Christine

“I knew a guy had a car like that once.
Fuckin' bastard killed himself in it.
Son of a bitch was so mean, you could've poured boiling water down his throat and he would've pissed ice cubes!”

Dos apuntes:
En la mitología, los espíritus vengativos son seres espirituales que hacen justicia castigando, incluso asesinando, a personas malvadas, o que hayan cometido alguna maldad.
Generalmente, los espíritus vengadores son ángeles, o fantasmas de personas asesinadas, abusadas, o maltratadas, que buscan que su victimario pague por sus crímenes.
Por otro lado, el Plymouth Fury, fue un automóvil fabricado por la división de automóviles Chrysler, entre 1956 y 1978.
Hubo hasta 6 generaciones durante este período.
Este modelo, fue lanzado como un vehículo de alta gama, pero el objetivo de la compañía, era utilizarlo para exponerlo, y atraer a los consumidores, debido al imponente diseño de los primeros modelos.
Como no podía ser de otra manera, sale de la mente perversa de Stephen King, escritor especializado en sacar terrores de cosas tan inverosímiles, como una lavadora, o la habitación de un hotel, o en el caso que nos ocupa, un aparentemente inofensivo coche de segunda mano, poseído por el mal.
“Christine” es una novela del escritor estadounidense Stephen King, publicada en 1983; que cuenta la historia de un automóvil, aparentemente poseído por fuerzas sobrenaturales.
El protagonista es Arnold Cunningham, apodado “Arnie”; un joven muy tímido y estudioso, que participa en el club de ajedrez de su escuela; pero es objeto de las burlas de toda la facultad, a causa de su acné, y sus grandes gafas.
El mejor amigo de Arnie es Dennis, mucho más popular que él, ya que juega en el equipo de rugby…
Una tarde, mientras viajan en el coche de Dennis, Arnie ve un viejo coche rojo, muy descuidado, modelo Plymouth Fury del año1958, con un rótulo de “Se Vende”, a pesar de su mal estado, su vendedor lo llama “Christine”
Arnie se siente extrañamente atraído por él, por lo que lo compra.
Sin embargo, Arnie no puede tener el coche en su casa, ya que sus padres se han enfadado con él, por comprar el coche sin consultarles, de modo que tiene que dejarlo en un garaje…
Con el tiempo, Dennis comienza a notar ciertos cambios en su amigo:
El acné de Arnie desaparece, deja de usar gafas, y de jugar al ajedrez…
Arnie está más seguro de sí mismo, pero también está profundamente obsesionado con Christine, solo habla de ello, y trabaja duramente, hasta que logra restaurarlo.
Al mismo tiempo, Arnie comienza a salir con Leigh, la alumna más bonita de la escuela.
Una noche, los abusones del colegio, entran al garaje, y destruyen a Christine...
Después, empiezan a haber varias muertes, con la peculiaridad de que casi todas esas muertes, fueron a personas que alguna vez molestaron a Arnie, o a Christine...
Dennis descubre entonces, que Christine “tiene vida propia”
Dennis se lo cuenta a Leigh, quien confiesa que ella también lo sospecha…
Luego, Denis y Leigh se enfrentan finalmente con Christine, montados en una máquina de construcción…
Mientras destruyen a Christine, a muchos kilómetros están, Arnie y su madre, muriendo por un enfrentamiento que tuvieron con Christine anteriormente.
Y el padre de Arnie, es aplastado por Christine unas horas antes de que esta sea destruida.
Al principio, la novela está narrada primero en primera persona, por un amigo de Arnie, quien cuenta la historia, siendo el mismo quien concluye la narración; la parte media, está narrada por distintas personas, pero principalmente por un narrador.
“Body by Plymouth.
Soul by Satan”
Christine es una película de terror, del año 1983, dirigida por John Carpenter.
Protagonizada por Keith Gordon, John Stockwell, Alexandra Paul, Harry Dean Stanton, Robert Prosky, Christine Belford, Roberts Blossom, William Ostrander, David Spielberg, Malcolm Danare, Steven Tash, Stuart Charno, Kelly Preston, Marc Poppel, Robert Darnell, entre otros.
El guión es de Bill Phillips, basado en la novela del mismo nombre de Stephen King.
Christine, es un Plymouth Fury de 1958, que salió de una cadena de montaje de automóviles de Detroit, pero no es un coche cualquiera…
En el fondo de su chasis, se aloja el mismísimo diablo, que alberga un deseo de venganza insaciable, que hiela la sangre a cualquiera, y destruye todo lo que encuentra en su camino.
Christine está inspirado en un episodio de “The Twilight Zone” titulado “You Drive” (1964), sobre un auto con “mente propia”, que se conduce a sí mismo; y  también en “The Car” (1977), un filme dirigido por Elliot Silverstein.
Columbia Pictures compró los derechos de la novela de Stephen King, y pudo trabajar con el material, mucho antes de que saliera publicada; y prácticamente la salida de la película y la novela, fueron simultáneos.
Era una época en la cual, todo lo que provenía de King, era considerado “oro para los productores de Hollywood”
John Carpenter, lleva la gran pantalla este “best-seller” de King, el cual no estuvo muy contento con el resultado.
Christine comienza en el año 1957, mostrando la cadena de montaje de Plymouth, en Detroit, donde vemos una interminable fila de Plymouth Furys de color blanco, en lo que pareciera ser, la fase final del control de calidad.
Entre esa interminable fila, solo y en contraste con los otros, se alinea un Fury de color rojo brillante, y techo blanco…
Desde el comienzo, se nos dice que el coche tiene “vida propia”, y puede llegar a matar a alguien, simplemente por dejar caer la ceniza de un cigarro, en su flamante tapicería.
La historia avanza en el tiempo, hasta Septiembre de 1978, en Rockbridge California, para mostrarnos la larga amistad que existe entre Arnie Cunningham (Keith Gordon) y Dennis Guilder (John Stockwell), que en contraste con su amigo, es el adolescente más popular y deportista de la secundaria.
Arnie, es un chico no muy popular, usa unas horribles gafas negras, está lleno de complejos, y las chicas no le prestan atención.
Al volver un día a casa, junto a su amigo Dennis, Arnie se enamora de un coche destartalado, que se encuentra en venta.
Pese a las advertencias de su amigo, Arnie paga por el coche $250, con el propósito de repararlo.
A partir de ese momento, Arnie se obsesiona por él, llamándolo “Christine”
Así pues, pasa la mayor parte del tiempo arreglándolo, aislándose de sus amigos, y su familia.
Una vez que el coche está a punto, Arnie se convierte en una persona arrogante y egoísta; se quita las gafas, y su expresión se vuelve más inquietante, su comportamiento cambia a peor, y sus amigos, su novia llamada Leigh Cabot (Alexandra Paul), y sus familiares, empiezan a preocuparse por la obsesión de Arnie con el coche.
Manipulado por Christine, hará todo lo posible para evitar que nadie se entrometa entre ambos.
Christine es el cuento del patito feo, que llega a ser popular, llevarse a la chica más guapa, tener un coche impresionante, y ser odiado por los matones de turno, no es nuevo, pero aquí el final alegre, es sustituido por uno tan trágico, como previsible.
La música de los años 50, el buen hacer de los actores, a pesar de las limitaciones artísticas de los mismos, ayudan a Carpenter, a elaborar Christine, que sin ser de lo mejor de su obra, si ofrece lo necesario para el disfrute del espectador.
Christine es una interesante propuesta de terror, ofrecida con impactante desarrollo por Carpenter, que ejecuta con eficacia, para tensionar al espectador, mientras se asiste a la obsesión que va mucho más allá de la obcecación de un adolescente por su coche.
La intensidad del “pacto diabólico” de Cunningham con su adorado coche de los años 50, se saldará con fatales consecuencias.
“Oh man, there is nothing finer than being behind the wheel of your own car!
Except maybe for pussy!”
Christine, es una película con una ambientación muy digna, a lo que en mi opinión King quería transmitir en el relato.
Es lúgubre, con toques funestos y sombríos, que afectan a los personajes cual dosis de Nieztsche.
La obsesión por lo aparentemente inerte, es inquietante.
En los mejores pasajes, está la obsesión por Christine, su forma como “elemento vivo”, sus sentimientos como “ser” activo, capaz de trasmitir a través de actos violentos, y que hace que creas que realmente es un “ser” y no un elemento inanimado, de fatal belleza.
Valiéndose del considerable significado simbólico de la historia, sobre el riesgo de que la tecnología que se vuelve en contra del ser humano que la creó, Carpenter prefiera centrarse más en la evolución del personaje principal, y en su relación con sus 2 amigos, y la sociedad que le rodea.
De esta manera, el director vuelve a remover los cimientos del “American Way Of Life” sobre la búsqueda de la popularidad, y la reafirmación personal tan propia de la filosofía de vida “Made in USA”, ciertamente irónica, y despiadada.
De esta manera, Christine se convierte en el impulso que lleva al protagonista, a buscar estas cosas con las que le bombardea su entorno, a cualquier precio.
Christine, es una mirada directa, a ese gigantesco mundo de inseguridades que es la adolescencia masculina, y la búsqueda de la virilidad, ligada de manera indisoluble, a la relación entre un joven y su coche.
Este concepto, no pudo pasar desapercibido para John Carpenter, un director a quien ciertamente no se le dan muy bien los personajes femeninos, pero que conoce la psicología masculina a la perfección.
Para 1983, ya King era una mega estrella, de hecho, la película entró en producción, antes incluso de que el libro fuera puesto a la venta; por lo que Carpenter recibió todo el apoyo posible para llevar a cabo su obra, con una gama de libertades, como pocas veces ha tenido.
Gracias a eso, ha logrado aportar su toque personal a la historia, ya desde el primer fotograma, en el que el símbolo “V” del Plymouth Fury, se nos antoja como unos ojos diabólicos, en medio de la oscuridad, un ambiente interrumpido por la visión de la cadena de ensamblaje, donde Christine es armada, al tiempo que en el fondo suena “Bad to the Bone” de George Thorogood & The Destroyers, mostrándonos que el coche al que se hace referencia, ha sido creado desde el principio, como una fuerza del mal.
Afortunadamente, esta facultad viviente de la máquina, nunca es explicada, por lo que no hay que preocuparse de justificar su existencia.
Pues el mal no requiere explicaciones.
Pero aquí, desde el momento en que Carpenter le adosa al texto original, una secuencia introductoria con la línea de ensamblado en Detroit, mostrando que el coche es “malo” por naturaleza, la historia va en declive...
Es una pésima presentación del villano, y mata todo tipo de misterio que puede haber en él…
Christine pasa a las manos de Arnie Cunningham, el típico adolescente, víctima del matonismo estudiantil, y del nulo éxito con las mujeres.
La relación entre Arnie y su coche, al que repara prácticamente a partir de la chatarra, es un auténtico “acto de amor” que poco a poco comienza a afectarle, como si el resurgimiento de ese coche, fuese también el advenimiento de su propia hombría.
En cuestión de semanas, Arnie pasa de ser un auténtico canijo, a convertirse en lo que siempre ha deseado:
Ser un hombre capaz de enfrentar a sus represivos padres, y a los gamberros que le han hecho la vida imposible, sin mencionar, el conquistar a la chica más guapa del instituto.
Sin embargo, poco a poco, ese afecto hacia Christine, comienza a cobrar su peaje, hasta que la violencia de Arnie y de su vehículo se funden en una sola, mostrando al conductor, como un desquiciado, y al coche como un monstruo capaz de destruir todo aquello que amenaza la simbiosis entre “ella” y su dueño.
El momento en el que un delirante Arnie, envuelto en sombras, describe el amor como una fuerza inmisericorde que lo devora todo es, por ello, es harto reveladora.
Con el fin de que el Plymouth Fury, tuviera personalidad, es que se recurrió a la radio como recurso.
Es así que Christine, se comunica mediante canciones, pero no canciones cualquiera, sino con rock & roll de los años 50.
El auto, muy simpático, hace sonar esa música rockera, por identificación con su época de auge y nacimiento, cuando va a matar a alguien…
Es su modo de decir “acá estoy”, y de paso, meterle energía a una película catalogada como “terror”; algo confuso el término, quizás en pleno siglo XXI.
El mayor acierto, sin embargo, corresponde con la evolución de Arnie Cunningham y la fase de enamoramiento, en especial cuando el protagonista toma el auto, y lo va embelleciendo, a modo de “Pigmalión”
Es como si el personaje principal, comenzara a enseñarle a una chica que se siente fea, cómo pintarse, cómo lucir sus piernas, cómo hacer el amor...
Otra de las escenas muestra al chico que contesta que “las novias tienen celos de otras chicas, no de los coches”
Lógico, esto me sirve para aterrizar en el punto en el que, en cierto sentido, encontramos el pilar fundamental sobre el que se sustenta la obra, el amor y la des/configuración de la propia identidad.
El problema es que, poco miedo puede dar un coche, por mucho que ataque a la gente, se desplace sólo, o encienda su radio para deleitar al personal, con clásicos pop rock de los 50.
Un coche es un coche, y difícilmente podrá encuadrarse dentro de la galería de miedos que pueblan nuestra psique actualmente.
Claro, que no hay que tomar esta premisa de forma literal, y que se puede dilucidar un mensaje que nos advierte de los peligros de consumismo, del fetichismo de la mercancía, tan propio de las sociedades capitalistas, etc.
De ahí que el principal problema que se encontró John Carpenter, fue conseguir que Christine diera miedo al espectador, porque ese modelo de coche no parecía ser el adecuado para una película de terror, pues no era “lo suficientemente terrorífico”
Como dato decir que el Plymouth Fury 1958, se convirtió en pieza de coleccionista, porque se fabricaron pocas unidades.
En el rodaje, se destrozaron entre 13 y 16, lo que enfureció a sus fans... y que fue necesario construir un Plymouth Fury, con piezas de plástico flexible, para rodar la escena “Regeneration”
Estas piezas, iban sujetas a cables y bombas hidráulicas, que tiraban los paneles hacia el interior, haciendo que el auto se comprimiera.
El tiempo de la toma se revirtió, para dar la sensación de que Christine se reconstruye.
Las letras de la placa patente de Christine son CQB241, un acrónimo de “Close Quarter Batlle” un término militar que significa “atacar violentamente armado, y por sorpresa, sin posibilidad que la víctima se defienda”
El número se lee como “Two for One”, que indica la batalla entre Arnie y Christine, que son 2, en contra de la víctima, que una.
El Detective, Rudolph Junkins (Harry Dean Stanton), también conduce un Plymouth Fury, al igual que Arnie, pero éste era un modelo mucho más nuevo.
Se puede ver cuando el detective se encuentra con Arnie, en el parking del instituto.
En la realidad, aquel coche fue muy común en la policía de finales de los 70.
Pero el desfile de autos, no es menor, además del Plymouth Fury que interpreta a Christine, veremos el Dodge Charger 68 de Dennis, y un Chevrolet Camaro.
Pero además Christine, habla de una época en la que los jóvenes con solo 17 años, cumplían “El Sueño Americano” de tener auto propio, y de una obsesión de un joven por su auto, algo que solo los amantes de los automóviles, son capaces de entender.
Otro dato es que Christine se estrenó con escenas censuradas en:
Australia, Argentina, Chile, Finlandia, Noruega, Suecia, Holanda, Alemania, Francia, España, Inglaterra y EEUU.
Seguramente, por asunto de fondo, Christine, pese a tener forma de automóvil, se convirtió en una de las grandes mujeres fatales de la historia del cine.
Y hasta su nombre mismo lo indica:
Es una mujer furiosa, con síndrome premenstrual, posesiva, y que odia a todo aquel que se acerque a su dueño.
Y ha sido “noviera”, tiene su pasado, pero sus “relaciones” nunca han terminado bien.
Y Arnie se enamora de ella a primera vista.
Ni siquiera le importa pagar, pese a las súplicas de su amigo, un alto precio por conseguirla.
Aquí tenemos un punto interesante:
Dennis, su mejor amigo, le pregunta por qué ha pagado tanto por semejante chatarra.
Arnie le responde “quizá porque es algo más feo que yo”
Arnie cree, y esto sucede en muchas relaciones de parejas, que puede mejorarla; que él la va a hacerla cambiar.
Y efectivamente, gracias a Arnie, Christine va a cambiar, al menos, por fuera.
Y al igual que Christine, Arnie también “mejora”, al menos por fuera:
Su aspecto físico cambia, se convierte en el rebelde, por el cual las chicas mueren…
Su autoestima aumenta, porque Christine llama la atención, y se siente bien al ser visto por una “mujer” tan bella.
Sin embargo, su carácter se vuelve cada vez, más y más rebelde, e incluso agresivo con quienes le rodean.
Cuando un accidente lo aparta momentáneamente de su mejor amigo, de la única influencia realmente positiva que tiene, empeora…
Se aísla, y toda su vida gira alrededor de su “novia”
Y en las citas,  pese a su nuevo “look”, y a su nueva confianza, tampoco le va muy bien:
Las chicas sienten que compiten con Christine.
Es como si fuera otra chica, y la odian, no la pueden ver, ni en pintura...
Y el sentimiento es recíproco.
Es más, Christine está decidida a sacar del camino, a todo aquel que amenace su relación.
“'Este coche es una chica”' dice asustada la novia del protagonista, y sí lo es, y una muy celosa y nostálgica, en cuya radio solo suenan canciones de los años 50, y lo mejor de todo, es que si entiendes las letras, te das cuenta de que el coche está hablando a través de las canciones…
Es raro, nuevamente, porque en 110 minutos, hay muchas críticas a la paternidad, y a la ineficacia de estos con un hijo.
Es tonto, también, porque si no fuese una crítica, tendríamos más padres en la película; porque sí hay más personajes...
Claro, que no hay más padres, y solo tenemos a los de Arnie, devastados por las propias palabras de su hijo descontrolado.
Bueno, lo raro es que Christine no atacó a los padres, al menos en la película.
¿Qué sentido tiene, entonces, que el auto ataque a un amigo que lo incentiva al cambio desde la palabra, mientras que Christine hace lo mismo, pero manipulándolo directamente?
Digo:
¿Por qué al amigo no, y a los padres, los grandes culpables, según lo que se cuenta, no?
Otra situación poco creíble es:
¿Cómo no arrestan, ni imputan delito a Arnie Cunningham, por las muertes de los que destrozaron su coche, cuando es más que suficiente, la prueba de que su coche fue el que los perseguía?
Del libro a la película, cambian muchas cosas:
La escena con la que comienza el filme, donde se muestra la fabricación en Detroit de Christine, en la novela de Stephen King, no existe.
Arnie moría, originalmente, acompañado de su madre en el auto en el que viajan.
El padre de Arnie, moría también en el interior del auto; y las muertes de Clarence "Buddy" Repperton (William Ostrander) y de Will Darnell (Robert Prosky), eran más sanguinarias.
Ronald LeBay, hermano de George (Roberts Blossom), es quien le vende el auto, y además, en el libro se menciona, que es el espíritu de él, que se apodera de Christine, provocando las muertes.
Con el fin de no hacer más largo el relato, es que este hecho se cambia en la película.
Así como Arnie descubre el romance que había entre Dennis y Leigh…
Cabe destacar como error, que oficialmente, el Plymouth no fabrico el Fury sedán, sino hasta 1959, pero en el libro se hace hincapié, en que el vehículo fue un pedido especial...
Además, en el libro, Christine posee una combinación de pintura roja y negra, y no rojo/blanco como en el film.
En el libro de Stephen King, el coche tenía 4 puertas, pero fue cambiado en la película, a un modelo de 2 puertas, cuando se observó que no había Plymouth Fury 1958, de 4 puertas.
Por otro lado, el argumental, Christine es una catarata abismal de clichés:
Nerd vs matones, el chico bueno y lindo que va tras la chica, la venganza del nerd, etc., que uno sabe, a miles de leguas de distancia, todos los pasos que va a seguir la historia, y termina por matar todo tipo de expectativas.
Para peor, el guión incluye un par de agujeros enormes de lógica en el último tercio del film:
Si Darnell fue aplastado, por qué la policía dice que alguien le dio un disparo; cómo Dennis y Leigh llegan a la conclusión, de que Christine es una entidad malvada, que domina a Arnie; o el mismo final, donde la policía le da una palmadita en los hombros a los chicos, por haber destrozado al Plymouth, que dan la impresión de una poda generalizada en el cuarto de edición o, bien, un libreto al que se le terminaron las ideas.
Como otros errores encontramos:
Cuando Christine se estrella varias veces contra el Camaro en la gasolinera, el Camaro no tiene motor.
El capó del Camaro, se tuerce hacia un lado, y no tiene bisagras…
Cuando Christine está a la inversa, y arrastra al Camaro, se puede ver que el compartimiento del motor, está vacío.
Lo que salva a Christine del linchamiento total, es que al menos, las escenas en las que el auto entra en modo “asesino a full”, van de los pasable, a lo muy bueno, en especial, en el ataque a la estación de servicio, en donde el Plymouth persigue a uno de los matones que acosaban a Arnie, cubierto en llamas por la autopista, como si fuera una entidad infernal.
O como un chico de la pandilla de Buddy, el gordo Peter “Moochie” Wells (Malcolm Danare) cree equivocadamente estar a salvo en un callejón más angosto que Christine…
Como dato de la producción que puede parecer error, Christine en las persecuciones, montaba vidrios pintados, completamente negros, a excepción de un pequeño espacio, para que el chofer pudiera ver.
No había visión lateral, ni trasera, lo que dificultaba la filmación.
De ahí que todas estas tomas, fueron realizadas por pilotos profesionales, y no se ocupó ningún vehículo remoto; esto es la prueba de un cine de verdad.
Brillante el detalle, cuando 'Christine' falla en un atropello, y colisiona contra otro vehículo, desde ese momento podemos ver como la abolladura central ha hecho que 'Christine adopte el aspecto de un monstruo, con una agujero en el parachoques, que se asemeja a una boca oscuramente siniestra.
Por último, la música compuesta por John Carpenter, tan obsesiva como el propio Arnie, ciertamente ayuda a tenernos en vilo, cuando Christine entra en acción.
“Ya know Pepper, ya can't polish a turd”
Voy a decirte algo sobre el amor:
Tiene un apetito voraz, todo lo devora:
La amistad, la familia…
Acaba por devorarlo todo; pero también te diré otra cosa:
Aliméntalo, y se convierte en algo maravilloso; así es el amor.
Es cierto, cuando alguien tiene fe en ti, eres capaz de todo.
Eres capaz de cargarte el universo.
Y cuando tienes fe en el otro:
¡Cuidado entonces, porque ya nada puede frenarte, ni nadie, jamás!
Christine muestra esa relación de amor, del adolecente y su auto, como si fuera un amor enfermizo, y donde ambos terminan destruyéndose mutuamente.
Si bien no existen coches dotados de una maligna vida propia; pero sí existe gente idéntica a Arnie Cunningham, el protagonista de Christine.
Los puedes encontrar a veces, en la carretera, o en foros de internet:
Son personas que gastan fortunas, en mantener o restaurar automóviles de gentes y épocas ya muertas.
Ultraconservadores, retrógrados que idealizan ciegamente el pasado, tanto más, cuanto más lejano esté en el tiempo y el espacio, enemigos relativamente confesos del progreso, en la medida que les convenga, que huyen hacia atrás, mientras pasan la bayeta a sus viejas “reliquias” amorosamente, como si fueran los hijos que no han tenido, limpiando pulcramente, hasta la menor mancha, indiferentes, y hasta gozosos de que por contraste, sus tubos de escape arrojen de 10 a 50 veces más suciedad que un vehículo actual, el dato es hasta comedido, según las épocas tecnológicas que comparemos; absurdos fanáticos que mirarían extraviadamente a quien sólo acariciara una aleta trasera de “su amada obra”, o que ignorarían a quien les diera un sensato consejo técnico al respecto, aunque fuera su padre.
Tal cual describe Christine, anteponen su “clásico” a todo lo demás.
Ese es el matiz, generalmente obvio...
El coche endemoniado, es solo un “macguffin” vehicular, nunca mejor dicho, de la evolución de Arnie Cunningham.
Si en vez de Christine, se hubiese añadido en el guión, a una “femme fatale” de los clásicos del “cine noir” como Barbara Stanwyck o Lana Turner, el resultado habría sido el mismo, sólo que sin el componente fantástico del género.
La importancia no reside en el hecho de que un automóvil del cual no sabemos ni el porqué de su existencia vaya por ahí matando a personas, sino en que un chico normal y corriente, como cualquiera, puede llegar a ser devorado, y consumido por sus obsesiones, por los miedos…
Arnie rechaza su identidad, y en un proceso evolutivo sobre acelerado, y poco detallado, se convierte en una persona distinta, en la proyección de lo que Christine demanda de él.
Estamos pues, ante un amor enfermizo, sí, pero amor al fin y al cabo.
En la vida real, un auto sólo es peligroso cuando quien lo maneja, es una verdadera bestia.
Sin contar que a muchos nos parece extraño, que alguien pueda fascinarse a tal punto por un vulgar vehículo, que lo anteponga a cualquier otra cosa.

“God, I hate rock and roll”



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