto de lanzarse sobre un indefenso desgraciado al cual ha acorralado”
“Listen to them.
Children of the night.
What music they make”
La acción en Dracula comienza con un abogado llamado Renfield (Dwight Frye), quien viaja hasta Transilvania por una cuestión de negocios con el Conde Dracula (Bela Lugosi)
Los habitantes del pueblo le advierten no ir al Castillo de Dracula ya que creen que en el lugar hay vampiros.
Sin embargo, Renfield no les hace caso y va al Castillo, donde es recibido por el Conde.
Ambos dialogan acerca del deseo de Dracula de arrendar una residencia en Londres, ciudad a la que viajará el día siguiente.
Esa noche, Dracula hipnotiza al abogado y lo ataca.
Renfield, que ahora es un esclavo de Dracula, viaja junto al Conde a bordo de la goleta Vesta, rumbo a Inglaterra.
Cuando el barco llega a su destino, se descubre que Renfield es la única persona viva en la nave.
El hombre es posteriormente enviado al sanatorio del doctor Seward, que se encuentra cerca de la residencia que arrendó Dracula.
Algunas noches más tarde, Dracula se encuentra con el doctor Seward (Herbert Bunston) en un teatro de Londres.
Seward le presenta a su hija Mina (Helen Chandler), al prometido de su hija John Harker (David Manners), y a la amiga de la familia Lucy Weston (Frances Dade)
Lucy se siente fascinada por el Conde Dracula, y esa noche, luego de quedar dormida, Dracula la visita a su habitación, convertido en murciélago, y bebe su sangre.
La joven muere al día siguiente, con dos marcas en su cuello.
Mientras tanto, Renfield es estudiado por el profesor Van Helsing (Edward Van Sloan), quien descubre que el hombre tiene una obsesión con comer moscas y arañas.
Van Helsing descubre además que Renfield reacciona negativamente ante una planta que es utilizada para protegerse de los vampiros.
Una noche, Mina es visitada en su habitación por Dracula, quien muerde su cuello.
Al día siguiente, Dracula vuelve a la casa, donde conoce a Van Helsing.
Allí, Van Helsing descubre que el Conde no puede reflejarse en los espejos, y deduce que es un vampiro.
Los periódicos de la ciudad reportan la presencia de una misteriosa mujer que ataca a niños durante la noche.
Mina reconoce a la mujer como Lucy, quien ha vuelto de la tumba como vampira.
Harker intenta convencer a Mina de irse de Londres, pero sin éxito.
Posteriormente, Dracula vuelve a hablar con el profesor Van Helsing, y le dice que Mina le pertenece.
Van Helsing jura venganza al vampiro y lo espanta con un crucifijo.
Más tarde esa noche, Van Helsing y Harker ven a Renfield, después de haber escapado de su celda, en dirección a la residencia de Dracula.
Los hombres lo siguen y ven a Dracula junto a Mina.
El Conde los descubre, y creyendo que Renfield los llevó hacia su escondite, lo estrangula.
Van Helsing y Harker persiguen al vampiro, quien entra a su ataúd ya que está amaneciendo.
Van Helsing toma una estaca y la clava en el pecho de Dracula, quien grita de dolor.
Con esto, Mina vuelve a la normalidad y es llevada por Harker de vuelta a su casa.
Así pues, estamos ante la versión más mítica y en la más inusual de la filmografía de Browning.
Dracula es una película de una belleza poética impresionante, que transmite un aire fantasmal y de sueño que la hacen irrepetible.
Dracula fue la que marco el modelo poético de todas las demás versiones, y no desarrolla tanto la faceta erótica del vampirismo que sí desarrollarían las versiones sucesivas.
Dracula es una obra maestra que es algo más que una película de terror, es una película que habla sobre las apariencias, de apariencias sumergidas.
Sobre la inmortalidad.
Dracula es una película iniciática con muchas claves escondidas.
Destacar ese erotismo soterrado que está presente.
Destacar también la nocturnidad, los decorados, sobre todo los de la primera parte, esos planos generales, inmensos, llena de romanticismo.
En cuanto a los actores, 3 destacan por encima de todos:
Bela Lugosi, con una caracterización fascinante del temible vampiro, en especial sus ojos y mirada.
Edward Van Sloan como el inteligente Van Helsing y Dwight Frye, quien posiblemente lleva a cabo la mejor interpretación de todo el reparto, encarnando al loco Renfield.
La imagen del vampiro que transmite Dracula está muy alejada de la concepción de Stoker:
Su hieratismo, su pelo engominado, su tez empolvada, sus movimientos solemnes carecen por completo de la ambigüedad con la que el novelista irlandés dotó a su criatura.
Hollywood, a diferencia del cine europeo, había hecho escasas incursiones en el horror, por lo que la Universal no las tenía todas consigo respecto a la respuesta del público ante tema tan novedoso.
Dracula sólo podría vampirizar a mujeres, se eliminaba toda posible referencia homosexual, todo acto vampírico debía ocurrir fuera de la pantalla, así, nunca vemos al Conde morder a sus víctimas, sólo lo intuimos y además, la versión original del director se aligeró en diez minutos, lo que hace que el montaje definitivo sea bastante apresurado.
Bela Lugosi intentó durante los años que siguieron hasta su muerte repetir el triunfo personal que supuso para él su papel en Dracula.
Jamás lo consiguió, y acabó sus días actuando en producciones inmundas de presupuestos ridículos, cuyo único atractivo era su nombre en el reparto.
No obstante, la presentación de Dracula es soberbia:
A los planos exteriores del Castillo sigue un “travelling” que recorre una cripta hasta detenerse en un ataúd del que surge la mano del Conde; de otro ataúd emerge la mano, y posteriormente el cuerpo, de una mujer vampiro.
Le sigue otro “travelling” sobre Dracula, y un plano subjetivo de las 3 vampiras acercándose al Conde, y al espectador.
Por alguna razón el embelezante “El Lago de Los Cisnes” preside los títulos de crédito de Dracula, así como los de otros thrillers de la época.
No sabemos si tal melodía del período del Romanticismo era la ideal para acompañar el “romance gótico” que creemos que Dracula es, pero al menos proporciona un clima de interés y el tono acertado para las imágenes que vendrán.
Todos estos recursos, ingredientes de la susodicha “más extraña pasión”, se conjugan con la construcción narrativa del itinerario draculiano que, creo, debe ser testimonio dicha “pasión”
¿Y cómo se inicia esta pasión?
Con un aristócrata amoral y decadente que vive en “trigamia”, aislado en un Castillo que hace siglos desconoce la pulcritud.
Debido a cuestiones fisiológicas solo puede alimentarse del torrente sanguíneo de seres humanos.
Hace tiempo que vendría madurando la idea de cambiar de aires.
De dejar atrás a sus concubinas y establecerse en un lugar de características opuestas al actual.
Un lugar especialmente rico en potenciales y sabrosas víctimas.
La civilización moderna, los fastos de la clase alta que quiere codearse con restos de la aristocracia que él representó en vida, y el imperante escepticismo que trajo, aparejado el desarrollo de la ciencia y la tecnología, configuran a Londres como el sitio ideal, donde incluso su extraño hábito alimentario podría pasar desapercibido.
La trama de Dracula nos presenta una historia de amor, la de Mina y su prometido Jonathan Harker.
Es un amor tradicional y virginal, símbolo de los prejuicios y tabúes victorianos, pero amor al fin.
Y tenemos la “pasión” que Dracula ofrece como dulce tentación para que Mina se entregue a sus brazos eslavos.
¿Es el amor que mueve a nuestro Conde?
¿Por qué razón Dracula preferiría amar a Mina Seward en vez de alimentarse de ella, como hizo con Lucy Weston?
¿O es que el amor consiste en la “fagocitación” del amante débil por parte del fuerte?
Siguiendo este razonamiento, agrego algunas pistas visuales recogidas al recopilar unas fases y que nos sirven como colofón de que:
“...el amor es como la estrategia de la araña”
En la primera bobina, Renfield llega al Castillo Dracula, y el Conde lo recibe pasando a través de una gruesa telaraña, que parece labor no de una sino de varias generaciones de arácnidos.
En este fotograma observamos el impresionante interior del Castillo Dracula y la visible tela a espaldas del Conde.
Cuando Renfield sigue a Dracula rumbo a la habitación de huéspedes, la tela se convierte en un obstáculo que solo puede trasponer perforándola con su bastón.
El Conde nota la huida de una de sus “hijas de la noche” y explica con tono didáctico a su invitado:
“La araña tejió su red para atrapar a la mosca, la sangre es vida, Sr. Renfield”
Al llegar al puerto, un enloquecido Renfield es hallado en la bodega del buque.
Sus ojos desorbitados y la sonrisa desencajada en combinación con sus manos aferradas a las barandas de la escalera.
La toma es perfecta y da la ilusión de que el personaje tuviera repulsivas patas de insecto, que vienen a tono con su afición por devorar seres inferiores como moscas y arañas.
Un último detalle. 
En el desenlace, Dracula rapta a Mina y se ocultan en el sótano de su Castillo.
Más tarde, cuando Van Helsing ha empalado a la criatura, Harker rescata a Mina y la lleva del brazo.
Unas campanadas musicales de fondo muestran a la pareja ascendiendo por la soberbia escalinata del Castillo.
El realizador, creemos, apunta a trazar una comparación entre la pasión draculiana y el sótano, que es la parte más baja de la casa, analogía del infierno, con el amor puro de Mina-Harker y las habitaciones superiores, analogía celestial de la vida virtuosa que les espera en La Tierra.
Como curiosidad voy a citar la famosa “Noche de Walpurgis” o “Walpurgisnacht” en alemán, y es una festividad celebrada en la noche del 30 de abril al 1 de mayo en grandes regiones de Europa Central y el Norte, también conocida como “La Noche de Brujas”
La tradición, probablemente vikinga y difundida por celtas, señala esta fecha como de transición de la primavera al verano, la festividad de Beltane en honor a Belenos, dios del fuego, prendiendo hogueras para renovar con el humo a los pueblos y a sus habitantes.
La festividad resultó adoptada en algunos puntos para usos de brujería y, como ha solido pasar, fue absorbida por la llegada del cristianismo, atribuyéndole vagos orígenes relacionados con un supuesto cumpleaños de Satanás.
En esta época de transición equinoccial era costumbre que se juntasen las brujas y hombres lobos, según leyendas, en las inmediaciones de la sierra del Harz, en concreto en su cima más alta, el Blocksberg, para sus reuniones.
El origen de la festividad procede de antiguas celebraciones paganas celtas, posiblemente de la época de los vikingos, adorando e invocando a los dioses de la fertilidad la noche del 30 de abril, mezclándose esta celebración nórdica con el Beltane celta.
En la antigua Roma, el mes de mayo estaba consagrado a los antepasados, maiores.
Era un mes en que en toda Europa y Asia se creía que los aparecidos hacían sus incursiones entre los vivos.
Durante la Antigüedad y la Edad Media, se perpetúa una gran prohibición:
Hay que evitar casarse en mayo, porque durante ese período se corre el riesgo de contraer matrimonio con una aparecida, o con una mujer embrujada del Otro Mundo.
Con el devenir de los tiempos, la fecha aproximada de la celebración católica de la canonización de la Santa Walpurgis, Valborg o Walburga, se trasladó del 25 de febrero, fecha de su nacimiento, al 1 de mayo, denominándose “Noche de Walpurgis” por coincidir la fecha de celebración con el día de Santa Walpurgis en el calendario sueco debido a que el 1 de mayo de 870 d.C. fueron trasladadas sus reliquias.
Dicha fecha pasó a ser el día de la celebración de esta santa en algunos calendarios, coincidiendo con “El Día del Trabajador”
Para finalizar, fue durante la Noche de Walpurgis de 1776 cuando Adam Weishaupt creó en los bosques bávaros a los Illuminati.
En el manuscrito original de la novela de 1897 Dracula, de Bram Stoker, la novela empezaba con un primer capítulo titulado “El Invitado de Dracula”, pero los editores estimaron que ese primer capítulo era superfluo y decidieron retirarlo, haciendo que “El Diario de Jonathan Harker”, el capítulo siguiente, fuera el primero de la versión destinada al público.
En ese primer capítulo original, “El Invitado de Dracula”, el narrador, cuyo nombre el texto no revela, pero que la novela, más tarde, deja suponer que es Jonathan Harker, se dispone a salir de su hotel en un coche de caballos, y el hotelero aconseja al cochero que no se demore, que ya sabe que esa noche es diferente a las demás.
Cuando, durante el camino, el narrador le pregunta al cochero qué tiene de especial esa noche en particular, éste le contesta que es la noche de Walpurgis.
En 1914 la viuda de Stoker autorizó la publicación de ese capítulo bajo la forma de un cuento corto de mismo título: “El Invitado de Dracula”
Más tarde, en 1931, la película Dracula recupera esa mención de la noche de Walpurgis, que en la novela había sido eliminada por los editores junto a todo el primer capítulo, pero en la película es el hotelero quien advierte al narrador, esta vez identificado con el personaje de Renfield, de que se guarde de los horrores de la noche de Walpurgis.

“The strength of the vampire is that people will not believe in him”



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