The Great Dictator

"I'm sorry, but I don't want to be an emperor.
That's not my business.
I don't want to rule or conquer anyone”

En el año 1939 el nazismo estaba en plena expansión.
Con él, el estado alemán gobernado por Hitler.
En ese momento aún había simpatizantes de Hitler en todo el mundo.
Tomar partido aún era una empresa riesgosa.
De hecho eran los albores de la Segunda Guerra Mundial, de la cual los Estados Unidos no participarían sino hasta la invasión por los japoneses de Pearl Harbor, en diciembre de 1941.
Había muchos que aplaudían el resurgimiento de Alemania e incluso se hablaba de la necesidad de una limpieza étnica no sólo en circuitos nazis.
Se sabe que el racismo no es propiedad exclusiva de Hitler y sus muchachos.
Eran años de nacionalismos exacerbados por todos lados.
La Alemania nazi o nacionalsocialista fue el periodo de la historia de Alemania comprendido entre 1933, año de la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler, y 1945, año de la derrota del país en la Segunda Guerra Mundial, que tuvo como consecuencia el final del régimen.
Utilizando la propia terminología nazi, se emplean también los nombres Tercer Reich, Gran Reich Alemán o III Imperio Alemán para aludir a esta etapa.
El término nazi es la apócope de nacionalsocialismo en alemán.
Esta ideología fue institucionalizada en el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (PNSAT), en alemán Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (NSDAP), también conocido como partido Nazi.
El Tercer Reich es el período y se utiliza como sinónimo para la Alemania nazi.
El término fue introducido por la propaganda nazi, que contaba al Sacro Imperio Romano Germánico como El Primer Reich o Imperio, al Imperio Alemán de 1871 como El Segundo y a su propio régimen como El Tercero.
Esto se hizo para sugerir una vuelta “gloriosa” de la Alemania anterior tras la República de Weimar instaurada en 1919 y que, sin embargo, nunca fue disuelta oficialmente por el nuevo régimen.
Desde 1939, sin embargo, los propios nazis evitaron utilizar la expresión “Tercer Reich”, desde 1943 prefirieron llamarlo “Gran Reich Alemán” o “Grossdeutsches Reich”, con el objeto de aludir a la considerable expansión de sus fronteras que se produjo en 1939 y 1940.
El partido Nazi procuró combinar símbolos tradicionales de Alemania con símbolos del partido Nazi, siendo un símbolo único, la esvástica, el más representativo del régimen, en un esfuerzo por afianzar la idea de unidad entre sus ideales y Alemania.
Por otro lado, el antisemitismo es un término que hace referencia específicamente al prejuicio o la hostilidad abierta hacia los judíos como grupo generalizado.
Suele manifestarse en una combinación de prejuicios de tipo religiosos, raciales, culturales y étnicos.
Aunque la etimología del término podría dar a entender que se trate de un prejuicio contra los pueblos semitas en general, el término se utiliza en forma exclusiva para referirse a la hostilidad contra los judíos.
El antisemitismo puede manifestarse de muchas formas, desde formas de odio o discriminación individuales, ataques de grupos nucleados con dicho propósito, o incluso violencia policial o estatal.
El término semita hace referencia a Sem, quien según los escritos bíblicos fue el primogénito de Noé del que descenderían los hebreos, asirios, babilonios, fenicios, así como los árabes y otras comunidades de Oriente Próximo y Medio.
Por extensión, semita se empezó a utilizar para designar a los pueblos hablantes de las lenguas semíticas y sus realizaciones culturales.
Pese a carecer de toda base étnica, y al igual que sucedió con el término ario, la voz semita se transfirió de su significado lingüístico original a un nuevo significado racial.
El odio a los judíos está documentado desde los orígenes del cristianismo, y hay hipótesis que lo sitúan ya en la época helenística.
Sin embargo, el nacimiento del antisemitismo como corriente de pensamiento moderno está ligado a la eclosión de los nacionalismos en el siglo XIX europeo, que tuvieron como bandera común la idea “un pueblo, un Estado” y que está en el origen del concepto de Estado-Nación.
Al calor de esa idea se formaron diversos Estados europeos, surgidos del desmembramiento de los imperios o bien a través de la unificación de Estados con similar cultura y lengua, como Italia y Alemania.
El término antisemitismo fue acuñado en 1879 por el periodista Wilhelm Marr en su libro Zwanglose Antisemitische Hefte, y Wilhelm Scherer empleó ese mismo año el término “Antisemiten” en Neue Freie Presse, utilizándolo por primera vez en un panfleto antisemita que exhortaba a la hostilidad contra los judíos desprovisto de toda connotación religiosa.
El panfleto de Marr, publicado en Berna, tuvo mucho éxito, doce ediciones en el mismo año, y fundaría unos meses después la Antisemiten-Liga.
Paralelamente a ese desarrollo nacionalista, y atravesándolo en muchas ocasiones, evolucionó el moderno antisemitismo, que en esencia consideraba a los judíos como pueblo apátrida, ajenos al cuerpo de la nación y enemigos potenciales de ésta.
El antisemitismo moderno no tiene ya, por tanto, connotaciones religiosas, al contrario que la tradicional judeofobia, aunque puede aparecer ligado a ésta.
El intelectual argentino-israelí Gustavo Perednik ha insistido que el término “antisemitismo” es equívoco y debería ser reemplazado por el más apropiado de “judeofobia”, acuñado por León Pinsker en 1882.
Las obras antisemitas más difundidas son “Los Protocolos de Los Sabios de Sion” en Rusia, en 1905 y “Mein Kampf” de Adolf Hitler, que proponía una solución final al problema judío, la cual llevó al Holocausto, que tuvo lugar en la Alemania nazi cuando Hitler llegó al poder.
“In this world there is room for everyone.
And the good earth is rich and can provide for everyone.
The way of life can be free and beautiful, but we have lost the way”
The Great Dictator es una película comedia estadounidense de 1940 escrita, dirigida, y protagonizada por el británico Charles Chaplin,
Protagonizada por Charles Chaplin, Paulette Goddard, Jack Oakie, Reginald Gardiner, Henry Daniell, Carter De Haven, Grace Hayle, Maurice Moscovitch, Billy Gilbert, entre otros.
The Great Dictator recibió 5 nominaciones en la 13ª edición de los Premios Óscar como:
Mejor película, guion original, actor principal (Chaplin), actor de reparto (Oakie) y banda sonora original (Meredith Willson), sin embargo no ganó alguno.
Con The Great Dictator, Charles Chaplin obtuvo su primera y única nominación para el Oscar al mejor actor.
No lo ganó, pero es que aquel año (1940) la competencia no podía ser más intensa.
Además de Chaplin los otros nominados eran:
Henry Fonda por “The Grapes Of Wrath”, Laurence Olivier por “Rebecca”, Raymond Massey por “Abe Lincoln In Illinois” y James Stewart que fue el ganador, por su inolvidable actuación en “The Philadelphia Story”
La música de The Great Dictator corre a cargo de Chaplin y Meredith Wilson, que aporta una brillante partitura original, melódica, rítmica y variada.
Añade 2 fragmentos ajenos:
“Danza Húngara nº 5 en fa sostenido menor” de Johannes Brahms y “Obertura de Lohengrin” de Richard Wagner.
Hablar de Charlie Chaplin supone hablar de una de las personas más importantes en la corta historia del cine, tanto por su carrera de actor, como por su carrera de director, productor, guionista y músico.
Marcó una larga época con grandísimas películas todas ellas, en su gran mayoría mudas.
Reacio al cine sonoro, Chaplin continuó rodando cine mudo, hasta el año 1940, donde nos sorprendería con el film The Great Dictator.
Chaplin tardó 559 días en terminar The Great Dictator, la cual estuvo censurada por mucho tiempo en países como:
Alemania, Italia, Argentina y España.
Completamente financiada por Chaplin, The Great Dictator es una sátira del fascismo, y en particular de Adolf Hitler y su Nacionalsocialismo.
La idea de hacer The Great Dictator, se dio en 1937, cuando su colega de United Artist, Alexander Korda le hizo notar a Chaplin el parecido físico de Charlot con Hitler.
El tirano alemán tenía la misma edad y, aproximadamente, la estatura y el peso de Chaplin.
Además, ambos habían surgido de la miseria para obtener el mayor de los triunfos en sus respectivas carreras.
Otro detalle era, el del bigotito de Hitler, del cual Chaplin afirmaba convencido que se lo había copiado a su personaje de Charlot.
Cuando Chaplin había decidido rodar The Great Dictator, Gran Bretaña le recordó que no podía criticar a un aliado, ya que Alemania y Gran Bretaña hacían frente común contra la URSS, mientras el horrible Código Hays en Estados Unidos le advertía de los problemas que podría tener con la censura.
A pesar de todo, Chaplin estaba convencido de que “nos teníamos que reír de Hitler” y, con esa idea, se puso manos a la obra.
En The Great Dictator, el cineasta utiliza la figura de Hitler para realizar una brillante parodia de todas y cada una de las ideas políticas, culturales, sociales y económicas del nazismo puro y duro, de la supuesta superioridad de la raza germana, hasta la sumisión incondicional del individuo a la comunidad, pasando por el anti marxismo y el antisemitismo.
The Great Dictator no es solamente una parodia de Adolf Hitler, también se burla de Benito Mussolini, de Joseph Goebbels y de Hermann Göring.
The Great Dictator es el primer largometraje sonoro de Chaplin, y lo hace como una sátira agria de Hitler.
La Segunda Guerra Mundial comienza el 1 de septiembre de 1939 y el rodaje comienza el 9 de septiembre de 1939 en un gran hermetismo por las presiones que estaba recibiendo para no filmarla de la embajada alemana y de su productora United Artist, que había recibido amenazas de boicot.
El presidente Franklin D. Roosevelt animó al director a seguir con el rodaje cuando muchos le animaban a no grabar The Great Dictator.
La política estadounidense era neutral en ese entonces y se “desalentaban” producciones anti hitlerianas.
Pese a esto, y a que las críticas de la prensa fueron negativas, en particular con su discurso final, The Great Dictator fue la película que más recaudó de las que realizó.
Por The Great Dictator y por sus ideas, Chaplin sería perseguido por el Comité de Actividades Antiestadounidenses, teniendo luego que exiliarse de EEUU.
Curiosamente, Chaplin iba rodando de una manera “premonitoria” acontecimientos que se darían con los años, no olvidemos que The Great Dictator fue rodada durante 1938, en pleno conflicto europeo.
Chaplin adopta en The Great Dictator una estructura dual, mostrando de manera paralela las actividades del dictador de Tomainia Adenoid Hynkel y sus colaboradores, y los periplos del barbero judío, el Charlot, en su regreso a casa tras muchos años en el hospital militar.
Esta dualidad sirve al actor/director para parodiar el gobierno fascista y, a la vez, para mostrar las pobres y miserables condiciones del gueto judío, atacado regularmente por las fuerzas de asalto del régimen totalitario.
The Great Dictator es una de las pocas películas que se hayan hecho en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, en las que por supuesto, no se menciona el terrible episodio del Holocausto y de la deportación de judíos a campos de concentración, ya que por aquel entonces no se sabía o se era desconocido.
Chaplin interpreta en The Great Dictator a dos personajes.
También podemos apreciar el cambio definitivo del personaje Charlot, disfrazado es el barbero, ese vagabundo que nunca acaba de encontrar su sitio, siempre ingenuo y solitario, metamorfoseándose en el propio Chaplin, para alzarse por encima de todos, y todo, y ofreceros un discurso, y un canto a las libertades y a la esperanza, probablemente uno de los mejores discursos cinematográficos de todos los tiempos.
Según cuentan sus biógrafos, cuando Chaplin se enfundaba el uniforme del dictador Hynkel, actuaba con más agresividad de lo normal con los miembros del equipo de rodaje.
Una actitud que se suavizaba notoriamente cuando interpretaba al barbero judío.
The Great Dictator fue el primer filme sonoro, con diálogos, de Chaplin y no se estrenaría en Alemania hasta 1958, se cuenta que era una de las películas predilectas que tenía Hitler en su cine particular, y obtuvo sus mayores éxitos después de 1945.
El propio Adolf Hitler pidió que le pusiesen The Great Dictator, no una, sino dos veces, y jamás se conocieron sus comentarios sobre ésta.
En una entrevista, Chaplin comentó que daría lo que fuese por saber la opinión del mismo Hitler.
Al conocer, años después, el horror de los campos de exterminio, Chaplin afirmó que no hubiera realizado The Great Dictator de saberlo, aunque muestra gran intuición sobre el tema al realizarla, con una fuerte carga de moralidad, llena de parodias y críticas hacia un sistema político tan fuerte como era el nacionalsocialismo.
Chaplin al final de The Great Dictator sorprende con un manifiesto tremendamente emotivo donde expone el horror de la guerra y lo terrible que es para las personas estar sometidas bajo la figura de un dictador.
Curiosamente, la actriz Paulette Goddard, quien hace de Hannah, es su tercera esposa.
La estampa del barbero judío, sin nombre por lo que puede representar muchos hombres de clase obrera, recuerda en casi todos sus rasgos al mítico vagabundo “Charlot”, personaje al que Chaplin interpretó en forma exclusiva durante su período del cine mudo.
Tanto en su forma de vestir, su caminar, y su actitud valórica general, Chaplin proyectó por última vez a su clásico personaje, en su mayor aventura.
Cabe señalar que el idioma en el que el dictador Adenoid Hynkel da los discursos no es alemán, sino un idioma improvisado por Charles Chaplin.
Curiosamente, el nombre “Adenoid” significa en inglés “vegetaciones de la garganta”
Mientras el apellido del líder de Bacteria, Benzino Napaloni, es usado en alusión a Benito Mussolini y a Napoleón Bonaparte.
Algunos de los carteles del gueto judío que aparecen en The Great Dictator no están escritos en alemán, sino en esperanto, un idioma que Hitler condenó como un complot judío para internacionalizar y destruir la cultura alemana, quizá porque su inventor, Lázaro Zamenhof era judío polaco.
Detalle que Chaplin no era judío, aunque su madre al parecer sí lo era.
Cuando tras el estreno de The Great Dictator un periodista le preguntó directamente si era judío, él respondió secamente:
“No tengo ese honor...”
La acción de The Great Dictator abarca un período de 20 años, entre 1918 y 1939, incluye escenas bélicas de 1918 de la Primera Guerra Mundial, y escenas de los meses previos al comienzo, en 1939, de la Segunda Guerra Mundial.
La acción tiene lugar en territorio de Tomainia, país inexistente, imagen de la Alemania nazi.
Al final de la Primera Guerra Mundial un soldado del ejército de Tomainia, al salvar la vida del oficial Schultz (Reginald Gardiner) en su avión, sufre un accidente y pierde la memoria, permaneciendo en un hospital por 20 años.
Cuando, todavía amnésico, escapa del hospital, regresa a su ciudad, donde abre de nuevo su antigua barbería ubicada en el Ghetto.
Los tiempos han cambiado.
El país es gobernado por el dictador Adenoid Hynkel, y existe una brutal discriminación contra los judíos.
Una de las jóvenes del Ghetto, la bella Hannah (Paulette Goddard), defiende al barbero cuando es acosado por miembros de las fuerzas de seguridad de Hynkel.
Ambos se enamoran y deben sufrir los atropellos de la dictadura, aunque tienen el respiro de tener la protección de Schultz, que reconoció al barbero, y de un corto periodo de paz con los judíos mientras Hynkel trata de conseguir financiamiento de un banquero judío para sus ambiciones de dominación global.
El rechazo del préstamo por parte del banquero judío, motiva la reanudación de la opresión en el Ghetto, Schultz cae en desgracia por encararle su falta de humanidad al dictador y de ocultarse con los judíos.
La persecución produce que el barbero y Schultz sean enviados a un campo de concentración.
Hynkel decide invadir Osterlich, pero la intromisión del líder de Bacteria, Benzino Napaloni (Jack Oakie), le obliga a invitarle y ser diplomático con él, aunque todo desemboca en una ridícula guerra de comida y pasteles entre los dos dictadores.
Hannah y las personas del Ghetto huyen hacia Osterlich, pero al poco se inicia la invasión desde Tomainia.
Entonces, al escapar el barbero y Schultz, Hynkel será detenido por error por sus propias tropas, por su gran parecido con el barbero, y este será tomado por Hynkel y conducido a dar un discurso sobre el inicio de la conquista del mundo.
En vez de eso, el barbero da un discurso exhortando a la humanidad a dejar la mecanización del hombre, a las dictaduras, a la discriminación, y recuperar la humanidad.
The Great Dictator satiriza un sistema que ha devastado gran parte del mundo con la idea de la discriminación y el desprecio, con la mentira de la superioridad de una raza que supuestamente merece más que las demás, que vapulea violentamente ideas como democracia-libertad-igualdad, que propone la obediencia absoluta de hombres autómatas al servicio del Estado totalitario, que tortura derramando sangre de quienes no sean dignos, o no estén dispuestos a cumplir, que basa su política en el más intolerante odio y la avaricia demencial, que implican bienestar para algunos y miserias para otros, de la sobrevaloración de la inteligencia y los adelantos técnicos en desmedro de la humanización de los sentimientos.
The Great Dictator es una cinta maravillosa por su alegato esperanzador de una humanidad más justa, por una sociedad igualitaria que se base en el poder del pueblo sin distinciones, por gente que coopere y se ayude mutuamente en la construcción colectiva de la felicidad y el bien común, por personas que piensen que La Tierra puede albergar fraternalmente a todos por igual, por la libertad y la belleza de quienes conviven...
Pero por sobre todas las cosas, The Great Dictator deja siempre la idea positiva que los dictadores y su tiranía pasarán, y el poder arrebatado injustamente al pueblo se restablecerá, el automatismo será abolido y sobrevendrán tiempos de cambio, donde las personas podrán pensar y sentir por ellos mismos construyendo mancomunadamente un futuro promisorio basado en la libertad propia de la democracia consolidada a conciencia.
Mientras se desarrolla la sátira, se resaltan los excesos, intolerancias, paradojas e injusticias del personaje y del régimen.
The Great Dictator es una comedia, fresca y divertida, no pierde vigencia, por cuanto en el mundo todavía existen gobiernos en los cuales la libertad de sus pueblos esta sojuzgada.
La calidad de The Great Dictator es excepcional, así como la fotografía e imágenes, tal vez, se le puede criticar el hecho de que el final llega de manera inesperada, quedando la sensación de que falta un desarrollo posterior; sin embargo el discurso final es una verdadera joya; recordemos, insisto, que The Great Dictator se estrena en medio de la más grande conflagración de la historia, y es un panegírico motivador para los pueblos y las tropas que luchaban y morían en aras de la democracia.
Ahora, más de 60 años después del fin del conflicto, todo se ve tan lejos, tan, si se quiere, inocuo, pero no podemos darnos el lujo de olvidar lo sucedido si queremos que no se vuelva a repetir jamás.
Chaplin siempre será el maestro de la comedia con trasfondo social y dramático, pero en The Great Dictator ese equilibrio roza la perfección.
Es por momentos emocionante, por momentos triste, por momentos dura; pero sobre todo, es muy graciosa, que no se nos olvide que es una comedia.
Además el mensaje es muy humano, social y directo, en contra de cualquier tipo de dictadura, tiranía o imposición social.
The Great Dictator está muy bien dirigida y muy bien interpretada.
La encarnación por parte de Chaplin del dictador Adenoid Hynkel es sencillamente inolvidable, aún me parto con su discurso en alemán.
SOBERBIO
Una obra absolutamente imprescindible.
Chaplin en doble papel logra hacer una parodia increíble de Hitler además de su físico en su forma de ser, exagerándolo de gran manera.
Otra increíble parodia es la de Jack Oakie que hace referencia a Mussolini, un papel memorable que estalla en la discusión entre él y Hynkel.
Paulette Goddard en la segunda y última actuación en un filme de su aún esposo, aunque ese mismo año se divorció de él, junto con Reginald Gardiner, Henry Daniell, Maurice Moscovitch crean una actuación más que convincente.
Momentos “10” en The Great Dictator:
Las imágenes son un puro derroche de detalles que representan hasta un extremo fascinante y ridículo, la tecnología destinada a servir a la guerra, la majestuosidad y la opulencia del palacio del dictador, la cansina tendencia de los partidos totalitarios a inundarlo todo con sus símbolos representativos, obsérvese la similitud entre las aspas de The Great Dictator y la esvástica del partido real, sus gestos de identificación, el brazo alzado, los discursos fanáticos y estentóreos del dictador, y las restricciones y penalidades del gueto judío.
Así mismo, el vestuario también es digno de mención.
The Great Dictator muestra aparatos y maquinarias que simbolizan la esclavitud humana a una tecnología utilizada con frecuencia con fines deshonestos y destructivos, añadiendo su toque de inventos y objetos inútiles o que nunca funcionan:
Un paracaídas de reducido tamaño, un traje antiproyectiles, plumas estilográficas que no escriben...
Impagable ver a Charlot, miliciano, torpemente efectuando las maniobras de ataque, en la avioneta boca abajo con Schultz.
Como Adenoid Hynkel dando su discurso en un idioma que sólo él hablaba, parodia de los emotivos discursos de Adolph Hitler.
En el caso del discurso del principio, que es traducido por un interlocutor de radio, tras 2 minutos seguidos de verborrea incesante de Hynkel en ese idioma con gritos y expresiones de odio en su cara, el interlocutor dice únicamente:
“Su excelencia acaba de referirse al pueblo judío”
IMPAGABLE.
Soberbio el Charlot, como el barbero, “arreglando” a Hannah o afeitando a un hombre al ritmo de la música de Brahms.
Adenoid Hynkel en su despacho jugando, literalmente, con el mundo.
El saludo entre Hynkel y Napaloni.
El momento de la comida del pudding con la moneda dentro.
Y sobre todo el discurso final de Charlie Chaplin, cargado de emotividad y fe en la humanidad.
Así, quedan mal parados estos asesinos que se dieron ínfulas de “grandes hombres” cuando en realidad encarnaban la bajeza y animalidad en toda su expresión, y lo patético de sus personalidades.
Mussolini y Hitler, sobretodo Hitler, fueron dos imbéciles épicos, viles hasta en sus momentos de supuesta “gloria”
Así lo supo ver Chaplin, y nos dejó su visión plasmada en un film memorable.

“To those who can hear me, I say do not despair.
The misery that is now upon us is but the passing of greed, the bitterness of men who fear the way of human progress.
The hate of men will pass, and dictators die, and the power they took from the people will return to the people and so long as men die, liberty will never perish”



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